*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
Universo Paralelo
14- It doesn't even matter...
En el orden cronológico mental que se fabricó para conservar la cordura y ayudar a pasar las horas, contabilizó una cantidad más o menos respetable de obstáculos de bajo nivel después de Fluffy, antes de llegar a la Piedra Filosofal.
El amable cachorrito tricéfalo (de Hagrid) roncaba aún cuando se vio atrapado en un Devil's Snare (de Sprout), que ya había reducido a cenizas cuando atrapó con facilidad la llave voladora (Flitwick), que abrió la puerta hacia el ajedrez gigante (Mc Gonagall), que lo dejó pasar a un cuartucho con un trasgo muerto (Quirrell), que a su vez daba paso a una pieza con una mesa llena de pociones y un acertijo (obviamente, de Snape). Todo muy fácil, muy bonito, muy cordial.
Harry sonrió con sarcasmo al pensar en la de trabajos que se habría dado el anciano senil de Dumbledore, para montar ese mediocre laberinto en el sótano del castillo, y tuvo que reprimir una carcajada imaginándose que el viejo pensaba que algo como eso sería capaz de detener a nadie.
-"Un niñito de primer curso fue capaz de pasarlo. . . ¿qué mierda pensaba el Director que era Voldemort? ¿Un vendedor de helados?" -se acomodó en las escalinatas de piedra. No podía levantarse. Estaba demasiado cansado, y todavía le dolía el cuerpo, donde Quirrell, ese falso cobarde y traidor, le había amarrado.
¿Quirrel?
Parece ser que toda su línea de pensamiento, había tenido una falla: el pesado de Snape solo era eso: un amargado desagradable, con ganas de ser sarcástico. El "malo", igual que en las películas baratas de detectives, era el que menos posibilidades tenía de serlo.
De alguna forma exótica, al verse en el Espejo de Erised, vio no solo el rollo completo de venganzas y vida familiar. Se vio con la Piedra Filosofal en la mano, usándola para beneficio propio. Y de una forma aún más rara, ésta había terminado en el bolsillo de su pantalón. Voldemort, habitando como un piojo en la parte posterior de la cabeza del profe gallina, le había ofrecido de todo a cambio de la Piedra. Todo. Incluso la recuperación de esa familia a la que no alcanzó a conocer de forma consciente.
Harry solo pudo reirse en su cara.
-¡Por favor! ¿Tú que sabes de mis deseos?- le espetó, con el rostro crispado en una sonrisa irónica.
-Sé que quieres venganza. Acabar con la perra de Von Drëssden. No lo ocultes, sé leer en los corazones del resto. Y aprecio a los enemigos inteligentes. No pierdes nada uniéndote a mi.
-Aprecio, mi estimadísimo Voldie, tu oferta. ¿Pero sabes qué? Tiene un fallo importante: Me priva de mi segunda venganza, la que tendré contra ti. ¿No dices que lees las mentes? Sabes lo que pienso de ti, y toda tu podredumbre.
"Atrápalo" había ordenado Voldemort a su lameculos, y ese fue su error más grande. Quirrell no pudo tocarlo, si lo intentaba se cubría de ampollas y se desmoronaba como la arcilla sin cocer. Entre chillidos de dolor de su vulgar adversario, y el dolor propio en su cicatriz, Harry supo como aprovecharse de la situación. Quirrell moriría si seguía tocándole, su instinto se lo dijo. Pero sería una lástima que su energía vital se desperdiciase. El muchacho de ojos verdes pronunció mentalmente un encantamiento que no supo de donde había recordado, y mientras el profesor se consumía hecho cenizas entre sus brazos, una luz amarillenta y tenue iba entrando en su cuerpo, corriendo por sus venas, haciéndole sentir los miembros de plomo.
La molesta cicatriz, sin embargo, no dejó de punzarle y hacerle sentir los castigos del Hades, incluso cuando del cadáver de Quirrel no quedaba ni el polvo. El mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor, y una niebla empañó su vista, como si la miopía hubiese vuelto de golpe. Lo último que sintió por un buen rato fue el choque contra el suelo, y la piedra en su bolsillo que le lastimó la pierna al caer.
