Capítulo 4: "Un mal encuentro".
Por: JkRowling.
Ginny se mantuvo en silencio, como si no lo hubiese escuchado.
-¡Te pregunté qué pasa con Malfoy!-exclamó Ron. Su tono de voz ascendía ligeramente y los demás Gryffindors comenzaban a mirarlo.
-Ron...
-Estoy hablando con Ginny-intervino el pelirrojo, sin permitir que su amigo lo calmara.
-No estoy haciendo nada-dijo la chica finalmente.
-Te ví-replicó Ron-. Estaban comunicándose mediante señas. Ginny, ¿sabes quién es él? ¡Draco Malfoy!
-Oh, ¿sí?-dijo ella, fingiendo sorpresa-. Bien, hermano, temo que no es de tu incumbencia.
-Pues claro que lo es. Como bien dijiste, soy tu hermano.
-Pero no mi padre-interrumpió Ginny, comenzando a enojarse-. ¿Puedes dejarme tranquila?
-No sin que me digas qué estabas haciendo.
-Entonces vas a seguir sin saberlo porque no pienso explicarte nada-dijo, levantándose de la mesa ante los rostros aturdidos de Ron, Harry y Hermione- . ¡Buenas noches!
-¡Ginny!-la llamó Ron, exasperado-. ¡Ven acá! ¡Ven...!
Salió del Gran Salón. Tuvo que contener sus ganas de volver y saborear un magnífico banquete. Estaba cansada. Todos parecían atentos a su comportamiento, la vigilaban como si fuese una chiquilla estúpida incapaz de valerse por sí misma. Su hermano tenía sólo un año más que ella, pero era infinitamente sobreprotector. Con un suspiro pensó que el próximo año estaría sola... Sin hermanos que la persiguieran por los pasillos o que le dirigieran miradas de reojo cuando ella charlaba con chicos. Iba a ser libre.
Caminó hacia la salida del colegio. Había olvidado sus deseos de encerrarse en el dormitorio, y prefirió salir a disfrutar del increíble frío que hacía en el exterior. De alguna extraña manera, el frío era capaz de transmitirle tranquilidad y soledad. Justo las dos circunstancias que más anhelaba.
Abrió la puerta de roble y sintió el frío quemando su rostro. Sí, realmente quería estar sola. Ella adoraba a su familia, y no deseaba convertirse en una rebelde, pero sólo pedía un poco de independencia. Necesitaba soledad para conocerse más, para pensar en lo que convirtiría su vida luego de Hogwarts. Su objetivo, sin embargo, se alejaba de una carrera profesional... ella quería demostrarles a todos, y a ella misma, que no era una más de los Weasley, que era Ginny, una chica inteligente e independiente. Alguien que podía crear un futuro distinto... como mujer.
Se sentó en la escalinata de piedra. Su túnica ondeba al frío viento, pero sus ojos se mantenían abiertos y su rostro relajado. Hubiera detenido el tiempo ahí. Acompañada de los primeros y fieles amigos de su infancia: los árboles y las flores, uniéndose a la belleza máxima de las hojas, bailando de la mano del viento, sin pautas... Todo espontáneo, natural. Eso era belleza, felicidad y armonía. Las hojas vivían su proceso de vida, envejeciendo, pero sin perder su calidad, creciendo de la mano de algún arbol, fiel hasta la muerte. Ella quería ser como una hoja. Nacer pequeña y vulnerable, pero morir sabia y digna.
Unas manos suaves cerraron sus ojos. Ella sonrió, resignada a recibir a Justin Finch-Fletchley que se pasaría una hora recitándole aburridas frases elogiosas.
-¿Justin?-preguntó, sin interés-. ¿Colin? ¿Dean? ¿Seamus?
-No-respondió una voz en su oído-. Alguien mucho mejor.
Ella retiró las manos de su rostro, y se puso de pie, enfrentando a la persona que acaba de hablarle. Era Draco Malfoy, sonriéndole tenuemente.
-¿Qué haces aquí?
-Lo mismo que tú, Weasley-dijo él, sentándose en la escalinata-. Escapando del aburrimiento.
-Pero yo estaba sola-replicó Ginny, aún de pie. No se iba a sentar junto a Malfoy: era peligroso-. Y tienes muchos lugares más para escapar del aburrimiento. Yo-añadió marcando cada palabra-, estaba aquí primero.
-Podemos compartir espacio y oxígeno. Por mí no hay problema.
-Pero por mí sí.
-Entonces puedes irte-dijo él, volviendo a mostrar aquella irresistible sonrisa.
