-- NUESTRO DESTINO --
Que hacer cuando estas destinada a la muerte... sabiendo que tu vida ha sido todo un engaño, una vil mentira que viviste. Que hacer cuando te enteras de que eres la obra del mal, creada para hacer el mal. Supongo que en ese momento mi primer pensamiento fue la resignación ¿y por qué no? Que podía perder, todo mi mundo se acababa de derrumbar ante mi, todo en lo que creía y tenía fe se desvanecía frente a mis ojos y sin poder hacer yo nada ¿Para qué pelear? Si mi vida no tenía sentido alguno, rodeada siempre de gente pero con el alma vacía y sin siquiera haber conocido la magia del amor.
Esa magia de la que hablaban todas las chicas que yo conocía ¿es que acaso no sirvo para amar?... supongo que no, jamas sentí esas mariposas en el estómago que cuentan todas que sienten cuando esa persona especial esta parada frente a ti. Nunca existió una persona para mi, alguien con quien compartir mis secretos, que me entendiera y me aceptara por lo que era. Pero quien podría haberme querido si supiese en realidad lo que yo era, sólo alguien que compartiera mi desgracia podría tener la capacidad de llegar a quererme.
Desde pequeña he sido prisionera de mi propia mansión, en las pocas oportunidades en las que se me permitían salir debía hacerlo en compañía de alguien de la casa y tampoco se me permitió ir a una escuela de magia como a cualquier otra joven bruja de mi edad, había sido instruida en mi casa con profesores particulares y mis padres eran muy estrictos conmigo. En una oportunidad los escuche que hablaban en la sala junto con otras dos personas a las que había visto varias veces frecuentar mi casa, parecían una pareja adinerada, de ellos no sabía nada solo que tenían un hijo al cual solo había visto en una oportunidad aunque nadie lo sabía, era igual a su padre y tenía una mirada que te erizaba la piel pero jamas supe nada de él hasta que descubrí la verdad. En otra de sus regulares visitas, estas personas regresaron a mi casa y mis padres se habían encargado de encerrarme en mi cuarto como siempre, pero por fortuna nunca supieron que cada vez que lo hacía yo siempre escapaba a pesar de que me quitaran todo lo que me permitiera hacer magia, tenía mis propios trucos para salir.
Un miembro de la antigua familia que había habitado ésta casa antes, dejó un sobre que encontré hace ya unos seis años atrás dirigido a la persona que habitara el cuarto que seguramente había sido suyo en aquel tiempo, su nombre era Seth, en el sobre había una carta y un pergamino viejo y totalmente sucio. La carta le daba la bienvenida a la casa a la persona que la estuviera leyendo y le confesaba el gran secreto que había descubierto y guardado durante muchos años, la casa estaba llena de pasadizos secretos por los cuales se podía acceder a cualquier lugar al que uno deseara, era sorprendente que nadie antes lo hubiera notado nunca, lo mas probable era que estuviera hechizado para no ser descubierto. Seth había encontrado también una carta como la que en esos momentos yo leía, muy probablemente de otra persona que antes había vivido allí. En ésta también me explicaba que el pergamino viejo al cual no le había prestado atención era de gran importancia, debía escribir mi nombre en él para poder acceder a los pasadizos secretos, cuando lo hice, pude leer con mucha dificultad otros dos o tres nombres, entre ellos el de Seth. La entrada a éstos pasadizos era un espejo antiquísimo que le daba a la habitación un estilo victoriano muy particular, también poseía una inscripción imposible de entender pero que también guardaba sus secretos, la carta decía explícitamente que la persona que sea capaz de entender su significado lograría sellar para siempre el espejo haciendo desaparecer todo lo que estuviera dentro, pero mi intención nunca fue esa pues los pasadizos me habían sido de mucha ayuda en los últimos años.
Tome mi capa y asegurándome de que ninguna doncella merodeara por las cercanías me dirigí al antiguo espejo que se encontraba como adherido a la pared el cual estaba muy bellamente adornado con guardas de oro y algunas piedras, simplemente lo atravesé como tantas veces lo había hecho antes, el camino era muy frío y oscuro pero a medida que avanzabas pequeñas antorchas lo iluminaban. Recorrí los pasadizos con plena seguridad de a dónde me dirigía y al llegar, la pesadilla comenzó.
Pues... se ha contactado conmigo y me dejó claro que en solo una semana será el gran día por fin - dijo una voz fría y arrastrada que le pertenecía a la persona que se encontraba sentada frente a mi padre.
Siete días ... - pronunció mi padre en voz baja con una expresión de duda que daba a entender en la forma en la que frotaba su barbilla y entrecerraba los ojos.
Exacto - aclaró la voz de aquella persona a la que había visto tantas veces pero jamás había conocido.
¿Crees que los muchachos estén listos en ese tiempo?
Desde su nacimiento que ambos están listos, para eso fueron creados, ese es su destino y no hay poder sobre la tierra que pueda detener esto.
Lo sé... - escuche decir a mi padre mientras se levantaba de su asiento para acercarse al fuego.
Hubo un gran silencio y ni siquiera mi madre intercambiaba palabras con la otra mujer que sólo miraba el piso con una extraña expresión en su rostro. Yo no entendía nada de lo que estaban hablando pero fuera lo que fuese no sonaba bien. Repentinamente alguien rompió el silencio que en esos momentos era agobiante.
¿Ustedes le han dicho la verdad a su hija? - irrumpió la voz de la extraña mujer rubia que se encontraba sentada frente a mi madre.
Al escuchar que hablaban de mi, la curiosidad me embargó por completo y quise saber cual era la respuesta a aquella pregunta que no se hizo esperar:
No... no lo sabe - respondió mi padre, que aun no apartaba la vista de las llamas de fuego que ardían con gran intensidad.
¿Qué es lo que no sé? Pensaba en mi cabeza sin lograr encontrar alguna respuesta válida.
Es mejor así - espetó la fría voz del hombre que miraba como con aire sobrador - Ambos son demasiado jóvenes como para entender algo de éstas dimensiones. Tampoco mi hijo sabe nada al respecto y no pensamos decírselo hasta que llegue el momento indicado - concluyo esta vez dirigiéndole una mirada fulminante a su esposa.
Mejor iré a revisar que este en su cuarto - dijo mi madre poniéndose de pié y saliendo de la habitación en la que se encontraban.
A pesar de mis ansias por saber que era lo que ocurría y me involucraba con el hijo de esa familia, salí a toda prisa para volver a mi habitación.
Una vez cerca pude divisar el espejo que reflejaba el interior de mi cuarto, el cual atravesé sin problemas, me quité la capa y tomando un libro me senté en mi cama como si nada hubiera ocurrido. Fue exacto el momento en el que abrí el libro que ni siquiera sabía de que se trataba que mi madre entró a mi cuarto mirando hacia todos lados como si sospechara que había hecho algo.
Hola mamá - saludé sin apartar la vista del libro, el cual reconocí como de Pociones por los extraños elementos que leía en él.
