N.A. : Este posiblemente es el capitulo más difícil que he tenido que escribir (desde Base E.X.U.S.)

Slayers no es mío, no me pertenece ni gano dinero con él. Dejo todo problema legar a los dueños y creadores de la serie. Así que si deseaban portar algo para seguir con esto, lastima, no lo donen. Aunque...

Esta historia corre paralela a Asesino de Rurouni Kenshin y SOLDADO de Gundam Wing. Si no las han leido ¿Qué esperan bola de flojos? Al siguiente Capitulo terminaré de relacionar las tres historias y ni se imaginan lo que sigue después de esto.

Este Capitulo esta Auspiciado por "BioTec" "You die, We smile"

Gracias a Susei Lady Dragon por la ayuda. (Espero que te guste el sueño que anexé)

Por cierto, advertencia: Esto contiene.no es Lemon, ni siquiera Lime (aunque no estoy seguro) Pero confiando en su mente abierta, ruego que no se enojen con migo por lo que viene.

Sin mas por el momento...

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La noche del jueves llegó sin mas novedades que un nuevo regaño de Luna.

Pero para cuando Reena llegó al Museo Estatal, encontró la seguridad acostumbrada. No es necesario relatar paso por paso lo que sucedió. Solo que: Guardias inconscientes (producto de sustancias químicas extrañas en su sangre o bien, por lesión por objetos contundentes, Léase: manos), puertas abiertas y ductos de ventilación violados.

En este preciso momento se movía a lo largo de una biblioteca impresionante. Libros, libros y mas libros se extendían por anaqueles que, a primera vista, eran viejos.

Y de hecho eran viejos, por lo que Reena comprendió que subir por ellos no era buena idea, después de romper algunos. Por el ruido, no se preocupaba demasiado, ese nuevo gas durmiente afectaría a los guardias por una 2 horas mas.

Después de buscar, encontró lo que buscaba. Un libro de varios cientos de páginas, escrito en lo que parecía ser alemán o algo así. Cuando vio el sello de "registrado" se le ocurrió una idea.

Minutos después procedía a salir de la sala cuando las luces se apagaron.

Una oscuridad casi impenetrable inundó la habitación mientras Reena abrazaba la Biblia y agudizaba sus sentidos.

Sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la oscuridad cuando un rayo de luz la cegó.

Una de las puertas había sido abierta y la figura de una mujer alta quedó iluminada por una especie de... de... espada luminosa. Reena se quedó congelada.

- Reena Inverse, te dije que nos veríamos de nuevo.

La espada de luz brilló en la oscuridad mientras la mujer se acercaba.

Recuerdos, recuerdos, recuerdos. Muchos, fugaces, pesadillas y sueños. Todos fluyeron a través de ella mientras la mujer de cabello azul se acercaba, con esa espada familiar, dispuesta a rebanarla en dos.

Recuerdo.

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Ladrona

Capitulo 4 Recuerdos secretos.

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Un grupo de personas se agrupaban frente a la entrada de una cueva. Parecían sacados de un cuento de caballeros pues muchos aún portaban espadas y armaduras, a pesar de la época.

Uno de ellos, alto y de cabello rubio corto hasta el cuello avanzó lentamente, sosteniendo lo que parecía una antorcha de fuego azul en la mano derecha.

"Creo que este es el lugar, Gray, acércame una luz, por favor."

Un hombre embozado en una clase de vestimenta Beige y capucha levantó su mano derecha y una clase de luz brotó de ella, iluminando por completo la cueva. Esta era inmensa y algo, al fondo de lo que parecía ser un foso hemisférico brillaba en el fondo.

"Parece ser que los Manuscritos de Volfied eran ciertos. Aquí esta." Dijo una figura pequeña de cabello rojo extremadamente largo y vestida de negro.

"La Gorn Nova" Susurró el hombre alto. "Al fin."

Era un grupo de 5 personas. De diferentes características. Sin embargo, cuando, con dificultades, descendieron en el foso, una de ellas se adelantó. Era alta, de cabello negro y ojos ocultos por un fleco de pastor alemán. Tomó lo que parecía ser el mango de una espada adornado por piedras preciosas y sin hoja. Con reverencia lo presentó al cielo y después dirigió la atención al rubio, quien se había arrodillado.

"Con la autoridad que Cephied me ha otorgado, declaro que los espadachines de la luz, renacen en este día."

Pasó el mango al rubio, quien al tomarla, una hoja de luz albiazul apareció. Durante unos breves momentos todos los presentes contemplaron atónitos las maniobras que el hombre hacía. Como si recuperara un tesoro largamente perdido.

Un miembro en especial. La mujer de cabello rojo sonreía mientras agarraba el brazo del sujeto encapuchado. Sintiendo que todo era tan familiar. Casi previendo el resultado de la próxima batalla con los seres que destrozaban su mundo.

Sintiendo que de nuevo, ella moriría otra vez.

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Recuerdo.

Todo él recuerdo fué tan rápido que ella casi lo olvidaba mientras la mujer avanzaba, sosteniendo orgullosa esa espada de Luz.

- Sorprendida, Ladrona. Estoy segura que si. ¿A que no habías visto antes una de estas?

Lo mas extraño era que sí. Reena sentía que había visto antes armas como esa. Así también como lo que eran capaces de hacer.

La mujer se arrojó a ella, dispuesta a rebanarla en dos con un mandoble vertical. Reena alcanzó a evadir, saltando hacia un lado, sintiendo como el aire se calentaba cerca de ella. El estate de libros no fué capaz de evadir y un segundo después, colapsaba, cortado limpiamente en dos.

Un segundo ataque, este horizontal, obligó a la pequeña pelirroja a saltar, girando en el aire, para terminar a 2 metros de altura, sujeta con los pies a las estanterías de libros mientras sus manos buscaban sus armas. el estante, nuevamente no soportó el peso y los ataques de esa espada y colapsó.

En el aire, mientras caía, Reena lanzó varios dardos somníferos, sin embargo desaparecieron cuando la mujer prácticamente los vaporizó con la hoja de esa extraña espada a lo "Star Wars"

¿Una Jedi quizás?

Mas ataques y Reena se mantenía fuera del alcance de esa mujer. En todo ese momento temerosa que la loca esa cortara limpiamente la Biblia que tanto trabajo le costaba cargar.

Al fin y al cabo, ese libro representaba unos cuantos cientos de miles de dólares.

Por lo tanto, en un esfuerzo de desconcertar al enemigo, Reena aventó la Biblia hacia arriba, convenientemente alto, haciendo que los ojos de su adversaria se desviaran un poco.

La atención de la mujer se desvió un segundo. Tiempo suficiente para que su rival la atacara. Con una serie de patadas y golpes certeros, el aire de la esgrimista salió de sus pulmones demasiado rápido y el dolor de su cuerpo provocó que se retirar unos pasos.

Ese efecto era el que Reena quería. Cogió el libro antes que este tocara el suelo y se retiró de la habitación.

La mujer maldeciría un momento antes de arrojar algo al suelo del lugar. Una nube de humo azul oscuro la rodeó y este, al disiparse, revelaba algo.

