3º Capítulo: Transformación y "Sí, quiero"
Al día siguiente apareció en el Profeta vespertino un artículo muy curioso que el que lo leyese se escandalizaría.
"Robos misteriosos"
En las últimas horas han desaparecido objetos valiosos y algunos de ellos históricos y místicos, cuyos nombres no hemos averiguado por impedimentos del Ministerio reacio de hacer ninguna declaración sobre ello. Estos objetos como todos sabréis se encontraban en lugares especialmente seguros con hechizos protectores muy potentes.
Según rumores y los acontecimientos ocurridos en estas fechas se piensa que el culpable podría ser un nuevo Señor Oscuro ya que para conseguirlo se necesita mucho. En un breve encuentro con el jefe de los Aurores, Ron Weasly, nos ha comentado que todo esta bajo control y que el culpable era un miembro del ministerio por las pruebas que se habían encontrado en los lugares de los robos. Aun así nuestro fiel e intrépido reportero consiguió entrar en las escenas de los crímenes y comprobó con sus propios ojos que en todos ellos había un único mensaje: "El momento de la verdad se acerca".
Con este mensaje, los rumores de la llegada de un nuevo Señor Oscuro se hacen más intensos y el temor de una nueva era de terror se incrementa al recordar lo vivido con El-que-no-debe-ser-nombrado.
Pero si el comentario del jefe de los aurores nos levanta sospechas, la declaración de un miembro del ministerio, que por seguridad no vamos a rebelar sus identidad, nos comento lo que vio.
-Yo hacía mi ronda por los alrededores cuando vi a lo lejos dos sombras, una parecía una persona y la otra una serpiente o algo parecido, que se movían muy silenciosamente hasta el lugar del robo. Aun me pregunto como entraron porque solo ese hechizo deja entrar al ministro de magia y a poco más. Y lo más extraño que cuando esperaba fuera para sorprenderlos, no aparecieron y comprendí que habían utilizado un traslador para salir del lugar.
Ya han oído el relato del funcionario del ministerio, si os encontráis con alguien que no conocéis y tiene mucho poder puede ser el misterioso mago. -Liz, lee esto. Es muy divertido, esos patanes no reconocen a alguien ni aunque se les ponga en sus narices- comenta Harry al terminar de leer el artículo en el Profeta.
-Haber lo que dicen- dice Liz asomándose por detrás del respaldo del sofá y leyéndolo- Sí, tienes razón. Estos del ministerio son tan subnormales que no reconocen y saben hacer nada bien, como tú me lo dijiste.
Harry se levanta del sofá.
-Liz, esta noche es la indicada para realizar la poción por la luna llena- dice mirando hacia el estante donde se encontraban los ingredientes robados.
-Ya lo sé, he estado esperando este momento desde que te conocí- dice Liz yendo hacia él.
A la noche, Harry se encontraba preparando todo para realizar correctamente la poción. Harry fue hacia el estante y se colocó allí listo para empezar a coger los ingredientes y echarlos al caldero.
-Liz, tienes que meterte en el caldero- dice Harry.
Liz empieza a subir reptando hasta meterse en el caldero muy lentamente donde se encontraba un liquido blanco en su interior.
Harry coge su varita y con un movimiento de su mano eleva todos los ingredientes. Con un movimiento de la varita el primer ingrediente se introduce en el contenido.
-Hueso de Fénix, para darle poderes mágicos- dice Harry mientras el primer ingrediente se introducía en el interior del caldero con lo que el contenido del interior toma color amarillo cegador.
Con un segundo movimiento dos ingredientes van hacia el caldero.
-Sangre del primer mago y aliento de Nundu, para darle forma humana permanente- dice Harry mientras se introducían en el interior del caldero con lo que el contenido del interior toma color rojo cegador.
Y por último un último movimiento hace que tres ingredientes vayan hacia el caldero.
-Alma humana, Espejo de Erised y corazón de fantasma, para darle la humanidad- dice Harry mientras se introducían en el interior del caldero e incidiendo a la vez la luna llena, con lo que el contenido del interior toma un color blanco cegador.
Al dejar de brillar tanto el contenido del interior se aprecia que de su interior sale una bella mujer desnuda. La mujer muy lentamente se acercaba a Harry con lo que pudo apreciar su belleza, tenía unos firmes y suaves glúteos, un vientre suave y duro, unos firmes y voluminosos pechos, una cara preciosa que le caían unos cuantos pelos verdes en forma de rizos haciendo resaltar sus ojos dorados y con un liso pelo verde.
La mujer, Liz, con unos movimientos sensuales invita a Harry a que se acercase a ella.
Harry la empujo con suavidad, después se tendió a su lado, descansando sobre el codo. La miró, volvió a besarla. Esperó hasta sentir que ya no estaba tensa y acarició ligeramente sus labios con la lengua. Se levantó un poco y vio que su boca sonreía, pero que tenía los ojos cerrados. Cuando los abrió, se inclinó para volver a besarla. Ella se tendió para acercarse a él. La besó presionando más y abriendo. Cuando su lengua intentó entrar, Liz abrió la boca para dejarle.
-Sí- dijo-, esto me gusta.
