Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Advertencia: Contiene posible SLASH asi que si no desean saber nada del asunto omitan su lectura.

CAPITULO 10

Mucho fue el camino que recorrieron, no sabría decir en que dirección iban, lo mas seguro era que se dirigieran directamente hasta su reino, lo raro para él, era el no haber visto señas del Anduin, ningún río habían cruzado y el aire no era lo suficientemente húmedo para saber su cercanía, no podían haberlo hecho con anterioridad, no había estado inconsciente tanto tiempo, a menos de que le hallan cruzado en la noche, pero ellos habían dicho que.. En fin, nada podía ya hacer ni decir.

La marcha se detuvo, el hombre que le llevaba, se apeo y le tomó cargándole sobre un hombro, no permitiéndole caminar, ¿a dónde le llevaría?

El piso bajo ellos cambio, a algún lugar habían poblado habían llegado puesto que muchas pisadas se veían en aquella arida tierra, entraron a una vivienda, ya que el piso antes seco cambió a uno de madera, vieja y polvorienta, bajaron escalones, y aún no se le permitía ver nada, húmedo y oscuro era todo allá abajo, rejas a los lados, ¿era acaso algún tipo de prisión? No era allí su reino, no reconocía ese lugar.

Por fin pudo ver la poca luz a su alrededor, ya ques entrando a la celda, le quitaron la manta que le cubría, no reconocía al hombre que estaba frente a él, le libero las manos primero, otra silueta se veía detrás de su captor, allá, retirado en el pasillo, no podía reconocerle en aquella oscuridad, la antorcha que alumbraba tras él, le impedía ver sus facciones, lo único que pudo averiguar era que era alto, ancho de hombros y no dejaba de mirarle.Sujetaron sus pies y manos con cadenas que estaban empotradas a la pared, le dejaron solo y no se molestaron en retirar la mordaza.

Poca luz del exterior se podía filtrar por una pequeña ventana, una antorcha en el pasillo era su única compañía, ya podía sentir todo su adolorido cuerpo mas no parecía que algo además de los golpes le molestara, eso le extrañaba, pues si ese hombre le hubiera tocado, el dolor seguramente habría sido insoportable y le reconocería, pero no era así, ¿por qué?

Paso la noche sin visita alguna, sin comida ni bebida, y el estar así por dos días ya le empezaba a debilitar un poco, no durmió y los constantes pensamientos de sus amigos y hermano le invadía a cada instante. Deseaba ya estar con ellos, y no allí solo y sufriendo por algo que no merecía, ¿había cometido algún pecado imperdonable en su vida? Tan solo haber entregado ciegamente, hasta para él, el corazón a un imposible.

Al principio le había aceptado como una fuerte amistad, tanto como un lazo entre hermanos, reconoció que en el momento del enlace de Elessar con Arwen había sentido un poco de celos, el pensó en ese entonces, que se debía a que sus aventuras con el mortal habían llegado a su fin, que ese encuentro que tuvieron fue tan sólo, una distracción que sirvió de relajamiento para los dos amigos.

Mas ya no tendría oportunidad de verlo, y de decirle que lo que recién había descubierto al momento de su muerte. "¿Acaso - se preguntaba Legolas – nunca habría sabido que le amaba si no hubiera muerto?" Tal vez en el momento en que el hubiera partido, si el me hubiera dejado, si no me hubiera seguido.. Pero lo hizo, y creo que en verdad me amaba.. Aragorn, perdóname.. perdóname el no haber dicho antes la verdad.. el ser tan ciego y necio para no verlo..."

Todo estaba muy oscuro, tal eran la triste situación de Legolas, oscuridad, una antorcha iluminaba el pasillo, frío, húmedo, barrotes en su celda innecesarios, pues en las condiciones en que estaba, lo único que lo sostenía en pie eran las cadenas, una ventana a su izquierda, alta y pequeña era todo su contacto con el exterior, grande debía ser el árbol detrás de ella, para que sus hojas ocultaran tanto la luz del sol.