Hola - me respondió al saludo con voz cortante - ¿Qué estas haciendo?
Estudiando algo sobre pociones y .... ¿Quiénes son las personas que están abajo? - pregunté tímidamente aunque pretendía que no le daba mucha importancia al asunto ojeando el libro.
Son los Malfoy - me respondió como si sospechara algo de mi - ¿Y cómo sabes que están aquí?
Los vi por la ventana cuando llegaron, eso es todo.
Bien, pues pronto tendrás la oportunidad de conocerlos ... y a su hijo - finalizó una vez mas mirando toda la habitación como para encontrar algo.
Con esas palabras cerró de un golpe seco la puerta y la oí pronunciar el conjuro que siempre hacía para cerrarla mágicamente. En esos momentos escuché ruidos fuera y me asomé a la ventana en la que pude divisar a la pareja salir acompañados de mi padre al que luego de unos momentos se les sumo mi madre que los despedía muy cordialmente. Luego de que se retiraran volví a mi cama y apartando el libro de pociones me recosté mirando hacia arriba pensando en todo lo que había oído, ¿qué era lo que yo no sabía? Y ¿qué me podía vincular con aquel chico al que ni siquiera conocía?. Luego de unos instantes de pensar en estas preguntas que se repetían una y otra vez en mi cabeza encontré una respuesta que posiblemente podría ser la mas acertada.
¡NO! - grité ahogadamente - Matrimonio... - dije en un susurro esta vez, recordando aquella historia que siempre me marraba mi madre acerca de la tradición milenaria que había en la familia del matrimonio arreglado.
Mi mundo se cayó de repente, no podía creer que ya tuviera que casarme... y más con una persona a la que ni conocía. Reconocí que no había nadie que me gustara en ese momento pero quería escoger la persona con la que pasaría el resto de mi vida y no tener que aceptar a alguien que eligieran mis padres por conveniencia como había sido siempre con mis antepasados.
Pero qué podía hacer, como escapar de esa situación. Mi cabeza no dejaba de producir ideas absurdas de cómo detener esa locura pero lo mas atinado que se me ocurría en esos momentos era contactarme con él de alguna forma y alertarlo de lo que tramaban nuestros padres en secreto, puesto que seguramente el tampoco lo sabía, pero luego de pensarlo me di cuenta de que no tenía idea de dónde vivían y si omitiera ese detalle ni me quería imaginar lo que le diría:
Querido Malfoy, hijo:
"No me conoces pero creo que nuestros padres están tramando un matrimonio en secreto, el cual se llevará a cabo en sólo siete días y con el cual no estoy de acuerdo, me gustaría saber que opinas al respecto pero en el caso de que no podamos hacer nada hasta el día de la supuesta boda te agradecería mucho si por lo menos me dijeras el nombre de la persona que me va a desposar"
Atentamente Yo
Sonaba terrible pero no se me ocurría absolutamente nada mas y en mi mente volaban miles de imágenes en las que no quería ni contemplar como futuro. Lo mas coherente que resolví por esa noche fue ir a dormir y dejar para mañana la agobiante tarea de evitar un matrimonio.
A la mañana siguiente me desperté agitada, había tenido una pesadilla en la que me casaba con un vestido negro y me dirigía a un altar con un ramo de flores marchitas que iban perdiendo pétalos a medida me acercaba a mi futuro esposo. Fue horrible no poder ver su rostro y sólo divisar unos ojos rojos de furia que me quemaban con la mirada.
Mi puerta ya no estaba cerrada por lo que pude bajar a desayunar sin ningún problema, vi un elfo en el camino el cual se asusto tanto de verme que salió corriendo, no me sorprendió su comportamiento y seguí mi camino. Al bajar las escaleras y dirigirme al comedor saludé a mis padres que estaban en el extremo opuesto al que yo solía desayunar, era una antigua costumbre que ellos estuvieran apartados y a pesar de que no me gustaba los años me acostumbraron a ella.
¿Cómo dormiste? - me preguntó mi padre sin siquiera apartar la vista del ejemplar del Profeta que sujetaba con ambas manos y examinaba cuidadosamente.
Bien, gracias - respondí acostumbrada a la misma pregunta que se repetía cada mañana.
Intenté por todos los medios entablar conversación con ellos pero me resultaba casi imposible ya que cada vez que hacía alguna pregunta me miraban seriamente desde la otra punta de la mesa y me respondían con una sola respuesta seca con la que no podía crear otro comentario, pero recordé toda la conversación de la noche anterior y decidí que debía impedir esa boda.
y ... ¿cómo esta la familia Malfoy? - pregunté como signo de cordialidad. A lo que ellos no pudieron entender como tal y entrecruzaron miradas que podía definir como "peligrosas" en ese momento.
Están bien - respondió mi padre volviendo a concentrarse en su periódico.
Que bueno - dije sin saber que mas adherir - porque... las cosas están tan mal - concluí de una manera tan torpe.
¿A qué te refieres con mal? - interrumpió mi madre que acababa de dejar su jugo sobre la mesa.
Ninguna idea se cruzó por mi mente y dije lo primero que se me ocurrió - ¡Por los virus! Ustedes saben... en el ambiente, mucha gente se enferma, en especial los jóvenes.
No había escuchado al respecto - dijo mi madre levantando las cejas y volviendo a toma de su jugo de naranja.
La conversación no podía terminar así, tenía que conseguir algo que me fuera útil.
Si... bueno ustedes saber que le afectan principalmente a los jóvenes y su hijo parece un poco... pálido - terminé tratando de recordar su rostro, pero tan solo lo había visto una vez y mis nervios no me ayudaban mucho.
Tonterías, Draco goza de una excelente salud - dijo mi padre sin darle importancia al asunto cambiando de página.
Pero si no lo conoces... - comentó mi madre mirándome extrañada.
Si... pero... he visto a los señores Malfoy y estoy segura de que es igual que ellos.
Bueno, de hecho sí, son bastantes parecidos.
Afortunadamente había logrado salir de esa situación y por fin había conseguido algo, pero al menos no tendría que pedirle su nombre en la carta, como había pensado la noche anterior. No seguí insistiendo en sacarles información por miedo a que sospecharan algo mas.
Me dirigí a mi cuarto y me apresuré a escribir una nota al que sería mi futuro esposo, lamentablemente mi cabeza no estaba en condiciones de crear la mejor carta del mundo por lo que la nota quedó bastante parecida a la que había pensado anteriormente, aunque con un par de detalles de formalidad. Se la entregue a mi lechuza, le pedí que se la entregara al tal Draco Malfoy personalmente con suma urgencia y le di instrucciones de que se quedara a aguardar su contestación. El día paso lentamente, al menos para mi y mi lechuza no regresó sino hasta la noche mientras yo dormía.
