Disclaimer. Todos los personajes conocidos pertenecen a Tolkien, no gano dinero con ellos escribiendo esto, dudo que ganaría... Los desconocidos son míos hasta donde sé. Ya no hay sueños slasheros aquí por lo pronto.
CAPITULO 24
Legolas estaba a apenado con todo lo que había pasado, evitaba hablar con Nariel, y Gimli se estaba volviendo un poco desesperado al no tener respuesta de su amigo, no habiendo boda pronto, no sabía si debería regresar a su hogar o quedarse en el reino hasta el enlace real.
Gimli le veía sonreír muy poco, hablar mucho menos, y cuando llegaba a encontrar a Nariel junto a él, se volvía el mas inmutable de todos, esto, al enano no le gustaba, y el hecho de que esos dos contrajeran matrimonio a la fuerza mucho menos, tuvo el valor de pedir audiencia a Ilgaenor, líder de los consejeros, hablar en nombre de su amigo, quien le había confiado que no amaba a Nariel.
Ilgaenor le concedió la audiencia a Gimli, incluso con tanta discreción que fueron pocos los que se enteraron de esta visita. El enano después de presentar sus respetos, hablar muy bien de la opinión de los elfos después de su trayectoria al lado del príncipe elfo, y expresar su gratitud al permitirles estar mas del tiempo prevenido en el reino se atrevió a tocar el tema del enlace real.
¿Por qué no podrían aplazarlo hasta que él encontrara la pareja perfecta? ¿Querrían un rey desdichado impuesto por voluntad de una ley obsoleta? ¿No podría reinar sin la necesidad de tener a alguien a su lado?
Gimli expresó esta y otras preocupaciones, tanto, que pareciera que si se defendiera el mismo. No comprendía como es que los elfos, siendo gente tan llena de sabiduría y bondad, podrían obligar a uno de ellos a unirse a otro por la fuerza.
Ilgaenor escuchó atento cada uno de las preguntas y puntos expuestos por Gimli, con atención y paciencia espero a que el enano terminara. Y procedió a darle sus explicaciones.
Los elfos, como todos los seres en Tierra Media, se rigen mediante Leyes Antiguas, algunas de ellas demasiado antiguas, y a esto confesó Ilgaenor que aun él, pensaba que eran absurdas. Pero el reino de los elfos, había durado ya tanto tiempo gracias a que estas reglas se seguían en toda regla, todos estaban obligados a llevar una vida correcta mas por convicción que por orden legal, sin embargo, algunos sacrificios debían de hacerse en algún momento de la vida, por lo mismo la raza élfica tenía tanta belleza y sabiduría, sabían abandonarse uno mismo en bien de los demás.
Si Legolas no estaba de acuerdo con el matrimonio, bien podría substraerse de él, cancelar el enlace cuando le pareciere y no verse obligado a pasar su vida con una elfa a quien el no amaba.
Gimli asintió cruzándose de brazos, no había querido tomar asiento frente al escritorio de Ilgaenor para no dar la impresión de ser pequeño e indefenso, de pie se mantuvo hablando y escuchando, donde pudiera verle el grueso completo de su cuerpo, así tendría mejor efecto.
Ahora bien, si Legolas no estaba de acuerdo con el matrimonio, se rompería una regla primordial en el reino del Bosque Negro. Hacia tiempo, cuando los monarcas sabios y antiguos, escuchaban el llamado del mar, dejaban a sus herederos con una ultima petición, y esta debía de ser aceptada por los que aun quedaban en el reino. Los reyes, a pesar de añorar su encuentro en Valinor, no por eso querían dejar sus reinos en manos inexpertas, capaces de destruir en pocos años lo que tanto habían logrado construir a base de mucho esfuerzo, así que siempre dejaban una ultima voluntad antes de marcharse, esta podían ser algún encargo en una obra, alguna familia, alguna orden particular conforme a las políticas del reinado.
