Ryo se encontraba sentado esa tarde de domingo, estudiando para Física,
mientras que Bakura estaba recostado en su cama, leyendo las revistas de su
chico, con un toque de interés.
-Ya terminé...He leído el libro ya tres veces.-dijo desperezándose en la silla, y voltear para ver a Bakura, quien no le quitó los ojos de encima a la revista.-¿Bakura?
-¿Si?
-¿Qué te pasa? No has quitado la vista de esa cosa desde que empecé a estudiar.
-¿Y?
-Olvídalo...
-Cómo pensé...
~*~
Ryo salió diciendo que se encontraría en el parque con sus amigos, para dar una vuelta. Con una aceptación de sus padres, el chico salió de su casa alegre, corriendo al parque, puesto que ya era tarde, (N/A: Jiji...Otro versito), seguido de un atento Bakura, que lo protegía de cualquiera que se le acercara, sospechosamente.
-¡Hola chicos!-gritó alegremente Ryo, al llegar al lugar acordado.
-Hey, amigo. ¿Qué tal?-saludó el rubio.
-¡Feliz!
~*~
-Si, gracias.
-Gracias por su compra.
Yatén salió del local, con una bolsa de papel entre sus brazos. Tropezó con alguien, y la bolsa se le cayó, desparramando todo el contenido de ella.
-¡Oh lo lamento!-se disculpó Yatén.
-No se preocupe. Yo iba distraído...
-No---Oiga...¿Usted es quién salvó a nuestro hijo?
-¿EH?-Bakura levantó su rostro, y se encontró con la sonrisa amistosa del padre de su chico.
~*~
-¡Ya llegué!-anunció Ryo al entrar a su casa.
Se dirigió al living, y descubrió a sus padres, sentados en el sofá, hablando.
-Hola...-dijo el joven albino.
-Hola, cariño.-saludó la madre dulcemente.
-Hijo, ¿Qué tal tu día?
-Bien.-el chico volteó al ver una seña del padre, y por poco no se cae.
Sentado en uno de los sillones, cómodamente, se encontraba Bakura, disfrutando de una rica taza de té de hierbas.
~*~
-Hay...Mi señor tarda mucho...-dijo el viento, mirando a la ciudad desde el cementerio.-Mi señor...¿Dónde está?
~*~
-¿Podría ir?-dijo con esperanzas Ryo.
-Claro. Si quieres, ve hoy, ahora.-respondió su padre.
-¡Gracias papá!-dicho esto, lo abrazó.
El joven albino subió rápidamente a su habitación. Tomó un bolso, y comenzó a guardar su ropa y otras cosas para irse a la casa de Bakura. Al terminar, bajó rápidamente, viendo cómo Bakura ya estaba con su usual sombrero y garbadina negra.
-Cuídate.-dijo la madre, dulcemente a su hijo, dándole un beso en la frente.
-Así lo haré mamá.
Los dos salieron de la casa, y el joven albino siguió a su compañero.
~*~
-Seh...Oigan, ¿Qué no es Bakura el que va allá?-cuestionó Joey.
-Si es cierto. Pero se ve que va acompañado.-respondió Yugi.
-¿Quién será?-dijo Tea, mientras se acercaban a ellos.
-No lo sé. Tendremos que preguntarle.-dijo Tristán.
-¡¡HEY BAKU!!-gritó el rubio, y el joven albino se volvió saludándolos con la mano.
-Hola chicos. ¿Qué hacen?
-Íbamos a la arcada. ¿Quieres venir?-dijo Tea.
-No gracias. Ya tengo compromiso.-despistadamente apretó fuertemente la mano de Bakura.
-¿Y quién es él?-inquirió Tristán.
-Un amigo de la familia...-dijo sonrojado el chico.-Es Bakura...Yami...
-¡Gusto en conocerlo, Bakura Yami!-dijo alegremente Yugi.
-El placer es todo mío, jóvenes.-respondió Bakura, amablemente.-Ahora, si nos disculpan, tenemos que irnos. Espero volver a verlos.-hizo un gesto con su sombrero, y se alejó junto con su amado.
~*~
-¿Un departamento?
-Si. El más grande. Estoy seguro que te gustará.
-Eso espero.
Ambos albinos entraron en la casa, y Ryo dejó su bolso sobre el sofá mirando a su alrededor. Varias dagas, cuchillos, espadas, escudos, cuadros y muchas otras cosas, se hallaban expuestas en las paredes, para ser observadas detalladamente por los visitantes.
-Que lindo...¿Son todas estas tus armas?
-Si. Las he recolectado a lo largo de mi vida, de diferentes partes del mundo.
-Son hermosas...-tomó una daga pequeña, con una hoja ni muy larga ni muy corta, con una empuñadura de oro, con dos rubíes y en el medio un zafiro.- Esta es...muy linda...Creo que la mejor...
-Esa es mi daga favorita, la que usaba en Egipto, cuando era ladrón.-dijo acercándosele y abrazarlo.
-¡¿Fuiste un ladrón en Egipto?!-dijo volteándose Ryo, mirándolo con ojos brillantes.
-Si...Ya es tarde. ¿Qué tal si te das un baño, y yo preparo la comida?