Horas después, cuando despertó, se encontraba en el mismo sitio. La cámara estaba completamente sellada, sin rastro de su anterior puerta, por donde Harry había entrado. Pensó que en algún momento se iba a acabar el oxígeno en el lugar. Pensó que no iba a poder tomarse la revancha con Voldie si se moría ahí. Pensó que estaba demasiado cansado y adolorido para intentar nada.
Y se dejó estar.
***
El cuerpo le dolía mucho para intentar moverse. Gracias a una desconocida entidad superior, se hallaba en un sitio tibio y confortable. Al menos, ya no estaba tirado en las escaleras mugrientas y olvidadas en el subterráneo. La luz le daba en los ojos, pero no quiso abrirlos, apretando más los párpados. Sintió una respiración ajena con olor a chocolate sobre la cara, y con una mueca de asco (interpretable para cualquiera que no le conociese bien, como de dolor), terminó dejando ver al día el verde brillante de sus iris.
Dumbledore. La rabia le subió a través de la espina dorsal, y llegó hasta el cerebro, llenando su boca de una sensación amarga. Pero disimuló como se lo permitió su estado, y musitó somnolientamente:
-¿Profesor? -Evidentemente, el aliento a chocolate rancio no podía pertenecer a otra persona. Prefirió pensar que la cercanía se había debido a que el director quería cerciorarse de su estado, y no a que había estado a punto de aprovecharse de su inconsciencia.
-Buenas tardes, Harry.- respondió el viejo, rancio también, con una sonrisita, volviendo a sentarse en la silla dispuesta al lado de la cama.
Harry trató de incorporarse. Dumbledore quiso ayudarle, pero en un gesto reflejo, el muchacho le apartó con brusquedad la mano. Abuelito-benévolo- pero-listo le dirigió una mirada penetrante.
-Lo... lo siento. . . yo no. . .
-Esta bien, mi pequeño muchacho- le dijo el vejete a un Harry que parecía confundido y avergonzado, pero que estaba usando todo su autocontrol para no saltarle encima.- Entiendo que aún estés confundido. . . pero nadie quiere aquí hacerte daño. Cálmate o Madame Pomfrey me saca volando de la enfermería.
La enfermería. Claro, ahora podía ver el color blanco cegador de todo a su alrededor, y percibir el delicado aroma a muerte y medicamentos (que a veces van de la mano) de todos los hospitales.
"-Cálmate o Madame Pomfrey me saca "volando" de la enfermería."- pensó Harry , y en sus labios se formó una sonrisa sarcástica casi imperceptible al imaginarse al vejete siendo echado por la ventana más alta del castillo . . .sin varita ni paracaídas.
* * *
Harry estaba confundido. Muy confundido. Luego de una charlita con el anciano, que pretendía darle algún tipo de explicación a lo que había pasado, su cerebro tenía aún más preguntas que antes.
Respeto a la razón por la que Quirrel no había podido tocarlo... su madre sangre-sucia había muerto protegiéndolo, lo cual creaba un escudo en peligros mortales como aquel. Ok, eso es comprensible. Pero en cuanto a cómo había sacado la piedra del espejo. . .
Un autocomplaciente director había dicho "sólo alguien quien quisiese sacar la piedra, pero no usarla, podría hacerla salir del espejo". Pero lo que Harry más deseaba era precisamente usarla. ¿Cómo lo había conseguido? Obviamente, ese último punto no se lo dijo al vejete, pero siguió preocupándole largamente después. Por otro lado, se enteró que la Piedra Filosofal, que tantos esfuerzos, sudor y sangre le habían costado, estaba muy a salvo en el despacho del dire, y no saldría de ahí sino para ser destruida.
No eran noticias muy agradables.
¡Maldito viejo aprovechador. . .! la piedra. . .¡SU piedra la tenía él! ¡Alguien que no apreciaba las maravillosas posibilidades que el objeto otorgaba! ¿Cómo margaritas a cerdos, era el dicho?
Procuró tragarse su rabia, y enterró la cara en la almohada. No quería hacer volar todo lo quebrable en la Enfermería. Pero no podía evitar querer (otra vez) matar al director. Claro, era algo distinto a cuando supo la autoría de sus vacaciones de 11 años en el Asilo. Pero estaba tan frustrado. . .
