Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Bien, dedicado a LG, Any y Aranzazu, y a todas las que me apoyan.. y las que no también.... jejeje....

CAPITULO 6

Legolas corría como el viento, seguro de que el mortal no le daría alcance tan fácilmente, el soberano podría ser el mejor en rastrear a su presa, podía seguirle sin duda, mas alguno mas ágil y rápido que un elfo, ninguno, además, la oscuridad, aunque extrema, podría ser su aliada, sus ojos mas acostumbrados a tal escenario le eran de gran ayuda. El bosque su amigo, casi podría decirse que conocía cada árbol, que le saludaban y le daban la bienvenida a su paso.

Había escuchado el grito de Aragorn e imaginó lo que el mortal estaría sufriendo, no quería hacerle daño, darle un golpe en la noche durante su dormir, no era buena solución, Aragorn le quería cerca, a cualquier hora del día, y si el rey de Gondor no confiaba en el, no necesitaba de su ayuda. Debía de seguir solo su camino sin ayuda de nadie mas. Lo único que le preocupaba en ese momento era seguir el rastro de Dommo, estar en la dirección correcta.

No había tenido tiempo mas que de tomar algunas de sus pertenencias, y una ración de su agua, las flechas y arco que nunca le abandonaban y las cuales Aragorn se había tomado la molestia de colocarle junto a el, y aprovechando el cambio de lugares les había llevado consigo en la huída.

Una sonrisa había acompañado al elfo en sus primeras horas, mucho iba a ser el enojo del rey,  mas a su parecer se lo merecía, ¿por qué le hacía perder su valioso tiempo si a final de cuentas no le creía y deseaba llevarle con el  a su reino como si se tratara de una mujercita indefensa?

No, el príncipe tenía su orgullo, debía vengar la muerte de su hermano, limpiar su nombre, y poder mostrar la cara de nuevo en su reino y en cualquier otro lugar. Mas si el mortal era sincero en sus sentimientos, si era cierto lo que sus caricias y besos le decían, tal vez podría corresponderle, de eso no estaba seguro, mucho le había desilusionado el rey cuando sus palabras no hicieron eco en su corazón, pero no le culpaba, si sus hermanos no le creían, ¿qué podría esperar de un mortal?

Pero el de entre todos,  a él le hubiera confiado su vida, en otro tiempo, ahora la confusión estaba en su cabeza, seguro que no tendría mas las atenciones del mortal y no podría contar con el ya mas, no mientras Dommo estuviera en libertad.

Preguntas llegaban a su mente, ¿por qué le habría querido culpar el vendedor? ¿qué ganaría con el encarcelamiento del príncipe? ¿Con la muerte de su hermano? ¿Por qué, si ningún daño le habían hecho? Recordó las extrañas miradas de ese sujeto hacia su persona, muchos detalles en su forma de verle, de hablarle, de cruzar un saludo amistoso con él.

Mas si el mercante deseaba ganar su favor, tal vez su amistad ¿por que recriminarle? ¿Por que imputarle un crimen a su persona?

Todas estas preguntas rondaban sus pensamientos, ningún minuto de descanso tomaba, la  mañana le saludaba, y un fresco viento le acariciaba, su resistencia era mayor a la de Aragorn y podía muy bien soportar algunos días sin mas comida que el agua que llevaba, pero esperaba encontrar la guarida de Dommo antes de perder sus energías, le seguía como todo le indicaba hasta donde le había mencionado una sola vez, que tenía su empresa textil,  donde el río Gladio se perdía en las grandes montañas nubladas. No debía de estar ya muy lejos, pues poco faltaba para salir del bosque.

Mientras tanto Aragorn seguía cada paso de ese elfo traicionero, que le hizo quedar en ridículo sin que el pudiera sobreponerse, de aquel que había alimentado su pasión hasta llevarle casi al limite para después dejarle caer encima una balde de agua helada. ¡Oh! Como sufriría ese bello elfo cuando le tuviera entre sus manos, sí, se contentaba en planear cada minuto de la existencia de Legolas, le tendría que pedir piedad ante esa exquisita tortura que le preparaba, no tendría misericordia de él.

