Disclaimer: Todo lo que tenga pinta de Rowliniano no es mío
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
Universo Paralelo
10-
-"Oh, si. Poderes tuyos. Estaban asustadísimos por todo lo que sabes hacer."
De modo que el Director estaba preocupado. Harry no sabía si alegrarse o preocuparse él también. Optó por lo segundo. Era demasiado de madrugada como para calentarse la cabeza.
-¿Por ejemplo?-preguntó Harry, divertido. En realidad, si lo pensaba, él sabía demasiado como para ser un alumno de primero.-¿El pársel? Eso lo sabe todo el colegio, Filidh.
Era cierto. Razón por la cual en Slytherin era inmensamente admirado, y en las otras casas, inmensamente espeluznante.
-"No solo por eso. Diría que estaban más nerviosos por lo de los hechizos sin varita."- siseó Filidh- "Según lo que oí, la varita es un canalizador de la magia de un humano. Utilizar magia conscientemente sin un canalizador, aunque sea una rama de árbol, o una piedra, es algo que debilita tanto a los mamíferos como ustedes, que casi todos los que lo intentan han muerto intentándolo."
Muerto. Fea palabra si uno la oye aplicarse a sí mismo.
-¡Pero yo ni si quiera pierdo el aliento haciéndolo!- se extrañó Harry- ¿Por qué?
-"No lo saben. Y lo que peor les parece es que el único antes que tú que pudo hacer eso en este mismo milenio. . . era Voldemort."
Voldemort. Mierda.
Harry se sentó en la cama, con la mente transformada en rompecabezas. Filidh se enroscó en su regazo.
***
Diciembre. Faltaba un día para las vacaciones, y se acercaba la Navidad a pasos agigantados. Obviamente, se había inscrito en aquella lista de Snape para quedarse en Hogwarts durante las vacaciones de Invierno, no quería amargarse e ir a pasar frío en el orfanato. Tampoco era que le entusiasmase quedarse por la estúpida celebración aquella. Nunca había recibido un regalo. Además, jamás se había sentido identificado con lo que se festejaba en esa fecha. En el orfanato, sus primeras nociones de cristianismo habían sido las del dios castigador del antiguo testamento, el que vigilaba, y esperaba obediencia absoluta y humildad; porque eso a la Drëssden le convenía sobremanera.
Luego de darle muchas vueltas durante su infancia, había llegado a la conclusión de que jamás sería un esclavo de aquel dios tan egoísta y vengativo. No seguiría a alguien que fuera inferior a sí mismo. Aunque, lo más probable, ese era un pensamiento ególatra en exceso.
Harry miró sin ánimo su guiso de verduras. En el castillo hacía cada vez más frío, pero eso no era, a su juicio, una razón suficiente como para atiborrar a los alumnos de sopa. Odiaba la sopa de verduras, aunque la del castillo era significativamente más sustanciosa y agradable al paladar que la de La Esperanza. Pero eran como un sinónimo. Orfanato y Caldo de verduras van de la mano.
Y las tormentas de nieve que azotaban al castillo habían decretado la suspensión de las clases de Botánica. Por lo tanto tenía libre esa hora, para sumirse en oscuros pensamientos internos al lado de la chimenea y una taza de café cargado en la Sala Común de Slytherin.
Y también para dedicarse a averiguar sobre el tal Nicholas Flamel. Le costó elegir entre Sala Común y Biblioteca, pero decidió que le interesaba más averiguar sobre aquel Alquimista que deprimirse.
***
-Hola Ron, Hola Hermione.- saludó Harry, intentando que no se notase su frustración al encontrarlos allí.- ¿Qué hacen en la biblioteca?
-Ella- Ron señaló a Hermione bostezando y poniendo la voz como si se cayera de sueño (era pésimo actor)- Insiste en que estudiemos ¡En Navidad! Creo que realmente ha perdido la cordura por completo.
-No es falta de cordura, Ron- Hermione sonó como si estuviese diciendo lo mismo por enésima vez.- Al contrario, es prepararse para lo que viene. ¡Los exámenes son en cuatro meses!
Harry entornó los ojos. Maldita sabelotodo trabajólica suspiró interiormente. ¿Trabajólica? Eso me viene bien. pensó de inmediato con un chispazo de rapidez mental. Decidió ponerlos a ambos, Weasley y Granger, a buscar a Flamel con él. De acuerdo a lo que había aprendido en los últimos meses, siempre es bueno tener unos cuantos subordinados haciendo parte del trabajo, mientras mayor fuese la carga del resto, mejor. Y siempre podía recurrir a una maldición de amnesia si se salían de la línea, que según su libro eran sencillas. Al fin y al cabo, al pobre de Blaise había que darle un descanso, luego de haberle mantenido revisando libros gruesos y polvorientos desde que se enteró de lo de Nicholas Flamel.
