Ryo despertó porque su estomago le reclamaba alimento, y no era muy
paciente que digamos. Se levantó y se calzó los pies, saliendo de su
habitación.
Al llegar a la sala, escuchó unos ruidos, que sin duda no hubiera podido escuchar un humano. Sus ojos se tornaron amarillos y su vista comenzó a buscar el objeto del ruido. Se encontró con una rata, husmeando el aire. Al parecer entró por alguna tubería de la casa, y se las arregló para entrar fácilmente.
El chico miraba al animal fijamente, inmóvil, esperando. Se arrodilló frente a ella, y estiró sus garras, para atraparla, pero el animal, más rápido, comenzó a huir. Frustrado, Ryo dejó escapar un gruñido, comenzando a perseguir a la rata.
Yatén despertó, al oír unos ruidos sospechosos en la sala. Despertó a su esposa, y ambos escucharon atentamente, para ver si no eran los vecinos, pero se dieron cuenta que no. Ambos salieron de la cama, y Yatén tomó de un escondite, un revólver, escondido detrás de su espalda, acompañado de su mujer.
Al bajar, se quedaron estupefactos. Ryo estaba de espaldas a ellos, arrodillado en el suelo, al parecer, con algo en sus manos. El padre encendió las luces, y Ryo se viró bruscamente hacía ellos, con la rata muerta en sus manos, con hilos de sangre en su boca, con sus diminutos pero afilados colmillos a la vista, y sus ojos amarillos aún.
Gesticuló con su boca, y se horrorizó al ver a Bakura detrás de ellos, pero esperó, al ver que pasaría.
-Oh Ryo....-dijo Yatén, acercándose a su hijo, para abrazarlo fuertemente, al igual que su esposa, quien comenzó a llorar suavemente.
-Lo siento...-sollozó el chico de cabellos plateados.
Al ver la situación, Bakura desapareció entre las sombras.
~*~
El sol se asomó por los altos edificios, iluminando la habitación del chico de ojos marrones, que los abrió al sentir la luz rozar su piel. Se dio media vuelta, y siguió durmiendo----
-¡¡¡RYO!!! ¡¡¡YA ES TARDE!!!-bramó Sakura, al ver que eran ya las siete.
El chico gruñó, y se tapó completamente con las sábanas, disfrutando de la tibieza de la cama, hasta que sintió frío de golpe.
Se animó a abrir los ojos, y vio a su madre enojada, mirándolo.
-Arriba, holgazán.
-Dormir...-y se dio media vuelta.
Sakura tomó aire, y bramó nuevamente.
-¡¡QUE SEAS AHORA UNA CRIATURA DE LA NOCHE NO SIGNIFICA QUE FALTARÁS AL COLEGIO MUCHACHITO!!
Puso boca arriba a Ryo y, prácticamente lo obligó a levantarse. El chico se cambió y bajó a desayunar. Tomó una taza de té, y se dirigió a la puerta pero su madre lo detuvo.
-¿Qué me olvido?
-Toma.-le entregó unos lentes oscuros.
-Gracias mamá.-se los puso y besó a su madre en la mejilla, antes de salir.
~*~
-Bakura, ¿Por qué llevas esos lentes oscuros?-inquirió Joey al ver a su amigo.
-El oculista me dijo que mis ojos se tornaron algo sensibles a la luz del sol, y me dijo que tendré que llevar lentes oscuros algún tiempo. Un laaaaargo tiempo...
-Pobre de ti amigo.-exclamó Joey.
-Y que lo digas...
Las clases para Ryo fueron bastante aburridas. Castellano dos horas, historia dos horas, almuerzo, biología, historia, y matemáticas.
Al final del día, Ryo se sintió alegre de poder sacarse los lentes oscuros. Los ojos de él se adaptaron poco a poco a la poca luz que había.
Al llegar, encontró sobre la mesa de la cocina, una caja, con agujeros. El pequeño vampiro se acercó con mucha curiosidad, y miró el objeto desde todos sus ángulos. Lo olfateó un poco, se irguió y se encogió de hombros.
-¿Qué podrá ser?
-Tu comida.-dijo Sakura entrando en la cocina, con algunas linitas azules en su rostro.-Ratas...
-¿Dónde las compraron?
-En una tienda de mascotas, tontito.
-¡Lo olvidé! ¡Tu odias las ratas!-dijo Ryo sonriendo abiertamente.
-Si, ya lo sé. Ahora, una condición por traerte esto. Vas a tener que guardarlas dentro de tu habitación y espero que no se escapen porque yo mismo me haré cargo de desaparecerlas del mapa. ¿Entendido?