-Sí, eso haré-decidió Ginny, volteando. Iba a tomar la manija para abrir la puerta, cuando Malfoy dijo:
-Pero eso será cobarde... pensé que no eras así, Weasley.
Se detuvo, temblando de rabia. No soportaba que la llamaran cobarde.
-Tienes razón-aceptó, volviendo hacia Draco. Se sentó junto a él, tratando de parecer tranquila-. Yo estaba aquí primero, así que aquí me quedo.
Permanecieron en silencio algunos segundos. Ginny podía sentir el perfume varonil de Malfoy, y su estómago se revolvía de nervios. Torció su cuello para mirarlo. Un mechón caía por el rostro del Slytherin, y sus ojos grises estaban fijamente instalados en el paisaje. Ella examinó sus labios. El labio inferior estaba algo hinchado, donde ella había mordido, pero se podía notar que eran delgados y finos, realmente... Por Dios, ¿qué estaba mirando?
-¿Tienes frío?-preguntó Draco, de pronto.
-No-contestó Ginny secamente.
-¿Estás enojada?
-¿Podría no estarlo con tu compañía?-gruñó la chica, enojada.
-Desde luego-rió Malfoy, brevemente-. Yo te gusto.
Ginny tardó un momento en reaccionar frente a las palabras recién oídas. Abrió su boca para decir algo, pero estaba demasiado aturdida. Sin embargo, cada centímetro de su cuerpo pareció electrizarse. Finalmente consiguió hablar.
-¿Estás... estás loco? Eres un idiota, no me importas, ¿de acuerdo? No porque esté compartiendo contigo mi oxígeno me vas a gustar. Eres asqueroso.
-No me importa lo que digas, porque tu forma de actuar conmigo es diferente- replicó Malfoy, sin irritarse-. Escucha, Weasley, no voy a discutir contigo las técnicas por las cuales un chico se entera que a alguien le gusta. Sólo te puedo recordar nuestro reciente encuentro.
-¿Te refieres a ese repugnante beso?
-Sí. A la forma en que reaccionaste... Y te voy a decir algo que no pude comunicarte antes-él se volvió a mirarla-. Besas excelente, Weasley.
Por un momento, a Ginny se le ocurrió la alocada idea de responderle "Tú también". Pero ella era Ginny Weasley y estaba frente a Draco Malfoy: vida real.
-Pues tú no-mintió, en cuanto recuperó el aliento-. Para mí fue asqueroso.
-¿Quieres probar de nuevo para saber si fue tan asqueroso?
-Por supuesto que no-respondió levantándose bruscamente. Sacudió la cabeza para acomodar su cabello y sonrió.
-Es encantador estar contigo, pero creo que hay unas mil mejores maneras de mortificarse. Una vez me dijeron que era masoquista, pero tú excedes mis límites.
-Tienes miedo de besarme-dijo Draco, que también se había levantado. La miraba con las manos en los bolsillos y una tranquilidad irritante-. Miedo de caer rendida.
-No, no es así-replicó ella, apretando sus manos-. Sólo que no quiero.
-Miedo-repitió Malfoy-. Ginny Weasley tiene miedo.
Era insoportable verlo burlándose. Su corazón volvió a agitarse, pero esta vez en furia. No le importaba que la persona delante de ella era Malfoy. Ginny era demasiado orgullosa para eso.
-Miedo, miedo, miedo...
Tomó una decisión. ¿Él creía que temía a sus besos? Bien, ella se encargaría de que no lo creyera. Después todo no le importaba lo que pensarían los demás si la veían ahí. Ginny no iba a permitir que Malfoy siguiera pensando que era una cobarde.
-Miedo, miedo, mied...
Ginny corrió hacia él, levantó su mano derecha y le tomó la túnica, atrayéndolo hacia sí. Con la otra mano, rodeó la cabeza de Malfoy, alborotando su cabello. Se acercó unos centímetros más, y lo besó.
Sus labios chocaron bruscamente. Se besaron hasta quedar sin aliento, separándose excasos centímetros para respirar. Ginny sabía que estaba haciendo eso por demostrarles a Malfoy quién era, pero, no lo podía negar: estaba disfrutando.
Se apartó bruscamente. Llevó sus manos a la boca, respirando agitadamente y observó a Malfoy, que aún no acababa de comprender lo ocurrido.
Entonces, volteó y entró al castillo, mientras sentía unas ganas incontrolables de llorar.
¿Qué había hecho?
Un sollozo sacudió levemente su pecho, y antes de poderlo evitar, lágrimas persistentes corrían por su rostro.