La mujer ya no estaba.

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Reena corrió por los pasillos, esperando encontrarlos vacíos. Pero algunos guardias de refuerzos habían sido enviados cuando un grupo de hombres inconscientes había sido encontrado en un corredor mas lejano.

Con solo una mano disponible para disparar, Reena hacía lo posible por conectar los blancos con sus dardos, navajas y uno que otro disco metálico de su hebilla. El pasillo, uno de los mas largos, se encontraba con otros. Algo menos iluminados. Pero cada vez que ella espiaba por ellos, una nube de humo aparecía, con una figura femenina dentro de ella.

De repente Reena se encontró pensando en un tal Nigthcrawler*.

La velocidad que llevaba ella era alta. Lo suficiente para no ser un blanco fácil y lograr acertar con su puntería superior.

Entonces, frente al final del corredor. En una puerta. Una nube de humo comenzó a aparecer. Reena apretó el paso y se arrojó con los pies por delante provocando que sus talones encontraran algo.

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La puerta pesada de Roble cedió ante el impacto de dos cuerpos. Aunque, para ser exactos, fue el de un cuerpo empujado por otro.

La cabeza de la mujer de cabello azul llevó la delantera en la entrada impetuosa. Los pies de Reena estaban en su quijada mientras ella volaba como una lanza, agujerando la perta. Giró hacia atrás para aterrizar con ambos pies en el suelo de lo que parecía ser...¿Una armería?

Las paredes estaban tapizadas de armas antiguas. De diversas partes del mundo. Lanzas apaches, katanas, cuchillos de comando, machetes chinos. Por un segundo una pequeña gota de saliva se quiso escurrir por la boca de Reena. ¡Que hermoso! El paraíso.

El gemido de batalla de la mujer de cabello azul la regresó a la realidad y apenas eludió una estocada. La hoja luminosa brilló cerca de ella haciendo que sintiera el intenso calor que emanaba. No había opciones. Tenía que contraatacar. Aventó el libro a un escritorio lejano para ponerlo a salvo y sus manos agarraron un machete chino, brillante como espejo. Extendió la hoja y sin darse cuenta realizó unas maniobras casi coreográficas. Para terminar en una postura de ataque.

Ambas combatientes se arrojaron y chocaron las espadas. La hoja metálica flexible del arma china se encajó en la pared mientras que Reena maldecía. Había sido cortada limpiamente. Como mantequilla por un cuchillo caliente.

A la mano estaba una lanza con hoja de pedernal. Decorada con plumas y otras cosas. India. Nuevamente las maniobras coreográficas inconscientes. Otra vez, a la carga. La mujer esquivó por poco las estocadas de la lanza y trataba de cortar la madera de la lanza, pero era diestramente manejada y cuidada por la usuaria. Pero no duró demasiado. El pedernal de la punta se clavaba en la pared.

La mujer estudió a Reena y a sus reacciones frustradas. Con una sonrisa burlona le indicó con una seña que escogiera otra arma. Quería prolongar un poco su muerte. Solo por diversión.

Reena eligió una espada parecida al "Destino verde"**. La desenvainó y pasó sus dedos por la hoja tambaleante. Con un golpecito la hizo cantar y la jugó un poco. En su mente acelerada recordaba muchos movimientos para usar ese tipo de espada. Así que en vez de atacar primero. Llamó a su rival con los dedos.

La mujer y su espada de luz se arrojaron a la pequeña chica y esta rechazó, sorprendentemente la espada, desviándola y golpeando el abdomen de su contrincante con la rodilla. Se alejó de ella. Sonriente. Había descubierto una forma de atacar.

[Para razonar el porque, no tiene mucha ciencia. Al igual que la fuerza de un martillo para meter un clavo se centra en la pequeña área de la punta, cualquier objeto cortante concentra la fuerza en el área del filo. En el caso de la espada, la intensa energía despedida por esta se concentraba mas en el filo. Por lo que manipulando el área de la "hoja" el daño era menor. Simple física.]

La mujer la miró, como si con eso atravesara su cabeza con un láser. Una simple espada en contra de su joya. Gritó, provocando un escalofrío en la espina de la pelirroja y la hoja de la espada luminosa brilló más. De repente como un flujo de olas puntiagudas avanzaba desde la base a la punta. Como una clase de sierra fluorescente.

Reena tragó duro. Varias veces. Una parte de ella le hizo ver que estaba perdida. La otra dijo: "Genial. Con lo que me gustan los retos."

La espada de Reena nuevamente danzó alrededor de la otra, tratando de desviarla. De provocar una brecha en la defensa de la mujer. Para atacar de nuevo. Pero lo que logró fue una nueva arma inútil. La punta en una pared.

Ya no las hacen como antes.

Un mandoble horizontal de la tipa y Reena retrocedía unos pasos. Renuente a ser rebanada por esa hoja. Solo que no contó con que sus pies se tropezaran. Y sus pocos cuarenta y tantos kilos se vinieran abajo. Ambas manos de la mujer en el mango. Sonrisa cruel en sus ojos extraños. y el movimiento previo a un corte.

Entonces algo paso. La mujer estrellaba su espalda en una pared opuesta mientras polvo y algo de basura volaba como impelido por un viento. Reena estaba con sus manos extendidas, jadeando como si hubiera levantado a 3 guardias con una sola mano. Por un momento sintió un cosquilleo en sus brazos...

Se levantó y agarró el arma más próxima disponible. Una vara larga, circular. Como un palo de escoba de más de metro y medio de largo. Otra vez jugó con el, girándolo, colocándolo en guardia como si siempre lo hubiera hecho.

La mujer se levantó adolorida por el golpe. Lo que Reena no vio, ella lo vivió. Un golpe de viento emanado de las palmas de la chica la había sorprendido. Mas aún al sentir la cantidad de fuerza impreso en ese ataque.

Esta surgiendo.realmente esta surgiendo.

La batalla siguiente puede ser resumida en esto. La vara resultó resistir sorprendentemente la hoja luminosa de la espada esa. Y ambas se sorprendieron. Reena conectó varios golpes a la cara de su rival y uno que otro a las costillas. La otra solo gritaba en frustración cuando ninguno de los cortes incandescentes lograba su blanco. La tipa parecía un saltamontes con esteroides pues no dejaba de moverse. Hasta que.

Reena gritó de dolor cuando bloqueó un corte diagonal directo a su costado. La barra resistente de material desconocido evitó que la partieran en dos, pero la espada estaba muy cerca de su carne. La estaba quemando. Sus prendas humearon al prácticamente vaporizarse por la cercanía del arma y la piel, ardía tremendamente.

Todas las fuerzas que le quedaban estaban puestas en alejar esa arma antes que su carne fuera barbacoa. Una descarga de adrenalina mas fuerte que cualquier otra que haya tenido antes la hizo realizar un movimiento sin sentido. Extendió su palma justo en frente de la cara de la mujer y, gritando mas fuerte, una onda de viento la golpeó en el rostro, alejándola y obligándola a visitar la pared una vez mas.

