Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Contiene slash ligero.
CAPITULO 4
Aragorn le miró, esos ojos, esa expresión, ¿podría confiar en el? ¿Podría rescatarle de esa tristeza? ¿Arriesgaría su honor y promesa de llevar al asesino al reino del Bosque Negro?
Los cascos se acercaban, Soberath y Farrasil debían de encontrarse ya cerca y un solo grito, un solo ruido podría indicarles el lugar de la captura del asesino, su caballo le había dejado un tanto lejos de allí, al darse cuenta de que su presa estaba muy cerca, pues el rastro era mas reciente.
- Aragorn, por favor, confía en mi, dame el beneficio de la duda, tu mismo veras que no es cierto, tu mismo sabrás quien es el asesino.
- Legolas..
Le tenía allí, junto a el, podía sentir su respiración agitada, preocupado se veía con cada avance de la tropa, sus ojos alternaban su objetivo, entre él y el sonido de la caballería.
- ¡Aragorn! Te lo pido con mi corazón, deseo encontrar a ese maldito y darle muerte, el fue el culpable de todo.. El mató a mi hermano.
Elessar seguía confundido, y el sudor empezaba a invadirle la frente, su cabeza le dolía en exceso mas no por eso mostraba en ese momento debilidad alguna, recordaba las palabras de Farrasil acerca de no creer en sus palabras, ¿cómo podía hacer caso a su mente cuando su corazón le pedía otra cosa?
- Ssshh.. silencio.. – ordenó Aragorn apoyando su cabeza sobre el hombro de Legolas, sin dejar de aprisionarle – ya se acercan..
El elfo le miraba extrañado, sentía la respiración del mortal cercana a su cuello, el calor que invadía al rey poco a poco iba traspasando sus vestiduras hasta que sintió la fiebre de Elessar.
Aragorn podía sentir la frescura del elfo, eso que tanto necesitaba, su cabello aun conservaba la frescura del bosque y ese aroma a esencias que siempre le acompañaba. Le recordó brevemente en la batalla, su amistad con el enano que tanto alababa, tantos recuerdos y batallas a su lado, suspiro el mortal cerrando los ojos para un breve descanso.
Liberó al elfo de la presión de sus manos mas no por eso le soltó, Legolas no se movía, los caballos estaban encima de ellos y se podían escuchar murmullos, parecían decidir que camino tomar, si Farrasil se encontraba con ellos seguro tendría que enfrentarle, mas no entendía la actitud de Aragorn, por que había cambiado tan de repente, ¿acaso esa fiebre le afectaba?
"¿Qué es lo que te sucede Aragorn? ¿qué te ha hecho dejar a tu preciado hijo, tu magnífico reino, para venir a buscarme?"
- Legolas .. – murmuró Elessar sin variar de posición
- ¿Sí?
- ¿Puedo confiar en ti? – preguntó abriendo sus ojos.
- Solo tu puedes decidir eso, hijo de Arathorn, creo que nos conocemos de bastante tiempo para valorarnos.
- Aún puedo llamar a Farrasil y mis hombres te llevaran ante tus hermanos para que respondas a su justicia.
Legolas no respondió
- ¿Cuál sería tu castigo?
- Tu sabes bien que la muerte, mas no tengo miedo en morir si con ello puedo vengar la muerte de mi hermano, no antes.
- Legolas... – dijo el rey de Gondor incorporándose y fijando su mirada en el bello elfo
- Aragorn..
El mortal acarició la mejilla izquierda del elfo, aquella que había recibido momentos antes su puño, fijo su mirada en los labios de Legolas, luego en las aguas azules del príncipe. El ahora heredero del Bosque Negro, le miraba con extrañeza, no sabía si esperar la libertad o la muerte de boca de aquel regio señor.
Sus labios estaban tan cerca, que el mortal podía sentir la suave brisa que el elfo transmitía, tan bello, tan valeroso y tan indefenso que se veía en ese momento.
- Aragorn ¿me dejaras continuar? – preguntó el elfo arrebatándole sus intenciones
- Legolas.. yo no puedo..
- ¿Lo harás?
- Esta bien mas yo iré contigo
- ¡Oh! Gracias – respondió el elfo en un susurró y abrazó fuertemente al mortal haciéndole rodar de lado.
En ese momento, se escuchaban el sonido de los cascos alejándose, se alegró el mortal de haber dejado a Hasufel lejos de allí, en un lugar visible donde pudieran encontrarle. Ambos sonrieron y el elfo se sentó a su lado dejando al mortal con sus expectativas de algo mas inconclusas.
Inconscientemente Elessar llevó su mano a su frente, y sintió la humedad en ella, vio gotas de sudor impregnadas en sus dedos.
