Disclaimer: Todo lo que tenga pinta de Rowliniano no es mío
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Universo Paralelo

5-

Una presión en torno a su cuerpo. Tenía la extraña sensación de haber estado en ese lugar antes. Oyó los sollozos ahogados de una mujer y una voz fría respondiéndole. No conocía las voces, ni entendía lo que decían. Frío. Un ruido parecido al de una cascada. A su alrededor todo se volvió verde. Golpe, como si hubiese caído al suelo. Ya no había nada que lo apretara. Más ruido de cascada. Dolor, muchísimo dolor. En la frente. Sus propios gritos aterrorizados, unidos a los de otra persona, la de voz fría.

Abrió los ojos. Se encontraba en una habitación. Pero no era la que compartía con veinte muchachos más, en el orfanato. Una cama limpia, amplia, cómoda. Paredes blancas. Sol que entraba por una ventana. Era lo que podía distinguir con su visión limitada de persona miope.

¿Dónde estoy? Se incorporó un poco en la cama, intentando enfocar bien. El sitio definitivamente no era La Esperanza. Estaba débil, y temblaba. Cayó de nuevo hacia atrás, cansado. Cerró los ojos. Le pareció que alguien le acariciaba la frente. Que raro, a él nunca le habían tocado así. Ni falta que le hacía, pensó, suspirando.

Golpe- Golpe- Golpe- Dolor, quiero que pare- Grito- Golpe- Sangre en la cara- Golpe- Grito- Dolor, mucho dolor- Por favor deténganse- Grito- Golpe, el último- Dolor- Llanto- Desesperación- Rabia- Ira- Odio, intenso, cada vez más- Agotamiento.

Despertó sobresaltado, esta vez sentándose en la cama por completo de una vez. Recordaba demasiado bien aquella, una de las múltiples golpizas que había sufrido. No recordaba a que se había debido aquella, pero sabía que había sido la primera de muchas.

-Oh, veo que ya despertaste, Harry.

Una anciana de aspecto bondadoso estaba parada junto a la cama, sosteniendo una bandeja con un sabroso desayuno.

-¿Quién eres?- preguntó Harry, desconfiando de ella.- Dígame como sabe mi nombre.

-En realidad, eres muy conocido- señaló la mujer, dejando la bandeja en la mesita de noche y pasando por alto el tono brusco de Harry.- Soy Mrs. Figg. Un buen amigo mío te trajo anoche.

-Escuche señora- remarcó "señora" con sarcasmo.- No tengo ni idea de donde sabe mi nombre, pero le advierto que está haciendo un mal negocio conmigo. No tengo dinero, y el puñetero orfanato en que vivo- no se preocupaba del vocabulario- no se tomaría la molestia de pagar un rescate. Así que, si no es una violadora, déjeme ir.

-No es un secuestro- aclaró Mrs. Figg, mirándolo entre molesta y sorprendida.- Y tampoco soy violadora. Te puedes ir cuando gustes. Pero te aconsejaría que desayunases primero. ¿No crees?- salió de la habitación.

Harry se levantó, mirando atentamente a su alrededor. Sobre una silla había ropa. Se la puso y comprobó con sorpresa que esta le quedaba bien, aunque se sentía extraño sin el guardapolvo gris. No tocó el desayuno, aunque se moría de ganas de comer.

Salió de la habitación. De inmediato cayó en la cuenta de que se encontraba en un segundo piso. Vio una lechuza en la ventana del descanso de la escalera. Recordó: en el orfanato era un mito extraño que, cuando aparecía alguna lechuza entre julio y agosto, uno de los internos s iría a, nadie sabía donde. Volvería solamente para las vacaciones de verano, sin decir a nadie donde se había encontrado. Pensar que en el orfanato había pendejos que se tragaban ese cuento sonrió sarcástico, algo asombrado de que algo tan simple como una lechuza en la ventana le trajera recuerdos así. Sentía un sabor amargo en la boca al recordar el orfanato, y la sonrisa rebosante de ironía fue reemplazada de inmediato con un rictus de asco puro.

No reparó en que la lechuza estaba ahí a plena luz del día.

***

-Bien, Harry, puede que esto sea difícil para ti, pero creo que lo llevarás bien. Tú eres un mago.

Rubeus Hagrid. Harry nunca había visto a un tipo tan extravagante. Tres veces más alto que una persona normal, y dos veces más ancho. Y como si eso no bastara para llamar la atención, usaba un abrigo de piel con los pelos tiesos, lleno de bolsillos. Era él quien lo había sacado del orfanato la noche anterior. Harry estaba agradecido, pero no pudo evitar entornar los ojos, exasperado. Respiró hondo, y respondió:

-Lo sé.

