Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Advertencia: Contiene SLASH M/M, asi que si no desean saber nada del asunto omitan su lectura.

CAPITULO 8

Uno contra el otro, ofrecían y paraban los golpes que mejor sabían ejecutar, Legolas los esquivaba y detenía con facilidad, Aragorn arremetía con dureza, al parecer la fiebre había desaparecido, y el mortal deseaba desquitar su coraje con el.

- ¿Te detendrás Elessar? ¿No te das cuenta de que esto es un error?

- El honor debía correr por tu sangre real, mas veo que no es así. – respondió el mortal estrellando con mas fuerza su espada.

- Mi honor esta en juego, por eso persigo al que me culpa.

- ¡Basta ya de habladurías! ¡Terminemos de una vez!

Y diciendo eso Aragorn lío su espada con la de Legolas haciéndola caer a un lado y le cercó junto a un gran árbol, el filo de la espada contra el pecho de Legolas, uno frente al otro, tan cercanos que casi podrían leerse el pensar a través de las pupilas.

- No es una buena idea – dijo el elfo haciendo sentir el filo de su daga en la entrepierna del mortal

- Lo mismo opino, Elessar – agregó Haldir tocando en la espalda al mortal con la punta de su espada.

- ¡Ah! ¿Los dos se convertirán en verdugos de un rey? ¿No existe honor en ustedes? Me rindo entonces ante rivales tan impíos.

Aragorn soltó la espada, Legolas guardo su daga, Haldir termino de enfundar la suya.

- No estamos en contra tuya Elessar, eres libre mientras no estorbes nuestro camino, no deseamos tu mal. – dijo Legolas con tristeza, la actitud de Aragorn no le parecía la correcta, mas nunca había querido perder su amistad.

- Si deseas unirte a nuestra búsqueda eres bienvenido, mas no queremos otro enfrentamiento contigo – agregó Haldir yendo hasta el mortal y poniendo una mano sobre su hombro.

- ¡Déjenme en paz! – exclamó rechazando la mano del elfo - ¡Nada quiero de ustedes! – agregó alejándose de ellos, perdiéndose en la oscuridad de los llanos.

- No le dejemos solo – dijo Haldir tratando de alcanzarle.

- Déjalo, se siente ofendido y derrotado – sugirió el príncipe con tristeza. – necesita estar solo.

El rey se distancio de ellos, cubriendo con la luz de la luna su tristeza, su abatimiento y amargura, su rabia y sus celos le habían impedido derrotar a dos elfos que en otro tiempo hubiera vencido con facilidad, a su parecer. Ambos se trataban, eso era definitivo para Aragorn, el uno y el otro se defendían, se ayudaban, no podía mas que tratarse de un sentimiento entre ellos, pero ¿sería solo amistad?

Tan perdido estaba entre sus pensamientos que no se daba cuenta el soberano rey de Gondor que todos sus movimientos eran vigilados con detenimiento desde hacía unos minutos.

La luna brillaba ya hermosa sobre él, y el se perdía un momento contemplándola, tratando de calmar su angustia, de liberar su espíritu, como dijo Arwen, de pensar con claridad si esa esperanza que perseguía valía la pena, tanto dolor y mentiras.

La llanura frente a él era extensa, no sabía cual era el destino de ellos dos, si en verdad perseguían a ese asesino muy pronto debían de encontrarle a no ser que atravesaran las montañas nubladas, y ningún paso se encontraba lo demasiado cerca como para haber tomado ese camino.

¿Sería capaz de acompañarles? ¿Tragaría su orgullo y coraje y acompañaría a los elfos? ¿O regresaría a su reino sin haber logrado saber si quiera si habría alguna esperanza para algo mas que amistad? No, no podía regresar así, sin Legolas, o sin el verdadero culpable, su gente ya estaría en el reino, y otra parte de ellos buscando tal vez aun en el bosque a su señor y al príncipe elfo. Llegarían pronto allí y Aragorn debía antes averiguar que es lo que sentía Legolas por el, pues él no se consideraba apropiado para defender o juzgar al elfo ante el reino del Bosque Negro. Aun tenía dudas, muchas dudas y debería de despejarlas para avanzar al fin.

