Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Advertencia: Contiene  SLASH ligero así que si no desean saber nada del asunto omitan su lectura. ` ´ significa que esta en elfico

CAPITULO 12

Una vez que la comida había sido terminada por ambos, con algunos rechazos por parte del cuerpo de Haldir, tomaron a Legolas y le sujetaron una vez mas a sus cadenas.

- ¿Qué hacen? Pensé que iríamos a mi reino.. ¿Dommo?

Dommo no se había separado de aquella comida, le agrada sobremanera el ver como un elfo tan delicado y apuesto como Legolas se encargaba de atender al otro indefenso y herido.

- Aún no, debo preparar a mi gente, traer hasta aquí al supuesto culpable.. en fin, muchas cosas me ocupan ahora. Llévense al elfo herido a su habitación. Yo mismo me encargaré en lo futuro de atenderle.

- No te atrevas a tocarle, Dommo, por que te juró que no descansaré hasta que pagues por eso, ya suficiente es mi odio por la muerte de mi hermano

- Yo haré lo que me plazca con este elfo, ya que es mi prisionero

Salió Dommo de la habitación, sus dos guardias llevaban a Haldir nuevamente apresado y Legolas quedó allí, solo de nuevo con su tormento, le inquietaba mucho la manera en que le miraba Dommo, y en lo que podría hacer con Haldir que se encontraba inconsciente, drogado para sus fines inmundos, ¿cómo tendría la certeza de que no le tocarían? ¿Cómo, si no le podía observar?

Haldir había sido colocado en la habitación superior que se acondicionó como celda, los dos guardias se admiraban mucho de la belleza de ese elfo tan fuerte y varonil, tocaban su cabello y estuvieron tentados a cortárselo si no fuera por que su señor les había prohibido hacer algún cambio en el, nada había mencionado de tocarle, jugar un poco con el huésped.

Algunas mantas se veían tiradas en el suelo de aquel lugar tan solitario, ni un mueble acompañaba a Haldir, su cabeza le pesaba, tenía sueños extraños mas ahora que había visto a Legolas con bien, el peso que sentía en su corazón parecía haberse aligerado. No podía responder bien a sus preguntas, sabía que Legolas le había llamado, mas las drogas que le daban a beber le hacían estar cansado, somnoliento.

Respiró tranquilamente Haldir cuando escucho que los guardias se retiraban encerrándole de nuevo bajo llave.

*************FLASH BACK*************

- `¿Han escuchado hermanos?´ – preguntó Orophin en elfico

- `Parece ser que alguien a llegado hasta el Nimrodel´ - respondió Rúmil asomándose cuidadosamente entre las ramas de los árboles.

- `¡Un elfo! Según se escucha viene del norte ¿que le traerá hasta aquí?´ - se preguntaba Haldir en voz alta, parecía reconocer la voz, pero no, no podría ser realidad.

La compañía dejo el sendero, y se internó en las sombras más profundas del bosque, hacia el oeste. No lejos de los saltos de Nimrodel encontraron un grupo de árboles, los grandes troncos eran muy grises, pero nadie supo decir que altura tenían. Legolas comenzó a subir a uno de ellos pues había declarado que le hacían sentir como en su casa, le agradaba en sumo el sentirse tan reconfortado por tan hermosos maderos, Mellyrn les había llamado y sentía la curiosidad de saber la forma que tenían y crecían.

Una voz tajante le impidió mas el paso en su ascenso, Legolas se asustó al escuchar aquella advertencia. Orophin había hablado al saber que Legolas subía, viendo su reacción y reconociéndole, Haldir dejó escapar una dulce risa de alegría. Mas fue el mismo Orophin quien les ordenó que subieran tanto Legolas como Frodo a la cima del árbol.

