Capítulo IV – En el cementerio.
- Te ayudo con eso?
Silvara se hallaba apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
- Mmmm, no, gracias, ya está. – Contestó Remus poniéndose con cuidado la camisa blanca. Aún los músculos le dolían de la noche. No quería admitirlo, pero estando Silvara en su casa sus transformaciones se hacían más llevaderas.
- Venga, tenemos que estar allí dentro de poco. – Dijo ella cogiendo la chaqueta negra y poniéndosela a Remus.
- Gracias. – musitó mientras que metía los brazos por las mangas de la chaqueta.
- Por cierto, - comentó ella mientras le ponía la corbata recta – te contestó Peter?
- No. Estoy algo preocupado, aunque esté destrozado... podría contestar.
- Bueno, ya lo veremos allí, tranquilo. – Dijo ella con voz tranquilizadora mientras que le peinaba con los dedos el flequillo.
Remus sonrió tristemente y le dio un beso en los labios.
- No sé qué haría yo sin ti.
- Pues seguramente llegar tarde y con la corbata torcida. – Contestó ella divertida. – Anda, tonto – dijo ella en tono cariñoso – vámonos.
- Por qué me llamas tonto? – Preguntó con un tono burlón de ofensa.
- Porque no dices más que tonterías. – Contestó ella sonriendo dulcemente.
- Pero a ti te gusta. – Replicó él suspicazmente.
Silvara sonrió a modo de respuesta y al grito de Aparecius! desapareció del cuarto. Al instante, Remus la imitó.
Ambos aparecieron a las puertas de un cementerio cerca del mar, situado en un acantilado. Todavía se oía el ruido de gente apareciéndose. Remus miró a su alrededor y vio mucha gente conocida... Pero ni rastro de Peter.
- Parece que Peter no ha llegado todavía. – Comentó Silvara leyéndole el pensamiento.
Remus no dijo nada, solo pensaba en que deseaba que acabase todo ya, que todo fuese un mal sueño. Silvara, al saber cómo se sentía le dirigió unas palabras cariñosas que actuaron como un bálsamo en el atormentado mago.
- Estoy aquí, Remus, tranquilo. – Y acto seguido le cogió de la mano y la apretó con fuerza.
La ceremonia fue tranquila, muy hermosa y triste. Había mucha gente que quería a los Potter y todos lloraban la terrible pérdida.
Silvara se colocó entre Remus y Cornelius Fudge, que trabajaba en el ministerio. Durante la ceremonia no pudo dejar de notar que éste estaba algo incómodo y que tenía en su mente tres pérdidas. Silvara decidió investigar un poquito y se adentró en sus pensamientos.
"Peter Pettigrew... muerto... doce muggles... Sirius Black... un solo dedo.. en medio de la calle... Black riéndose a mandíbula batiente..."
La información que recibió en su mente no era, ni mucho menos, esperada. Agitó la cabeza como si intentase sacudirse los pensamientos de Fudge y entró en un pequeño estado de shock. Se llevó una mano a la boca y la tapó con fuerza, como si temiera ponerse a gritar.
- Silvara... – la llamó Remus – Silvara, estás bien? – Al ver que no contestaba la abrazó con fuerza. Ella no respondió al abrazo, permaneció en la misma pose. Remus estaba empezando a asustarse y comenzó a acariciar los largos cabellos de plata de la mujer. De pronto ella rompió a llorar enterrando el rostro en el pecho de el hombre y posando sus manos a la altura de su cara en el torso de Remus.
Éste estaba muy preocupado, sabía que a Silvara no le gustaba mostrar sus sentimientos en público y había roto a llorar desconsoladamente.
Ninguno de los dos dijo nada en un breve lapso de tiempo. Remus prefería que se desahogara, no quería presionarla con tal angustia y ella... no encontraba valor para decirle lo que sabía. "Peter Pettigrew asesinado por Sirius! En plena calle! Doce muggles muertos, la calle abierta en canal, Sirius muerto de la risa delante del desastre... y el único pedazo que encontraron de Peter fue su dedo índice. Definitivamente, "pensó ella," Sirius está loco... era nuestro amigo! Por qué?"
