Disclaimer: Todo lo que tenga pinta de Rowliniano no es mío
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
Universo Paralelo
6-
El único ruido era el de la lluvia contra los cristales. Un murmullo como de abejas enfurecidas llenaba su mente.
Harry rememoraba, tirado en la cama de su habitación, los treinta segundos que pasaron desde que el Sombrero Seleccionador gritó "Slytherin" hasta que el director de la escuela, un viejo canoso y excéntrico, ordenó que la selección de las Casas continuara.
Sabía que, para el resto del colegio, era imposible que el Niño-Que-Vivió hubiese quedado en la Casa de las Serpientes.
Sabía que, entonces, no había nada que hacer: no podía cambiar de Casa, y debía afrontarlo. Aunque quizá afrontar no era la palabra más apta. El caso es que había deseado el no ir a esa casa con toda la fuerza de su alma, y no lo había conseguido.
Y también supo, más tarde, al reunirse con el resto de los alumnos Slytherin, que ser una serpiente tenía sus ventajas.
Le agradó la Sala Común. Estaba camino a las mazmorras, semi subterránea. A cualquier otra persona le hubiese parecido algo lúgubre y encerrada, pero a Harry le parecía acogedora. A cualquier otra persona le hubiese parecido oscura, por estar en el subsuelo, pero a Harry le parecía cómoda. Le gustaba la oscuridad, rota solo por el resplandor de la cálida chimenea. No por nada había pasado su infancia alumbrado por las frías luces de neón del orfanato (más baratas) y la luz helada que se colaba entre las nubes de Londres.
Quizá Slytherin no estuviese tan mal.
Y, por lo menos, no tenía que compartir habitación con nadie
***
Ron le dirigió una mirada intimidada al verlo aparecer en el Gran Salón a la mañana siguiente. Harry vio sus ojos: no era asombro, era pánico. Hasta un poco de asco, se podría decir. Se encogió de hombros y se sentó en la mesa de su Casa. Le pasaba por confiar en las personas. Se había hecho esperanzas de tener algún amigo luego de un par de horas de conversar con el pelirrojo y darse cuenta de que eso no le aburría. Bien, tampoco tenía mucha importancia para él: Apreciaba bastante su soledad. Había pasado toda su vida hasta entonces rodeado de una desagradable masa de gente. Se sentó en una esquina de la mesa.
Al mismo tiempo, pudo sentir que todas las cabezas presentes en el gran salón se daban vuelta hacia él sin quitarle la vista de encima.
Parezco la atracción nueva de estos imbéciles suspiró, desagradado. Y todo por la estúpida cicatriz. Cogió una tostada y comenzó a untarla de mermelada de naranjas.
Alguien agitaba una hoja de papel frente a sus narices. Giró la cabeza y se encontró con la sonrisa mordaz y la melena negrísima de Amalia Vásquez, la prefecta. Latinos. resopló en voz baja.
-¿Qué tanto me ves?- preguntó Harry, ácido.
-Nada. Solo que debes estar muy cegatón como para tener tu horario encima de los ojos y no verlo.- dijo con una risita. Se subió los anteojos de montura hexagonal y preguntó.- ¿Miopía? ¿Astigmatismo?
-Nada que te interese.- le arrebató la hoja, y volvió a concentrarse en el desayuno.
-Oh, me importa por dos razones. Uno: soy un poco metida en lo que no me interesa. Dos: debo cuidar la salud de mis serpientes. Somos una Casa, ¿no? Ve a ver a esa inútil de la enfermera. Puede que te ayude.- se marchó a seguir repartiendo horarios.
Interesante dato, Vásquez. Lo tomaré en cuenta. Pensó, mientras le daba un bocado a su tostada.
***
Los ojos de Severus Snape, el profesor de Pociones, eran fríos y negros. Hacían pensar en cavernas oscuras y pozos sin fondo.
Y Harry se sentía incómodo al verlos constantemente clavados sobre él. Esto, sumado a la nariz ganchuda, le hacía parecer un águila acechando a su presa. Era una mirada rara, fluctuante entre el odio absoluto y la extrañeza máxima.
Y ese tipo raro era su jefe de Casa. El ilegible Severus Snape. Se había enterado de eso esa misma mañana, al dirigirse a clase de pociones luego del desayuno.