-Bien, yo los buscaba- bajó la voz- porque hay un par de cosas que olvidé contarles luego del partido de Quidditch.
Insistía en que necesitaba una cámara fotográfica. Las caras de aquella parejita de estúpidos era digna de ser congelada en imágenes, luego de haber desembuchado todo sobre el intento de agujerear el suelo con él de Snape, lo que sabía de Cancerbero (como había apodado al perro de tres cabezas), el hecho de que Snape estaba loco por sacar lo que fuese que cuidara el perro, y aquello de Nicholas Flamel.
Como había esperado, cayeron. Se pusieron de inmediato a buscar con él, previo acuerdo de no preguntarle por nada del mundo a Madame Pince.
Realmente, le producía asco la ingenuidad de esos Gryffindors.
***
Grrr. Malfoy para variar entorpeciendo las cosas. La estupidez parecía multiplicársele al infinito por ciertas temporadas, y cada dos o tres semanas volvía a lamerle los zapatos. Era algo insoportable.
Se preguntó si debía volver a utilizar sus conocimientos de magia-sin- varita para asesinarlo. Lástima. Quizá Filidh tenía razón, y no debía hacerlo más. Entonces ¿Qué alternativa le quedaba?
Peor aún, el Perro Faldero había decidido quedarse por navidad solo porque él, Harry, se quedaba. Ya estaba harto. Podían haber dos razones, y no sabía cuál de las dos era más desagradable: O Malfoy en verdad creía que estar del lado de Harry era ventajoso, o era hora de comenzar a dudar seriamente de la heterosexualidad del rubio. Según Blaise, quien por supuesto se revolcaba de risa en esas ocasiones, más plausible era la alternativa dos, porque Malfoy seguía a Harry incluso hasta su dormitorio, y éste debía amenazarlo con echarle una buena cantidad de maldiciones antes de lograr que se fuera.
Se preguntaba si llamar al FBI, o a INTERPOL. Quizá le ayudaban a hacerlo desaparecer.
Sin mencionar que la Sabelotodo se había marchado de vuelta a casa por las fiestas, y había perdido a una valiosa buscadora de información. Harry nunca había conocido a una empollona que desperdiciase tanto tiempo de su vida en la Biblioteca. Ni hablar de Weasley. Era un completo inútil, si Yo- lo-sé-todo Granger no estaba ahí para darle un empujón. Eran tal para cual.
Harry tampoco esperaba recibir regalos de navidad. ¿Qué pensaba, que la vieja cabrona de Drëssden le iba a enviar caramelos y calcetas? ¿Y por lechuza? La sola idea activaba aquel particular sentido del humor a lo Hannibal Lecter que Harry había desarrollado en el orfanato.
En cuanto a dar él regalos (algo a lo que tampoco era aficionado) bien es cierto que poseía un par de libros con información "valiosa", y quizá le regalaría uno a Blaise. Puede que buscase un bonito cubre serpientes negro para que Filidh se abrigase cuando hiciese frío, y si no encontraba uno, le daba un calcetín. Y quizá enviaría unas cuantas maldiciones por correo para Hijo-de-puta Dumbledore, Vieja-cabrona Drëssden, Incompetente-grasoso Snape y Perro-faldero Malfoy, en ese mismo orden de gravedad y envío.
Mierda. Su navidad, hasta el momento, iba bastante bien.
***
Como agua, la suave tela, etérea y plateada, se deslizó en sus manos. Era de una extrema ligereza, más fino que la más perfecta de las sedas. Aire y agua hechos sólido, formando fibras, tejido bordado en el mismo color de mercurio de la tela con tramas imprecisas de galaxias y nebulosas.
Una capa invisible. Su instinto subconsciente lo supo mucho antes que la parte despierta de sí mismo lo advirtiese, apenas la vio deslizarse de aquella burda envoltura de papel navideño. Corrió a probársela delante de un espejo.
Lo único visible era su cabeza. El resto del espejo reflejaba simplemente a través de él.
Esto le permitía pasar literalmente inadvertido si lo deseaba.
Cogió con cuidado la capucha, como temiendo profanar el líquido tejido con sus dedos impuros.