-Si.
Tomó la caja y fue directo a su habitación, saludando a su padre por el camino. Entró a su pieza y tiró la caja al suelo, dónde las ratas chillaron. Se desvistió y se colocó ropa cómoda, antes de arrodillarse frente a la caja, con una sonrisa de punta a punta.
Abrió la tapa y las ratas comenzaron a husmear el aire. Tomó una entre sus manos, y cerró la caja nuevamente. Dejó al animal sobre el suelo, quien comenzó a recorrer su nuevo entorno.
-Cariño---¡¡¡¡AHHHHH!!! ¡¡¡GUARDA ESA MALDITA COSA AHORA!!!!
-¡¡Me dijiste que no las sacara de mi habitación!! ¡¡No es mi culpa que entres cuando lo necesites!!-se quejó el chico.
-Tu ganas...-dijo la madre todavía alterada.
-¿Qué pasa aquí?-dijo Yatén al entrar.-Oh, vamos, querida. No te harán nada de nadita.
-Son horribles.-afirmó Sakura, antes de irse.-Por cierto, Ryo, vinieron dos morenos a visitarte...
-Hazlos pasar. Son mis amigos.-dijo sonriendo, mientras su atención volvía a la rata, que ahora estaba debajo de la cama.-No te escapes...
-¿Te encuentras bien, hijo?-preguntó preocupado Yatén, sentándose al lado de su hijo.
-Claro. ¿Por qué?
-Tu cambio, me preocupa un poco. Nunca esperé esto. Siempre, desde niño, he creído en lo sobre natural. Por eso me interesó bastante la arqueología. Investigar las civilizaciones antiguas, sus misterios, su forma de vivir, las costumbres...-miró a su hijo, que le devolvía la mirada, tomando fuertemente la rata en sus manos, sonriendo.-Pero me gustaba mucho saber sobre el misticismo de cada una de ellas, en especial Egipto. Siempre me atrajo el enigma de las pirámides...
-¿Interrumpimos algo?-dijo tímidamente Malik, al asomarse por la puerta.
-Hey, Malik. ¿Qué te trae por aquí?
-Hola, soy Malik Ishtar.-dijo acercándose a Yatén, tendiéndole la mano.
-Soy Yatén Bakura. Gusto en conocerlos.
-Él es Marik Osiris.-dijo señalándolo, cosa que no le gustó a Marik.
-No soy un objeto, Malik, para que me señales de esa manera.
Yatén sonrió, y dejó solos a los chicos.
-¿Qué haces aquí?
-Visita. Hey, ¿Podría?-inquirió señalando a la rata.-Me muero de hambre.
-Claro. ¿Ves la caja? Allí hay varias.
-Yumm, yumm...Vengan con papá....
~*~
-¿Hermano?
-¿Qué pasa, Mokuba?-dijo Seto, levantando la mirada de sus papeles.
-Es Bakura. Te está esperando abajo, en la sala.
-Dile que enseguida iré.
-Muy bien.
El chico de cabellos negros se retiró, cerrando tras de si la puerta del estudio de su hermano. Ojos Azules ordenó todo, y salió. Bajó en el ascensor, y entró en la sala. Bakura estaba sentado en el sofá, charlando con Mokuba, mientras bebían té de hierbas.
-Hace mucho tiempo que no te veía, Bakura.-dijo Seto, sentándose al lado de su hermano.
-Lo mismo digo, amigo.-bebió un poco de té, y luego miró la taza.
-¿Qué quieres ahora?
-Sabes lo de los cazadores, ¿Verdad?
-Si. ¿A qué viene todo esto?
-No quiero volver a perder el amor...No quiero perder a Ryo, Seto. No quiero cometer el mismo error de hace 10 años....
-Mantén seguro a Ryo, y no le pasará nada.
-Casi nos matan. Hace dos noches. Suerte que estábamos acompañados de los elementos, sino, ya estaríamos muertos....
-Lo que quieres decir es que quieres que Ryo venga a refugiarse aquí, ¿Verdad?
-Odio cuando hacen eso.
-¡¡Pues ve al grano!! ¡¡Haces las cosas más fácil!!
-Bueno, perdón.
-Puedes traerlo cuando gustes.
-Primero tengo que hablar con los padres.
-Te matarán...
-Ruego que no. Ryo está en peligro, y no quiero exponerlo.-Seto se levantó.
-Habla con ellos, y tráelo cuanto antes.
-Gracias.-pero Seto no dijo nada.