Harry había detenido a Ron en el pasillo. Le molestaba que la comadreja, esa, no hubiese dejado de observarlo aterrorizado durante todo el desayuno, así que quería dejar las cosas claras de una vez.
Pero ¿qué le iba a decir? ¿Odio que me mires así, pedazo de imbécil, deja de hacerlo o te arrojo una maldición?
No alcanzó ni a pensar en nada, porque en ese momento sonó la campana que marcaba el comienzo de las clases. Sin haberse dicho una sola palabra, corrieron hasta la mazmorra en que se impartían las clases de pociones. Llegaron tarde.
Resultado: 5 puntos menos para Gryffindor y ni un regaño para Slytherin.
Ron le lanzó una mirada furiosa.
***
Hermione Granger. Niñita pesada y pedante. Una sabelotodo, en resumidas cuentas.
Obligado, por haber llegado tarde, a sentarse junto a esa Gryffindor latosa; tuvo que soportarla toda la clase respingando constantemente y alzando la mano en dirección al techo cada vez que el Profesor Snape hacía alguna pregunta.
A él le había gustado aquella materia, pociones. Había tenido un problemático, conflictivo mes en casa de Mrs. Figg antes de abordar el tren a Hogwarts. Cuando molestar a la anciana perdió el interés, se dedicó a leer los libros de colegio por ocio. Y por supuesto, a llevar de la teoría a la práctica.
Snape comenzó a hacer preguntas de rapidez mental. Se ensañó con Longbottom, un Gryffindor bueno para nada. El muy idiota se había encogido lo más posible en su asiento, incapaz de articular palabra. Harry sabía todas las respuestas, y estaba consciente de que Snape lo sabía, pues no había dejado de mirarlo durante toda la clase. Pero el profesor lo pasó completamente por alto, como si no estuviese ahí. Eso lo molestaba, y mucho. Llegó a detestar el hecho de que aquel tipo lo ignorase tan olímpicamente. Y por otro lado, no pensaba levantar la mano y hacer el payaso públicamente, como Granger.
Tenía la impresión de que aquel hombre tan frío albergaba un extraño resentimiento hacia él. Más que una corazonada, era una certeza.
No por nada, "Sly" significa "Astuto"
***
-Oh, querido, es terrible. ¿Nunca has usado anteojos?
-No.- respondió Harry, cortante.
-Miopía. Cinco puntos en cada ojo, y uno punto cinco de astigmatismo en el ojo derecho. Puedes usar anteojos, lo cual te da una solución inmediata, pero más incómoda.
-¿Y que más?
-Puedo aplicarte un hechizo en los ojos, pero te dolerá un poco. Además, funcionará a partir de mañana.
-Prefiero el hechizo.- respondió Harry, escueto. Esa mujer no sabe de dolor. Torció la boca en un rictus de desagrado.
La humillación de los golpes en el orfanato aún le dolía en el orgullo.
***
Genial. Ahora el rubio, ese, no dejaba de mirarle con insistencia. Primero la comadreja, y ahora ese idiota.
La diferencia estaba en que solo se topaba con Weasley durante las comidas y algunas clases. A Malfoy debía soportarlo siempre, con los ojos grises clavados en su persona. Eso también le molestaba.
No sabía si provocarlo, para darle una lección y que dejase de incomodarle constantemente; o esperar a que la ocasión se presentase. Prefería, de todas formas, lo segundo.
Y la ocasión se presentó el día en que anunciaron la fecha del inicio de las Clases de Vuelo. Supuestamente, debían aprender a volar sobre la escoba a partir de la siguiente semana.
Esto será taaan emocionante Resopló Harry Primera vez que cogeré una escoba sin que sea para barrer Malfoy lo seguía mirando y Harry lo notó. ¡No haré el papel de imbécil delante de ese cabrón!
-¿Preparado para volar, Potter?
¿Y quien se cree para hablarme, este? Harry miró a Malfoy con indiferencia.
-Me da francamente igual.- no era cierto. Más que nada, deseaba aprender a volar.
-Creo que tienes miedo. Miedo de caerte, miedo de hacer todo mal, miedo de ser una nulidad absoluta.- El rubio sonrió. Era una mala parodia de las sonrisas sarcásticas de Harry.
-¿Qué sabes tú?- se molestó Harry. Mierda, ¿por qué no se larga de una maldita vez? - Yo no le temo a nada.