Pasos bajando la escalera que rechinaba ante el peso, le anunciaban la llegada de alguien, con paso firme acompañado de otras dos personas la misma silueta de ayer llegaba hasta a él, revelándose. Dommo estaba frente a el con túnica hecha de seda verde oscuro, una sonrisa de triunfo en su rostro y un colgante tan grande y ostentoso, que a pesar de ser de oro, por el tamaño y tallado grotesco le hacía perder su valor, algo reconoció en ese diseño y tembló de rabia al recordarlo.

Uno de sus acompañantes se acercó al elfo con cuidado, su mirada podría intimidar a cualquiera si no estuviera demasiado encadenado, mas con suma lentitud quito la mordaza a Legolas.

- Buena tarde, mi querido príncipe Legolas. – saludó Dommo haciendo una reverencia, sus hombres esperaron en la oscuridad,

- ¿Tu me has traído hasta aquí? ¿Tu maldito?

- ¡Oh! Mi querido príncipe, debería estar agradecido de que pude salvarle de aquel cruel hombre, si no hubiera hecho caso a mis oídos, otra suerte podría estar corriendo su alteza

- ¿Qué dices? – preguntó Legolas.

- Me he detenido al encontrar a mi gente, pero el no saber mas de su alteza, me tuvo angustiado

- ¿Sabías que te seguía? – dijo el elfo asombrado.

- Tanto sabía, como que el rey de Gondor estaba en su compañía, lástima que termino tan mal, y ese pobre elfo no pudo hacer nada mas... – reconoció el regicida expresando su falsa angustia.

- ¿Lo sabías todo?

- Creo que conozco este camino mas que cualquier otro, he podido ver, escuchar y casi hasta predecir cada paso, mas no cada suceso. Me impresiona que su alteza.. tenga amigos tan.. íntimos. – declaró Dommo con una sonrisa de satisfacción en sus labios, sus pequeños ojos le revelaban la maldad de su corazón.

Legolas trató en vano de salir de aquellas cadenas que le agrietaban la piel, la sangre ya asomaba por sus tobillos y muñecas, impotente Legolas desistió, la risa de Dommo se escuchó entre las paredes de aquella celda, sin embargo seguía allí, con los brazos detrás de él, como si se regocijara con el dolor de el pobre elfo.

- Mas ahora, ¿qué he de hacer con usted? No tenía planeado que me siguiera, de hecho la muerte del príncipe Gladel no debió ocurrir así, pero me alegro de que halla acudido a mi, su alteza.

- ¿Acudido a ti? ¿Piensas que te estoy agradecido? ¿estas acaso loco? ¡era mi hermano!

- Si, lo siento mucho por él, - respondió Dommo sacudiendo un poco su cabeza y bajando la mirada - pero creo que estorbaba en su camino, ¿no es así su alteza? O debería decir ya ¿su majestad?..

- No entiendo, yo no quería la muerte de mi hermano.

- ¡Oh! Entonces ¿yo malinterprete sus palabras aquella ocasión? – preguntó Dommo preocupado

- ¡Te he dicho que yo no quería la muerte de mi hermano! ¡Nunca desee eso! – gritó Legolas sumamente enfadado.

- Pero si todo estaba muy bien planeado, si usted no hubiera llegado, hubieran tratado de culpar a alguien mas, yo habría traído a un asesino cualquiera y me hubiera usted recompensado, su alteza.

- Nunca culparía a un inocente.

- Yo aportaría las pruebas, yo le haría ver lo evidente.

- ¿Buscabas riquezas?

- Eso y algo mas.. – murmuró Dommo con una sonrisa, se alegraba al mecer lentamente su cuerpo hacia delante y detrás como si retara al príncipe.

- ¡La vida de mi hermano era mas preciado que todo el oro!

- ¡Oh! Eso no lo hubiera sabido si el no hubiera muerto, ¿no es cierto? Los muertos nos hacen ver cosas que estando vivos no ignoramos.

