Capitulo 4: A thousand years after You
-Entonces, Manta, vamos a morir?- Dijo Lyserg después de escuchar el relato de manta sobre su misión como Einherjars, tal como Silmeria lo había predicho.
-Así es, eso fue lo que nos dijo la valquiria Silmeria.
-Bah! Yo no pienso morir para ayudar a unos dioses tan incapaces que no pueden cuidarse solos. Todo esto me parece una estupidez.
-pero como puedes decir eso? Yoh murió! Aunque será devuelto a la vida, se encuentra muerto! Es mas, el mismo quiso que los llamara para que ustedes e unan!
-Aunque me da mucho miedo morir, si una Diosa me lo pide, y si es para ayudar a Yoh, entonces aceptaré.-Dijo con un hilo de voz Tamao Tamamura.
-Creo que si el destino decidió que debemos pelear para salvar nuestro mundo, entonces yo lucharé.-los ojos verdes de Lyserg se vieron algo melancólicos al decir esto.
-yo ya había decidido esto. No le tengo miedo a la muerte, talvez esto me ayude a encontrar una verdadera forma de resucitar a Eliza.
-Vaya, pues aunque todos ustedes son bastante entrometidos, como futura esposa de Yoh, no puedo dejarlo ir solo, por lo que ustedes lo acompañaran! Quieran o no!-
-Yo no iré-Ren bajo la vista y se levanto de la mesa en el comedor de los asakura.-Yo no seré el esclavo de ninguna Diosa, ni dejaré que me maten para ser su animal entrenado. YO NO SOY NINGÚN...-pero en ese momento se escuchó a la voz de Yoh.
-Anna! Manta! Venga rápido!-Todos corrieron para ver que era lo que sucedía la entrada.
Silmeria entró ensangrentada, apoyada en yoh con una mano y sosteniéndose la herida con la otra.
-yoh! Pensé que estabas muerto!-lyserg se acercó para ayudarlos
-Amo yoh!- Amidamaru se acercó a ellos.
-Es una larga historia, pero por favor ayuden a Silmeria!
-No.. Está bien.. Yo.. Yo puedo sola.-Silmeria soltó su herida y con su mano libre usó algo de magia, aunque estaba muy débil. Paro de sangrar, pero cayó desmayada sobre Lyserg.
-Tu y Tamao, llévenla a una habitación antes de que manche todo el piso!- Anna no era demostrativa, a un así, ella tomaba en cuenta a las personas.
Silmeria dormía en una de las habitaciones, mientras que Yoh les explicaba todos lo que sucedió con horo horo.
-Estas diciendo que por culpa de esa impertinente, horo Horo esta en el infierno?-A Ren no le agradó Silmeria. Desde el momento en que la vio.
-Pues, si, pero no fue su culpa Ren, ella hizo todo lo que pudo, pero..-Ren no dejó que
Yoh terminará esa frase, solo se levantó y se marchó.
-Que idiotas, parece que todos encuentran a esa muchacha una salvadora, o al hecho de morir como animales un gran acto.
-No hay una muerte más noble que la de un guerrero. El máximo honor que puede obtener. Y si luchar para salvar tu mundo es algo idiota, pues llámalos com quieras. Al final del pasillo, Silmeria estaba escondida entre las sombras. Sus ojos se clavaron firmemente en los de Ren.
-Vaya, con que tú eres al susodicha Diosa. Debes sentirte muy feliz al haberlos engañado a todos con tus promesas! Pero no será lo mismo conmigo, eh?-Ren se detuvo para contemplar los ojos de Silmeria, sintió que ya los había visto antes. El rencor que sentía por ella era muy profundo, aun así, algo en sus ojos lo inquietaba. Sus ojos más fríos que el hielo, su rostro rígido como si fuera una estatua. Se veía tan distante y tan melancólica aun así, forjada en el calor de la batalla. La sangre de un guerrero corría por sus venas. Aun así, había algunos que se atrevían a degradarla llamándola frágil. Eso nunca le gusto, parecer frágil o serlo, para ella era la más detestable característica. Son frágiles los que no tienen la suficiente fuerza para luchar, quienes se quiebran ante la realidad y los obstáculos. Esa era su manera de pensar, y aunque ella no lo supiera, a Ren tampoco le hubiera satisfecho que ella fuera una diosa débil. Talvez fue esa fuerza que emanaba de su mirada, su rigidez, que hizo que Ren cambiara su manera de verla.
Silmeria notó el cambio de actitud en Ren.
-Porqué me odias?-El odio de un mortal era algo completamente insignificante para ella, no le importaban los sentimientos de Ren, siquiera le importaban los propios.