-De acuerdo.
~*~
-¡Malik! ¡Amigo! ¿¡Que hay!?-dijo Joey acercándose al moreno.
-Hola Joey.
-¿Dónde anduviste todos estos días? Nunca te podemos ver, salvo en las noches. ¿Qué pasa?
-Digamos que él tiene trabajos nocturnos, y duerme durante el día para reponer fuerzas...-un chico semejante a él lo abrazó por la cintura, haciendo que Malik se sonrojara.
-¿Te conocemos?-dijo Yugi.
-No. Pero ahora si. Soy Marik Osiris. (N/A: Cualquiera)
-Gusto en conocerte, Marik.
-Un placer. Y dime, Malikiu, ¿Son tus amigos?
-Si, Marik. Yugi, Joey, Tristán y Tea.
-¡Un placer!
-El placer es todo mío...-murmuró sensualmente al oído de Malik, mordiendo el lóbulo de su oreja con sus filosos caninos.
~*~
-¡Que hermoso!-exclamó Ryo al entrar al baño.
Una habitación de tamaño mediano, con un escalón, dónde, a la derecha había una pequeña bañera, hecha con cuadraditos pequeños de piedra, y a la izquierda, una ducha con un asiento. El piso se ahuecaba para dar lugar a la bañera, que no era más profunda que entre 60 y 80 cm, dando a un gran ventanal, que daba a la calle, dónde se podía ver toda la ciudad. Alrededor de ella había velas encendidas, aromatizadas con rosas y lavanda.
-¿Te gusta?-preguntó Bakura detrás de Ryo.
-Es precioso...
El adolescente comenzó a quitarse su remera, mientras que era observado por un vampiro hambriento. Bakura se relamió sus labios al ver el perfecto pecho de su chico.
-Espera. Sal del baño. Yo te lo prepararé. Verás cómo lo vas a disfrutar.
Ryo asintió, y salió.
Media hora después, el joven albino se encontraba recostado en la bañera, llena de agua y espuma, mientras veía por el ventanal. Las velas le otorgaban una luz tenue y sensual. La esencia de las velas y de la esencia de baño, llenaban los sentidos del menor, haciéndolo gemir de vez en cuando.
Bakura entró sigilosamente, con una botella de vino ya abierta y dos copas elegantes. Se sentó en el escalón, y sirvió en una de las copas, un poco de vino.
-¿Gustas?-dijo sensualmente Bakura, tendiéndole una de ellas.
-¿Qué es?
-Vino tinto...Uno de mis favoritos...
-Gracias.-respondió dulcemente Ryo, y una vez que Bakura llenó la suya, ambos brindaron.
-Ya terminé...He leído el libro ya tres veces.-dijo desperezándose en la silla, y voltear para ver a Bakura, quien no le quitó los ojos de encima a la revista.-¿Bakura?
-¿Si?
-¿Qué te pasa? No has quitado la vista de esa cosa desde que empecé a estudiar.
-¿Y?
-Olvídalo...
-Cómo pensé...
~*~
Ryo salió diciendo que se encontraría en el parque con sus amigos, para dar una vuelta. Con una aceptación de sus padres, el chico salió de su casa alegre, corriendo al parque, puesto que ya era tarde, (N/A: Jiji...Otro versito), seguido de un atento Bakura, que lo protegía de cualquiera que se le acercara, sospechosamente.
-¡Hola chicos!-gritó alegremente Ryo, al llegar al lugar acordado.
-Hey, amigo. ¿Qué tal?-saludó el rubio.
-¡Feliz!
~*~
-Si, gracias.
-Gracias por su compra.
Yatén salió del local, con una bolsa de papel entre sus brazos. Tropezó con alguien, y la bolsa se le cayó, desparramando todo el contenido de ella.
-¡Oh lo lamento!-se disculpó Yatén.
-No se preocupe. Yo iba distraído...
-No---Oiga...¿Usted es quién salvó a nuestro hijo?
-¿EH?-Bakura levantó su rostro, y se encontró con la sonrisa amistosa del padre de su chico.
~*~
-¡Ya llegué!-anunció Ryo al entrar a su casa.
Se dirigió al living, y descubrió a sus padres, sentados en el sofá, hablando.
-Hola...-dijo el joven albino.
-Hola, cariño.-saludó la madre dulcemente.
-Hijo, ¿Qué tal tu día?
-Bien.-el chico volteó al ver una seña del padre, y por poco no se cae.
Sentado en uno de los sillones, cómodamente, se encontraba Bakura, disfrutando de una rica taza de té de hierbas.
~*~
-Hay...Mi señor tarda mucho...-dijo el viento, mirando a la ciudad desde el cementerio.-Mi señor...¿Dónde está?
~*~
-¿Podría ir?-dijo con esperanzas Ryo.
-Claro. Si quieres, ve hoy, ahora.-respondió su padre.
-¡Gracias papá!-dicho esto, lo abrazó.
El joven albino subió rápidamente a su habitación. Tomó un bolso, y comenzó a guardar su ropa y otras cosas para irse a la casa de Bakura. Al terminar, bajó rápidamente, viendo cómo Bakura ya estaba con su usual sombrero y garbadina negra.
