Capítulo 10: La Luna Gitana

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       El Demonio de la Mirada de Fuego no podía creer lo que había visto, ya que eso retrasaría sus planes contra Gaea.  Lo de Freid lo había retrasado un poco, pero ya nada podía retrasarlo.

- Tengo que regresar a Basram, Zerg debió de haber completado esa parte del plan por lo menos.  Estamos retrasados, pero no lo podemos estar tanto.

Paso entre la muchedumbre, para que nadie se diera cuenta.  El alboroto provocado por lo de esa tarde hacía que la misma muchedumbre estuviese haciendo rumores.  La verdad no parecía que tuviese malas intenciones, si sus ojos rojos dijeran que el era malvado, seguramente ya estaría preso; pero no lo era.  Sus ojos rojos relucían mas que su cabello castaño claro.  Era joven, pero aparentaba ser mas joven de lo que realmente era.  La muchedumbre lo empujaba, mientras el se dirigía a la parte norte, rumbo a Basram.  De repente, alguien lo empujo, cayendo los dos al piso.  Miro fijamente, era una chica, con ropas distintas a las de Gaea.  Era Kaoru.

- Discúlpeme, en realidad no lo vi pasar – mencionó ella, haciendo una pequeña reverencia.

- No, disculpame tu a mi, yo fui el que no se fijo – puso su mirada en ella, sin quitarla de encima.

- Bueno, tengo que irme...

Kaoru se fue corriendo, ya que había divisado a Folken.  El Demonio de la Mirada de Fuego vio como el principe faneliano tomaba a la chica del brazo y la conducía hacia donde estaba toda su otra familia.

- ¿Pero que oportunidad me ha brindado la señorita suerte? – mencionó sarcásticamente – esa chica puede serme muy util en mi venganza... ¿Como no lo había pensado antes?

El Demonio de la Mirada de Fuego se fue, pero no pudo quitarse de su cabeza la idea que se le acababa de formar en su mente, y en la cual Kaoru iba a formar parte.

***

El sol se ocultaba lentamente, pero su curiosidad por saber quien o que era lo que estaba detrás de todo.  Siguió al chiquillo de tez morena hasta haberlo perdido detrás de unos matorrales.  Entonces escuchó fuertes sonidos de tambores, flautas y mandolinas, así que se dispuso a seguirlo; y al asomarse por detrás de unos arbustos, vio la mas grande y hermosa escena que jamás hubiese imaginado ver: alrededor de una gran fogata, había varios músicos con los instrumentos antes mencionados, hombres y mujeres bailando el ritmo desconocido de una música aún mas desconocida para el, al igual que las vestimentas de dichos sujetos.  Entre ellos reconoció a su daga, que se encontraba ahora en poder de una chica, a la cual le calculo aproximadamente unos quince años.  Solo sonrió al imaginarse que pasaría años mas tarde, cuando esa niña se diera cuenta de lo que significaba esa daga para Fanelia.  Algo conocía de esos sujetos en la tierra, eran los que solían llamarse gitanos, y al parecer estaban celebrando algo.  El que parecía el gran patriarca menciono algo en una lengua extraña para él, como si fuese un discurso; y una vez que terminó los nombrados gitanos comenzaron a bailar alrededor de la fogata, con el ritmo de panderos, guitarras y mandolinas.  Lo que le llamo la atención, fue que cuando pudo divisar al chico que le robó ya no tenía la daga, sino que estaba en manos de una chica de aproximadamente unos quince años, de tez morena clara, cabello y ojos negros; con una blusa blanca corta, un paño rojo a la cintura y una falda de color verde larga hasta los tobillos, con una abertura en su parte derecha; y empuñaba la daga que momentos antes le había sido arrebatada a Chris, usándola para su danza mística.  Las pulseras de sus manos y pies se movían al ritmo de la música, pero de repente se empezó a alejar de sus compañeros, como si se hubiese percatado de su presencia.  Se acercaba cada vez mas y mas al lugar donde Chris estaba oculto, pero sólo se le acercó y tomo su mano entre las suyas, como leyéndolas.

- ¿Pasa algo chica? – le pregunto Chris.

- Ten cuidado ángel de Fanelia, pronto te veras en una situación en la que tendras que elegir el destino de toda Gaea.

- No te entiendo....

- Solo espera, y pronto lo sabras...

La chica siguió hablando en esa lengua extraña, mientras utilizaba su dije con apariencia de estrella de cuatro picos y la sostenía sobre sus manos, brillando mas que cualquier estrella que el haya visto.  Luego se retiró a seguir con la danza.  Chris se quedo pasmado, mudo, congelado, y extasiado con la mirada que había visto de esa chica.  Mejor se encamino por donde había llegado, pensando en las extrañas palabras que esa chica le había dicho, y pensando en investigarlas en cuanto llegara a Fanelia, y pensando en la chica también, que hasta había hecho que se olvidara de la daga.