Un fruncimiento de cejas aparecía en la frente del mortal, recordando el dolor que sufrió al no haber consumado su sueño, de la vergüenza que paso al no obtener respuesta en aquel claro, ¡oh! Su sangre hirvió en aquel momento, desnudo en el campamento, satisfaciendo su instinto, el solo, dejando escuchar a mudos testigos los gemidos de pasión que salían de su boca, mientras esperaba a su amante.

Legolas debía pagar caro este atrevimiento, ya no sabía si confiar en el, o tal vez, ¿ya había dejado de confiar? ¿Por qué le había abandonado? ¿Por ser culpable y escapar ante el juicio que enfrentaría? El mismo le ofreció ese recurso, llevarle consigo a su reino, donde conseguiría inmunidad, donde tendría todas las comodidades, y podrían pasar el resto de su vida juntos, mas el príncipe había decidido escapar, darse a la fuga antes de aceptar su ofrecimiento.

De esto sacaba Aragorn varias conclusiones conforme avanzaba en su búsqueda. La primera era que Legolas no le correspondía y nada mas le uso en ese momento para escapar, y la segunda era que el elfo tendría alguna razón para huir, lo mas probable sería que en verdad fuera culpable, y al ver que su historia no surtió efecto en él, decidió abandonarle, pero ¿qué hubiera pasado si dado hubiera prestado oídos a lo que refería su compañero? ¿Por qué no fue capaz de confiar en el?

Ya era de mañana, y había pasado todo lo que quedaba de la noche tras Legolas, seguía su rastro, aún siendo elfo, aún teniendo el paso tan ligero, dejaba alguna marca, alguna pisada, una rama quebrada, una piedra fuera de su lugar le llevarían a él, todos su conocimientos como montaraz le servían en ese momento, Legolas se hallaba sólo a horas de él, tarde o temprano el elfo debía descansar y ese sería su error, tal vez como humano no era tan rápido ni tan ágil, pero su fuerza y decisión, una vez definido el objetivo, no le dejarían dar marcha atrás.

" Legolas, vas a pagar caro, vas a sufrir tanto o mas que yo.. yo me encargaré de eso.."

Un extraño ruido llegó a oídos del elfo, se encontraba ya casi en los límites del bosque cuando escuchó un animal acercarse, mas no era bestia de cuidado, pisadas de caballo, ¿serían acaso Farrasil y los demás? Subió el elfo a un árbol, pudo cerciorarse, Farrasil se encontraba allí, debajo de él, acompañado de otros seis caballeros, uno de ellos parecía encabezar a los otros cinco.

- Hace poco que ha pasado por aquí y no debe de andar lejos.. – dijo Farrasil bajando de su caballo e hincándose en el suelo agregó – estas huellas son muy recientes, podría jurar que sigue por estos rumbos

Legolas oraba para que Farrasil siguiera su camino y no se atreviera a mirar al árbol donde estaba escondido, mas parecía que la mala suerte estaba con el pues fue exactamente lo que Farrasil hizo, alzó su mirada para ver a Soberath que estaba frente a él y allí le vio, una sonrisa de triunfo cruzó su rostro.

- ¡Allí esta! ¡Encima de ese árbol! – exclamó Farrasil desesperado

Los caballos se empezaron a mover, mas seguir a un elfo por los árboles no era tan sencillo, muchas veces confundía sus ropas con las hojas, Farrasil mismo hubiera trepado a uno si no fuera por que su brazo aun le molestaba, daba ordenes, gritaba y se enfurecía, no iba a perder a su presa, mas conocía bien la reputación de Legolas y sabía que no iba a entregarse sin ofrecer pelea.

Los minutos pasaban y el elfo se perdió de vista, Farrasil gritaba y palidecía, la debilidad le ahogaba mas no quería caer ahora que estaba tan cerca de lograr su objetivo. No había hecho el elfo mas que dar vueltas, hasta detenerse en un árbol lo suficientemente ancho que pudiera albergar su cuerpo en algún orificio, allí espero Legolas hasta que el ruido de caballos se alejo, ya no escuchaba el susurrar de los mortales, ni los gritos de Farrasil, espero a que todo estuviera en paz.