-Cuídate.-dijo la madre, dulcemente a su hijo, dándole un beso en la frente.
-Así lo haré mamá.
Los dos salieron de la casa, y el joven albino siguió a su compañero.
~*~
-Seh...Oigan, ¿Qué no es Bakura el que va allá?-cuestionó Joey.
-Si es cierto. Pero se ve que va acompañado.-respondió Yugi.
-¿Quién será?-dijo Tea, mientras se acercaban a ellos.
-No lo sé. Tendremos que preguntarle.-dijo Tristán.
-¡¡HEY BAKU!!-gritó el rubio, y el joven albino se volvió saludándolos con la mano.
-Hola chicos. ¿Qué hacen?
-Íbamos a la arcada. ¿Quieres venir?-dijo Tea.
-No gracias. Ya tengo compromiso.-despistadamente apretó fuertemente la mano de Bakura.
-¿Y quién es él?-inquirió Tristán.
-Un amigo de la familia...-dijo sonrojado el chico.-Es Bakura...Yami...
-¡Gusto en conocerlo, Bakura Yami!-dijo alegremente Yugi.
-El placer es todo mío, jóvenes.-respondió Bakura, amablemente.-Ahora, si nos disculpan, tenemos que irnos. Espero volver a verlos.-hizo un gesto con su sombrero, y se alejó junto con su amado.
~*~
-¿Un departamento?
-Si. El más grande. Estoy seguro que te gustará.
-Eso espero.
Ambos albinos entraron en la casa, y Ryo dejó su bolso sobre el sofá mirando a su alrededor. Varias dagas, cuchillos, espadas, escudos, cuadros y muchas otras cosas, se hallaban expuestas en las paredes, para ser observadas detalladamente por los visitantes.
-Que lindo...¿Son todas estas tus armas?
-Si. Las he recolectado a lo largo de mi vida, de diferentes partes del mundo.
-Son hermosas...-tomó una daga pequeña, con una hoja ni muy larga ni muy corta, con una empuñadura de oro, con dos rubíes y en el medio un zafiro.- Esta es...muy linda...Creo que la mejor...
-Esa es mi daga favorita, la que usaba en Egipto, cuando era ladrón.-dijo acercándosele y abrazarlo.
-¡¿Fuiste un ladrón en Egipto?!-dijo volteándose Ryo, mirándolo con ojos brillantes.
-Si...Ya es tarde. ¿Qué tal si te das un baño, y yo preparo la comida?
-De acuerdo.
~*~
-¡Malik! ¡Amigo! ¿¡Que hay!?-dijo Joey acercándose al moreno.
-Hola Joey.
-¿Dónde anduviste todos estos días? Nunca te podemos ver, salvo en las noches. ¿Qué pasa?
-Digamos que él tiene trabajos nocturnos, y duerme durante el día para reponer fuerzas...-un chico semejante a él lo abrazó por la cintura, haciendo que Malik se sonrojara.
-¿Te conocemos?-dijo Yugi.
-No. Pero ahora si. Soy Marik Osiris. (N/A: Cualquiera)
-Gusto en conocerte, Marik.
-Un placer. Y dime, Malikiu, ¿Son tus amigos?
-Si, Marik. Yugi, Joey, Tristán y Tea.
-¡Un placer!
-El placer es todo mío...-murmuró sensualmente al oído de Malik, mordiendo el lóbulo de su oreja con sus filosos caninos.
~*~
-¡Que hermoso!-exclamó Ryo al entrar al baño.
Una habitación de tamaño mediano, con un escalón, dónde, a la derecha había una pequeña bañera, hecha con cuadraditos pequeños de piedra, y a la izquierda, una ducha con un asiento. El piso se ahuecaba para dar lugar a la bañera, que no era más profunda que entre 60 y 80 cm, dando a un gran ventanal, que daba a la calle, dónde se podía ver toda la ciudad. Alrededor de ella había velas encendidas, aromatizadas con rosas y lavanda.
-¿Te gusta?-preguntó Bakura detrás de Ryo.
-Es precioso...
El adolescente comenzó a quitarse su remera, mientras que era observado por un vampiro hambriento. Bakura se relamió sus labios al ver el perfecto pecho de su chico.
-Espera. Sal del baño. Yo te lo prepararé. Verás cómo lo vas a disfrutar.
Ryo asintió, y salió.
Media hora después, el joven albino se encontraba recostado en la bañera, llena de agua y espuma, mientras veía por el ventanal. Las velas le otorgaban una luz tenue y sensual. La esencia de las velas y de la esencia de baño, llenaban los sentidos del menor, haciéndolo gemir de vez en cuando.
Bakura entró sigilosamente, con una botella de vino ya abierta y dos copas elegantes. Se sentó en el escalón, y sirvió en una de las copas, un poco de vino.
-¿Gustas?-dijo sensualmente Bakura, tendiéndole una de ellas.
-¿Qué es?
-Vino tinto...Uno de mis favoritos...
-Gracias.-respondió dulcemente Ryo, y una vez que Bakura llenó la suya, ambos brindaron.