Esto le permitía pasar por delante de las narices de Filch sin ser visto y dedicarse con absoluta libertad al bricolaje de cualquier nivel.
La subió. Despareció por completo.
Esto le abría las puertas de todo el castillo AÚN MÁS a su completo antojo.
Perfecto.
Y se la había mandado Dumbledore. . . Harry sonrió con satisfacción. Se preguntaba quien sería el Asesor de Toma de Decisiones del viejo. Era, realmente, lo más estúpido que al Abuelito N° 1 del planeta se le pudo haber ocurrido. Aunque, generalmente, los Leoncitos son unos incompetentes en ese aspecto, y que el supiera, "siempre actuaban más utilizando el corazón que la cabeza". Aunque dudaba que Dumbledore forzara mucho su corazón luego de aquel infarto. ¿El corazón?. . . Harry comenzaba a asustarse, acaba de hacer un chiste espontáneamente. Tal vez la cercanía (indeseada) con Weasley y Granger le estaba afectando la mente.
Sobre la colcha, apenas vista de pasada, descansaba una nota escrita con la extraña caligrafía de ese débil mental:
"Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir. Ya es tiempo de que te sea devuelto. Úsalo bien. . .
Una muy feliz Navidad para ti"
Úsalo bien- comentó Harry en pársel- Oh, por supuesto que lo haré.
Filidh lanzó un silbido de aprobación desde su negro abrigo de lana.
***
-¡Uh, esto promete!- comentó Blaise observando los contenidos de las bandejas de aquella cena de Navidad.
Harry, la verdad, tenía hambre. Hace mucho tiempo que no se sentía tan animado. El simple hecho de haber recibido una llave del castillo como la capa invisible de las manos del propio director le hacía escuchar mentalmente la Canción de la Alegría (Beethoven) acompañada de coros angelicales todo el tiempo.
Hubiese hecho algún comentario mental sobre lo absolutamente cursi de la decoración, repleta de árboles de navidad con adornos multicolores, pero extrañamente no tenía ganas. Incluso se sentía con ánimos como para charlar largamente con Blaise durante la cena. Y lo raro era que se sentía feliz haciéndolo.
Durante unas estrafalarias dos horas, se olvidó de Dumbledore, de Voldemort, de Drëssden y hasta de La Esperanza. Le hacía bien tener un respiro en ese sentido. Algunas pociones deben reposar antes de continuar con su preparación.
***
Bien, ese era un lío no muy grande. Nada grave, a fin de cuentas. Un libro de la sección prohibida había dado un larguísimo grito cuando intentó abrirlo. Aquello había convocado a Filch instantáneamente. Definitivamente, no hubiese sido algo digno ni de ser tomado en cuenta.
Ahora bien, el lugar al que había ido a parar intentando que Filch no lo oyera moviéndose, era lo interesante.
Una sala vieja y aún más cubierta de tierra que el desván del orfanato. Ni las arañas podrían tolerar tal cantidad de polvo acumulado. Si hubiese sido alérgico, habría sido su muerte.
Había, en la mirad de la sala, un gran espejo, alto hasta el techo, con marcos dorados muy trabajados. A la mente le vinieron los calificativos "Rococó", "Barroco", y "Sobrecargado". En la parte superior ostentaba una inscripción grabada en el oro del marco:
Erised stra ehru oyt ube cafru oyt on wohsi.
¿Qué diría allí? Quizás en cual de todos los idiomas extraños, antiguos, o ambos, estaba escrito. Pero "Erised". . . le recordaba una palabra. . . "Desire", deseo. Deletreó cuidadosamente primero en el sentido en que aquella frase estaba grabada, y luego al revés.
Lotería.
"I show not your face, but your heart desire." No muestro tu rostro, pero si el deseo de tu corazón.- pensó Harry- Dejando de lado lo pésimo que era el poeta que escribió eso, y lo cursi de la frase ¿Cuál será mi deseo?
Dejó caer de pronto la capa invisible y miró la luna del espejo. Aún no se había acercado al objeto en la postura en que éste pudiese reflejarlo. Quería saber, realmente, que era lo que quería.
Avanzó un par de pasos, mientras pudo notar con toda claridad un escalofrío bajando por su espalda.
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
To Be Continued.
Hehe!!! Otro capi! Paciencia, ya viene el tercero que les había prometido para acabar con el retraso, y me termino de poner al día! (por fin y de una vez por todas! U_U')
Yiai! Que genial. . . ya no estaré atrasada. . . Y DEJEN REVIEW, NO SEAN CRUELES CONMIGO. . . Malvados. . . O_o'
Lynx
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Universo Paralelo
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-"Oh, si. Poderes tuyos. Estaban asustadísimos por todo lo que sabes hacer."