Aquí es donde Gladel entraba en el enlace, la ultima petición que había hecho el príncipe heredero, antes de partir, a Legolas era contraer matrimonio, pero mas bien el hecho de asegurar el reinado en generaciones futuras mientras él encontraba la pareja correcta. Esto parecía ser muy cruel de parte del hermano mayor, tratar de obligar al segundo en la línea real a tomar a alguien que no amaba. Tal vez Gladel pudo ser mas flexible y dejar que Legolas por si mismo escogiera a la mujer indicada, pero por mucho tiempo supo de la espera de Nariel por Legolas, del amor que se profesaban el uno al otro antes de su partida a Rivendel, que sabiendo esto le pareció la candidata ideal para ocupar el lugar junto a Legolas.
Todos se dieron cuenta de esta discusión el día de la muerte de Gladel y por lo tanto le tomaron como su ultima voluntad. Asegurar la prosperidad del trono del reino.
- Entonces, ¿No hay otra salida para Legolas, que el matrimonio?
- No se le puede obligar a su voluntad a forjar tal enlace, pero si él lo rechaza, se tomaran acciones severas.
- ¿Qué podría pasar, señor Ilgaenor?
- Si decide quedarse y afrontar las consecuencias de su decisión, sería condenado a muerte.
Gimli hizo una mueca de disgusto, Ilgaenor se dio cuenta de ella, por que el enano no era persona de ocultar sus sentimientos.
- Sé que puede ser una medida demasiado extrema, señor Gimli, sin embargo, si en los reinos elficos se empiezan a desobedecer las leyes antiguas, empezando por la realeza, imagine usted el caos que se haría en años futuros. Todos querrían hacer lo mismo.
- ¿No hay forma de cambiar esa ley, hacerla un poco mas flexible?
Gimli temía cometer una falta en cuestión de política, puesto que ningún enano había figurado nunca como consejero en términos constitutivos en los reinos elficos, "y eso no iba a comenzar aquí" pensó Ilgaenor, se contuvo de dar tal respuesta y extendió su paciencia para con el enano, que mostraba una verdadera lealtad a su compañero de aventuras.
- Lamentablemente no. Por que esta ley, a pesar de tener algo de absurdo se a mantenido durante varias edades. Un rey nunca podrá irse totalmente seguro a los mares si no deja alguna instrucción para los que se quedan.
- Pero Gladel no partió... él... murió.
- Bien lo sabemos, señor enano, pero como la mayoría de la gente en el palacio se dio cuenta de tal deseo, se le tomó como su ultima voluntad.
- Entonces... ¿solo le queda la muerte o el matrimonio a Legolas?
- O el destierro y por consiguiente, el desconocimiento de él como futuro rey del Bosque Negro.
- ¿Destierro?
- Sí, con esto temo decirle, señor enano, que no será capaz de volver a ver a su familia, de que se le rinda algún honor como príncipe en los reinados vecinos. A menos de que se retracte y siga con la ley de el príncipe fallecido si aun no es demasiado tarde.
- ¿No hay abdicación al trono aquí? ¿No podría seguir en el reinado como príncipe, mientras su hermano, Erynol toma el trono?
- No, no hay tal abdicación en el reino. A eso se le llama traición. Es un privilegio nacer bajo la corona, señor enano, y renegar de ella es un insulto.
- ¡Oh!
- Así que señor enano, me temo que no puedo hacer nada para ayudarle, a menos de que se inicie una revolución lo demasiado fuerte para romper con esta ley.
- ¿No hay otra manera de terminar con ella?
- Simplemente que como rey, acate esa regla pero que cuando deje el reino la de por nula.
- ¡Oh! – volvió a expresar el enano sorprendido.
- Ahora si me permite señor enano, y sino hay algún otro asunto que tratar, tengo algunos pendientes por atender.
Gimli saludo cortésmente y se despidió de Ilgaenor, quien le pidió antes de salir, la mayor discreción en el asunto y en la entrevista. El enano ya no podía hacer mas por su amigo sin interferir en la política del país, mucho había logrado con conseguir que Ilgaenor le escuchara sin echarlo del reino, sin acusarlo de enemigo de la constitución elfica o condenarle a muerte. A su parecer Ilgaenor era una persona muy razonable y no el malvado de la historia. Ahora habría que averiguar como es que pensaba su amigo, si había tomado con resignación su próximo matrimonio.
