6. Planes y desconfianzas

Marisa, recostada en el amplio sofá del salón, escuchó la puerta de la entrada cerrarse con un golpe. Se incorporó adecentando un poco el camisón de seda naranja semitransparente de verano. Cogió la bata del brazo del sillón y se la puso. Sands apareció en el salón empapado, pero sonriendo encantado. Se apoyó en el marco de la puerta con las manos en la espalda. Marisa se puso de pie y fue hacia él.

- ¿Qué escondes?- preguntó ella.- ¿Qué traes ahí, que los escondes a tu espalda?.

Él sacó una mano con unos billetes de avión. Marisa abrió los ojos como platos y contuvo la respiración.

- España nos espera, preciosa.

- ¡Los conseguiste!.

- Te dije que confiaras en mí.

- ¿Cómo los conseguiste?

- Creé un informe para la CIA..., bueno, en realidad modifiqué el que tenia hecho sobre la misión del cártel y añadí un par de retoques para poder enlazar el caso con el tema de Vázquez. Así conseguí un billete de ida y otro de vuelta a España, cortesía de la CIA. El otro lo conseguí del propio Vázquez; dije que necesitaba ir a España para preguntar a unos contactos míos sobre esto. Al principio se negó, dice que está seguro de que están aquí, que son mexicanos pero, como siempre, él mismo se ha contradicho.

- Según él nunca los ha visto.

- Por eso mismo. ¿Cómo decía Darío que se llaman los hombres que le suministran los chicles?.

- José Martínez y Daniel León. Hoy volví a hablar con él y dice que su superior, según esos dos hombres, es un tal señor Díez.

- ¿Señor diez???

- ¡Díez!. D-Í-E-Z.

- ¡Vale!. ¡Estoy ciego, no sordo!. Bueno, y ese... Díaz...

- Díez.

- Díaz, Díez... ¡lo que sea!. ¿Tienes idea de dónde lo podemos encontrar?.

- Es de la capital, pero pasa largas temporadas en "La guarda", un pequeño pueblecito al noroeste de España, en Galicia, casi haciendo frontera con el norte de Portugal, por su "trabajo de exportación".

- Está bien. A los otros dos los podemos encontrar con los próximos suministros. Llegan una vez a la semana; normalmente los jueves a primera hora de la tarde.

- Para eso faltan tres días... Bueno, mi amor, me voy a dormir.- dijo mientras salía por la puerta apartando un poco a Sands para poder pasar. Cuando salió se dio la vuelta, pasó las manos por la espalda se Sands en una suave caricia, le abrazó por el cuello y le dio un beso justo debajo de su oreja. Luego caminó pasillo adelante, hacia su habitación mientras se quitaba la bata.

- Que descanses.- dijo Sands un poco extrañado de que se fuera tan temprano a dormir.

Siguió su atrevido contoneo con la mirada hasta que ella cerró la puerta tras de sí. Entonces Sands se pasó una mano por los cabellos mientras decidía si tomar champaña o tequila. Se decidió por lo segundo. Se llenó un pequeño vaso y se sentó en el sofá a degustarlo. "Ahora sería genial leer algún libro interesante"; pensó con añoranza, "pena que ya no tenga ojos. En fin, siempre puedo pedirle a Marisa que me lea uno..., como seguro que hacía con Darío. Lo que son las cosas: parece que vuelvo a la niñez. Mañana por la mañana le pediré que me lea algo", terminó cortando las divagaciones en seco, ya que no era amigo de darle muchas vueltas a la cosas.

Se quedó pensando en qué libro podía elegir.

Lo que no sabía él es que a la mañana siguiente, cuando despertara, no iba a haber nadie para leerle, pues la casa estaba vacía excepto él.

Marisa se había ido.

* ___ * __ * __ * * __ * * __ *

Cuando, tres días más tarde, Marisa tocó el timbre del apartamento de Sands no salió nadie a recibirla.

- ¿Habrá salido ya a lo de los dos tipos?. No pude ser; eso era por la tarde.- habló para sí. Hurgó en el bolsillo de la chaqueta y sacó una llave extraña. Abrió la puerta con facilidad y entró.

El salón estaba patas arriba.

- ¿Sands?- llamó. Se dirigió al final del corredor y abrió la puerta de todo.

- ¿Sands?- volvió a preguntar. Se sobresaltó al oír el clic familiar de cuando se quita el seguro a una pistola y acto seguido notar el frío del cañón de una pistola posado en su cuello. Una mano se deslizó por su cintura agarrándola y notó el perfume familiar de Sands.