Al final, Blaise logró mejorar su ánimo yendo a verle con Filidh metida en un bolsillo. Le contó un par de estupideces que habían pasado en la Sala Común, un accidente múltiple que Longbottom había provocado con unos Hufflepuff, y le trajo a Harry su predeciblemente excelente informe de notas. Claro, el sabor amargo en la boca no se le pasaba, pero cierta invitación a la super-mansión Zabiny en Francia durante las vacaciones contribuyó mucho a hacerle olvidar un poco más su rabia.
-Y- finalizó Blaise, halagándole al ver que el enfurruñamiento no se le pasaba del todo aún- Si eres el mejor en Pociones, ¿Por qué no en Alquimia? ¿Qué te impide crear tu propia Piedra Filosofal?
Los silbidos de asentimiento de Filidh le llenaron de esperanzas: Su amigo de pelo oscuro tenía razón. Harry esbozó una sonrisa y se relajó. Lo hecho, hecho estaba. Lo único que le dolía un poco era todo el tiempo perdido, pero tampoco se podía arreglar eso, ¿verdad?
Los cachorros de León también se aparecieron por la enfermería, divididos entre el remordimiento de no haber estado ahí en el laberinto "para ayudarle"( "-Si, claro. . . como si hubiesen podido–"resoplò el moreno, tratando de no evidenciar sus pensamientos) y la curiosidad Gryffindor de querer saber que había pasado. El híbrido Hagrid también se apareció allí, comido hasta las lágrimas por unos arrepentimientos que solo él entendía, basados en la información que había dado sobre "Fluffy". Harry procuró aguantarse la risa, y su buen humor le autorizó a tratar de consolar al grandote.
Sólo la enfermera Pomfrey le jodía la existencia tan cuidadosamente vuelta a la normalidad, con su podrido chocolate y sus asfixiantes cuidados. No quiso dejarle salir en un buen tiempo, y tuvo que intervenir el director ("¡Abuelooo al rescateee!") para que le permitiese marchar.
De esa manera, llegó el día del Banquete de Despedida.
* * *
El lugar, decorado con los colores de Gryffindor, era un dolor para los ojos con todo ese dorado y escarlata en cada rincón. Harry se sentó en la mesa Slytherin, junto a Blaise. Ambos se miraron, y coincidieron en que no había nada que hacer respecto a la Interhouse Championship. Amalia Vázquez miraba la decoración con un dejo de tristeza en la mirada. La expresión de Malfoy, al otro extremo de la mesa, era de total arrepentimiento mientras observaba a Harry, pensando en el desastre con la salamandrita esa noche en la Torre de Astronomía.
Dumbledore, sin embargo, hizo callar el bullicio general, particularmente venido de la mesa ganadora, golpeando su copa con la cucharita. Leyó los puntajes finales de cada casa. Slytherin estaba último. Pero también discurseó:
-Sin embargo, hay que tomar en cuenta los hechos recientes. . . -miró a Harry sobre el borde de sus anteojos de media luna. No se oía, mientras, el volar de una sola mosca en todo el recinto.- Por su coraje, su 'buena disposición' ante el peligro, el uso de la lógica y su gran capacidad para el juego del ajedrez, premio a Harry Potter con 150 puntos para la casa Slytherin.
El silencio tardó al menos diez segundos en ser roto de una vez por los alumnos de la Casa de las Serpientes de Plata. Pero poco duró el estruendo cuando se dieron cuenta de que estaban empatados con Gryffindor. Los leones los miraron recelosos.
-Me parece. . .- añadió el viejito- que hay un empate. Espero que esta gloria compartida ayude a ambas casa a superar sus problemas y a trabajar juntos en el futuro.
Evidentemente, Dumble no vio la obvia mezcla de terror-incredulidad-rabia- frustración pintada en la cara de sus mascotas favoritas. Y pasó por alto con un salto olímpico las decenas de dedos que chasquearon decepcionados a la vez en la mesa del otro extremo.
Harry dirigió su mirada hasta Granger y Weasley, quienes, sorprendentemente, no le devolvieron otra enojada. Parecían verle contentos, y con algo de admiración. . . ¡Que par de imbéciles!.