Ese hombre se estaba burlando de él, le hería con sus palabras. ¿Solo por riquezas y fortuna había asesinado al futuro rey? El plan entonces era asesinar al potencial rey, y él, apareciendo ante todos, tan bueno y justo habría presentado a un culpable, le habría llevado ante Legolas y con eso ganaría su reconocimiento, acompañado de oro, y con ello podría ganar la amistad que como vendedor no pudo. Haldir le había dicho que le habían visto alguna vez por Lorien, pero nada mas añadió.

- ¿Y ahora que piensas hacer, maldito?

- Es lo que aún no me decido.. Mas una idea se me ocurre.. a ambos nos convendría.

- Habla, serpiente ¿Que puedes decir que me interese?

- Yo podría ayudarle, su alteza, yo estoy dispuesto a llevar al asesino ante su reino, le libraría de aquello que le culpan. Me he cansado de esta vida monótona y deseo dejar de ser un simple vendedor, mis ganancias ya no son las mismas que antes, y mis trabajadores ya no me son tan útiles como hace 20 años.

- Sabes que una vez estando allí, yo mismo te delataría, te castigaría sin piedad.

- No lo haría mi señor, pues a mi merced tengo un amigo muy querido de usted, uno de aquellos dos a quien tiene gran afecto.

- ¿Qué? ¿A quien tienes, maldito? – preguntó Legolas profundamente asombrado. - ¡Ambos murieron allí!

- Sólo uno de ellos...  ¡Oh! Es que yo soy tan precavido su alteza, es que yo siempre me preocupo por el bienestar de su alteza, y de sus mas íntimos amigos.

- ¡Dime quien es!

- ¡Traigan al elfo! – ordenó Dommo, con la rapidez del miedo, los guardias hicieron lo que su amo les mandaba, tanto tenían que perder como el mismo príncipe, alguna hermana, madre, padre o hijo sufriría si ellos no le respondían.

Presentaron ante Legolas, a un Haldir debilitado, con sangre ya seca cubriendo su cabeza, inconsciente, sostenido solo por los brazos de aquellos guardias.

- ¡Haldir! – exclamó Legolas entristecido.

- Es muy fuerte este guerrero, mas le he reconocido sin que el a mi lo halla hecho, el hermoso guerrero Galadrim ha tenido la fortuna de que yo le salvará.

A una seña de Dommo los hombres acercaron un poco mas al Loriende, que tenía al igual que el príncipe, los pies y manos atados. Sintió Legolas su débil respiración, vio mas de cerca, tanto como le permitía la poca luz, los labios pálidos y sin vida del gallardo elfo, los ojos entrecerrados, la poca luz que aún había en ellos, débil y tal vez inconsciente o debilitado por alguna droga.

- Haldir, ¿me escuchas? – preguntó Legolas acercando su rostro al adormecido elfo.

- Legolas.. – susurró el Loriende entre sueños

- ¡Oh! Haldir.. por favor resiste.

- ¡Suficiente! Llévenlo a su celda. – ordenó Dommo

- ¡Espera! ¿Cómo sabré que no le has matado, que no morirá por algún veneno en pocos días?

- No me atrevería a matar a tan bello espécimen.

- Lo mismo has hecho con mi hermano, y no te importo su buena presencia.

- Un sacrificio que creo que me valdrá la pena, ya que tengo en mi poder a dos tan hermosos que bien podrían rebasar el valor de Gladel.

- ¡Maldito!

Salieron los dos guardias llevando con el a Haldir, Dommo hizo una cortesía y se dispuso a salir, mas su oferta aun no estaba terminada.

- Piense su alteza, le conviene el trato, yo por mi parte tan solo pido el favor del rey, una buena vida, y en un futuro, tal vez, la amistad del soberano elfo.

- ¡Nunca duraría!

- Durará tanto como usted deseé que su amigo siga con vida.

- Una vez en mi reino, yo mismo te apresaría, te arriesgas mucho.

- ¡Oh! Su hermana tan bondadosa, su hermano tan amable, ¿se expondría usted a que algo le pasara? Mis contactos son muy grandes, muchos ya dentro de su reino.

