Capítulo 5: "Conversaciones".

Por: JkRowling.

Ginny se detuvo en medio del corredor con la respiración entrecortada. No podía subir de inmediato al dormitorio porque no sabía la nueva contraseña y de ninguna manera iba a enfrentar a Ron en el Gran Salón. Malfoy estaba fuera, pero podía entrar en cualquier momento. Tenía que hacer algo...

-¡Ginny!-la voz de Hermione la hizo voltear bruscamente. Levantó una mano y secó las lágrimas de su rostro.

Hermione la tomó por los brazos, y la observó con tristeza.

-La contraseña es "Dungus Aurus"-explicó decidida-. Ve al dormitorio y espera ahí. Yo subiré en cuanto esto termine.

Ella asintió silenciosamente, sintiéndose infinitamente agradecida que Hermione la conociera tan bien, y supiera que en ese momento debían actuar rápido.

Subió las escaleras con tanta rapidez que sus piernas parecieron dormirse. Los corredores absolutamente vacíos amplificaban el sonido de sus pasos, y el aturdimiento que golpeaba su cabeza al recordar lo que acababa de hacer crecía.

¿Qué diría Hermione cuando le contara? Tal vez ella comprendería rápidamente que Malfoy la hubiese besado a la fuerza, pero... el último beso había sido sometido a ningún tipo de fuerza, y lo que era aún peor: Ella había tomado la iniciativa. ¿Cómo explicar que lo que le había impulsado a besar a Malfoy no había sido solamente orgullo?

Con un suspiro de alivio descubrió que se encontraba frente al retrato de la Dama Gorda. Pronunció débilmente la contraseña y entró haciendo caso omiso a las preguntas que la retratada exigía.

Subió rápidamente al dormitorio de chicas, donde sin más se abalanzó a la cama, dejando sus manos colgando a ambos lados del colchón y su rostro hundido entre el cobertor y la almohada. Hizo un brusco movimiento con los pies para despojarse de los zapatos y pasaron cinco minutos en el dormitorio sin que se escuchase nada más que su respiración aún agitada. El sonido de cientos de pies subiendo escaleras y de chicos riendo luego de haber disfrutado una espléndida cena llegó a los oídos de la pelirroja, que se levantó con su cabello despeinado y un cansancio inquietante que comenzaba a apoderarse de sus músculos. Pasó una mano por su cabeza, suspiró y sonrió en el preciso momento en que la puerta del dormitorio se abrió para revelar a unas chicas de su edad que parecieron asustadas al vislumbrar en la parcial oscuridad un par de brillantes ojos castaños.

-¡Hola!-saludó Ginny, levantando su mano.

-¿Qué haces aquí?-preguntó una de las chicas a modo de saludo-. Pensamos que ya no ibas a llegar.

-Pues me sentía un poco mal, así que decidí subir-respondió ufanamente, mientras sus compañeras intercambiaban miradas escépticas.

-¿Y cómo conseguiste la contraseña?

-Trucos de una buena chica-contestó Ginny, que continuaba sentada en la cama, meciendo sus pies descalzos a diez centímetros del suelo.

-Cualquiera haría esos trucos si fuese hermana de un prefecto-murmuró una chica de cabello castaño y ojos almendrados. De pronto pareció recordar algo muy importante y al hablar se escuchó casi desbordando la curiosidad-. ¡Tú discutiste en la mesa con Ron! ¡Por eso estás aquí!

-¡Oh, haz pescado la snitch, Tracy!-exclamó la pelirroja ácidamente-. Sí discutí con mi hermano, pero no estoy aquí por eso.

-¿Entonces?-interrumpió otra chica, cruzándose de brazos.

-Trucos de una buena chica-contestó Ginny simplemente, y salió de la habitación, sin zapatos.

Sus pies se encogieron brevemente al contacto frío del suelo. Ella bajó la escalera camino hacia la Sala Común, y se detuvo en la oscuridad, observando a los Gryffindors que escuchaban con cansancio el discurso anual de Hermione y Ron.

-...Por lo tanto sólo me queda decirles que Ron y yo estamos para disipar sus dudas y ayudarlos en cada cosa que necesiten-decía la chica con voz firme, mientras Ron cabeceaba, mirando a los pequeños nuevos Gryffindors-. Eso es todo, pueden ir a dormir.

Ginny permaneció en la oscuridad, deseando que Hermione evitara su sesión de risas y abrazos con Harry y subiera pronto a su dormitorio.