En fin, la decoración quedó igual de una mitad y cambió de la otra, la comida apareció en los platos de todos apenas se hubo calmado algo la cosa, y el alumnado se puso a comer tratando de olvidar el hecho; mientras el vetusto capitán del colegio se reclinaba en su silla, pensativo.
* * *
Las cosas sucedieron demasiado rápido para el gusto del muchacho de ojos verdes. Empacar, subir al tren, tratar de meter los baúles en las rejillas diminutas del tren, la Comadreja y la Sabelotodo metiéndose en su compartimiento para conversar, intentar aprovechar los últimos segundos luego de que se largaran, sacar los baúles incrustados, bajar del tren.
La estación King's Cross estaba llena de gente. La fina nariz de Harry detectó un olor del que antes no se había dado cuenta... el rancio aroma de los no-magos. Bajó la cabeza... sabía que no iba a poder aguantar mucho tiempo en La Esperanza si Drëssden seguía viva. Como sería la cara de desesperado que tenía, que hasta Weasel lo había invitado a su casa.
-Anda, ánimo. Si las cosas van demasiado mal, me meto allá adentro y te arrastro hasta Francia- bromeó Blaise, quien se veía bastante cómico con ropa muggle.- piensa que al menos vas a tener a Filidh, en cambio yo estaré solo allá... y probablemente aguantando aquellas estúpidas reuniones de negocios de mi padre y los Malfoy.
Un hombre vestido como mayordomo se acercó a él y le tocó el hombro. Zabiny hizo un último gesto de despedida con la mano, y desapareció en la multitud.
Alex Crawnell apareció prácticamente de la nada. Traía puesto encima aquel horrendo guadapolvos gris que parecía anunciar a gritos su condición de "muchacho de orfanato", y pasado a alcohol.
-Mira, imbécil: no estoy aquí por gusto, ¿entiendes? Así que espero no me des problemas. Sígueme.- le dio un tirón de mechas y volteó sin mirar para comprobar si le seguían. Harry silbó de humillación y rabia, pero no podía hacer nada en un sitio tan lleno de muggles.
-¿Quieres que lo muerda?- ofreció Filidh. Su interlocutor esbozó una sonrisita sádica y respondió:
"-Tal vez..."
Afuera de la estación esperaba el viejo y destartalado minibús del asilo. Harry arrastró hasta ahí su baúl y la jaula con Dowan, el mochuelo. Procuró buscar una postura cómoda en el asiento trasero, casi hecho pedazos y pensó seriamente en hechizar a Crawnell para que no chocara con el estado en que venía.
Pegó la frente al vidrio, viendo pasar las deslucidas y decadentes calles Londinenses, cubiertas de niebla. Filidh se enrolló en su brazo, compartiendo su pesar... sobre todo al llegar al ruinoso edificio con el título "Asilo de Huérfanos La Esperanza".
Por lo visto, iban a ser unas vacaciones muy largas.
THE END...
*** ^0^ ^0^ ^0^ ***
WIII!!! HOLAAAA!!!
Tanto tiempo... tengo uninexcusable atraso de seis meses sobre mis espaldas con esta historia... SUMIMASEN!!! En fin, ke no tengo disculpa... pero aka està el final de la primera entrega de Universo Paralelo...
Sigue alguien leyendo esto? Alguno se acuerda de esta historia? Dahhh, no me sorprenderìa si no. En fin, i alguien se apiada de mi, y deja reviews, creo que no necesito explicar que derramarè lagrimas de emociòn.
NO PUEDO TERMINAR este ùltimo recuento sin darle las gracias a una gran amiga: KAT BASTED (con mayùsculas, sip) porke? Pues porke me pinchò por meses para ke terminase esta mugre de historia, y tuvo la bondad de ser la beta-reader pa este ùltimo capìtulo (WOW! Grandes añadidos, Kat-sama!) asì ke una menciòn honorìfika para ella!
Okey, que quede claro que si mi muso de la inspiraciòn me acompaña, tendràn antes de que marzo termine (mùsica de suspenso, por favor) . . . la segunda entrega de este fic. (Los lectores gritan "¡NOOOOOOOHHH!!!!" y arrancan).
Vale, ke ya me dejo de decir tonteras. Sean felices, lean Yaoi, coman pastel.