-Oh, claro. Y yo soy un mudblood- Malfoy pronunció su sonrisa. Esta vez le salió algo mejor, por lo menos indignaba en vez de dar asco.- Creo que podría ayudarte en cualquier cosa, si tú lo quisieras. Es útil tener aliados, Potter. Si alguien quiere hacerse con el poder, no debe estar solo.
¿Y como sabe de eso este imbécil? Se extrañó Harry. Si, en verdad quería hacerse con el poder y llevar a cabo su sanguinaria y sádica venganza personal contra todos los que le hicieron daño en algún segundo de sus patéticas vidas ¿Y qué?. Y pensar que una simpleza como aquella era lo único que lo había dejado en Slytherin. Era imposible que Draco Malfoy, todavía un estúpido a los ojos de Harry, supiese de eso.
- Además, Crabbe y Goyle son tan insulsos, que lloverán hippogriffs antes de que comprendan algo que les digas.- Malfoy finalizó su discurso. Le extendió la mano, como había hecho en el tren.- ¿qué me dices?
-Puede ser- concedió Harry.- Le dedicó una sonrisa fría, y algo calculadora. Pero no se dignó a estrecharle la mano al desgraciado, ese. Quería dejarle claro su superioridad. Sabía que el pacto que le estaba ofreciendo era por conveniencia. Le echó una mirada que podía reducir a un estropajo tembloroso al más experimentado de los auror, y salió de la Sala Común.
***
La biblioteca. Polvorienta, aunque ordenada. Miles, incluso millones de libros de todos los tamaños, temas, formas y características puestos en sus estanterías, siguiendo un particularísimo sentido de la clasificación.
Eso sí: ni un maldito fichero. Si alguien deseaba encontrar algo específico, había que pedírselo a la bibliotecaria-buitre sin alas- cuervo viejo y gruñón-Mrs. Pince.
Harry deambulaba por ahí. Supuestamente, debía haber estado buscando información para un estúpido trabajo que Mc Gonnagall, la profesora de Transformaciones, les había pedido. Transformar granos de arena en ídem de sal. ¡Por favor! ¿Quién necesita aprender eso?
Si la vieja hubiese sabido lo que Harry era capaz de hacer con la magia, probablemente lo hubiese enviado directamente a la oficina del director.
Sonrió, un derroche de sarcasmo a los ojos de cualquiera que lo viese en un momento así. Ya había estado ahí antes, la misma noche de su selección.
Fue divertido fingir que era un pobre corderito inocente, que no tenía idea sobre el porqué de su casa. Sobre todo luego de oír que su padre había sido un Gryffindor, y que él era la copia calca de James Potter a su edad.
Le hizo gracia simular que todo marchaba bien en el orfanato, más aún después de oír sobre las protecciones impuestas al lugar después de dejarlo ahí: según el vejete, aquellas impedían la entrada de cualquier mago adulto al lugar, lechuzas destinadas a Harry, y desactiva los detectores de magia para menores de edad en aquel radio. Ni siquiera el viejo, ese, podía saber lo que ocurría adentro.
También le entretuvo ocultar sus habilidades mágicas, con y sin la varita. El viejo, ese, no tenía por qué saber que Harry había pasado a su bolsa de útiles unos cuantos libros que definitivamente no estaban (Ni estarían nunca- pensó Harry) en la lista. Y que se había dedicado a practicar, sobre todo de "esos" libros durante las tres siguientes semanas en la insulsa casa de Mrs. Figg.
Por alguna razón que no conocía, su instinto le estaba avisando que no confiara en Albus Dumbledore.
Su mente volvió al presente. Se hallaba frente a estanterías cargadas de libros "interesantes". Magia Oscura. Aquellos tomos llamaban intensamente su atención. Eso era digno de ser estudiado. Poder, para su venganza personal y la que deseaba emprender contra el asesino de sus padres, el completo hijo de puta que lo había forzado a pasar diez años en el Asilo de Huérfanos La Esperanza. Recordó las palabras de Hagrid. "Algunos opinan que está muerto. No creo que le quedase suficiente de humano como para morir tan fácilmente."
Bien, pues si no había muerto aún, él lo mataría. Con sus manos.
Un cordón impedía su paso. La bibliotecaria-buitre se acercó, y le preguntó molesta:
-¿Se le perdió algo por aquí, Mr. Potter?