Sonrió mientras veía a Harry tomar a Hermione por la cintura y darle un pequeño beso en la frente. Ellos llevaban dos años de noviazgo. Su relación era formal y al parecer, bien encaminada. Tenían planes serios a concretar luego de su graduación de Hogwarts. Ginny estaba contenta de verlos juntos, porque luego de haber tenido junto a Harry cierto tipo de charlas a principio de quinto año, ella terminó convenciéndose de que Hermione era lo que él necesitaba. Hermione, por otro lado, parecía la chica más feliz y risueña de Hogwarts. Ellos dos no pasaban todo el día de la mano, sus ocupaciones escolares los hacían tratar de besos y abrazos rápidos, pero embargados de verdadero cariño. En la noche, se juntaban en la Sala Común a terminar sus deberes y recompensar el tiempo que no estaban juntos sentados en la alfombra al calor de la chimenea. A veces discutían, pero no pasaba un día sin que lograran una reconciliación.

-¿Te vas tan pronto?-la voz de Harry sonaba más bien a protesta-. ¡He pasado todo el verano esperando verte y resulta que ahora no puedo porque tienes sueño!

-Dedicaré las dieciséis horas de mí próximo día a ti, lo prometo-dijo Hermione levantándose y apoyándose en su pecho para darle un largo beso-. Te quiero.

Harry nunca pudo aprender cómo resistir esas palabras, aunque Ron hizo todo lo posible para enseñarle a su amigo que él no debía rendirse ante una simple frase cursi, como la llamaba, pero para Harry eso era imposible. El sólo hecho de ver relucir los ojos castaños de Hermione pidiéndole algo, lo hacían ceder.

-Buenas noches, entonces-susurró él, con una pequeña sonrisa.

Hermione volteó para caminar hacia la escalera. Ginny retrocedió y entró a su dormitorio; no quería que Hermione pensara que ella estaba demasiado nerviosa. Sus compañeras, ya con pijama, la observaron sorprendidas, pero la pelirroja no les hizo caso y se tiró a su cama, observando el techo. Segundos más tarde, Hermione llamó a la puerta y entró, luciendo impaciente.

-¡Hola chicas!-saludó levantando su mano, con una sonrisa rápida-. Ginny, ¿por qué no me acompañas a mi dormitorio? Tengo algo que mostrarte.

Ginny cabeceó rápidamente y salió del dormitorio sin decir palabra, seguida por Hermione. Bajaron silenciosamente la escalera y siguieron otro pasillo hacia la habitación de las chicas de séptimo año. Aún podían oir las voces alegres provenientes de la Sala Común, pero en aquel estrecho corredor sólo resonaban los pasos de Hermione y las suaves pisadas de Ginny.

-No respondas a las preguntas de Lavender y Parvati-la advirtió Hermione cuando se encontraron frente a la puerta del dormitorio-. Déjame a mí.

Abrió la puerta cuidadosamente. Ginny entró tras ella y cerró la puerta, intentando concentrarse en no decir una palabra si se sentía agredida por los comentarios de las dos chicas.

-¿Tenemos reunión?-inquirió Parvati sonriente.

-Err... no precisamente-contestó Hermione, devolviéndole una sonrisa que rápidamente se volvió en un gesto de cansancio-. Ven, Ginny, quiero mostrarte esto que...

-Escuchamos la pelea que tuviste con Ron-comentó Lavender, con impaciencia-. Mencionó a Draco...

-Ginny y Ron no discutieron por eso-interrumpió Hermione, al ver que Ginny abría la boca-. Nombró a Malfoy porque... porque él se preguntaba dónde estaban los demás prefectos en ese momento.

-Pero cuando él gritó...

-Dijo: Ginny, quiero saber dónde está Malfoy-respondió la chica, imitando un tono de voz varonil-. Eso fue todo. Ahora, necesito enseñarle algo a Ginny, disculpen...

La pelirroja se acercó a la cama de Hermione, que estaba milagrosamente apartada de las demás chicas y subió a ella, séntandose sobre sus piernas. Su amiga dirigió miradas cautelosas hacia Lavender y Parvati y cuando se aseguró que ellas charlaban sobre el nuevo reloj de Dean Thomas, miró a Ginny y le preguntó sin preámbulos:

-¿Qué pasa con Malfoy?

Ella bajó la cabeza, sin encontrar las palabras exactas para explicar lo que había pasado, lo que pasaba en ese mismo instante.

-Él me besó-contestó en un susurro.

Hermione movió la cabeza hacia arriba, comprendiendo al instante lo que ocurría. Ginny, que había estado esperando un grito de furia, se sorprendió al escuchar la próxima pregunta.

-¿Y entonces?

-Bueno, yo... cuando discutí con Ron, salí al patio, y él me siguió... Entonces, entonces... me desafió y yo... No pude contenerme.

-¿A qué?

-A besarlo.

Hermione exhaló débilmente. La pelirroja vio su rostro embargada de auténtica preocupación, y eso la hizo sentir aún peor.

-¿Qué sientes ahora?-inquirió, luego de una pausa.