Harry sonrió. Estaba interrogando, probando, saboreando, y le complacía que no lo encontrara insatisfactorio.
-¿Y ahora qué?- preguntó Liz.
-¿Más de lo mismo?
-Está bien.
Volvió a besarla, explorando suavemente los labios, el cielo de la boca y bajo la lengua. Entonces siguió con los labios la línea de la mandíbula. Encontró la orejita, sopló su aliento en ella, le mordisqueó el lóbulo y cubrió la garganta de besos y de caricias con la lengua. A continuación regresó a la boca.
-¿Por qué me hace sentir como si estuviera calentura... y escalofríos?- preguntó Liz- No conozco a que se debe.
-Es normal en estos casos, no te preocupes- dice Harry.
La besó de nuevo, mas suavemente, deseando más que nunca proporcionarle placer. Acarició su costado sintiendo la plenitud de su seno, la depresión de su cintura, la suave curva de su cadera, el músculo tenso de su muslo. Ella se estremecía bajo su mano, que acarició los rizos del pubis y subió por el vientre, hasta llegar a la hinchazón turgente de su seno; sintió cómo se endurecía el pezón bajo su caricia.
Besó de nuevo su cuello suavemente; entonces buscó el otro seno y succionó el pezón con la boca.
Paró un momento para mirarla de nuevo: el cabello esmeralda, revuelto sobre la piel, le enmarcaba el rostro. Sus ojos dilatados, profundos y dulces, brillaban con un fuego oculto y parecían llenos como si fueran o a derramarse. Harry se levantó, se quitó la ropa y se quedó mirándola, con su prodigiosa virilidad enhiesta. Los ojos de ella sólo reflejaban confianza y deseo.
Se tendió junto a la joven, llenándose los ojos de ella. Su cabello suave, espléndido, sus ojos, rebosantes y llenos de expectación, su cuerpo magnífico; toda aquella bella mujer esperando que la tocara, esperando que despertara en ella las sensaciones que el sabía estaban allí. Quería que durara esa toma de conciencia por parte de ella. Se sentía más excitado que nunca anteriormente. Liz no sabía qué esperar, nadie se lo había descrito con detalles claros y extensos por ser anteriormente una serpiente.
Liz estaba quieta, sin mover un músculo pero estremecida. Sentía como si estuviera esperando desde siempre algo que no podía nombrar pero que él podía darle. Con sólo sus ojos podían tocarla hasta dentro; ella no podía explicar la palpitación, los efectos deliciosos de sus manos, su boca, su lengua, pero ansiaba más. Se sentía incompleta, sin terminar. Hasta que él le había dado a probar el sabor, no sabía cuánta hambre tenía, pero una vez provocada ésta, tenía que saciarla.
Cuando sus ojos quedaron satisfechos, los cerró y la besó una vez más. Ella tenía la boca abierta, esperando; atrajo su lengua y experimento con la suya, tanteando. El se apartó y le sonrió para animarla. Cogió una guedeja esmeralda y brillante de cabello y se la llevó a los labios, y después se frotó el rostro contra la suave abundancia esmeralda de su corona. La besó la frente, los ojos, las mejillas, deseando conocerla toda ella.
Encontró la oreja y su aliento cálido mandó estremecimiento deliciosos por el cuerpo de ella una vez más; le mordisqueó la oreja y le lamió el lóbulo. Encontró los nervios tiernos del cuello y la garganta, que despertaron largos espasmos deliciosos por lugares secretos e intactos. Sus manos grandes, expresivas y sensibles la exploraron, sintieron la textura sedosa de su cabello, rodearon mejilla y mandíbula, recorrieron el contorno de su hombro y su brazo. Cuando llegó a la mano, se la llevó a la boca, besó la palma, acarició los dedos uno por uno y siguió la curva interior del brazo.
Liz tenía los ojos cerrados, cediendo a la sensación con impulsos rítmicos. La boca cálida encontró el camino entre los senos y rodeó la curva de uno. Hizo círculos cada vez más pequeños con la lengua y sintió el cambio de textura de la piel al llegar a la areola; Liz jadeó al sentir que le tomaba el pezón en la boca, y él sintió que un ardor nuevo palpitaba en sus ijares.
Con su mano siguió el movimiento circular de la lengua en el otro seno, y sus dedos hallaron el pezón duro y erguido. Al principio succionó suavemente, pero cuando ella se tendió hacia él, aumentó la fuerza de succión. Liz respiraba fuerte, gemía suavemente. La respiración del hombre iba a la par con el deseo de ella; no estaba seguro de poder esperar más. Entonces se detuvo para volver a mirarla: tenía los ojos cerrados y la boca abierta.
La deseaba toda y todo al mismo tiempo. Buscó su boca y atrajo su lengua hacia la suya. Cuando la soltó, ella atrajo la de él, siguiendo su ejemplo, y sintió el calor dentro de la suya. Harry volvió a encontrar sus garganta y trazó círculos húmedos alrededor del otro seno turgente hasta llegar al pezón. Ella se alzó para salir a su encuentro, en aras de su deseo, y se estremeció cuando él respondió atrayéndola.