Legolas pasaba el tiempo en asuntos del reinado, tratando de averiguar como habían estado las cosechas, el pueblo en que condiciones se encontraba, visitas, soluciones, tantas cosas en que trataba de pasar el tiempo, ya había recuperado su lugar como príncipe ante la comunidad, ya todos sabían de su inocencia, y lo que mas le preocupaba es que ya le empezaban a felicitar por su enlace, a lo que el contestaba con una triste sonrisa.
A veces, cuando los asuntos podían esperar o por algún capricho del destino tenía un momento de paz, hablaba con sus hermanos, largas horas, tanto con uno como con el otro o los dos al mismo tiempo, y si no les encontraba lo único que le quedaba era tomar a su caballo, al buen Arod, montar a pelo y salir a cabalgar acompañado de cuatro guardias del reino.
Evitaba a Nariel a toda costa, no la odiaba pues había compartido muchos buenos momentos con ella, pero no podía ya compartir un lugar con ella, no ahora, no en el futuro, y si se llegaban al matrimonio, no sabía como iba a afrontar el momento en que le pidieran que diera un heredero al trono. Nariel ya no le causaba excitación alguna. Su presencia le molestaba, pero no podía odiarla, no después de lo mucho que le amo, pero próximo se encontraba.
Nariel le amaba en verdad, se le veía en los ojos, en la tristeza que ella mostraba cuando la evadía, cuando no le dejaba entrar como antes a su habitación. Ella lloraba alguna ocasión, pero sabía, confiaba en que después del enlace todo regresaría poco a poco a la normalidad, interminables horas de sexo y pasión al lado de Legolas era lo que mas añoraba.
Pensaba que sólo se encontraba así por que le obligaron al enlace, que como príncipe orgulloso, no deseaba que le doblegasen, pero una vez casados, poco a poco iría cayendo bajo sus encantos, si ya lo hizo una vez, bien podría hacerlo de nuevo.
Legolas no pensaba en ella mas como elfa, su corazón estaba en otra parte, hecho pedazos, ¿cómo era posible que Aragorn no viniera en su ayuda y aprobara su matrimonio? Confiaba en su regreso hasta antes de la carta, confiaba en huir si era necesario de su familia y amigos para encontrarse con él, pero ahora que le había abandonado. ¿A dónde podría partir que no le señalaran por romper las leyes de su pueblo? Cualquier reino elfico le acogería con gusto, pero siempre añoraría su hogar, sus hermanos. Aun el llamado del mar no le cantaba en el corazón y deseaba escucharlo inmensamente.
Gimli encontró a su compañero en las caballerizas cepillando a Arod, tenía gente para atender a los caballos, pero alguna que otra ocasión le gustaba hacerlo por él mismo, ahora era mas frecuente verlo con Arod en los establos que con Nariel en el palacio.
- Legolas, amigo, ¡te he estado buscando! ¿cómo te encuentras?
- Gimli, me alegra tu presencia, no te he atendido a ti y a tu hermano tanto como se lo merecen y me apena mi conducta pero...
- Si, lo sé, no te preocupes- dijo el enano entendiendo por lo que pasaba en esos momentos su amigo - no sabes lo contento que esta mi hermano al descubrir el vino de este país, y siente no poderse llevar con el cientos de galones a nuestra partida.
Legolas sonrió, y siguió cepillando la blanca crin de Arod, Gimli tomó asiento en una paca de paja fuera de la caballeriza de Arod. La tristeza en los ojos de Legolas era evidente a pesar de que su voz era tan fresca y amistosa como siempre.
- Legolas, amigo elfo, si tu corazón esta en otra parte, deberías seguirlo.
Legolas no entendía a lo que se refería el enano, nunca le comentó acerca de Aragorn, nunca se tuvo por enterado que su amigo estuviera al tanto de sus sentimientos, lo único que había confesado a Gimli era que ya no amaba a Nariel.
- ¿Por qué dices eso, señor enano?
