Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación
CAPITULO 2
Sin tomar un respiro mas que para guardar su arco, siguió el asesino su camino por las rocas, Aragorn no se atrevía a tirar de nuevo, quería agarrarle con vida, tal y como le pidió Farrasil, asi que le siguió entre ellas.
"No he perdido la pista y tal vez puede perderle a él, mas no será aquí el donde, pues no hay lugar donde esconderse. Mucha ventaja me lleva y no deseo perderle"
- ¡Detente! –exclamó Elessar sin descanso alguno, sus piernas se conservaban fuertes gracias a las practicas que hacía, sus brazos dispuestos y todo su cuerpo en gran forma, tal parecía que había pasado solo unos días desde aquellos oscuros.
La presa no respondió, solo volteo para medir su distancia, aún le llevaba ventaja mas no le podría perder de vista, aquellas rocas eran grandes y de muy diferentes formas, en algunas estuvo a punto de caer y temía que su perseguidor perdiera el paso.
- ¡He dicho que te detengas! ¿No has escuchado? – gritaba Elessar sin dejar de subir, sin dejar de escalar aquella enorme roca.
"Si piensa que le haré algún caso debe de haber enloquecido"
- ¡Alto! ¿eres sordo?
A nada respondía el perseguido, su meta era mas importante que un rey con mala disposición. No iba a darse a conocer y ni él ni nadie lo detendría. Aragorn se estaba exasperando, ¿que elfo sería este que no hacía caso a sus advertencias?, muy tonto debia de ser para enfrentarse al heredero de Isildur, al gran soberano de Gondor, mas muy diestro con el arco al parecer, obstinado como solo uno que conocía, y valeroso como el mismo.
Subían y bajaban sus pies varias veces tropezaban , mas siendo elfo su equilibrio era mejor, el mortal ya estaba cansado de aquellas correrías y poniendo mal un pie su pisada le perdió al orilla de un enorme pico.
- ¡Demonios! – exclamó el mortal enfadado, ambas manos las tenía ocupadas tratando de aferrarse, a sus pies no había buena vista, un sin fin de rocas puntiagaudas apuntaba a el
El apresor había dado un mal paso y no le hubiera importado a la presa a no ver que su vida corría de nuevo peligro.
"¿Acaso no puede cuidarse solo? ¿tendré que asistirle de nuevo?"
Muy a su pesar el elfo regresó hasta donde se encontraba el montaraz, no se acercó al filo pues esperaba una trampa por parte de su oponente.
- ¿Vas a dejarme morir? – preguntó el soberano enfadado, sus brazos no soportarían mucho y no había ningun punto de apoyo que le ayudara a subir.
No respondió de nuevo el elfo y se perdió a su vista
- ¡Eres un asesino! – gritaba el rey enfadado - Caro pagaras la muerte del soberano Rey de Gondor, ¡Mis tropas te seguirán y tu...!
Un cuerda elfica había caído a su lado interrumpiendole. Elessar le tomó y se aferró a ella como al ultimo aliento. Subió sin ayuda alguna, el elfo le miraba desde la cima, en lo mas alto de las rocas, al ver que se encontraba a salvó, desapareció.
- ¡Maldición!
Una vez mas debía su vida al desconocido, el haberle salvado en dos ocasiones haría mas dificil su captura y castigo, el mismo le hubiera perdonado si la falta no hubiera sido tan grave, imaginaba el dolor que Legolas sentiría en ese momento y eso le nublaba la mente llenandole de puro odio y coraje hacia su caza.
Continuo avanzando, ya sin mirar detrás pues sabía bien que su perseguidor llevaba desventaja, una vez saliendo de aquellas piedras, el camino sería mas sencillo al atravesar un bosque donde se encontraría en su elemento, solo unos pasos mas y saldría de alli.
- ¿Crees que podrás escapar de mi? – preguntó una voz gruesa arriba de donde el se encontraba, Aragorn había optado por el camino alto en vez del seguro y sencillo que el habia tomado. Miro el elfo hacia donde se dirigía la voz para encontrarse con que un cuerpo caía sobre él.