- Remus... – comenzó a decir ella con dificultad, había algo que le presionaba la garganta y hacía que su voz saliera ahogada.
- Tranquila mi vida... no pasa nada... – respondió él besando sus cabellos.
- Lo siento tanto!! Remus... lo siento!
- Yo también lo siento, Silvara, yo también. – dijo el mago meciéndola mientras que empezaban a meter los ataúdes en el hueco cavado en el suelo.
Silvara no quería separarse de ese abrazo... pero necesitaba despejarse, tenía que decirle a Remus... tenía que contarle! Y de aquella manera no podía, la sola presencia del mago la perturbaba. Poco a poco separó el rostro de la chaqueta, ahora húmeda por sus lágrimas, para mirar la cara del hombre.
- Estás ya mejor? – preguntó él apartando con ternura unos mechones rebeldes que caían por el rostro de la mujer.
- No, - contestó ella sinceramente secándose las lágrimas con el dorso de la mano – pero lo estaré. Y tú?
- No te preocupes por mi, estaré bien.
- Soy un desastre... – empezó a quejarse Silvara.
- Por qué? – preguntó el mago extrañado.
- Porque se supone que era yo la que te iba a consolar y a darte mi apoyo moral... y al final hemos acabado al revés: yo llorando como una descosida y tú consolándome.
- No digas eso, - replicó sonriendo tristemente – me has apoyado y me has consolado. Gracias a ti no me he hundido en mis pensamientos.
Silvara sonrió agradecida, dudó un momento y al fin, preguntó:
- Remus... me ha mirado mucha gente cuando lloraba?
Él rió por lo bajo y contestó enredando sus dedos en los cabellos de la mujer:
- Nadie, solo yo. Esto es un cementerio Silvara, es normal que la gente esté triste aquí.
- Lo sé, lo sé... es solo que... – comenzó a replicar ella mientras que Remus bajaba las manos por su cabello hasta llegar a la cintura. – Oye! No te pases! – Dijo la mujer divertida dándole un empujoncito cariñoso.
- Touché! – Contestó sonriente Remus separándose de ella. – Voy a... despedirme.
- Te acompaño? – preguntó Silvara preocupada.
- No hace falta, de verdad, gracias.
- De acuerdo, ahora vuelvo, voy a hablar con Dumbeldore.
- Vale.
Silvara dejó a Remus arrodillado ante la tumba de sus amigos y ella se dirigió con paso firme hacia el director de Hogwarts. Antes de que pudiese abrir la boca éste habló con voz triste:
- Hola Silvara, qué tal estáis? – Preguntó lanzando una rápida mirada por encima de sus gafas de medialuna a Remus.
- Bueno, Director, no le voy a mentir, estamos destrozados... Quién se lo iba a esperar?
- Lo sé, ha sido una sorpresa terrible.
- No hace falta que lo jure. – Dijo ella muy triste. – Venía a hablarle de algo... que me acabo de enterar... – No hacía más que titubear. Por donde empezar con ese tema de conversación?
- Tranquila, Silvara, cuéntame lo que te preocupa. – dijo el mago apoyando afectuosamente su mano en el hombro de ella.
Silvara tomó aire y dijo:
- Es sobre Peter. – sintió que un pequeño peso había desaparecido de su estómago.
- Ah... lo siento mucho Silvara. – Contestó él con la voz más triste que Silvara había oído salir de la garganta del director.
- Entonces es cierto? – Dijo ella sintiéndose otra vez morir.
- Me temo que sí.
- Todo? – Preguntó ella esperanzada de escuchar un "no" por respuesta.
-...Sí, todo... – Admitió Dumbeldore y empezó a relatarle cómo había sucedido todo. – El entierro es pasado mañana. Ahora he de irme, nos veremos aquí, aunque no es un sitio muy agradable para encontrarse.
