Capítulo 2: "Encuentro en el Expreso de Hogwarts".

Por: JkRowling.

Las semanas que faltaban para el regreso a Hogwarts pasaron velozmente.

Ginny no había vuelto a tener sueños, pero aún así no podía estar tranquila. Evitó cuidadosamente parecer demasiado extraña, y conservó su buen humor hasta el fin de las vacaciones.

Pero aquel día ocurriría algo que despejaría los miedos de su mente.

-¿Estás lista, Ginny?-le preguntó su madre desde el pie de las escaleras.

-¡Sí, mamá! Bajo en un segundo.

Guardó el cuadro con la fotografía de su familia y cerró el baúl.

-Me dijeron que te ayudara-Dijo Ron, entrando al dormitorio de la chica. Él estaba mucho más alto y fornido. Gracias a las prácticas de quidditch había desarrollado una estructura física que volvía locas a las chicas populares de Hogwarts. Sin embargo, él era el único que no tenía novia de sus compañeros Gryffindors.

-Yo puedo sola-repuso Ginny, molesta. Tenía dieciséis años, pero sus padres aún no terminaban de verla como una niña.

-Lo sé-dijo Ron, levantando sus cejas-. Pero ellos me lo ordenaron y si no lo hago me van a regañar.

-De acuerdo, de acuerdo...

Ron bajó el baúl por las escaleras y los subió al taxi muggle que los esperaba fuera.

-¿Los cuatro listos?-preguntó la señora Weasley, mirando a Ron, Ginny, Fred y George-. Muy bien, vámonos.

Subieron al taxi, y Ginny se despidió de su hogar con una ligera sensación de abatimiento.

La estación de King's Cross se encontraba, como siempre, atestada de gente. Ellos se bajaron del auto, subieron su equipaje a un carrito y caminaron por entre la multitud rápidamente. Tenían quince minutos de ventaja, pero si no se apuraban conseguirían un vagón lleno.

-Bien, yo voy con Ginny y Ron primero-indicó la señora Weasley-. Luego Fred y George.

Miró a sus dos hijos menores y asintió la cabeza. Ellos caminaron lentamente hacia la barrera que separaba los andenes 9 y 10 y pasaron.

Ginny miró hacia la familiar locomotora de vapor color escarlata que esperaba a los estudiantes cada año. El humo lograba mostrar aún más caótico el ambiente, donde muchos chicos charlaban entusiasmados, llevando a sus respectivas mascotas y equipaje.

Fred y George aparecieron tras ellos.

-¡Wow! Es magnífico estar de vuelta por aquí.

Ginny y Ron empujaron su carrito por la plataforma, buscando un vagón vacío.

-¡Ron, Ginny!

Voltearon bruscamente para encontrarse con Harry y Hermione.

-¿Cómo estás, Ginny?-preguntó Harry, abrazando a la pelirroja-. Mucho mejor, según veo.

Sonrió maliciosamente.

Hermione le dirigió a Harry una mirada enfadada antes de saludar a Ron.

-Los estuvimos esperando-informó, mientras Harry pasaba un brazo por su cintura-. Ya conseguimos un compartimiento.

-¡Bien!-dijo Ginny, sonriente. Volteó a despedirse de su madre.

-Cuidate mucho, cielo-musitó la señora Weasley, abrazando a su hija con ternura.

-Te prometo que lo haré.

-Adiós, Ginny-se despidió Fred, que aquellos días había estado junto a su hermano de vacaciones en la casa. Su tienda iba de maravilla, por lo tanto prefirieron dejar a Lee Jordan, que trabaja con ellos, a cargo por un tiempo.

-Cuidate, hermanita-exigió George, abrazándola, mientras señalaba a Ron con un dedo-. Vígilala.

-¡Hey!-replicó Ginny, apartándose bruscamente-. Yo no necesito que me vigilen, ¿de acuerdo?

Harry, Ron, Fred y George rieron divertidos.

-La pequeña Ginny y su orgullo... -murmuró Fred.

-Oí eso-le advirtió la chica, pero luego también rió.

Un fuerte silbido indicó que el tren iba a partir. Los cinco chicos subieron al compartimiento y ubicaron sus cosas, antes de asomarse por la ventanilla y hacer señas a la señora Weasley, Fred y George.

-¡Portense bien ustedes dos!-dijo ella, señalando a Harry y a Ron, que se miraron con aire inocente-. ¡Nada de andar haciendo travesuras, es su último año!

-¡Mejor no hagan caso y diviértanse!-aconsejó Fred, consiguiendo que su madre le dirigiera una mirada asesina.