Sentí unos picotazos y la vi allí agitando sus alas para despertarme. Inmediatamente después de que le di a entender que estaba despierta mi mirada de concentró en una nota que traía. Me apresuré a sacársela y leí su contenido. En un principio parecía totalmente incrédulo a lo que mis palabras le habían informado a tal punto de sonar grosero pero una mancha de tinta me hizo sospechar que posiblemente se había detenido mientras escribía para analizar o pensar algo, la carta cambió totalmente de aspecto y me confesó su oposición al plan también de nuestros padres si es que realmente era eso lo que planeaban, por la forma en la que escribía no me agradaba mucho, parecía ser esos típicos niños ricos mimados. Al final de la hoja unas últimas frases apresuradas habían sido escritas:
"Necesitamos encontrarnos lo antes posible, envía tu lechuza esta misma noche con la indicación de algún lugar y hora exacta"
Bastante autoritario y tiene carácter pensaba mientras releía sus últimas instrucciones. Luego de pensar por unos instantes recordé que era muy probable que tuviera que salir sola a comprar unos ingredientes que necesitaba para una poción muy complicada que me habían dejado mis tutores como tarea de vacaciones. Le apunté el lugar y la hora y envié a Blaze a que le llevara la nota. Mi lechuza se internó en el cielo que parecía mas negro que de costumbre y se dejó abrazar por las sombras hasta desaparecer por completo.
Volví a mi cama y trate de dormir, mis días estaban contados y tenía que hacer algo, lo único que esperaba era que valiera la pena ya que estaba prácticamente aliándome a alguien que ni siquiera conocía para salvar nuestros futuros, que al parecer ya estaban planeados de antemano por nuestros padres, di varias vueltas antes de poder dormirme y no era para menos.
Al día siguiente mi lechuza, Blaze, me despertó con la misma cordialidad de siempre, dándome picotazos y aleteando con fuerza para hacer ruido. Esta vez me senté de prisa y mientras sacaba la nota que me traía podía sentir como se me retorcía el estómago de los nervios:
"De acuerdo, nos vemos allí. Sé puntual.
Draco Malfoy"
Bastante corta y precisa aunque ese tono autoritario seguía sin agradarme. A pesar de la hora me levante y luego de un breve recorrido por los pasadizos para ver como era el panorama que me esperaba salí a la hora exacta del desayuno y luego del ya conocido saludo de mi padre que leía el periódico como cada mañana, les recordé que saldría a hacer las compras de las que ya les había mencionado en otras ocasiones.
¿Irás esta tarde? - me preguntó mi madre.
Si - respondí implorando que no se le ocurriera acompañarme.
Bien, que Kristal te acompañe.
Kristal era una de las doncellas mas jóvenes de la casa, llevaba poco tiempo con nosotros pero había resultado ser muy eficiente y respetuosa.
No quiero que venga conmigo - reclamé en forma caprichosa.
Irá contigo quieras o no - espetó mi padre apartando la vista del diario por primera vez.
Pero puedo ir sola.
Basta, te acompañará y fin de la discusión.
Resignada me levanté y me dirigí a mi habitación para tomar la lista de cosas que necesitaba adquirir pero en esos momentos no eran la prioridad en mi mente.
Señorita ... señorita
¡QUE! - grité asustada sin darme cuenta dado a que en esos momentos estaba inmersa en mis pensamientos.
¿Se siente usted bien? - preguntó una dulce voz que reconocí al instante.
Si Kristal... estoy bien, siento haberte gritado estaba distraída.
No señorita no tiene porque disculparse conmigo - dijo bajando la cabeza.
Por supuesto que debo, te grite... por favor pasa - le indiqué asegurándome que nadie nos viera. Y luego de cerrar la puerta me dirigí a ella - ¿Qué se te ofrecía?
Su señora madre me informó que debo acompañarla a hacer sus compras ¿a qué hora desea usted que salgamos?
Kristal... por favor cuantas veces debo decirte que no me trates de usted, eres sólo unos años mayor que yo.
La humilde doncella se sonrojo levemente y contestó en voz baja:
Señorita, sirvo a usted y a su familia por lo que debo respetarlos como amos.
Entiendo que te comportes así con mis padres porque ellos son... bueno tu sabes, pero prefiero que seas tu misma cuando estés conmigo.
A una doncella no se le esta permitido tratar como un igual a sus amos.
Veo que no me entiendes... te ordeno, como tu ama, que no me trates como tal sino como... a una amiga.
¿ A una amiga? - me preguntó extrañada.
Bueno, algo por el estilo no quiero que te sientas intimidada por mi presencia y que me trates de "usted". Te lo estoy pidiendo por favor.
La doncella volteó para meditar unos instantes y al darse vuelta otra vez me dedicó una pequeña sonrisa que supe interpretar. Luego de eso, le informé el horario al que partiríamos y se retiró. A pesar de todo, seguía sin saber como iba a hacer para poder estar sola y encontrarme con ese chico. En otras circunstancias hubiera parecido el problema de una típica joven que se encuentra a escondidas con su novio, pero esto era totalmente diferente, nos juntábamos para planear como hacer para no tener que pasar el resto de nuestras vidas juntos.
La hora se acercó pronto y Kristal y yo salimos de mi mansión para dirigirnos a hacer las compras, decidí que fuéramos antes de lo indicado para comprar todo primero, pero cómo deshacerme de la pobre de Kristal, si me llegaba a escapar mis padres probablemente la reprenderían y perdería la poca confianza que tenía en mi. Luego de salir de la última tienda en la que compre algo de polvo de unicornio, noté que la hora se acercaba y tenía que hacer algo.
¿Kristal... tienes novio? - le pregunté para entablar una conversación y ver que podía hacer.
No señorita
Kristal.
Lo siento... es que no me puedo acostumbrar.
Bueno, espero que lo hagas pronto y que confíes en mi - le dije acomodando los paquetes que cargaba - ¿Hay al menos alguien que te guste...?
Bueno... yo
Si ... - dije interesada.
Hay alguien que he estado viendo hace un tiempo ya - me contestó tímidamente.
Sabía que había alguien - le dije colocándome frente a ella de un salto para que me contara - ¿Y quién es?
Se llama Marcus...
¿Y?
Lo conocí hace unos años atrás, mientras hacía las compras para la familia para la que antes trabajaba, el ayudaba a su padre en una tienda.
¿Y cómo pasó todo? - pregunté entusiasmada por la historia, después de todo jamás había tenido a nadie con quien compartir una historia amorosa.
El se ofrecía a acompañarme hasta la mansión de mis amos ayudándome con los paquetes - relató perdiendo al parecer su timidez - y en una oportunidad me invitó a que lo acompañara a un lugar ya que debía mostrarme algo. Me llevó hasta la orilla de una pequeña laguna muy hermosa que se encontraba oculta... era un lugar bellísimo - recordaba cerrando los ojos -y allí me lo propuso.
Y ¿piensan casarse? - comenté para adentrarme en el tema que me interesaba tocar.
Me encantaría - admitió con la vista perdida
Tienes suerte...
¿A qué se... perdón, a que te refieres con eso?
Te vas a casar con la persona a la que amas.
Supongo que también lo harás cuando conozcas a la persona indicada.
Me temo que no - dije negando también con la cabeza - creo que mis padres arreglaron mi matrimonio con alguien.
