Título: Reencuentro

Autor: Vania Hepskins vaniah2000@yahoo.com o Jun para acá la raza.

Pareja(s): Legolas/Aragorn

Clasificación: PG-13 a NC17

Resumen: Legolas es acusado de un asesinato, Aragorn le persigue, ¿renacerá lo que alguna vez compartieron?

Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre/hombre, mas bien hombre/elfo. Si no te gusta tal tipo de género, por favor no le leas.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.

1. Búsqueda

El ataque había sido fuerte y Aragorn no puedo evitar la caída, sus tropas habían sido asaltadas por varias criaturas oscuras cuando realizaba su primera visita al Bosque Negro desde su coronación, su amado hijo Eldarion ya cumplía 4 años de edad y el padecimiento tan largo que Arwen había sufrido por espacio de 1 año había terminado con su vida hacia ya meses, no había tenido mas que la posibilidad de disfrutar de su pequeño mas que 2 años.

Aragorn caía al río, sin sufrir mas daño que el de flotar por algún tiempo antes de perder el conocimiento, el rápido oleaje del río le impedía el hundimiento, alguien desde la orilla le observó al pasar cerca de él y al ver que se trataba de un mortal, se hecho a nado con la intención de rescatarlo, largos cabellos rubios nadaban en dirección de Aragorn tratando de tomarle por el cuello, de evitar su daño o hundimiento.

No se había sentido bien desde la muerte de su amada Arwen y deseaba encontrarse con esos amigos que había forjado durante la guerra contra el oscuro por el anillo único, en especial con cierto joven elfo del bosque Negro. La fiebre había empeorado un poco su salud al salir de su reino, pero no le impedía seguir tan lúcido y fuerte en la carga, simplemente exigió demasiado a su cuerpo y cayó abatido por el golpe en el pecho de aquel orco.

Le tomó del cuello, procurando colocar el rostro del mortal sobre la corriente, con gran esfuerzo le llevó sano y salvo a la orilla donde pudo inspeccionarle con más detenimiento.

No le había reconocido, las extrañas ropas reales que llevaba, la ausencia de esa barba que le recordaba en aquellos tiempos, el ensanchamiento de hombros, la majestuosidad que había ganado, aquellas pocas líneas blancas cerca de sus sienes, ocultas por el largo del cabello, todo en él había cambiado para su beneficio y el salvador mostró una sonrisa de satisfacción al reconocerle, mas algo no se encontraba bien en el mortal, su respiración era difícil, había dejado de respirar y podría morir en cualquier momento.

- ¡Aragorn! Aragorn ¡Despierta! – exclamó el extraño personaje tratando de reanimar al mortal.

Al no obtener respuesta de el, inclinó la cabeza del mortal hacia atrás, abrió su boca y después de descubrir su rostro, pegó sus labios a los del mortal tendido ante él, soplo con entusiasmo, y espero respuesta, volvió a soplar mas esta vez cerró su vías nasales y vio como su pecho se ensanchaba, inspiró una vez mas hasta que pudo constatar que el mortal lo hacía por si mismo, lo colocó de costado para que el agua tragada pudiera salir.

- ¿Cómo se encuentra, su majestad? – preguntó dejándole respirar.

- Yo... ya...estoy bien.. – respondió el soberano cerrando sus ojos para aspirar con fuerza sin voltear a ver a su acompañante – Gracias.. gracias..

El desconocido se encontraba todo cubierto, tenía los suficientes motivos para desear que nadie le reconociera, ni siquiera él. Solo sus hermosos ojos azules podían ser vistos y aun con mucha dificultad pues trataba de no mirar a su interlocutor de frente, su cabello y orejas las cubría con la capucha negra que había vuelto a su lugar, la voz incluso la hacía mas suave y baja, casi un susurro se podía decir.

- ¿A quien debo mi salvación? Dime tu nombre que sabré recompensarte.

- Mi nombre en este momento no interesa, un amigo podría llamarme. Ahora que se encuentra a salvo, debo partir – respondió el alto desconocido poniéndose en pie.

- ¡Alto! Te ruego me digas tu nombre, deseo saberlo si te consideras amigo del rey.

- Usted no es mi rey y no me veo obligado a tal..Con su permiso

- ¡Me debes respeto! – exclamó Elessar tomándole del brazo impidiéndole la partida.

- No se lo he faltado, incluso me atrevo a decir que obtendría algún favor suyo.