Legolas subió y para su sorpresa se encontró con la presencia de aquel viejo conocido de hacía mas de mil años, Haldir estaba muy contento de verle, mas no mostró esta felicidad ante sus hermanos y los recién llegados, ya que ambos estaban enterados de la afición que tuvo su hermano hacia el príncipe elfo en otros tiempos. Así que optó Haldir por seguir con el protocolo y los interrogatorios propios de tal ocasión, ordenó a Legolas que dejara a los Hobbits descansar en el mismo talan en que ya se encontraban, mas él y Aragorn debían vigilar con mucho cuidado al enano, respondiéndole por él.

Frodo se quedó despierto un tiempo, mirando las estrellas que relucían a través del pálido techo de hojas temblorosas. Sam se había puesto a roncar aún antes que él cerrara los ojos. Alcanzaba a ver las formas grises de dos elfos que estaban sentados, los brazos alrededor de las rodillas, hablando en susurros.

- `¿Sabes de quien se trata ese elfo que hemos encontrado en el grupo?´ - preguntó Orophin con voz sigilosa, los hobbits estaban muy cerca para escucharles, y aun y cuando no entendían mucho de su lengua, toda precaución era necesaria.

- `Si, creo saberlo..Se trata de aquel que nos visto hace tiempo, no recuerdo cuanto, hijo del rey de los elfos del Norte, ¿no es así, hermano? El que ha dejado a nuestro hermano Haldir tan triste con su partida ´- respondió Rúmil

- `Ese mismo, espero y en esta ocasión nuestro hermano demuestre ante el la misma valentía que en el campo de combate ´

- `¡Se ha petrificado! Nada le ha dicho ante su presencia, creí que su risa le delataría.´

- `Nada hará Rúmil, hasta que se sienta seguro. Mas estos tiempos son difíciles.. ´

El otro elfo había descendido a montar guardia en una rama baja. Legolas pareció no reconocerle, y eso tenía muy pensativo a Haldir, así que dejo a sus hermanos arriba, excusándose por investigar extraños ruidos acercándose hacia ellos, lo cual era verdad mas también quería el tiempo y el espacio necesario para pensar.

Al fin, mecido allí arriba por el viento en las ramas y abajo por el dulce murmullo de las cascadas del Nimrodel, Frodo se durmió con la canción de Legolas dándole vueltas en la cabeza.

Despertó más tarde en medio de la noche. Sólo para encontrarse muy asustado ante un elfo que le informaba que los orcos se encontraban muy cercas y eran ellos quienes habían dejado escuchar una risa ronca bajo el árbol, Frodo deseaba averiguar algo mas pero el elfo había desaparecido.

Sin embargo, la impresión de peligro inmediato no dejó a Frodo. Se incorporó, se arrastró a la abertura y miró hacia el suelo. Había escuchado unos ruidos extraños y mucho fue su miedo al cruzar su mirada con ojos pálidos que subían, junto al tronco, los cuales se detuvieron y miraron hacia arriba, sin parpadear. De pronto se volvieron y una figura indistinta bajó deslizándose por el tronco y desapareció.

Casi en seguida Haldir llegó trepando rápidamente por las ramas. Le comunicó al aterrado mediano, que había visto algo extraño parecido a un Hobbit trepando por el árbol, mas había huido al notar su presencia. También le dijo que los orcos se habían adelantado y uno de sus hermanos Orophin había regresado para alertar a su gente, pronto terminarían con esa amenaza que había ingresado a sus territorios.

Cruzaron el Celebrant utilizando tres cuerdas para ello, Legolas como sabían podía cruzar con agilidad usando solamente una, mas había que tener consideración en los demás. Mucho se preocupo Legolas al ver que Gimli se resistía a ser guiado con los ojos vendados a través del Naith de Lorien, si no fuera por que Aragorn puso orden en la comunidad mucho temía Haldir que tendrían que tomar medidas extremas con el enano. Algo extraño vio Haldir, al darse cuenta que tanto el enano como el elfo parecían tener gran amistad a pesar de sus diferencias.

