Disclaimer: Todo lo que tenga pinta de Rowliniano no es mío
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
Universo Paralelo
11-
Dio otro paso. Al parecer, aún faltaba para que el espejo lo reflejase a la distancia adecuada porque no mostraba nada.
Lo acometió la sospecha de que su corazón no desease ninguna cosa, lo cual, luego de pensarlo por un segundo más, era realmente una idea estúpida.
Avanzó otro paso.
Fue como ver una película, aunque no había estado jamás en el cine.
Una ciudad que reconoció como Londres. Drëssden muerta a sus pies. El orfanato ardiendo en llamas.
Otra escena.
Un asesinato. Un destello de luz verde saliendo de la punta de su varita. El anciano director frente a él no podía hacer nada por esquivarlo.
Otra escena.
Un duelo de magos. La fuerza de ambos contrincantes era tal, que los hechizos convertían en ceniza el paisaje a su alrededor. Vio el rostro de Voldemort sonriéndole con malicia. Descargas de energía mágica provocaban ondas de choque similares a las que produce una bomba atómica. Voldemort rendido, humillado a sus pies. Harry disfrutando mientras lo torturaba hasta la muerte.
Otra escena.
Un niño al que pudo reconocer como a sí mismo, jugando en el antejardín de una casa mientras dos adultos le miraban. Uno era un hombre de pelo despeinado y negro. Otra era una mujer de cabello rojo y ojos verdes.
Si se tomaba en cuenta el estilo de la secuencia, la última parte de su visión no tenía nada que hacer ahí. No iba de acuerdo a las otras. Y podría decirse que Harry necesitaba terapia si esos eran sus verdaderos deseos.
El dolor en la cabeza y en el pecho era horrible. Era como si lo que había visto estuviese provocando algún tipo de interferencia entre el pensamiento lineal y las emociones. Le estaba costando respirar, dolía. Agobiado por las imágenes, perdió el conocimiento, cayendo como fulminado al helado y tierroso suelo de piedra.
Bonita forma de terminar la Navidad.
***
Esto era una auténtica maldición.
Otra vez en la asquerosa enfermería, en manos de la idiota de Pomfrey y su mugriento chocolate.
Odiaba encontrarse en situaciones como esas.
***
Se tornó una obsesión.
Continuó yendo a la habitación con el espejo cada noche. Entonces, se enrollaba en la capa invisible, con la capucha puesta y abrigado, se sentaba en el suelo a contemplar las imágenes de espejo. A pesar de que siempre eran las mismas.
Dependiendo de su estado de ánimo, provocaban en él una reacción distinta. A veces cada una de las escenas le provocaba una herida profunda en el alma. A veces solo se tragaba la primera parte para ver aquella estampa de familia feliz que pudo haber tenido.
Las imágenes siempre terminaban obligándole a pensar en aquellos planes de venganza. Fueran intentos de recapacitar, o echarle más leña al fuego.
Y sinceramente, muchas veces, la mayor parte, las disfrutaba con la mente inundada del placer sádico que la muerte y la tortura podían llegar a causar.
-¿Entonces, de vuelta otra vez, Harry?
Viejo bastardo. Maldito. Maldito.
Por supuesto, debió haber contado con que la capa invisible tendría algún tipo de trampa. El viejo repugnante podía verle incluso con ella puesta.
Quizá no debió subestimar tanto al maldito cabrón.
Simuló un pánico que no sentía. La capa invisible resbaló de sus dedos, mientras se forzó a estar pálido y tener los ojos más abiertos de lo común. Que asco se daba Harry a sí mismo al actuar de forma tan hipócrita. Pero no había otra forma.
-Profesor Dumbledore, yo. . . no sabía que estaba aquí, señor.
Silencio. El director pareció querer iniciar una conversación. Harry tuvo que seguirle la corriente.
-Entonces, tú como cientos antes, descubriste las delicias del espejo de Erised. Supongo que sabes como funciona, ¿no?- le dijo con una sonrisita. Harry suspiró aliviado. Demasiado, a juzgar por la respuesta.
-Según lo que está escrito en el marco, muestra el deseo más profundo. . . -susurró antes de que pudiese arrepentirse. Los ojos de un celeste irisado que poseía el director se clavaron con intensidad en los suyos. El aguijonazo que provoca el "Mierda, creo que hablé de más" se sintió por toda su espina dorsal.