- Me insultas al no decirme tu nombre

- Que el favor ganado compense ese insulto, señor mío, ahora.. me despido

Avanzó unos pasos, tomó su bolso de viaje y apago las últimas brazas de su campamento. Saludo al rey que se ponía en pie y salió con paso seguro hacia el sur, al contrario del camino que el llevaba, parecía trotar con ligereza como había visto hacerlo a los elfos, pues ni una huella perceptible a otros ojos que no fuera la suya de montaraz las habría notado.

El desconocido siguió su camino, sabía bien que Aragorn sería encontrado por sus tropas que no se encontraban lejos de allí, pues algunos desde la cima habían visto el rescate por parte del elfo, no quería interrupciones en su cacería, no debía perder tiempo en re encuentros, a pesar de lo mucho que le alegraba en volver al ver al regidor de gondor.

Pero allí estaba, sabía a que lugar dirigirse, seguir aquellas pistas se lo confirmaban, debía ser alguna especie de refugio, y le debía encontrar.

Aragorn se puso en pie, tratando de tomar un poco mas de aire cuando escucho los cascos de caballos acercándose a él, Soberath debía llegar en su busca, un noble guerrero de Gondor que había estado con el rey desde su coronación,

- ¡Su majestad! ¿Se encuentra bien? – preguntó Soberath parando su caballo cerca al soberano.

Otros caballeros llegaron detrás de él con las espadas listas por si se ofrecía.

- Si, Soberath, estoy bien, un hombre me ha salvado

- Mas ¿dónde esta señor? No vimos hombre alguno cerca de aquí.

- A huido hacia el sur.

- ¿quiere que le sigamos señor?

- No, debemos llegar esta noche al reino del Bosque Negro, deseo estrechar hoy la mano de Legolas.

- Bien señor.

Un caballero trajo de la brida el caballo del rey, Hasufel aquel caballo de antaño aun le acompañaba mas no le corría, le trataba con cariño, le daba buena alimentación y ejercicio, el montarle le recordaba los viejos tiempos, cuando un enano y un elfo le acompañaban.

Siguieron al norte, lejos de la ciudadela que le vio eregirse como rey de Gondor, del reino de los hombres libres. Sólo había pasado una hora desde aquel incidente con los orcos, cuando encontraron un jinete elfo acercándose en rápida carrera hacia ellos, el rey ordenó el alto.

- ¡Paso! ¡Pide paso caballeros!

- ¿Puedo saber quien le pide paso al ejército de Gondor? – preguntó Soberath

El elfo detuvo su carrera, y asombrado saludo a las tropas frente a él. Se le veía muy agitado tal como si persiguiera o diera caza a alguien más. Aragorn dirigió su marcha a él, los guardias se mantenían alerta de cualquier movimiento sospechoso.

- ¿Quién eres? – preguntó Elessar

- Farrasil hijo de Faroun, pido a ustedes paso, me es indispensable seguirle la pista al asesino de nuestro príncipe heredero.

- ¿Asesino? – preguntó Soberath intrigado uniéndose al rey - ¿quién a muerto?¿de donde vienes? ¡Habla!

- Vengo del reino del Bosque Negro, Gladel, hijo de Thranduil y heredero al trono, ha sido asesinado vilmente y me han ordenado seguir pista al asesino. ¡Denme paso por favor!

Aragorn palideció, tal vez aquel que había encontrado, que le había ayudado en el camino sería el asesino, que tonto había sido al dejarle escapar, indico con una seña a Soberath dejarle en libertad, el elfo asintió con la cabeza y siguió su marcha a todo galope, sin ni siquiera mirar atrás.

- Soberath, no podemos seguir debemos regresar y ayudar en su búsqueda, yo mismo se por donde seguirle.

- ¡Pero mi señor! Estamos muy cerca del reino y los hombres necesitan descansar, usted mismo no se encuentra en buen estado!

- Mi mal crecería si viera a Legolas sin haber hecho lo posible por aliviar su dolor, vamos Soberath, lleguen ustedes al castillo, yo solo me basto para seguir el rastro de ese asesino.

- No señor, me es imposible dejarle solo,  ¡iremos con usted!

- Somos demasiados, Soberath, puedes acompañarme mas los demás deben llegar y presentar mis condolencias a Legolas y sus hermanos

Y diciendo esto el rey de los hombres se alejó del grupo, no importándole el disgusto causado en Soberath, quien ordeno que 10 hombres le acompañaran mientras los restantes seguían hasta el reino de Thranduil.