Con sus manos en la cintura, con la vista fijada en el cielo, sintió Aragorn la presencia de alguien cerca de él.

" Mi corazón se encoge al verte así, mi señor soberano, no deseo tu dolor, ni tu derrota.. Si tan solo pudieras ver en mi, si pudiera regresar el tiempo y sentirte tan cerca de mi como aquella vez..."

*************FLASHBACK*************

La noche anterior había sido silenciosa, nada había turbado su atormentado descanso, Sam había visto un árbol con ojos que aún le aparecía entre sueños, además la cuenta de los días desde que salieron desde Lorien no le ajustaba, parecía muy poco el tiempo en que estuvieron allí mas la luna no le indicaba lo mismo. Frodo experimentaba ya el peso de los ojos de Boromir, mientras los demás se acostumbraban una vez mas, al temor constante que les acechaba en cada rincón.

El día avanzaba y la niebla se había disipado un poco. Se decidió que Aragorn y Legolas se adelantaran a lo largo de la costa, mientras los otros se quedaban en las barcas. Aragorn esperaba encontrar algún camino por el que pudieran llevar las barcas y el equipaje hasta las aguas tranquilas de más allá de los rápidos.

- El peligro acecha en todos los caminos que van al sur –respondió Aragorn-. Esperadnos un día. Si en ese tiempo no volvemos, sabréis que el infortunio nos ha alcanzado esta vez. Entonces tendréis que elegir un nuevo jefe y luego seguirlo como mejor podáis.

Frodo sintió una congoja en el corazón mientras miraba cómo Aragorn y Legolas ascendían la empinada barranca y desaparecían en la niebla; pero no había por qué preocuparse.

Después de una hora de camino, de atravesar piedras filosas, terrenos escarpados, y matas espinosas, lograron llegar a un sendero, y al final de este una pequeña laguna que sin duda tenía salida al Río.

- Ahora dime, Aragorn por que el de tu insistencia en buscar un camino que al parecer ya conocías.

El mortal sonrió al ver que Legolas se había percatado de que sus pies y sus manos estaban acostumbradas a ese camino. Era cierto, el montaraz le había recorrido con anterioridad.

- Mi corazón esta cansado Legolas, y deseo quitar un momento la carga de mis hombros. – dijo el mortal tomando asiento a mitad del sendero, oculto por la niebla a los cualquier par de ojos curiosos.

- Todos nosotros nos sentimos así, - declaró el elfo tomando asiento frente a el cruzando sus piernas -  que no decaiga tu animo, Aragorn, por que tus decisiones así como tu animo, nos afecta a todos.

- ¿Podrías tu aliviar mi pesar Legolas? – preguntó el mortal mirando con pesar el bello elfo.

- ¿Qué podría hacer yo, Aragorn, para que la compañía conserve tu liderazgo? La pérdida de Gandalf no debe angustiarte mas, piensa aun en nuestro objetivo, el lo hubiera deseado.

Las palabras del Legolas salían de su boca al ver la mirada de tristeza y pesar en que estaba sumido el montaraz. Aragorn tomó de su cuello el pendiente que Galadriel le había otorgado, Arwen debía de estar cerca de su corazón, mas no se encontraba allí para reconfortarle, para animarle a seguir en esa jornada. Miro el pendiente, lo arrancó de su cuello y después de besarle le guardo en un bolsillo de su túnica.

- Legolas, mi corazón esta triste, por Gandalf, por Frodo y la pesada carga que lleva, por Arwen y un amor que tal vez no merezca.. por este sentimiento que nace en mi corazón..

- Aragorn, tu amor por Lady Arwen debe fortalecerte.