- Tiene toda la razón, señor director. Hasta pronto y gracias de nuevo.
- Hasta pronto. – dijo él dándose la vuelta y se fue hacia la puerta.
Silvara tenía la mirada perdida, puesta en el vacío. Se sentía tan vacía... Pero si ella se sentía así, Remus... Cómo se lo iba a decir? Cómo se daban este tipo de noticias? Sintió unos pasos que se acercaban con el arrastrar de una túnica y volteó rápidamente para verse cara a cara con...
- Severus! Vaya susto que me has dado.
El hombre no contestó, se limitó a curvar sus labios a modo de sonrisa.
- Vaya, vaya – dijo al fin con un cierto tono de desprecio al que todo aquel que le conocía estaba más que acostumbrado. – Pero si es Waylan. Si no me equivoco no debe estar lejos... – añadió mirando en derredor. – Ah, - dijo fingiendo sorpresa – ahí está el licántropo.
- Ya está bien, Severus. Qué estás haciendo aquí? – preguntó Silvara de malas pulgas. Severus Snape no le gustaba nada en absoluto.
- Dímelo tu. – Dijo éste fríamente.
Silvara enarcó una ceja y adoptó una postura desafiante.
- No creo que sea muy agradable darse un paseo por tus más secretos deseos, Severus. Ni para ti ni para mí.
Snape se puso blanco momentáneamente al captar la indirecta.
- Tienes algún problema, Waylan? He venido al entierro de mi enemigo y vengo acompañando a Dumbeldore y demás personal docente de Hogwarts.
- Así que te has alistado en el profesorado de Hogwarts. Pobres niños. – Silvara sonrió provocadora. Snape le devolvió una sonrisa socarrona y desagradable. – Y qué vas a enseñar?
- Eso no te incumbe. – contestó él de manera cortante.
- De acuerdo, así que pociones, eh? – Comentó la mujer como si Snape hubiese contestado a la pregunta.
- Cómo te atreves a hurgar en mi mente?
- Y el director confía en que no envenenes a ninguno de tus pupilos? – Preguntó Silvara eludiendo la indignación de Snape.
El nuevo profesor de pociones fue a contestar cuando se percató de la mirada de Silvara. Le estaba mirando a los ojos como si hubiese visto un fantasma, como si hubiese vivido una revelación.
- Tu... tu... tu!! – Dijo ella pálida, los preciosos ojos verdes muy abiertos y con el labio inferior tembloroso.
Snape creyó comprender y agarró a la mujer por los brazos apretándole mientras le susurraba:
- Yo qué, Waylan? Qué has visto? Contesta! – Snape estaba zarandeándola. Ella se zafó hábilmente de las manos del mago.
- Suéltame! – susurró mientras se frotaba dolorida el brazo derecho.
- El director confía en mí plenamente! – contestó él levantando la cabeza de forma orgullosa.
- Idiota... No sabes lo que has hecho?! – Protestó Silvara con lágrimas en los ojos.
Snape cerró la boca automáticamente y miró a Silvara con los ojos entornados.
- Qué has visto? – el mago avanzó un paso amenazadoramente hacia Silvara. – Contéstame, Waylan.
- No me toques, Severus, tu mente... no me gusta.
- CONTÉSTAME!!! – Gritó Snape perdiendo los papeles.
- Eres un asesino, Severus! – Gritó Silvara mirándole fijamente. – Eras un mortífago, sabías que Sirius lo era también y sin embargo, cerraste la boca en vez de avisarnos!! Si no hubieses sido tan estúpido y egoísta James y Lily... y Peter!! No estarían muertos!
Snape permanecía callado y blanco como la pared ante tales acusaciones. Silvara sollozaba, era posible que todo esto estuviera pasando junto?
- Cómo has podido hacernos esto, Severus?!! Por mucho que te cayera mal James, por dios!! Eran una familia! Yo les quería, Remus les quería! No te das cuenta de lo que has hecho?
- Tú no sabes nada!! – Contestó al fin.