Haldir mismo se hubiera encargado con gusto de guiar a Legolas así vendado, sin ningún problema, esa idea le agradaba mucho, el solo tenerlo a su entera disposición le llenaba el corazón de absoluta felicidad.

La Compañía marchó todo el día hasta que sintieron el fresco del atardecer y oyeron las primeras brisas nocturnas que suspiraban entre las hojas. Descansaron entonces y durmieron sin temores en el suelo, pues los guías no permitieron que se quitaran las vendas y no podían trepar.

Haldir pudo observar mientras descansaba a Legolas, cercano como siempre a Aragorn quien dormía ya de lado, dándole la espalda a Boromir, los cuatro hobbits reunidos en parejas y el enano que era vigilado estrictamente por su otro compañero elfo.

Le miraba extasiado, la brisa del anochecer movía los cabellos de Legolas y alguna que otra ocasión una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro como si le acariciarán. Haldir se acercó hasta él, descansaban en un claro entre los majestuosos árboles del Naith.

- `Muy raro es que un elfo nos visite de tan lejanos rumbos ´ - aventuró a decir Haldir sin darse cuenta de que el mortal, el heredero de Isildur, solo aparentaba dormir, la costumbre de estar siempre alerta, le habían hecho conservar un sueño muy ligero.

- `No es la primera vez que le visito, mas en aquella ocasión el paso era libre ´ - respondió Legolas sin cambiar de posición, Haldir estaba sentado junto al príncipe

- `Desearía que no fuera la ultima vez ´ - declaró Haldir con tono seductor.

Aragorn subió una mano sobre su pecho

- `El recibimiento me ha inquietado, mas mucho me admiraría el no encontrarle en estos días ´

Aragorn bajo la mano y cerro lentamente el puño.

- `Te prometo que en mejores días, el recibimiento por mi parte será diferente..´ - dijo Haldir a Legolas cercano al oído.

- `Mucho me agradaría en recibir un abrazo y una sonrisa, que una amenaza y un susto´

Aragorn despejó su garganta como si algo le molestará y accidentalmente dio un puntapié ligero a la espinilla de Legolas cuando cambiaba de posición, ahora daba la espalda a Legolas y tenía enfrente el ruido molesto de los ronquidos de Boromir.

Haldir sonrió al notar el pequeño golpe de Aragorn y el rostro de molestia que se dibujaba en la cara de Legolas al recibirlo, se aparto un poco del grupo y vigilo durante parte de la noche.

A la mañana continuaron la marcha, sin apresurarse.

*************FIN DE FLASH BACK *************

Alguien sacaba a Haldir de sus recuerdos, de su amable sueño mezclado con recuerdos, un guardia de Dommo estaba junto a él y llevaba un vaso ofreciéndole de beber. La noche había caído de nuevo y Haldir perdía la noción del tiempo.

- ¡Háganle tragar! – ordenó Dommo a sus dos centinelas.

Una fuerte mano apretó su nariz impidiéndole respirar, instintivamente abrió la boca y vertieron la mezcla en su garganta. Todo lo bebió Haldir sin poner resistencia, le sostenían la cabeza encima de las piernas de uno de los guardias mientras el otro terminaba la tarea.

- Bien, hombres míos, pueden jugar un poco con el elfo, mas no demasiado ya que si su alteza no me recibe, tendré el disgusto de conformarme con las caricias de este elfo.

La risa de Dommo se escuchó mientras se retiraba, llevaba dos vasos con el y el objeto de sus deseos se encontraba muy próximo a ser suyo, tan solo con bajar las escaleras.

La cabeza de Haldir daba tantas vueltas, mas no por eso dejaba de escuchar como los guardias apostaban cuanto tardaría el amo en convencer a su huésped en las celdas, ¿ que harían primero? Nada de tenía de divertido si empezaban a jugar con su invitado si el amo venía y les quitaba ese placer.