Con la mano le acariciaba el vientre, la cadera, la pierna; entonces tocó la parte interior del muslo. Los músculos de Liz ondularon, mientras se tensaba, y después abrió la pierna. Puso su mano sobre el pubis cubierto de rizos de un verde esmeralda y sintió súbitamente una humedad caliente. El sobresalto que dio su ingle en respuesta le pilló por sorpresa. Se quedó tal como estaba, luchando por dominarse, y casi se rindió cuando sintió otra oleada de humedad en la mano.
Su boca dejó el pezón y formó círculos en el estómago y el ombligo de la joven. Al llegar al pubis, la miró: estaba respirando de forma espasmódica, con la espalda curva y tensa, esperando. Estaba preparada. Le besó el pubis, el vello crujiente, y siguió bajando. Ella temblaba, y cuando la lengua de él alcanzó la parte superior de su hendidura, brincó dando un grito y volvió a caer de espaldas, gimiendo.
Su virilidad palpitaba anhelante, impaciente, mientras cambiaba de postura para deslizarse entre las piernas de ella. Entonces abrió los repliegues y los saboreó lenta y amorosamente. Ella no podía oír los ruidos que hacia al sumirse en el estallido de sensaciones exquisitas que la recorrían mientras la lengua de él exploraba cada repliegue, cada borde.
Se concentró en ella para dominar su necesidad apremiante, encontró el nódulo que era el centro pequeño pero erguido del deleite en ella, y lo acarició firme y rápidamente. Temía haber llegado al límite de su resistencia cuando ella se retorcía sollozando en un éxtasis que nunca anteriormente había experimentado. Con dos largos dedos penetró en su húmeda cavidad y aplicó presión hacia arriba, desde fuera.
De repente Liz se arqueó y gritó, y él saboreó una nueva humedad. Apretando y aflojando los puños convulsivamente, hacia gestos de llamada inconscientes al ritmo de su respiración espasmódica.
-Harry- le gritó Liz-¡Oh, Harry! Necesito... te necesito... necesito algo... Él estaba de rodillas, apretando los dientes en un esfuerzo por contenerse, tratando de penetrar con delicadeza en ella.
-Estoy tratando de hacerlo con suavidad- dijo, casi dolorosamente.
-No... no me hará daño, Harry.
Mientras ella se arqueaba para recibirlo, se abandonó y entró, fue más allá, esperando hallar la barrera, pero se sintió atraído hacia dentro, sintió sus profundidades cálidas y húmedas bien abiertas, que le abrazaban y le envolvían hasta que, maravillado, sintió que lo recibía todo. Se retiró un poco y volvió a introducirse profundamente en ella. Liz lo rodeó con las piernas para atraerlo más. Volvió a retirarse y, al penetrar una vez más, sintió que su maravilloso paso palpitante le acariciaba cuan largo era. Fue más de lo que podía aguantar, volvió a empujar una y otra vez con un abandono sin restricción, cediendo por una vez a su necesidad en forma total.
-¡Liz!... ¡Liz!... ¡Liz!...-gritó Harry.
La tensión estaba alcanzando la cima; él sentía cómo se acumulaba en sus ijares. Se retiró una vez más; Liz se tendió hacia él con todos sus nervios y sus músculos. Le penetró en ella con el placer sensual absoluto de enterrar toda su joven virilidad en el calor anhelante. Se movieron juntos. Liz gritó su nombre y, dándole todo lo que le quedaba, Harry la llenó.
Durante un instante eterno, los gritos más profundos de él se mezclaron en armonía con los sollozos de ella, repitiendo su nombre, mientras ambos se estremecían convulsos, en el paroxismo de un placer inefable. Entonces, con un alivio exquisito, cayo encima de ella.
Durante un buen rato solo se pudo oír la respiración de ambos. No podían moverse. Se habían entregado totalmente el uno al otro, se habían transmitido cada fibra de su experiencia compartida.....
Había pasado unas semanas de la transformación y de su primera relación sexual entre ambos y ahora planeaban realizar una caza para celebrar su primer aniversario como pareja. Para ello, se habían fabricado arcos y flechas preparándose para el día.
Al final el día del aniversario llegó y Harry dejó los honores de que Liz transformase una piedra en un fiero perro de caza para guiarles hasta la pieza. -¡Ve!, chico- dice Harry al perro indicándoselo con el brazo- Vamos, Liz.
Harry y Liz silenciosamente siguieron al perro con los arcos levantados dispuestos a un disparo mortal. Cuando llevaban un buen rato caminando sin tener ningún éxito, Harry dice:
-Liz, me voy a separar del perro y de ti para tener más probabilidades de cazar algo. Si lo cazas tú te dará una sorpresa- añade con una sonrisa pícara haciendo que Liz se derritiese aún mas por él.
-Esta bien- acepta Liz.
En unos segundos Harry y Liz se habían separado para buscar a la presa. Liz llevaba unos metros separado de Harry cuando el perro que iba delante suya se había parado en posición de ataque. Liz esforzó su vista y vio delante de ella a un imponente y precioso ciervo y con un rápido y eficaz disparo de su arco derribó al ciervo matándolo. Fue hasta él y lo abrió para darle al perro las entrañas. Mientras hacía esa tarea oyó como alguien se acercaba, levantó la vista y no vio a nadie y cuando se estaba agachando distinguió que algo se le echaba encima sin poder hacer nada. Era Harry.
