-'Por fin, por fin podré verlo nuevamente esta noche...' -Bakura miró furtivamente al pizarrón, y volvió su mirada hacía la venta, hacía el jardín.

-Ryo...

-'No puedo esperar para volver a verlo nuevamente...'

-Señor Ryo...

-'Bakura Yami...'

-¡¡¡¡BAKURA RYO!!!!-gritó furiosa la maestra, haciendo que el joven albino se cayera de su silla, mientras que el resto del salón reía a carcajadas.- ¿Se puede saber en QUE pensaba?-dijo secamente.

-Na-Nada...Lo lamento mucho...-respondió regresando a su asiento.

-Que no vuelva a pasar.-se dio media vuelta, y se dirigió a su escritorio.

-Si señora...-murmuró para sí el joven albino.

'Bakura...'

Bakura miró hacía afuera, y sus ojos se agrandaron por la sorpresa. Delante del edificio de la escuela, un hombre vestido con garbadina y sombrero negro, lo miraba fijamente, con una sonrisa satisfactoria en su rostro. Bakura lo miró un largo rato, hasta que los gritos de su maestra lo alejaron de su visión. Al volver su atención hacía el hombre, este desapareció.

~*~

-Ahhh...Mi hermoso chico...-suspiró Bakura.-Amigo viento...¿Cómo has estado en todo el día?

-Muy bien señor, absolutamente feliz de haberle servido hoy, mi señor.

-No es para tanto, amigo viento.-el viento adquirió forma sólida, la de un lobo verde, y se echó al lado del albino.

-Mi señor, usted es lo más importante para mí. Yo soy un ser muy inferior a usted. Yo obedezco todas sus órdenes. Aunque sea un deseo suyo. Sus deseos son mis ordenes.

-Lo sé, amigo viento, lo sé.

-¿Cuándo irá a ver a mi señor Bakura?

-A mi chico, hoy a la noche.

~*~

Bakura estaba recostado en su cama, cuando su padre entró, diciéndole que el baño estaba listo, pero antes de irse, su hijo lo detuvo.

-¿Qué pasa?

-¿Podría cambiarme de nombre?

-¿A cuál?-no dijo ni si ni no, pero estaba ahí.

-Ryo Bakura. Suena mucho mejor que Bakura Ryo, ¿Verdad?

-Veré que podemos hacerle.-y sin más, se marchó, dejando a su hijo alegre, puesto que había ganado.

~*~

'Bakura...'

El joven chico, que dormía plácidamente en su cama, se dio media vuelta, ignorando todo. Volvió a oír la voz, y se sentó en su cama, mirando en su habitación, hasta que una sombra salió del rincón más oscuro de su pieza.

-Hola.

-¿Quién eres?

-Ha pasado el tiempo. Es natural que no me recuerdes.-Bakura se acercó a su chico, y este se levantó, mirándolo a los ojos.-Has crecido mucho Bakura.

-Hum...Ya no soy Bakura, ahora soy Ryo Bakura.

-Te cambiaste el nombre...-dicho esto, desapareció.

-¿Bakura?-dijo incrédulo el joven.

-Búscame...Sigue mi voz, y encuéntrame.

Rápidamente, pero sin hacer ruido, Ryo salió de la casa, vistiendo sus ropas de dormir y un abrigo. Comenzó a recorrer las calles desiertas, oyendo y siguiendo la voz de Bakura. Cuando el vampiro sintió que su chico se desviaba, le dijo.

-Frío, frío...Te alejas...

Así, Ryo llegó hasta la entrada del cementerio, al doblar una esquina. Sin vacilar, abrió la reja y entro, siguiendo las palabras del espíritu. Recorrió un largo tramo, hasta que volvió a oír la voz.

-Caliente, caliente...Te acercas...

Ryo siguió caminando un largo rato, hasta que un lobo verde se colocó en frente suyo, acercándose lentamente hacía él.

El animal se frotó en las piernas del chico, y luego se apartó, sentándose.

-Mi señor lo está esperando.

-¿Eres el viento?

-Si señor...-comenzando a volver a su forma natural, agregó.-Siga la voz de mi amo, y lo encontrará.-y desapareció.

Ryo siguió la voz de Bakura hasta llegar al lugar más elevado del cementerio, dónde podía observar la ciudad entera desde allí. Sin darse cuenta, se quedó contemplándola un largo rato, hasta que sintió unos fuertes y cálidos brazos tomar dulcemente su cintura, mientras que sentía la respiración caliente y frenética sobre su cuello, haciendo que se sonrojara.

-Te has desarrollado mucho, mi chico.-gimió Bakura, al oído del muchacho.

-Bakura...

-Aja...-el chico se volteó, con su rostro sonrojado al máximo, buscando esos marrones rojizo, que halló de inmediato.-Te has convertido en un joven muy hermoso...

-Gracias...

-¿Quieres algo ahora? ¿Necesitas algo ahora?

-Bésame...-murmuró suavemente Ryo, a lo cual Bakura sonrió, dejando ver sus afilados caninos.

El mayor acercó el rostro rojo del menor, y suavemente besó a su compañero, hasta que se separaron. Bakura acercó su boca hacía el cuello de su chico, respirando sobre él, deseoso de probar aquella sangre pura. Abrazó fuertemente a Ryo, quien hizo lo mismo, y dijo.

-¿Sabes?-se lamió sus labios, y continuó.-Tengo hambre...No he comido aún...

-Hazlo...No tengo problema...

Suave y sensualmente, Bakura clavó sus colmillos, dejando que un gemido escapara de la garganta del menor, haciendo que clavara sus uñas en el traje del vampiro. Gimiendo y dando quejidos, mientras que Bakura se deleitaba con aquella pura sangre, mientras que deslizaba sus manos debajo de las ropas de su chico, haciendo que gimiera más fuerte.

-Bakurahhh...-el joven vio con deseo el cuello desnudo de su compañero, acercándose lentamente hacía él.

El espíritu detuvo su alimentación, al sentir los labios de su chico, y los dientes, intentando morder en su cuello, tratando de hacer algo, que no entendía.

-No puedo...-dijo Ryo frustrado.

-¿Qué cosa?

-No puedo...-dijo intentando inútilmente de saborear la sangre de Bakura, quien se percató de sus pensamientos.

-Tienes que ser cómo yo, para poder hacer eso.

-Entonces hazlo...Siempre he querido ser cómo tú...

-No. Aún eres muy joven, apenas 16 años. Necesitas tener dieciocho, para que te dejen, en el futuro, hacer lo que quieras. No tendrás reglas.

-No quiero esperar. Quiero ser cómo tu ahora...-dijo acercando nuevamente los colmillos de Bakura a su cuello.

-Esperemos un poco...Si tus deseos siguen siendo los mismos de ahora, entonces lo haré.

-¡Pero no quiero!

-Esperemos. Ahora, creo que debería acompañarte a tu casa. Ya son más de las 4 de la mañana y tienes clases hoy.

-Al diablo con la escuela, te tengo a ti...Es todo lo que necesito.

-Esperemos, por favor. Si quieres hacerme saber o decirme algo, sólo llama al amigo viento, y él transmitirá tu mensaje.

-De acuerdo.-mirándolo con ojos soñadores, dijo.-Dame otro beso...

Y sin más, Bakura besó otra vez a su chico, hasta quien sabe cuándo.