CAPÍTULO 2: UN GRAN DÍA

En ese momento Petunia, no pudo soportarlo mas y se desmayó, dando un golpe seco en el suelo.

-Petunia!! Petunia!! –gritaba tío Vernon mientras se dirigía corriendo hasta su mujer

            Mientras, Harry aprovechó la ocasión, para llevarse a Sirius hasta su habitación.

-Sirius!! Que haces aquí??!! –dijo Harry cerrando las cortinas rápidamente para que nadie los pudiese ver

-Que pasa??! Es que no puedo ni ver a mi ahijado? –dijo con cara de perrito

-Claro, pero no es un poco arriesgado?

-Mmm… si, supongo, pero como he venido a ver una amiga que esta en esta zona… pues he aprovechado para venir a verte… -dijo mientras observaba la habitación en la que estaba Harry- Esta es tu habitación?

-Si… pero… que amiga tuya vive en esta zona??

-Eres un entrometido lo sabías, es una amiga que conocí en el colegio… que desastre de habitación… -dijo meneando la cabeza- tendré que hablar con tus tíos… -Harry negó con la cabeza, sabía que su padrino no le diría nada más.

-Tienes hambre? Te puedo preparar algo para comer…

-De verdad?? –dijo con ojos brillantes

-Claro… es que en casa del profesor Lupin no comiste?

-Por supuesto que comí… pero para venir aquí he tenido que hacer un viaje un poco largo, y he tenido que volver a comer ratas

-Puaj… como puedes comer eso?

Sirius solo se encogió de hombros, mientras aguardaba a Harry en su habitación, a que le trajese algo para comer. Esperó unos momentos a que el chico abandonara la habitación, para volver a transformarse en perro y seguirlo.

Cuando Harry entró en la cocina, tía Petunia ya estaba consciente de nuevo, aunque sentada en el sillón, con la cabeza hacia atrás, y con un paño en la frente. Cuando tío Vernon vio que Harry entraba solo en la cocina, se abalanzó hacia él.

-Como te atreves a traer a ese… ese… ese delincuente a esta casa??!!! –estaba rojo de ira, y escupía con cada palabra que salía de su boca

Harry no contestó, solo bajó la cabeza. Sabía que su tío reaccionaría así pero tampoco lo culpaba. Antes que alguien mas hablara, se oyó un potente ladrido, que heló la sangre de los Dursley. Tío Vernon giró la cabeza lo suficiente como para ver al gigantesco perro negro que enseñaba los dientes y que además gruñía. Harry no sabía muy bien que hacer, intentó calmar a Sirius tocándole la cabeza, pero como no resultaba, cogió lo que tenía más a mano, algunas frutas, y se llevó como pudo a Sirius hacia su habitación otra vez.

-Hocicos… por favor! No lo hagas mas difícil… -le dijo Harry, viendo como su padrino volvía a su forma humana

-Pero si tu no tienes la culpa!! Como vuelvan a alzarte la voz… te aseguro que les echo un maleficio!!

Harry sonrió, sabía que Sirius era muy capaz de hacerlo, y además de esta forma, sus tíos, seguro que aun temían mas a su padrino.

-Toma –le alargó las frutas- Es lo único que me ha dado tiempo a coger

-Gracias

Harry se fijó mejor en su padrino, parecía mucho mas saludable, aunque esos ojos embotados, como de hechizado, le recordarían siempre su estancia en Azkaban. El color había vuelto a su cara, y los huesos de la cara ya no se le marcaban tanto. Supuso que en casa del profesor Lupin, había comido mejor. Aunque su túnica seguía siendo la de siempre, sucia y gastada. Harry decidió en ese momento que le compraría una nueva cuando fueran al Callejón Diagón.

-Y cuanto tiempo te quedaras? 

-Mmm… pues… dentro de 4 o 5 días me iré… aunque no te preocupes, muy pronto nos volveremos a ver –dijo viendo la cara de desesperación de Harry- antes de lo que te puedas imaginar –sonrió

Aunque a Harry le decepcionó que su padrino le abandonara con tanta rapidez, aunque la noticia que lo volvería a ver pronto lo alegró un poco, además Sirius estaría para cuando él cumpliera sus 15 años, algo muy especial para él.

            El día pasó rápido para Harry, con su padrino en casa, los Dursley lo trataban menos mal que de costumbre, además que habían dado de comer a Sirius, aunque este se paseaba por la casa en su forma animal.

            Pronto fue de noche, y Harry, con el Sirius perruno sobre la alfombra de su habitación, fue a dormir, sin pensar siquiera en la última prueba del torneo.

Esa noche, nuevamente, tuvo una pesadilla en la que veía a sus padres morir delante de Voldemort, y luego, vio como surgían de nuevo de la varita del mago tenebroso. Se levantó de repente, con un sudor frío en la frente.

Sirius, alertado por el ruido, se despertó, dándose cuenta de lo que le pasaba a su ahijado, tomó su forma humana, y pronto tenía a Harry abrazado con fuerza, con la cabeza del chico en su pecho.

            Harry se sorprendió, nadie nunca había hecho eso por él, pero al estar entre los brazos de su padrino, se sentía cómodo y protegido, de igual manera que cuando estaba cerca de Dumbledore. De esa forma, pronto se calmó.

-Gracias Sirius –dijo con la cabeza enterrada en el pecho de su padrino

-Supongo que tuviste una pesadilla… sobre la última prueba del torneo no?

