Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación.
CAPITULO 3
- Muy bueno días su alteza – dijo Dommo haciendo una reverencia a un Legolas que salía temprano de sus habitaciones para tomar sus alimentos
- Buen día, caballero.. Disculpe que no mencione su nombre yo..
- Dommo, Dommo me llaman mis amigos..
- Mas tal vez no sea correcto que le..
- Llámeme Dommo.. su alteza – repitió haciendo una sencilla reverencia
Así bajó Legolas las escaleras de madera para encontrarse en el comedor real donde ya estaban sus hermanos esperándole.
- Buen día – saludaron los hermanos, incluso Gladel se encontraba allí de buen humor.
- Buen día – respondió Legolas tomando asiento junto a sus hermanos, esperando el servicio – ¿podrían decirme que es lo que hace ese hombre aquí?
- Le hemos pedido que nos muestre todo su cargamento y como tardara un poco mas en llegar pues..
- ¿Qué no viaja con el?
- El viaja solo por lo que nos dijo Legolas, - agregó Eredhil entusiasmada - si la venta le conviene pasa unos días mas para mostrar sus telas.
- Legolas, deja que Eredhil se distraiga un poco – sugirió Gladel – con tanta practica que lleva contigo, casi olvida su condición de princesa.
- No creo, aun sigue tan vanidosa como siempre. ¡Oh cuidado con sus uñas, Orcos, la terrible Eredhil podría enfurecerse si le llegan a romper una!
- ¡Legolas! – exclamó Eredhil con una sonrisa en el rostro.
Juntos tomaron los primeros alimentos sin mas platica acerca de ese misterioso ser que les observaba desde lejos, en particular dirigía sus miradas a cierto joven guerrero. Quería atraerle, pero no hallaba como, si no mostraba siquiera apatía por el o sus mercancías, debía sacarle de allí, hacerle vulnerable a algo, por tantos lugares había pasado y siempre conseguía lo que quería, esta no sería la excepción.
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"Bien, este es el camino, el maldito debe de correr muy despacio, estas huellas aun están frescas y no imagino por que.. Me he retrasado un poco con Aragorn.. creí no alcanzarle.. sigamos."
Aragorn había despertado ante los rayos del sol, un gran dolor le envolvía la cabeza y con dificultad enfocó la mirada, empezaba a amanecer y miró como brazos conocidos le ayudaban a ponerse en pie, Soberath parecía extrañado, su rey había perdido en una batalla y eso según sabía, nunca había pasado. Le habían conducido hasta las afueras de aquellas empedradas para prestarle atención. Parecía que la fiebre le había vencido tambien
- Elessar, mi señor! ¿Se encuentra usted bien?
- ¡Soberath! ¿Cuanto tiempo ha pasado?
- Solo un par de horas señor, temíamos lo peor al principio, los demás caballeros han llegado señor.
El montaraz se puso en pie y casi perdía el equilibrio si no fuera por que Soberath le recibió en sus brazos.
- ¡Mi señor! No debe esforzarse, debemos reconocer esa herida ademas aun no se recupera del todo.. tiene usted aún fiebre.
- ¡Dejame Soberath!... Una herida en la cabeza si no te mata te hace mas fuerte..- dijo Elessar recordando vagamente esas palabras. – Debo seguir, no debe de andar muy lejos..
- No señor, es preferible volver, yo continuaré con la búsqueda, mas Farrasil ha perdido buena cantidad de sangre y sería mejor para él volver.
Farrasil se encontraba cerca y añadió al escuchar el comentario de Soberath
- No puedo volver a mi reino a informar que he abandonado las pesquisas, sería una vergüenza para mi presentarme ante mis señores.
- Farrasil, mis hombres debieron informar a los príncipes que nosotros vamos en su búsqueda, tengo en alto mi nombre para saber que ellos confiaran en mi habilidad y empeño para buscarle.