- ¿Qué?

- Piénselo su alteza, no podrá vivir siempre escondiéndose de todos, ¿cierto? Además ese elfo es tan atractivo, no me gustaría que alguien pudiera.. hacerle algún daño.

- ¡Maldito!  - gritó Legolas con la sangre encendida al imaginar tan terribles consecuencias - ¡No te atrevas a tocar a Haldir!

- ¡Pero usted sale ganando su alteza! Regresara a su reino, sin culpa alguna, con su familia, y conmigo a su lado, pero no pido mas que una vida tranquila y sin mas preocupaciones.. alejado de toda esta inmundicia.

Legolas no dijo mas, no tenía otra alternativa, primeramente no podía abandonar a su amigo así, nunca podría perdonarse el no hacer algo por Haldir, estaba vivo y el favor de Valar le acompañaba, había una esperanza, su propio sacrificio, no tendría mas que soportar a ese individuo en su hogar, pero convertiría a su mismo reino en una prisión, cuidando a sus hermanos de algún posible ataque de cualquier habitante, a Haldir de algún daño si no complacía a Dommo y a él mismo a exponerse a que sus demandas fueran en constante crecimiento.

- Tiene todo el día de hoy para pensarlo, su alteza, el hambre le ayudara a pensar mas claramente.

Dommo hizo una elegante reverencia y salió de la celda dejando a Legolas abandonado con sus pensamientos.¿Cuánto soportaría el príncipe elfo a esa detestable persona? Llegaría allí primero Dommo, entregando a un "verdadero asesino", una víctima mas de su maldad, y el sería tan culpable como Dommo de ese engaño, traería además al príncipe exiliado reivindicándole ante sus hermanos y reino. Todo regresaría a la "normalidad" en pocos días, pero ¿Y Haldir? ¿cómo estaría seguro de que aun vivía? ¿de que no le tocarían? ¿cómo vivir cuidándose de cuanta persona le rodeara?

¿Sería preferible sacrificar a su amigo, su nombre, su venganza, con tal de evitar algún mal a su familia y a su reino? Pero ¿Como podría llevar su justicia ante Dommo, como la ejecutaría si no era capaz de liberarse?. No le quedaba mas opción, prefería vivir en el miedo, cuidando de sus hermanos, teniendo el enemigo cerca, que morir y no saber en que manos quedaban sus seres queridos.

¿Dónde estaría Haldir? ¿qué pasaría con el? ¿habría una celda cercana? No escuchaba los pasos al bajar, no recordaba si alguien mas estaría a su lado, imposible, habría escuchado los pasos de gente al llegar para atenderlo. ¿Le cuidarían?

Que martirio pasó Legolas esa noche, el bravo capitán de Lorien era para el uno de sus mejores amigos, sabía lo que el valiente elfo sentía por el, y empezó entonces a recordar aquélla noche en que por primera vez le ofreció el descanso de sus manos.

************* FLASH BACK *************

El aire era fresco y dulce, como si estuviesen a principios de la primavera, y sin embargo sentían alrededor la profunda y reflexiva quietud del invierno. Les pareció que casi no tenían otra ocupación que comer y beber y descansar y pasearse entre los árboles; y esto era suficiente.

No habían vuelto a ver al Señor y a la Dama y apenas conversaban con el resto de los elfos, pues eran pocos los que hablaban otra cosa que la lengua silvana. Haldir se había despedido de ellos y había vuelto a las defensas del norte, muy vigiladas ahora luego que la Compañía había traído aquellas noticias de Moria. Legolas pasaba muchas horas con los Galadrim y luego de la primera noche ya no durmió con sus compañeros, aunque regresaba a comer y hablar con ellos.

Una de las ultimas noches, en que recorría con otros dos elfos aquellos parajes del bosque dorado, topó su vista con el hermoso guerrero Loriende que le había recibido a su llegada a aquel lugar. Parecía recién regresar de su guardia de varios días fuera del reino, había recibido orden de Galadriel de presentarse para cumplir un encargo el siguiente día.