Eso es terrible - comentó llevándose ambas manos a la boca.
Pero tú, puedes ayudarme a que eso no ocurra.
¿De qué esta hablando señorita? - me preguntó volviendo a su papel de doncella.
Kristal, mis padres quieren que me case en unos días con el hijo de los Malfoy, pero queremos impedirlo.
¿Queremos?
Si, Draco y yo. El joven con el que quieren que me case.
Pero usted como...
Se supone que nos vamos a encontrar en unos minutos y necesito que nos dejes solos unos instantes para hablar - la interrumpí.
Pero no puedo dejarla sola, usted lo sabe.
Si, lo sé Kristal pero tampoco quiero casarme con alguien a quien no amo. Debes entenderme, que harías en mi situación.
La doncella parecía confundida, posiblemente no se quería ni imaginar lo que sería estar pasando por esas circunstancias.
Prometo no escaparme ... sólo conversaremos en aquel lugar - le dije indicándole con el dedo índice un lugar cercano al que nos encontrábamos - lo único que te pido es que te quedes aquí unos instantes mientras que hablamos... por favor - le pedí con una mirada implorante.
Se que no debo pero...
Gracias... gracias, mil gracias. No te vas a arrepentir. Cómprate algo - le dije muy contenta poniendo algunos Galleons en sus manos.
No... no es necesario - me respondió con los ojos como platos al ver tanto dinero.
Por favor, tómalos como una forma de agradecimiento por dejarme salvar mi futuro, cómprale algo lindo a Marcus y nos vemos en media hora aquí mismo.
Esta bien, pero no la dejaré sola hasta que el joven al que espera aparezca.
Esta bien - acepté agradecida por lo que había conseguido.
Faltando sólo dos minutos para el encuentro y aún no lo había visto.
Repentinamente un muchacho alto y rubio paso junto a mi sin siquiera mirarme, estaba vestido totalmente de negro, se dirigió hacia el lugar a donde se suponía que debíamos encontrarnos y simplemente se sentó. A pesar de haberlo visto solo una vez, esa mirada aun me erizaba la piel, sus profundos ojos grises miraban constantemente a las personas que por allí pasaban y consultaba su reloj. El corazón me empezó a latir con una intensidad increíble, seguramente debía ser la impresión de ver a la persona con la que debería casarme por arreglo de mis padres.
Es él - me susurró Kristal que posiblemente lo recordaba mejor que yo.
Deséame suerte...
Todo saldrá bien señorita.
Di un profundo respiro y me encaminé con pasos seguros hacia donde él estaba pensando en qué le diría. Una vez frente a él, levantó su cabeza y me miró con una expresión de total seriedad en su rostro.
Hola - dije tratando de utilizar el tono de voz mas frío y serio que tenía para tal ocasión.
Hola - me respondió poniéndose de pié frente a mi.
¿Tomas asiento? - me dijo señalando la banca en la que había esperado mi arribo.
Por supuesto
Los dos nos sentamos y un silencio espantoso se produjo por unos instantes, ninguno se atrevía a romper el hielo que en ese momento nos dividía. Pero luego pensé que no contábamos con mucho tiempo para evitar el suceso que nos esperaba a tan solo un par de días:
¿Y bien? - dijimos los dos al unísono.
Bueno - proseguí pasando por alto lo que acababa de ocurrir - Oí a nuestros padres hablar acerca de algo que nos involucraba a ambos y que se llevaría a cabo en siete días.
¿Y? - preguntó despectivamente.
Y... es una tradición en mi familia arreglar los matrimonios - dije notando como me sonrojaba tras mencionar esta palabra - y nuestros padres decían algo acerca de muestro destino y de no decirnos nada puesto que éramos demasiado jóvenes como para entenderlo.
No lo puedo creer - susurró cruzándose de brazos - yo también los he oído hablar en secreto, hablando de ti y de mi como si estuviéramos relacionados de alguna forma pero nunca hablaban acerca de a qué se referían. Pero supongo que debe ser como tu dices... después de todo es la única forma en la que podrían relacionarnos pero... ¿cuándo pensaban decírnoslo?
Nos lo informarían el mismo día en el que se llevara a cabo el suceso.
Increíble - dijo negando con la cabeza.
Pero tenemos que hacer algo para evitarlo...
El se tardó en responder, me miraba de una forma extraña y comprendí que probablemente fue por la forma en la que había hecho sonar aquello.
Ni siquiera nos conocemos - comenté para reponer la situación.
Eso es cierto. Pero qué...
Analicemos la situación... primero que nada creo que hablar con ellos no los hará desistir de sus ideas, conozco a mis padres y ellos nunca...
Los míos tampoco - me interrumpió
Discutimos diferentes ideas durante un rato pero ninguna nos convencía lo suficiente como para llevarlas a cabo, parecía que no había escapatoria alguna pero ambos estabamos lo suficientemente seguros de que no queríamos pasar nuestras vidas juntas. El usaba su pelo totalmente hacia atrás y a pesar de que vestía muy bien y formalmente nada de eso se comparaba con su personalidad, las pocas palabras que habíamos cruzado me dio a conocer a una persona totalmente fría y calculadora que tenía aires de tal arrogancia que hasta te intimidaba. Incluso hasta su forma de hablar se hacía desagradable, arrastraba las palabras y sus gestos daban a entender que no le agradaba mucho la situación.
Y si no hay nada mas que se pueda hacer nos escapamos... - concluyo luego de haber estado hablando por un largo rato.
¿Escaparnos? - dije totalmente sorprendida de que hubiera dicho eso. Era consiente de la gravedad del asunto pero no paso por mi cabeza en ningún momento la idea de escapar de mi casa.
Es una idea absurda - reconoció luego de haberlo meditado por unos instantes - ni siquiera he terminado mis estudios.
¿Dónde estudias? - pregunte olvidándome por unos instantes el tema que nos competía.
Hogwarts pero... no recuerdo haberte visto antes.
Tengo tutores privados.
¿Y eso por qué? - me preguntó como si se tratara de algo malo.
No lo sé... nunca me lo dijeron
La hora se acercaba y a lo lejos lograba divisar la figura de Kristal que se acercaba para que nos fuéramos.
Tengo que irme.
¿Por qué? - me preguntó extrañado - aun no hemos concretado nada.
Digamos que prácticamente me escapé y convencí a mi doncella para que me permitiera unos instantes a solas. Intentemos lo que este al alcance de nuestros medios de acuerdo a lo que hablamos y te escribiré pasado mañana para ver que resolvimos ¿Esta bien? - concluí poniéndome de pié.
Esta bien - aceptó de mal talante.
En esos momentos no sabía como despedirme, había estado a punto de darle un beso como a cualquier otra persona pero no podía evitar pensar en lo que nos pasaba y acerté a tenderle la mano formalmente.
Regrese con Kristal, quien parecía muy contenta con el obsequio que le había comprado a Marcus, y me puse como objetivo hacer que mis padres desistieran de esa idea de casarme por todos los medios que me fueran posibles.