-Muy inteligente, Harry. Me alegra que te hayas dado cuenta.
Dumbledore hizo ademán de irse. Antes de cruzar el dintel de la puerta, giró un poco y agregó:
- El espejo será llevado a otra parte mañana, Harry. Y te ruego que no lo busques otra vez. Si vuelves a encontrártelo, espero que estés preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir. Ahora, ¿Por qué no te pones de nuevo esa admirable capa y te vas a la cama?
Y desapareció.
Harry decididamente odiaba los finales con moraleja. Quizá el viejo había querido hacer alguna salida espectacular, cosa que a el no le impresionaba en lo más mínimo.
¿Quién se creía ese despreciable para darle a Harry consejos sobre filosofía y la Ética del Comportamiento?
No iba a ser Dumbledore quien le prohibiera volverse a encontrar con el espejo. Tenía el presentimiento de que volvería a tropezar con el antes de que terminase el año escolar.
***
La fiesta de año nuevo que estaban organizando en Slytherin en serio prometía ser excelente. Ese año, por alguna razón, se había quedado más de la mitad de la Casa, sobre todo los alumnos mayores. Eran cerca de cincuenta alumnos en total.
Harry no participó en los preparativos. Tampoco tenía intenciones de asistir. La insistencia de Blaise fue lo que lo empujó a acompañarlo ahí, aunque fuese por media hora.
Asqueroso el ambiente, al parecer de Harry.
La fiesta estaba en su punto álgido, al parecer de Blaise.
Música de estilo gótico salida de No-sé-donde. Alumnos vestidos en su mayoría de negro, moviéndose en la pista. Luces cambiantes. Humo de tabaco y hachís. Alcohol.
Harry se juró que no bailaría.
Cogió un vaso de una de las mesas. Parecía ron, vodka, o qué importaba. Bebió hasta el fondo.
Estaba acostumbrado. Había hablado enserio aquella vez con Alex Crawnell. En verdad, en ocasiones conseguía algo de alcohol para sí mismo.
Faltaban cinco minutos para las doce de la noche. Blaise ya estaba reventado de bailar en la pista, y Harry estaba a sus once años más ebrio que nunca en su vida.
Cuenta atrás. 5. . . 4. . . 3. . . 2. . . 1
Exclamaciones de alegría y abrazos de año nuevo.
Entre la bruma en su cerebro, Harry percibió que alguien lo abrazaba por detrás y sintió el aliento cálido de alguien en el cuello. Giró, y enfrentó una melena rubia que le pareció familiar. No sabía de quien se trataba: estaba oscuro, y sus ojos no enfocaban bien. Lo cierto es que, quien fuese, venía con más alcohol en la sangre que el mismo Harry.
-Feliz año nuevo, Harry.- moduló Malfoy. Lo más probable era que las facultades de reacción de Harry se hubiesen reducido al mínimo. Estaba demasiado mareado. No tuvo demasiadas opciones de luchar contra el cuerpo que lo presionaba contra la pared, ni contra los labios que se unieron a los suyos bruscamente.
Malfoy lamió suavemente los labios de Harry, quien, inconscientemente los abrió y sintió la lengua del otro recorriendo cada punto de su boca. Era extrañamente placentero.
Recuperó algo de su lucidez bruscamente. Vio de quien se trataba y un asco sin límites se apoderó de sí mismo y del rubio, de quien se separó con toda la violencia que pudo. Segundos más tarde, Malfoy yacía en el suelo asfixiándose y con varios hechizos desmemorizantes en el cuerpo, mientras Harry miraba jadeando de rabia.
Apenas se hubo desquitado lo suficiente para no matarlo, Harry dejó que esa perra rubia respirase un poco.
Bien, este era otro trauma para agregar a su lista. Malfoy y sus millones de galleons pagarían la terapia.
Que asco de fiesta.
Ubicó a Blaise como pudo, tratando de no perder el equilibrio. Lo encontró, y le avisó que se iba a la cama. Blaise lo detuvo:
-Espera, Harry, antes de que te vayas. . . perdona por no haberte dicho antes. Una de las chicas aquí- señaló a Amalia Vázquez- me ha hablado sobre Nicholas Flamel. Es un alquimista. El único creador conocido de la Piedra Filosofal.