- Bienvenida a casa, preciosa.- dijo él. Ella rió de alivio.

- ¡Qué susto me has dado!- dijo con voz temblorosa entre risas. Hizo un amago de apartar la pistola y darse la vuelta para besarlo, pero en cuanto se movió, Sands apretó la pistola más contra su cuello y la cogió con más fuerza por la cintura, lastimándola.

- Me haces daño, Sands.- susurró.

Él le dio la vuelta sin dejar de apuntarle ni un solo instante y la encaró como si la mirara intensamente a los ojos; sólo que, ante la ausencia de sus órganos oculares, la escena resultaba más estremecedora.

- ¿Dónde has estado estos tres días?.- preguntó con dureza.

Marisa se quedó mirándolo dibutativa.

- Yo..., tuve que irme.

- Eso es evidente, ¿no?- apuntó Sands con sarcasmo.

- Eh..., sí, bueno. Es que me llamó una vieja amiga...y me pidió que fuera hasta allí. La acaba de dejar el marido y está muy triste; cayó en una depresión, ¿sabes?.

- ¿Por qué no me avisaste?- preguntó Sands, sin darle una tregua.

- Se me... se me olvidó.- musitó ella.

- ¡¿Qué se te...?!- comenzó Sands, pero la pregunta murió en sus labios. Contó mentalmente hasta diez para tranquilizarse.- ¿Cómo entraste?. Te dejaste las llaves en casa, creo recordar.

Marisa se puso en tensión y una horrible sonrisa de triunfo comenzó a dibujarse en la cara de Sands como respuesta a su silencio.

De pronto, Marisa se llevó una mano al pelo, se quitó una de las orquillas que utilizaba para sujetar los mechones cortos en la coleta y la llevó a la mano de Sands, a la que estaba en su cintura. Él cogió el objeto.

- Con eso.- aclaró ella.- Cuando era pequeña aprendí a abrir todo tipo de cerraduras con esto.

- ¿Quién te enseñó?- preguntó él con curiosidad.

- Soy autodidacta.- dijo ella en un tono burlón.

Sands guardó la pistola, pero sujetó con más fuerza si cabe la cintura de ella, sacándole un gemido de dolor, y la atrajo hacia sí. Le sujetó con fuerza la barbilla haciéndole levantar más la cabeza, obligándola a mirarle.

- No nací ayer, Marisa...;- le susurró- puedes engañarme por ahora pero, si estás pensando en venderme, deberías ir cambiando de idea. Te juro que como me traiciones no te salvará nada: ni tus amiguitos, ni el amor que te profeso... Te encontraré, te apalearé y luego... te mataré. Ya viste a la mal nacida de Ajedrez.- añadió por último con una sonrisa torva, que se crispó al controlarse por no sacarle a golpes allí mismo la verdad a la chica. La soltó de golpe y la empujó contra la cama, haciendo que cayera en ella de espaldas.

Se sentó al lado de ella y, cuando notó que ella se levantaba, la cogió del brazo con fuerza y la sentó en su regazo. Notó que ella estaba temblando ligeramente. Notaba su respiración superficial y nerviosa y sonrió. Le gustaba infundir miedo, poner nerviosa a la gente y casi nunca lograba asustar a la joven descarada. En ocasiones era tan fría como él. Ahora había conseguido asustarla y gozaba de la situación.

- Me has hecho enfadar, preciosa, y me has hecho creer que te habías ido... y nadie deja plantado a Sheldon Jefrey Sands.- dijo mientras le quitaba la chaqueta del traje que llevaba la chica.

Comenzó a besarla de manera dolorosa y brutal, casi como desesperado y, en un momento, la tuvo sobre la cama con él encima besándola y acariciándola, mientras le desabrochaba la blusa. Notó como un estremecimiento atravesaba a la chica y, como contagiado, se estremeció él al notar la suave piel de Marisa. Se aprendió la forma de la parte superior de su cuerpo antes de descender suavemente por las caderas y sus piernas. Invirtió el sentido de sus caricias para ir perdiéndose debajo de su falda; pronto se dio cuenta de que esto sobraba y quiso quitarla pero entonces Marisa lo detuvo. Intuyó más que notó la duda de la chica. Ella permanecía silenciosa, sin saber qué decir para explicarse.