- No es el amor de Arwen quien me sostiene en este momento.

- No entiendo.

Aragorn se acercó a Legolas y colocó una mano en su mejilla, sintiendo la suavidad en su tacto, la frescura de su piel, la belleza de esos ojos azules que le cautivaban, bajó lentamente su caricia hasta su barbilla y conforme lo hacía una estela rojiza apareció en el elfo.

- Aragorn... – murmuró Legolas tomando su mano sin retirarla

- Déjame Legolas descansar en ti..

Sintió los labios del mortal sobre los suyos, abriendo y cerrándose para ofrecerle suaves y cálida mordidas a la boca de seda del príncipe elfo, veía la pasión y el deseo en el rostro del mortal que ahora le sujetaba de la cintura atrayéndolo hacia el, ¡Aragorn le estaba besando!, y en cualquier otra situación el habría respondido con la espada en la mano, mas su cuerpo le traicionaba, respondía a las caricias que el montaraz le hacía, su cabello era estrujado, paseando los dedos del mortal entre las líneas doradas del elfo, Legolas se dejo guiar, sintió la boca del mortal en su cuello, el mismo caía ya en el húmedo césped debajo de ellos.

Aragorn estaba embelesado, la belleza del cuerpo de Legolas se descubría poco a poco ante él, quitando su túnica sus músculos se describían a través de la fina tela, abriendo su camisa su pecho de porcelana quedaba expuesto, parecía que algo nuevo brillaba a la vista del mortal, él cual muchas veces había compartido su cama con otra mujeres y damas elfas.

Mas la belleza de este príncipe podían opacar a cualquiera de ellas, llegó a pensar que incluso a Arwen. Esa bravura, esa forma de pelear tan elegante como mortal, su paso, su apoyo incondicional, el alma pura del elfo que le embriagaba, no la encontraría en nadie mas.

Le besaba mientras le descubría, mas para su sorpresa, el elfo también tomó la iniciativa, pues una vez que su pecho se hallaba desnudo, tomó al mortal entre sus brazos y le beso con tal pasión que las huellas de Arwen en sus labios se borraron en un momento.

Le ayudo a desvestirse,  a mostrar ante esos ojos azules como el cielo, su atlético pecho, sus abdominales delineados, su entero cuerpo reaccionando ante tales sensaciones. Ambos quedaron allí, desnudos y compartiendo cálidas caricias, dejando salir todo aquello que habían procurado guardar en el camino, su única oportunidad fuera de la vista de los demás.

Un rocío bañaba sus cuerpos, la niebla era su única manta, nadie pudo advertir, toda la fuerza y vigor que desplegaba Aragorn en ese momento, toda la bravura y pasión que ponía Legolas en sus caricias. El mortal no soportaba mas, después de sentir las manos de "su" elfo, después aún de refrendar las suyas en aquel miembro tan viril, quiso poseerlo, sentir su ser volver uno con el príncipe que tanto deseaba.

- No, Aragorn.. por favor..

- Legolas..

Ambos se besaron, el mortal no podía entender el porque de la negación del elfo mas no le forzó, todo aquello había sido como un sueño para el y no deseaba convertirle en una pesadilla para el elfo, ambos consumieron sus deseos a base de caricias y labios ansiosos de ofrecer calidez y sedientos de rocío.

Reposaron por unos instantes, uno junto al otro, compartiendo un abrazo, el mortal había desahogado todo su estrés y ahora se sentía mejor, Legolas estaba a su lado, reposando sobre su pecho, tratando de calmar su respiración.

- Será mejor que nada de esto se comenté fuera de nosotros. –sugirió el mortal con algo de timidez.

- Es mejor así. Nunca mis labios dirán palabra alguna, nunca mi mente albergará este recuerdo. – respondió Legolas apartandose del montaraz.

- No, Legolas, yo..