Reena se desplomó en sus rodillas, sujetando su costado quemado con una mano y tratando de equilibrarse con el bastón largo. Sus jadeos cansados llenaban la habitación y ambas se pusieron de pie con mucha dificultad.

- ¿Te duele, verdad? Una herida con esta espada no sangra. Pero si sobrevives, te dolerá mucho con cada invierno.

Reena no sabía que decir. Solo se irguió completamente y alistó el bastón. El dolor ya no tenía importancia mientras concentraba todo su espíritu en el ataque. Como estaba entrenada ha hacerlo. ¿O no?...

Con una velocidad muy grande, corrió hacia la peliazul. Esta bloqueó con la espada el patético ataque horizontal realizado con la punta del bastón. Pero de pronto la punta avanzó aún más rápidamente golpeando su objetivo. La nariz.

La cabeza de la mujer rebotó en la pared y la hoja de la espada pereció vacilar mientras Reena se erguía victoriosa ante el cuerpo derrumbado del contrario.

- Gané. -dijo en un tono casi neutro, pero con una pinta de confianza en el rostro.

La mujer no podía dar crédito a esa sencilla palabra. A ese deja vú que la perseguía sin importar el tiempo que transcurriera. Ella estaba de nuevo allí. Diciendo esas mismas palabras. Solo que esta vez. Sería una victoria amarga. Con un grito encendió de nuevo el arma extraña. Pero en vez que lanzar un ataque sorpresa a la pelirroja, un rayo de luz se dirigió a la Biblia que ella buscaba. Esta se desintegró en cenizas.

- ¡¡NOO!! - todo su trabajo. Su pelea. Esa tipa.

Una nube de humo la envolvió y al disiparse este. Desapareció. La furia comenzaba a crecer. Si ella misma pudiera verse, juraría que una clase de aura roja la envolvía y sus ojos empezaban a llamear.

- ¡Alto allí!

Un grupo de guardias armados entraron y apuntaron miras láser a la cabeza de Reena. Con una sola mira de ella, todos vacilaron.

Una ventana estaba cerca. Y por ella, la ladrona salía de un brinco.

Llevándose la barra extraña de recuerdo.

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Un hombre joven estaba descansando en un gran sofá ejecutivo, contemplando por una amplia ventana la brillante luna en la oscura madrugada. Una puerta detrás de él se abrió, dejando entrar luz del exterior a la guarida de El.

- Mi señor. He fallado. - La mujer de pelo azul entró cabizbaja. En su cinturón colgaba la Gorn nova.

- Fallar. No es una palabra común en ti, Sherra.

El hombre giró el sofá y su cara cubierta en la oscuridad pareció endurecerse al ver el estado en el que ella estaba. Su cara golpeada e hinchada en varias partes. Se levantó y caminó hacia ella. Parecía deprimida, casi a punto de llorar por haber fallado. Por haber perdido ante ella una vez mas...

- Mi querida Sherra, no te preocupes. Se que hiciste todo lo necesario dentro de tu misión. Por eso estoy satisfecho contigo.

La aludida Sherra cerró los ojos cuando su cara fue acariciada por esas manos.

- ¿Cuáles son sus siguientes órdenes, Señor?

- Descansa. Reponte. Por el momento debemos mantener el perfil bajo hasta nuestra cumbre. Todos han confirmado su presencia. Kyoto y Londres asistirán y nuestros planes se verán recompensados.

- Si señor. - Ella sonrió, satisfecha de haber complacido a su dueño, a su razón para existir. - ¿Qué hay de Invers? Se llevó la barra de Oliharcón. Y... tuve que destruir la Biblia de Clair.

- Es algo que no se pudo evitar, pero por ahora no nos preocuparemos por eso. Descansa. Te llamaré después.

- A sus pies mi señor.

El hombre se quedó solo cuando una nube de humo se llevó a su sirviente más fiel. Si todo seguía así, todo su trabajo rendiría frutos, llevándolo mas cerca de cumplir su propósito. Solo esperaba que esos Aristócratas y samuráis antiguos cooperaran.

Pero si no era así, aún tenía la piedra del sabio.

Y las ruinas de Alemania.

Se permitió una sonrisa mientras regresaba a su escritorio.

Solo un poco mas.

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Reena se dirigió a la banca tradicional donde hacia los pagos.

Una apretada venda cuidaba la herida de bala y la quemadura bastante seria que el combate anterior le había regalado.

Sentada en la banca, estaba Laura. La acompañaban lo que parecía ser un guardaespaldas gigantesco de color y un mayordomo más pequeño que sostenía... una bandeja con tazas y una tetera de té!

- Señorita Invers, - saludó Laura vestida de traje sastre color azul marino y su cabello recogido con una cinta azul. - Gusta una taza de té.

- Si gracias.

El mayordomo le proveyó de una taza de porcelana finísima. Algo sacado el siglo XV, bellamente coloreada a mano por un fabricante...

A media explicación Reena estaba bostezando. Laura entendió y se dirigió al hombre grande.

- Garubos, tu y Jiras déjenme sola con la joven Invers. Necesito hablar en confianza.

Garubos dudó un poco, pero finalmente hizo una seña a su compañero y se alegaron con rumbo desconocido. No sin dejar primero la tetera de te caliente y un pequeño plato de galletas.

- Y dime, ¿Cómo sigues de tus heridas? ¿Mejor?

- Si, gracias. - Reena evadió. - Escuche, encontré dificultades esta madrugada y no pude conseguir la Biblia.

- Fallar es raro en ti. Pero no te preocupes, ya habrá más posibilidades.

- No creo. Fue destruida.

La taza tambaleó, mostrando que el autocontrol de Laura se estaba perdiendo. ¿Destruida? Eso no podía ser. Sin la Biblia nada habrá valido.

- Pero...- Estaba diciendo Reena. - Encontré esto en la computadora. - Sacó un par de discos ZIP. - Parece que los datos habían sido capturados aunque están codificados. No se si les sirva de algo.

Laura reprimió un suspiro de alivio. Al menos había esperanza. Terminaron la transacción, Reena satisfecha de que le pagaran lo acordado aunque solo fuera por los discos. Ella quería irse para cuando el té y las galletas se acabaron. Pero había cosas que aún rondaban en su cabeza. Esa espada, la mujer mutante (a esas alturas se había convencido de que era eso. Una Nightcrawler.) y ese bastón de metal tan extraño que había reservado de recuerdo. (Uno nunca sabía cuando podía usar un palo resistente en extremo al calor)

- ¿Sabe algo? - dijo cuando terminó la taza del excelente té. - Cuando estaba allí fui atacada.

- Eso no es sorpresa.

- No, pero... olvídelo.

- Si querías decírmelo, es porque debes pensar que es importante. Adelante. No tengo nada mejor que hacer.

- Me atacó una mujer. Fue la misma del miércoles. Pero esta vez tenía una espada. Muy rara. Como... - busco las palabras adecuadas. - el sable jedi de Star Wars. Se que es loco.