Lynx
Universo Paralelo
14- It doesn't even matter...
En el orden cronológico mental que se fabricó para conservar la cordura y ayudar a pasar las horas, contabilizó una cantidad más o menos respetable de obstáculos de bajo nivel después de Fluffy, antes de llegar a la Piedra Filosofal.
El amable cachorrito tricéfalo (de Hagrid) roncaba aún cuando se vio atrapado en un Devil's Snare (de Sprout), que ya había reducido a cenizas cuando atrapó con facilidad la llave voladora (Flitwick), que abrió la puerta hacia el ajedrez gigante (Mc Gonagall), que lo dejó pasar a un cuartucho con un trasgo muerto (Quirrell), que a su vez daba paso a una pieza con una mesa llena de pociones y un acertijo (obviamente, de Snape). Todo muy fácil, muy bonito, muy cordial.
Harry sonrió con sarcasmo al pensar en la de trabajos que se habría dado el anciano senil de Dumbledore, para montar ese mediocre laberinto en el sótano del castillo, y tuvo que reprimir una carcajada imaginándose que el viejo pensaba que algo como eso sería capaz de detener a nadie.
-"Un niñito de primer curso fue capaz de pasarlo. . . ¿qué mierda pensaba el Director que era Voldemort? ¿Un vendedor de helados?" -se acomodó en las escalinatas de piedra. No podía levantarse. Estaba demasiado cansado, y todavía le dolía el cuerpo, donde Quirrell, ese falso cobarde y traidor, le había amarrado.
¿Quirrel?
Parece ser que toda su línea de pensamiento, había tenido una falla: el pesado de Snape solo era eso: un amargado desagradable, con ganas de ser sarcástico. El "malo", igual que en las películas baratas de detectives, era el que menos posibilidades tenía de serlo.
De alguna forma exótica, al verse en el Espejo de Erised, vio no solo el rollo completo de venganzas y vida familiar. Se vio con la Piedra Filosofal en la mano, usándola para beneficio propio. Y de una forma aún más rara, ésta había terminado en el bolsillo de su pantalón. Voldemort, habitando como un piojo en la parte posterior de la cabeza del profe gallina, le había ofrecido de todo a cambio de la Piedra. Todo. Incluso la recuperación de esa familia a la que no alcanzó a conocer de forma consciente.
Harry solo pudo reirse en su cara.
-¡Por favor! ¿Tú que sabes de mis deseos?- le espetó, con el rostro crispado en una sonrisa irónica.
-Sé que quieres venganza. Acabar con la perra de Von Drëssden. No lo ocultes, sé leer en los corazones del resto. Y aprecio a los enemigos inteligentes. No pierdes nada uniéndote a mi.
-Aprecio, mi estimadísimo Voldie, tu oferta. ¿Pero sabes qué? Tiene un fallo importante: Me priva de mi segunda venganza, la que tendré contra ti. ¿No dices que lees las mentes? Sabes lo que pienso de ti, y toda tu podredumbre.
"Atrápalo" había ordenado Voldemort a su lameculos, y ese fue su error más grande. Quirrell no pudo tocarlo, si lo intentaba se cubría de ampollas y se desmoronaba como la arcilla sin cocer. Entre chillidos de dolor de su vulgar adversario, y el dolor propio en su cicatriz, Harry supo como aprovecharse de la situación. Quirrell moriría si seguía tocándole, su instinto se lo dijo. Pero sería una lástima que su energía vital se desperdiciase. El muchacho de ojos verdes pronunció mentalmente un encantamiento que no supo de donde había recordado, y mientras el profesor se consumía hecho cenizas entre sus brazos, una luz amarillenta y tenue iba entrando en su cuerpo, corriendo por sus venas, haciéndole sentir los miembros de plomo.
La molesta cicatriz, sin embargo, no dejó de punzarle y hacerle sentir los castigos del Hades, incluso cuando del cadáver de Quirrel no quedaba ni el polvo. El mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor, y una niebla empañó su vista, como si la miopía hubiese vuelto de golpe. Lo último que sintió por un buen rato fue el choque contra el suelo, y la piedra en su bolsillo que le lastimó la pierna al caer.