Llegó de nuevo la noche, tan solo una comida habían ofrecido al elfo, y se imaginaba que Haldir tampoco había tomado algún otro bocado. Nuevamente se escucharon pasos en la escalera, esta ves una sola persona bajaba lentamente tarareando una melodía. Dommo aparecía vestido ahora, con el mismo modelo que antes, en color morado, la cadena de la cual no se separaba, brillaba en su pecho casi cubriéndole por completo.

- Buenas noches, su alteza, ¿cómo se encuentra en esta bella noche de luna llena?

Legolas no respondió, su odio a ese tipo crecía cada vez que  se reflejaba en esos ojos tan pequeños y malévolos. Llevaba en sus manos dos vasos con vino al parecer, se acercó mas a Legolas ofreciéndole la bebida a sus labios, el elfo la rechazó.

- ¿Por qué no desea beber, su alteza? ¿cree que sería capaz de envenenarlo?

- Te creo capaz de todo.

- No podría hacerlo, usted es mi boleto de partida, además, si no desea esta bebida, creo que su amigo tampoco.

- ¿Le alimentaron ya? – preguntó el príncipe preocupado

- Mis guardias se encargan de él. Sabe su alteza, le han tomado mucho cariño, le extrañaran si algo mas le pasa.

En esos momentos algunos sonidos de golpes se escucharon en las cercanías. Dommo sonrió, pues se imaginaba lo que pasaba en la cámara del otro prisionero

- ¿Escuchó eso, su alteza? Mis hombres deben de estar en este momento divirtiéndose sanamente con su amigo.

- ¡Maldito! No le toques, ¿me escuchaste? – advirtió Legolas apretando los puños.

- ¿Desea su alteza, que vaya yo y averigüé que es lo que sucede con él? Me agrada su amigo, mas prefiero estar con usted.. Pero si desea que él se encuentre bien.. – dijo Dommo, pero se interrumpió al beber de uno de los vasos – debe cooperar un poco conmigo, su alteza.. ya sabe, acepte este humilde trago que le traigo

Legolas bebió y la sonrisa que vio en la cara de Dommo no le parecía buena noticia.

- Bien, ahora iré con Haldir.. ¿ese es su nombre? tal vez este en mejor disposición de  aceptar mi vino, y ...hacerme compañía esta noche.

- ¡No! No le toques.. por favor...

Termino Dommo su bebida, del mismo vaso en que había bebido Legolas, esto le reconfortó no bebería de la misma fuente si estuviera envenenada.

- Bien su alteza.. – dijo Dommo mientras acercaba sus gruesos labios a los de Legolas quien volvía su rostro evitándole, el carcelero le tomó de la barbilla y le obligo a mirarle – ya sabe que si no lo desea.. su alteza.. puedo decírmelo con entera libertad..

- No quiero que me toques, maldito.. – respondió Legolas visiblemente molesto.

- Iré a preguntar al señor Haldir cual es su parecer.. – dijo Dommo apartándose de su prisionero.

- ¡No! Espera.. – profirió Legolas arrepentido.

- Así esta mejor. – sonrió Dommo regresando a su lugar anterior.

Legolas no ofreció mas resistencia, mas tampoco ponía algo de su parte, los labios de Dommo cubrían los suyos por completo, le besaba con extrema rudeza, las manos de Legolas encerradas en puños tratando de escapar de aquellas caricias, le recorría un grueso brazo su cintura, una mano se paseaba por su pecho tratando de aligerar sus ropas.

- ¡Oh! Legolas.. – susurró Dommo en su sueño.

Le besaba y poco a poco bajaba por su rostro, y llegando a su cuello no dudo ni un momento en morder y succionar la delicada piel.

- No.. ¡no hagas eso! ¡Maldito, miserable!

Una mancha rojiza apareció en su cuello, haciendo a Dommo sonreír.

- Discúlpeme, su alteza, pero no he podido evitar, disfrutar de tan rico manjar..