Harry no contestó. Volvió a los estantes permitidos a los estudiantes de primero y sacó un par de libros de Transfiguración.
Un cordón y una mujer con pinta de buitre impedían su paso. Alguna vez lo habían hecho una cadena y un candado. No iba a dejar que algo tan absurdo como eso lo detuviese.
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
To Be Continued.
¿Que tal a todos, mi queridisisísima, buena y fiel audiencia? Jajajaja, ¡solo bromeo! No lo tomen muy a pecho ¬¬ . ¡Bien, he aquí otro capítulo! Que lindo me ha quedado! ^-^ No, pero hablando en serio ¿Qué les ha parecido? Choque N° 1 entre Harry y Sevvie-poo (O quizás no choque. El hombre en cuestión lo ha ignorado por completo hasta ahora. Ya veremos más adelante.)
Mmm, ¿adelanto algo del próximo capítulo?
[Harry sintió una sensación extraña en su sangre al fijar su mirada en los ojos de la serpiente, y saber, de alguna manera, que podría entenderla. Y entonces, intentó pronunciar alguna palabra.
Todos a una, los ojos de la clase entera se clavaron en él. Sobre todo los de Albus Dumbledore]
Muajajaja, mi crueldad los dejará con la intriga hasta la próxima semana.
¡Yiaaaaiii! ¿Queren creer esto? ¡He recibido reviews por el capítulo 5! Snif, mi autoestima In Crescendo. ¡Gracias a todos!
Migweg: Sisisí, compatriota!!! Viva Chile, mier- mosa patria! Soy de Santiago, la roñosa capital del bienamado país natal. En cuanto a lo del diario, prefiero dejarlo así antes que matar mis neuronas en busca de una solución (bu, cabrita vaga, yo!) Sniff. Maldita vieja, la de Mate! Tengo que terminar una guía de veinte páginas, la primera que me han dado en I° medio. Ni siquiera la he empezado! ;_;
Bunny1986: Jejeje, la verdad estoy con ese dilema todavía. Por el momento, no tiene mucha pinta de querer cambian, ¿no?
Kate: ¡Gracias! ¡Me encanta que te encante! Sii, Slytherin, viva la casa de las serpientes de plata. Y el día en que Harry se entere que SU (y MÍ) Tom es Voldie-poo, yo cacho que se muere. Y, rspecto a su sangre, no adelanto nada. No. El Sombrero Seleccionador no elige para la Casa que tu quieres. Si fuese así, la elección de casa la harían los propios alumnos. La función del Sombrero es evaluar capacidades e incrustar alumnos en Casas. ¡Ya se viene, pronto, Harry vs Snape!
Kitiara: Gracias por lo de buena, ¡me sube la autoestima! Draco y Harry, aún no defino su relación. Si llego a escribir sobre Harry sobre quinto curso, puede que incluso llegue a tener un poco de slash, pero lo veo difícil. (aunque la idea no deja de ser mumuymuy atrayente)
Luadica: ¡Muchísimas gracias por los elogios, chica! A todo esto, no entendí mucho la última frase de tu review, en fin, ojalá te haya gustado este último capítulo.
Norm: Ah, mi Pc también. No sabes lo que cuesta escribir, se traba cada 5 minutos T_T! Nooo, no sabía, yo cacho que pensaba que era alcance de nombres, algo así. La duda que tnego (y que tienen varios más) es como siendo que T.R. escribe el diario a los 16 y lueo sabe quien lo mata, si eso fue TAN después. Hey, a todo esto, porfa, aprovecha de dejar altiro el review del chap. 6! (que descarada, yo ¬¬)
¿Nada más? Creo que no. Ah, si! Por favor, hagan una cruzada, solidaricen con los pobres iraquíes. Han estado atrapados no-se-cuantos-años por ese dictador desgraciado del Tío Saddam, y ahora van a ir a caer en manos de un maldito imperialista peor que ese: el inconsciente de Bush (Adonde la vió que "liberar a Iraq" ¡Puro petróleo quiere ese!). La vida es triste. Como dijo un español que estaba en contra de la guerra "Puede que los señores norteamericanos lleven el progreso a Iraq, al punto en que pueda haber un televisor a color en cada casa. Pero les aseguro que los iraquíes no valorarán ese progreso si sobre los televisores, deben poner las fotografías de sus hijos muertos en la guerra."