-Estoy muy confundida, Hermione, no puedo decirte con exactitud lo que siento. Sólo sé que si Ron se entera de esto... él no me lo perdonaría nunca. Y Malfoy... Malfoy no me va a dejar tranquila.

-Entiendo, Ginny. Pero me refiero a tí... ¿qué pasa contigo?-inquirió Hermione-. Sé que hay algo que no quieres decirme.

La pelirroja permaneció en silencio, su mente se revolvía entre imágenes y sentidos nublosos. Quería explicar, hablar sobre lo que ocurría, pero ni siquiera ella lo sabía con exactitud. Suspiró lentamente y negó con la cabeza.

-No hay nada que tengo que decirte por ahora, Hermione.

Ginny volvió a su cama cuando estuvo segura que no quedaba nadie más paseando por los corredores. Recostarse estuvo lejos de significar un descanso para su mente; En el momento preciso que su cabeza tocó la almohada, ella pudo revivir detalladamente cada gesto del rostro de Malfoy, casi pudo sentir la suave textura de sus labios, su respiración agitada, sus brazos fuertes sujetándola con ímpetu... ¿Cómo explicar eso a Hermione? ¿Cómo explicar que nunca había sentido algo igual?

Ella cerró los ojos, vaciando su mente de recuerdos y rogando porque a la mañana siguiente, pudiera despertar convencida de que todo había sido un sueño.

~~***~~

-Ginny no parece haber tenido una buena noche, ¿verdad?

Un coro de risotadas burlescas fue despertándola lentamente. Abrió un ojo y vio a sus compañeras de dormitorio vestidas y meticulosamente arregladas.

-¡Despertó!-exclamó Tracy sonriendo-. Vamos, Ginny, levántate, ya es hora de ir a clases.

-¿Qué?-preguntó la chica, aún adormilada.

-Que faltan pocos minutos para que empieze nuestra primera clase. Nosotras acabamos de tomar desayuno.

El último comentario terminó por despertarla completamente. Aún incrédula por el gran sentido del humor de sus compañeras, levantó su mano y vislumbró las manecillas del reloj: sólo faltaba un cuarto de hora para las nueve de la manaña.

-Tienes unas ojeras horribles-le dijo Tracy-. Te aconsejaría que ocuparas una buena dósis de maquillaje. Ahora tenemos clases con Snape...

Ginny caminó de un lado a otro de la habitación, buscando su uniforme y sus útiles de aseo.

Lejos de preocuparse por sus ojeras, pensó en la reprimenda que se llevaría por llegar tarde a la clase de Pociones.

Entró a la ducha y revolvió su cabello con una buena dósis de shampoo. Pasó la esponja impregnada de jabón suavemente por sus piernas y su cuello.

El baño siempre conseguía relajarla, pero al recordar que tenía pocos minutos para vestirse, ella enjuagó rápidamente todo el jabón restante y salió del baño, envuelta en una toalla.

Sus compañeras ya se habían marchado. Tomó el reloj que había dejado en la mesita de noche antes de ducharse, y vio que quedaban sólo ocho minutos para las nueve. Procedió a vestirse con la mayor rapidez posible. Cuando estuvo lista, tomó un cepillo y lo pasó un par de veces por su cabello. No alcanzaba a secarlo. Ató los cordones de sus zapatos, tomó el bolso en el que únicamente había trozos de pergamino y tinta, y salió de la habitación, acomodándose la túnica negra.

Los pasillos de Hogwarts estaban vacíos. Podía oír al pasar por las salas de clases, las voces de los profesores comenzando su discurso anual.

Apretó los dientes. De seguro Snape se encargaría de quitarle puntos a Gryffindor por su atraso. Ya estaba cerca de la mazmorra, cuando alguien salió a cerrarle el paso.

Era Draco Malfoy.

-¡Tú!-chilló Ginny, enfadada.

-Yo-dijo Draco sonriendo-. ¿A que no esperabas encontrarte con alguien como yo en la mañana? Tienes suerte, Weasley, lo admito.

-Déjame pasar-exigió la pelirroja, mientras la sangre subía a su rostro.

-Sólo si me prometes algo.

-¡No tengo por qué prometerte nada! ¡Déjame pasar ahora mismo!

-Mira, Weasley-susurró Malfoy, agarrándola del brazo y acercándola hacia así, de modo que Ginny podía sentir su respiración pegando en su propia piel-. Ven esta noche al aula de Encantamientos, que siempre está vacía. Si no vienes, soy capaz de contarle a tu hermano todo lo que pasó ayer.

Con su mano libre, Draco atrajo el rostro de la pelirroja y le dio un suave beso en los labios.

-¡Ya lo sabes!-exclamó alegremente, inclinándose ante ella y girando al próximo pasillo.

Ginny se quedó inmóvil. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por despertar de su inconsciencia y recordar que iba a llegar atrasada.