Capítulo 3: La Aparición de las Chicas

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Alrededor de una fogata, padre e hija se encontraban frente a frente.  El patriarca miraba a su hija como si estuviese enojado, pero ella se mostraba seria.  No podía ocultarse frente a su padre, así que sus ojos negros y su cabello castaño, se volvieron de color gris y claro respectivamente,  pero principalmente no podía ocultar su seriedad.  Tendría unos quince años mas o menos  Se hizo el flequillo del pelo hacia un lado y se apresuro a contestarle a su padre, mientras sacaba una daga de su funda.

- Es una de las dagas de Fanelia, con ella podremos eliminar al demonio.

- ¿Encontraras al ángel de Fanelia? ¿Qué pasara cuando el sepa?

- No pasara nada, no se enterara, no sabe la lengua Hispana, así que aunque se la diga el no me entenderá nada.

- Tu destino esta ligado al ángel, para salvar a Gaea.

- Esta daga... – la chica miro directamente al arma que en esos momentos tenía en sus manos – es mas de la que aparenta... – la metió nuevamente en su funda.

- Pero no ahora hija, será en unos años, cuando tu visión se haya vuelto realidad.

- No seran unos años, yo se que pasara muy pronto... lo presiento...

La chica se levantó y recobró su normalidad, o sea que su apariencia volvió a ser ojos negros y cabello castaño oscuro.  Siguió su camino hacia donde estaban sus compañeros, aunque ellos no eran como ella, y no sospechaban nada.  Era un poco difícil ocultar su identidad, pero lo único que tenía acerca de la verdad de lo que ella era, era el dije de color verdiazul que colgaba de su cuello.

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Palas.  Selena Schezar estaba practicando con su espada en la sala de duelos, en donde practicaba con el menor de los jóvenes Fassa, Albert.  El rey Chid Zar Freid se encontraba sentado cercas de allí, junto a la princesa de Fanelia, que observaba a lo lejos.  Selena no dejaba de darle instrucciones al muchacho de como utilizar bien la espada, pero luego paró de entrenarlo, ya que llego su hijo León y se puso a entrenar con el príncipe Fassa.  Selena los dirigía al fondo, mientras que Chid y Stella observaban a lo lejos.

- Ya me aburrí - mencionó el joven rey - ¿Vamos a pasear por Astoria?

- Bueno, tal vez te pueda dar un tour mágico musical - menciono la chica, riéndose un poco - ya que la conozco por todos sus rincones, peor vamos a ver que encuentro en el mercado…

Fueron a caminar por el gran mercado, viendo cualquier clase de mercancía que ofrecían los diferentes puestos de venta, entre frutas y verduras, hasta verdaderas obras de arte y joyas de Egzardia.  Astoria sabía desde hace mucho tiempo lo que pasaba con la princesa de Fanelia, y al verla con el rey de Freid se empezaron a correr rumores, principalmente entre las damas de la corte de la reina.

- ¿Creen que la princesa de Fanelia este tan desesperada por vivir?

- No creo que esté tan desesperada - mencionó otra - además, no creo que el rey de Freid le siga la corriente, si la princesa está tan desesperada, que se consiga otro, aunque conociéndola como es, no creo que la quieran así.

- además no creo que Fanelia quiera mejorar mas su situación económica, ya que la menor de sus princesas esta comprometida con el príncipe heredero Fassa - mencionó otra mas.

- Eso sería demasiado descarado, aunque ya saben como es la princesa Stella de Fanel…

Stella no pudo evitar escuchar esos comentarios, así que mejor se alejó un poco mas del chico que la acompañaba.  Comenzaron a platicar de muchas cosas, de sus países, de la situación del planeta, etc., aunque aún así los rumores siguieron corriendo.  Stella comenzó a caminar mas rápido, tanto que cuando Chid se dio cuenta corrió tras ella, intentando alcanzarla.

- Stella… ¿Puedo decirte Stella, verdad? - mencionó él cuando la atrapó.

- Stella… Stella… princesa… dama… me da igual… - le dijo casi rompiendo en llanto.

- Entonces Stella… ¿Por qué escapas de Fanelia? ¿Por qué escapas de ti misma?

Se encontraban en un puente, el mismo donde el hermano de su padre, el primer Folken, se encontró con sus padres en un carruaje, el día en que Dilandau intentó matar a Van con una flecha y Hitomi evitó el cometido.  Era el mismo puente, aunque estaba algo viejo aun lo seguían cuidando.  Stella clavo su mirada en el agua del río, algo triste.

- No es que huya, pero… mi hermano es el heredero y mi hermana será reina, pero yo… no seré nadie porque… no podré alcanzar a vivir.  Además conociéndome como soy nadie sería capaz de soportarme…

- Sabes Stella… tu eres muy bonita, agradable… - mencionó Chid, poniendo en ella otra clase de mirada, no la de amigo, sino otra muy diferente, que ella no noto siquiera - cualquiera podría sentirse dichoso de tenerte a su lado…

- Lo dices solo para que me sienta bien… - mencionó ella algo sarcástica - eres un mentiroso…

- Yo nunca miento… - se acerco a ella, que comenzó a llorar en sus brazos largamente - no pasa nada… todo estará bien…

***

La Tierra.  La chica estaba encerrada en su casa, debido a que no había ido a la escuela ese día.  Se sentía mal, sin energía, el sueño de la noche anterior la había dejado agotada y pensativa.  Ese chico le atraía, y mucho, pero no iba en la misma escuela que ella, ni en otra ni en los alrededores de Tokio por mas que trataba de buscarlo, así que no quería estar sola en esos momentos.  Quería que ese chico de sus sueños viniera por ella y se la llevara lejos, a donde nadie pudiera encontrarla.  Su madre estaba preocupada por ella y entreabrió la puerta de su cuarto, para poder atender a su hija, a la que creía enferma.

- ¿Kaoru, te encuentras bien? Te veo pálida hija…

- Quiero estar sola mamá, sola.

- Sabes, una amiga me pregunto si… - no quería decirlo, pero las circunstancias la obligaron a hacerlo - te gustaría ir con ella un tiempo…

- Solo quiero estar sola… no tengo destino, simplemente me desvanezco poco a poco…

- Vale la pena intentar…

- ¡Quiero estar sola mama! ¡Que no lo entiendes!

La mujer salió de allí, sabía que aunque su hija no quisiera, se iría lejos… quien sabe si para siempre, pero el chiste es que se iría.  Yukari abandono la habitación, en la ciudad se hacía de noche, y era probable, lo mas probable que su hija se fuera lejos de donde ella se encontraba.  Kaoru cerro los ojos, no quería pensar en nada ni nadie, solo escapar de su realidad.  Una luz rosada la envolvió mientras dormía, desapareciéndola de la habitación y de ese planeta.  Su madre entró unos momentos después y no encontró a nadie.

- Se que la cuidarás… Hitomi…

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Notas de la autora: algo corto, pero es muy significativo.  Pero bueno, prometo que el siguiente estara un poco mas largo.  Comentarios, etc, darkangelorochi@hotmail.com asi que escríbanme.  Atte. Dark Angel.