Pero Laura, a pesar de tener los ojos cerrados y mantener la calma, ya sabía que era. La Gorn Nova. Cuando dieron un vistazo a los datos que Reena les llevó del Proyecto Gora Nova, inmediatamente pensaron que se trataba de un arma nueva, con lo que al fulano ese le encantan; o un esfuerzo de ese tipo por imitar las Armas de la Luz de antaño para sus propósitos oscuros. Pero esa arma. La Gora Nova misma en posesión de Sherra. Era mas de lo que había previsto.

Casi media docena de veces estuvo a punto de decirle a Reena lo que sabía. Explicarle acerca de todas esas operaciones que la había mandado ha hacer. Acerca de la realidad de los Ryuzokus y Mazokus. La vio por un momento. Era fuerte, en extremo. Mas de lo que alguna vez lo había sido. Pero aún le faltaba la voluntad. Necesitaba un poco mas de tiempo para prepararse. Un par de misiones mas para que ella misma se decidiera a recordar por completo. A aprender...

- Sabes, en mi vida he visto muchas cosas. Y eso me ha obligado ha aceptar imposibles y mantener una mente abierta. - Terminó diciendo Laura. - Lo que dices parecería ser mentira, pero mas vale no juzgar las cosas y tener cuidado para la próxima.

Reena asintió. De alguna forma lo sucedido no podía ser tan loco. Después de todo, ella sintió el intenso calor de esa espada y estuvo frente a esa mujer cuando desapareció. Se levantó, en un esfuerzo por evadir la pregunta obligada...

- Por cierto, ¿Ya lo pensaste?

Reena bajó la cabeza. "Tenía que sacar eso". La opinión de Zel aún estaba en su cabeza. Pero no le gustaba la idea de estar bajo órdenes todo el tiempo.

- Aún no lo sé. No me encuentro en posición de tomar una decisión ahora. - Inconscientemente se llevó a mano al costado quemado. - Esperaré indicaciones de su piedra.

- De acuerdo. Descansa Reena.

Reena se alejó, dispuesta a depositar el pago en su banco privado y realizar una visita de cortesía a Zel. Ver si tenía algo para acelerar la curación de las quemaduras ya que al día siguiente tenía que verse con Sylphiel.

Laura Davies se quedó sentada, jugando con los discos ZIP y pensando en el pasado, el presente y el futuro. Y ninguno de ellos parecía muy bueno. Su celular sonó.

- Y bien. ¿Qué pasó? ¿Al fin se decidió?

- Gaudy, te he dicho que no me llames por celular. Podrían estarnos oyendo.

- ¿En serio? Ja, creo que se me olvidó. - Su voz era juguetona. Casi podía verlo llevarse la mano a la nuca y sonreír tontamente. Si no lo conociera mejor.

- Aún no se ha decidido, pero tengo en mis manos información vital. Ordena que un equipo de criptógrafos me encuentre en el museo.

- Tu lo tienes chica. ¿Vienes a casa esta noche, o el trabajo es mejor que el amor?

- Nunca patán. - dijo Laura con una sonrisa. - Te veré en la noche.

Ambos se despidieron y Laura-Filia levantó la vista al cielo azul. Cuestionándose las innumerables decisiones que tuvo que tomar en su larga vida.

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Luna no fue a trabajar la noche del viernes. Por lo que cuando Reena llegó a su casa a las 10:30 de la noche encontró a Luna sentada en la mesa, preparando lo que parecían ser hamburguesas.

Reena estaba petrificada en la entrada. Era tarde, su hermana allí. Un golpe y un regaño eran esperados. Pero amablemente luna le pidió ayuda. La siguiente hora se la pasaron conversando casi alegremente las experiencias del trabajo de Luna y los chismes (aunque fueran inventados) de Reena. A las 11 y cacho estaban comiendo tranquilamente siguiendo la guerra en CNN.

Para Reena fue extraño la forma de comportarse de Luna. Más aún cuando le preguntó si podían salir al cine al día siguiente. Al fin y al cabo, desde cuando no hacían algo juntas. Para Reena había gato encerrado, y estaba dispuesto a descubrir que era.

Nuevamente un pero. Pero nada raro pasó. X-men 2 era buena película y las rosetas me maíz aún mejores. Luna incluso pagó todo, acostumbrada a los gastos exorbitantes de comida.

Parecía años desde que compartían tiempo de calidad juntas. Y siglos desde la última vez que patinaron sin presionarse por competir. Solo por deleite.

Como todo en la vida de la ladrona, había un pero. En esta ocasión, Luna observó que Reena checaba la hora en numerosas ocasiones. Para la tercera vez que lo hacía en los últimos 10 minutos se vio obligada a preguntar. "¿Te pasa algo?"

- Bueno, yo... este, jaja, es que quedé de verme con una compañera para pasar la noche en su casa. Pero la estoy pasando muy bien y... bueno... quería...

Luna entendió. De hecho se alegró de que se hermanita tuviera una vida social. Además, eso le dio una herramienta para torturarla un poquito...

- ¿Una amiga? Mmmm, ¿no será cierto joven moreno con quien convives de vez en cuando? ¿Crees que puedes engañar a tu hermana?

No pudo resistir la sonrisa cuando Reena se sonrojaba y declaraba casi gritando que Zel era su amigo y que no tenía que inmiscuirse en sus asuntos y bla, bla, bla, bla, bla. Luna estaba consiente de eso. Pero esa expresión de tortura de su hermana era incomparable. Realmente lo disfrutaba, como cualquier hermana mayor. Haciendo un gesto conciliatorio con ambas manos y unas gotas de sudor por la vergüenza de ser observadas por varios transeúntes que de repente se sentían interesados por la escena que su hermana estaba montando, tomó a Reena por una de sus manos y salió de la pista de patinaje.

El camino a la casa fue muy divertido, para Luna y exasperante para Reena. Pero finalmente se despedían cuando la pelirroja partía, bolsa en mano para encontrarse con su amiga.

Luna suspiró recordando el agradable día que pasó y la frustrante noche que le esperaba como "Saca borrachos" no oficial.

Pero al menos, trataba de vivir. Aprendiendo a no preocuparse por el pasado. Centrarse en el presente, y ver el futuro con una sonrisa en el rostro.

Esperaba que su hermana hiciera lo mismo.

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Aunque una hora no fue especificada. Sylphiel tenía todo preparado para las 5:00. Un par de Pizzas tamaño familiar caseras (esto es, 100% deliciosas). Una botella familiar de Coca-Cola y un pastel de limones***. De repente se preguntó "¿Será suficiente?" Estaba pensando en pedir otra por teléfono cuando el timbre sonó.

- ¡Hola Syl! - Saludó Reena sonriente, contenta de ver a su amiga y cargando una mochila de tamaño medio. - ¿Llego tarde?

- No Reena, pasa. - Sylphiel estaba un poco nerviosa. Después de todo, era la primera vez que invitaba a alguien a su casa.

Su hogar estaba casi a las afueras de Chicago. En los suburbios, donde las casas son respetablemente grandes, con amplios jardines y algo caras. La morena venia de una familia con recursos suficientes como para clasificarse "acomodada", aunque casi nunca disfrutaban la preciosa casa.