-Oh, bien. . . -musitó Harry. Blaise pareció entender que no le había oído, y que no estaba en sus cabales, así que lo acompañó hasta su cuarto.
***
Otro partido de Quidditch se aproximaba. Ya no sabía si en verdad quería jugar. Se recordó a sí mismo que era capitán del equipo, por lo tanto no podía fallarles a esos retrasados. Haría falta tiempo para enseñarles a jugar como correspondía. Y no iba a resignarse a admitir que no podría.
Lo único que le causaba distracción durante los entrenamientos, era la noticia de que Snape había solicitado el arbitraje del partido. No le tenía miedo, pero no deseaba volver a dar saltos sobre su escoba como en un rodeo.
Las clases de pociones eran ocasiones para desquitarse. Cuando el idiota grasiento de Snape se daba cuenta de que no podría atraparle por el área de "Conocimientos", y menos por la de "Preparación de pociones", comenzó a hacer comentarios hirientes sobre los orígenes de Harry, quien le respondía en peores términos sin recibir algún castigo. Y Harry, por supuesto, era mil veces más sarcástico e hiriente si le daba la gana. Y le daba.
Hufflepuff era un equipo débil y mal constituido. Estaría bien para entrenar a los muchachos del equipo.
La fecha del partido estaba fijada en tres semanas después del fin de vacaciones. Las cuales pasaron excesivamente rápido.
***
Corroborando sus sospechas, Hufflepuff resultó ser un equipo extremadamente fácil. Dejó que los chicos practicasen, mientras mantenía a Cedric Diggory, seeker del otro equipo, lo suficientemente ocupado para que no le diese problemas.
Cinco minutos después, harto de inactividad, decidió que era demasiada práctica y se lanzó en una espectacular zambullida sobre la snitch.
Está de más decir que el juego terminó en ese preciso instante, 30 a 170 a favor de Slytherin.
***
Un rato después, Harry iba saliendo del camarín con la túnica verde de juego prolijamente doblada bajo el brazo. Llevaba en la otra mano la Nimbus Two Thousand, para dejarla de vuelta en su baúl.
Era algo extraño ver a Snape escabulléndose por entre una rendija de las puertas del castillo, intentando no ser visto. Harry no lo pensó dos veces, saltó sobre su escoba y lo siguió desde el aire hasta los lindes del Bosque Prohibido.
Escena peculiar y hasta jocosa.
Snape amenazando a ese idiota cobarde de Quirrel. Por supuesto que "Squirrel" temblaba como una hoja, lo más probable es que orinado de miedo. Y la conversación de Snape no apuntaba precisamente a la obtención de favores sexuales por parte de aquel otro sarnoso.
-N-no sé p-por qué querías en-encontrarme aquí, de de entre to-todo los l- lugares, Severus.
-Oh, pensé que íbamos a mantener esto en privado. Después de todo, se supone que los alumnos no saben nada sobre la Piedra Filosofal.
Quirrel tartamudeó algo que no pudo entender. Harry bajó unos centímetros, queriendo oír mejor.
-¿Ya averiguaste como pasar a esa bestia de Hagrid, Quirrel?
El recuerdo nublado de lo que Blaise le había referido al final de la fiesta volvió a él con la rapidez del relámpago. Lo que estaba oculto en la puerta trampa era la Piedra Filosofal. El elixir de la vida eterna, que además transformaba los metales en oro puro. ¿Y "Cancerbero" era de Hagrid?
-P-pero Severus, yo. . .
-Tu no querrás que yo sea tu enemigo, Quirrell. Vamos a tener una charlita muy pronto, cuando hayas decidido donde están tus lealtades.
Harry tardó un poco en procesar la información. De pronto cayó en la cuenta:
Snape también buscaba la Piedra Filosofal
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
To Be Continued.
Uf. El tercer capítulo. Ahora por fin estoy al día.
¿Qué les ha parecido el pequeño "slash" que hubo en este capítulo? Perdonen si fue un poco (mucho) extraño. Pero la parte enfermiza de mi mente hace rato que quería meter algo así en el fic, y no pareció tener consideración por la tierna edad de los adorables protagonistas.
Ah, si! Y Harry, al menos aquí, será hetero, porque es mío!
Perdonen tantas incoherencias juntas. Es muy tarde, y me hacen falta horas de sueño.
Porfaaa!!!!!!! Dejen REVIEW!!!!!!!!!