- Debes atraparle, señor, debes atraparle con vida, caro debe de pagar la sangre de nuestro príncipe, yo mismo le he visto con las manos llenas de sangre y la daga aun humeando en sus manos. – dijo el cazador con lágrimas en sus ojos, tanto sufría por la perdida de su señor y por la traición de quien menos esperaban.- No haga caso a nada de lo que diga, una vez nos engaño y puede hacerle de nuevo.
- Haré todo lo que este en mis manos por llevarle ante tus señores, tomo bajo mi responsabilidad esta búsqueda, no te preocupes. No prestare oídos a ninguna de sus suplicas o lamentos.
Farrasil asintió con la cabeza, mas seguía con su idea de no regresar, al ver su grado de orgullo Aragorn le dejó continuar, mas no al mismo paso que él, montó a Hasufel de nuevo, se orientó con la roca mas sobresaliente para saber que dirección seguir, y ante la mirada atónita de Soberath emprendió la marcha.
El buen guerrero tomó su caballo y antes de partir dio ordenes a sus caballeros de seguir al rey mas dos debían de vigilar el estado de Farrasil, el grupo salió tras su rey.
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Legolas se encontraba como siempre por la mañanas en su practica de tiro, el hecho de considerarle el mejor guerrero en el reino del Bosque Oscuro no le permitían dormirse en sus laureles, su hermana ocupada con la confección de hermosos vestidos, no había asistido por segunda ocasión a la sesión. Los blancos en movimientos eran muchos, pequeños sacos con peso se hallaban sujetos a varios troncos que pendían en la altura de los árboles, se balanceaban de un lado a otro en diferentes direcciones por encima de su cabeza, mucho tiempo había pasado en la construcción de aquella estructura, de forma que con un solo tirón de dos cuerdas pusiera en movimiento los sacos sobre su cabeza. El mismo se cercioraba de los nudos que le ligaban al tronco.
No había fallado en esa mañana ningún blanco, sus ultimas tres flechas permanecían aun con el. Y acaba de acertar nuevamente a un saco muy distante.
- ¡Oh! Permítame felicitarle mi señor – exclamó una voz en palmas detrás de él.
- ¡Dommo!
- Ese a sido un tiro perfecto.
- Gracias, mas tal vez debería tomar su distancia algún saco pudiera caer y herirle.
- No se preocupe, su alteza, estoy bien donde me encuentro.
La vista de aquel personaje le ponía nervioso, no deseaba que le observaran mas el par de tiros que aun tenía no merecían la pena de desperdiciarlos. Sus pequeños ojos observaban con deleite cada parte del elfo, cada fracción de su cuerpo fue pesada y medida, verle tomar el arco y flecha era todo un espectáculo a su vista. Cantó de nuevo el arco y un saco mas fue atravesado, batió en palmas Dommo, exclamando cuanta palabra animosa venía a su mente.
- Muy bien señor! Un tiro excelente a mi humilde parecer, su alteza.
Legolas sonrió por puro compromiso, mas no eran sus oídos tan ingenuos para aceptar todas las alabanzas que se le pudieran hacer, bien había aprendido con el paso del tiempo, que muchas veces se hacían halagos con el objetivo de obtener algo a cambio del favorecido.
Un saco vacilaba sobre la cabeza de Dommo, quien no dejaba de aplaudir complacido, se lanzó Legolas hacia el comerciante y evito que un saco desde aquella inmensa altura le hiciera daño.
El príncipe quedo encima de Dommo quien le miraba asustado, mas el tener esa cabeza sobre su pecho le agrado sobre manera, aventuró a acariciar levemente aquel cabello tan sedoso que se le presentaba.
- ¿Esta usted bien, Dommo? – preguntó Legolas sin darse cuenta de la extraña mirada del mortal.
- Sssii.. gracias.. ¡Me ha salvado usted! ¡La vida a mi! ¡Un simple comerciante que no vale la pena que se preocupen por el!