Horas después, cuando despertó, se encontraba en el mismo sitio. La cámara estaba completamente sellada, sin rastro de su anterior puerta, por donde Harry había entrado. Pensó que en algún momento se iba a acabar el oxígeno en el lugar. Pensó que no iba a poder tomarse la revancha con Voldie si se moría ahí. Pensó que estaba demasiado cansado y adolorido para intentar nada.
Y se dejó estar.
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El cuerpo le dolía mucho para intentar moverse. Gracias a una desconocida entidad superior, se hallaba en un sitio tibio y confortable. Al menos, ya no estaba tirado en las escaleras mugrientas y olvidadas en el subterráneo. La luz le daba en los ojos, pero no quiso abrirlos, apretando más los párpados. Sintió una respiración ajena con olor a chocolate sobre la cara, y con una mueca de asco (interpretable para cualquiera que no le conociese bien, como de dolor), terminó dejando ver al día el verde brillante de sus iris.
Dumbledore. La rabia le subió a través de la espina dorsal, y llegó hasta el cerebro, llenando su boca de una sensación amarga. Pero disimuló como se lo permitió su estado, y musitó somnolientamente:
-¿Profesor? -Evidentemente, el aliento a chocolate rancio no podía pertenecer a otra persona. Prefirió pensar que la cercanía se había debido a que el director quería cerciorarse de su estado, y no a que había estado a punto de aprovecharse de su inconsciencia.
-Buenas tardes, Harry.- respondió el viejo, rancio también, con una sonrisita, volviendo a sentarse en la silla dispuesta al lado de la cama.
Harry trató de incorporarse. Dumbledore quiso ayudarle, pero en un gesto reflejo, el muchacho le apartó con brusquedad la mano. Abuelito-benévolo- pero-listo le dirigió una mirada penetrante.
-Lo... lo siento. . . yo no. . .
-Esta bien, mi pequeño muchacho- le dijo el vejete a un Harry que parecía confundido y avergonzado, pero que estaba usando todo su autocontrol para no saltarle encima.- Entiendo que aún estés confundido. . . pero nadie quiere aquí hacerte daño. Cálmate o Madame Pomfrey me saca volando de la enfermería.
La enfermería. Claro, ahora podía ver el color blanco cegador de todo a su alrededor, y percibir el delicado aroma a muerte y medicamentos (que a veces van de la mano) de todos los hospitales.
"-Cálmate o Madame Pomfrey me saca "volando" de la enfermería."- pensó Harry , y en sus labios se formó una sonrisa sarcástica casi imperceptible al imaginarse al vejete siendo echado por la ventana más alta del castillo . . .sin varita ni paracaídas.
* * *
Harry estaba confundido. Muy confundido. Luego de una charlita con el anciano, que pretendía darle algún tipo de explicación a lo que había pasado, su cerebro tenía aún más preguntas que antes.
Respeto a la razón por la que Quirrel no había podido tocarlo... su madre sangre-sucia había muerto protegiéndolo, lo cual creaba un escudo en peligros mortales como aquel. Ok, eso es comprensible. Pero en cuanto a cómo había sacado la piedra del espejo. . .
Un autocomplaciente director había dicho "sólo alguien quien quisiese sacar la piedra, pero no usarla, podría hacerla salir del espejo". Pero lo que Harry más deseaba era precisamente usarla. ¿Cómo lo había conseguido? Obviamente, ese último punto no se lo dijo al vejete, pero siguió preocupándole largamente después. Por otro lado, se enteró que la Piedra Filosofal, que tantos esfuerzos, sudor y sangre le habían costado, estaba muy a salvo en el despacho del dire, y no saldría de ahí sino para ser destruida.
No eran noticias muy agradables.
¡Maldito viejo aprovechador. . .! la piedra. . .¡SU piedra la tenía él! ¡Alguien que no apreciaba las maravillosas posibilidades que el objeto otorgaba! ¿Cómo margaritas a cerdos, era el dicho?
Procuró tragarse su rabia, y enterró la cara en la almohada. No quería hacer volar todo lo quebrable en la Enfermería. Pero no podía evitar querer (otra vez) matar al director. Claro, era algo distinto a cuando supo la autoría de sus vacaciones de 11 años en el Asilo. Pero estaba tan frustrado. . .