Que hacer cuando estas destinada a la muerte... sabiendo que tu vida ha sido todo un engaño, una vil mentira que viviste. Que hacer cuando te enteras de que eres la obra del mal, creada para hacer el mal. Supongo que en ese momento mi primer pensamiento fue la resignación ¿y por qué no? Que podía perder, todo mi mundo se acababa de derrumbar ante mi, todo en lo que creía y tenía fe se desvanecía frente a mis ojos y sin poder hacer yo nada ¿Para qué pelear? Si mi vida no tenía sentido alguno, rodeada siempre de gente pero con el alma vacía y sin siquiera haber conocido la magia del amor.
Esa magia de la que hablaban todas las chicas que yo conocía ¿es que acaso no sirvo para amar?... supongo que no, jamas sentí esas mariposas en el estómago que cuentan todas que sienten cuando esa persona especial esta parada frente a ti. Nunca existió una persona para mi, alguien con quien compartir mis secretos, que me entendiera y me aceptara por lo que era. Pero quien podría haberme querido si supiese en realidad lo que yo era, sólo alguien que compartiera mi desgracia podría tener la capacidad de llegar a quererme.
Desde pequeña he sido prisionera de mi propia mansión, en las pocas oportunidades en las que se me permitían salir debía hacerlo en compañía de alguien de la casa y tampoco se me permitió ir a una escuela de magia como a cualquier otra joven bruja de mi edad, había sido instruida en mi casa con profesores particulares y mis padres eran muy estrictos conmigo. En una oportunidad los escuche que hablaban en la sala junto con otras dos personas a las que había visto varias veces frecuentar mi casa, parecían una pareja adinerada, de ellos no sabía nada solo que tenían un hijo al cual solo había visto en una oportunidad aunque nadie lo sabía, era igual a su padre y tenía una mirada que te erizaba la piel pero jamas supe nada de él hasta que descubrí la verdad. En otra de sus regulares visitas, estas personas regresaron a mi casa y mis padres se habían encargado de encerrarme en mi cuarto como siempre, pero por fortuna nunca supieron que cada vez que lo hacía yo siempre escapaba a pesar de que me quitaran todo lo que me permitiera hacer magia, tenía mis propios trucos para salir.
Un miembro de la antigua familia que había habitado ésta casa antes, dejó un sobre que encontré hace ya unos seis años atrás dirigido a la persona que habitara el cuarto que seguramente había sido suyo en aquel tiempo, su nombre era Seth, en el sobre había una carta y un pergamino viejo y totalmente sucio. La carta le daba la bienvenida a la casa a la persona que la estuviera leyendo y le confesaba el gran secreto que había descubierto y guardado durante muchos años, la casa estaba llena de pasadizos secretos por los cuales se podía acceder a cualquier lugar al que uno deseara, era sorprendente que nadie antes lo hubiera notado nunca, lo mas probable era que estuviera hechizado para no ser descubierto. Seth había encontrado también una carta como la que en esos momentos yo leía, muy probablemente de otra persona que antes había vivido allí. En ésta también me explicaba que el pergamino viejo al cual no le había prestado atención era de gran importancia, debía escribir mi nombre en él para poder acceder a los pasadizos secretos, cuando lo hice, pude leer con mucha dificultad otros dos o tres nombres, entre ellos el de Seth. La entrada a éstos pasadizos era un espejo antiquísimo que le daba a la habitación un estilo victoriano muy particular, también poseía una inscripción imposible de entender pero que también guardaba sus secretos, la carta decía explícitamente que la persona que sea capaz de entender su significado lograría sellar para siempre el espejo haciendo desaparecer todo lo que estuviera dentro, pero mi intención nunca fue esa pues los pasadizos me habían sido de mucha ayuda en los últimos años.
Tome mi capa y asegurándome de que ninguna doncella merodeara por las cercanías me dirigí al antiguo espejo que se encontraba como adherido a la pared el cual estaba muy bellamente adornado con guardas de oro y algunas piedras, simplemente lo atravesé como tantas veces lo había hecho antes, el camino era muy frío y oscuro pero a medida que avanzabas pequeñas antorchas lo iluminaban. Recorrí los pasadizos con plena seguridad de a dónde me dirigía y al llegar, la pesadilla comenzó.
Pues... se ha contactado conmigo y me dejó claro que en solo una semana será el gran día por fin - dijo una voz fría y arrastrada que le pertenecía a la persona que se encontraba sentada frente a mi padre.
Siete días ... - pronunció mi padre en voz baja con una expresión de duda que daba a entender en la forma en la que frotaba su barbilla y entrecerraba los ojos.
Exacto - aclaró la voz de aquella persona a la que había visto tantas veces pero jamás había conocido.
¿Crees que los muchachos estén listos en ese tiempo?
Desde su nacimiento que ambos están listos, para eso fueron creados, ese es su destino y no hay poder sobre la tierra que pueda detener esto.
Lo sé... - escuche decir a mi padre mientras se levantaba de su asiento para acercarse al fuego.
Hubo un gran silencio y ni siquiera mi madre intercambiaba palabras con la otra mujer que sólo miraba el piso con una extraña expresión en su rostro. Yo no entendía nada de lo que estaban hablando pero fuera lo que fuese no sonaba bien. Repentinamente alguien rompió el silencio que en esos momentos era agobiante.
¿Ustedes le han dicho la verdad a su hija? - irrumpió la voz de la extraña mujer rubia que se encontraba sentada frente a mi madre.
Al escuchar que hablaban de mi, la curiosidad me embargó por completo y quise saber cual era la respuesta a aquella pregunta que no se hizo esperar:
No... no lo sabe - respondió mi padre, que aun no apartaba la vista de las llamas de fuego que ardían con gran intensidad.
¿Qué es lo que no sé? Pensaba en mi cabeza sin lograr encontrar alguna respuesta válida.
Es mejor así - espetó la fría voz del hombre que miraba como con aire sobrador - Ambos son demasiado jóvenes como para entender algo de éstas dimensiones. Tampoco mi hijo sabe nada al respecto y no pensamos decírselo hasta que llegue el momento indicado - concluyo esta vez dirigiéndole una mirada fulminante a su esposa.
Mejor iré a revisar que este en su cuarto - dijo mi madre poniéndose de pié y saliendo de la habitación en la que se encontraban.
A pesar de mis ansias por saber que era lo que ocurría y me involucraba con el hijo de esa familia, salí a toda prisa para volver a mi habitación.
Una vez cerca pude divisar el espejo que reflejaba el interior de mi cuarto, el cual atravesé sin problemas, me quité la capa y tomando un libro me senté en mi cama como si nada hubiera ocurrido. Fue exacto el momento en el que abrí el libro que ni siquiera sabía de que se trataba que mi madre entró a mi cuarto mirando hacia todos lados como si sospechara que había hecho algo.
Hola mamá - saludé sin apartar la vista del libro, el cual reconocí como de Pociones por los extraños elementos que leía en él.
Hola - me respondió al saludo con voz cortante - ¿Qué estas haciendo?
