31. RESOLVIENDO PROBLEMAS

La noche llegó a Hogwarts y Remus fue a recoger a su hija a su antigua habitación.

-Acabaremos tarde, si no te importa la traeré mañana por la mañana- Andraia solo se encogió de hombros. Se despidió efectuosamente de su hija y cerró la puerta.

Se sentó en un sofá y se dio cuenta de lo sola que se había quedado. De tener un marido y una hija que se peleaban con ella por el chocolate. De tener una hermana que la divertía con su aparente frialdad pero que se pasaba los días peleándose con el profesor de pociones, a la que podía contarle todo lo que le pasaba. Pasó a no tener nada. Ni marido, ni hermana a quien explicarle cosas, su madre estaba lejos, su hija dormía con su padre… no le quedaba nada.

Antes de empezar a llorar se levantó y decidió que lo mejor era que le tocase un poco el aire. Se fue directamente a la torre de astronomía. Se sentó apoyada en una pared mirando las estrellas. Las lagrimas empezaron a recorrerle las mejillas.

Era en esos momentos en los que necesitaba estar acompañada y era en los mismo en la que estaba más sola que nunca. Suspiró resignada.

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En la habitación de Sirius, donde ahora dormía también Remus, se celebraba una cena.

-Tienes una hija encantadora, Remus- dijo Carla mirando a la niña.

-Yo también se lo digo pero lo único que hace es hinchar pecho y poner una sonrisa tonta- se burló Sirius imitando el gesto de orgullo de Remus. Carla y Sirius se rieron, mientras Remus sonrojado miraba para otro lado.

-¿Qué pasa, papi?- preguntó la niñita mirando a su padre.

-Nada, Eileen, que tío Sirius y Carla se están riendo de papá.- Eileen  frunció un poco el cejo y miró a Sirius y a Carla.

-Papi, Asclepio y yo nunca nos reiremos de ti- dijo señalando al gran lobo que tenía una silla para él solo. Los otros dos empezaron a reír más fuerte.

-Lo sé cariño- dijo acariciándole el pelo a su hija.

Remus entristeció la sonrisa, al acordarse de Andraia, "seguro que si estuviera aquí, también se estaría riendo con ellos". Sus amigos lo notaron.

-De verdad que lo siento Remus- le dijo Carla bajando la mirada.- Yo…

-No es tu culpa, Carla. Es solamente culpa mía. Uno por no haberte dicho nada a ti y Dos por no haberle dicho nada a ella.

Después de cenar se sentaron en el sofá ha hablar un rato.

-¿Y no os descubrían nunca los profesores?- preguntó Carla sorprendida.

-No porque teníamos un secreto ¿Verdad que si Remus?

-¿Eh?- Remus bajó del planeta en que se encontraba- Digo si, el mapa Merodeador.

-¿Y eso, que es?- Sirius se levantó y fue a coger algo de un cajón.

-Mira- le enseñó un viejo pergamino- Ahora no es de nuestra propiedad, pues se lo cogimos a Harry para que no descubriera… bueno da igual.

Diciendo las palabras adecuadas, y golpe de varita el mapa de Hogwarts apareció delante de una sorprendida Carla.

-Fascinante.- Carla observó cada rincón de Hogwarts fascinada por el montón de pasadizos secretos que había. Vio un cartelito que ponía "Albus Dumbledore" que todavía estaba en su despacho trabajando. De su despacho salía un pasadizo que llegaba a una especie de habitaciones. Aunque Carla no lo sabía ese era el motivo de que a Harry le fuera confiscado el pergamino-mapa

 Carla se levantó.

-Lo siento chicos pero tengo que irme.

-¿Tan pronto?- dijo Sirius.

-Mañana  volveré- dijo con una sonrisa.

-¿Es una amenaza?- preguntó Sirius. Los otros dos rieron.

-Supongo que si. Buenas noches, chicos.- Carla salió de la puerta.

-Es una chica encantadora- dijo Sirius mirando aún hacia la puerta.

-Amigo- dijo poniéndole una mano el hombro a su amigo- veo una chispa en tus ojos que hacia tiempo que no veía.

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Andraia continuaba mirando las estrellas, la luna estaba en cuarto creciente, pronto sería luna llena. Ese pensamiento la llevó indudablemente a la imagen de Remus.

Ese mes Sirius lo acompañaría a la casa de los gritos pues Severus no podía prepararle la poción. Falta de ingredientes i demasiadas preocupaciones tendría él, como para poder hacerla la poción.

Oyó un ruido de pasos. Andraia miró hacia allí.

-Hola Andraia- Esta miró sorprendida la persona que había entrado en la torre de astronomía. Pero no respondió. – He venido a contarte algo que me parece que te interesará.- la mujer se sentó a su lado.

-¿Qué has venido a contarme Carla?- le dijo Andraia mientras intentaba tranquilizarse.

-Bueno empezaré por el principio. Conocía Remus hará como dos años- Andraia iba a interrumpirla, pero Carla se adelantó- Primero deja que te lo cuente, luego opina. Trabajamos por un mes en el mismo restaurante, pero ya sabes por su licantropía no duró mucho en ese trabajo. Acepto que me enamoré de él. Por todo el misterio que él desprendía.- Carla sonrió como recordando.