Cayeron sobre varias rocas y el mortal expulso un pequeño grito de dolor, nada dijo el asesino y se puso en pie mas rapido de lo que al mortal hubiera esperado.
- No insistas.. – fue lo unico que dijo el asesino poniendose en defensa con su daga en mano.
Elessar le miraba mientras se encontraba en el suelo, había probado la compasión del elfo y podría recurrir a eso de nuevo, sacó una mano de entre su ropas y vio la sangre que estaba impresa en ella, un gemido de dolor salio de sus labios, el elfo se detuvo, no ataco y no estaba mas en defensa
- ¡Oh! Demonios! – gritó Elessar con enojo al ver la mancha roja - ¡oh!
El elfo sabía bien de la audacia del rey de Gondor, sabía que con un montaraz no se podía confiar, pero tampoco podía decir que esa herida fuera falsa, con la poca luz de la luna su vista podía engañarle, la caída pudo hacer que algún arma se enterrara en sitio indeseable.
- ¡Ah! ¡Mi pecho! – se quejaba el montaraz.
Guardó su daga el elfo y se acerco con mucha cautela, el mortal seguía tirado, bien podría tumbarlo y hacerle presa facil.
"No me hagas dañarte Elessar"- ¿se encuentra bien? – preguntó el asesino agachandose cerca de él mas no tanto que le alcanzara mano alguna.
- Mi pecho.. creo que la empuñadura de mi espada debio ..
Rápido como pudo, Aragorn lanzó una cuchillada al asesino quien logró casi esquivarla, una pequeña herida le había tocado en el pliegue de inicio de la pierna.
- ¡Oh! – exclamó el elfo mirando sangrar aquella parte, sintió el peso nuevamente del mortal sobre él y mientras una mano le sujetaba del cuello la otra le amenazaba con la misma daga que le había herido.
- ¡Por fin, maldito! Vas a pagar con tu vida la sangre preciosa del príncipe
- Aragorn... – respondió con sutileza el elfo impresionando al soberano
- ¿cómo me llamaste?
Tiro a Elessar con fuerte empujon para ponerse en guardia de nuevo frente a él. Que campo de batalla tan mas dificil, mas alguna ventaja tendría si con su habilidad pudiera subir a la roca mas alta para perderse de nuevo, pero debía inmovilizar antes al montaraz que le hacia perder mucho tiempo.
- ¡Ah! ¿quieres pelear? – preguntó el mortal confiado - ¿No sabes a quien te enfrentas?
"Siempre tan arrogante, como si todo el mundo debiera conocer al rey de Gondor"
- ¿Nada dices? – volvió a interrogar tratando de adivinar el daño que le había causado, no debió de ser mucho mas de vez en vez el asesino ponía su mano en su pierna como para calmar el ardor, molesta debía ser la herida. - ¡Ven aquí!
Ambos se encontraron liados en franca batalla, no era la intención del elfo el dañarle mas lo que lo suficiente para dejarle inconsciente, pero no podía decir lo mismo del mortal, que le miraba con ojos llenos de profundo odio.
Se tomaron de los brazos tratando de hacer caer al enemigo, sus piernas se perdían evitando el contacto entre sí, uno debía de caer quedando en desvantaja, pero ningun lado ofrecía punto debil, sus ojos se encontraban, dificilmente podría decir Aragorn de que color eran los de su contricante mas había algo extraño en su mirada.
- Lo siento, Aragorn..
- ¿De nuevo me llamas así? ¿Por qué lo sientes? ¿qué..
Tumbo el elfo al mortal haciendole pasar sobre su cabeza haciendo que su capucha cayera sobre sus hombros, cayó Elessar sobre unas rocas que pegaron en su cabeza, semi inconsciente advirtiendo antes de su oscuridad, unos cabellos blondos y largos cercanos a él, quiso reconocerle, decir su nombre, un sueño, una ilusión, mas perdio el conocimiento.