- Olvídalo Aragorn, fue un momento de debilidad que yo también disfrute.. – dijo el elfo buscando algo en la túnica del mortal - En adelante, nuestra amistad será fortalecida, mas nuestro deber y corazón serán primero.

Y diciendo esto el elfo puso sobre el pecho de Aragorn, la piedra que simbolizaba el amor de su querida Arwen. El mortal la tomó, sonrió con Legolas y puso el dije en su lugar, cerca de su corazón, mas no por eso le cerraba a la nueva luz que había vertido Legolas en él.

Parecía que esa nueva luz empezaba a opacar otro sentimiento, mas nunca creyó que sería su amor por la hija de Lord Elrond.

Sólo habían pasado dos o tres horas y era aún el mediodía cuando las formas borrosas de los exploradores aparecieron de nuevo.

************* FIN DE FLASHBACK*************

- Debemos partir, ¿nos acompañaras?

"¿Cómo podría decirlo? ¿cómo podría saberlo?"

- Tu debes estar mas cansado que nosotros, pero he perdido mucho tiempo y no deseo que la pista también se pierda, viajamos rumbo al oeste por si quieres alcanzarnos.

Legolas dio media vuelta y avanzo dos pasos hasta que escuchó la voz del mortal que decía:

- ¿Por qué cambiamos tanto, Legolas"

El príncipe dio media vuelta mas no dijo nada, el mortal seguía bañado por Isilme mas ahora tenía sus ojos cerrados.

- Antes no era así, he cambiado, lo reconozco, pero no creí que tu .. yo pensé que nuestra amistad seguía igual que hace quince años, igual como cuando se destruyo en anillo.

- Elessar..

- Incluso mi nombre ha cambiado una vez mas.. y aun me preguntó ¿para que?.. Simples denominaciones, títulos que me ofrece la vida mas no sé si soy merecedor de ello.

- Te has ganado el respeto de tu gente, te siguen con lealtad, no dudan de tu razón, de tu sabiduría alcanzada.

- Mas.. ¿de que me sirve todo eso Legolas, si he perdido lo mas importante para mí?. – inquirió el rey de Gondor fijando su vista en el elfo que tenía frente.

- Arwen siempre estará en tu corazón, tu hijo Eldarion la llevara en el.

- Mi amada Arwen no esta ahora aquí para hacerme ver la luz, para animar mi espíritu. Nada es un rey que no tiene un fuerte soporte junto a él. –dijo el mortal evocando viejos tiempos.

- Tu hijo esta allí para apoyarte.

- No esta aquí ahora, es un consuelo, una dicha, una esperanza para el futuro, mas ahora me encuentro solo.

Legolas no respondió, no podía decir que estaban allí sus amigos, que estaba el para apoyarle siempre y en cualquier momento, por que los anteriores hechos no se lo permitían, por que ante esas palabras, el rey hubiera exigido o pedido su apoyo.

- No puedo ofrecerte ahora mi mano Elessar, pues has renegado de ella. En este momento debo partir, espero y pueda contar con tu apoyo ya que no deseas el mío.

El príncipe dio media vuelta, camino en dirección de Haldir, pero sintió la fuerte mano de Aragorn tomarle del brazo deteniéndole.

- ¿Es que no entiendes Legolas? ¡Si he venido hasta aquí es por ti!

- ¡Elessar!

- Y no me llames Elessar que en ti no me gusta como se escucha, Aragorn, por favor.

- A.. Aragorn.. – dijo Legolas sorprendido al reflejarse en la mirada seria del mortal. –  Aragorn, siento mucho lo que pasó hace unas noches, mas tu no confiabas en mi, aun no, y no sé por que ha cambiado eso en ti, si era tu mas grande cualidad.

- Tal vez por que otro sentimiento opaco en ese momento la confianza

- ¿Cuál sería tan terrible para ocultar tan noble impresión?

- El amor, el amor que siento por ti, Legolas

Legolas sintió como un calor se desbordaba por su cuerpo, como se volvía a reflejar ese sentimiento tan guardado en su corazón mas estas palabras vinieron a su boca.