-No te odio, simplemente yo no seré una de tus mascotas-unos minutos atrás le hubiera dicho que la detestaba por lo que le hizo a Horo Horo, pero había algo en esos ojos que no le permitían hacerlo.
-Yo no puedo obligarte, aunque ten en cuenta las consecuencias de tus actos. Si realmente eres un guerrero aceptaras venir con nosotros, si es que quieres venganza por lo que le sucedió a tu amigo, o si es que quieres volver haberlo. Si prefieres seguir el camino del rencor y el orgullo, eso será tu final.
-Hablas como si supieras lo que es el orgullo de un guerrero, pero el gran Ren Tao no seguirá las órdenes de nadie.
-"Tao? Ese nombre..."-Silmeria sintió que todo su cuerpo se estremecía- "Ja.. Jamás escuche ese nombre antes, no se porque me estremezco de esta manera"... "que? Que me esta pasando? No otra vez!-Imágenes cortas y difusas le volvían a la mente. Como cuando habló con Fausto. No podía permanecer de pie, todo le dolía.
-Qué?.. Que te sucede?-Ren no comprendió que le sucedía a Silmeria. Ella dio unos pasos hacia el, con los ojos cerrados, mientras sostenía su cabeza del dolor, y se desvaneció. Instintivamente Ren la sujeto. No supo como, pero cuando la sostuvo en brazos, estuvo seguro de que ellos ya se habían conocido, que el ya había vivido esa misma situación, con esa misma persona.
El sol de la mañana se reflejo en su pálido rostro, su cabello brillaba con una luz dorada. Fría nuevamente, talvez Silmeria no encontraba necesario expresar sentimientos. Ya sin su armadura, vestida como una persona normal, se levantó del futón donde alguien la había colocado. Ren se encontraba apoyado contra una pared de la habitación. Silmeria no se molestó en absoluto ya que no tenía vergüenza de encontrarse en la presencia de un humano cuando acaba de despertarse, no grito ni se torno histérica, como haría una adolescente normal. Solo se levantó, tal como estaba, en el pijama que le habían prestado y se le acercó.
-Tendré que agradecerte por haberme ayudado ayer por la noche.
-No fue nada, cualquiera hubiera hecho lo mismo.
-A que haz venido, entonces? No creo que contemplarme mientras duermo sea una de tus actividades favoritas, a menos que seas un pervertido. Silmeria dijo esto sin el más mínimo cambio en su expresión. Ren no pudo evitar sonrojarse. Evitó la mirada de Silmeria.
-Es que tomé una decisión, sobre ser uno de tus guerreros, o no.
-Pensé que ya la habías tomado, así que en realidad, haz cambiado de parecer. Sino no me dirías esto.
-No presiones! Quieres?! Pues, quiero que te quede claro que no seré tu perro amaestrado ni te obedeceré. Sin embargo, no puedo dejar el destino del mundo en las manos de Yoh, o de una Diosa cualquiera.
-Tomare eso como un "si". Aunque no estamos seguros de que tu seas uno de los cuatro elegidos. El que muera primero será quien venga conmigo.
-Ya... ya pensé en eso, y estoy seguro que seré yo. Ren sacó a horaiken, ella se imaginó lo que este planeaba hacer para asegurarse su puesto en la pelea. Todo termino muy rápido para el, hasta que una voz familiar lo llamó.
-me alegro de que hayas decidido acompañarnos Ren!
-Que haces aquí, Yoh... Hasta anoche estabas con nosotros.
-Pues, verás, comí demasiado de la comida de tamao y, no se nos permite abusar de los sentidos cuando nos materializamos, por eso, es que me volví un fantasma otra vez, aunque es algo bastante divertido cuando te acostumbras... jijiji.
Un extraño sentimiento recorrió a Ren.
-Que... que es ese sentimiento cálido en mi interior.
-Mm... Yo tampoco lo se, aunque también lo siento. Creo que es el alma de Silmeria aunque ella no me lo ha dicho, es muy reserva respecto a ella misma o a su vida personal.
-Que ironía, que alguien tan frío tenga una alma tan cálida.
-Crees que funcionará, Platina?-Lucian miró a Lenneth buscando una respuesta en esos ojos tan azules como los de Silmeria, aunque mucho mas cálidos. El la seguía llamando con el nombre con el que la había conocido.
-No lo sé- Dijo Lenneth contemplando a Silmeria y a Ren desde el espejo de agua, con el cual tenía conocimiento total sobre lo que sucedía en Midgard.- pero, es mi única oportunidad de que Silmeria recuperé su pasado.
-Eso la lastimará mucho, sabes?
-Si, lo se. Pero es el único camino para que algún día vuelva a ser feliz.