La capucha volvio a tomar su lugar y despues de reconocer que el mortal no había sufrido alguna herida mayor que una contusión en su cabeza siguió su camino.
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Los días en el reino del Bosque Negro pasaban sin problema, todo era tranquilidad pues los días del oscuro habían pasado y las sombras empezaban a retirarse de aquel lugar para retomar el verde de miles de años pasados.
Las noticias de la reina Arwen habían dolido mucho a su gente, Thranduil en esos días se estaba preparando para hacer caso al llamado del mar, pocos habían de acompañarle y al recibir tan trsite noticia, aplazó su salida para ir a presentar sus condolencias al soberano rey de gondor, su hijo mayor, Gladel, le acompañó para tal ocasión pues a parte de ofrecer su pesame, le presentó como futuro gobernante del reino del Bosque Negro.
Los funerales de la reina elfa fueron majestuosos y tristes, se podía ver al rey tomado de la mano de un joven príncipe de 2 años que no entendía bien lo que pasaba en aquel momento, no entendía por que su amada madre yacía dormida rodeada de flores y todos clamaban oraciones pidiendo el favor de los Valar para la reina caída.
Gladel pudo constatar la majestuosidad del rey, el fuerte temple y carácter que tuvo en esos momentos, y la sencillez y humildad para no avergonzarse de las lagrimas que caían en sus mejillas en el momento del ultimo adiós, y beso calido y sereno se imprimió en aquellos labios fríos sellando el pacto de unión que ahora les alejaba.
Legolas se había quedado al frente del reino, triste y meditabundo caminaba por los pasillos del reino, esperando noticias de su antiguo amigo, sabía el dolor que debería estar sufriendo por la perdida de Arwen, el mismo lo sentía, tanto le quiso como si se tratara de una herman, pues desde muy niños se habían conocido, tanto él como sus hermanos, tanto Arwen como los gemelos.
Erynol y Eredhil sus hermanos menores quedaban con el
Gladel como mayor hijo y futuro gobernante del reino de Thranduil era muy diferente a sus hermanos, mas serio, no conversaba mas que de lo imprescindible con ellos, les quería profundamente pero pocas veces se los hacía saber, muchos asuntos ocuparía su rubia cabeza cuando su padre no estuviera allí como para dedicar algún tiempo al juego de sus hermanos, y eso no fue solamente en la adultez, cuando su padre estaba en sus preparativos, no, eso lo había manifestados siglos antes, cuando aun era un niño. Su gran altura, fuerte complexión aunque delgada le hacia sobresalir entre las multitudes, hermosas facciones en su rostro aunque de expresión seria y formal.
Legolas siempre le seguía, le quería mucho por la responsabilidad y carácter que mostraba en todas sus acciones y decisiones, aprendía mucho de él, fue por el que se inspiró a ser mejor con el arco y la espada, su hermano mayor a su parecer, era bueno para la politica, el manejo de la corte y del reino, él, él solo se dedicaría a la estrategia, al arte de la batalla y a mejorar esas habilidades tan admiradas por todos, no se consideraba muy apto para la dirección del reino, para eso estaba su hermano Gladel y daba gracias a Elbereth por ello.
Erynol y Eredhil eran los dos que seguían a Legolas, Erynol tenía una diferencia con Legolas de 192 años, y entre él y su hermana menor había una diferencia de 305 años.
Erynol se dedicaba en hacerle la vida dificil a su joven y dulce hermanita, como aún la consideraba joven para el matrimonio, le espantaba cual celoso hermano cualquier elfo o mortal que le mirara con ojos de extraña expresión. Su cabello rubio cenizo no brillaba como el de sus hermanos, mas le hacia ver atractivo la forma en que se lo trenzaba, dejando caer algunos mechones a los lados de su cara y recogiendole en una cinta por detrás, asi era el joven Erynol a la edad de 3064 años, sus conquistas amorosas le habían ganado alguna clase de respeto y no había dama elfa en el reino que no le suspirara y pusiera ojos tiernos al pasar, su mas fuerte contricante, quien había ganado mucho terreno despues de su llegada victoriosa de la guerra del anillo, era su propio hermano Legolas, mas no le importaba, siendo su hermano, bien podía elevar el orgullo de la familia con algunas conquistas.