Volvió a besarlo y atrajo a Legolas hasta si, mientras el inmenso cuerpo de Dommo se restregaba un poco con el del esbelto elfo. Se escuchaban gemidos de placer por parte del mortal, los de Legolas eran de asco y desagrado, podía sentir el calor de ese hombre y la reacción que se estaba llevando a cabo en su ser no le interesaba, quería que quitara ese cuerpo de enfrente de él pero no podía lograrlo.

- Vamos, Legolas.. no te resistas..

- ¡Suéltame! – gritó Legolas haciendo retumbar las paredes de aquella celda, la poción que Dommo le había dado estaba teniendo un extraño efecto en el, sentía pesadez y cansancio mas también una extraña ansiedad.

Se escuchó la risa estruendosa del mortal para volver de nuevo a besar su cuello, bajó por su pecho donde nuevas pequeñas mordidas le imprimía esos sucios labios.

- Aggg.. no, maldito.. vas a pagar por todo esto.. ¡Te lo juro!

- ¿Y quien me hará pagar, hermoso mío? – preguntó Dommo sonriendo incrédulamente para después besarle con ardua pasión.

- ¡Yo miserable! – se escuchó un grito detrás del carcelero.

Una flecha traspasó el cuerpo de Dommo sin darle tiempo de voltear, giro un poco sobre su eje para encontrarse con el rey soberano de Gondor frente a él. Cayó de frente a los pies de Elessar con los ojos abiertos asombrados aún por tal aparición.

Legolas le miró perturbado, allí estaba Aragorn frente a él, con la cabeza ensangrentada y la ropa desarreglada tal como le dejó aquella noche. No había muerto, ¿qué pasó entonces? Casi podía jurar que una flecha le había alcanzado en la espalda y podía sentir la sangre caliente que brotaba de ella.

Aragorn se aseguró de la muerte de Dommo, le volvió el cuerpo disgustándole su violenta mirada, le examinó hasta estar seguro de que no volvería a respirar mas, luego tomó las llaves que llevaba el raptor de su cinturón y fue hasta donde estaba su amado, que no profería ninguna palabra aun, solo le observaba espantado.

- Podrías decir gracias

- Gracias..

Le libero de sus cadenas, primero los pies, luego las manos y le recibió en sus brazos. Fuerte fue el abrazo que compartieron, Legolas había pensado en que nunca podría tener la oportunidad de hacerlo de nuevo.

- ¡Oh! Aragorn, Aragorn.. ¡Me alegra tanto de que estés vivo!

- Al fin me llamas Aragorn...

Se perdían en sus miradas, Aragorn le sostenía en sus brazos, debido a la debilidad del príncipe, quien se aferraba a sus brazos nervudos con tal de no caer por completo. Aragorn quería besarle, abrazarle y nunca dejarle ir de nuevo, Legolas podía respirar en paz de nuevo, Aragorn estaba allí con él, vivo.

- Aragorn..- susurró al notar la cercanía de su libertador.

- Legolas .. – respondió el mortal esperando un beso de agradecimiento de su amado.

- ¿Dónde esta Haldir? – preguntó Legolas con preocupación

- ¿Haldir? – repitió extrañado

- Si, por favor Aragorn, deseo verle.

- El esta bien, le he dejado con Soberath y algunos elfos de Lorien

- ¡Quiero verlo! – exclamó Legolas tratando de caminar hasta la salida.

- Esta bien, esta bien.. – aceptó Aragorn reteniéndole - ¡Soberath!

No se presentó Soberath si no Farrasil ante ellos, Aragorn sostenía a Legolas en los brazos y poco a poco avanzaban hasta él. El cazador del Bosque Negro, tenía ahora ante si  a su presa, mas no aquella que perseguía en un principio, Dommo estaba a sus pies y lucía en su pecho, esa gran cadena tallada de vulgar manera, que hacía juego con un anillo que llevaba en su mano así como con cierta daga que termino con la vida del heredero al trono.

- Farrasil ..