Legolas le observó y se dio cuenta que no era el calor que afectaba a los mortales lo que le hacía sudar, que no era ese color rojizo en sus mejillas debido a la agitación de su encuentro. Posó su mano fresca y suave en la mejilla de Aragorn, mientras el mortal le veía un poco confundido, tomó la temperatura juzgando ahora en su frente y notó que el mortal ardía en fiebre.
- ¡Aragorn! ¡Tu no estas bien! Tienes fiebre, debes descansar...
- No Legolas, debemos seguir a ese a quien llamas el verdadero asesino
- Pero Aragorn, podrías caer desfallecido, no sé como has podido llegar hasta mi en esas condiciones
- ¿Avergonzado por caer derrotado por un rival enfermo?
- Si hubieras sido otro rival, en estos momentos no respirarías mas..
- Eso lo dudo..
Ambos rieron como en otras ocasiones, pero la preocupación no desaparecía del rostro elfico.
- Aragorn, necesitas reposo, y agua ¿traes provisiones?
- Las he dejado cerca de Hasufel
El elfo sonrió al recordar el nombre de tan reconocido animal
- ¿Aun le conservas? Oh! Y mi valiente Arod debe de estar en mis establos y Eredhil.. – se interrumpió el príncipe recordando a su hermana menor.
- No te preocupes mas, debemos de atrapar a ese hombre, elfo o lo que sea..¿Cómo paso todo eso, Legolas?
No respondió el príncipe, pues preguntó:
- ¿Dónde has dejado tus pertenencias? ¿Las habrán tomado Farrasil y los demás?
- No creo, tal vez se llevaron a Hasufel, pero como no estaba seguro del lugar donde le dejé y temiendo que fuera a escapar, decidí dejar mi bolsa en otro sitio seguro.
- ¿Dónde es eso?
- En dirección al sol, como a quinientos pies de aquí, detrás de unos arbustos.
- Iré por ellos, no espero encontrar a Hasufel mas..
Aragorn le interrumpió sujetando fuertemente el brazo derecho del elfo
- No intentes escapar, sino, no creeré mas en tus palabras, y te entregaré a tus hermanos ¿entiendes? – advirtió Elessar con fuego en su mirada.
- Me lastimas, hijo de Arathorn, y no pienso en escapar dejándote así.
"No quisiera tener que golpearte de nuevo, Legolas"El mortal le soltó y Legolas salió de aquel escondite bajo las rocas en la colina. Aragorn se tiro cual largo era en aquella sombra y cerró los ojos mientras regresaba su compañero, sus pensamientos volaron hacia su pequeño Eldarion, hacia su fallecida Arwen y a su reino, la decisión que había tomado antes de partir de allí, vacilaba ahora con la actitud de su amigo. El sueño le invadió, largo había sido aquel día desde su pelea con el grupo de orcos, su caída en el río, su búsqueda por el asesino, y ahora esto, Legolas estaba ya junto a él.
Al regresar el elfo, encontró a su compañero rendido, exhausto, rompió una prenda que consiguió del guardia cuando escapo y las empapó en el agua que el mortal llevaba consigo, no esperaba continuar su búsqueda hasta el día siguiente y esto de alguna manera le preocupaba, no había querido descansar para atraparle lo mas pronto posible, pero este retraso era mucho, aún podía alcanzarle, mas con ese tiempo perdido, estaría como al principio, con un día de desventaja.
Colocó la pieza mojada sobre la frente del mortal, quien sintiendo la frescura de la prenda abrió los ojos, allí a su lado estaba el elfo pensativo, mirándole y a la vez no, como perdido en sus pensamientos.
- Legolas, no.. debemos seguir..- dijo Elessar tomándole de la mano
- No te preocupes Aragorn, le atraparemos, a punto estaba de alcanzarle pero ..
- ¿Te he retrasado?
- No digas eso, simplemente durara un poco mas la caza,.. mas contigo a mi lado..
El elfo se ruborizo y no pudo ocultarlo al mortal, que sintió la frescura de su cabeza llegarle al corazón iluminando una esperanza.
- No hay mucha diferencia de cuando los tres, Gimli, tu y yo, perseguíamos a los Orcos buscando a los hobbits, ¿recuerdas? Nos llevaban ventaja y tu supiste leer en la tierra, en los arbustos y en las rocas, el camino que seguían. Nada se escapa a tus manos.
"¿ Podrías repetir eso?"
- Legolas, tu estabas allí para apoyarme, tus ojos y valentía nos sirvieron mucho, noble guerrero eras y siempre lo serás..
- Gracias Aragorn, ahora descansa, iré a buscar agua, que me es sumamente necesaria y..
- Toma de la mía, ya sabes lo acordado entre nosotros.