La fiebre había invadido el cuerpo de Elessar, mas su inteligencia y clarides en el camino no habían sufrido alguna baja, casi podía adivinar el camino de aquel personaje que le brindó ayuda, la tarde iba cayendo y creyó que no sería prudente en descansar, algo le decía que su presa no lo haría.

- Creo que Farrasil a seguido el mismo camino que he elegido, buen cazador debe de ser, ¡vamos Soberath!

- ¡Mi señor! Tomé uno de los caballos frescos, creo que Hasufel necesita descanso.

- Hasufel no querrá perderse de esta aventura, ¿cierto amigo? – preguntó el rey dando pequeñas palmadas al caballo quien como animal inteligente le respondió con un relincho de aprobación. – vamos Soberath, lo mismo avanzaré contigo o sin ti.

- ¡Señor!

Así continuaron por la noche, sin descansar pero con mas calma, el trote había pasado a galope, calma en los alrededores, solo pequeños prados, algunos montes y llanuras a su alrededor, la luna sobre ellos era benevolente y les mostraba el camino.

Atravesaban un pequeño claro, cuando a lo lejos pudieron observar los destellos de luz que se producían al chocar las espadas, Farrasil debió haber dado con su presa, quien parecía defenderse muy bien.

- ¡Detente Farrasil! – exclamó el presunto asesino

- No, debe usted venir conmigo, .. ¡No importa si es a la fuerza! ¡Asesino!

- Yo no lo hice, ¡Escucha!

- ¡Asesino! – gritaba Farrasil atacando con la espada sin piedad.

- ¡Farrasil! – exclamó el duelista, mas su mirada penetrante pudo observar gracias a la luz de la luna, que a lo lejos se acercaban varios jinetes, hombres a su parecer, uno de ellos, el que iba a la cabeza era fácil de reconocer - ¡Farrasil! ¡Detente!

Y diciendo esto dio un golpe certero en el brazo al cazador, cuidando de no herirle mortalmente. El dolor hizo caer al joven perseguidor soltando la espada.

- ¡Maldito! ¡Mátame ahora como lo has hecho con mi señor!

El vencedor le miró con tristeza, envainó su espada y trepo por aquellas rocas frente a él, tratando de perderse de vista, mucho debía de continuar y nadie le impediría seguir su camino, ni siquiera ese montaraz ahora coronado.

Llegó Aragorn en compañía de Soberath, ambos bajaron de sus caballos para asistir al joven elfo de cabellos negros que yacía arrodillado en el piso cubriendo su herida con la mano sana.

- ¡Farrasil! ¿te encuentras bien?

- Si, mas el maldito ha escapado, ha subido por aquellas rocas, no debe de estar lejos, síganle por favor, mas denme la oportunidad de llevarle con mis señores con vida.

- Soberath, cuida de Farrasil, yo iré tras él.

- ¡Mi señor! – exclamó Soberath sorprendido, no había tenido la oportunidad de ver a su rey en campaña y solo había escuchado de buen grado todas la historias contadas de él en la guerra del anillo.

Vio a su rey subir con agilidad la pendiente, como si sus manos y pies conocieran el camino, rápidamente se perdió a su vista.

"Alguien esta cerca de mí, ¿será posible?"

Seguía la presa su camino, ágilmente, tratando de cubrir como el zorro su rastro, mas se las había con alguien cuya habilidad había sido comprobado a lo largo de los años, con un vencedor de las guerras oscuras.

La Luna no le ayudaba y no había mucho lugar entre las rocas para ocultarse, llegaría el momento de enfrentarle y es lo que temía, no quería herirle ni tampoco salir lastimado. Pronto llegó a un callejón sin salida, solo rocas se erguían a su alrededor.

- ¡Detente! ¡No sigas a menos que desees morir por mis flechas! – advirtió Aragorn tensando su arco y colocando su flecha en él.

"Eso es imposible ¡No he de morir por mi mismo elemento"

El elfo no se detuvo mas al sentir en el aire cambiar, tomó su arco y apuntó a Aragorn, disparó y ambas flechas se encontraron rompiéndose con un sonido seco. Elessar quedó impresionado de la maestría con que se ejecutó aquel tiro, aún en la noche el asesino debía de tener buena vista, no le quedaba mas duda, un elfo debía ser su presa.