Capitulo 6: Latidos

Mucho rato permanecieron ambos en esa posición, sirviéndose mutuamente de apoyo, de desahogo de las penas, no hacia falta decir palabras, no hacia falta nada más, solo la única y exclusiva compañía del otro, nada más... solo la compañía en el silencio.

Desde unos años atrás, cuando los dos perdieron a personas muy importantes en su vida, cuando todo cambió en el ultimo curso que trascurrieron en la escuela, cuando todo a su alrededor parecía derrumbarse y desmoronarse, cuando todo parecía perdido, ambos se trasformaron en el pilar del otro, en el apoyo, uno al otro se sostenían y no se permitían caer en la desesperación o en el dolor de la perdida

- Shh, shh… ya pasó ya pasó – cariñosamente su hermano le pasaba la mano por la espalda, como si volviera a ser la pequeña niña, el llanto ya parecía disminuir.

- Ron… por un momento… él estaba aquí… me pareció verle… tras estos años… Draco… él… le vi- logró pronunciar entre sollozos al cabo de un rato Ginny.

Los brazos del pelirrojo no disminuyeron su abrazo, mas si cabe, lo intensificaron mas, al cabo del tiempo había logrado comprender la relación de su hermana y lo que le había beneficiado a esta de una manera tan especial que nunca jamás había imaginado.

En los momentos en los que él se había sentido mal, su hermana estaba allí, cuando él echaba de menos a un hermano y a un amigo, ella le apoyó, y ahora era el momento en el que él serviría de apoyo a su hermana. No hacían falta palabras, con los gestos y miradas se lo decían todo.

- Te creo, Ginny. Yo también he pasado por ello. Te creo – le cogio la barbilla y elevó su cara llorosa hasta que sus ojos se conectaron, y ella vio que no decía mentira alguna, que su hermano también había llorado, en silencio, por las perdidas de hace varios años.

- Una persona, hace tiempo, me dijo que la muerte solo es un pequeño paso para una mente bien organizada, que nadie nos deja jamás si lo recordamos por siempre, si conservamos su recuerdo y no lo perdemos, si los recordamos con alegría, pues ellos ya disfrutan del descanso del sueño eterno. ¿Y sabes?, yo creí a esa persona, y se que, desde donde ellos estén, nos cuidan y nos protegen, nos vigilan y se alegran de nuestros logros, lloran con nosotros cuando estamos tristes, y nos consuelan cuando les añoramos. Pues, aunque físicamente no estén con nosotros, ellos siguen vivos aquí – cogio las dos manos de su hermana, y juntándolas con las suyas las llevó a su pecho – Viven en nuestros corazones y mientras les recordemos, ellos no morirán del todo, mientras siga latiendo su recuerdo en nosotros, ellos siguen a nuestro lado.

Las manos de la muchacha percibieron los latidos del corazón de su hermano, si, él tenia razón, no había porque entristecerse, él seguía vivo… dentro de ella.

- Gracias – le dijo, y una sonrisa iluminó su lloroso rostro, y, otra vez, sintió como una ráfaga de aire jugueteaba con su pelo – Gracias – volvió a repetir – Gracias por recordármelo. – Le dio un gran abrazo al que consideraba el pilar central de su vida, su hermano, un año mayor que ella.

*****

- ¿Consideraste la propuesta? – Hermione se volvió hacia ella, estaban en la mesa del Gran Comedor de Hogwarts, todavía faltaban unos días para empezar las clases.

- Todavía no se lo que voy a hacer – contestó la pelirroja mientras desviaba su mirada hacia la parte de las puertas, donde su hijo venia de la mano de su padrino, ambos se llevaban muy bien, a pesar de lo sucedido en su embarazo y a pesar de quien había sido el padre del niño.

La profesora de Transformación siguió la mirada de Ginny hasta darse cuenta de la tierna estampa que observaba, y suspiro, un gesto que no paso desapercibido para su acompañante.

- ¿Por qué no se lo propones? – le preguntó Ginny a la morena.

- No quiero obligarle, esta muy atareado, tiene mucho trabajo – se intentó disculpar, aunque no lo consiguió Hermione. A la vez, jugueteaba con el anillo de casada que llevaba desde hacia años, recordando su boda con Ron, un amor que no había flaqueado desde el colegio.

- Mamá, mamá – un chiquillo de unos once años se aproximaba corriendo hasta donde las dos mujeres se encontraban conversando, al llegar hasta su objetivo, dejo una pequeña pausa, mientras su respiración se normalizaba, pequeños mechones rubios se pegaban a su frente a la vez que recuperaba el aire – Adivina donde hemos estado – dijo cuando se tranquilizó, miraba a su padrino con una mirada traviesa.