Mientras le mostraba el lugar a Reena (que a comparación con el departamento donde residía, esta era una mansión) Sylphiel explicaba que sus padres eran agentes de ventas de una empresa internacional [N.A.:Aquí el autor deja a su total libertad pensar que empresa.] por lo que la mayor parte del tiempo no estaban en casa.

Reena simpatizó con su amiga. Solo que pensó que la soledad que debía sentir era mayor que la de Luna y ella juntas. Después de todo ellas se tenían la una a la otra. Syl...bueno, simplemente estaba sola. Se preguntaba como sería tener padres que se preocupaban por ella. Que la castigaran por llegar tarde ,que les explicaran como era crecer o simplemente vieran una película los domingos por la tarde.

Tendría que preguntarle a Amelia. "La niña perfecta".

Su nariz se movía por propia voluntad mientras el pensamiento de los padres moría en su mente. ¿Cómo era que no había distinguido ese delicioso olor? Olía a... pizza, con extra queso, peperoni, carnes frías, y...y...deliciosa piña?

Los ojos de Sylphiel se abrieron en sorpresa después de que un sonido grave y casi hueco emanó de las entrañas de su amiga. Una gota de sudor frió corrió por la frente de Reena quien trataba de calmar el rugido de su molesto estomago y, ambas, sin ninguna palabra, decidieron que era hora de comer algo.

10 minutos después, Reena prácticamente lamía los restos de la pizza más gloriosa que había comido en su vida (Las dos pizzas, para ser exactos.) Sylphiel solo había alcanzado a comer una modesta rebanada, pero ni eso le quito el gusto o la alegría del momento.

¡Reena la estaba felicitando por lo exquisito que cocinaba!

Lamentablemente, la pregunta de ¿Será suficiente? Quedó contestada cuando un nuevo rugido sonó en la estancia.

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Realmente no es necesario relatar esto. Pero el autor solo lo hace para añadir volumen a esta historia.

Samuel Ericson, repartidor de pizzas de medio tiempo y casanova consumado pensó que la tenía hecha para el resto de la noche cuando recibió el pedido de 4 Mega Pizzas surtidas para un solo lugar. Normalmente solo las fiestas juveniles desenfrenadas que comenzaban en las tardes, eran capaces de encargar semejante cantidad y tamaño de pizzas. Bueno, esas y los tipos amantes del deporte.

Cuando una linda pelirroja abrió la puerta sus expectativas de entrar a la fiesta (como si no hubiera pasado antes) subieron. Cuando no escuchó música, y escándalo, se le hizo extraño.

Intentó flirtear, por supuesto, y solo recibió una mirada que lo perseguiría en todas las noches de pesadilla.

Nunca coqueteen con Reena Invers.

Menos si hay comida de por medio.

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El curso de la tarde transcurrió como cualquier tarde de amigas. Película buena ("Otro día para morir" de James Bond). Después de esa el maravilloso tesoro de "Novia Fugitiva" para el cual Reena, con 6 pizzas haciendo digestión, mas la comida de mediodía, mas las horas atrasadas de sueño, sumado al cansancio general que sentía y al novedoso sedante que Zel le proporcionó para soportar el dolor de la quemadura (la cual lo tenía sorprendido en sobremanera); añadido a la interesante película que disfrutaba en la cómoda cama de la habitación principal de la casa (equipada con televisión de pantalla gigante, DVD y sonido digno de un cine) provoco resultados previsibles.

Reena para cuando Julia Robert huía por segunda vez en la película, los gritos del indignado novio eran secundados por ronquidos de nivel bajo- medio.

Sylphiel, en vez de sentirse mas, o avergonzada por la escena que su amiga estaba montando solo para ella, se sentía contenta. Ella estaba allí, dormida, como un lindo y hermoso ángel roncante. La película dejó de tener importancia, se arrodilló en la cama y colocó la cabeza de Reena en su regazo por segunda vez en la semana.

Cerró los ojos y dejó que su mente volara...

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Los sueños normalmente eran vagos. Sin detalles exactos. Solo uno que otro, pero nunca como ese.

Ella estaba allí, de nuevo vestida de rojo, hombreras y capa negras. Parecía estar orando frente a una roca modo de lápida. Una espada estaba clavada en ella, en memoria de la persona que estaba enterrada en ese lugar.

Un espadachín, alguien importante para ella, quizás lo más que alguna persona llegó ha ser en su vida yacía allí desde un año atrás. Caído en batalla y muriendo de la forma más noble de todas, protegiendo a una amiga cercana. Uno mas de la larga fila de seres queridos que fallecían en esos tiempos tan violentos.

Una figura embozada en una capucha se paró detrás de ella. Una persona que, comprendiendo la terrible perdida que ella sufrió, la alentó y cuidó, llegando a ganarse su corazón.

"Es hora. La carta indica que la batalla será la siguiente semana en las afueras de Sailoon. Todos estarán allí."

Ella asintió gravemente y se secó una lágrima. ¿Cuánto tiempo llevaban juntos. 6 meses, mas. Desde que él, por honor dejó a la princesa para ayudarla a sobreponerse a una pérdida más grande. Desde ese momento en que descubrieron que eran almas gemelas, as de lo que alguna vez pudieron pensar y pasaron todo el tiempo restante defendiendo, cuidando a otros en respuesta a sus propias perdidas.

Unos brazos duros como piedra la rodearon y su oído fue rozado por unos labios pétreos. Aun así, emanaba un calor tan agradable que la hacía sentir protegida.

"No te preocupes, yo te protegeré. No dejaré que nada te pase..."

Sus palabras se perdieron en el tiempo.

Muerte. Dolor. Destrucción.

Un castillo ardía a lo lejos mientras hordas de lobos y múltiples monstruos devoraban y destruían lo que quedaba de un ejército de hombres que trataban de detener el avance de ELLA. Reena estaba lanzando hechizos tras hechizos en un esfuerzo de eliminar a esas hordas infernales. Entonces lo vió.

El desaparecía en una explosión de luz lanzada por ELLA. Entonces lo supo. La princesa y todas sus fuerzas estaban muertas. Los refuerzos que venían desde lejos habían fallecido también.

Todo lo que ella alguna vez amó y apreció, se había extinguido.

La oscuridad la envolvió.

"De nada sirve la vida sin amigos" Pensó cuando tomaba la decisión.

Recitando algo, sangrando de sus costados y con lagrimas saliendo de sus ojos, terminó su frase y la oscuridad se extendía aún más, envolviendo a un monstruo negro que aullaba mientras ambas morían.

Después solo desesperación.

Despierta.

No te quedes allí.

Despierta.

Reena abrió los ojos violentamente.

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Es difícil. Pensó Sylphiel por enésima vez en el día. Es tan difícil. Tener miedo todo el tiempo.

El miedo era parte de su vida. Desde que tenía conciencia. El temor al rechazo de su familia, amigos conocidos y un largo etcétera había decretado su estilo de vida. Ser complaciente. Portarse siempre bien. Ser la niña buena. Todo eso.

Si era difícil vivir así, tener que vivir con una desviación lo era mas.

Desviación. Así fue como el tierno terapeuta lo había denominado, antes de "curarla" queriendo seducirla cuando tenia 15. Gracias a Dios, todo terminó con una exitosa demanda en contra del Doctor Zeitgeist. Viejillo rabo verde.