Hagrid abrió unos ojos como platos.

-Oh. ¿Leíste, entonces, la carta?

-Ni idea sobre qué carta me está hablando. Simplemente lo sé.- El tono era frío, cortante. Increíble que un chico de diez años lograse intimidar así a ese gigantón de edad indefinida. No quiso mencionar nada sobre el diario. Extrañaba un poco a Tom, pero al mismo tiempo no quería saber nada de él. Odiaba al diario tanto como detestaba el orfanato, a esa señora bonachona (e hipócrita, según Harry) de Figg y al tipo gigante que tenía enfrente.

-Pues, me sorprende un poco- comentó Hagrid, a media voz.

-¿Pruebas?- Inquirió Harry. Se concentró, e hizo estallar la mitad de la vajilla de un aparador de la cocina. El estruendo de los cristales rotos alertó a Mrs. Figg, que, apenas vio de quien se trataba, hizo un movimiento con una especie de varilla que traía en la mano, y los trozos se juntaron y pegaron de nuevo. Hizo salir a Harry, para tener una palabra a solas con el tipo gigante.

-¿Qué opinas?- negó ella con la cabeza.- Horrible carácter.

-Es increíble que el hijo de Lily y James Potter se haya convertido en esto.- suspiró Hagrid.

***

-Recuerdo cada varilla que he vendido, Mr. Potter. Y sucede que el fénix de donde sacaron el núcleo de la suya, dio otra pluma, sólo una más. Y realmente, es muy curioso que sea esa su varita, cuando fue su hermana la que le hizo esa cicatriz.

Harry no sabía que decir. Todo le parecía muy extraño. ¿Qué varita? ¿De quien? ¿Cómo se había hecho esa cicatriz? Ni idea. Hagrid no le había dicho nada sobre eso, lo cual era culpa suya en la mayor parte, pues había pasado la mitad de su tiempo dándole respuestas cortantes y comentarios sarcásticos. Definitivamente, necesito un curso sobre relaciones humanas pensó. No pudo evitar sonreír: Era mordaz hasta consigo mismo. La voz del señor Ollivander lo sacó de su mente.

-Creo que podemos esperar grandes cosas de usted, Mr. Potter. El Que No Debe Ser Nombrado hizo grandes cosas. Terribles, sí, pero grandiosas.

Harry fijó sus ojos en el particular brillo que adquirían los ojos de Mr. Ollivander al decir estas palabras. Necesitaba averiguar.

***

El Leaky Cauldron estaba lleno, pero el tabernero se aseguró de encontrar un reservado para Harry y Hagrid. Regresó con la comida que habían pedido, hizo una cortés reverencia, y se marchó. Harry detestaba no saber algo que le incumbiese. No sabía que pensar ¿qué le contestaría Hagrid acerca de la conversación incomprensible de Mr. Ollivander? Además, Hagrid se había esforzado en ser simpático con él. Hasta le había regalado una lechuza, por su cumpleaños. Hasta entonces, ni siquiera sabía en que fecha había nacido. Intentó ser amable, y suavizó un poco su voz.

-Hagrid. Quiero saber como me hice esto- señaló su cicatriz- y lo que le ocurrió a mis padres.

***

Odio en primera fase- Odio corrosivo- Más odio- Maldito cabrón- Por su culpa- Todo es su culpa- Odio explosivo- Vidrios de su habitación en casa de Mrs. Figg vibrando- No hay palabras- Lo odio, lo odio, lo odio- Dolor, duele el alma- Desprecio, asco, dolor, odio- Todos estos años son su culpa- Vidrios quebrándose- Llanto reprimido- Llanto libre- Arde el alma- Odio- Odio- Odio.

Todos aquellos años en el orfanato eran maldita culpa de Voldemort. Intentó sosegarse. No iba a seguir llorando. No iba a volver a llorar nunca más. Sería fuerte, más que nadie. No iba a dejar que nada lo afectara. Juró vengarse.

Y, sobre todo, juró no quedar en Slytherin.

***

-Escúchame, cabrón: Estás respirando el aire de mi metro cuadrado y me molestas. Me cansa tu cháchara acerca de tu sangre limpia y tus montañas de oro mágico. Lárgate de una vez.

-¿O si no, qué?- Draco Malfoy sonrió de forma que rivalizaba con el sarcasmo de Harry.