Lynx
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Universo Paralelo
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Dio otro paso. Al parecer, aún faltaba para que el espejo lo reflejase a la distancia adecuada porque no mostraba nada.
Lo acometió la sospecha de que su corazón no desease ninguna cosa, lo cual, luego de pensarlo por un segundo más, era realmente una idea estúpida.
Avanzó otro paso.
Fue como ver una película, aunque no había estado jamás en el cine.
Una ciudad que reconoció como Londres. Drëssden muerta a sus pies. El orfanato ardiendo en llamas.
Otra escena.
Un asesinato. Un destello de luz verde saliendo de la punta de su varita. El anciano director frente a él no podía hacer nada por esquivarlo.
Otra escena.
Un duelo de magos. La fuerza de ambos contrincantes era tal, que los hechizos convertían en ceniza el paisaje a su alrededor. Vio el rostro de Voldemort sonriéndole con malicia. Descargas de energía mágica provocaban ondas de choque similares a las que produce una bomba atómica. Voldemort rendido, humillado a sus pies. Harry disfrutando mientras lo torturaba hasta la muerte.
Otra escena.
Un niño al que pudo reconocer como a sí mismo, jugando en el antejardín de una casa mientras dos adultos le miraban. Uno era un hombre de pelo despeinado y negro. Otra era una mujer de cabello rojo y ojos verdes.
Si se tomaba en cuenta el estilo de la secuencia, la última parte de su visión no tenía nada que hacer ahí. No iba de acuerdo a las otras. Y podría decirse que Harry necesitaba terapia si esos eran sus verdaderos deseos.
El dolor en la cabeza y en el pecho era horrible. Era como si lo que había visto estuviese provocando algún tipo de interferencia entre el pensamiento lineal y las emociones. Le estaba costando respirar, dolía. Agobiado por las imágenes, perdió el conocimiento, cayendo como fulminado al helado y tierroso suelo de piedra.
Bonita forma de terminar la Navidad.
***
Esto era una auténtica maldición.
Otra vez en la asquerosa enfermería, en manos de la idiota de Pomfrey y su mugriento chocolate.
Odiaba encontrarse en situaciones como esas.
***
Se tornó una obsesión.
Continuó yendo a la habitación con el espejo cada noche. Entonces, se enrollaba en la capa invisible, con la capucha puesta y abrigado, se sentaba en el suelo a contemplar las imágenes de espejo. A pesar de que siempre eran las mismas.
Dependiendo de su estado de ánimo, provocaban en él una reacción distinta. A veces cada una de las escenas le provocaba una herida profunda en el alma. A veces solo se tragaba la primera parte para ver aquella estampa de familia feliz que pudo haber tenido.
Las imágenes siempre terminaban obligándole a pensar en aquellos planes de venganza. Fueran intentos de recapacitar, o echarle más leña al fuego.
Y sinceramente, muchas veces, la mayor parte, las disfrutaba con la mente inundada del placer sádico que la muerte y la tortura podían llegar a causar.
-¿Entonces, de vuelta otra vez, Harry?
Viejo bastardo. Maldito. Maldito.
Por supuesto, debió haber contado con que la capa invisible tendría algún tipo de trampa. El viejo repugnante podía verle incluso con ella puesta.
Quizá no debió subestimar tanto al maldito cabrón.
Simuló un pánico que no sentía. La capa invisible resbaló de sus dedos, mientras se forzó a estar pálido y tener los ojos más abiertos de lo común. Que asco se daba Harry a sí mismo al actuar de forma tan hipócrita. Pero no había otra forma.
-Profesor Dumbledore, yo. . . no sabía que estaba aquí, señor.
Silencio. El director pareció querer iniciar una conversación. Harry tuvo que seguirle la corriente.
-Entonces, tú como cientos antes, descubriste las delicias del espejo de Erised. Supongo que sabes como funciona, ¿no?- le dijo con una sonrisita. Harry suspiró aliviado. Demasiado, a juzgar por la respuesta.
-Según lo que está escrito en el marco, muestra el deseo más profundo. . . -susurró antes de que pudiese arrepentirse. Los ojos de un celeste irisado que poseía el director se clavaron con intensidad en los suyos. El aguijonazo que provoca el "Mierda, creo que hablé de más" se sintió por toda su espina dorsal.