-¡Cuidate mucho, Ginny!-Fue lo último que alcanzó a oir la chica, antes de que el tren tomara una curva.

Ella suspiró, y se apoyó en el respaldo del asiento.

-Pareciera que en cualquier momento me fuera a ocurrir un accidente.

-Eres una niña pequeña, ¿no? Eso les suele ocurrir-se burló Ron, encogiéndose de hombros.

-Estupendamente divertido, Ronnie-bufó Ginny, parándose del asiento-. Iré a saludar a mis amigas.

Salió del compartimiento. Los pasillos del Expreso de Hogwarts aún estaban repletos de estudiantes que se saludaban y enseñaban los últimos objetos mágicos que habían adquirido en el verano.

Ella caminó por los pasillos, con dificultad, buscando a sus compañeras Gryffindor.

-... Pero desde luego, será difícil-una voz odiosamente conocida la hizo detenerse. La puerta de aquel compartimiento estaba entreabierta, así que ella aprovechó la situación para espiar-. Es la chica más orgullosa y astuta de Hogwarts...

Ginny apretó sus puños enojada. El que estaba hablando era Draco Malfoy, y de seguro, planeaba la conquista de alguna otra chica estúpida. En los últimos dos años todas habían caído rendidas a sus pies. Ella sólo deseaba que aquella muchacha de la que estaban charlando, fuera un poco más inteligente.

Esperó apoyada a mitad del pasillo. Tal vez Malfoy fuera a nombrar a la chica, y ella pudiera advertirla después.

Crabbe y Goyle salieron del compartimiento, dejando a Draco solo. Pasaron por el lado de Ginny, cuchicheando desagradablemente.

Ella maldijo entredientes, dando por perdida su oportunidad de averiguar.

Pero cuando se disponía a seguir caminando, una mano se aferró a su muñeca y la detuvo.

-¿Espiando tras las puertas, Weasley?-era Draco Malfoy.

Ginny le devolvió una mirada desafiante.

-Y si así fuera, ¿qué?

Malfoy sonrió, y la arrastró hacia el compartimiento.

-Eso no se hace-dijo, cerrando la puerta cuando estuvieron dentro.

Ginny tragó saliva. Estaba encerrada en un compartimiento con el galán más admirado de Hogwarts. Sus hormonas no podían eludir el físico extraordinario, o la sonrisa sensual de Malfoy.

-Lo último que permitiría en mi vida es que tú me des lecciones de educación-espetó bruscamente.

-¿De verdad?-inquirió Draco, avanzando hacia ella, que lentamente retrocedía.

-¿Puedes... dejarme salir?

-¿Estoy alucinando o es que la señorita Weasley me ha pedido algo?

-No te he pedido nada-replicó Ginny, sintiendo que su corazón comenzaba a superar su ritmo normal-. Es una orden.

Su cabeza chocó contra la ventanilla del compartimiento. Las cosas estaban funcionando mal. Ella tenía que salir de ahí.

-No tienes por qué tomar esa posición conmigo, no soy un monstruo-musitó Malfoy, a excasos centímetros de su rostro. Tenía sus brazos ubicados a cada lado de Ginny, apoyados en la pared.

-Si no me dejas salir...

Pero no pudo decir más. Draco Malfoy la había abrazado por la cintura para atraparla en un violento beso.

Ella levantó sus brazos y golpeó el pecho de Draco, luchando para que la soltara, pero su fuerza no podía compararse con la de aquel chico de brazos corpulentos.

Su cerebro dio con una única solución que no dudó en realizar. Mordió con todas sus fuerzas el labio inferior de Malfoy, hasta sentir que la sangre de él embargaba su propia boca.

Éste se apartó con un quejido.

-¡Maldición!-exclamó, levantando su mano y posándola sobre sus labios que sangraban abundantemente.

-¡Eso es para que no te vuelvas a acercar a mí nunca, imbécil!-gritó Ginny, saliendo del compartimiento.

Se alejó rápidamente, tratando de calmarse. Encontró el principio del pasillo despejado, y se apoyó en un vagón, mientras su pulso se normalizaba.

¿Por qué Malfoy había hecho eso? ¿Quería ampliar con ella su lista de conquistas?

Pues si era así, pensó Ginny, jamás lo iba a lograr.

Apoyó una mano en su pecho, y suspiró.

Lo que había ocurrido no le había gustado, ¿o sí?

Aunque tuviera que maldecirse por pensar eso, ella no podía evitarlo: Malfoy besaba extraordinariamente bien.