Ahora sí, entonces, me despido.
Lynx
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Universo Paralelo
6-
El único ruido era el de la lluvia contra los cristales. Un murmullo como de abejas enfurecidas llenaba su mente.
Harry rememoraba, tirado en la cama de su habitación, los treinta segundos que pasaron desde que el Sombrero Seleccionador gritó "Slytherin" hasta que el director de la escuela, un viejo canoso y excéntrico, ordenó que la selección de las Casas continuara.
Sabía que, para el resto del colegio, era imposible que el Niño-Que-Vivió hubiese quedado en la Casa de las Serpientes.
Sabía que, entonces, no había nada que hacer: no podía cambiar de Casa, y debía afrontarlo. Aunque quizá afrontar no era la palabra más apta. El caso es que había deseado el no ir a esa casa con toda la fuerza de su alma, y no lo había conseguido.
Y también supo, más tarde, al reunirse con el resto de los alumnos Slytherin, que ser una serpiente tenía sus ventajas.
Le agradó la Sala Común. Estaba camino a las mazmorras, semi subterránea. A cualquier otra persona le hubiese parecido algo lúgubre y encerrada, pero a Harry le parecía acogedora. A cualquier otra persona le hubiese parecido oscura, por estar en el subsuelo, pero a Harry le parecía cómoda. Le gustaba la oscuridad, rota solo por el resplandor de la cálida chimenea. No por nada había pasado su infancia alumbrado por las frías luces de neón del orfanato (más baratas) y la luz helada que se colaba entre las nubes de Londres.
Quizá Slytherin no estuviese tan mal.
Y, por lo menos, no tenía que compartir habitación con nadie
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Ron le dirigió una mirada intimidada al verlo aparecer en el Gran Salón a la mañana siguiente. Harry vio sus ojos: no era asombro, era pánico. Hasta un poco de asco, se podría decir. Se encogió de hombros y se sentó en la mesa de su Casa. Le pasaba por confiar en las personas. Se había hecho esperanzas de tener algún amigo luego de un par de horas de conversar con el pelirrojo y darse cuenta de que eso no le aburría. Bien, tampoco tenía mucha importancia para él: Apreciaba bastante su soledad. Había pasado toda su vida hasta entonces rodeado de una desagradable masa de gente. Se sentó en una esquina de la mesa.
Al mismo tiempo, pudo sentir que todas las cabezas presentes en el gran salón se daban vuelta hacia él sin quitarle la vista de encima.
Parezco la atracción nueva de estos imbéciles suspiró, desagradado. Y todo por la estúpida cicatriz. Cogió una tostada y comenzó a untarla de mermelada de naranjas.
Alguien agitaba una hoja de papel frente a sus narices. Giró la cabeza y se encontró con la sonrisa mordaz y la melena negrísima de Amalia Vásquez, la prefecta. Latinos. resopló en voz baja.
-¿Qué tanto me ves?- preguntó Harry, ácido.
-Nada. Solo que debes estar muy cegatón como para tener tu horario encima de los ojos y no verlo.- dijo con una risita. Se subió los anteojos de montura hexagonal y preguntó.- ¿Miopía? ¿Astigmatismo?
-Nada que te interese.- le arrebató la hoja, y volvió a concentrarse en el desayuno.
-Oh, me importa por dos razones. Uno: soy un poco metida en lo que no me interesa. Dos: debo cuidar la salud de mis serpientes. Somos una Casa, ¿no? Ve a ver a esa inútil de la enfermera. Puede que te ayude.- se marchó a seguir repartiendo horarios.
Interesante dato, Vásquez. Lo tomaré en cuenta. Pensó, mientras le daba un bocado a su tostada.
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Los ojos de Severus Snape, el profesor de Pociones, eran fríos y negros. Hacían pensar en cavernas oscuras y pozos sin fondo.
Y Harry se sentía incómodo al verlos constantemente clavados sobre él. Esto, sumado a la nariz ganchuda, le hacía parecer un águila acechando a su presa. Era una mirada rara, fluctuante entre el odio absoluto y la extrañeza máxima.
Y ese tipo raro era su jefe de Casa. El ilegible Severus Snape. Se había enterado de eso esa misma mañana, al dirigirse a clase de pociones luego del desayuno.