-En este caso debes decir "De nada", hermano.-dijo muy sonriente Mokuba, sólo para recibir una mirada asesina de parte de su hermano.
Al llegar a la sala, escuchó unos ruidos, que sin duda no hubiera podido escuchar un humano. Sus ojos se tornaron amarillos y su vista comenzó a buscar el objeto del ruido. Se encontró con una rata, husmeando el aire. Al parecer entró por alguna tubería de la casa, y se las arregló para entrar fácilmente.
El chico miraba al animal fijamente, inmóvil, esperando. Se arrodilló frente a ella, y estiró sus garras, para atraparla, pero el animal, más rápido, comenzó a huir. Frustrado, Ryo dejó escapar un gruñido, comenzando a perseguir a la rata.
Yatén despertó, al oír unos ruidos sospechosos en la sala. Despertó a su esposa, y ambos escucharon atentamente, para ver si no eran los vecinos, pero se dieron cuenta que no. Ambos salieron de la cama, y Yatén tomó de un escondite, un revólver, escondido detrás de su espalda, acompañado de su mujer.
Al bajar, se quedaron estupefactos. Ryo estaba de espaldas a ellos, arrodillado en el suelo, al parecer, con algo en sus manos. El padre encendió las luces, y Ryo se viró bruscamente hacía ellos, con la rata muerta en sus manos, con hilos de sangre en su boca, con sus diminutos pero afilados colmillos a la vista, y sus ojos amarillos aún.
Gesticuló con su boca, y se horrorizó al ver a Bakura detrás de ellos, pero esperó, al ver que pasaría.
-Oh Ryo....-dijo Yatén, acercándose a su hijo, para abrazarlo fuertemente, al igual que su esposa, quien comenzó a llorar suavemente.
-Lo siento...-sollozó el chico de cabellos plateados.
Al ver la situación, Bakura desapareció entre las sombras.
~*~
El sol se asomó por los altos edificios, iluminando la habitación del chico de ojos marrones, que los abrió al sentir la luz rozar su piel. Se dio media vuelta, y siguió durmiendo----
-¡¡¡RYO!!! ¡¡¡YA ES TARDE!!!-bramó Sakura, al ver que eran ya las siete.
El chico gruñó, y se tapó completamente con las sábanas, disfrutando de la tibieza de la cama, hasta que sintió frío de golpe.
Se animó a abrir los ojos, y vio a su madre enojada, mirándolo.
-Arriba, holgazán.
-Dormir...-y se dio media vuelta.
Sakura tomó aire, y bramó nuevamente.
-¡¡QUE SEAS AHORA UNA CRIATURA DE LA NOCHE NO SIGNIFICA QUE FALTARÁS AL COLEGIO MUCHACHITO!!
Puso boca arriba a Ryo y, prácticamente lo obligó a levantarse. El chico se cambió y bajó a desayunar. Tomó una taza de té, y se dirigió a la puerta pero su madre lo detuvo.
-¿Qué me olvido?
-Toma.-le entregó unos lentes oscuros.
-Gracias mamá.-se los puso y besó a su madre en la mejilla, antes de salir.
~*~
-Bakura, ¿Por qué llevas esos lentes oscuros?-inquirió Joey al ver a su amigo.
-El oculista me dijo que mis ojos se tornaron algo sensibles a la luz del sol, y me dijo que tendré que llevar lentes oscuros algún tiempo. Un laaaaargo tiempo...
-Pobre de ti amigo.-exclamó Joey.
-Y que lo digas...
Las clases para Ryo fueron bastante aburridas. Castellano dos horas, historia dos horas, almuerzo, biología, historia, y matemáticas.
Al final del día, Ryo se sintió alegre de poder sacarse los lentes oscuros. Los ojos de él se adaptaron poco a poco a la poca luz que había.
Al llegar, encontró sobre la mesa de la cocina, una caja, con agujeros. El pequeño vampiro se acercó con mucha curiosidad, y miró el objeto desde todos sus ángulos. Lo olfateó un poco, se irguió y se encogió de hombros.
-¿Qué podrá ser?
-Tu comida.-dijo Sakura entrando en la cocina, con algunas linitas azules en su rostro.-Ratas...
-¿Dónde las compraron?
-En una tienda de mascotas, tontito.
-¡Lo olvidé! ¡Tu odias las ratas!-dijo Ryo sonriendo abiertamente.
-Si, ya lo sé. Ahora, una condición por traerte esto. Vas a tener que guardarlas dentro de tu habitación y espero que no se escapen porque yo mismo me haré cargo de desaparecerlas del mapa. ¿Entendido?
-Si.