Al final, Blaise logró mejorar su ánimo yendo a verle con Filidh metida en un bolsillo. Le contó un par de estupideces que habían pasado en la Sala Común, un accidente múltiple que Longbottom había provocado con unos Hufflepuff, y le trajo a Harry su predeciblemente excelente informe de notas. Claro, el sabor amargo en la boca no se le pasaba, pero cierta invitación a la super-mansión Zabiny en Francia durante las vacaciones contribuyó mucho a hacerle olvidar un poco más su rabia.
-Y- finalizó Blaise, halagándole al ver que el enfurruñamiento no se le pasaba del todo aún- Si eres el mejor en Pociones, ¿Por qué no en Alquimia? ¿Qué te impide crear tu propia Piedra Filosofal?
Los silbidos de asentimiento de Filidh le llenaron de esperanzas: Su amigo de pelo oscuro tenía razón. Harry esbozó una sonrisa y se relajó. Lo hecho, hecho estaba. Lo único que le dolía un poco era todo el tiempo perdido, pero tampoco se podía arreglar eso, ¿verdad?
Los cachorros de León también se aparecieron por la enfermería, divididos entre el remordimiento de no haber estado ahí en el laberinto "para ayudarle"( "-Si, claro. . . como si hubiesen podido–"resoplò el moreno, tratando de no evidenciar sus pensamientos) y la curiosidad Gryffindor de querer saber que había pasado. El híbrido Hagrid también se apareció allí, comido hasta las lágrimas por unos arrepentimientos que solo él entendía, basados en la información que había dado sobre "Fluffy". Harry procuró aguantarse la risa, y su buen humor le autorizó a tratar de consolar al grandote.
Sólo la enfermera Pomfrey le jodía la existencia tan cuidadosamente vuelta a la normalidad, con su podrido chocolate y sus asfixiantes cuidados. No quiso dejarle salir en un buen tiempo, y tuvo que intervenir el director ("¡Abuelooo al rescateee!") para que le permitiese marchar.
De esa manera, llegó el día del Banquete de Despedida.
* * *
El lugar, decorado con los colores de Gryffindor, era un dolor para los ojos con todo ese dorado y escarlata en cada rincón. Harry se sentó en la mesa Slytherin, junto a Blaise. Ambos se miraron, y coincidieron en que no había nada que hacer respecto a la Interhouse Championship. Amalia Vázquez miraba la decoración con un dejo de tristeza en la mirada. La expresión de Malfoy, al otro extremo de la mesa, era de total arrepentimiento mientras observaba a Harry, pensando en el desastre con la salamandrita esa noche en la Torre de Astronomía.
Dumbledore, sin embargo, hizo callar el bullicio general, particularmente venido de la mesa ganadora, golpeando su copa con la cucharita. Leyó los puntajes finales de cada casa. Slytherin estaba último. Pero también discurseó:
-Sin embargo, hay que tomar en cuenta los hechos recientes. . . -miró a Harry sobre el borde de sus anteojos de media luna. No se oía, mientras, el volar de una sola mosca en todo el recinto.- Por su coraje, su 'buena disposición' ante el peligro, el uso de la lógica y su gran capacidad para el juego del ajedrez, premio a Harry Potter con 150 puntos para la casa Slytherin.
El silencio tardó al menos diez segundos en ser roto de una vez por los alumnos de la Casa de las Serpientes de Plata. Pero poco duró el estruendo cuando se dieron cuenta de que estaban empatados con Gryffindor. Los leones los miraron recelosos.
-Me parece. . .- añadió el viejito- que hay un empate. Espero que esta gloria compartida ayude a ambas casa a superar sus problemas y a trabajar juntos en el futuro.
Evidentemente, Dumble no vio la obvia mezcla de terror-incredulidad-rabia- frustración pintada en la cara de sus mascotas favoritas. Y pasó por alto con un salto olímpico las decenas de dedos que chasquearon decepcionados a la vez en la mesa del otro extremo.
Harry dirigió su mirada hasta Granger y Weasley, quienes, sorprendentemente, no le devolvieron otra enojada. Parecían verle contentos, y con algo de admiración. . . ¡Que par de imbéciles!.
