Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen.

DE VUELTA AL PASADO

Capitulo 3. Buscando el perdon

Vulpix y Milo se encontraban en el jardín de la casa de Acuario meditando. Desde la reunión con el Patriarca sobre el futuro de las dos aprendices, los dos dorados habían decidido entrenar juntos a las dos chicas para así mantenerlas bajo una estrecha vigilancia las veinticuatro horas del día. No podían arriesgarse a que las dos chicas cometieran una de sus travesuras y los metieran en problemas, otra vez. La aprendiz del Zorro entreabrió un ojo y observo a su maestro. Desde el descubrimiento del origen demoniaco de las dos aprendices, la relacion entre los maestros y ellas habia sufrido un gran bajon. Vulpix habia notado la frialdad y la desconfianza con que ahora las trataban los dos caballeros dorados y esa actitud le habia dolido mucho, aunque no podia culparlos. Milo noto la mirada de su aprendiz aun sin abrir los ojos. Sintio el aura de la muchacha, inquieta y apenada.

¿Qué te pasa? - pregunto Milo dando un largo suspiro. Vulpix miro a su maestro, al que en todos esos años se habia convertido en su amigo e incluso en algo mas. Para la aprendiz, Milo era como un hermano bromista y regañon al que pedir consejo cuando tenia algun problema con Kamus. Pero ahora eso no era asi. El Milo que tenia delante de sus ojos la miraba con desconfianza y recelo. Ya no sentia esa familiaridad en la voz de su maestro que hubo tiempo atrás. No, desde el fatidico dia en que a Hades se le ocurrio la genial idea de castigarlos a todos, tuvieran culpa o no.

Lo siento. maestro. - susurro Vulpix con la cabeza gacha. Milo parpadeo sorprendido al oirla. No solo porque le pidiera perdon, sino porque esa era la primera vez que Vulpix lo llamaba Maestro. El caballero dorado se levanto del suelo y camino hasta un banco cercano en donde estaba su chaqueta. Saco una cajetilla de tabaco del bolsillo de su chaqueta y se lo encendio lentamente. Luego le lanzo el paquete a su alumna que lo agarro al vuelo, con algo de asombro.

¿Por qué me pides perdon, Vulpix? - pregunto, soltando el humo despacio y sentandose en el banco. La aprendiz miro con tristeza el paquete de cigarrillos sin atreverse a coger uno. Sus ojos comenzaron a nublarse por las lagrimas.

Yo. siento. sentimos haberos defraudado. no fue algo que planeamos. yo no sabia. que era un demonio. no, hasta que Nes me lo dijo. y. y. antes solo era un juego, pero. luego la cosa se puso mas seria y. no podiamos deciros nada, para no poneros en peligro. y. y. Hades. yo no podia imaginar que Hades nos castigaria asi. pero Kamus esta vivo otra vez, y por eso estoy contenta. pero no puedo evitar estar triste cuando veo como nos mirais a las dos, como si vierais a vuestro peor enemigo. y por eso queria pedirte perdon. si yo no hubiera sido tan debil, Lev no hubiera podido llevarme con el al Inframundo y. y esto nunca habria ocurrido. ¡todo es culpa mia! - mientras Vulpix habia estado hablando habia aguantado a duras penas los sollozos, pero al final no habia podido y se habia echado a llorar, ocultando su rostro entre sus manos y repitiendo que era culpa suya. Milo ya habia oido la fantastica historia de boca de las dos aprendices, cuando Kamus y el, tras el juicio, las habian interrogado. Pero ninguno de los dos las creyo. Ahora tenia a su alumna llorando desesperada delante suya, culpandose de lo sucedido y pidiendole perdon. Volvio la vista atrás al oir un ruido a su espalda. En la puerta del jardin, Kamus y Kitiara observaban la escena. El caballero de Acuario parecia apenado y Kitiara lloraba triste mirando a su amiga. Milo dio un largo suspiro y se agacho junto a su alumna y la abrazo.

Ya. deja de llorar, Desastre. asi no se arreglan las cosas. si de verdad quereis arreglar este lio en que os habeis metido las dos, tendreis que entrenar fuerte todos los dias y comportaos como aprendices que soys, para volver a ganar la confianza del Santuario y del Patriarca. la nuestra nunca la habeis perdido. - Vulpix alzo la vista hacia su maestro, esperanzada. - Y no vuelvas a repetir que eres debil. yo no entreno debiles, ¿comprendido? - Milo sonrio al decir esto y le revolvio el pelo cariñosamente. La aprendiz asintio en silencio, limpiandose la cara.

Bien. ¡pues a entrenar! - exclamo Kamus sonriendo tambien. Milo arqueo una ceja y miro al cielo.

Creo que mejor comemos ya. se ha hecho tarde. y tengo hambre. - Kamus solto un suspiro desesperado.

Tu no tienes arreglo, Milo.

CONTINUARA.