- Ron, ¿no le habrás llevado a…? – le preguntó Hermione, conociéndoles como le conocía, podrían haber estado incluso en el Bosque Prohibido.

- Venga, que no soy tan malo – le contestó este – además, Hagrid dijo que le llevaría a dar una vuelta uno de estos días, y yo no soy quien para negarle ese honor – rió el muchacho, aunque la verdadera razón por la que no había llevado a su ahijado al bosque (y eso que le hubiera gustado mucho) era porque ciertos animales moraban todavía allí.

- Entonces…

- Hemos visitado una lugar muy especial – respondió misteriosamente el pelirrojo y tras unos segundos, continuo - la Torre de Gryffindor –los ojos brillantes, mirando hacia el techo del lugar, recordando sucesos de hace tiempo.

- Siguen los dos junto a nosotros – la pelirroja se llevó la mano a su corazon, sintiendo los latidos de este.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

- No puede ser, no puede ser – el muchacho de dieciocho años se lamentaba en su dormitorio, acababa de ver desaparecer a su mejor amigo, casi un hermano, las lagrimas caían y se estrellaban en el suelo, un lamento incesante surgía de su boca, viendo como una parte de sus proyectos futuros se desmoronaban a su alrededor, ya no jugarían juntos mas al quiditch, ni bromearían sobre los estudios, no apostarían quien se casaría antes, ni estudiarían la misma carrera… nada, todos sus sueños estaban rotos, deshechos al ver lo sucedido en esa noche de graduación.

Todos sus compañeros, en silencio, recogían las pertenencias de la habitación, aquella que durante siete largos e inolvidables años les había servido de refugio, de lugar de descanso. Las camas, ahora desnudas a la luz de las velas, anunciaban que ya sus dueños ni volverían, al año siguiente nuevos ocupantes se encargarían de dar de nuevo vida a la, ahora, casi vacía habitación… pero una cama seguía sin tocarse, un baúl seguía sin estar ordenado a sus pies, todas las pertenencias de su dueño seguían si recogerse…pero él ya no volvería a pisar ese lugar… simplemente, ya no estaba entre ellos.

Un compañero del pelirrojo se acercó a él, Neville alargó la mano para apoyársela en el hombro, sus ojos todavía seguían humedecidos por lo llorado, para él, Harry había sido un gran compañero y amigo.

Este contacto, apenas imperceptible, pues cuando se dio cuenta Ron de lo sucedido el otro ya estaba abandonando la habitación, cargando sus pertenencias, hizo que levantase la vista del lugar, y que viese que estaba solo, todos ya se habían ido.

Sentado en su cama, viendo enfrente de él todo recogido, a excepción de dos lugares, volvió a derrumbarse en llanto, no, no, eso no podía estar sucediendo, y mas ahora, después de todo, cuando ya había acabado la maldita guerra.

- ¿Sigue arriba? – preguntó Hermione, también con lagrimas en los ojos, a Neville, que bajaba con sus pertenencias por las escaleras, anteriormente ya habían pasado Seamus y Dean, solo faltaba él, y ella sabia porque se demoraba en abandonar el lugar. El joven gryffindor, sin palabras, solo con un leve asentimiento, le contestó.

Mucho rato permaneció sentada ante el fuego de la torre, y poco a poco, los últimos componentes de la casa a la cual pertenecía iban desapareciendo por el retrato, dejándola a ella sola, a veces dedicándole una mirada de apoyo, otras solo la miraban al pasar lamentándose por lo sucedido, pero todos, todos ellos llevando consigo el dolor de haber visto desaparecer al que consideraban mas que un compañero.

Las lagrimas acompañaban a todos los leones al abandonar el lugar, igual que todos los que estaban en el castillo, nadie había previsto lo sucedido, nadie había esperado aquel acto, y aquel suceso, nadie, absolutamente nadie.

Y por ello, abandonaban el lugar, al terminar el curso, donde tantas muertes habían sucedido, donde tanto sufrimiento habían visto, donde tanto habían padecido, pero lo que mas, lo que mas les dolía a todos, casi mas que la muerte de su admirado y respetado director, era la desaparición de un compañero, no en la batalla, sino enfrente de ellos, cuando la paz había vuelto, él se había sacrificado al final, después de todo… por ello se iban con lagrimas en los ojos, con pena y dolor interior en el alma. El curso había acabado ya, las vacaciones daban comienzo, la paz había sido restablecida… pero ¡a qué precio!