Harry había detenido a Ron en el pasillo. Le molestaba que la comadreja, esa, no hubiese dejado de observarlo aterrorizado durante todo el desayuno, así que quería dejar las cosas claras de una vez.
Pero ¿qué le iba a decir? ¿Odio que me mires así, pedazo de imbécil, deja de hacerlo o te arrojo una maldición?
No alcanzó ni a pensar en nada, porque en ese momento sonó la campana que marcaba el comienzo de las clases. Sin haberse dicho una sola palabra, corrieron hasta la mazmorra en que se impartían las clases de pociones. Llegaron tarde.
Resultado: 5 puntos menos para Gryffindor y ni un regaño para Slytherin.
Ron le lanzó una mirada furiosa.
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Hermione Granger. Niñita pesada y pedante. Una sabelotodo, en resumidas cuentas.
Obligado, por haber llegado tarde, a sentarse junto a esa Gryffindor latosa; tuvo que soportarla toda la clase respingando constantemente y alzando la mano en dirección al techo cada vez que el Profesor Snape hacía alguna pregunta.
A él le había gustado aquella materia, pociones. Había tenido un problemático, conflictivo mes en casa de Mrs. Figg antes de abordar el tren a Hogwarts. Cuando molestar a la anciana perdió el interés, se dedicó a leer los libros de colegio por ocio. Y por supuesto, a llevar de la teoría a la práctica.
Snape comenzó a hacer preguntas de rapidez mental. Se ensañó con Longbottom, un Gryffindor bueno para nada. El muy idiota se había encogido lo más posible en su asiento, incapaz de articular palabra. Harry sabía todas las respuestas, y estaba consciente de que Snape lo sabía, pues no había dejado de mirarlo durante toda la clase. Pero el profesor lo pasó completamente por alto, como si no estuviese ahí. Eso lo molestaba, y mucho. Llegó a detestar el hecho de que aquel tipo lo ignorase tan olímpicamente. Y por otro lado, no pensaba levantar la mano y hacer el payaso públicamente, como Granger.
Tenía la impresión de que aquel hombre tan frío albergaba un extraño resentimiento hacia él. Más que una corazonada, era una certeza.
No por nada, "Sly" significa "Astuto"
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-Oh, querido, es terrible. ¿Nunca has usado anteojos?
-No.- respondió Harry, cortante.
-Miopía. Cinco puntos en cada ojo, y uno punto cinco de astigmatismo en el ojo derecho. Puedes usar anteojos, lo cual te da una solución inmediata, pero más incómoda.
-¿Y que más?
-Puedo aplicarte un hechizo en los ojos, pero te dolerá un poco. Además, funcionará a partir de mañana.
-Prefiero el hechizo.- respondió Harry, escueto. Esa mujer no sabe de dolor. Torció la boca en un rictus de desagrado.
La humillación de los golpes en el orfanato aún le dolía en el orgullo.
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Genial. Ahora el rubio, ese, no dejaba de mirarle con insistencia. Primero la comadreja, y ahora ese idiota.
La diferencia estaba en que solo se topaba con Weasley durante las comidas y algunas clases. A Malfoy debía soportarlo siempre, con los ojos grises clavados en su persona. Eso también le molestaba.
No sabía si provocarlo, para darle una lección y que dejase de incomodarle constantemente; o esperar a que la ocasión se presentase. Prefería, de todas formas, lo segundo.
Y la ocasión se presentó el día en que anunciaron la fecha del inicio de las Clases de Vuelo. Supuestamente, debían aprender a volar sobre la escoba a partir de la siguiente semana.
Esto será taaan emocionante Resopló Harry Primera vez que cogeré una escoba sin que sea para barrer Malfoy lo seguía mirando y Harry lo notó. ¡No haré el papel de imbécil delante de ese cabrón!
-¿Preparado para volar, Potter?
¿Y quien se cree para hablarme, este? Harry miró a Malfoy con indiferencia.
-Me da francamente igual.- no era cierto. Más que nada, deseaba aprender a volar.
-Creo que tienes miedo. Miedo de caerte, miedo de hacer todo mal, miedo de ser una nulidad absoluta.- El rubio sonrió. Era una mala parodia de las sonrisas sarcásticas de Harry.
-¿Qué sabes tú?- se molestó Harry. Mierda, ¿por qué no se larga de una maldita vez? - Yo no le temo a nada.