Eredhil era de constitución fina, delgada y hermosa como princesa de cuento de fantasía, con hermosos bucles de cabello rubio cayendo en su espalda, con dos trenzas delgadas que partían desde sus sienes uniendose detrás de su nuca en un hermoso prendedor en forma de flor de plata. Joven y soñadora Eredhil compartía sus días con amigas en el reino, con el arte de la pelea al lado de su hermano Legolas, practicaban el arco y la espada, y alguna que otra vez protagonizaban alguna pelea insignificante por haber tenido el error Legolas de manchar su vestido con lodo o de deshacer su peinado. Legolas se divertía mucho con ella y le gustaba hacerla enfadar, para eso, pensaba él, estaban los hermanos.
A la llegada de Thranduil del reino de gondor, todo fue arreglado para su partida, Gladel quedaría al frente el del reino, con la bendición de su padre y aprobación del consejo real, trsite fue la despida de la familia, mas sabían que en un futuro distante todos seguirían aquel camino y esperaban que llegara con felicidad el día de su re encuentro.
Cierta mañana un comerciante se presentó a las puertas del reino, ofreciendo las mas exquisitas telas y adornos que alguna vez soberando alguno pudiera encontrar, Dommo era su nombre, alto, de espalda ancha, cabellos y ojos de color oscuro, mirada penetrante y atrevida, barba cerrada que le hacían parecer un poco mayor, mortal enteramente debía pasar por la edad de 35 a 40 años, Gladel se había excusado de recibirle diciendo que tenía en esos momentos visitantes de otros reinos que debía atender personalmente, mas sus hermanos podían conversar con él y tal vez hacer algun trato.
Erynol y Eredhil se presentaron en aquel salón donde el mercante había puesto lo mejor de sus telas en la gran mesa del centro, dorados exquisitos, azules como el cielo, verdes esmeraldas, blancos color marfil, seda, algodón, terciopelo se veían en su esplendor.
Eredhil quedo maravillada con cierta seda de color azul que tan bien le sentaba a sus ojos, Erynol prefiría el tercipelo verde con bordado dorado en las orillas que encontró en otro pliego. Dommo les miraba complacido, buena venta podría hacer en aquel lugar, solo a lo mas selecto de la gente les vendía sus mercancías, la maravillosa tez de Eredhil le cautivo, nunca piel tan hermosa había visto sus ojos, mas el personaje que venía entrando le causo mas asombró, Legolas venía entrando despues de terminar su practica de espada y arco.
Su cabello le caia sobre las sienes, un poco agitado y lleno de polvo el traje, el mediodía caía y su hermana no se había presentado.
- Eredhil, te he estado esperando y no te presentaste a la practica
- ¡Oh! Lo siento hermano, pero este buen señor nos ha traído telas tan exquisitas, ¡mira!
Legolas se acercó a la mesa mas el hermano le interumpió
- No vayas a llenarles de polvo, hermano.
- No te preocupes Erynol, solo he venido a ver lo que a mi hermana pudo interesar mas que la practica – y viendo lo sencillas y coloridas de las telas agregó- .. al fin es mujer.
Dommo se le acercó y le mostró un hermoso pliego de terciopelo negro con finos bordados plateados, le inspeccionó el rostro y notó lo agradable que el joven elfo era, muy diferente del elfo juguetón llamado Erynol que atractivo y jovial, no inspiraba a su persona la atracción y fascinación que el recién llegado.
- No gracias, no deseo ver mas, debo ir a asearme.
Una mirada elocuente siguió los pasos de Legolas hasta que se perdió por la puerta sur del salón.
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