Estudiando algo sobre pociones y .... ¿Quiénes son las personas que están abajo? - pregunté tímidamente aunque pretendía que no le daba mucha importancia al asunto ojeando el libro.
Son los Malfoy - me respondió como si sospechara algo de mi - ¿Y cómo sabes que están aquí?
Los vi por la ventana cuando llegaron, eso es todo.
Bien, pues pronto tendrás la oportunidad de conocerlos ... y a su hijo - finalizó una vez mas mirando toda la habitación como para encontrar algo.
Con esas palabras cerró de un golpe seco la puerta y la oí pronunciar el conjuro que siempre hacía para cerrarla mágicamente. En esos momentos escuché ruidos fuera y me asomé a la ventana en la que pude divisar a la pareja salir acompañados de mi padre al que luego de unos momentos se les sumo mi madre que los despedía muy cordialmente. Luego de que se retiraran volví a mi cama y apartando el libro de pociones me recosté mirando hacia arriba pensando en todo lo que había oído, ¿qué era lo que yo no sabía? Y ¿qué me podía vincular con aquel chico al que ni siquiera conocía?. Luego de unos instantes de pensar en estas preguntas que se repetían una y otra vez en mi cabeza encontré una respuesta que posiblemente podría ser la mas acertada.
¡NO! - grité ahogadamente - Matrimonio... - dije en un susurro esta vez, recordando aquella historia que siempre me marraba mi madre acerca de la tradición milenaria que había en la familia del matrimonio arreglado.
Mi mundo se cayó de repente, no podía creer que ya tuviera que casarme... y más con una persona a la que ni conocía. Reconocí que no había nadie que me gustara en ese momento pero quería escoger la persona con la que pasaría el resto de mi vida y no tener que aceptar a alguien que eligieran mis padres por conveniencia como había sido siempre con mis antepasados.
Pero qué podía hacer, como escapar de esa situación. Mi cabeza no dejaba de producir ideas absurdas de cómo detener esa locura pero lo mas atinado que se me ocurría en esos momentos era contactarme con él de alguna forma y alertarlo de lo que tramaban nuestros padres en secreto, puesto que seguramente el tampoco lo sabía, pero luego de pensarlo me di cuenta de que no tenía idea de dónde vivían y si omitiera ese detalle ni me quería imaginar lo que le diría:
Querido Malfoy, hijo:
"No me conoces pero creo que nuestros padres están tramando un matrimonio en secreto, el cual se llevará a cabo en sólo siete días y con el cual no estoy de acuerdo, me gustaría saber que opinas al respecto pero en el caso de que no podamos hacer nada hasta el día de la supuesta boda te agradecería mucho si por lo menos me dijeras el nombre de la persona que me va a desposar"
Atentamente Yo
Sonaba terrible pero no se me ocurría absolutamente nada mas y en mi mente volaban miles de imágenes en las que no quería ni contemplar como futuro. Lo mas coherente que resolví por esa noche fue ir a dormir y dejar para mañana la agobiante tarea de evitar un matrimonio.
A la mañana siguiente me desperté agitada, había tenido una pesadilla en la que me casaba con un vestido negro y me dirigía a un altar con un ramo de flores marchitas que iban perdiendo pétalos a medida me acercaba a mi futuro esposo. Fue horrible no poder ver su rostro y sólo divisar unos ojos rojos de furia que me quemaban con la mirada.
Mi puerta ya no estaba cerrada por lo que pude bajar a desayunar sin ningún problema, vi un elfo en el camino el cual se asusto tanto de verme que salió corriendo, no me sorprendió su comportamiento y seguí mi camino. Al bajar las escaleras y dirigirme al comedor saludé a mis padres que estaban en el extremo opuesto al que yo solía desayunar, era una antigua costumbre que ellos estuvieran apartados y a pesar de que no me gustaba los años me acostumbraron a ella.
¿Cómo dormiste? - me preguntó mi padre sin siquiera apartar la vista del ejemplar del Profeta que sujetaba con ambas manos y examinaba cuidadosamente.
Bien, gracias - respondí acostumbrada a la misma pregunta que se repetía cada mañana.
Intenté por todos los medios entablar conversación con ellos pero me resultaba casi imposible ya que cada vez que hacía alguna pregunta me miraban seriamente desde la otra punta de la mesa y me respondían con una sola respuesta seca con la que no podía crear otro comentario, pero recordé toda la conversación de la noche anterior y decidí que debía impedir esa boda.
y ... ¿cómo esta la familia Malfoy? - pregunté como signo de cordialidad. A lo que ellos no pudieron entender como tal y entrecruzaron miradas que podía definir como "peligrosas" en ese momento.
Están bien - respondió mi padre volviendo a concentrarse en su periódico.
Que bueno - dije sin saber que mas adherir - porque... las cosas están tan mal - concluí de una manera tan torpe.
¿A qué te refieres con mal? - interrumpió mi madre que acababa de dejar su jugo sobre la mesa.
Ninguna idea se cruzó por mi mente y dije lo primero que se me ocurrió - ¡Por los virus! Ustedes saben... en el ambiente, mucha gente se enferma, en especial los jóvenes.
No había escuchado al respecto - dijo mi madre levantando las cejas y volviendo a toma de su jugo de naranja.
La conversación no podía terminar así, tenía que conseguir algo que me fuera útil.
Si... bueno ustedes saber que le afectan principalmente a los jóvenes y su hijo parece un poco... pálido - terminé tratando de recordar su rostro, pero tan solo lo había visto una vez y mis nervios no me ayudaban mucho.
Tonterías, Draco goza de una excelente salud - dijo mi padre sin darle importancia al asunto cambiando de página.
Pero si no lo conoces... - comentó mi madre mirándome extrañada.
Si... pero... he visto a los señores Malfoy y estoy segura de que es igual que ellos.
Bueno, de hecho sí, son bastantes parecidos.
Afortunadamente había logrado salir de esa situación y por fin había conseguido algo, pero al menos no tendría que pedirle su nombre en la carta, como había pensado la noche anterior. No seguí insistiendo en sacarles información por miedo a que sospecharan algo mas.
Me dirigí a mi cuarto y me apresuré a escribir una nota al que sería mi futuro esposo, lamentablemente mi cabeza no estaba en condiciones de crear la mejor carta del mundo por lo que la nota quedó bastante parecida a la que había pensado anteriormente, aunque con un par de detalles de formalidad. Se la entregue a mi lechuza, le pedí que se la entregara al tal Draco Malfoy personalmente con suma urgencia y le di instrucciones de que se quedara a aguardar su contestación. El día paso lentamente, al menos para mi y mi lechuza no regresó sino hasta la noche mientras yo dormía.