Por: JkRowling.
Ginny se mantuvo en silencio, como si no lo hubiese escuchado.
-¡Te pregunté qué pasa con Malfoy!-exclamó Ron. Su tono de voz ascendía ligeramente y los demás Gryffindors comenzaban a mirarlo.
-Ron...
-Estoy hablando con Ginny-intervino el pelirrojo, sin permitir que su amigo lo calmara.
-No estoy haciendo nada-dijo la chica finalmente.
-Te ví-replicó Ron-. Estaban comunicándose mediante señas. Ginny, ¿sabes quién es él? ¡Draco Malfoy!
-Oh, ¿sí?-dijo ella, fingiendo sorpresa-. Bien, hermano, temo que no es de tu incumbencia.
-Pues claro que lo es. Como bien dijiste, soy tu hermano.
-Pero no mi padre-interrumpió Ginny, comenzando a enojarse-. ¿Puedes dejarme tranquila?
-No sin que me digas qué estabas haciendo.
-Entonces vas a seguir sin saberlo porque no pienso explicarte nada-dijo, levantándose de la mesa ante los rostros aturdidos de Ron, Harry y Hermione- . ¡Buenas noches!
-¡Ginny!-la llamó Ron, exasperado-. ¡Ven acá! ¡Ven...!
Salió del Gran Salón. Tuvo que contener sus ganas de volver y saborear un magnífico banquete. Estaba cansada. Todos parecían atentos a su comportamiento, la vigilaban como si fuese una chiquilla estúpida incapaz de valerse por sí misma. Su hermano tenía sólo un año más que ella, pero era infinitamente sobreprotector. Con un suspiro pensó que el próximo año estaría sola... Sin hermanos que la persiguieran por los pasillos o que le dirigieran miradas de reojo cuando ella charlaba con chicos. Iba a ser libre.
Caminó hacia la salida del colegio. Había olvidado sus deseos de encerrarse en el dormitorio, y prefirió salir a disfrutar del increíble frío que hacía en el exterior. De alguna extraña manera, el frío era capaz de transmitirle tranquilidad y soledad. Justo las dos circunstancias que más anhelaba.
Abrió la puerta de roble y sintió el frío quemando su rostro. Sí, realmente quería estar sola. Ella adoraba a su familia, y no deseaba convertirse en una rebelde, pero sólo pedía un poco de independencia. Necesitaba soledad para conocerse más, para pensar en lo que convirtiría su vida luego de Hogwarts. Su objetivo, sin embargo, se alejaba de una carrera profesional... ella quería demostrarles a todos, y a ella misma, que no era una más de los Weasley, que era Ginny, una chica inteligente e independiente. Alguien que podía crear un futuro distinto... como mujer.
Se sentó en la escalinata de piedra. Su túnica ondeba al frío viento, pero sus ojos se mantenían abiertos y su rostro relajado. Hubiera detenido el tiempo ahí. Acompañada de los primeros y fieles amigos de su infancia: los árboles y las flores, uniéndose a la belleza máxima de las hojas, bailando de la mano del viento, sin pautas... Todo espontáneo, natural. Eso era belleza, felicidad y armonía. Las hojas vivían su proceso de vida, envejeciendo, pero sin perder su calidad, creciendo de la mano de algún arbol, fiel hasta la muerte. Ella quería ser como una hoja. Nacer pequeña y vulnerable, pero morir sabia y digna.
Unas manos suaves cerraron sus ojos. Ella sonrió, resignada a recibir a Justin Finch-Fletchley que se pasaría una hora recitándole aburridas frases elogiosas.
-¿Justin?-preguntó, sin interés-. ¿Colin? ¿Dean? ¿Seamus?
-No-respondió una voz en su oído-. Alguien mucho mejor.
Ella retiró las manos de su rostro, y se puso de pie, enfrentando a la persona que acaba de hablarle. Era Draco Malfoy, sonriéndole tenuemente.
-¿Qué haces aquí?
-Lo mismo que tú, Weasley-dijo él, sentándose en la escalinata-. Escapando del aburrimiento.
-Pero yo estaba sola-replicó Ginny, aún de pie. No se iba a sentar junto a Malfoy: era peligroso-. Y tienes muchos lugares más para escapar del aburrimiento. Yo-añadió marcando cada palabra-, estaba aquí primero.
-Podemos compartir espacio y oxígeno. Por mí no hay problema.
-Pero por mí sí.
-Entonces puedes irte-dijo él, volviendo a mostrar aquella irresistible sonrisa.