-Entonces, Manta, vamos a morir?- Dijo Lyserg después de escuchar el relato de manta sobre su misión como Einherjars, tal como Silmeria lo había predicho.
-Así es, eso fue lo que nos dijo la valquiria Silmeria.
-Bah! Yo no pienso morir para ayudar a unos dioses tan incapaces que no pueden cuidarse solos. Todo esto me parece una estupidez.
-pero como puedes decir eso? Yoh murió! Aunque será devuelto a la vida, se encuentra muerto! Es mas, el mismo quiso que los llamara para que ustedes e unan!
-Aunque me da mucho miedo morir, si una Diosa me lo pide, y si es para ayudar a Yoh, entonces aceptaré.-Dijo con un hilo de voz Tamao Tamamura.
-Creo que si el destino decidió que debemos pelear para salvar nuestro mundo, entonces yo lucharé.-los ojos verdes de Lyserg se vieron algo melancólicos al decir esto.
-yo ya había decidido esto. No le tengo miedo a la muerte, talvez esto me ayude a encontrar una verdadera forma de resucitar a Eliza.
-Vaya, pues aunque todos ustedes son bastante entrometidos, como futura esposa de Yoh, no puedo dejarlo ir solo, por lo que ustedes lo acompañaran! Quieran o no!-
-Yo no iré-Ren bajo la vista y se levanto de la mesa en el comedor de los asakura.-Yo no seré el esclavo de ninguna Diosa, ni dejaré que me maten para ser su animal entrenado. YO NO SOY NINGÚN...-pero en ese momento se escuchó a la voz de Yoh.
-Anna! Manta! Venga rápido!-Todos corrieron para ver que era lo que sucedía la entrada.
Silmeria entró ensangrentada, apoyada en yoh con una mano y sosteniéndose la herida con la otra.
-yoh! Pensé que estabas muerto!-lyserg se acercó para ayudarlos
-Amo yoh!- Amidamaru se acercó a ellos.
-Es una larga historia, pero por favor ayuden a Silmeria!
-No.. Está bien.. Yo.. Yo puedo sola.-Silmeria soltó su herida y con su mano libre usó algo de magia, aunque estaba muy débil. Paro de sangrar, pero cayó desmayada sobre Lyserg.
-Tu y Tamao, llévenla a una habitación antes de que manche todo el piso!- Anna no era demostrativa, a un así, ella tomaba en cuenta a las personas.
Silmeria dormía en una de las habitaciones, mientras que Yoh les explicaba todos lo que sucedió con horo horo.
-Estas diciendo que por culpa de esa impertinente, horo Horo esta en el infierno?-A Ren no le agradó Silmeria. Desde el momento en que la vio.
-Pues, si, pero no fue su culpa Ren, ella hizo todo lo que pudo, pero..-Ren no dejó que
Yoh terminará esa frase, solo se levantó y se marchó.
-Que idiotas, parece que todos encuentran a esa muchacha una salvadora, o al hecho de morir como animales un gran acto.
-No hay una muerte más noble que la de un guerrero. El máximo honor que puede obtener. Y si luchar para salvar tu mundo es algo idiota, pues llámalos com quieras. Al final del pasillo, Silmeria estaba escondida entre las sombras. Sus ojos se clavaron firmemente en los de Ren.
-Vaya, con que tú eres al susodicha Diosa. Debes sentirte muy feliz al haberlos engañado a todos con tus promesas! Pero no será lo mismo conmigo, eh?-Ren se detuvo para contemplar los ojos de Silmeria, sintió que ya los había visto antes. El rencor que sentía por ella era muy profundo, aun así, algo en sus ojos lo inquietaba. Sus ojos más fríos que el hielo, su rostro rígido como si fuera una estatua. Se veía tan distante y tan melancólica aun así, forjada en el calor de la batalla. La sangre de un guerrero corría por sus venas. Aun así, había algunos que se atrevían a degradarla llamándola frágil. Eso nunca le gusto, parecer frágil o serlo, para ella era la más detestable característica. Son frágiles los que no tienen la suficiente fuerza para luchar, quienes se quiebran ante la realidad y los obstáculos. Esa era su manera de pensar, y aunque ella no lo supiera, a Ren tampoco le hubiera satisfecho que ella fuera una diosa débil. Talvez fue esa fuerza que emanaba de su mirada, su rigidez, que hizo que Ren cambiara su manera de verla.
Silmeria notó el cambio de actitud en Ren.
-Porqué me odias?-El odio de un mortal era algo completamente insignificante para ella, no le importaban los sentimientos de Ren, siquiera le importaban los propios.