-Me has ganado- dice con cara de niño triste.
-Sí y exijo mi premio- dice Liz con cara seria.
Harry se acercó a ella y le empezó a darle un tierno beso, en respuesta de ello, ella se puso de rodillas retirándose las bragas y el faldón. Él no esperaba ver sus nalgas firmes y redondas y su orificio femenino expuesto, de un rosado oscuro y prometedor, no pudo resistir. Antes de pensarlo, ya estaba de rodillas detrás de ella, penetrando en sus profundidades calientes y palpitantes.
Harry montó y penetró. Ella sintió que la llenaba, y gritó con un placer indecible. La postura le hizo sentir presiones en puntos nuevos, y cuando él se retiraba, la fricción excitaba de otras maneras nuevas. Retrocedió para ir a su encuentro cuando volvió a penetrarla. Mientras se cernía sobre ella, bombeando y esforzándose, recordó a sus antiguos congéneres las serpientes. El recuerdo provocó un estremecimiento de calor delicioso y una tirantez cosquilleante, palpitante. Retrocedió y se pegó a él, ajustándose a su ritmo, gimiendo y gritando.
La presión ascendía rápidamente; las acciones de ella y la necesidad de él imprimieron mayor rapidez a sus embates.
-¡Liz! ¡Oh, mujer!- gritó Harry- ¡Mujer bella, salvaje!- suspiraba al embestirla una y otra vez. La sujetaba por la caderas, la atraía hacía él, y cuando la llenó, Liz retrocedió para pegarse a su cuerpo mientras él se hundía en ella en un escalofriamente deleite.
Se quedaron así un momento, temblando. Liz con la cabeza colgando; entonces, abrazándola, la hizo rodar consigo de costado y allí se quedaron, inmóviles al lado del ciervo muerto durante un rato.
De ese momento ya había pasado y un mes y ya sabían desde unas semanas que esperaban a un bebe, lo que hacía muy feliz a la pareja pero tenían el problema de que no estaban casados y lo que ellos deseaban antes de que naciera el bebe era casarse.
Olvidando todo rencor Harry mandó una lechuza con un mensaje a su enemigo del colegio, Draco Malfoy, para que le trajese un Magic (una profesión de mago que hacía lo mismo que uno que se llamaba cura en el mundo muggle) ya que aún no podían estaban listos para salir a la luz sobre todo con el bebe aún no nacido.
A los pocos, sorprendiendo a Harry, apareció Draco Malfoy con un Magic atado sin posibilidades de escapar de ningún modo, se arrodilla ante Harry que iba cubierto con una capa oscura presentándose como un siervo dando a entender que lo consideraba el nuevo Señor Oscuro.
-Draco Malfoy, levántate- Draco se levanta, y continúa- Te preguntarás el motivo de traer al Magia, ahora lo verás. Liz, querida, ven. Ya está aquí el Magic.
Draco se sorprendió al ver que su Señor tenía como novia a una preciosa mujer y además la amase como lo demostraba, él creía que el amor era un problema hacia el poder.
Ante estos pensamientos, fue interrumpido por Liz.
-Draco, no te sorprendas tanto. El amor no es un impedimento hacia el poder sino todo lo contrario y ese fue el problema de Voldemort que le llevó a la perdición.
-Sí, mi señora- dice Draco conforme.
-Espero, Draco, que me seas totalmente fiel ya que tengo entendido que a Voldemort le apuñalaste por la espalda y eso a mi no me gusta y te puedo costar muy caro- dice Harry con voz fría y potente.
-Sí, mi señor- dice Draco arrodillándose al suelo.
-Bien, bien. Te he hecho venir con el Magic a este lugar para celebrar una boda muy especial entre Liz y yo, y tú serás el único testigo de esta ceremonia. Entiendes- comenta Harry.
-Es un placer para mi estar en este lugar y en este día- responde Draco.
La celebración de la boda fue espléndida sin ningún contratiempo salvo el hecho de que unas cuantos animales asistieron a la ceremonia sobre todo serpientes de todo tipo (pequeñas, medianas, grandes, venenosas y no venenosas). Después de la boda, Harry le lanzo la maldición asesina al Magic dejándole muerto en el suelo.
-Draco, ahora llévate al Magic a algún sitio y déjalo por donde quieras pero dentro de siete meses volverás acompañado de Ginny Weasly para ser padrino de nuestro- dice Harry.
Los meses pasaban rápidamente como los antojos de Liz que llevaron a la pareja a recorrer todo el mundo a por platos típicos de cada país, sobre todo estuvieron en España comiendo jamón y paella hasta saciarse. Cuando llegó la hora del parto, decidieron volver a su hogar en el bosque de Albania. Donde a los pocos días Liz rompió aguas y con fuerte contracciones dio a luz a una preciosa hija con unos ojos verdes y pelo esmeralda. Desde que la vieron supieron su nombre al instante Elizabeth.