De modo que el Director estaba preocupado. Harry no sabía si alegrarse o preocuparse él también. Optó por lo segundo. Era demasiado de madrugada como para calentarse la cabeza.
-¿Por ejemplo?-preguntó Harry, divertido. En realidad, si lo pensaba, él sabía demasiado como para ser un alumno de primero.-¿El pársel? Eso lo sabe todo el colegio, Filidh.
Era cierto. Razón por la cual en Slytherin era inmensamente admirado, y en las otras casas, inmensamente espeluznante.
-"No solo por eso. Diría que estaban más nerviosos por lo de los hechizos sin varita."- siseó Filidh- "Según lo que oí, la varita es un canalizador de la magia de un humano. Utilizar magia conscientemente sin un canalizador, aunque sea una rama de árbol, o una piedra, es algo que debilita tanto a los mamíferos como ustedes, que casi todos los que lo intentan han muerto intentándolo."
Muerto. Fea palabra si uno la oye aplicarse a sí mismo.
-¡Pero yo ni si quiera pierdo el aliento haciéndolo!- se extrañó Harry- ¿Por qué?
-"No lo saben. Y lo que peor les parece es que el único antes que tú que pudo hacer eso en este mismo milenio. . . era Voldemort."
Voldemort. Mierda.
Harry se sentó en la cama, con la mente transformada en rompecabezas. Filidh se enroscó en su regazo.
***
Diciembre. Faltaba un día para las vacaciones, y se acercaba la Navidad a pasos agigantados. Obviamente, se había inscrito en aquella lista de Snape para quedarse en Hogwarts durante las vacaciones de Invierno, no quería amargarse e ir a pasar frío en el orfanato. Tampoco era que le entusiasmase quedarse por la estúpida celebración aquella. Nunca había recibido un regalo. Además, jamás se había sentido identificado con lo que se festejaba en esa fecha. En el orfanato, sus primeras nociones de cristianismo habían sido las del dios castigador del antiguo testamento, el que vigilaba, y esperaba obediencia absoluta y humildad; porque eso a la Drëssden le convenía sobremanera.
Luego de darle muchas vueltas durante su infancia, había llegado a la conclusión de que jamás sería un esclavo de aquel dios tan egoísta y vengativo. No seguiría a alguien que fuera inferior a sí mismo. Aunque, lo más probable, ese era un pensamiento ególatra en exceso.
Harry miró sin ánimo su guiso de verduras. En el castillo hacía cada vez más frío, pero eso no era, a su juicio, una razón suficiente como para atiborrar a los alumnos de sopa. Odiaba la sopa de verduras, aunque la del castillo era significativamente más sustanciosa y agradable al paladar que la de La Esperanza. Pero eran como un sinónimo. Orfanato y Caldo de verduras van de la mano.
Y las tormentas de nieve que azotaban al castillo habían decretado la suspensión de las clases de Botánica. Por lo tanto tenía libre esa hora, para sumirse en oscuros pensamientos internos al lado de la chimenea y una taza de café cargado en la Sala Común de Slytherin.
Y también para dedicarse a averiguar sobre el tal Nicholas Flamel. Le costó elegir entre Sala Común y Biblioteca, pero decidió que le interesaba más averiguar sobre aquel Alquimista que deprimirse.
***
-Hola Ron, Hola Hermione.- saludó Harry, intentando que no se notase su frustración al encontrarlos allí.- ¿Qué hacen en la biblioteca?
-Ella- Ron señaló a Hermione bostezando y poniendo la voz como si se cayera de sueño (era pésimo actor)- Insiste en que estudiemos ¡En Navidad! Creo que realmente ha perdido la cordura por completo.
-No es falta de cordura, Ron- Hermione sonó como si estuviese diciendo lo mismo por enésima vez.- Al contrario, es prepararse para lo que viene. ¡Los exámenes son en cuatro meses!
Harry entornó los ojos. Maldita sabelotodo trabajólica suspiró interiormente. ¿Trabajólica? Eso me viene bien. pensó de inmediato con un chispazo de rapidez mental. Decidió ponerlos a ambos, Weasley y Granger, a buscar a Flamel con él. De acuerdo a lo que había aprendido en los últimos meses, siempre es bueno tener unos cuantos subordinados haciendo parte del trabajo, mientras mayor fuese la carga del resto, mejor. Y siempre podía recurrir a una maldición de amnesia si se salían de la línea, que según su libro eran sencillas. Al fin y al cabo, al pobre de Blaise había que darle un descanso, luego de haberle mantenido revisando libros gruesos y polvorientos desde que se enteró de lo de Nicholas Flamel.
