La luz del sol logró pasar por algunos espacios de las cortinas, y fue subiendo, hasta que alcanzó los ojos de Ryo. Este gritó en dolor al sentir cómo la luz lo quemaba. Las cortinas se alejaron por una ráfaga de viento, haciendo que el sol iluminara totalmente al chico, quien gritó nuevamente.

Bakura tomó una manta y lo cubrió, cargándolo hasta las sombras. Lo sentó entre sus piernas, calmándolo suavemente, intentando que dejara de temblar.

-Todo está bien. Sssshhhh....Estoy aquí, no te dejaré nunca.

-Bakura...-susurró el menor, dejándose llevar en el abrazo de su vampiro.

-Todo está bien...No llores, no llores mi chico...No lo hagas...Tu piel es muy sensible los primeros días, pero luego se acostumbrará a la luz del sol. Es cuestión de tiempo.

-Fue horrible...

-Lo sé, lo sé. Ahora, ¿Por qué no te das un baño? Te sentirás mejor.

-Bueno. Acompáñame...

-De acuerdo.

Al entrar al baño, lo primero que hizo Ryo fue mirarse al espejo. Se sorprendió al ver su piel más pálida de lo usual, sus pupilas más grandes, y unos pequeños colmillos que sobresalían de su boca. Sonrió dulcemente, y se dirigió hacía la bañera. Se sentó en el fondo de esta, y abrió el grifo de agua tibia, mientras esperaba a que se calentara. Bakura lo acompañó, sentándose en el otro extremo, dónde caía el agua sobre su melena plateada y cuerpo, haciendo que Ryo gimiera a la escena tan sensual.



Hacía la tarde, ambos albinos regresaron a la casa de Ryo. Este se dejó caer en su sofá tan blando, mirando la contestadora, que marcaba dos mensajes. Perezosamente se levantó, y comenzó a oír los mensajes.

-¿Ryo? Soy yo, papá. Volveremos el miércoles, y no el viernes cómo teníamos pensado. Espero que todo esté bien por allí. Por cierto, te llevaremos un regalo de aquí. Seguro que te gustará. Te queremos. Adiós.

Ryo empalideció más de lo que estaba.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡REGRESARÁN MAÑANA!!!!!!!!!!!!-gritó Ryo.

Luego la máquina hizo correr el segundo mensaje.

-¿Ryo? Soy yo de vuelta. Tu padre. Te vuelvo a llamar para decirte que no regresaremos mañana, sino el domingo. A tu madre y a mí nos invitaron a una exposición de dos días, para luego ir a una excavación sobre algunas civilizaciones antiguas. Te queremos. Adiós.

Dejó de contener su aliento, y suspiró pesadamente. Se llevó las manos a la cara, y volvió a suspirar.

-Que alivio...



Bakura y Ryo caminaban por el cementerio, mientras veían cómo el sol se ocultaba rápidamente detrás de los edificios de la ciudad.

El viento se transformó en su usual forma de lobo, acompañando a los dos chicos por el cementerio. A Ryo le gustaba mucho la compañía del sirviente de Bakura, y vice-versa.

Al llegar a un claro, el sol ya se había ocultado por completo, dejándolos en la penumbra y oscuridad. Los ojos del menor se adaptaron rápidamente a la falta de luz, provocando que se sobresaltara.

-¿Qué pasa?

-O-Olvidé que puedo ahora ver en la oscuridad...

-Te acostumbrarás...

De entre los arbustos salieron dos lobos. Uno rojo y otro azul. El viento se les acercó y los saludó alegremente.

-Señor Bakura. Es un gusto volver a verlo...-dijo el azul, con voz femenina- ¿Quién es él?

-Ryo Bakura. Es mi pareja.

La loba azul comenzó a mirar al menor detalladamente, hasta que se dirigió a él.

-Da algunas vueltas, cariño. Déjame verte.-Ryo hizo lo que se le ordenó.- Eres un chico con un alma muy pura...Me agradas.

-Sus pasiones son muy fuertes. Casi puedo sentirlas en el aire...-exclamó el lobo rojo, acercándosele.

-Gra-Gracias...-respondió tímidamente Ryo, mientras se sonrojaba fuertemente.

-¡¡AWWWW!! ¡¿No es tierno?!-dijo divertidamente la loba.-Eres un chico muy simpático.

-Tiene un mucho coraje y un alma fuerte.

-Deja de decir cosas filosóficas, ¿Quieres? Sólo di lo que te parece el pequeño, sopenco.

-¡OYE! ¡No me insultes! ¡No te he dicho nada!

-No lo has hecho pero dices cosas tan científicas que pudre, amigo fuego.