En fin, la decoración quedó igual de una mitad y cambió de la otra, la comida apareció en los platos de todos apenas se hubo calmado algo la cosa, y el alumnado se puso a comer tratando de olvidar el hecho; mientras el vetusto capitán del colegio se reclinaba en su silla, pensativo.
* * *
Las cosas sucedieron demasiado rápido para el gusto del muchacho de ojos verdes. Empacar, subir al tren, tratar de meter los baúles en las rejillas diminutas del tren, la Comadreja y la Sabelotodo metiéndose en su compartimiento para conversar, intentar aprovechar los últimos segundos luego de que se largaran, sacar los baúles incrustados, bajar del tren.
La estación King's Cross estaba llena de gente. La fina nariz de Harry detectó un olor del que antes no se había dado cuenta... el rancio aroma de los no-magos. Bajó la cabeza... sabía que no iba a poder aguantar mucho tiempo en La Esperanza si Drëssden seguía viva. Como sería la cara de desesperado que tenía, que hasta Weasel lo había invitado a su casa.
-Anda, ánimo. Si las cosas van demasiado mal, me meto allá adentro y te arrastro hasta Francia- bromeó Blaise, quien se veía bastante cómico con ropa muggle.- piensa que al menos vas a tener a Filidh, en cambio yo estaré solo allá... y probablemente aguantando aquellas estúpidas reuniones de negocios de mi padre y los Malfoy.
Un hombre vestido como mayordomo se acercó a él y le tocó el hombro. Zabiny hizo un último gesto de despedida con la mano, y desapareció en la multitud.
Alex Crawnell apareció prácticamente de la nada. Traía puesto encima aquel horrendo guadapolvos gris que parecía anunciar a gritos su condición de "muchacho de orfanato", y pasado a alcohol.
-Mira, imbécil: no estoy aquí por gusto, ¿entiendes? Así que espero no me des problemas. Sígueme.- le dio un tirón de mechas y volteó sin mirar para comprobar si le seguían. Harry silbó de humillación y rabia, pero no podía hacer nada en un sitio tan lleno de muggles.
-¿Quieres que lo muerda?- ofreció Filidh. Su interlocutor esbozó una sonrisita sádica y respondió:
"-Tal vez..."
Afuera de la estación esperaba el viejo y destartalado minibús del asilo. Harry arrastró hasta ahí su baúl y la jaula con Dowan, el mochuelo. Procuró buscar una postura cómoda en el asiento trasero, casi hecho pedazos y pensó seriamente en hechizar a Crawnell para que no chocara con el estado en que venía.
Pegó la frente al vidrio, viendo pasar las deslucidas y decadentes calles Londinenses, cubiertas de niebla. Filidh se enrolló en su brazo, compartiendo su pesar... sobre todo al llegar al ruinoso edificio con el título "Asilo de Huérfanos La Esperanza".
Por lo visto, iban a ser unas vacaciones muy largas.
THE END...
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WIII!!! HOLAAAA!!!
Tanto tiempo... tengo uninexcusable atraso de seis meses sobre mis espaldas con esta historia... SUMIMASEN!!! En fin, ke no tengo disculpa... pero aka està el final de la primera entrega de Universo Paralelo...
Sigue alguien leyendo esto? Alguno se acuerda de esta historia? Dahhh, no me sorprenderìa si no. En fin, i alguien se apiada de mi, y deja reviews, creo que no necesito explicar que derramarè lagrimas de emociòn.
NO PUEDO TERMINAR este ùltimo recuento sin darle las gracias a una gran amiga: KAT BASTED (con mayùsculas, sip) porke? Pues porke me pinchò por meses para ke terminase esta mugre de historia, y tuvo la bondad de ser la beta-reader pa este ùltimo capìtulo (WOW! Grandes añadidos, Kat-sama!) asì ke una menciòn honorìfika para ella!
Okey, que quede claro que si mi muso de la inspiraciòn me acompaña, tendràn antes de que marzo termine (mùsica de suspenso, por favor) . . . la segunda entrega de este fic. (Los lectores gritan "¡NOOOOOOOHHH!!!!" y arrancan).
Vale, ke ya me dejo de decir tonteras. Sean felices, lean Yaoi, coman pastel.
Lynx