La terapia tuvo origen cuándo le confesó a su madre que tenía una fuerte atracción por una de sus compañeras de la escuela. Ella, por supuesto, queriendo lo mejor para su pequeña, la envió con el terapeuta familiar para que le quitara esas ideas locas de la cabeza. Pero después de lo sucedido, solo confirmó una realidad para ella.

Le gustaban las chicas.

Sin embargo tenía que mentir. Y su vida de nuevo se tornó difícil.

A la par que su cuerpo crecía, por lo tanto el torrente de hormonas con él. Le costaba más mantenerse controlada ante el resto de las personas. La escuela no ayudaba n mucho, y menos aún la costumbre de ducharse después de las clases de deportes. Compartir bañeras y exponerse de esa forma ante las demás. Consumía demasiado de su autocontrol. Solo la vergüenza y el temor al rechazo evitaban que se delatara y comenzara a ver con lujuria a sus compañeras.

Sin embargo Reena era diferente. Si le preguntaran desde cuando empezó su encaprichamiento por ella, no sabría decirlo. Solo que, mientras el resto del mundo la trataba como una extraña dada a su auto impuesta timidez, Reena había sido la primera en hablar con ella, de defenderla incluso en numerosas ocasiones, y era la única que la trataba como alguien normal.

Eso empezó todo.

Tantas veces que había querido decirle todo. Su verdad, que estaba enamorada de ella, y tantas veces el miedo a ser rechazada la había detenido. Una y otra vez.

Pero allí estaba. Vestida con una sudadera sobredimensionada y calcetas (ya no recordaba quien de las dos había sugerido convertir la tarde en una pijamada, pero posiblemente Reena no) con su linda cabeza roja apoyada en su regazo. Durmiendo tan pacíficamente. Como un ángel.

De repente se preguntó ¿cómo sería acariciar esa cara?

Casi sin pensarlo sus manos se colocaron a escasos centímetros de ella. Como si intentara tocarla. Imaginó la textura de su piel, la forma de sus ojos, la nariz pequeña y esos labios rosados. Automáticamente sintió calor dentro de si mientras cerraba los ojos para concentrarse en el ¿Como sería...? Se demoró unos minutos en el área de su cara y, entonces, se aventuró a avanzar.

Sonrió al imaginar el roce con la sensible piel de cuello y los hombros. Dudó un poco al avanzar un poco mas.

Sus manos estaban a poca distancia de su torso y su imaginación voló y su cara se sonrojó cuando su mente imaginó la suavidad de sus senos, la reacción de la piel sensible y quizás su respuesta...

El sueño acabó.

Reena abrió los ojos y se levantó violentamente de su cómoda posición. Giró la cabeza varias veces, como buscando algo y después enfrentó a Sylphiel con ojos casi desorbitados. Se alejó de ella lentamente y por último, se lanzó al baño de la habitación.

Solo se quedó la chica, con las manos en su boca, como reprimiendo un grito. Y mas pálida de lo que alguna vez había estado.

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"Eso no está bien. Eso definitivamente no está bien." Se repetía una y otra vez.

Nunca en su vida había pensado que eso iba a pasar. No estaba preparada para eso y posiblemente no lo estaría.

Los sueños. Esos sueños.

Podía recordarlo a detalle. Casi podía jurar que reconocía a los personajes. Pero lo que mas la angustiaba eran los sentimientos. Todos tan claros cono el día.

Amor, tristeza, desesperación, odio, resignación. Tomen cada uno de ellos, en la escena que más sentimiento les ha dado (la muerte de Maximus o William Wallace por ejemplo) y multiplíquenlo por 100. Mas o menos eso era lo que Reena sentía.

Su cabeza estaba a sobremanrcha, su corazón latía peor que un motor V8 y su respiración era errática. Temblaba de pies a cabeza y un sudor fría brotó de cada poro de su cuerpo. Estaba entrando a un estado de Shock.

Trató de calmarse sujetando el lavabo, pero al verse en el espejo, el reflejo no era ella...o si lo era. Vestida con hombreras y traje rojo, después con vestimenta china de color verde, o de vaquero con pistolas y todo. Por alguna razón no pudo gritar y lo único que hizo fue acurrucarse en un rincón del amplio baño. Abrazándose y tratando de mitigar el dolor de la quemadura que de alguna forma, se había decidido a aparecer.

Tranquila.

Respira.

Forzó a su cuerpo a respirar profunda y lentamente. Obligó a su mente a dejar de pensar, solo se concentró en el UNO. Uno, uno, uno. Deja que los pensamiento y recuerdos fluyan sin juzgarlos. Repite una y otra vez el mantra para no pensar. Al poco tiempo su mente estaba en blanco. Su respiración tranquila y calmada y el dolor lejos.

No supo cuanto tiempo pasó allí, en el suelo meditando para calmar su cerebro.

La imagen de Sylphiel entró sin ser invitada y la llevó a una calma conocida.

Sylphiel.

Eso es. ¿Qué pasó antes de que reaccionara como la loca que era?

Entonces empezó a deducir. Dormida en sus piernas, las manos ceca de...de...allí. La cara sonrojada y la reacción asustada cuando Reena la vio de mala forma.

Reena se sintió confundida cuando sus pesquisas dieron una deducción. Una no muy natural por cierto.

Sin embargo, cada vez que pensaba en...en eso, la idea dejaba de parecer absurda, o antinatural. Como si la... aceptara?

Reena, ¿que estas pensando? Tu eres mujer y por ende son los chicos los que te deberían...¿o no?

Cabe señalar que, originalmente, Reena empezó a tratar a la tímida Sylphiel por el efecto que esta producía en ella. En otras palabras, la tranquilizaba, borraba sus problemas de la mente sin importar que fueran. De alguna forma era egoísta, tanto que nunca quiso saber los sentimientos que ella tenía.

Pero aún así, estaba ese pensamiento. "Amiga" no era una palabra lo suficientemente fuerte como para definirla a ella. Acaso, realmente le gustaba. ¡Pero eso es antinatural! ¡Para fenómenos!

"El 60% de las mujeres entrevistadas admitió haber tenido una relación homosexual al menos una vez en su adolescencia"****

Eso lo había leído en algún lugar y de alguna forma la tranquilizaba en algo.

¡Oh Rayos! Que pase lo que tenga que pasar.

[De los sueños, ni el recuerdo.]

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Sylphiel seguía en la misma posición desde que Reena se encerró en el baño. Temblaba de pies a cabeza y su piel estaba muy pálida.

Lo había arruinado. La amistad que había construido con Reena se acaba de ir por el caño, todo porque no pudo controlarse. No la culpaba. Después de todo, esos ojos desorbitados le habían dicho todo. La odiaba, le repugnaba. Tanto que había decidido huir de ella. Pero tenía que salir. Y cuando lo hiciera, le contaría todo, le pediría disculpas, le rogaría que siguieran siendo amigas, aunque eso para ella no era suficiente.

Pero de eso a nada...