- No es mucha la que posees y me tomare la libertad de llenar tanto tus provisiones como las mías que son escasas..
- Legolas, no es bueno que te separes de mi..
- No te preocupes, he examinado el lugar y parece desolado del todo, muy escondido debe estar para que ni siquiera tu le hallas visto. Además, hay una especie de arroyo escondido cercano a donde dejaste tus pertenencias y deseo bañarme en sus aguas mientras tu descansas..
- No Legolas, no dejare que vayas solo..
- ¡Pero Aragorn! Debes descansar..
- ¿No ves que me servirán mas las aguas frescas de aquel arroyo que mencionas que esta franela en mi cabeza? Tal vez me recupere con mas rapidez.
- Es cierto, no pensé en eso.
El elfo tomó las bolsas y ayudó al mortal a ponerse en pie, juntos caminaron el largo camino hasta el arroyo, Legolas le ayudo a bajar por las inclinaciones, mas el mortal rehusaba cualquier tipo de ayuda y el elfo se limitaba entonces a observar y a sonreír, le dejo en la orilla del arroyo juntos a las pertenencias de ambos, donde pudiera vigilarle, pues su rostro revelaba que la fiebre aun seguía invadiéndole, se despojó de sus ropas ignorando las miradas perdidas de Elessar y con un fino salto, entro en las aguas frescas para perderse en ellas.
Aragorn removió sus ropas con mas lentitud que el elfo, muchas veces habían compartido el momento del aseo cuando se encontraban en la comunidad y tal vez el hecho de estar rodeado de mas personas y el recuerdo de Arwen en su corazón y mente, no le permitían admirar la belleza estética del elfo, siempre había alabado su agilidad con el arco y espada, mas no en cuanto su aspecto físico, le había visto, si, mas nunca observado como en esta ocasión.
Legolas se desplazaba con suma gracia, se sumergía y salía con tanta desenvoltura y facilidad que pudiera decirse estaba en su elemento, al ver que Aragorn se disponía a entrar en aquellas aguas se acercó un poco a él.
- ¿Puedes tu solo?
- Si, creo que no tendré problema...¡Oh! El agua esta fresca.
- No vayas a enfermar, una neumonía podrías tomar.
- No, Legolas no pasara nada de eso, el agua no esta tan fría.
El elfo le miraba desde cierta distancia, midiendo que tanto esfuerzo hacía el mortal, esperando ayudarle por si caía. No había perdido mucho en el físico, su cuerpo se encontraba aun en muy buena condición, sus brazos revelaban que se mantenía ejercitándose, que sus piernas eran tan ágiles y rápidas como en tiempos pasados, el mortal se descubría ante él como todo un digno soberano de hombres libres.
Una vacilación se presentó en Aragorn al pisar en terreno resbaloso, cayó y se hundió en las aguas que le habían llegado hasta el cuello.
- ¡Aragorn! – exclamó el elfo yendo en su ayuda, mas no vio nada al acercarse, el agua, aunque cristalina corría con cierta rapidez y las olas que se formaban cerca de la orilla no le dejaban apreciar muchos detalles. - ¡Aragorn!
Sintió unas manos fuertes en su cintura, le empujaban hacia abajo haciéndole caer también en el agua, vio a un mortal tratando de contener la risa y la respiración al mismo tiempo, Legolas se había asustado al principio mas la trampa en que había caído le pareció de lo mas infantil. Salieron ambos muy cercanos el uno al otro.
- No debiste hacer eso, me asustaste, pensé que habrías desmayado.
- No soy tan débil Legolas
Aragorn se acercó a su compañero que evitaba su mirada directa.
- Me alegro el haberte encontrado Legolas – dijo Elessar poniendo su mano sobre el hombro de su compañero.
- A mi también me alegra, Aragorn, estoy contento de compartir contigo de nuevo mi camino. – respondió a su vez el elfo poniendo su mano en el hombro del mortal tal como el lo hacía.
Elessar sonrió, cada vez que pronunciaba su antiguo nombre le hacia evocar bellos recuerdos, subió su mano por el hombro del elfo hasta detenerse en su fino cuello. La tibia luz de la tarde se reflejaba en los ojos azules del príncipe, la humedad de sus labios, la suavidad de su piel, la vista de aquel cabello mojado cayendo por la piel blanca y tersa, todo eso hacían al joven elfo aun mas bello.
El mortal se acercó al joven, el elfo le miraba con expectación, ambos cerraron los ojos, su respiración se apagó por unos segundos, mínima distancia entre ellos dos, aquellos labios regios acercándose, el elfo se interrumpió por una ola que le hizo a un lado, y abriendo los ojos, se alejó del mortal para perderse entre las olas.