"Aún después de dejar el trabajo nos seguimos viendo y nos hicimos amigo. Un día me contó que era licántropo. A mi no me importó por los avances en la poción "mata-lobos". Bueno el caso es que empezamos a salir- En ese punto Andraia pensó que Carla se había ido a burlarse en su cara.

"Pero la cosa no funcionó. Y después de mucho preguntarle logré sacarle que era lo que le atormentaba. Y me lo contó. Me explicó que tu lo habías dejado hacía un año y que todavía no te sacaba de su cabeza- Andraia bajó la mirada, pensó que ella tenía razón había sido su culpa que Remus se hubiera lanzado en los brazos de Carla.

"Tengo que admitir que en ese momento te odié profundamente- Andraia miró por primera vez a su interlocutora que miraba el cielo estrellado.- Me pregunté como podías haber dejado a un hombre tan bueno, tan dulce, tan atento como él. Como podías haberlo dejado con lo que te quería. Y lo peor como podías haberlo dejado por ser un hombre lobo.

-Yo no…- Carla la miró y sus ojos se encontraron.

-Ahora se porque lo hiciste, pero en ese momento no lo sabía. Al saber a lo que me enfrentaba decidí hacer un trato con Remus. Yo era su novia hasta que tu volvieras. Si era cierto lo que él me había dicho, tu nunca volverías con él. Pero…- Carla suspiró- me equivoqué.

-Lo siento- susurró Andraia sin mirarla.

-No lo sientas.- la profesora de astronomía la miró sorprendida- Me alegro que lo dejarás hace tres años. De esta manera lo protegiste y yo… y yo pude conocer a una persona maravillosa. Bueno Andraia, me parece que tengo que irme ya.- dijo con una sonrisa- y creo que hay alguien que le encantaría que llamaras a su puerta.

-¿Crees que me perdone?- preguntó Andraia.

-Remus te quiere y siempre lo perdona todo. Me parece que esta más preocupado por si le perdonarás tu.- dijo con una sonrisa. Luego se levantó y se dirigió a las escaleras de la torre de astronomía. Pero Andraia tenía una pregunta que le carcomía.

-¿Carla?- esta se giró- ¿Tengo que preocuparme que tu…?

-¿Que yo intente conseguir a Remus?- dijo con una sonrisa. Andraia asintió.- Me parece que no. Me parece que Remus y yo aunque, tu no estuvieras tampoco hubiéramos tenido mucho futuro. Sobretodo al conocer a sus amigos.- Carla le guiñó un ojo y salió de la torre.

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Remus estaba pensativo en el sofá de la habitación. Otro noche que no podría dormir. Se había vuelto a acostumbrar rápidamente, a dormir en el suave aroma que desprendía Andraia y le costaría volver a acostumbrarse a dormir sin él.

Llamaron a la puerta. Remus miró el reloj y vio que ya era muy tarde para un visita, pero aún así abrió.

-Andraia, ya te dije que traería a Eileen por la noche…- dijo sorprendido por la visita.

-Remus, yo… lo siento- Remus se sorprendió aún más.

-¿Qué?- dijo confuso.

-Carla me ha contado lo que hay entre vosotros.

-No hay nada- se apresuró a decir Remus.

-Lo sé y siento haberme puesto así, pero yo… bueno, no soportaría que te apartasen de mi lado otra vez y…-  Andraia tenía la mirada baja, arrepentida por su comportamiento infantil.

Remus le cogió dulcemente la barbilla y subió su mirada para que viera sus ojos.

-Draia… siempre te he amado y siempre lo haré.- le dijo con una sonrisa y la besó.- ¿Vamos a nuestra habitación?

-¿Y Eileen?

-Estará bien con Sirius… bueno y Asclepio- Andraia sonrió y después de dejarle una nota a Sirius en la mesilla de su habitación y mirar que Eileen durmiera bien se fueron a dormir a su habitación.

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-Tío Sirius- este se despertó.

-Mmmm…

-Asclepio tiene miedo- Sirius abrió los ojos.

-¿Y tu padre?- dijo con voz ronca.

-No esta- Sirius abrió los ojos de golpe.

-¿Cómo que no esta?- Se incorporó rápidamente en su cama y vio la nota que habían dejado en su mesilla. Después de leerla esbozó una gran sonrisa- Ha ido a reconciliarse…- luego dirigió su mirada a Eileen- ¿Qué decías de Asclepio?

-Que tiene miedo. ¿Podemos dormir contigo?- Sirius sonrió.

-Claro, que si Eileen.- Sirius les dejo un sitio en la cama.

-Buenas noches tío Sirius.- dijo sonriente Eileen.

-Buenas noches Eileen.- dijo dándole un beso a la niña- buenas noches Asclepio- dijo acariciando al gran lobo. Sirius se tumbó y noto que algo peludo se le ponía en la boca. Se sacó la cola del lobo de la boca- Eileen ¿Estas segura de que Asclepio tiene miedo?

-Si. Dijo simplemente la niña. Sirius hizo nota mental de no regalarle a una niña de tres años un lobo de tales dimensiones nunca más.