Al día siguiente apareció en el Profeta vespertino un artículo muy curioso que el que lo leyese se escandalizaría.
"Robos misteriosos"
En las últimas horas han desaparecido objetos valiosos y algunos de ellos históricos y místicos, cuyos nombres no hemos averiguado por impedimentos del Ministerio reacio de hacer ninguna declaración sobre ello. Estos objetos como todos sabréis se encontraban en lugares especialmente seguros con hechizos protectores muy potentes.
Según rumores y los acontecimientos ocurridos en estas fechas se piensa que el culpable podría ser un nuevo Señor Oscuro ya que para conseguirlo se necesita mucho. En un breve encuentro con el jefe de los Aurores, Ron Weasly, nos ha comentado que todo esta bajo control y que el culpable era un miembro del ministerio por las pruebas que se habían encontrado en los lugares de los robos. Aun así nuestro fiel e intrépido reportero consiguió entrar en las escenas de los crímenes y comprobó con sus propios ojos que en todos ellos había un único mensaje: "El momento de la verdad se acerca".
Con este mensaje, los rumores de la llegada de un nuevo Señor Oscuro se hacen más intensos y el temor de una nueva era de terror se incrementa al recordar lo vivido con El-que-no-debe-ser-nombrado.
Pero si el comentario del jefe de los aurores nos levanta sospechas, la declaración de un miembro del ministerio, que por seguridad no vamos a rebelar sus identidad, nos comento lo que vio.
-Yo hacía mi ronda por los alrededores cuando vi a lo lejos dos sombras, una parecía una persona y la otra una serpiente o algo parecido, que se movían muy silenciosamente hasta el lugar del robo. Aun me pregunto como entraron porque solo ese hechizo deja entrar al ministro de magia y a poco más. Y lo más extraño que cuando esperaba fuera para sorprenderlos, no aparecieron y comprendí que habían utilizado un traslador para salir del lugar.
Ya han oído el relato del funcionario del ministerio, si os encontráis con alguien que no conocéis y tiene mucho poder puede ser el misterioso mago. -Liz, lee esto. Es muy divertido, esos patanes no reconocen a alguien ni aunque se les ponga en sus narices- comenta Harry al terminar de leer el artículo en el Profeta.
-Haber lo que dicen- dice Liz asomándose por detrás del respaldo del sofá y leyéndolo- Sí, tienes razón. Estos del ministerio son tan subnormales que no reconocen y saben hacer nada bien, como tú me lo dijiste.
Harry se levanta del sofá.
-Liz, esta noche es la indicada para realizar la poción por la luna llena- dice mirando hacia el estante donde se encontraban los ingredientes robados.
-Ya lo sé, he estado esperando este momento desde que te conocí- dice Liz yendo hacia él.
A la noche, Harry se encontraba preparando todo para realizar correctamente la poción. Harry fue hacia el estante y se colocó allí listo para empezar a coger los ingredientes y echarlos al caldero.
-Liz, tienes que meterte en el caldero- dice Harry.
Liz empieza a subir reptando hasta meterse en el caldero muy lentamente donde se encontraba un liquido blanco en su interior.
Harry coge su varita y con un movimiento de su mano eleva todos los ingredientes. Con un movimiento de la varita el primer ingrediente se introduce en el contenido.
-Hueso de Fénix, para darle poderes mágicos- dice Harry mientras el primer ingrediente se introducía en el interior del caldero con lo que el contenido del interior toma color amarillo cegador.
Con un segundo movimiento dos ingredientes van hacia el caldero.
-Sangre del primer mago y aliento de Nundu, para darle forma humana permanente- dice Harry mientras se introducían en el interior del caldero con lo que el contenido del interior toma color rojo cegador.
Y por último un último movimiento hace que tres ingredientes vayan hacia el caldero.
-Alma humana, Espejo de Erised y corazón de fantasma, para darle la humanidad- dice Harry mientras se introducían en el interior del caldero e incidiendo a la vez la luna llena, con lo que el contenido del interior toma un color blanco cegador.
Al dejar de brillar tanto el contenido del interior se aprecia que de su interior sale una bella mujer desnuda. La mujer muy lentamente se acercaba a Harry con lo que pudo apreciar su belleza, tenía unos firmes y suaves glúteos, un vientre suave y duro, unos firmes y voluminosos pechos, una cara preciosa que le caían unos cuantos pelos verdes en forma de rizos haciendo resaltar sus ojos dorados y con un liso pelo verde.
La mujer, Liz, con unos movimientos sensuales invita a Harry a que se acercase a ella.
Harry la empujo con suavidad, después se tendió a su lado, descansando sobre el codo. La miró, volvió a besarla. Esperó hasta sentir que ya no estaba tensa y acarició ligeramente sus labios con la lengua. Se levantó un poco y vio que su boca sonreía, pero que tenía los ojos cerrados. Cuando los abrió, se inclinó para volver a besarla. Ella se tendió para acercarse a él. La besó presionando más y abriendo. Cuando su lengua intentó entrar, Liz abrió la boca para dejarle.
-Sí- dijo-, esto me gusta.