Su primera reacción fue huir, pero se forzó a quedarse. Ya había huido demasiado en su vida como para hacerlo de nuevo. Esta vez enfrentaría los problemas cara a cara y que pase lo que tenga que pasar.

La puerta del baño se abrió y todas sus resoluciones se diluyeron. Deseaba correr. Pero el nerviosismo la mantenía clavada ene se lugar. Rezó.

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Reena al abrir la puerta y ver a Sylphiel arrodillada en la cama, con la cabeza gacha y las manos aferrando fuertemente la pijama supo que había hecho algo malo. Tal vez su reacción a la pesadilla fue malinterpretada y debía ventilar las cosas. Pero eso implicaría otra confesión de parte de Sylphiel. Una declaración que Reena ya había deducido y extrañamente, no la asustaba.

Podía ver como temblaba, como su frente estaba perlada de sudor y obviamente estaba demasiado nerviosa. Se sentó junto a ella.

- Sylphiel, yo...quisiera disculparme por reaccionar así. - Trató de hacerlo sonar como sin importancia, evitando pensar en los sentimientos, en la desesperación, en el terror... - Estaba teniendo una pesadilla.

Ella seguía temblando, sin levantar la vista. Esperando oír un reclamo, una rechazo, un insulto. Reena miró hacia una pared del cuarto.

- Syl, no voy ha asumir que no estaba pasando nada. O ignorar lo que estabas haciendo. Pero cualquier cosa, me gustaría que tu me lo dijeras. Quiero saber que es lo que tienes. - Su voz era suave. No parecía tener reclamo o asco. Reena realmente estaba interesada en saber que es lo que pasaba por esa cabecita.

Sylphiel dudaba. Registraba el tono de vos y sabía que era sincero. Que realmente quería conocerla. Conocer lo que sentía de su propia boca y no deducir. Pero ¿Cuántas veces eso no le había acarreado problemas? ¿Cuantas veces no había sido lastimada? ¿Y si solo buscaba burlarse, o hacerla sentir mas, o contárselo a medio mundo para que la trataran como toda una paria?

Reena no es así, se dijo, ella nunca haría eso. Es mi amiga. Tengo que decirlo.

- Reena, yo...yo...bueno tu... - Pausó y tomó una bocanada de aire. - Tu me gustas mucho. Siempre me gustaste. Pero lo siento yo...- Las lagrimas comenzaban a salir por sus ojos temiendo lo peor. Su voz se cortaba en una clase de sollozo y de nuevo bajó la vista. Temblando.

Las cálidas manos de Reena tomaron las suyas, frías de miedo. Ese calor la obligó a mirarla a los ojos.

Ella estaba sonriendo.

No se burlaba, no se asustaba o la miraba como un bicho raro. Le sonreía.

Reena parecía descubrir sus ojos por primera vez y se preguntó porque no se había dado cuenta de lo bonitos que eran. La perfección de su rostro rota por ese par de lagrimas. Se encontró a si misma limpiándolas de sus mejillas y sintió el impulso de apartar los mechones de cabello que tapaban un poquito su rostro.

Sylphiel, en un impulso de esperanza tomó esa ,mano con la suya y se quedaron mirando a los ojos un momento, tratando de saber lo que pasaba en la mente de la otra. A penas se dieron cuenta quien empezó el avance.

"El 60% de las mujeres entrevistadas admitió haber tenido una relación homosexual al menos una vez en su adolescencia" Recordó Reena de nuevo cuando recibió su primer beso.

Esto no quería decir que no lo hubiera hecho antes. Pero un beso de Zel, en un momento desesperado de alejar a la porrista Amelia dándole a entender que prefería a Reena no cuenta.

Ambas tenían los ojos cerrados mientras atesoraban esa experiencia. Y si las preocupaciones de la pelirroja se esfumaban cuando veía a Syl, en este momento parecía que nunca las había tenido.

Cuando empezaron a acariciarse la nuca respectivamente, no sabían. ¿Quién apagó la luz? Tampoco. Solo se dieron cuenta que en ese momento solo estaban las dos. Y la parte racional de sus mentes se había tomado un descanso. En ese momento sabían que seguirían adelante en un intento de explorar, de deducir lo que sentían. (Una insegura y la otra muy segura.) Las cosas se pusieron escabrosas cuando Sylphiel comenzó a levantar la sudadera de Reena cuando sus manos tocaron el costado derecho.

Se espantó al oír el respingo de dolor de ella y rompió el beso.

- Reena, estas...

- Si, si. - Dijo apresuradamente y se acercó a ella de nuevo. - Solo que allí no, por favor.

Si Sylphiel intentó razonar o tuvo curiosidad, eso lo decidirá el lector. Pero ser esfumó cuando, por voluntad e iniciativa propia, Reena asumía ahora el mando y la actividad previa continuada.

Cuanto tiempo duró, no podrían decirlo. Normalmente el tiempo se dilata en esas cuestiones. Sin embargo esa breve eternidad, ese infinito momento fue algo nuevo para ellas, algo que estaba mas allá de lo que habían pensado antes. Y quedaron tremendamente felices por eso.

Para las 2 de la mañana, iluminadas por la tenue estática de un televisor de pantalla gigante, Reena y Sylphiel, yacían abrazadas.

Ambas teniendo sueños privados.

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Jadeaba. El dolor le atravesaba cada miembro de su cuerpo y la fatiga se extendía.

Frente a ella un hombre lobo negro y gigantesco dirigía sus ejércitos hacia el último reducto de humanos que intentaba detenerlos. La guerra se había perdido.

El había muerto.

Al igual que todos los demás.

Empezó a recitar. Con cada palabra acercándose mas a la muerte si tenía éxito. O a la destrucción total si fracasaba. ¿Qué importa el mundo? Si no se tiene a nadie para recorrerlo.

Las fuerzas le flaqueaban y tubo que detenerse cuando un pequeño y afilado rayo de energía atravesó sus entrañas y quemó sus vísceras. No podía dejarla ganar. Tenía que continuar.

Unas manos la tomaron por la cintura y un remolino de polvo negro la empezó a rodear.

- Estoy contigo Reena.

- ¿Qué es lo que haces Zeross? - Le preguntó al individuo que estaba detrás de ella, casi abrazándola. De pronto sintió una clase de energía que le renovaba las fuerzas.

- Es un secreto niña. Continúa.

Siguió con su recitación sintiendo a cada momento unas fuerzas y un poder que jamás había sentido antes. Al tiempo que la esencia del individuo detrás de ella se perdía a cada momento. Entonces terminó.

Una explosión de luz negra barrió con toda la vida a su alrededor. No volvería ha haber algo igual otra vez.

Ella estaba tirada en el suelo, con su mano derecha en su estómago y los ojos cerrados. Y una sombra la cubrió momentáneamente.

Era una clase de reptil con alas. Un dragón que planeaba sobre de ella y empezaba el aterrizaje batiendo sus descomunales alas. El polvo se levantó a su alrededor cuando sus pies tocaron el suelo y poco a poco, se convertía en una mujer que ella conocía.

Largo cabello rubio y ojos intensamente azules. Un par de mechones se escapaban de su diadema enjoyada para tapar un poco su rostro parecido a porcelana. Estaba agitada. Los ojos hinchados como si hubiera pasado mucho tiempo llorando.