- Príncipe Legolas.. ¿cómo podré reparar mi error? Por favor su alteza.. yo no merezco su perdón..

- Farrasil, - volvió a repetir Legolas casi sin aliento -¿dónde esta Haldir?

Farrasil les guió escaleras arriba, hasta una pequeña celda oscura que no tuvo oportunidad de ver Legolas a su llegada, ya le habían liberado, Soberath y algunos guardias de Lorien le acompañaban. Aragorn y Legolas llegaron hasta el, el príncipe se colocó a su lado y le llamó, pues aun trataban en vano de hacerle despertar.

- Haldir, ¿me escuchas?

Enfocó su mirada al escuchar esa suave voz junto a él, solo a ella respondía su corazón, sintió sus manos liberadas y con un gran esfuerzo las ofreció a Legolas, él le recibió en un fuerte abrazo y le rodeo cariñosamente la cintura atrayéndole hasta el.

- Haldir, Como me alegro de que no te halla pasado nada..

Tibias lágrimas rodaban por el rostro de Legolas borrando con su pureza los besos asquerosos de Dommo

- Legolas.. estoy bien.. – dijo Haldir reconfortado con el cariño de Legolas, también le abrazo, sintió los labios del príncipe en su mejilla

Como deseando que los amigos compartieran esa dicha juntos, le dejaron un momento a solas, Soberath trataba de reconfortar a Farrasil, pues este ultimo se hallaba muy apenado por la injusticia que había cometido con su príncipe y señor, los elfos de Lorien se encargaron en ese momento en librar a los demás presas de Dommo, ya no habría chantajes, ni amenazas de ninguna forma, con la muerte de ese hombre, podían descansar tranquilamente al ver a sus familias finalmente reunidas, sin temor a de que si no cumplían con su trabajo, alguna persona amada podría sufrir algún "accidente".

Habían salido a los alrededores a comunicar las buenas nuevas, avisándoles de que fueran a recibir a sus personas allegadas, ya que en los calabozos de Dommo se les podía encontrar, los pocos seguidores fieles de Dommo habían huido asustados por la presencia del rey de Gondor, seguramente aquellos infiltrados en el reino del Bosque Negro harían lo mismo.

Aragorn no se había retirado, no quería dejar ningún momento a Legolas, mas esa escena ante sus ojos, a pesar de que sabía que no debía sentirse así, no dejaba de inspirarle celos.

Legolas cuidaba a Haldir, le tenía abrazado, y con visibles muestras del cariño que le profesaba cayendo sobre sus mejillas. No pudo de dejar de sentir una terrible punzada en su corazón al ver que Legolas tomaba a un pálido Haldir y le besó tiernamente en los labios.

Aragorn se retiró del lugar y fue a decir a Soberath que buscara algunas carretas para transportar tanto el cuerpo de Dommo como a los dos rubios elfos.

- Legolas..  – murmuró Haldir disfrutando de aquel beso de consolación

- Haldir, tenía tanto miedo de perderte, - respondió Legolas abrazándole de nuevo - No quería que te hicieran daño. ¿Te .. tocaron?

- No... yo estoy bien.. Mas tu.. ¡qué te han hecho Legolas! – exclamó al ver la marca que llevaba en su cuello.

- Nada, afortunadamente Aragorn llegó a tiempo antes de que algo mas hubiera pasado.

- Legolas..

Momentos después Soberath informó a su señor, que no se había podido encontrar mas que una sola carreta, además, el llevar a Dommo hasta el Bosque Negro sería un trabajo penoso y desagradable, el calor del verano presente, no le dejaría llegar en buen estado.

Se preparaba la carreta en que llevaría a los dos elfos recostados, esta idea no alegraba mucho al mortal, hubiera preferido mantenerlos separados, mas ninguno de los dos se encontraba aún en posición de montar sin caer del caballo. Le pusieron unas mantas claras en cima para protegerlos de los rayos del sol, suaves cojines y almohadones le servían de colchón y les cubrirían con tersas sábanas de seda.

