Capítulo III – ¿Y ahora qué?
Quizás fue un golpe de suerte o quizás Remus realmente había meditado y había descubierto lo que ella sabía: daba igual que él fuese un licántropo, eso no es barrera para una relación como la suya, basada en el cariño. Silvara meditaba esto mientras preparaba la solución con plantas para las pocas heridas que aún perduraban en el cuerpo del herido. "De todas formas, aunque sean momentos terribles para ambos, me alegro de haberle "convencido" de que juntos superaremos esto mejor".
Cuando llegó a la habitación vio que Remus se hallaba despierto y con mejor aspecto que el día anterior. Estaba leyendo una carta en la cama, un poco incorporado gracias a las almohadas que ella le había colocado a la altura de los omoplatos.
- Buenos días, - le saludó ella sonriendo tristemente – qué tal te encuentras hoy?
- Buenos días a ti también. – Respondió el mago dedicándole una cálida sonrisa. – Estoy mejor, y todo gracias a ti.
- No digas chorradas – empezó a decir la mujer colocando en la mesita de noche el cuenco con el remedio – si no fueras tan buen paciente...
- Y si tu no fueras tan buena, no me hubiese curado en un día. – Dijo él con un tono de voz que no admitía discusión, pero a la vez cariñoso y agradecido.
Silvara se limitó a levantar una ceja y sonreír sarcásticamente. Comenzó a empapar una gasa limpia en la solución recién preparada y Remus añadió con un tono de voz muy triste:
- Mañana es el entierro de... de James y Lily.
Silvara no supo que decir a eso y se limitó a asentir a la par que aplicaba la gasa en una herida del costado de Remus.
- Uy, escuece! – Se quejó él dando un brinco como acto reflejo.
- No te quejes tanto. – Dijo Silvara con voz distante, estaba concentrada en ponerle la venda. – Por cierto... has contactado con Peter?
- Le mandé una lechuza ayer a medio día, pero no ha contestado.
- Debe estar destrozado... – Dijo ella besando suavemente la frente de Remus para comprobar si tenía fiebre. Al estar tan cerca de él no pudo evitar leer el azoramiento y la lucha interna que se libraba en el interior del mago.– Bueno, esto ya está. – Dijo ella disimulando no haber leído los pensamientos de Remus. – No tienes fiebre y tus heridas evolucionan positivamente.
- Qué has visto?
- Cómo dices? – preguntó ella sin comprender y acto seguido se sentó al borde de la cama mirando a Remus fijamente.
Él sonrió pero formuló de nuevo su pregunta.
- Que qué has visto en mi cabeza.
- No he visto nada... Bueno, pelos. – Contestó ella sonriendo azorada.
- A parte Silvara. Has visto cosas que te han hecho llorar, quiero que me lo cuentes.
- Y tú como sabes...?
- Te escuché anoche si a eso te refieres. Además, disimulas fatal: No puedo leer tu mente, pero tus ojos me lo dicen todo.
Silvara agachó la cabeza para esconder las lágrimas que resbalaban por sus mejillas oponiéndose a su voluntad. Aún sin mirar a Remus, habló con la voz rota:
- Remus, te quiero, eres lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. Todos los años en Hogwarts, después de la graduación... Pero aún sigo sin entender porqué te castigas de esa forma. Lo veo en tus ojos, aunque no tuviese la capacidad de leer la mente, sabría solo con verte que te estás torturando. Y no solo a ti, también a mí me duele que intentes borrar de tu corazón lo que sientes hacia mí, cuando sabes en tu interior que no es posible. Por eso me evitas, por eso me pides que me marche. Pero lo más gracioso del asunto, es que crees que lo estás haciendo por mi bien, Remus, cuando yo te he repetido hasta la saciedad que me da igual que todas las noches de luna llena te conviertas en lobo, que te quiero y eso no va a cambiar.
Remus escuchaba apenado con la mirada puesta en Silvara. Ella hablaba con la cabeza gacha y mirándose las manos.
- Yo también te quiero... pero sigo pensando que no soy una buena compañía para ti, Silvara. Te mereces lo mejor, y un licántropo bastante pobre...
- Un licántropo bastante pobre? – Le interrumpió ella levantando la vista. – Desde cuando me importa a mí el oro, Remus? Si estás buscando una excusa no te molestes – empezó a decir la bruja con cierto tono de indignación – sé sincero y di que no me quieres. – Silvara hacía trampas. Ella sabía lo que a Remus le estaba pasando por la cabeza y sabía que él la amaba.
- Estoy siendo sincero, y lo sabes. – Contestó él mirándola ceñudamente.
- Pues lo siento, - dijo Silvara resueltamente – pero no creo ni una palabra. No son más que chorradas, yo estaré bien, sé cuidar de mí misma, y también de ti.
Remus sonrió cansado.
- Está bien, necesitas pruebas?
- Pruebas de que lo nuestro no funcionará? – Preguntó ella levantando una ceja. – Remus, lleva funcionando desde antes de que fuera oficial. Desde que nos miramos por primera vez en primero.
- Pero... – comenzó a argumentar de nuevo el mago.
Silvara estalló enfadada y se levantó rápidamente.
- Está bien, Remus, si esto es lo que quieres, me voy. – Dicho esto se giró en dirección a la puerta, pero antes de que pudiera avanzar un solo paso sintió que Remus cerraba sus dedos en torno a su muñeca y los sentimientos de éste entraron en tropel en la mente de la mujer.
"Por favor, quédate conmigo, no te vayas" Rezaba Remus en su interior. En el fondo él estaba tan aterrorizado como ella. Silvara suspiró y sin darse la vuelta para mirarle añadió – Me quedaré Remus, es lo que realmente deseo, quedarme a tu lado para siempre.
Tirando suavemente de su muñeca, el mago la atrajo hacia sí y ella se agachó hasta encontrarse cara a cara con él.
- Yo también lo deseo. – Confesó el con cierto tono de culpabilidad en la voz y ella le besó en la frente.Os ha gustado? Déjame un review diciéndome qué te parece!!!! Mil gracias ^_^
Silvara Waylan.