Legolas le tomó de la mano y le ayudo a ponerse en pie, un ligero temblor recorrió su cuerpo al sentir las grandes manos del vendedor aferrándose a la suya. Eredhil llegaba tarde a la practicaba y deseaba disculparse con su hermano mayor.
- ¡Oh! ¡Mi señor! Usted será un magnífico rey! – exclamaba Dommo sacudiendo fuertemente sus manos en aquel saludo
- ¿Qué dices? – preguntó Legolas extrañado
- Que al preocuparse por mi me ha mostrado que es digno de tomar el trono como me ha comentado.
- Legolas – dijo Eredhil extrañada - ¿qué ha pasado? ¿están los dos bien?
- ¡Su alteza! ¡Hermosa princesa, que el príncipe aquí presente ha tenido la amabilidad de salvar mi pobre vida!
- Si, Eredhil estamos bien, vamos, que deseo descansar un momento.. – añadió Legolas no sin antes bajar aquella estructura dando vueltas a una especie de timón.
Ambos se encaminaron hacia sus habitaciones, Dommo les seguía complacido.
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La tarde empezaba a caer y el no haber probado bocado ni tomar descanso le estaban afectando, alguna provisión traería con el si el viaje hubiera sido previsto mas la prontitud con que salió no le había permitido mas que tomar las ropas de un centinela que recordaba haber dejado inconsciente
"Debo de tomar un descanso, estos dos días han sido agotadores, y esta herida aunque no es importante me causa molestia al caminar"
Sus muñecas aun resentían las ataduras que llevaba hacia un par de días, su tristeza aumentaba al recordar el cadáver de su hermano asesinado en su propia alcoba, no había marcha atrás, no había forma de volver y limpiar su nombre sin las pruebas en su mano.
"Oh! Gladel, hermano mío como te voy a extrañar, ¿cómo es que no pude preverlo antes?, yo soy si no el asesino, el único responsable por no defenderte, por darme cuenta tan tarde.."
Vertió Legolas gruesas lágrimas por su rostro cubierto, su tristeza era profunda, su amado padre le había abandonado ya y ahora su hermano, mucho padecía el joven príncipe perseguido. Aragorn le seguía, mas no le quería mezclar en sus asuntos, no era asunto del Rey de Gondor los problemas del reino del Bosque Negro.
En otro tiempo, bajo otras circunstancias, hubiera sido el mas feliz y dichoso de poder saludarle y abrazarle, muchas veces le había invitado a su reino, aún después de la muerte de Arwen sus invitaciones habían sido rechazadas, agradeciendo el gesto, mas sus responsabilidades para con su hijo y reino le impedían tal viaje. ¿Por qué ahora? ¿Por qué en ese momento el soberano se había decidido a visitarle?
"Aragorn, Aragorn.. Elessar es tu nombre ahora, mas aunque mudes de ropa, de nombre y de lugar, tu corazón será siempre el mismo, noble y justo, mas siempre esa arrogancia te acompañara.."
Y pensando esto el elfo sonrió.
"Que ya te había dicho que la corona no sienta bien a tu cabeza mas que a tu corazón.. Amigo mío.. desearía tenerte a mi lado.. tu apoyo me hace falta.. mas no debo pedir por tu ayuda, no es digno aun mi nombre de pronunciarse junto al tuyo.."
Se había detenido en la llanura, ocultando su figura bajo rocas apiladas bajando una colina. El sol estaba en su plenitud, el clima no le afectaba con facilidad, mas el cansancio le estaba haciendo mella en su cuerpo, su animo prevalecía y era lo único que le sostenía, que le impulsaba a seguir.
- ¡Estas aquí, maldito! ¡No podrás escapar! – exclamó el soberano apuntando su espada sobre el pecho de Legolas
Perdido en sus pensamientos no había escuchado los pasos del montaraz acercándose, no hubo sonido de cascos y era lo que le extrañaba
- ¡Aragorn! – exclamó el elfo levantando las manos conforme sentía la presión en su cuerpo que le hacían retroceder hasta que la roca se lo impidió mas.