- Yo solo sé que nos has ocultado la verdad a sabiendas! Te das cuenta que has destrozado de un plumazo la vida de muchas personas? A Remus no le queda prácticamente nada! – En un arranque de frustración e ira Silvara arremetió contra Snape pero éste fue más rápido y la sujetó por las muñecas. Como si hubiera recibido el impacto de una sartén contra la cabeza, Silvara notó cómo los pensamientos de Snape le recorrían los brazos y entraban en su cabeza. Odio, mucho rencor, tristeza, soledad... La mujer, haciendo un esfuerzo sobrehumano cortó el flujo de sentimientos
- Te olvidas de que no fui yo quien mató a los Potter! – Replicó él con un brillo extraño en los ojos.
- Mira Severus, no quiero saber nada más de ti. Sabía que no te caíamos bien, pero hasta este punto... – replicó mientras liberaba sus muñecas con un movimiento brusco – Espero no volverte a ver nunca más, porque como lo haga... creo que te mataría.
Silvara dio media vuelta dispuesta a marcharse y antes de echar a andar añadió:
- Espero que la vida te trate como mereces, miserable. – Si no iba a verlo nunca más, prefería que supiese lo que pensaba de él.
Snape observó cómo se alejaba la mujer, sus largos cabellos plateados ondeando en el viento.
Remus se había despedido de sus amigos para siempre. No era capaz de llorar, estaba seco por dentro, como muerto. Se había alejado de sus tumbas y se hallaba de pie en el acantilado, observando el horizonte sin pensar en nada. Unos gritos ininteligibles y difuminados por el viento llegaron hasta sus oídos, pero no les prestó atención. Escuchó pasos en la lejanía, se acercaban a él. "Silvara", pensó, "reconocería esos pasos en cualquier parte". Sin volver la mirada para cerciorarse de quién era el que se acercaba se pasó una mano por el cabello en gesto de desesperación, abatimiento.
De repente, sintió que una suave mano se deslizaba por su brazo y aferraba suavemente la suya, pero él no se asustó. Siguió sin mirar a la mujer pues tenía la certeza de que en cuanto viese aquellos preciosos ojos verdes mirándole apenados, rompería a llorar y se derrumbaría. Entonces Silvara habló.
- Remus, cariño... tengo... tengo algo que contarte. – ella le acarició el rostro suavemente, Remus sintió un escalofrío y todos los vellos de su cuerpo se erizaron. Él no contestó, se sentía tan bien con Silvara a su lado... – Cariño... mírame, por favor. – añadió ella con la voz quebrada. Remus se asustó de nuevo, era la segunda vez que Silvara lloraba en público.
Él dirigió sus ojos a los de la mujer, acarició los pómulos de ella, a la par que le embriagaba un sentimiento de amor y gratitud que no había sentido hacia nadie, sólo hacia ella. Al fin, rompió el silencio.
- Dime qué te preocupa, mi vida. – Para su sorpresa, empezaron a caer lágrimas silenciosas por el rostro de la mujer. No sabiendo exactamente que hacer para consolarla, la tomó de las manos y la acercó hacia sí. – Puedes contármelo, Silvara. – Y acto seguido besó dulcemente la mano de ella.
La mujer se armó de valor, tomó aire de nuevo y tartamudeó:
- Es... es... es sobre... Peter.
- Ah, sobre Peter. Sabes ya por qué no se ha presentado el muy bandido? – Preguntó él con una sonrisa en el rostro.
- Más o menos – alcanzó a decir Silvara. Se hizo un silencio incómodo roto por el romper de las olas en el acantilado.
- Qué le ha ocurrido? – Preguntó al fin Remus temiendo lo peor.
Severus Snape se paseaba entre las lápidas del cementerio, aún meditando las palabras de la bella Silvara. Lanzó una rápida ojeada hacia el horizonte y los vio: El licántropo y la borde hablando. Seguramente ella le estaría contando cuán malvado era él y describiéndole cada resquicio de su mente. Le daba igual; aunque Lupin nunca había tomado parte de los juegos de Potter y Black para con él, sabía que éste le odiaba con la misma intensidad que sus dos amigos.