- ¿No quieres seguir?- le susurró con voz algo ronca.

- No es que no quiera...

- ¿Tienes miedo?.

- ¡Claro que no!- dijo avergonzada.

- ¿No te sientes preparada?.

- Exacto.- susurró ella con la mejillas arreboladas, mezcla de excitación y vergüenza.

- Pues me da igual.- dijo con frialdad Sands, dejando a Marisa helada.

- ¿Cómo?.- dijo tratando de apartar a Sands, que había c0omenzado de nuevo a besarla. Sands suspiró.

- ¿Cuántos años tienes exactamente Marisa?.

- Dieciocho.

- ¿Es tu primera vez?.

- Sí; no he tenido mucho tiempo para novios..., bueno..., lo de mi casa..., weeee, ya sabes.

- Pues creo que ya es hora de que espabiles.- dijo Sands.

- Sí, pero no de este modo.- dijo ella.-Sands, no quiero hacerlo, no todavía.

El aludido arqueó una ceja.

- Como ya te he dicho...- comenzó arrastrando las palabras-... me da igual lo que tú quieras.

Le sujetó las manos por encima de su cabeza con una mano y con la otra le arrancó la falda.

- Sands...- susurró ella aterrada. Sands le acarició el rostro y se lo besó.

- Te he dicho que me has hecho enfadar, ¿verdad?- dijo entre beso y beso, entre caricia y caricia.- Y también te dije que nadie me dejaba plantado... sin su merecido. Este es tu castigo.- terminó con una nota de dureza en su voz.

Prosiguió su trabajo como lo habría hecho con una prostituta: con rapidez y brutalidad; pero después de un rato, ya más tranquilo y compadecido de la sollozante muchacha, se reprendió a sí mismo y se controló, haciendo del coito algo dulce y placentero, sustituyendo los sollozos de la muchacha por un éxtasis de deleite.

Para que la chica no se hiciera ilusiones de que Sands era una buena persona añadió al final del acto, cuando logró recuperar el aliento, como para remarcar su frialdad:

- Tienes suerte de que haya usado condón, moza. * __ * __ * __ * __ * __ * * __ * * __ *

Hola!:

Ejem, ^^UU, no me mateeeisssss T_T, sí, respondo, soy culpable de una escena profundamente mala y penosa, horrible, yeah, I know, tp a mí me gusta.... ¬¬ Veamos, esta fue la 1º escenita... fuera de contexto, digámoslo así, que hice en mi vida, hace algunos meses, me limité a pasarla a ordenador. Quizá me pasé, solo pretendia que se viera la naturaleza de Sands, quería que se viera que no es un romanticon empedernido, todo lo contrario...; sí, lo sé, es un autentico cabrón, un cerdo (lo reconozcvo, me pasé). Y no, Gema, sé que lo estas iodentificando con Diana Gabaldon, los books, y no, no saque la escenita de ahí, ya sé q hay una parecida, pero esto ya lo habia escrito antes. Sé que ya me autocritiqué a no más poder, y sé que a la vez me defendí indirectamente con uñas y dientes, pero aun así me interesa muxo vuestra opinión, si pudierais dejármela en un review.....

Gracias especialmente a:

Jade: Primita; te agradezco, como de costumbre, muchísimo tus reviews y tus opiniones, me gustaria q me las siguieras dejando caer de cuando en cuando. ¿Qué te parece este capi?. Siento muxo que últimamente preste mas atención a super q a ti.... si es q no nos tenias q haber presentao caramba!!! :P. En serio, muchas gracias por seguir mi historia y apoyarme.

Marta (Kari): Amiga, aunque no vayas a leer este mensaje, al menos en un futuro cercano, quiero agradecerte efusivamente todo tu apoyo, el que leas TODAS mis historias y fics, integros, y, como para q publique un libro queda muxo, te agradezco todo aquí, sí? ;) A fin de cuentas, tú fuiste la q me animaste a usar mi potencial y a escribir. Gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Conta2: Hola!!!!!!!!!! Bueno, posiblemente, después de q leas esta historia me dara un corte tremendo preguntarte, porque... Ejem... ya ves q desfase.... En fin, que espero q este capitulo horroroso no te quite las ganas de seguir leyendo, lo siguiente esta algo mejor, que te parece, sigues??? ;). Y muchas gracias por tus animos y piropos!!!! W2apoooooo!!!!!!!!!!! ;P.

Gracias a todas las demas: magical elf, keira depp e Intuitive.