Tomó posición en una de las ramas, examino el lugar con cuidado, se escuchó un crujir debajo de sus pies, y Legolas cayó sin poder meter las manos, como todo elfo ágil, cayo de pie a pesar de la altura, mas no contó que en su caída había también traído consigo varias ramas gruesas y una de ellas le golpearía la cabeza dejándole inconsciente.

Allí quedo el elfo tendido sin haber hecho mas ruido que el quebrar de ramas, no exhaló grito ni angustia alguna.

Minutos, tal vez horas después abría los ojos al sentir el fresco del agua cayendo sobre su frente reanimanandole, podía sentir las caricias de alguien sobre su rostro, limpiándole, tratando de detener la leve hemorragia que tenía en su sien derecha. Un brazo fuerte le sostenía por la espalda y la cabeza como si se tratara de un bebé, alguien pronunciaba su nombre con dulzura.

- ¿Legolas?

El príncipe trato de enfocar su mirada, y reconocer quien le asistía. mas no lo lograba.

- ¿Haldir? ¿eres tu? – preguntó cuando sus ojos se reajustaron

- Si querido amigo.

- ¿qué hora es? Debo seguir, Haldir, no puedo.. – dijo Legolas tratando de reincorporarse

- Tranquilízate Legolas o vas a ..

El esfuerzo para el príncipe había sido bastante, no lo podía creer y cayó desmayado en los fuertes brazos del Loriende. Haldir le tomó con mucho cuidado, volvía a verter agua sobre su frente, trataba de reanimarle, pasaba aquella franela mientras los demás compañeros de Lorien le miraban preocupado. Al fin Legolas recobró el conocimiento, seguía en los brazos de Haldir y eso le hizo sonrojarse un poco.

- Disculpa mi debilidad.. Pero no puedo quedarme mucho tiempo por aquí, yo..

Y mientras trataba de ponerse en pie y arreglar un poco su persona se dio cuenta que cinco elfos de Lorien acompañaban a Haldir. Aún seguían dos en sus caballos, como impacientes los otros tres tenían de la brida a sus corceles, le saludaron con ligera inclinación. Legolas se acercó a Haldir temiendo lo peor.

- Haldir, me da gusto el encontrarte mas.. ¿podría saber que haces por estos rumbos?

- Lo mismo me preguntaba yo, tan cerca esta tu matrimonio que me sorprende mucho que arriesgues tu vida en estos caminos.

Por lo que pudo averiguar, aun Haldir no estaba enterado de la situación en el Bosque Negro. Lo mas probable era que se encaminara a su reino a adelantar los preparativos para la llegada de sus señores.

- Legolas, amigo, ¿qué es lo que haces solo por estos rumbos.. y vestido así? – preguntó el Loriende al ver que su compañero vestía sus ropas con un color oscuro ocultando las otras.

"No podría escapar, ellos son elfos, él es el mejor en su terreno, tiene mas experiencia y edad que yo, ¿qué he de responderle?¿Cómo podría enfrentarle?"

Decidió Legolas jugar a cartas vistas, la posición del sol le indicaba que faltaban un par de horas quizás para el medio día y Aragorn le podía dar alcance, incluso Farrasil podía andar aún muy cerca.

- Haldir, ¿podría confiar en ti? – preguntó Legolas tratando de llevarle un poco aparte, a la vista de sus compañeros mas no tan cerca que sus oídos elficos pudieran escucharles.

- Dime Legolas

- Soy un fugitivo de mi reino

- ¿qué dices? – preguntó Haldir desconcertado

- Me han culpado de un crimen que no cometí y busco ahora al verdadero asesino.

- ¡Asesino! – exclamó el Loriende, sus compañeros fijaron su mirada en ambas al ver la expresión de su capitán.

- ¡Silencio por favor Haldir!

- ¿Quién ha muerto, Legolas?