-Oh, claro. Y yo soy un mudblood- Malfoy pronunció su sonrisa. Esta vez le salió algo mejor, por lo menos indignaba en vez de dar asco.- Creo que podría ayudarte en cualquier cosa, si tú lo quisieras. Es útil tener aliados, Potter. Si alguien quiere hacerse con el poder, no debe estar solo.
¿Y como sabe de eso este imbécil? Se extrañó Harry. Si, en verdad quería hacerse con el poder y llevar a cabo su sanguinaria y sádica venganza personal contra todos los que le hicieron daño en algún segundo de sus patéticas vidas ¿Y qué?. Y pensar que una simpleza como aquella era lo único que lo había dejado en Slytherin. Era imposible que Draco Malfoy, todavía un estúpido a los ojos de Harry, supiese de eso.
- Además, Crabbe y Goyle son tan insulsos, que lloverán hippogriffs antes de que comprendan algo que les digas.- Malfoy finalizó su discurso. Le extendió la mano, como había hecho en el tren.- ¿qué me dices?
-Puede ser- concedió Harry.- Le dedicó una sonrisa fría, y algo calculadora. Pero no se dignó a estrecharle la mano al desgraciado, ese. Quería dejarle claro su superioridad. Sabía que el pacto que le estaba ofreciendo era por conveniencia. Le echó una mirada que podía reducir a un estropajo tembloroso al más experimentado de los auror, y salió de la Sala Común.
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La biblioteca. Polvorienta, aunque ordenada. Miles, incluso millones de libros de todos los tamaños, temas, formas y características puestos en sus estanterías, siguiendo un particularísimo sentido de la clasificación.
Eso sí: ni un maldito fichero. Si alguien deseaba encontrar algo específico, había que pedírselo a la bibliotecaria-buitre sin alas- cuervo viejo y gruñón-Mrs. Pince.
Harry deambulaba por ahí. Supuestamente, debía haber estado buscando información para un estúpido trabajo que Mc Gonnagall, la profesora de Transformaciones, les había pedido. Transformar granos de arena en ídem de sal. ¡Por favor! ¿Quién necesita aprender eso?
Si la vieja hubiese sabido lo que Harry era capaz de hacer con la magia, probablemente lo hubiese enviado directamente a la oficina del director.
Sonrió, un derroche de sarcasmo a los ojos de cualquiera que lo viese en un momento así. Ya había estado ahí antes, la misma noche de su selección.
Fue divertido fingir que era un pobre corderito inocente, que no tenía idea sobre el porqué de su casa. Sobre todo luego de oír que su padre había sido un Gryffindor, y que él era la copia calca de James Potter a su edad.
Le hizo gracia simular que todo marchaba bien en el orfanato, más aún después de oír sobre las protecciones impuestas al lugar después de dejarlo ahí: según el vejete, aquellas impedían la entrada de cualquier mago adulto al lugar, lechuzas destinadas a Harry, y desactiva los detectores de magia para menores de edad en aquel radio. Ni siquiera el viejo, ese, podía saber lo que ocurría adentro.
También le entretuvo ocultar sus habilidades mágicas, con y sin la varita. El viejo, ese, no tenía por qué saber que Harry había pasado a su bolsa de útiles unos cuantos libros que definitivamente no estaban (Ni estarían nunca- pensó Harry) en la lista. Y que se había dedicado a practicar, sobre todo de "esos" libros durante las tres siguientes semanas en la insulsa casa de Mrs. Figg.
Por alguna razón que no conocía, su instinto le estaba avisando que no confiara en Albus Dumbledore.
Su mente volvió al presente. Se hallaba frente a estanterías cargadas de libros "interesantes". Magia Oscura. Aquellos tomos llamaban intensamente su atención. Eso era digno de ser estudiado. Poder, para su venganza personal y la que deseaba emprender contra el asesino de sus padres, el completo hijo de puta que lo había forzado a pasar diez años en el Asilo de Huérfanos La Esperanza. Recordó las palabras de Hagrid. "Algunos opinan que está muerto. No creo que le quedase suficiente de humano como para morir tan fácilmente."
Bien, pues si no había muerto aún, él lo mataría. Con sus manos.
Un cordón impedía su paso. La bibliotecaria-buitre se acercó, y le preguntó molesta:
-¿Se le perdió algo por aquí, Mr. Potter?