-Bien, yo los buscaba- bajó la voz- porque hay un par de cosas que olvidé contarles luego del partido de Quidditch.
Insistía en que necesitaba una cámara fotográfica. Las caras de aquella parejita de estúpidos era digna de ser congelada en imágenes, luego de haber desembuchado todo sobre el intento de agujerear el suelo con él de Snape, lo que sabía de Cancerbero (como había apodado al perro de tres cabezas), el hecho de que Snape estaba loco por sacar lo que fuese que cuidara el perro, y aquello de Nicholas Flamel.
Como había esperado, cayeron. Se pusieron de inmediato a buscar con él, previo acuerdo de no preguntarle por nada del mundo a Madame Pince.
Realmente, le producía asco la ingenuidad de esos Gryffindors.
***
Grrr. Malfoy para variar entorpeciendo las cosas. La estupidez parecía multiplicársele al infinito por ciertas temporadas, y cada dos o tres semanas volvía a lamerle los zapatos. Era algo insoportable.
Se preguntó si debía volver a utilizar sus conocimientos de magia-sin- varita para asesinarlo. Lástima. Quizá Filidh tenía razón, y no debía hacerlo más. Entonces ¿Qué alternativa le quedaba?
Peor aún, el Perro Faldero había decidido quedarse por navidad solo porque él, Harry, se quedaba. Ya estaba harto. Podían haber dos razones, y no sabía cuál de las dos era más desagradable: O Malfoy en verdad creía que estar del lado de Harry era ventajoso, o era hora de comenzar a dudar seriamente de la heterosexualidad del rubio. Según Blaise, quien por supuesto se revolcaba de risa en esas ocasiones, más plausible era la alternativa dos, porque Malfoy seguía a Harry incluso hasta su dormitorio, y éste debía amenazarlo con echarle una buena cantidad de maldiciones antes de lograr que se fuera.
Se preguntaba si llamar al FBI, o a INTERPOL. Quizá le ayudaban a hacerlo desaparecer.
Sin mencionar que la Sabelotodo se había marchado de vuelta a casa por las fiestas, y había perdido a una valiosa buscadora de información. Harry nunca había conocido a una empollona que desperdiciase tanto tiempo de su vida en la Biblioteca. Ni hablar de Weasley. Era un completo inútil, si Yo- lo-sé-todo Granger no estaba ahí para darle un empujón. Eran tal para cual.
Harry tampoco esperaba recibir regalos de navidad. ¿Qué pensaba, que la vieja cabrona de Drëssden le iba a enviar caramelos y calcetas? ¿Y por lechuza? La sola idea activaba aquel particular sentido del humor a lo Hannibal Lecter que Harry había desarrollado en el orfanato.
En cuanto a dar él regalos (algo a lo que tampoco era aficionado) bien es cierto que poseía un par de libros con información "valiosa", y quizá le regalaría uno a Blaise. Puede que buscase un bonito cubre serpientes negro para que Filidh se abrigase cuando hiciese frío, y si no encontraba uno, le daba un calcetín. Y quizá enviaría unas cuantas maldiciones por correo para Hijo-de-puta Dumbledore, Vieja-cabrona Drëssden, Incompetente-grasoso Snape y Perro-faldero Malfoy, en ese mismo orden de gravedad y envío.
Mierda. Su navidad, hasta el momento, iba bastante bien.
***
Como agua, la suave tela, etérea y plateada, se deslizó en sus manos. Era de una extrema ligereza, más fino que la más perfecta de las sedas. Aire y agua hechos sólido, formando fibras, tejido bordado en el mismo color de mercurio de la tela con tramas imprecisas de galaxias y nebulosas.
Una capa invisible. Su instinto subconsciente lo supo mucho antes que la parte despierta de sí mismo lo advirtiese, apenas la vio deslizarse de aquella burda envoltura de papel navideño. Corrió a probársela delante de un espejo.
Lo único visible era su cabeza. El resto del espejo reflejaba simplemente a través de él.
Esto le permitía pasar literalmente inadvertido si lo deseaba.
Cogió con cuidado la capucha, como temiendo profanar el líquido tejido con sus dedos impuros.
Esto le permitía pasar por delante de las narices de Filch sin ser visto y dedicarse con absoluta libertad al bricolaje de cualquier nivel.