El príncipe bajo su mirada, aun le dolía el ultimo recuerdo tan cruel que tenía de su hermano.

- Mi hermano mayor, Gladel, ha muerto en manos de un comerciante llamado Dommo.

- ¿Dommo?

- Si, ¿le conoces?

- Creo recordarle, extraños acontecimientos pasaron el Lorien cuando el estuvo cerca de sus bosques.

Los caballos se inquietaron, se acercaban a galope otros mas, venían del norte de donde ellos se encontraban, Legolas palideció, Farrasil debía volver a su búsqueda.

- Haldir por favor, no me entregues, debo atrapar a ese maldito antes de volver a mi reino,

- Legolas yo no podría impedirles..

- ¡Por favor!

El capitán del reino de los Galadrim , vaciló un momento, no podía poner su reputación en riesgo, mas sabía de la integridad de Legolas, que podía confiar en él, la experiencia en la destrucción del anillo y el termino de los días oscuros, le habían demostrado, la valentía e integridad del príncipe del reino de los bosques del norte.

- Bien Legolas, mas antes debes prometerme una cosa

- Dime.

- Viajare yo contigo, si encuentro algún engaño, alguna sospecha yo mismo te llevaré a tu reino en calidad de asesino, bien sabes que de mi no puedes librarte tan fácilmente

El príncipe examino los ojos de su amigo, decía toda la verdad y con Haldir no se jugaba, mas Legolas no tenía miedo, y cierto estaba en que la razón y la verdad le acompañaban.

- No tendrás necesidad de llevarme a la fuerza por que el nombre de mi hermano debe limpiarse con sangre y si es precisa la mía, con gusto la daré.

- Bien, Legolas, despediré a mis caballeros, ellos no darán razón de ti pues la mayoría no te conoce, mas les advertiré que nada digan acerca de ti o de mi.

Haldir se alejó llamo a su gente con solo levantar un poco el brazo, escucharon atentos sus ordenes, le saludaron y se despidieron, dirigiéndose al lugar de donde provenían aquellos ruidos.

- Gracias Haldir, tu confianza en mi no será defraudada, pero deseo seguir cuanto mas rápido sea posible.

- Correcto, subamos a mi caballo.

- Haldir.. – dijo Legolas un poco turbado al ver que el Loriende llamaba a su corcel con un gesto.

- ¿Qué pasa? – preguntó Haldir tomándole de la brida y acariciando su crin.

- ¿Iré yo a la grupa?

- ¿No deseas ir conmigo?

- Si, mas, es mejor dejar el caballo..

- Le encontrarían fácilmente – y diciendo esto Haldir montó a Dien su noble corcel gris como la plata, ofreció una mano a Legolas y agregó – Vayamos un poco mas al sur, allí le soltaré y será capaz de volver solo al bosque dorado. ¿Es correcto el camino?

- Si, así es. – afirmó Legolas viendo la dirección que Haldir señalaba.

Legolas tomó la mano de Haldir y monto detrás de el, se aferró suavemente el príncipe a su compañero, el Loriende sonrió al sentir los brazos firmes de Legolas en su cintura y con solo un leve espoleo, el caballo tomo con rumbo al sur.

Aragorn había tenido el suficiente tiempo para alcanzar a Soberath y a Farrasil en aquel bosque, les vio que hablaban con otro grupo de elfos, Galadrim a su parecer, ¿qué harían ellos por ese lugar? Muy raro era que un grupo saliera del bosque dorado, aún mas extraño sería que no llevaran una cabeza reconocida en su compañía, Haldir debería estar con ellos.

Siguió Aragorn su búsqueda, no habló con sus compañeros ni con los Galadrim, a parte de que no necesitaba ayuda, no deseaba que los demás supieran de que Legolas le había engañado, y como le había dejado, una nube rojiza se asomo por el rostro del mortal, al recordar tal situación.