Harry sonrió. Estaba interrogando, probando, saboreando, y le complacía que no lo encontrara insatisfactorio.
-¿Y ahora qué?- preguntó Liz.
-¿Más de lo mismo?
-Está bien.
Volvió a besarla, explorando suavemente los labios, el cielo de la boca y bajo la lengua. Entonces siguió con los labios la línea de la mandíbula. Encontró la orejita, sopló su aliento en ella, le mordisqueó el lóbulo y cubrió la garganta de besos y de caricias con la lengua. A continuación regresó a la boca.
-¿Por qué me hace sentir como si estuviera calentura... y escalofríos?- preguntó Liz- No conozco a que se debe.
-Es normal en estos casos, no te preocupes- dice Harry.
La besó de nuevo, mas suavemente, deseando más que nunca proporcionarle placer. Acarició su costado sintiendo la plenitud de su seno, la depresión de su cintura, la suave curva de su cadera, el músculo tenso de su muslo. Ella se estremecía bajo su mano, que acarició los rizos del pubis y subió por el vientre, hasta llegar a la hinchazón turgente de su seno; sintió cómo se endurecía el pezón bajo su caricia.
Besó de nuevo su cuello suavemente; entonces buscó el otro seno y succionó el pezón con la boca.
Paró un momento para mirarla de nuevo: el cabello esmeralda, revuelto sobre la piel, le enmarcaba el rostro. Sus ojos dilatados, profundos y dulces, brillaban con un fuego oculto y parecían llenos como si fueran o a derramarse. Harry se levantó, se quitó la ropa y se quedó mirándola, con su prodigiosa virilidad enhiesta. Los ojos de ella sólo reflejaban confianza y deseo.
Se tendió junto a la joven, llenándose los ojos de ella. Su cabello suave, espléndido, sus ojos, rebosantes y llenos de expectación, su cuerpo magnífico; toda aquella bella mujer esperando que la tocara, esperando que despertara en ella las sensaciones que el sabía estaban allí. Quería que durara esa toma de conciencia por parte de ella. Se sentía más excitado que nunca anteriormente. Liz no sabía qué esperar, nadie se lo había descrito con detalles claros y extensos por ser anteriormente una serpiente.
Liz estaba quieta, sin mover un músculo pero estremecida. Sentía como si estuviera esperando desde siempre algo que no podía nombrar pero que él podía darle. Con sólo sus ojos podían tocarla hasta dentro; ella no podía explicar la palpitación, los efectos deliciosos de sus manos, su boca, su lengua, pero ansiaba más. Se sentía incompleta, sin terminar. Hasta que él le había dado a probar el sabor, no sabía cuánta hambre tenía, pero una vez provocada ésta, tenía que saciarla.
Cuando sus ojos quedaron satisfechos, los cerró y la besó una vez más. Ella tenía la boca abierta, esperando; atrajo su lengua y experimento con la suya, tanteando. El se apartó y le sonrió para animarla. Cogió una guedeja esmeralda y brillante de cabello y se la llevó a los labios, y después se frotó el rostro contra la suave abundancia esmeralda de su corona. La besó la frente, los ojos, las mejillas, deseando conocerla toda ella.
Encontró la oreja y su aliento cálido mandó estremecimiento deliciosos por el cuerpo de ella una vez más; le mordisqueó la oreja y le lamió el lóbulo. Encontró los nervios tiernos del cuello y la garganta, que despertaron largos espasmos deliciosos por lugares secretos e intactos. Sus manos grandes, expresivas y sensibles la exploraron, sintieron la textura sedosa de su cabello, rodearon mejilla y mandíbula, recorrieron el contorno de su hombro y su brazo. Cuando llegó a la mano, se la llevó a la boca, besó la palma, acarició los dedos uno por uno y siguió la curva interior del brazo.
Liz tenía los ojos cerrados, cediendo a la sensación con impulsos rítmicos. La boca cálida encontró el camino entre los senos y rodeó la curva de uno. Hizo círculos cada vez más pequeños con la lengua y sintió el cambio de textura de la piel al llegar a la areola; Liz jadeó al sentir que le tomaba el pezón en la boca, y él sintió que un ardor nuevo palpitaba en sus ijares.
Con su mano siguió el movimiento circular de la lengua en el otro seno, y sus dedos hallaron el pezón duro y erguido. Al principio succionó suavemente, pero cuando ella se tendió hacia él, aumentó la fuerza de succión. Liz respiraba fuerte, gemía suavemente. La respiración del hombre iba a la par con el deseo de ella; no estaba seguro de poder esperar más. Entonces se detuvo para volver a mirarla: tenía los ojos cerrados y la boca abierta.
La deseaba toda y todo al mismo tiempo. Buscó su boca y atrajo su lengua hacia la suya. Cuando la soltó, ella atrajo la de él, siguiendo su ejemplo, y sintió el calor dentro de la suya. Harry volvió a encontrar sus garganta y trazó círculos húmedos alrededor del otro seno turgente hasta llegar al pezón. Ella se alzó para salir a su encuentro, en aras de su deseo, y se estremeció cuando él respondió atrayéndola.