***

- ¿Qué estabas hablando con ese tipo?

- Solo se tropezo conmigo,  y estaba pidiéndome disculpas.

- No quiero que te acerques a ningun extraño.

- ¿Disculpa? – mencionó Kaoru – pero no tienes por qué reclamarme nada, que yo sepa, tu no tienes derecho sobre mi.  Asi que no tienes que volverte un celoso.

- Tengo todo el derecho – le reclamo Folken – y no me volví celoso.

- ¿Ah si? – le mencionó Kaoru, poniéndose algo molesta - ¿Y podrías decirme cual razon es?

- ...

Folken se quedo callado, y no quiso mirarla a los ojos.  Kaoru a su vez, estaba extrañada ante el comportamiento del chico antes mencionado.  De repente, se acerco a el, y el le ofreció su brazo, pensando en que lo rechazaría, pero al contrario de lo que él creía, ella le correspondió.  Movió su brazo de manera que su mano tocaba la mano de ella,  y la aferro a la suya de tal forma que parecía que no la soltaría nunca.  Vieron llegar a su hermana Aska con Kaede, mientras que su hermano Chris venía corriendo como alma que lleva el diablo.

- ¿Y ahora tu que traes? – le pregunto Aska.

- Nada, es solo que... – titubeo Chris, pensando hasta dos veces lo que le diría a su hermana – no, no me pasa nada, solo andaba buscando a Stella.

Pero la autonombrada Stella ya no pensaba mas como la princesa salvaje de Fanelia, ahora pensaba mas como la esposa del rey de Freid, como la reina que pronto sería.  Su ahora esposo la tomaba del brazo, y aunque todo Freid estaba escandalizado por lo que pasaba, no sabían en realidad quien era ella realmente.  Ahora su rey estaba casado con una princesa rural, y lo peor, con la princesa rural de Fanelia, Varie Stella de Fanel.  Aunque ella estaba algo confundida para salvarse, acepto casarse a ultima hora, y se caso, y además con el hombre que ella amaba.  ¿pero como su padre se lo había ocultado por tanto tiempo?  No lo sabría ese día, tendría que hablar con su padre después, ya que tenía que descansar de tantas emociones sentidas.  La noche ya comenzaba a caer sobre Freid, su nuevo hogar, y su nueva vida.  Chid la condujo a la alcoba real, pero ella solo podía caminar a su lado en silencio, pensante.  Al llegar ahí solo se quedo mirando sus nuevos aposentos, y al hombre con el que pasaría el resto de su vida.

- No tengas miedo Stella – le dijo el rey – no hare nada que no quieras hacer, y no te forzare a hacer cosas que tu tampoco quieras hacer.  Si quieres, esta noche solo podemos hablar, o si no quieres, yo me puedo ir a otra habitación.

Chid pensó lo inevitable, se dispuso a retirarse para que su presencia no molestara a su ahora esposa, mas Stella lo detuvo del brazo.  Era la primera vez que se tocaban desde, bueno, la última vez, pero esta vez estaban solos.  Chid comprendió y se quedo junto a ella, mirando como se desataba sus trenzas y como su pelo castaño y lacio caía sobre sus hombros cual si fuera una cascada.  Chid comprendió lo que ella le quería expresar, la tomó de la cintura y los dos cayeron en la cama, abrazados, y mirándose a los ojos.  Y así siguieron durante toda la noche, solo abrazados y mirándose mutuamente; ella tomaba su rostro para darle a entender que no quería que fuera una ilusión y se esfumara, mientras que él tenía una mano en el pelo de ella y la otra en su cintura.  Ninguno de los dos quería soltarse, porque creían que su ilusión se iba a esfumar rápidamente y que todo habría sido un sueño.

***

Esa noche transcurrió normalmente para lo que quedaba de la familia Fanel, y aún mas para la astoriana.   Todos ellos estaban hospedados en el castillo de Freid, justo en el ala opuesta de donde estaban en esos momentos los recién casados.  La reina de Fanelia estaba algo intranquila, mientras que el rey esta algo calmado.

- ¿Por qué estas tan serio Van?

- Por nada, simplemente estoy feliz – respondió con una sonrisa.

- ¿Feliz?

- Claro que si, ¿Por qué tendría yo que estar triste? – mencionó Van Fanel a su esposa – mi hija mayor acaba de contraer matrimonio, mi hijo mayor sera un buen soberano, mi hija menor cada vez se parece mas a ti, y mi hijo menor esta aquí de regreso con nosotros, para convertirse en uno mas de nuestros orgullos, ¿Por qué no tendría yo que estar feliz?

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Notas de la autora: Ya era hora de que estos chicos tuviesen algo de felicidad por unos momentos, ya que pronto comenzara lo peor.  Otra vez saludos a todos, y en especial a mi madre y mi hermana postiza.  Comentarios, etc, a darkangelorochi@hotmail.com.  Atte. Dark Angel.