Rastreó las huellas del grupo de Galadrim, no hacía donde iban sino de donde provenían, curiosamente el rastro de Legolas se podría confundir con ese camino. Encontró sin problema el área donde se habían reunido un grupo de caballos, unos cuantas pares de  pisadas, todas elficas, mas una se distinguía de las demás por el tipo de calzado, Legolas había hablado con uno de ellos, y montado a caballo, seguían rumbo al sur.

La simple idea de Legolas montando a caballo con Haldir hacían poner celoso a Aragorn, nadie habría de montar con su príncipe, demasiado caballero y señor era el elfo para eso, y si lo habría de hacer, solo con el mismo... y con Gimli. Mas ninguna huella de enano se veía por esas partes.

No habían hablado en todo el camino y pensaba Legolas en decirle a Haldir lo que había pasado con Aragorn, mas no sabía como explicarles la forma de su escape, bien sabía que Haldir no censuraba tales acciones entre dos varones, pero también sabia de los firmes principios del elfo dorado.

En Haldir se podía confiar sin duda alguna, un guerrero experimentado que se guía por las normas y costumbres de los elfos de Lorien, orgulloso y valiente era el capitán de los elfos de Lorien.

- Haldir, es mejor detenernos aquí, cerca del río de Gladio, hemos viajado por todo el viejo camino del bosque.

- Bien, bajemos en este punto.

Bajó Legolas primero y luego Haldir, tal como montaban los elfos, el caballo no llevaba montura o silla alguna, retiro la manta que cubría el lomo y le susurró unas palabras al animal, un relincho amistoso se escuchó, y salió Dien a galope con rumbo a Lothlorien.

- Ahora puedes decirme que es lo que te tiene tan pensativo.

- Haldir, me he encontrado con Elessar en el camino – dijo mientras reubicaba su presa, estaban en buen camino pues ligeras huellas de ese hombre se veían antes de cruzar el puente sobre el río.

- ¿El rey de Gondor? ¿Se ha adelantado entonces a la invitación?

"¿invitación? ¡Ah! Debe referirse a mi supuesto matrimonio, pero aun no debió llegarle, debió de partir antes de que el mensajero llegará a su reino. Si Aragorn partió sin saber de mi matrimonio...él debe de estar entonces verdaderamente...."

- ¡Legolas!

- ¡Oh! Disculpa mi distracción,- reaccionó Legolas sacando esas absurdas ideas de su cabeza, Aragorn no podía amarle - como te decía, el soberano rey de Gondor, estuvo un tiempo acompañándome, mas no confió en mis palabras y he decidido continuar por mi solo.

- ¿Elessar no confío en ti? – preguntó Haldir admirado pues eso era tan extraño como que la luna no siguiera al sol.

- No del todo, así que ahora mismo debe de estar tras mis pasos.

- Haces mal en escapar de tan terrible cazador, Legolas

- Yo lo sé, mas nada impedirá que yo atrapé a Dommo, le he de llevar para que pague su culpa.

La resolución de Legolas era determinante, nadie, ni incluso el rey de los hombres, se lo impediría, Haldir le miraba con agrado y con orgullo, el temple de aquel príncipe elfo le complacía mucho.

- Cae la tarde, será mejor que crucemos el puente, un poco mas allá del río podremos descansar un poco.

Cruzaron el puente, caminaron con cuidado pues aun no había sido reparado del todo, mas por su ligereza pudieron atravesar sin mucho temor de caer en las rápidas aguas del río Gladio. Legolas no quería aun acampar, así que Haldir estuvo de acuerdo en tomar solamente un descanso, de no mas de tres horas, suficientes para dos elfos acostumbrados a seguir un camino, incluso de noche.

Un poco mas allá del puente, lejos de cualquiera de miradas indiscretas, tomaron su lugar cerca de unos arbustos que les cubrían. Encendieron una pequeña fogata, y Haldir se ubico encima de un tronco mientras Legolas hundía de cuando en cuando una rama en el fuego, jugando con el.

La noche se acercaba y parecía que había caminado todo el día, Legolas trataba de averiguar que tan cerca se encontraría el montaraz, el había perdido tiempo en esa caída y tal vez le pudo dar alcance mas ahora que habían tomado un tramo a caballo ya no estaba tan seguro.