-No te odio, simplemente yo no seré una de tus mascotas-unos minutos atrás le hubiera dicho que la detestaba por lo que le hizo a Horo Horo, pero había algo en esos ojos que no le permitían hacerlo.
-Yo no puedo obligarte, aunque ten en cuenta las consecuencias de tus actos. Si realmente eres un guerrero aceptaras venir con nosotros, si es que quieres venganza por lo que le sucedió a tu amigo, o si es que quieres volver haberlo. Si prefieres seguir el camino del rencor y el orgullo, eso será tu final.
-Hablas como si supieras lo que es el orgullo de un guerrero, pero el gran Ren Tao no seguirá las órdenes de nadie.
-"Tao? Ese nombre..."-Silmeria sintió que todo su cuerpo se estremecía- "Ja.. Jamás escuche ese nombre antes, no se porque me estremezco de esta manera"... "que? Que me esta pasando? No otra vez!-Imágenes cortas y difusas le volvían a la mente. Como cuando habló con Fausto. No podía permanecer de pie, todo le dolía.
-Qué?.. Que te sucede?-Ren no comprendió que le sucedía a Silmeria. Ella dio unos pasos hacia el, con los ojos cerrados, mientras sostenía su cabeza del dolor, y se desvaneció. Instintivamente Ren la sujeto. No supo como, pero cuando la sostuvo en brazos, estuvo seguro de que ellos ya se habían conocido, que el ya había vivido esa misma situación, con esa misma persona.
El sol de la mañana se reflejo en su pálido rostro, su cabello brillaba con una luz dorada. Fría nuevamente, talvez Silmeria no encontraba necesario expresar sentimientos. Ya sin su armadura, vestida como una persona normal, se levantó del futón donde alguien la había colocado. Ren se encontraba apoyado contra una pared de la habitación. Silmeria no se molestó en absoluto ya que no tenía vergüenza de encontrarse en la presencia de un humano cuando acaba de despertarse, no grito ni se torno histérica, como haría una adolescente normal. Solo se levantó, tal como estaba, en el pijama que le habían prestado y se le acercó.
-Tendré que agradecerte por haberme ayudado ayer por la noche.
-No fue nada, cualquiera hubiera hecho lo mismo.
-A que haz venido, entonces? No creo que contemplarme mientras duermo sea una de tus actividades favoritas, a menos que seas un pervertido. Silmeria dijo esto sin el más mínimo cambio en su expresión. Ren no pudo evitar sonrojarse. Evitó la mirada de Silmeria.
-Es que tomé una decisión, sobre ser uno de tus guerreros, o no.
-Pensé que ya la habías tomado, así que en realidad, haz cambiado de parecer. Sino no me dirías esto.
-No presiones! Quieres?! Pues, quiero que te quede claro que no seré tu perro amaestrado ni te obedeceré. Sin embargo, no puedo dejar el destino del mundo en las manos de Yoh, o de una Diosa cualquiera.
-Tomare eso como un "si". Aunque no estamos seguros de que tu seas uno de los cuatro elegidos. El que muera primero será quien venga conmigo.
-Ya... ya pensé en eso, y estoy seguro que seré yo. Ren sacó a horaiken, ella se imaginó lo que este planeaba hacer para asegurarse su puesto en la pelea. Todo termino muy rápido para el, hasta que una voz familiar lo llamó.
-me alegro de que hayas decidido acompañarnos Ren!
-Que haces aquí, Yoh... Hasta anoche estabas con nosotros.
-Pues, verás, comí demasiado de la comida de tamao y, no se nos permite abusar de los sentidos cuando nos materializamos, por eso, es que me volví un fantasma otra vez, aunque es algo bastante divertido cuando te acostumbras... jijiji.
Un extraño sentimiento recorrió a Ren.
-Que... que es ese sentimiento cálido en mi interior.
-Mm... Yo tampoco lo se, aunque también lo siento. Creo que es el alma de Silmeria aunque ella no me lo ha dicho, es muy reserva respecto a ella misma o a su vida personal.
-Que ironía, que alguien tan frío tenga una alma tan cálida.
-Crees que funcionará, Platina?-Lucian miró a Lenneth buscando una respuesta en esos ojos tan azules como los de Silmeria, aunque mucho mas cálidos. El la seguía llamando con el nombre con el que la había conocido.
-No lo sé- Dijo Lenneth contemplando a Silmeria y a Ren desde el espejo de agua, con el cual tenía conocimiento total sobre lo que sucedía en Midgard.- pero, es mi única oportunidad de que Silmeria recuperé su pasado.
-Eso la lastimará mucho, sabes?
-Si, lo se. Pero es el único camino para que algún día vuelva a ser feliz.