- ¿Amas a Nariel?
- Creo haberte comentado que ella ya no esta en mi corazón, desde... desde hace tiempo.
- Entonces si no amas a Nariel, si estas tan seguro de ello, es por que tu corazón pertenece a alguien mas.
El rubor cubrió como un rayo las mejillas de Legolas y desapareció tal y como vino. Pero no fue tan rápido que el enano no pudiera advertirlo.
- ¿O me equivoco amigo elfo? – profundizo mas el enano
- Gimli, no creo que...
- ¡Oh, vamos! Tenemos tanto tiempo de conocernos que podría jurar que leo tu pensamiento, aun me falta por conocerte, amigo, pero podría poner las manos al fuego por ti.
- Gimli tu no sabes...
- ¡Tu estas enamorado de alguien mas!, ¿no es cierto? – afirmaba Gimli con plena confianza
- Gimli... yo no sé como...
- ¿Es cierto o no? – preguntó terminante el enano poniendo su puño en su rodilla e inclinándose hacia delante.
- Yo... ya nada puedo hacer por mi, puesto que no puedo... no soy correspondido.
- ¡Pero que tonta puede ser esa dama para no aceptarte!
- Gimli... ella no...
- Dime quien es, y yo con gusto hablare con ella, amigo mío – afirmó Gimli entusiasmado – No dudes del encanto que un enano puede ejercer.
- Gimli...
- ¡A las mujeres hay que hacerlas entrar en razón!, algunas duras palabras con ellas y se les ablanda el corazón. Ya veras como me escucha a mi
- Gimli...
- Si te contara cuantas han rogado por mi regreso, por mi simple mirada, por escuchar mi voz si quiera, no, Legolas, ¡que esto lo arreglo yo!, tal vez se podría encontrar la manera de que la boda sea con ella y no con Nariel
- Gimli...
- Y como ya he hablado con el señor Ilgaenor, es posible que se muestre un poco mas flexible al sustituir una con la otra. El mismo resultado daría, ¿no? ¡Elfitos!
- ¡Gimli! Escúchame por favor, ¡No es tan fácil!
- ¿Cómo que no es tan fácil? ¡Ah! A menos de que ella este ya casada o comprometida...
- No hay tal pero no es eso...
- ¿Ya no te ama?
- El... Ella... Gimli...
- ¡No es posible! Veamos, si tu estuviste con Nariel antes de la guerra contra Sauron y al regresar aquí ya no la amabas, es por que alguien mas llego a tu vida en el ínterin
- ¡Gimli! – exclamó Legolas asombrado del los pensamientos de su amigo
Sacudió un poco mas la cabeza y evitaba la mirada del guerrero enano a toda costa, si él no fuera tan alto, si Arod no fuera mas que regularmente constituido, tal vez podría ocultarse detrás de él. ¿Qué diablos le dio a Arod por bajar la cabeza a pastar si acababa de comer?
- ¡Ah!¡Entonces es cierto! ¿Pero quien habrás podido conocer en nuestras aventuras si éramos puros hombres?
Legolas se volvió a sonrojar y cepillaba a Arod con mas rapidez, tratando de alejarse un poco mas del enano, pero a Arod se le antojo un poco de pastura cercana a Gimli y dio dos pasos hacia delante.
- ¿Legolas? – preguntó el enano preocupado
- ...
- ¡Legolas!
- ¡Ah! – exclamó Legolas como saliendo de un sueño – dime...
- ¿No te habrás enamorado de la dama Galadriel, verdad? Ella esta casada
- No, nada de eso...
Gimli se quedo pensativo, no podría ser Arwen o Eowyn, ambas ya estaban comprometidas, una con su mejor amigo, Aragorn y otra con Faramir. Así que no sabía el señor enano en donde mas buscar respuestas. Algo repentino llego a la mente del enano, cuanto que sus ojos se abrieron mas, pero no, no podía ser.
- Legolas...
- ¿Sí?
- Es... ¿alguien de la compañía?
- ...