- ¡Por ese amor que dices debías confiar en mi!

- Deseo protegerte Legolas, todo esta en tu contra y no veo otra manera de salvarte. – expresó el mortal acercando un poco mas al príncipe hacía si.

- ¿Aun no confías en mi? ¡Dudas de mi Aragorn! ¡No necesito tu protección! – grito el bello elfo zafando su brazo del mortal – No soy un niño que debas cuidar!

- Legolas, ¿ a donde te llevara esto?

- El crimen de mi hermano será pagado, mi nombre limpio de nuevo. – exclamó Legolas enfadado - ¡Si no deseas acompañarme, si no crees ya en mi, al menos deja que busque yo la manera de salvarme!

- Legolas, por favor..

El príncipe se alejo, trataba de contener sus lagrimas de ira y lo conseguía muy apenas, las palabras del mortal le herían profundamente, creía hasta entonces que Aragorn se hallaba confundido, que aun no entendía lo que había pasado, mas parecía que el mortal estaba convencido de su culpabilidad, así, así no lo quería a su lado. Dirigió sus pasos lejos de Haldir y de Aragorn, no quería que el primero viera su tristeza, y que el segundo adivinara sus verdaderos sentimientos.

Haldir estaba alejado de la pareja, el príncipes le había dejado para ir a hablar una vez mas al mortal, había ofrecido su compañía a Legolas a fin de evitar un nuevo encuentro, él le había tranquilizado diciendo que nada de eso sucedería.

El bravo guerrero de Lorien se entretenía en recoger sus pertenencias como Legolas le había sugerido, un suspiro salió de su ser al pensar en la oportunidad que había dejado pasar hacía unos momentos, si el mortal no se hubiera aparecido, el podría estar haciendo algunos nuevos movimientos conforme avanzaba la noche.

La luz de la fogata era apagada con tierra y cubierta con piedras, sus oídos fueron prevenidos, pequeños susurros entre los arbustos, pasos ligeros, respiraciones fatigosas, hombres cercándolos, tuvo solo tiempo de tomar su arco, colocar la flecha mas la oscuridad le llegó y cayó sin remedio en ella, los ojos del Loriende se cerraron para no volverse a abrir.

Aragorn quería acercarse a Legolas, quería pedirle disculpas, decirle que si creía en el, que le permitiera acompañarle, protegerle y hacer pagar caro ese crimen al culpable que huía. Le vio un poco mas allá, a unos metros de el, de espaldas, recargado en un viejo árbol con los brazos cruzados, la barbilla en el pecho, sus hombros se agitaban, su esbelto cuerpo revelaba una luz tenue, cálida, la cual iluminaba su ser como solía hacerlo en aquellas noches oscuras.

¿Cómo poder olvidar las noches de guardia en que el elfo ofrecía su compañía?, Cuando Legolas cuidaba su descanso, o cantaba alguna canción para alegrar al grupo en especial a los hobbits, para desdicha de un enano que no entendía el por que el elfo tenía que cantar siempre que atravesaban un bosque. Aragorn añoraba esas largas caminatas, esa muestra de apoyo del príncipe elfo que siempre le seguía y le escuchaba, quien era el vigía constante, los ojos y los oídos de la comunidad. Ese momento que habían compartido una vez.

El estaba allí, a unos pasos de él, necesitando de su comprensión, de su apoyo en esos momentos, ¿ y que había hecho él? Solo pensar en si mismo, enfadarse y luchar con el por no sentirse correspondido, tal vez Haldir ya había ganado su cariño, debía aceptar su derrota, si no podía crecer el amor entre ellos, la amistad aún debía conservarse.

Una flecha cayó a los pies del mortal y los ojos del elfo se fijaron en los del soberano.