- Haldir, mucho me agrada el encontrarte, he creído que tu guardia impediría saludarte una vez mas. – dijo Legolas gustoso mientras sostenía las manos del elfo entre las suyas.

- Legolas, vuelvo unos días por orden de mi señora, mi vista también se alegró al encontrarte aun por estos linderos.

- Ve a descansar Bravo Haldir  - sugirió uno de los elfos que acompañaban esa noche al príncipe – muy merecido tienes unos momentos de reposo.

- Es cierto Haldir, mal hago yo en detenerte, tu cuerpo necesita respiro y te privamos de él – agregó Legolas ofreciendo el paso al guerrero de Lorien. – Continua tu camino, por favor.

-  Nada mas me alegraría en este momento que un buen vaso de vino, mas la compañía debe ser tan buena o mejor que el vino para disfrutarle. – dijo Haldir mirando a Legolas con mirada sugestiva. – Eso ansío en este momento como descanso...

Los dos elfos entendieron el mensaje que su capitán acababa de darles, bien sabían que el favorito de la dama Galadriel, ostentaba el titulo de primer guerrero de su reino así como el de un magnífico conquistador, mas no deseaban que Legolas hiciera algo que no quisiera, así que le ofrecieron alguna alternativa.

- Nuestras disculpas en este momento, Legolas del Bosque Negro, nos es necesario regresar, haremos el camino contigo si es que nos lo permites, el resto de la comunidad deben de estar durmiendo en este momento. – dijo uno de los elfos.

- Mucho sentimos el no pasar mas tiempo contigo en esta hermosa y fresca noche, las estrellas se antojan para vivir bajo ellas.  – agregó el otro elfo de Lorien

- ¡Oh! Aun no deseaba que terminara tan pronto este paseo, mas si es así, volver con ustedes, mis amigos deben de descansar pero ¿acaso podré seguir yo disfrutando de los bosques de Lorien?

- Te ofrezco mi compañía, si no es que no te desagrada la idea. – se ofreció el capitán de guardias de Haldir.

- ¡Oh! Mucho me alegraría, mas tu necesitas descanso, noble Haldir, no deseo perturbarlo.

- Mi descanso puedo obtenerlo de diferentes maneras, y mi animo en esta noche se antoja tan delicioso, que no podría orco alguno hacérmelo perder. – sostuvo el Loriende con una bella sonrisa en su rostro.

- ¿No tienen inconveniente, señores, en que desee quedarme un poco mas con Haldir? – preguntó Legolas a sus dos acompañantes

Ambos elfos sonrieron complacidos, y haciendo un pequeño saludo se retiraron de aquel camino en que dejaban a dos soberbios elfos rubios.

- Sígueme por favor, Legolas, este es el camino hasta mi morada, si no tienes inconvenmiente en desviar un poco el paseo, desearía mudar mis ropajes.

- No hay ningún problema Haldir, guíame y yo te seguiré.

Legolas iba muy animado, al lado del arrogante elfo, mucho le agradaba su temple, su forma de andar tan pretenciosa, su mirada fría y enérgica, mas algo había en su forma de hablar, de dirigirle la palabra, aquella voz tan grave e imperiosa, que invitaba a escuchar.

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Gracias mil por sus reviews!, me alegran bastante el que alguien se interese en este fanfic, espero no perturbarlas mucho, no todo se ve tan mal para Legolas...

LG (compañera en la asociación "Todos contra Arwen" ),

Velia (Yo amo a Hanamichi! Ya lo sabes...espero pronto ver tu ffic por aquí..^_^),

Aliska, (el slash es un derecho que podemos ejercer libremente..)

Murtilla, Minadriel, Muriel, Narel,

Carmenchu (que me encanta esa historia de Glorfindel, tan lindo elfo!)

Rosa de Oro, Kimina y demás, son muy lindas y espero y puedan seguir leyendo y no defraudarlas.. snif..