Haldir fue aseado nuevamente así como Legolas, ya que Farrasil deseaba volver a ganar la confianza de su señor, le servía en cada momento, Legolas sonreía con tristeza ante sus atenciones, no era necesario ese esfuerzo de su parte, el príncipe entendía muy bien la lealtad de Farrasil para su reino y ese error ya casi le había olvidado por completo.

- Estamos listos señor – dijo Soberath a Aragorn quien ya montaba a caballo junto a la carreta.

- Bien, marchemos.

La gente de aquel pobre lugar les despedía, muchos aun acudían por sus seres queridos, lloraban las mujeres, se alegraban los niños y los hombres agradecían la libertad que aquel grupo les había traído.

Haldir y Legolas iban cómodamente descansando uno junto al otro, al principio del viaje el sueño les había invadido mas no podían contenerle pues una gran necesidad crecía dentro de ellos con el paso del tiempo.

- Legolas.. ¿cómo te sientes?

- Algo extraño Haldir

Cruzaron sus miradas, sonrieron y volvieron a mirar la tela que se alzaba sobre ellos. La mano de Haldir buscó la de Legolas entre las sábanas, cuando lo hubo hecho, le apretó fuertemente.

- Me alegro mucho el verte Haldir.

- A mi también.. no recuerdo mucho de lo que paso allí..

- Yo no deseo recordarle – dijo Legolas poniendo su mano sobre la marca que le había dejado aquel hombre.

Haldir le inspeccionó, y vio la tristeza en el rostro de su compañero, y como para consolarle le abrazo. Compartieron unos momentos antes de volver a sentir la calidez de sus cuerpos, su fatigues era mucha, mas fuerzas extraordinarias brotaban de su interior, un suave roce entre sus labios se convirtió en fugaz.

Las manos de Haldir empezaron a jugar con el cabello de Legolas, los brazos del príncipe rodeaban al Loriende atrayéndolo hasta si. Suaves gemidos salían de su boca, la poción que había tomado horas antes empezaba flotar en sus cuerpos elficos que se resistían al principio. Dommo les había dado un poco de liquido afrodisíaco esperando la respuesta inmediata en ellos, mas siendo elfos la reacción se retardo.

- Legolas...

- Haldir..

La carreta se empezó a mover un poco mas de lo normal con el movimiento de la pareja dentro de ella, comenzaron a desnudarse, disfrutando de las caricias ofrecidas, de aquellos labios ansiosos de amor, tanto uno como el otro tomaba alternativamente la iniciativa.

- ¿Se encuentran bien? ¿Qué sucede allí? – preguntó Farrasil desde afuera. Temía que alguno de los dos sufriera convulsiones o alguna desgracia. – ¿están bien los dos?

Aragorn había advertido el movimiento, que sorpresivamente se detuvo a la llamada de atención de Farrasil, retraso un poco su carrera para emparejarse con la carreta esperando escuchar la respuesta que darían.

Tanto Legolas como Haldir habían parado sus actividades recordando el lugar donde estaban.

- Nos hemos enredado un poco con las sábanas...

- Estamos bien – agregó Haldir

Esas voces se escuchaban muy agitadas para los oídos de Aragorn, ¿por qué sería que no creía en aquellas respuestas? ¿Por qué se habrían enredado en las sabanas? ¿Qué estarían haciendo?

- Señor, necesitamos su ayuda.

Soberath le había llamado, ya que elfos y mortal no compartían la misma opinión del camino que debían de tomar para llegar mas rápido al reino del Bosque Negro.

Legolas sonrió, Haldir le correspondió y volvieron a los besos y caricias efusivas.

- Debemos de tener mas cuidado Haldir.. – dijo Legolas con voz muy apagada

- No queremos que nos descubran.. – declaró Haldir sin dejar de besar aquella piel del pecho de Legolas.

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