- Descansa un poco Legolas, yo tomare la guardia.

- No tengo muchos ánimos de descansar.

- Haz lo posible, querido amigo, creo que no has parado y necesitas algún reposo, mañana estoy seguro, alcanzaremos a Dommo, poco mas allá de los campos de Sir Ninglor, le encontraremos.

Legolas le sonrió a su compañero por la confianza que le depositaba, y el animo que le ofrecía, tomo su manta y pese a su costumbre se tendió boca abajo en ella. Su rostro fuera de la vista del Loriende.

Las horas pasaron de prisa, Aragorn no había tomado ningún minuto de descanso, comía y bebía mientras andaba, las pisadas del caballo se detenían al llegar al puente, una vez mas las pisadas de dos elfos se veían aparecer, las huellas del caballo corrían mas al sur, las de los elfos con rumbo al puente.

Mucha precaución tuvo el mortal con aquel puente de madera, uno o dos tablones caían con su andar, se sostenía los mas fuerte que podía de ambas sogas de aquel andador. La aguas de Gladio debajo de el se escuchaban rugir llamándole. Mas algo le daba esperanza, allá, al final de su camino, una pequeña fogata, Legolas se encontraba cerca, la venganza endulzaba sus labios y le advertían que debía ser cuidadoso con sus pasos, si quería tener a Legolas de nuevo en su poder.

En el campamento, Haldir se acerco a Legolas que descansaba o al menos así pensaba el Loriende, le tocó en el hombro para despertarlo de su sueño elfico.

- Es hora, Legolas, debemos partir, espero y hallas podido conseguir descanso.

- Malas han sido las horas para mi, la imagen de mi hermano en mis brazos no desaparece, y no lo hará hasta  que atrape a ese maldito.

Como una ave ligera levanto el vuelo Legolas, disipando sus ideas, tratando de relajar sus músculos, girando su cabeza lentamente para quitar la tensión que tenía encima. Cerraba sus ojos y pasó sus manos en cruz por sus hombros y brazos, apretándoles.

- Parece que estas un poco tensionado Legolas – dijo el Loriende acercándose a él por detrás

- Toda esta cacería, todo lo que he pasado..

Haldir tomó a Legolas por los hombros, apretando y magullando, un gemido de placer reprimió el príncipe.

"Que rica sensación, es precisamente lo que necesitaba, un poco de relajamiento entre tanta persecución"

El Loriende siguió apretando, pasando sus manos grandes y varoniles por encima de la túnica y camisa de Legolas, ofreciéndole relax.

- Me he es un poco difícil darte un buen masaje con la ropa pero haré mi mejor esfuerzo – dijo Haldir sin dejar de trabajar. – Pero, si no te molesta ¿Podría retirar la ropa?

- Si – dijo Legolas dejándose llevar, por que aquellas manos tenían una habilidad conocida por él hacía mucho tiempo.

Haldir empezó a rodearle con sus fuertes brazos, Legolas recostaba su cabeza sobre el hombro izquierdo del elfo de Lorien, cerraba sus ojos y dejaba trabajar a su compañero con su cuerpo.

Le desabrochó el cinto, luego soltó las ataduras de su túnica y después su camisa, dejaba su pecho expuesto a las manos expertas del Loriende.

- Hacía mucho que no te tenía así – susurró Haldir en el oído del Legolas con voz juguetona.

- Hacía mucho que no recibía un masaje de tus manos.

- Legolas.. – dijo un poco mas alto Haldir.

- ¿si? – exhaló el príncipe

- Tiéndete en tu manta – agregó el Loriende al oído con voz seductora.

- ¡Haldir! – exclamó en voz baja el príncipe fijando su mirada en la de su compañero que estaba a solo un suspiro de sus labios.

- Solo así podría terminar el masaje

Legolas lo siguió mirando con desconfianza, el bello Loriende sonrió y añadió:

- No te preocupes, no haré nada que tu no desees

Mas Legolas no estaba seguro de que tanto deseaba o no ese masaje.