Se arrodilló a un lado de ella, juntando sus manos y provocando un brillo en ellas. Colocó sus manos sobre la herida cuando se dio cuenta de algo: La sangre era negra.

- No te preocupes por mi Filia. - Dijo débilmente. - Estoy mas allá de ese tipo de ayuda.

Abriendo los ojos le demostró por que. Estos eran alargados, como los de un gato, a pesar de ser rojos como siempre. Extendió una mano manchada de su sangre negra y limpió una lagrima de Filia.

- No llores por mi. Todo acabó. Por fin terminó. Me iré con ellos. Al fin.

- Reena, si, descansa. - Mas lagrimas brotaban de esos ojos azules. - Has cumplido tu propósito con honor. Lo haz hecho bien. Descansa.

- Adiós Filia. - Susurró la pelirroja.

- No. Te veré de nuevo.

Te veré de nuevo. La oscuridad la envolvió otra vez.

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Un dolor intenso en su costado la obligó a levantarse. Eran casi las 4 de la mañana y se preguntó porque tenía tanto frío.

La ventana estaba abierta y la ciudad en ese momento le hacia honor a su nombre: La ciudad de los 4 vientos.

El aire frío de la madrugada estaba haciendo estragos en su herida, y ¿Dónde rayos estaba?

Le tomó un segundo recordar lo que había pasado se sonrojó furiosamente. Ellas, realmente habían... Volteó a ver a una dormida Sylphiel en el mismo estado que ella y... sonrió.

Incluso el dolor se le olvidó cuando se recostó nuevamente al lado de ella. La abrazó por su cintura y colocó su cabeza en su pecho. Sintiendo como sus pulmones se llenaban de esa fragancia natural que emanaba. Inconscientemente, Sylphiel abrazó a Reena y colocó suavemente su brazo en la herida desconocida, dándole calidez.

Reena no tenía ganas de analizar los sentimientos nuevos que había descubierto. Ni de descifrar el sueño más reciente totalmente detallado que había tenido.

Porque sabía quien tenía las respuestas. Así que simplemente, se acurrucó al lado de su "novia" (esa era la palabra adecuada) y se relajó para dormir.

Mañana sería otro día.

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Para las 10 de la mañana del domingo, Reena se había levantado, bañado y arreglado con la muda de ropa que llevaba en la maleta. Sin importar que tan agradable sea, no es correcto asistir a una reunión de negocios oliendo a una noche de pasión salvaje.

Sylphiel seguía dormida, roncando imperceptiblemente, pero provocando de nuevo las sensaciones de paz y alegría en el corazón de Reena.

Sabía que debían hablar, dejar en claro sus sentimientos y a donde llevaría esa relación. Pero por el momento había cosas que hacer.

Se acercó a ella y le dio un beso leve en la boca. Sylphiel decidió despertar.

- Reena. - Dijo adormilada. - ¿Que haces?

- Tengo que verme con una persona para un trabajo. - Eso era técnicamente correcto. En una relación do debería haber mentiras. - No puedo quedarme.

Sylphiel temía lo peor. Pero fue tranquilizada por un beso mas largo.

- Te prometo que regresaré y hablaremos - Le dijo con una sonrisa llena de esperanza y cariño.

Sylphiel sintió y se acostó de nuevo. Para cuando Reena dejó la habitación, ella ya estaba soñando otra vez.

Sueños de color de rosa.

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Laura Davies estaba trabajando en su cómoda oficina del museo. Los criptógrafos habían trabajado todo el día anterior para decodificar los discos que la Ladrona les había llevado. Pero aún faltaba traducir. Laura se había visto obligada a estudiar de nuevo lenguajes que casi había olvidado. Idiomas arcanos y otros que nunca fueron hablados por humanos.

Debía tener todo listo para cuando ella llegara.

- Señora Davies, la señorita Invers la busca.

- Bueno...hazla pasar.

Eso la sorprendió parcialmente. Esperaba que fuera a llegar. Pero era demasiado pronto. ¿Habría pasado algo que la hizo cambiar de opinión tan rápidamente? Una parte dentro de ella se atemorizó.

Reena entró, vistiendo pantalones ajustados de mezclilla y una chamarra del mismo material. Su rostro estaba radiante y sus ojos rojos parecían llenos de vida.

Como antes. Pensó Laura.

- Reena ¿en que te puedo servir?

- Tomé una decisión. Estoy con ustedes. Pero necesito respuestas.

- Me parece justo. Y creo que ya es hora de darte algunas de ella.

- Filia, ¿Quién soy yo? - Preguntó con ansiedad Reena.

Filia. Me llamó Filia. Se dijo Laura.

Ya lo sabe...

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* Nigthcrawler: mutante tele transportador que hizo su debut cinematogáfco en X-men 2. Cuado se tele transporta, deja una nube de humo.

** El "Destino Verde" Si mal no recuerdo, es la espada protagonista de la película "El tigre y el Dragón" la cual aparte de ser muy antigua era tremendamente poderosa. Cortando como muchas cosas el acero sin mucho problema

*** El pastel de limones lo saque de "El pastel de Limones" Cuya historia, sugiero que la lean. (Que pena que no se haya actualizado, es tan buena.)

**** Esta proporción no es exacta (todavía no la confirmo del todo) pero es real. Según una revista de divulgación. Así que no estoy exagerando. (Tampoco tiro pedradas)

Por cierto, si quieren saber como pelea Reena, Renten "El tigre y el dragón" o cualquier película de Jet Li (no será un excelente actor, pero como artista marcial, mis respetos)

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Como dije, es uno de los capitulo mas difíciles (y largos) que he tenido que escribir. Si no les gusta, díganmelo con confianza. Pero todo tiene una razón. En el Fic de "El pastel de limones" El autor Masaki1 describe el efecto de Sylphiel en Reena como "Es como si me comiera 100 barritas de chocolate" Así que yo solo lo extendí un poco.

Para estas alturas ya deben de deducir quien es el enemigo principal de este Fic. Y si han leido los otros, ya sabrán con quien se va ha aliar. Los capítulos 5 de las tres historias vendrán aclaraciones y relación.

Léanlas

Reviews.

gaby(hyatt: Que bueno que te gustó. Realmente me alegro y te sugiero que leas Soldado. Si no conoces Gundam Wing, creeme, no te decepcionarás si lo investigas. Y si, espero que será buenísimo.

Suisei Lady Dragon: Pero ya llevo 4 capítulos y solo 4 Reviews. Eso solo me dice algo, Nadie la lee (o se toma el tiempo de dejar comentarios [Hola Raven!]) Los recuerdos son importantes (por eso la insistencia del recuerdo) tanto que el cap. 5 tratará casi de eso y espero no regarla. En ese también se contestará lo de su "amnesia" y el origen de su profesión y la relación con Zel. Paciencia niña.

Sugerencia del día: Realmente no se me ocurre nada. Solo se que se acerca Spiderman 2 y Shrek 2. Los espero. Ah si! "El último Samurai" con Tomás Cruz.

Adios.