La subió. Despareció por completo.
Esto le abría las puertas de todo el castillo AÚN MÁS a su completo antojo.
Perfecto.
Y se la había mandado Dumbledore. . . Harry sonrió con satisfacción. Se preguntaba quien sería el Asesor de Toma de Decisiones del viejo. Era, realmente, lo más estúpido que al Abuelito N° 1 del planeta se le pudo haber ocurrido. Aunque, generalmente, los Leoncitos son unos incompetentes en ese aspecto, y que el supiera, "siempre actuaban más utilizando el corazón que la cabeza". Aunque dudaba que Dumbledore forzara mucho su corazón luego de aquel infarto. ¿El corazón?. . . Harry comenzaba a asustarse, acaba de hacer un chiste espontáneamente. Tal vez la cercanía (indeseada) con Weasley y Granger le estaba afectando la mente.
Sobre la colcha, apenas vista de pasada, descansaba una nota escrita con la extraña caligrafía de ese débil mental:
"Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir. Ya es tiempo de que te sea devuelto. Úsalo bien. . .
Una muy feliz Navidad para ti"
Úsalo bien- comentó Harry en pársel- Oh, por supuesto que lo haré.
Filidh lanzó un silbido de aprobación desde su negro abrigo de lana.
***
-¡Uh, esto promete!- comentó Blaise observando los contenidos de las bandejas de aquella cena de Navidad.
Harry, la verdad, tenía hambre. Hace mucho tiempo que no se sentía tan animado. El simple hecho de haber recibido una llave del castillo como la capa invisible de las manos del propio director le hacía escuchar mentalmente la Canción de la Alegría (Beethoven) acompañada de coros angelicales todo el tiempo.
Hubiese hecho algún comentario mental sobre lo absolutamente cursi de la decoración, repleta de árboles de navidad con adornos multicolores, pero extrañamente no tenía ganas. Incluso se sentía con ánimos como para charlar largamente con Blaise durante la cena. Y lo raro era que se sentía feliz haciéndolo.
Durante unas estrafalarias dos horas, se olvidó de Dumbledore, de Voldemort, de Drëssden y hasta de La Esperanza. Le hacía bien tener un respiro en ese sentido. Algunas pociones deben reposar antes de continuar con su preparación.
***
Bien, ese era un lío no muy grande. Nada grave, a fin de cuentas. Un libro de la sección prohibida había dado un larguísimo grito cuando intentó abrirlo. Aquello había convocado a Filch instantáneamente. Definitivamente, no hubiese sido algo digno ni de ser tomado en cuenta.
Ahora bien, el lugar al que había ido a parar intentando que Filch no lo oyera moviéndose, era lo interesante.
Una sala vieja y aún más cubierta de tierra que el desván del orfanato. Ni las arañas podrían tolerar tal cantidad de polvo acumulado. Si hubiese sido alérgico, habría sido su muerte.
Había, en la mirad de la sala, un gran espejo, alto hasta el techo, con marcos dorados muy trabajados. A la mente le vinieron los calificativos "Rococó", "Barroco", y "Sobrecargado". En la parte superior ostentaba una inscripción grabada en el oro del marco:
Erised stra ehru oyt ube cafru oyt on wohsi.
¿Qué diría allí? Quizás en cual de todos los idiomas extraños, antiguos, o ambos, estaba escrito. Pero "Erised". . . le recordaba una palabra. . . "Desire", deseo. Deletreó cuidadosamente primero en el sentido en que aquella frase estaba grabada, y luego al revés.
Lotería.
"I show not your face, but your heart desire." No muestro tu rostro, pero si el deseo de tu corazón.- pensó Harry- Dejando de lado lo pésimo que era el poeta que escribió eso, y lo cursi de la frase ¿Cuál será mi deseo?
Dejó caer de pronto la capa invisible y miró la luna del espejo. Aún no se había acercado al objeto en la postura en que éste pudiese reflejarlo. Quería saber, realmente, que era lo que quería.
Avanzó un par de pasos, mientras pudo notar con toda claridad un escalofrío bajando por su espalda.
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
To Be Continued.
Hehe!!! Otro capi! Paciencia, ya viene el tercero que les había prometido para acabar con el retraso, y me termino de poner al día! (por fin y de una vez por todas! U_U')
Yiai! Que genial. . . ya no estaré atrasada. . . Y DEJEN REVIEW, NO SEAN CRUELES CONMIGO. . . Malvados. . . O_o'
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