Las palabras de Silvara Waylan le perforaban la conciencia. ¿Podría haber evitado él la muerte de Potter y la falsa acusación a Black? ... Definitivamente no. Aunque por otro lado... ni siquiera había tenido intención de avisar a Dumbeldore de que el verdadero traidor no era Black, sino Pettigrew.
Definitivamente eso no era asunto suyo, mejor así: Potter fuera de su camino, Pettigrew muerto, un mortífago menos; y Black en Azkaban, donde no podría molestarle más. A fin de cuentas, qué estaba en juego? Nada. Los sentimientos del licántropo y su novia le traían sin cuidado.
La venganza era muy dulce, al fin todos pagarían lo que él había sufrido, sabrían lo que es ser desgraciado. Back pagaría por todas las veces que lo humilló delante del colegio en Azkaban, consumiéndose por sus propios recuerdos; Potter pagó con su vida su osadía y preponderancia; Pettigrew... pagó cara su debilidad; en cuanto al licántropo... ah, pero los licántropos tenían sentimientos?
Sonrió desdeñosamente. Su mente se fue a posar en las mujeres de sus enemigos. Tanto de lo mismo, le importaba un pimiento. Potter era una asquerosa sangre sucia que había que eliminar; Figg... igual que Black, insoportable. En cuanto a Waylan... su mirada se desvió hacia la pareja y vio que Remus miraba a Silvara como si ella estuviera relatándole la mejor historia de terror de todos los tiempos. Remus escuchaba con una mano en la frente como gesto de confusión y la mandíbula desencajada.
Severus centró sus cavilaciones en Silvara.
¿Qué se creía esa mujer llamándole siempre por su nombre de pila? Que le hubiera permitido hacerlo en segundo, no le daba derecho a hacerlo durante toda la vida. Siempre igual, intentando acercarse a él preguntándole por tonterías del estilo a "Cómo estás?" o "todo bien?". Si ella leía la mente... no leía en la suya que no quería que se le acercase? No necesitaba la caridad de nadie!
Sus pensamientos volaron a sus años de escuela. Pequeños fragmentos de momentos con Waylan pasaron ante sus ojos. Siempre había sido, hasta cierto punto, amable con él, había oído en más de una ocasión regañar a Potter y Black por su comportamiento hacia él, cosa que no le había gustado en absoluto, no necesitaba la caridad de nadie!, se repitió él mismo.
Aunque... aunque en el fondo... le dolieron las palabras de Waylan. Asesino? Miserable? Qué había hecho? Empezó a invadirlo un sentimiento de culpabilidad que no había conocido nunca. No, no! No era su problema la muerte de los Potter! Y qué si un inocente iba a Azkaban? Por todos los santos, era Black! No tenía un pelo de inocente.
Un grito de dolor hendió el silencio del cementerio y giró rápidamente la vista hacia Remus y Silvara. Él estaba ahora de rodillas en el suelo, encogido sobre sí mismo con las manos tapándole la cara. Severus podía escuchar sus gemidos.
- No, no!! No puede ser verdad! Peter también!
Silvara se había arrodillado junto a él y lo abrazaba como podía. Finalmente él cayó al suelo hundiendo el rostro en el hombro de Silvara, la cual había empezado a mecerlo y a acariciarle el pelo como si de un niño asustado se tratase. Aún podía oír sus lamentos cuando captó la penetrante mirada de Silvara puesta en él.
- Mierda, qué he hecho!? – Como si tuviera un resorte en los talones, echó a correr, maldiciendo a Waylan por hacerle pensar en estupideces.Os ha gustado??
Haré una confesión, es uno de mis capítulos preferidos.... Jejejeje. Ya dije que me encanta diseccionar a Snape mentalmente. Creo que es el personaje del Harryverso con la mente más interesante.
Y a mi, como me sobra imaginación... pues ea ;)
Saludos cordiales,
Silvara Waylan.