- ¡Legolas! – exclamó el enano poniéndose en pie, le daba miedo preguntar pero necesitaba saberlo no en balde la amistad de tanto tiempo, no en balde el tiempo que pasaron juntos – Es verdad, Legolas, ¿amas.. amaste a alguien de la compañía?
- Yo... no sé como explicarte Gimli, toda esa amistad se fue convirtiendo poco a poco en algo mas y yo... bueno es que...
- ¡Ah! – exclamó el espantado Gimli, no por la realización de que su amigo prefiriera a amar a alguien de su mismo sexo, si no por lo que se agolpaba en su mente repentinamente. - ¡No! No mi amigo, ¡es imposible!
- Gimli, tanto tiempo que pasamos juntos, que dormimos uno al lado del otro protegiéndonos...
- ¡No! ¡No! ¡Imposible!
Legolas se hallaba muy apenado, pero no podía ocultarlo, él amaba a Aragorn, no había forma de evitarlo o negarlo, y la reacción de Gimli le preocupaba mucho, creyó que de todos, él podría comprender, entender a su corazón, así que se acerco al enano consternado por detrás y le puso mano firme en el hombro.
Gimli sudo frió. Un escalofrío le recorrió la espalda no bien sintió la mano de su "querido amigo" en el hombro.
- Gimli
- Legolas... – dijo el enano visiblemente aturdido.
Legolas pudo sentir el temblor en el cuerpo de su amigo, y vio como la mano grande y gruesa del enano retiraba bruscamente la suya del hombro.
- ¡No puede ser esto, Legolas!¡Olvídalo!
- Gimli, dame la oportunidad de explicarte...
- ¡No! ¡He dicho que no! – exclamó el enano separándose tres pasos de su amigo antes de darse la vuelta - es mucho lo que te aprecio amigo mío, me has acompañado a lugares que tal vez ningún elfo daría por hermosos... Y tal vez he hecho mal en acompañarte a Fangorn, solos, los dos...
- ¿Gimli? – preguntó Legolas tratando de entender las palabras del enano
- ¡Pero no! ¡No señor!, ¡No malentiendas esta amistad que tenemos por favor! ¡Es sólo eso! ¡amistad!
- Gimli, ¿tu piensas que yo... y tu?
Legolas no pudo evitarlo, a pesar de tener dolor en su corazón, las palabras de Gimli le hacían reír como antaño, dejando escapar su risa cristalina invadiendo el establo.
- ¿Legolas? ¿Qué sucede? ¿Por qué esa risa?
Legolas no paraba de reír, y se sostuvo de la crin de Arod para no caer de la emoción, se figuro un momento, él al lado de Gimli, acariciando su barba, trenzándosela, mirando hacia abajo, arrodillándose a su lado para besarle con mayor facilidad, y si no le dieron nauseas en ese momento, era por que le resultaba bastante divertido las conclusiones que obtuvo su amigo enano.
- No... Gimli ... no te preocupes ... no eres tú... – dijo Legolas entre respiraciones cortadas
- ¡Ah! – respiró aliviado el enano.
Por un momento se figuro que Legolas había interpretado mal sus viajes y aventuras juntos, que su llegada inesperada al reino elfico era el motivo por lo que el elfo se rehusaba a casarse. Pero si no era él, su mejor amigo durante su tiempo en la compañía, ¿quien mas podría haber sido?, ¿a quien había visto repentinamente para que...?
- Legolas, entonces, sin rodeos amigo ¿de quien se trata? – preguntó el hijo de Gloin un poco desesperado y tratando de ocultar su pena.
- No podría comprometerle Gimli.
- Legolas, si no me lo dices llegare a mis propias conclusiones, y ya sabes cuan lejos puedo llegar.
- Gimli, entiéndeme, yo no estaba seguro de lo que sentía por él, hasta hace poco y el darme cuenta que él también sentía lo mismo por mi... de que él también...
- Legolas ¿Quién es Haldir o Aragorn?
- ¡Ah! – exclamó el elfo asombrado por la rapidez con que Gimli llegaba a la respuesta
- No te sorprendas, tu mismo me dijiste que les volviste a ver, pero como ahora veo que Haldir no puede ser, por que él no estuvo con nosotros en gran parte de la aventura entonces tiene que ser...