Con la mano le acariciaba el vientre, la cadera, la pierna; entonces tocó la parte interior del muslo. Los músculos de Liz ondularon, mientras se tensaba, y después abrió la pierna. Puso su mano sobre el pubis cubierto de rizos de un verde esmeralda y sintió súbitamente una humedad caliente. El sobresalto que dio su ingle en respuesta le pilló por sorpresa. Se quedó tal como estaba, luchando por dominarse, y casi se rindió cuando sintió otra oleada de humedad en la mano.
Su boca dejó el pezón y formó círculos en el estómago y el ombligo de la joven. Al llegar al pubis, la miró: estaba respirando de forma espasmódica, con la espalda curva y tensa, esperando. Estaba preparada. Le besó el pubis, el vello crujiente, y siguió bajando. Ella temblaba, y cuando la lengua de él alcanzó la parte superior de su hendidura, brincó dando un grito y volvió a caer de espaldas, gimiendo.
Su virilidad palpitaba anhelante, impaciente, mientras cambiaba de postura para deslizarse entre las piernas de ella. Entonces abrió los repliegues y los saboreó lenta y amorosamente. Ella no podía oír los ruidos que hacia al sumirse en el estallido de sensaciones exquisitas que la recorrían mientras la lengua de él exploraba cada repliegue, cada borde.
Se concentró en ella para dominar su necesidad apremiante, encontró el nódulo que era el centro pequeño pero erguido del deleite en ella, y lo acarició firme y rápidamente. Temía haber llegado al límite de su resistencia cuando ella se retorcía sollozando en un éxtasis que nunca anteriormente había experimentado. Con dos largos dedos penetró en su húmeda cavidad y aplicó presión hacia arriba, desde fuera.
De repente Liz se arqueó y gritó, y él saboreó una nueva humedad. Apretando y aflojando los puños convulsivamente, hacia gestos de llamada inconscientes al ritmo de su respiración espasmódica.
-Harry- le gritó Liz-¡Oh, Harry! Necesito... te necesito... necesito algo... Él estaba de rodillas, apretando los dientes en un esfuerzo por contenerse, tratando de penetrar con delicadeza en ella.
-Estoy tratando de hacerlo con suavidad- dijo, casi dolorosamente.
-No... no me hará daño, Harry.
Mientras ella se arqueaba para recibirlo, se abandonó y entró, fue más allá, esperando hallar la barrera, pero se sintió atraído hacia dentro, sintió sus profundidades cálidas y húmedas bien abiertas, que le abrazaban y le envolvían hasta que, maravillado, sintió que lo recibía todo. Se retiró un poco y volvió a introducirse profundamente en ella. Liz lo rodeó con las piernas para atraerlo más. Volvió a retirarse y, al penetrar una vez más, sintió que su maravilloso paso palpitante le acariciaba cuan largo era. Fue más de lo que podía aguantar, volvió a empujar una y otra vez con un abandono sin restricción, cediendo por una vez a su necesidad en forma total.
-¡Liz!... ¡Liz!... ¡Liz!...-gritó Harry.
La tensión estaba alcanzando la cima; él sentía cómo se acumulaba en sus ijares. Se retiró una vez más; Liz se tendió hacia él con todos sus nervios y sus músculos. Le penetró en ella con el placer sensual absoluto de enterrar toda su joven virilidad en el calor anhelante. Se movieron juntos. Liz gritó su nombre y, dándole todo lo que le quedaba, Harry la llenó.
Durante un instante eterno, los gritos más profundos de él se mezclaron en armonía con los sollozos de ella, repitiendo su nombre, mientras ambos se estremecían convulsos, en el paroxismo de un placer inefable. Entonces, con un alivio exquisito, cayo encima de ella.
Durante un buen rato solo se pudo oír la respiración de ambos. No podían moverse. Se habían entregado totalmente el uno al otro, se habían transmitido cada fibra de su experiencia compartida.....
Había pasado unas semanas de la transformación y de su primera relación sexual entre ambos y ahora planeaban realizar una caza para celebrar su primer aniversario como pareja. Para ello, se habían fabricado arcos y flechas preparándose para el día.
Al final el día del aniversario llegó y Harry dejó los honores de que Liz transformase una piedra en un fiero perro de caza para guiarles hasta la pieza. -¡Ve!, chico- dice Harry al perro indicándoselo con el brazo- Vamos, Liz.
Harry y Liz silenciosamente siguieron al perro con los arcos levantados dispuestos a un disparo mortal. Cuando llevaban un buen rato caminando sin tener ningún éxito, Harry dice:
-Liz, me voy a separar del perro y de ti para tener más probabilidades de cazar algo. Si lo cazas tú te dará una sorpresa- añade con una sonrisa pícara haciendo que Liz se derritiese aún mas por él.
-Esta bien- acepta Liz.
En unos segundos Harry y Liz se habían separado para buscar a la presa. Liz llevaba unos metros separado de Harry cuando el perro que iba delante suya se había parado en posición de ataque. Liz esforzó su vista y vio delante de ella a un imponente y precioso ciervo y con un rápido y eficaz disparo de su arco derribó al ciervo matándolo. Fue hasta él y lo abrió para darle al perro las entrañas. Mientras hacía esa tarea oyó como alguien se acercaba, levantó la vista y no vio a nadie y cuando se estaba agachando distinguió que algo se le echaba encima sin poder hacer nada. Era Harry.