-¡Pues soy así y no cambiaré, amiga agua!

Y así, ambos lobos comenzaron a pelear verbalmente, mientras que el viento se quedaba entre Ryo y Bakura, con una gotita.

-Ehhh...

-Si, siempre pelean de esta forma. No hay modo de cambiarlos...-respondió el lobo verde.

-Comprendo.

Unos ruidos llamaron la atención del menor. Se viró hacía el sonido y vio cómo una rata husmeaba el lugar, en busca de comida. Los ojos de Ryo se tornaron un poco opacos, mientras que se dirigía hacía la rata lentamente.

Bakura lo observaba detenidamente. Viendo cómo aprendía a cazar lentamente.

-¿Qué hace, mi señor?-inquirió el viento, ante el repentino cambio de Ryo.

-Está tratando de cazar una rata. Déjalo. Debe aprender por su cuenta.- respondió el vampiro.

Ryo se acercaba lentamente hacía el animal, sin producir ningún sonido. De un rápido movimiento, se arrodilló al suelo, y con sus garras, tomó a la rata, que comenzó a chillar fuertemente. El menor clavó sus colmillos en el cuerpo del animal, succionando su sangre.

Arrodillado aún en el suelo, todavía alimentándose de la rata, Ryo recuperó la conciencia. Se separó del animal seco, sin una gota de sangre. Lo miró y lo dejó caer al suelo. Se puso de pie, y se limpió los hilos del líquido carmesí que caían de su boca.

-Aprendes rápido...-dijo Bakura, abrazándolo.

-Tenía un poco de hambre...-murmuró el menor, acercándose más a su compañero.-¿Bakura?

El mayor tenía sus ojos abiertos como platos, mientras que abrazaba fuertemente a su chico. Sin poder evitarlo, escupió un poco de sangre, manchando la cara del chico, quien gritó el nombre de su amado, preocupado.

De entre los arbustos salieron varios hombres con ballestas, apuntándolos.

Ryo recostó boca abajo a Bakura, para descubrir que tenía clavada una de las flechas en su espalda. Se la sacó lentamente, mientras que trataba de que la sangre dejara de fluir.

-Al fin, señor Bakura, nos volvemos a encontrar...-comentó un hombre alto, acercándose a la pareja.-Mira en que condiciones estás, mi amigo.

-Cállate...-dijo débilmente el vampiro, mientras escupía un poco más de sangre. Ryo lo abrazó fuertemente, tratando de alejarlo del hombre.

-¿No es lindo? Bakura tiene un amante. Me cuesta creer que hayas conseguido amar, después del último incidente. Me entristecí mucho con la muerte de Emuri. Esa chica estaba llena de vida, y tu la mataste.

-Mentira...

-Pero es cierto. No dudo que vuelvas a repetir el mismo error con este chico tan hermoso que te tiene entre sus brazos.

-Déjalo fuera de esto. Me quieres a mí, no a él.

-Te haré sufrir cómo tu lo hiciste conmigo...

-Estabas celoso, porque ella me había elegido a MI y no a TI...Un vampiro y un cazar nunca deben enamorarse, puesto que sería peligroso, pero no nos importó. Fue una lastima que sólo duráramos un mes.

-Te divertiste con ella antes de matarla...-exclamó con furia en su voz.

-La amaba mucho, cómo para matarla. Ella se sacrificó por mí, pero no pude defenderla, porque me encontraba muy débil para eso.

-¡¡¡MENTIROSO!!! ¡¡¡MATENLOS A AMBOS



Ryo abrazó fuertemente a su novio, esperando a las flechas, pero nunca llegaron.

El lobo rojo lanzó fuego por su boca, incinerando al instante todos los cuerpo de los hombres, mientras que el azul los apagaba, para evitar que el cementerio se incendiara. Pronto sólo quedó el líder, quien se retractó al seguir peleando, y se fue.

Bakura respiraba con dificultad, mientras que la fiebre comenzaba a subir lentamente.

-Amiga agua, ¿Puedes ayudarlo?-dijo el lobo rojo.

-Haré lo que pueda.

La loba logró cerrar por completo la herida de Bakura, quien recuperó rápidamente la conciencia.

Ambos llegaron al departamento, dónde el menor dejó a su amado en el sofá, mientras lo tapaba con una frazada.

-Lo siento...-se disculpó el mayor.

-Mañana tendremos tiempo para hablar...-respondió recostándose junto a él.

-De acuerdo...-dijo con esfuerzo.-Buenas noches Ryo...-Bakura le dio un beso, y su amado le respondió de la misma manera dulce y cálida.

-Buenas noches, Baku. Te amo...

-Yo igual...