Sentí unos picotazos y la vi allí agitando sus alas para despertarme. Inmediatamente después de que le di a entender que estaba despierta mi mirada de concentró en una nota que traía. Me apresuré a sacársela y leí su contenido. En un principio parecía totalmente incrédulo a lo que mis palabras le habían informado a tal punto de sonar grosero pero una mancha de tinta me hizo sospechar que posiblemente se había detenido mientras escribía para analizar o pensar algo, la carta cambió totalmente de aspecto y me confesó su oposición al plan también de nuestros padres si es que realmente era eso lo que planeaban, por la forma en la que escribía no me agradaba mucho, parecía ser esos típicos niños ricos mimados. Al final de la hoja unas últimas frases apresuradas habían sido escritas:
"Necesitamos encontrarnos lo antes posible, envía tu lechuza esta misma noche con la indicación de algún lugar y hora exacta"
Bastante autoritario y tiene carácter pensaba mientras releía sus últimas instrucciones. Luego de pensar por unos instantes recordé que era muy probable que tuviera que salir sola a comprar unos ingredientes que necesitaba para una poción muy complicada que me habían dejado mis tutores como tarea de vacaciones. Le apunté el lugar y la hora y envié a Blaze a que le llevara la nota. Mi lechuza se internó en el cielo que parecía mas negro que de costumbre y se dejó abrazar por las sombras hasta desaparecer por completo.
Volví a mi cama y trate de dormir, mis días estaban contados y tenía que hacer algo, lo único que esperaba era que valiera la pena ya que estaba prácticamente aliándome a alguien que ni siquiera conocía para salvar nuestros futuros, que al parecer ya estaban planeados de antemano por nuestros padres, di varias vueltas antes de poder dormirme y no era para menos.
Al día siguiente mi lechuza, Blaze, me despertó con la misma cordialidad de siempre, dándome picotazos y aleteando con fuerza para hacer ruido. Esta vez me senté de prisa y mientras sacaba la nota que me traía podía sentir como se me retorcía el estómago de los nervios:
"De acuerdo, nos vemos allí. Sé puntual.
Draco Malfoy"
Bastante corta y precisa aunque ese tono autoritario seguía sin agradarme. A pesar de la hora me levante y luego de un breve recorrido por los pasadizos para ver como era el panorama que me esperaba salí a la hora exacta del desayuno y luego del ya conocido saludo de mi padre que leía el periódico como cada mañana, les recordé que saldría a hacer las compras de las que ya les había mencionado en otras ocasiones.
¿Irás esta tarde? - me preguntó mi madre.
Si - respondí implorando que no se le ocurriera acompañarme.
Bien, que Kristal te acompañe.
Kristal era una de las doncellas mas jóvenes de la casa, llevaba poco tiempo con nosotros pero había resultado ser muy eficiente y respetuosa.
No quiero que venga conmigo - reclamé en forma caprichosa.
Irá contigo quieras o no - espetó mi padre apartando la vista del diario por primera vez.
Pero puedo ir sola.
Basta, te acompañará y fin de la discusión.
Resignada me levanté y me dirigí a mi habitación para tomar la lista de cosas que necesitaba adquirir pero en esos momentos no eran la prioridad en mi mente.
Señorita ... señorita
¡QUE! - grité asustada sin darme cuenta dado a que en esos momentos estaba inmersa en mis pensamientos.
¿Se siente usted bien? - preguntó una dulce voz que reconocí al instante.
Si Kristal... estoy bien, siento haberte gritado estaba distraída.
No señorita no tiene porque disculparse conmigo - dijo bajando la cabeza.
Por supuesto que debo, te grite... por favor pasa - le indiqué asegurándome que nadie nos viera. Y luego de cerrar la puerta me dirigí a ella - ¿Qué se te ofrecía?
Su señora madre me informó que debo acompañarla a hacer sus compras ¿a qué hora desea usted que salgamos?
Kristal... por favor cuantas veces debo decirte que no me trates de usted, eres sólo unos años mayor que yo.
La humilde doncella se sonrojo levemente y contestó en voz baja:
Señorita, sirvo a usted y a su familia por lo que debo respetarlos como amos.
Entiendo que te comportes así con mis padres porque ellos son... bueno tu sabes, pero prefiero que seas tu misma cuando estés conmigo.
A una doncella no se le esta permitido tratar como un igual a sus amos.
Veo que no me entiendes... te ordeno, como tu ama, que no me trates como tal sino como... a una amiga.
¿ A una amiga? - me preguntó extrañada.
Bueno, algo por el estilo no quiero que te sientas intimidada por mi presencia y que me trates de "usted". Te lo estoy pidiendo por favor.
La doncella volteó para meditar unos instantes y al darse vuelta otra vez me dedicó una pequeña sonrisa que supe interpretar. Luego de eso, le informé el horario al que partiríamos y se retiró. A pesar de todo, seguía sin saber como iba a hacer para poder estar sola y encontrarme con ese chico. En otras circunstancias hubiera parecido el problema de una típica joven que se encuentra a escondidas con su novio, pero esto era totalmente diferente, nos juntábamos para planear como hacer para no tener que pasar el resto de nuestras vidas juntos.
La hora se acercó pronto y Kristal y yo salimos de mi mansión para dirigirnos a hacer las compras, decidí que fuéramos antes de lo indicado para comprar todo primero, pero cómo deshacerme de la pobre de Kristal, si me llegaba a escapar mis padres probablemente la reprenderían y perdería la poca confianza que tenía en mi. Luego de salir de la última tienda en la que compre algo de polvo de unicornio, noté que la hora se acercaba y tenía que hacer algo.
¿Kristal... tienes novio? - le pregunté para entablar una conversación y ver que podía hacer.
No señorita
Kristal.
Lo siento... es que no me puedo acostumbrar.
Bueno, espero que lo hagas pronto y que confíes en mi - le dije acomodando los paquetes que cargaba - ¿Hay al menos alguien que te guste...?
Bueno... yo
Si ... - dije interesada.
Hay alguien que he estado viendo hace un tiempo ya - me contestó tímidamente.
Sabía que había alguien - le dije colocándome frente a ella de un salto para que me contara - ¿Y quién es?
Se llama Marcus...
¿Y?
Lo conocí hace unos años atrás, mientras hacía las compras para la familia para la que antes trabajaba, el ayudaba a su padre en una tienda.
¿Y cómo pasó todo? - pregunté entusiasmada por la historia, después de todo jamás había tenido a nadie con quien compartir una historia amorosa.
El se ofrecía a acompañarme hasta la mansión de mis amos ayudándome con los paquetes - relató perdiendo al parecer su timidez - y en una oportunidad me invitó a que lo acompañara a un lugar ya que debía mostrarme algo. Me llevó hasta la orilla de una pequeña laguna muy hermosa que se encontraba oculta... era un lugar bellísimo - recordaba cerrando los ojos -y allí me lo propuso.
Y ¿piensan casarse? - comenté para adentrarme en el tema que me interesaba tocar.
Me encantaría - admitió con la vista perdida
Tienes suerte...
¿A qué se... perdón, a que te refieres con eso?
Te vas a casar con la persona a la que amas.
Supongo que también lo harás cuando conozcas a la persona indicada.
Me temo que no - dije negando también con la cabeza - creo que mis padres arreglaron mi matrimonio con alguien.