Tomó la caja y fue directo a su habitación, saludando a su padre por el camino. Entró a su pieza y tiró la caja al suelo, dónde las ratas chillaron. Se desvistió y se colocó ropa cómoda, antes de arrodillarse frente a la caja, con una sonrisa de punta a punta.
Abrió la tapa y las ratas comenzaron a husmear el aire. Tomó una entre sus manos, y cerró la caja nuevamente. Dejó al animal sobre el suelo, quien comenzó a recorrer su nuevo entorno.
-Cariño---¡¡¡¡AHHHHH!!! ¡¡¡GUARDA ESA MALDITA COSA AHORA!!!!
-¡¡Me dijiste que no las sacara de mi habitación!! ¡¡No es mi culpa que entres cuando lo necesites!!-se quejó el chico.
-Tu ganas...-dijo la madre todavía alterada.
-¿Qué pasa aquí?-dijo Yatén al entrar.-Oh, vamos, querida. No te harán nada de nadita.
-Son horribles.-afirmó Sakura, antes de irse.-Por cierto, Ryo, vinieron dos morenos a visitarte...
-Hazlos pasar. Son mis amigos.-dijo sonriendo, mientras su atención volvía a la rata, que ahora estaba debajo de la cama.-No te escapes...
-¿Te encuentras bien, hijo?-preguntó preocupado Yatén, sentándose al lado de su hijo.
-Claro. ¿Por qué?
-Tu cambio, me preocupa un poco. Nunca esperé esto. Siempre, desde niño, he creído en lo sobre natural. Por eso me interesó bastante la arqueología. Investigar las civilizaciones antiguas, sus misterios, su forma de vivir, las costumbres...-miró a su hijo, que le devolvía la mirada, tomando fuertemente la rata en sus manos, sonriendo.-Pero me gustaba mucho saber sobre el misticismo de cada una de ellas, en especial Egipto. Siempre me atrajo el enigma de las pirámides...
-¿Interrumpimos algo?-dijo tímidamente Malik, al asomarse por la puerta.
-Hey, Malik. ¿Qué te trae por aquí?
-Hola, soy Malik Ishtar.-dijo acercándose a Yatén, tendiéndole la mano.
-Soy Yatén Bakura. Gusto en conocerlos.
-Él es Marik Osiris.-dijo señalándolo, cosa que no le gustó a Marik.
-No soy un objeto, Malik, para que me señales de esa manera.
Yatén sonrió, y dejó solos a los chicos.
-¿Qué haces aquí?
-Visita. Hey, ¿Podría?-inquirió señalando a la rata.-Me muero de hambre.
-Claro. ¿Ves la caja? Allí hay varias.
-Yumm, yumm...Vengan con papá....
~*~
-¿Hermano?
-¿Qué pasa, Mokuba?-dijo Seto, levantando la mirada de sus papeles.
-Es Bakura. Te está esperando abajo, en la sala.
-Dile que enseguida iré.
-Muy bien.
El chico de cabellos negros se retiró, cerrando tras de si la puerta del estudio de su hermano. Ojos Azules ordenó todo, y salió. Bajó en el ascensor, y entró en la sala. Bakura estaba sentado en el sofá, charlando con Mokuba, mientras bebían té de hierbas.
-Hace mucho tiempo que no te veía, Bakura.-dijo Seto, sentándose al lado de su hermano.
-Lo mismo digo, amigo.-bebió un poco de té, y luego miró la taza.
-¿Qué quieres ahora?
-Sabes lo de los cazadores, ¿Verdad?
-Si. ¿A qué viene todo esto?
-No quiero volver a perder el amor...No quiero perder a Ryo, Seto. No quiero cometer el mismo error de hace 10 años....
-Mantén seguro a Ryo, y no le pasará nada.
-Casi nos matan. Hace dos noches. Suerte que estábamos acompañados de los elementos, sino, ya estaríamos muertos....
-Lo que quieres decir es que quieres que Ryo venga a refugiarse aquí, ¿Verdad?
-Odio cuando hacen eso.
-¡¡Pues ve al grano!! ¡¡Haces las cosas más fácil!!
-Bueno, perdón.
-Puedes traerlo cuando gustes.
-Primero tengo que hablar con los padres.
-Te matarán...
-Ruego que no. Ryo está en peligro, y no quiero exponerlo.-Seto se levantó.
-Habla con ellos, y tráelo cuanto antes.
-Gracias.-pero Seto no dijo nada.
-En este caso debes decir "De nada", hermano.-dijo muy sonriente Mokuba, sólo para recibir una mirada asesina de parte de su hermano.