-No te gustaría saberlo.- siseó Harry. Extendió su mano, dispuesto a asfixiar a aquel imbécil de Malfoy, como había hecho con Crawnell y varios otros. Pero, al parecer el rubio captó la idea. Le hizo una seña a sus guardaespaldas y se fueron de aquel vagón.

-Gracias.- el muchacho pelirrojo sonrió ampliamente.- Le diste su merecido a ese imbécil. Me llamo Ron Weasley.

-Harry Potter.- respondió Harry, por cortesía. No estaba acostumbrado a ser amable con la gente, y menos a defender a alguien, pero aquel muchacho rubio y pálido que había conocido en el negocio de túnicas lo sacaba de sus casillas.

Y puede que, incluso, aquel pelirrojo llegase a caerle bien.

***

Todo era negro en el interior del Sombrero Seleccionador. Harry oía aquella voz que parecía estar en su cabeza. El estómago le dolía por los nervios.

"Hay talento, ¡ya lo creo! Y una buena disposición para probarse a sí mismo. Pero veo también un deseo muy fuerte de venganza. Entonces ¿Dónde te pondré?"

Slytherin no, por favor, no en Slytherin

Se sentía estúpido: era exactamente igual que discutir con uno mismo.

"¿Slytherin no? Oh, lo siento. Es tu sangre, tu carácter y tu destino. No puedo hacer nada contra eso."

¿Mi sangre? ¡Maldita sea, sombrero estúpido! ¡No en Slytherin! ¡Juré que no quedaría en esa casa!

-¡Slytherin!- gritó el sombrero.

Los acostumbrados aplausos, que resonaban en el lugar cada vez que el Sombrero seleccionaba a alguien, brillaron por su ausencia. Harry alcanzó a ver la mirada horrorizada de Ron.

En el Gran Salón reinaba un silencio de muerte.

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To Be Continued.

¡Holaaa de nuevo! Hoy es el gran capítulo (Digo, creo yo. La opinión de otro puede ser que este chap. vale callampa, como decimos aquí en Chile). Fin de la encuesta, y toda esa vaina. Se solucionan el lío de "¿Quién rescata a Harry-chan?" y "En que casa queda Harry-chan" (mmm, perdón por lo de "chan", pero se me pega esa cosa de los monitos japoneses.) Jeje, compañero Slytherinense! Pobrecito, el no quería, pero nadie cambia su forma de ser en las seis horas (más o menos) que pasa a bordo del tren con Ron, o en el corto tiempo que estuvo con Mrs. Figg. Estuve a punto de hacer que amenazara al Sombrero, pero no quedaba bien. ¡Y este capítulo me quedó más laaaaargo!

Jejejeee... ¡Más reviews! Como los adoro, gente "buchísimas bracias" (Estoy con una gripe espantosa).

Bunny: Si! Quiero hacer de Harry un niño lo más malvado posible! Me alegro de que te esté gustando. ¿Qué te ha parecido este cpítulo?

Migweg: Perdoname! No pude sacar este capítulo antes del fin de semana! Tenía ganas de que fuese largo, y estoy tapada de trabajo (primera semana de clases ¬¬) No, no, no. Harry no va a morir. Todavía, jeje.

Kitiara: Bieen! Alguien más que me lee! Ah, yo también adoro a Tom. Aunque prefiero a Harry, muy, muy malvadamente malo.

Ana: Pooor votacion populaaar! Harry es muymuy malo, insisto y reitero, y SI! Está en Slytherin, la casa de las Serpientes de Plata.

Kate: Mmm, la verdad preferí no enrollarme con lo de Tom, que está en el diario a los dieciséis y sabe que Harry lo mata más adelante. Yo me hice la misma pregunta cuando Rowling sacó esa vaina en el libro 2. A decir verdad, jamás queda muy claro ¿No? Mmm, con respecto a lo del ministerio, quizá aclare más adelante (en el fic) que el encantamiento Fidelio impide que alguien encuentre a una persona determinada en un sitio y que eso incluye lechuzas y detectores de magia en menores de edad, por lo que nadie sabía que Harry estaba ahí, más que Hagrid, Dumble, y Minerva.

Joyce Granger: Gracias por darme ánimos y subirme la moral. Aquí sigo, ojalá este también te guste.

Yiaaaiii! Creo que eso es todo. No olviden, porfis, ¿Qué les cuesta gastar tres minutitos de su tiempo para enviarme un review? Aunque sea chiquitito! Pliz! Pooorfis!

Luchando contra los viruses malignos!

Lynx