"¡Oh! Aragorn, por Elbereth! Eso estuvo cerca.. si tu.. "

- ¡Elessar! – exclamó Legolas, su camisa aun se encontraba abierta, su espada y demás armas en el campamento, el mortal también se encontraba sin arma, solo el arco y flecha le acompañaban y no dudo en hacer uso de ellas.

- ¡Legolas! ¡Ven! – gritó el mortal tratando de apuntar a cualquier blanco que hiciera su aparición. - ¡Haldir! – agregó buscando apoyo.

Manos frías, rostros ocultos, apresaron a Legolas y le impidieron ir mas allá, una persona a cada lado sujetando sus fuertes brazos, tratando de hacerle caer, de hacerle desistir. El rey le miraba, mas no era su posición la mejor para protegerse, esa llanura no ofrecía muchas rocas o árboles lo suficientemente gruesos como para protegerle, veía como Legolas ofrecía resistencia y no pedía auxilio.

"No por favor, Legolas.. "

- ¡Legolas! – gritó el rey y sin pensarlo dos veces saco su daga y se dirigió hacia donde estaba el elfo, hirió los brazos de algunos, mas otros dos agresores con arcos aparecieron detrás de el, una fuerte punzada sintió en la espalda, volteo y les enfrento, buenos con la espada eran, mas se las había con un hombre formado a través de numerosas batallas.

 Legolas hacía otro tanto y pudiendo librarse de uno de sus atacantes enfrentaba al restante quien blandía una espada corta y la agitaba frente a el, mas cuando le ataco tomó su brazo y le hizo caer de espalda pasando por encima de su hombro, el elfo se encontraba libre y podía ofrecer su ayuda al mortal.

- ¡Elessar! – exclamó Legolas tomando a uno de los oponentes del mortal y tumbándole con suma facilidad

- ¡Tómenlo! ¡No lo dejen! ¡Yo me encargare del hombre!

"No Legolas, no dejaré que te lleven..no cuando ya te he encontrado.."

Estas ultimas ordenes venían de la oscuridad, Aragorn terminaba ya con su rival, un punta flecha se reflejaba por detrás, el mortal podría ser muerto si como el elfo adivinaba se dirigía a su cabeza.

Se lanzó Legolas contra Aragorn, un silbido se escuchó cerca de ellos, el elfo lo había sentido cruzar su cabello, le hizo caer y sus cuerpos estaban una vez mas uno sobre el otro, la flecha había tocado al mortal, el príncipe sentía un liquido tibio en sus manos, venían de la espalda del rey, su cabeza cubierta de sangre, sus ojos cerrados.

- ¡Aragorn! ¡Aragorn por favor contesta! – exclamaba Legolas preocupado al no sentir la respiración del rey. Le agitaba y le movía sin respuesta alguna.

- ¡Alto elfo! Ya es el segundo muerto, no quiero que tu seas el tercero

- ¿Segundo?.. ¡Haldir! - se lamentó Legolas mientras el cuerpo del rey caía de su lado.

- ¡Atenlo!

- ¡Aragorn! ¡Aragorn! Por favor no mueras.. no mueras.. por que yo.. moriría contigo..

Dos de los hombres que les habían atacado patearon al elfo, una o dos costillas se escucharon crujir, ya nadie se ocupaba de los cadáveres, Legolas no emitió ningún grito o quejido que pudiera enorgullecer a sus captores, su tristeza venía por perder a un valioso amigo y por no haber dicho al otro la verdad de sus sentimientos, Legolas amaba verdaderamente a Aragorn pero su pena no le dejaba expresarlo. Sujetaron al elfo fuertemente, cubrieron su boca con una mordaza, mas no era necesario, Legolas no tenía mas fuerza, no tenía mas ganas de seguir viviendo, sus compañeros muertos en una búsqueda que solo le incumbía a el, la muerte de su hermano quedaría sin vengar, su nombre siempre sería recordado como el de un asesino, ya no quedaba esperanza en ese triste príncipe elfo.