- ¡No! No Gimli, no quiero comprometerle mas, además él no... tú mismo has visto su respuesta.. él no... nunca me amo... sólo fue... solo fueron sueños míos...
- ¡Oh! Legolas
Gimli se acercó a su amigo que había bajado la cabeza para ocultar su tristeza, el cepillo se le había caído por que no le pudo sostener mas, Gimli se acercó a recogerle y vio una gota caer cuando se inclinaba, sintió como el brazo de Legolas se alzaba por encima de él, y cuando le miro nuevamente a los ojos, no vio rastro de lágrima alguna, sólo tristeza y angustia.
- Legolas... yo... yo no estoy acostumbrado a tales asuntos – dijo el enano vacilante, con el cepillo en las manos dando vueltas - pero sé que cuando dos personas se aman... no importa nada mas...
- ¿Pero no me entiendes, amigo mío? ¡El no me ama! ¡nunca me amo!
- Yo sólo recuerdo, que ustedes dos pasaban mucho tiempo juntos, pero le tomaba como la misma amistad que tu y yo compartíamos también...
- No era lo mismo Gimli, nunca lo fue...
- Pero él... Yo mismo vi que él te buscaba, que se preocupaba por ti, y siempre que estabas tu a su lado... él... parecía mas feliz y tranquilo a pesar de todo los peligros que nos rodeaban... – recordó el enano tratando de comprender su relación
- Gimli.. nunca hubo nada... nada serio entre nosotros.. pero no pude evitar que... que esto naciera en mi... yo pensé... tuve la ilusión....
- Entonces su amor no fue verdadero – interrumpió Gimli con lo evidente - él se caso con Arwen...
- Sí, yo lo sé, y lo sentí mucho, por eso me agrado acompañarte a las cavernas, a Fangorn, seguir un poco mas antes de volver a mi reino.
- ¿Pensabas en volver con Nariel? –preguntó Gimli tomando asiento donde antes
- Sí, si yo llegué a sentir algo por ella un día, pues me imaginé que todo podía volver a ser igual, que le podría olvidar y seguir mi vida normal, y si no fuera por que mi hermano murió y por que me encontré con A.. con él en el camino... ¡tal vez esto no estaría pasando!
- Igual hubiera pasado ya que él se dirigía hacia acá, ¿cierto?
- Sí.. si.. no me explico... – respondió Legolas agitando levemente la cabeza, pasaba sus manos vagamente por la crin de Arod
- ¿Venía a tu boda?
- No, él no se había enterado... no le había llegado la invitación
- ¿Entonces te buscaba a ti?
- No sé... él dijo... él dijo que me buscaba, que me amaba, pero ahora... él mismo acepta mi enlace.. ¡él jugaba conmigo Gimli!
Ya no soportaría mucho antes de verter mas lágrimas así que subió a su caballo, montó a pelo y sin decir ninguna mas palabra salió del establo a gran velocidad.
- ¡Legolas! – gritó Gimli tratando de detenerlo en vano.
El enano respiro fuertemente, tratando de encontrar una solución a todo esto. Era muy evidente de que Legolas amaba a Aragorn con todo su corazón y que sufría con la respuesta que le envió el rey, pero si Aragorn le había venido a buscar, dejando a su hijo y reino solos, eso significaba algo, al menos hablaba de que el corazón del rey nunca le olvido a pesar de Arwen, a pesar de Eldarion, a pesar de todo el tiempo transcurrido, Aragorn parecía amarle también. Pero no sabía en realidad, que era lo que pensaba el rey de Gondor al dar esa respuesta, pues si el amor hubiese sido tan fuerte como el de Legolas, no dudaría ni un momento en luchar por él.
Legolas sin embargo se encontraba atado, tal vez si Aragorn no le hubiera dado esa respuesta, tal vez hubiera dejado el reino si el rey en verdad le amaba, pero ahora, ahora que el rey aceptaba su enlace ¿qué podía hacer un enano como él para ayudarles?