-Me has ganado- dice con cara de niño triste.
-Sí y exijo mi premio- dice Liz con cara seria.
Harry se acercó a ella y le empezó a darle un tierno beso, en respuesta de ello, ella se puso de rodillas retirándose las bragas y el faldón. Él no esperaba ver sus nalgas firmes y redondas y su orificio femenino expuesto, de un rosado oscuro y prometedor, no pudo resistir. Antes de pensarlo, ya estaba de rodillas detrás de ella, penetrando en sus profundidades calientes y palpitantes.
Harry montó y penetró. Ella sintió que la llenaba, y gritó con un placer indecible. La postura le hizo sentir presiones en puntos nuevos, y cuando él se retiraba, la fricción excitaba de otras maneras nuevas. Retrocedió para ir a su encuentro cuando volvió a penetrarla. Mientras se cernía sobre ella, bombeando y esforzándose, recordó a sus antiguos congéneres las serpientes. El recuerdo provocó un estremecimiento de calor delicioso y una tirantez cosquilleante, palpitante. Retrocedió y se pegó a él, ajustándose a su ritmo, gimiendo y gritando.
La presión ascendía rápidamente; las acciones de ella y la necesidad de él imprimieron mayor rapidez a sus embates.
-¡Liz! ¡Oh, mujer!- gritó Harry- ¡Mujer bella, salvaje!- suspiraba al embestirla una y otra vez. La sujetaba por la caderas, la atraía hacía él, y cuando la llenó, Liz retrocedió para pegarse a su cuerpo mientras él se hundía en ella en un escalofriamente deleite.
Se quedaron así un momento, temblando. Liz con la cabeza colgando; entonces, abrazándola, la hizo rodar consigo de costado y allí se quedaron, inmóviles al lado del ciervo muerto durante un rato.
De ese momento ya había pasado y un mes y ya sabían desde unas semanas que esperaban a un bebe, lo que hacía muy feliz a la pareja pero tenían el problema de que no estaban casados y lo que ellos deseaban antes de que naciera el bebe era casarse.
Olvidando todo rencor Harry mandó una lechuza con un mensaje a su enemigo del colegio, Draco Malfoy, para que le trajese un Magic (una profesión de mago que hacía lo mismo que uno que se llamaba cura en el mundo muggle) ya que aún no podían estaban listos para salir a la luz sobre todo con el bebe aún no nacido.
A los pocos, sorprendiendo a Harry, apareció Draco Malfoy con un Magic atado sin posibilidades de escapar de ningún modo, se arrodilla ante Harry que iba cubierto con una capa oscura presentándose como un siervo dando a entender que lo consideraba el nuevo Señor Oscuro.
-Draco Malfoy, levántate- Draco se levanta, y continúa- Te preguntarás el motivo de traer al Magia, ahora lo verás. Liz, querida, ven. Ya está aquí el Magic.
Draco se sorprendió al ver que su Señor tenía como novia a una preciosa mujer y además la amase como lo demostraba, él creía que el amor era un problema hacia el poder.
Ante estos pensamientos, fue interrumpido por Liz.
-Draco, no te sorprendas tanto. El amor no es un impedimento hacia el poder sino todo lo contrario y ese fue el problema de Voldemort que le llevó a la perdición.
-Sí, mi señora- dice Draco conforme.
-Espero, Draco, que me seas totalmente fiel ya que tengo entendido que a Voldemort le apuñalaste por la espalda y eso a mi no me gusta y te puedo costar muy caro- dice Harry con voz fría y potente.
-Sí, mi señor- dice Draco arrodillándose al suelo.
-Bien, bien. Te he hecho venir con el Magic a este lugar para celebrar una boda muy especial entre Liz y yo, y tú serás el único testigo de esta ceremonia. Entiendes- comenta Harry.
-Es un placer para mi estar en este lugar y en este día- responde Draco.
La celebración de la boda fue espléndida sin ningún contratiempo salvo el hecho de que unas cuantos animales asistieron a la ceremonia sobre todo serpientes de todo tipo (pequeñas, medianas, grandes, venenosas y no venenosas). Después de la boda, Harry le lanzo la maldición asesina al Magic dejándole muerto en el suelo.
-Draco, ahora llévate al Magic a algún sitio y déjalo por donde quieras pero dentro de siete meses volverás acompañado de Ginny Weasly para ser padrino de nuestro- dice Harry.
Los meses pasaban rápidamente como los antojos de Liz que llevaron a la pareja a recorrer todo el mundo a por platos típicos de cada país, sobre todo estuvieron en España comiendo jamón y paella hasta saciarse. Cuando llegó la hora del parto, decidieron volver a su hogar en el bosque de Albania. Donde a los pocos días Liz rompió aguas y con fuerte contracciones dio a luz a una preciosa hija con unos ojos verdes y pelo esmeralda. Desde que la vieron supieron su nombre al instante Elizabeth.