Harry no contestó. Volvió a los estantes permitidos a los estudiantes de primero y sacó un par de libros de Transfiguración.
Un cordón y una mujer con pinta de buitre impedían su paso. Alguna vez lo habían hecho una cadena y un candado. No iba a dejar que algo tan absurdo como eso lo detuviese.
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To Be Continued.
¿Que tal a todos, mi queridisisísima, buena y fiel audiencia? Jajajaja, ¡solo bromeo! No lo tomen muy a pecho ¬¬ . ¡Bien, he aquí otro capítulo! Que lindo me ha quedado! ^-^ No, pero hablando en serio ¿Qué les ha parecido? Choque N° 1 entre Harry y Sevvie-poo (O quizás no choque. El hombre en cuestión lo ha ignorado por completo hasta ahora. Ya veremos más adelante.)
Mmm, ¿adelanto algo del próximo capítulo?
[Harry sintió una sensación extraña en su sangre al fijar su mirada en los ojos de la serpiente, y saber, de alguna manera, que podría entenderla. Y entonces, intentó pronunciar alguna palabra.
Todos a una, los ojos de la clase entera se clavaron en él. Sobre todo los de Albus Dumbledore]
Muajajaja, mi crueldad los dejará con la intriga hasta la próxima semana.
¡Yiaaaaiii! ¿Queren creer esto? ¡He recibido reviews por el capítulo 5! Snif, mi autoestima In Crescendo. ¡Gracias a todos!
Migweg: Sisisí, compatriota!!! Viva Chile, mier- mosa patria! Soy de Santiago, la roñosa capital del bienamado país natal. En cuanto a lo del diario, prefiero dejarlo así antes que matar mis neuronas en busca de una solución (bu, cabrita vaga, yo!) Sniff. Maldita vieja, la de Mate! Tengo que terminar una guía de veinte páginas, la primera que me han dado en I° medio. Ni siquiera la he empezado! ;_;
Bunny1986: Jejeje, la verdad estoy con ese dilema todavía. Por el momento, no tiene mucha pinta de querer cambian, ¿no?
Kate: ¡Gracias! ¡Me encanta que te encante! Sii, Slytherin, viva la casa de las serpientes de plata. Y el día en que Harry se entere que SU (y MÍ) Tom es Voldie-poo, yo cacho que se muere. Y, rspecto a su sangre, no adelanto nada. No. El Sombrero Seleccionador no elige para la Casa que tu quieres. Si fuese así, la elección de casa la harían los propios alumnos. La función del Sombrero es evaluar capacidades e incrustar alumnos en Casas. ¡Ya se viene, pronto, Harry vs Snape!
Kitiara: Gracias por lo de buena, ¡me sube la autoestima! Draco y Harry, aún no defino su relación. Si llego a escribir sobre Harry sobre quinto curso, puede que incluso llegue a tener un poco de slash, pero lo veo difícil. (aunque la idea no deja de ser mumuymuy atrayente)
Luadica: ¡Muchísimas gracias por los elogios, chica! A todo esto, no entendí mucho la última frase de tu review, en fin, ojalá te haya gustado este último capítulo.
Norm: Ah, mi Pc también. No sabes lo que cuesta escribir, se traba cada 5 minutos T_T! Nooo, no sabía, yo cacho que pensaba que era alcance de nombres, algo así. La duda que tnego (y que tienen varios más) es como siendo que T.R. escribe el diario a los 16 y lueo sabe quien lo mata, si eso fue TAN después. Hey, a todo esto, porfa, aprovecha de dejar altiro el review del chap. 6! (que descarada, yo ¬¬)
¿Nada más? Creo que no. Ah, si! Por favor, hagan una cruzada, solidaricen con los pobres iraquíes. Han estado atrapados no-se-cuantos-años por ese dictador desgraciado del Tío Saddam, y ahora van a ir a caer en manos de un maldito imperialista peor que ese: el inconsciente de Bush (Adonde la vió que "liberar a Iraq" ¡Puro petróleo quiere ese!). La vida es triste. Como dijo un español que estaba en contra de la guerra "Puede que los señores norteamericanos lleven el progreso a Iraq, al punto en que pueda haber un televisor a color en cada casa. Pero les aseguro que los iraquíes no valorarán ese progreso si sobre los televisores, deben poner las fotografías de sus hijos muertos en la guerra."
Ahora sí, entonces, me despido.
Lynx