Eso es terrible - comentó llevándose ambas manos a la boca.
Pero tú, puedes ayudarme a que eso no ocurra.
¿De qué esta hablando señorita? - me preguntó volviendo a su papel de doncella.
Kristal, mis padres quieren que me case en unos días con el hijo de los Malfoy, pero queremos impedirlo.
¿Queremos?
Si, Draco y yo. El joven con el que quieren que me case.
Pero usted como...
Se supone que nos vamos a encontrar en unos minutos y necesito que nos dejes solos unos instantes para hablar - la interrumpí.
Pero no puedo dejarla sola, usted lo sabe.
Si, lo sé Kristal pero tampoco quiero casarme con alguien a quien no amo. Debes entenderme, que harías en mi situación.
La doncella parecía confundida, posiblemente no se quería ni imaginar lo que sería estar pasando por esas circunstancias.
Prometo no escaparme ... sólo conversaremos en aquel lugar - le dije indicándole con el dedo índice un lugar cercano al que nos encontrábamos - lo único que te pido es que te quedes aquí unos instantes mientras que hablamos... por favor - le pedí con una mirada implorante.
Se que no debo pero...
Gracias... gracias, mil gracias. No te vas a arrepentir. Cómprate algo - le dije muy contenta poniendo algunos Galleons en sus manos.
No... no es necesario - me respondió con los ojos como platos al ver tanto dinero.
Por favor, tómalos como una forma de agradecimiento por dejarme salvar mi futuro, cómprale algo lindo a Marcus y nos vemos en media hora aquí mismo.
Esta bien, pero no la dejaré sola hasta que el joven al que espera aparezca.
Esta bien - acepté agradecida por lo que había conseguido.
Faltando sólo dos minutos para el encuentro y aún no lo había visto.
Repentinamente un muchacho alto y rubio paso junto a mi sin siquiera mirarme, estaba vestido totalmente de negro, se dirigió hacia el lugar a donde se suponía que debíamos encontrarnos y simplemente se sentó. A pesar de haberlo visto solo una vez, esa mirada aun me erizaba la piel, sus profundos ojos grises miraban constantemente a las personas que por allí pasaban y consultaba su reloj. El corazón me empezó a latir con una intensidad increíble, seguramente debía ser la impresión de ver a la persona con la que debería casarme por arreglo de mis padres.
Es él - me susurró Kristal que posiblemente lo recordaba mejor que yo.
Deséame suerte...
Todo saldrá bien señorita.
Di un profundo respiro y me encaminé con pasos seguros hacia donde él estaba pensando en qué le diría. Una vez frente a él, levantó su cabeza y me miró con una expresión de total seriedad en su rostro.
Hola - dije tratando de utilizar el tono de voz mas frío y serio que tenía para tal ocasión.
Hola - me respondió poniéndose de pié frente a mi.
¿Tomas asiento? - me dijo señalando la banca en la que había esperado mi arribo.
Por supuesto
Los dos nos sentamos y un silencio espantoso se produjo por unos instantes, ninguno se atrevía a romper el hielo que en ese momento nos dividía. Pero luego pensé que no contábamos con mucho tiempo para evitar el suceso que nos esperaba a tan solo un par de días:
¿Y bien? - dijimos los dos al unísono.
Bueno - proseguí pasando por alto lo que acababa de ocurrir - Oí a nuestros padres hablar acerca de algo que nos involucraba a ambos y que se llevaría a cabo en siete días.
¿Y? - preguntó despectivamente.
Y... es una tradición en mi familia arreglar los matrimonios - dije notando como me sonrojaba tras mencionar esta palabra - y nuestros padres decían algo acerca de muestro destino y de no decirnos nada puesto que éramos demasiado jóvenes como para entenderlo.
No lo puedo creer - susurró cruzándose de brazos - yo también los he oído hablar en secreto, hablando de ti y de mi como si estuviéramos relacionados de alguna forma pero nunca hablaban acerca de a qué se referían. Pero supongo que debe ser como tu dices... después de todo es la única forma en la que podrían relacionarnos pero... ¿cuándo pensaban decírnoslo?
Nos lo informarían el mismo día en el que se llevara a cabo el suceso.
Increíble - dijo negando con la cabeza.
Pero tenemos que hacer algo para evitarlo...
El se tardó en responder, me miraba de una forma extraña y comprendí que probablemente fue por la forma en la que había hecho sonar aquello.
Ni siquiera nos conocemos - comenté para reponer la situación.
Eso es cierto. Pero qué...
Analicemos la situación... primero que nada creo que hablar con ellos no los hará desistir de sus ideas, conozco a mis padres y ellos nunca...
Los míos tampoco - me interrumpió
Discutimos diferentes ideas durante un rato pero ninguna nos convencía lo suficiente como para llevarlas a cabo, parecía que no había escapatoria alguna pero ambos estabamos lo suficientemente seguros de que no queríamos pasar nuestras vidas juntas. El usaba su pelo totalmente hacia atrás y a pesar de que vestía muy bien y formalmente nada de eso se comparaba con su personalidad, las pocas palabras que habíamos cruzado me dio a conocer a una persona totalmente fría y calculadora que tenía aires de tal arrogancia que hasta te intimidaba. Incluso hasta su forma de hablar se hacía desagradable, arrastraba las palabras y sus gestos daban a entender que no le agradaba mucho la situación.
Y si no hay nada mas que se pueda hacer nos escapamos... - concluyo luego de haber estado hablando por un largo rato.
¿Escaparnos? - dije totalmente sorprendida de que hubiera dicho eso. Era consiente de la gravedad del asunto pero no paso por mi cabeza en ningún momento la idea de escapar de mi casa.
Es una idea absurda - reconoció luego de haberlo meditado por unos instantes - ni siquiera he terminado mis estudios.
¿Dónde estudias? - pregunte olvidándome por unos instantes el tema que nos competía.
Hogwarts pero... no recuerdo haberte visto antes.
Tengo tutores privados.
¿Y eso por qué? - me preguntó como si se tratara de algo malo.
No lo sé... nunca me lo dijeron
La hora se acercaba y a lo lejos lograba divisar la figura de Kristal que se acercaba para que nos fuéramos.
Tengo que irme.
¿Por qué? - me preguntó extrañado - aun no hemos concretado nada.
Digamos que prácticamente me escapé y convencí a mi doncella para que me permitiera unos instantes a solas. Intentemos lo que este al alcance de nuestros medios de acuerdo a lo que hablamos y te escribiré pasado mañana para ver que resolvimos ¿Esta bien? - concluí poniéndome de pié.
Esta bien - aceptó de mal talante.
En esos momentos no sabía como despedirme, había estado a punto de darle un beso como a cualquier otra persona pero no podía evitar pensar en lo que nos pasaba y acerté a tenderle la mano formalmente.
Regrese con Kristal, quien parecía muy contenta con el obsequio que le había comprado a Marcus, y me puse como objetivo hacer que mis padres desistieran de esa idea de casarme por todos los medios que me fueran posibles.