- Me conoces, y ese nombre que utilizas ha sido olvidado por muchos.. ¿quién eres tu para llamarme así? – declaró el rey de Gondor, su espada esta vez apunto al cuello del asesino.
Un movimiento basto para que descubriera la cabeza de aquella capucha, para que bajara con la punta la tela que cubría su rostro.
- ¡Legolas!
- Aragorn, tu no entiendes yo no..
Un fuerte golpe recibió el rostro del príncipe que le hizo caer al suelo, la furia de Aragorn había sido descargada, su mente había estado durante todo la caza con Gladel en aquel príncipe tan apreciado por él, aquel que le acompañó junto al rey Thranduil su padre, a la despedida de su amada Arwen. No podía creer que su mejor amigo de otros tiempos utilizara ese recurso tan vil para ganarse el reino.
- ¿Cómo pudiste Legolas? ¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así? – interrogaba Elessar totalmente enfurecido. La fiebre le invadía y sus ideas no estaba del todo claras.
- ¡Aragorn! – exclamó el bello elfo ofendido, aun se encontraba en el suelo y veía al mortal con ojos llenos de furia y desilusión acercándose – Aragorn, escúchame yo no soy quien tu buscas..
Aragorn le dio un nuevo golpe con el pie, sus ojos no lo podían creer, no podía entender por que Legolas había matado a su hermano, mucha avaricia debía albergar su corazón para llegar a tal extremo, ¿tanto había cambiado el elfo que una vez llamó amigo.. que una vez amo?
- Aragorn, ¡escucha por favor!
- ¡Eres un maldito desgraciado! – exclamó con furia en sus ojos dándole otro puntapié en el estomago.
Legolas se enfureció, tomó la pierna del mortal y le hizo caer, agarró el brazo que sostenía la espada y a base de golpes en la muñeca le hizo soltarla, el príncipe se encontraba sobre el rey, le tomaba de las muñecas y le impedía el menor movimiento, sus piernas estaban inmovilizadas por la presión de las de Legolas.
Sus miradas se cruzaban y solo escasos centímetros separaban sus labios de un roce. Legolas se dio cuante del profundo enrojecimiento del rostro del mortal, pensó que sería la furia que sentía.
- Aragorn – dijo Legolas con voz baja y serena – yo no soy el asesino de mi hermano
- ¡Mientes! Farrasil me ha dicho que el mismo atestiguo su muerte – protestó el soberano tratando de liberar su cuerpo de aquel elfo.
- El no sabe lo que vio
- Cómo has cambiado Legolas.. Me avergüenzo de alguna vez llamarte amigo..
Estas palabras hirieron fuertemente el corazón del príncipe. Mas no dejo que el mortal se diera cuenta de ello y trato de ignorarlas.
- Aragorn, te lo repito de nuevo.. Yo no soy el asesino
- Entonces..¿por qué escapas y no te entregas? Si no eres el asesino, nada debes de temer..
- Por que voy en su busca, a él es a quien sigo, nadie me cree, incluso mis hermanos dudan de mi..
Elessar aprovecho el momento en que el ruido de caballos se escuchaba a lo lejos para voltear los papeles, el elfo se distrajo y ahora él era quien tenía el control, se encontraba encima de Legolas y le impedía el movimiento tal como el lo hizo mas tratando de no cometer el error de distraerse.
- ¡Aragorn!
Los ojos del elfo mostraban tristeza, y le suplicaba que no le entregara a Farrasil, aun no, aun debía vengar la muerte de su hermano.
- ¡Por favor Aragorn! No me entregues, no podría escapar de nuevo y mi muerte sería inminente, mi hermano no sería vengado
- Farrasil se acerca, no creo mas en tu palabras, prepárate a enfrentar tus errores.