-Muy inteligente, Harry. Me alegra que te hayas dado cuenta.
Dumbledore hizo ademán de irse. Antes de cruzar el dintel de la puerta, giró un poco y agregó:
- El espejo será llevado a otra parte mañana, Harry. Y te ruego que no lo busques otra vez. Si vuelves a encontrártelo, espero que estés preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir. Ahora, ¿Por qué no te pones de nuevo esa admirable capa y te vas a la cama?
Y desapareció.
Harry decididamente odiaba los finales con moraleja. Quizá el viejo había querido hacer alguna salida espectacular, cosa que a el no le impresionaba en lo más mínimo.
¿Quién se creía ese despreciable para darle a Harry consejos sobre filosofía y la Ética del Comportamiento?
No iba a ser Dumbledore quien le prohibiera volverse a encontrar con el espejo. Tenía el presentimiento de que volvería a tropezar con el antes de que terminase el año escolar.
***
La fiesta de año nuevo que estaban organizando en Slytherin en serio prometía ser excelente. Ese año, por alguna razón, se había quedado más de la mitad de la Casa, sobre todo los alumnos mayores. Eran cerca de cincuenta alumnos en total.
Harry no participó en los preparativos. Tampoco tenía intenciones de asistir. La insistencia de Blaise fue lo que lo empujó a acompañarlo ahí, aunque fuese por media hora.
Asqueroso el ambiente, al parecer de Harry.
La fiesta estaba en su punto álgido, al parecer de Blaise.
Música de estilo gótico salida de No-sé-donde. Alumnos vestidos en su mayoría de negro, moviéndose en la pista. Luces cambiantes. Humo de tabaco y hachís. Alcohol.
Harry se juró que no bailaría.
Cogió un vaso de una de las mesas. Parecía ron, vodka, o qué importaba. Bebió hasta el fondo.
Estaba acostumbrado. Había hablado enserio aquella vez con Alex Crawnell. En verdad, en ocasiones conseguía algo de alcohol para sí mismo.
Faltaban cinco minutos para las doce de la noche. Blaise ya estaba reventado de bailar en la pista, y Harry estaba a sus once años más ebrio que nunca en su vida.
Cuenta atrás. 5. . . 4. . . 3. . . 2. . . 1
Exclamaciones de alegría y abrazos de año nuevo.
Entre la bruma en su cerebro, Harry percibió que alguien lo abrazaba por detrás y sintió el aliento cálido de alguien en el cuello. Giró, y enfrentó una melena rubia que le pareció familiar. No sabía de quien se trataba: estaba oscuro, y sus ojos no enfocaban bien. Lo cierto es que, quien fuese, venía con más alcohol en la sangre que el mismo Harry.
-Feliz año nuevo, Harry.- moduló Malfoy. Lo más probable era que las facultades de reacción de Harry se hubiesen reducido al mínimo. Estaba demasiado mareado. No tuvo demasiadas opciones de luchar contra el cuerpo que lo presionaba contra la pared, ni contra los labios que se unieron a los suyos bruscamente.
Malfoy lamió suavemente los labios de Harry, quien, inconscientemente los abrió y sintió la lengua del otro recorriendo cada punto de su boca. Era extrañamente placentero.
Recuperó algo de su lucidez bruscamente. Vio de quien se trataba y un asco sin límites se apoderó de sí mismo y del rubio, de quien se separó con toda la violencia que pudo. Segundos más tarde, Malfoy yacía en el suelo asfixiándose y con varios hechizos desmemorizantes en el cuerpo, mientras Harry miraba jadeando de rabia.
Apenas se hubo desquitado lo suficiente para no matarlo, Harry dejó que esa perra rubia respirase un poco.
Bien, este era otro trauma para agregar a su lista. Malfoy y sus millones de galleons pagarían la terapia.
Que asco de fiesta.
Ubicó a Blaise como pudo, tratando de no perder el equilibrio. Lo encontró, y le avisó que se iba a la cama. Blaise lo detuvo:
-Espera, Harry, antes de que te vayas. . . perdona por no haberte dicho antes. Una de las chicas aquí- señaló a Amalia Vázquez- me ha hablado sobre Nicholas Flamel. Es un alquimista. El único creador conocido de la Piedra Filosofal.