-Si… -Harry dudó antes de contestar- Pero también sobre como murieron mis padres

Sirius se estremeció. Al igual que su ahijado, él también se culpaba por la muerte de alguien, de su mejor amigo y de Lily, también muy buena amiga.

-No se exactamente lo que sientes cuando tienes estos sueños… pero te puedo decir que yo también tuve muchos de esos cuando estaba en Azkaban… -sacó a Harry del abrazo, pero no lo miró, dirigió su mirada a la ventana con las cortinas corridas- Como no era un recuerdo feliz, los dementores no me lo podían absorber… -la súbita voz de su ahijado lo sobresaltó

-Cuando se me acercan los dementores… -bajó la cabeza, pero notaba la mirada de Sirius en su nuca- oigo a mi madre… como gritaba para que Voldemort no me matara… y que en cambio la matara a ella… en una ocasión, llegué a oír a mi padre -de nuevo Sirius, envolvía en un abrazo protector a Harry

-Lo siento… lo siento tanto… todo fue por mi culpa… si yo no le hubiera pedido a James que hiciera guardasecreto a Peter… tu… aun tendrías padres –le corría una lagrima por la pálida mejilla, mientras se intentaba tapar con una mano la cara

-Yo no te culpo… no lo podría hacer… -quitó la mano de Sirius de su cara, para verle los ojos, ojos brillantes por las lagrimas- se que lo hiciste por ellos, creías que era lo mejor…

-Gracias Harry… -dijo mientras abrazaba a su ahijado de nuevo- sin que tu no me disculparas, no sabría si podría seguir viviendo… fue muy duro… pero saber que tu no me culpas… hará que quiera vivir y coger a Peter para poder tener una vida normal… -Harry se separó un poco de su padrino, para poder verle de nuevo los ojos, esperando algo mas, Sirius lo notó, porque siguió hablando- Y por supuesto, si quieres, cuando sea libre, podrás venir a vivir conmigo…

Harry sonrió, y lo hizo sinceramente, algo que su padrino no había visto desde que lo dijo la primera vez a Harry que si quería ir a vivir con él. Sirius de nuevo envolvió a su ahijado entre sus brazos, y empezó a contarle "batallitas" de cuando él y sus padres eran jóvenes e iban a Hogwarts. Harry se quedó dormido entre los brazos de su padrino, mientras éste le tocaba suavemente el pelo.

            Cuando Harry se despertó de nuevo, se había librado por fin de la pesadilla de la muerte de sus padres, al menos por una noche. Miró a un lado, y pudo notar a un enorme perro dormido que estaba estirado en su cama. Sonrió. Decidió que hoy que su padrino estaba en casa, haría de nuevo el desayuno. Se cambio sin hacer ruido, y bajó para preparar la comilona. Antes de que pudiera empezar a freír los huevos, notó que Sirius estaba a su lado, en su forma perruna, aunque rápidamente esto cambió.

-Espera un momento… lo haré yo –sonrió ante el asombro de Harry- piensas quizás que no se cocinar? –Harry negó con una sonrisa- Bueno… no se cocinar como los muggles… -mientras le picaba un ojo al joven

            Sirius llevó a Harry hasta la mesa y lo sentó en una silla. Éste por el rabillo del ojo vio a los Dursley que se estaban acercando a la cocina. Sirius no lo había notado, ya que tenía los ojos cerrados, mientras murmuraba algo con las manos extendidas sobre la mesa, donde había puesto toda clase de cacharros para cocinar además de los alimentos que Harry supuso que usaría. De repente, y ante el asombro de Harry, y de los Dursley que no se habían atrevido a entrar al ver al hombre delante de la mesa murmurando algo, todos los ingredientes se mezclaron entre si, mientras los cacharros se movían solos, haciendo un suave tintineo.

-Como lo has hecho sin varita?? –Harry tenía los ojos como platos, pero como contestación, Sirius solo sonrió

-Quizás lo descubras algún día –miró la cara asombrada de Harry y agregó- A comer!!

Y es que realmente, el suave tintineo ya no se oía. En lugar de los cacharros, en la mesa había un festín, mientras los útiles de cocina se limpiaban solos en el fregadero.

Los Dursley estaban aterrorizados ante lo que acababan de ver, se habían quedado petrificados en la puerta de la cocina, sin saber que hacer. Sirius los notó, y aunque dirigió una mirada severa y llena de odio a los tres, los invitó con un gesto mudo para que se sentaran en la mesa. No se movieron durante un rato, mientras Sirius y Harry disfrutaban de la comida, pero finalmente el estomago de Dudley pudo mas y se sentó a devorar lo que tenía mas a mano. Cuando Harry y Sirius estuvieron tan llenos que no les cabía nada mas en la boca, retiraron sus platos, poniéndolos en el fregadero, donde aun se auto-lavaban los cacharros, ante la cara espantada de tía Petunia, y subieron de nuevo a la habitación de Harry, aunque Sirius nuevamente había tomado su forma perruna, para que el chico pudiera correr las cortinas y abrir la ventana.

Harry no quería que se terminara el día, pero como todas las cosas buenas, pronto fue de noche y se tuvo que ir a dormir ante la insistencia de su padrino.

**Fin del capítulo 2**

Bueno… y que os ha parecido?

Un poco corto no? Tranquilos, que cada vez se hacen mas largos ^_~

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Kiss, Silverstar

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