-Sí, eso haré-decidió Ginny, volteando. Iba a tomar la manija para abrir la puerta, cuando Malfoy dijo:
-Pero eso será cobarde... pensé que no eras así, Weasley.
Se detuvo, temblando de rabia. No soportaba que la llamaran cobarde.
-Tienes razón-aceptó, volviendo hacia Draco. Se sentó junto a él, tratando de parecer tranquila-. Yo estaba aquí primero, así que aquí me quedo.
Permanecieron en silencio algunos segundos. Ginny podía sentir el perfume varonil de Malfoy, y su estómago se revolvía de nervios. Torció su cuello para mirarlo. Un mechón caía por el rostro del Slytherin, y sus ojos grises estaban fijamente instalados en el paisaje. Ella examinó sus labios. El labio inferior estaba algo hinchado, donde ella había mordido, pero se podía notar que eran delgados y finos, realmente... Por Dios, ¿qué estaba mirando?
-¿Tienes frío?-preguntó Draco, de pronto.
-No-contestó Ginny secamente.
-¿Estás enojada?
-¿Podría no estarlo con tu compañía?-gruñó la chica, enojada.
-Desde luego-rió Malfoy, brevemente-. Yo te gusto.
Ginny tardó un momento en reaccionar frente a las palabras recién oídas. Abrió su boca para decir algo, pero estaba demasiado aturdida. Sin embargo, cada centímetro de su cuerpo pareció electrizarse. Finalmente consiguió hablar.
-¿Estás... estás loco? Eres un idiota, no me importas, ¿de acuerdo? No porque esté compartiendo contigo mi oxígeno me vas a gustar. Eres asqueroso.
-No me importa lo que digas, porque tu forma de actuar conmigo es diferente- replicó Malfoy, sin irritarse-. Escucha, Weasley, no voy a discutir contigo las técnicas por las cuales un chico se entera que a alguien le gusta. Sólo te puedo recordar nuestro reciente encuentro.
-¿Te refieres a ese repugnante beso?
-Sí. A la forma en que reaccionaste... Y te voy a decir algo que no pude comunicarte antes-él se volvió a mirarla-. Besas excelente, Weasley.
Por un momento, a Ginny se le ocurrió la alocada idea de responderle "Tú también". Pero ella era Ginny Weasley y estaba frente a Draco Malfoy: vida real.
-Pues tú no-mintió, en cuanto recuperó el aliento-. Para mí fue asqueroso.
-¿Quieres probar de nuevo para saber si fue tan asqueroso?
-Por supuesto que no-respondió levantándose bruscamente. Sacudió la cabeza para acomodar su cabello y sonrió.
-Es encantador estar contigo, pero creo que hay unas mil mejores maneras de mortificarse. Una vez me dijeron que era masoquista, pero tú excedes mis límites.
-Tienes miedo de besarme-dijo Draco, que también se había levantado. La miraba con las manos en los bolsillos y una tranquilidad irritante-. Miedo de caer rendida.
-No, no es así-replicó ella, apretando sus manos-. Sólo que no quiero.
-Miedo-repitió Malfoy-. Ginny Weasley tiene miedo.
Era insoportable verlo burlándose. Su corazón volvió a agitarse, pero esta vez en furia. No le importaba que la persona delante de ella era Malfoy. Ginny era demasiado orgullosa para eso.
-Miedo, miedo, miedo...
Tomó una decisión. ¿Él creía que temía a sus besos? Bien, ella se encargaría de que no lo creyera. Después todo no le importaba lo que pensarían los demás si la veían ahí. Ginny no iba a permitir que Malfoy siguiera pensando que era una cobarde.
-Miedo, miedo, mied...
Ginny corrió hacia él, levantó su mano derecha y le tomó la túnica, atrayéndolo hacia sí. Con la otra mano, rodeó la cabeza de Malfoy, alborotando su cabello. Se acercó unos centímetros más, y lo besó.
Sus labios chocaron bruscamente. Se besaron hasta quedar sin aliento, separándose excasos centímetros para respirar. Ginny sabía que estaba haciendo eso por demostrarles a Malfoy quién era, pero, no lo podía negar: estaba disfrutando.
Se apartó bruscamente. Llevó sus manos a la boca, respirando agitadamente y observó a Malfoy, que aún no acababa de comprender lo ocurrido.
Entonces, volteó y entró al castillo, mientras sentía unas ganas incontrolables de llorar.
¿Qué había hecho?
Un sollozo sacudió levemente su pecho, y antes de poderlo evitar, lágrimas persistentes corrían por su rostro.