Se iban, traspasaban el retrato los pertenecientes a esa casa, dando un ultimo vistazo, y viendo como una figura se quedaba ahí, sentada, esperando… la compadecían, pues, si ellos lamentaban lo sucedido enormemente, ¿Cómo estaba ella, siendo una de las mejores amigas del muchacho? No podían consolarla, no había palabras que pudieran resolver aquel momento, apaciguarlo, no había palabras que pudieran hacer que la pena se disipara, y por ello, salían silenciosamente de la sala común, dejando a la joven frente al fuego.

El último niño, uno de primer año, cruzó la sala y desapareció por el retrato, ya no había nadie más allí que ella supiera… nadie excepto él… y ella.

Ahora, en la silenciosa torre, podía oír como le llegaban los llantos de una persona, podía oír como este clamaba contra el cielo, lanzando maldiciones, diciendo palabras que nunca antes habían sido oídas nunca dentro de aquellas paredes, fuertes y salvajes se oían sus gritos, desde su posición podía percibir todo el enfado que albergaba a su amigo y que lo desahogaba de la manera que podía: chillando y calmando al cielo por la injusticia impuesta.

Y lloró.

Al igual que Ron, ella también necesitaba desahogar su dolor.

Y lloró mientras las palabras, fuertes palabras le llegaban a sus oídos.

Lloró todo lo que pudo y más.

Lloró por lo sucedido, por lo que había visto, pero más, porque sabía que había sido lo correcto, que no se podía haber hecho de otra forma, que era aquello con lo que se firmaba la paz absoluta durante todo el tiempo que le quedaba al mundo de vida.

Lloró por su amigo, por su corta vida, por los sucesos que se perdía, por todo aquello que le había sido privado, por todo lo que nunca haría…

Lloró hasta que ninguna lágrima le quedó en el cuerpo, hasta que sus oídos no percibieron ningún otro ruido en el lugar, sólo silencio… un silencio que le hizo comprender que la otra persona también había dejado de gritar, pues su voz se había quebrado de dolor.

Miró las escaleras, ahí, bajando como podía, apoyándose contra las paredes, con los ojos rojos de tanto llorar, como los de ella, con una garganta dolorida, se encontraba aquel a quien había estado esperando, pues, ella sabia que Ron quería desahogar su dolor solo, como ella lo había hecho.

Y ahora, sin palabras, ambos se abrazaron, se acompañaron en la última etapa del dolor por la perdida ocurrida.

Y ahí, en ese momento, una unión se formó entre los dos, sin palabras se podían decir las cosas, sin voz, sólo con las miradas, solo con la presencia del otro… nada les separaría nunca mas. Una unión más allá de la amistad, más allá del mutuo entendimiento, más fuerte que los lazos que se les habían unido hasta ese momento: un sentimiento distinto.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Latidos.

Los que hacen moverse al corazón.

Los que hacen que la vida avance, los que nos indican que estamos vivos, que seguimos sobre la faz de la tierra, los que nos demuestran que sentimos…

Latidos.

Uno tras otro, sin pausa, sin demora, en cada segundo, en cada pulsación, lo notas, notas como la sangre es bombeada hacia fuera, produciendo esa sensación en tu pecho… simplemente… un latido.

Y sabes que, dentro, en tu pecho, sigue latiendo ese músculo, el mas importante de todo tu cuerpo, y lo sientes, sientes que sigues vivo por eso… por un simple latido.

Uno tras otro, y sin demora.

Sabes que sigues vivo, y lo sientes, sientes el dulce acompasamiento que se produce cuando estas cerca de otro corazón, ambos a la vez, latiendo al unísono… juntos.

Corazón con corazón, los latidos juntos, fundiéndose en un único movimiento… y en ese instante, en ese momento especial, una unión se ha formado entre ambos, una que no la separara ni la mismísima muerte.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

- ¿Cómo comenzó todo esto?

- ¿A que te refieres?

- A como el odio se trasformó en amor

- No lo se

Un muchacho rubio abrazó a una pelirroja, apoyándose sobre su espalda, mientras ambos ojos miraban al estrellado y despejado cielo, los corazones de los dos empezaron a latir al mismo tiempo.

- Siempre estaré a tu lado – le dijo tras ver cruzar una estrella fugaz por el cielo – siempre estaré a tu lado Virginia.

- Nunca olvidare este momento – pensó Ginny poniendo sus manos sobre las de él, sintiéndose una sola persona, fundida, con el mismo corazón ambos, latiendo a un solo compás.

- La guerra acabará algún día…

- … Y juntos estaremos – terminó la muchacha, sintiéndose segura en los brazos del otro.