-Oh, bien. . . -musitó Harry. Blaise pareció entender que no le había oído, y que no estaba en sus cabales, así que lo acompañó hasta su cuarto.
***
Otro partido de Quidditch se aproximaba. Ya no sabía si en verdad quería jugar. Se recordó a sí mismo que era capitán del equipo, por lo tanto no podía fallarles a esos retrasados. Haría falta tiempo para enseñarles a jugar como correspondía. Y no iba a resignarse a admitir que no podría.
Lo único que le causaba distracción durante los entrenamientos, era la noticia de que Snape había solicitado el arbitraje del partido. No le tenía miedo, pero no deseaba volver a dar saltos sobre su escoba como en un rodeo.
Las clases de pociones eran ocasiones para desquitarse. Cuando el idiota grasiento de Snape se daba cuenta de que no podría atraparle por el área de "Conocimientos", y menos por la de "Preparación de pociones", comenzó a hacer comentarios hirientes sobre los orígenes de Harry, quien le respondía en peores términos sin recibir algún castigo. Y Harry, por supuesto, era mil veces más sarcástico e hiriente si le daba la gana. Y le daba.
Hufflepuff era un equipo débil y mal constituido. Estaría bien para entrenar a los muchachos del equipo.
La fecha del partido estaba fijada en tres semanas después del fin de vacaciones. Las cuales pasaron excesivamente rápido.
***
Corroborando sus sospechas, Hufflepuff resultó ser un equipo extremadamente fácil. Dejó que los chicos practicasen, mientras mantenía a Cedric Diggory, seeker del otro equipo, lo suficientemente ocupado para que no le diese problemas.
Cinco minutos después, harto de inactividad, decidió que era demasiada práctica y se lanzó en una espectacular zambullida sobre la snitch.
Está de más decir que el juego terminó en ese preciso instante, 30 a 170 a favor de Slytherin.
***
Un rato después, Harry iba saliendo del camarín con la túnica verde de juego prolijamente doblada bajo el brazo. Llevaba en la otra mano la Nimbus Two Thousand, para dejarla de vuelta en su baúl.
Era algo extraño ver a Snape escabulléndose por entre una rendija de las puertas del castillo, intentando no ser visto. Harry no lo pensó dos veces, saltó sobre su escoba y lo siguió desde el aire hasta los lindes del Bosque Prohibido.
Escena peculiar y hasta jocosa.
Snape amenazando a ese idiota cobarde de Quirrel. Por supuesto que "Squirrel" temblaba como una hoja, lo más probable es que orinado de miedo. Y la conversación de Snape no apuntaba precisamente a la obtención de favores sexuales por parte de aquel otro sarnoso.
-N-no sé p-por qué querías en-encontrarme aquí, de de entre to-todo los l- lugares, Severus.
-Oh, pensé que íbamos a mantener esto en privado. Después de todo, se supone que los alumnos no saben nada sobre la Piedra Filosofal.
Quirrel tartamudeó algo que no pudo entender. Harry bajó unos centímetros, queriendo oír mejor.
-¿Ya averiguaste como pasar a esa bestia de Hagrid, Quirrel?
El recuerdo nublado de lo que Blaise le había referido al final de la fiesta volvió a él con la rapidez del relámpago. Lo que estaba oculto en la puerta trampa era la Piedra Filosofal. El elixir de la vida eterna, que además transformaba los metales en oro puro. ¿Y "Cancerbero" era de Hagrid?
-P-pero Severus, yo. . .
-Tu no querrás que yo sea tu enemigo, Quirrell. Vamos a tener una charlita muy pronto, cuando hayas decidido donde están tus lealtades.
Harry tardó un poco en procesar la información. De pronto cayó en la cuenta:
Snape también buscaba la Piedra Filosofal
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
To Be Continued.
Uf. El tercer capítulo. Ahora por fin estoy al día.
¿Qué les ha parecido el pequeño "slash" que hubo en este capítulo? Perdonen si fue un poco (mucho) extraño. Pero la parte enfermiza de mi mente hace rato que quería meter algo así en el fic, y no pareció tener consideración por la tierna edad de los adorables protagonistas.
Ah, si! Y Harry, al menos aquí, será hetero, porque es mío!
Perdonen tantas incoherencias juntas. Es muy tarde, y me hacen falta horas de sueño.
Porfaaa!!!!!!! Dejen REVIEW!!!!!!!!!
Lynx
