Disclaimer. Todos los personajes conocidos pertenecen a Tolkien, no gano dinero escribiendo esto, dudo que ganara algo... Los desconocidos son míos hasta donde sé. Ahora en adelante seré buena con los "huerquillos"… sobrinita incluida… Legolas Ranaverde… ¿será?
CAPITULO 25
Aragorn se paseaba por aquella habitación por cuarta ocasión en el día, era la misma que Legolas había ocupado durante su boda. Cercana a su misma habitación podía visitarle sin temer por las miradas curiosas, pero ya no le importaba lo que los demás pensaran, no había elfo allí que le hiciera olvidar su tristeza.
Todo estaba como cuando el partió, por que por mucho que le pidiera Arwen que alguno de sus hermanos, algún invitado especial, ocupara esa pieza, Aragorn la cambiaba por alguna otra en otro piso, tal vez mas grande, tal vez mas pequeña, pero tenía la creencia de que la esencia de Legolas, su recuerdo se quedaría allí si nada se movía. El mismo se había encargado de proteger los muebles con mantas una vez que Arwen estuvo ausente visitando una larga temporada a su abuela Galadriel. El mismo inspeccionaba la limpieza una vez al año de la habitación, todo debía de permanecer intacto, nada movido o fuera de su lugar.
Pero ahora que le visitaba después de tanto tiempo, puesto que el dolor por la muerte de Arwen le había hecho olvidar su alegría de alguna vez, le parecía, vacío, sin vida. Algún cambio debería de hacer, pero ¿por qué? ¿Por qué estaba allí sí ya no significaba para él nada el elfo rubio? Recordaba que cuando Arwen se encontraba ausente, el mismo ocupaba la cama de Legolas, que llegó incluso a deshacerla a pesar de que se hubieran mudado de sabanas, pasaba algún tiempo allí, esperando. Imaginando que sería si su compañero estuviera con él. Sólo la cama se había atrevido a tocar, y ahora que lo pensaba bien, no sabía por que su atención se centraba en ese mueble tan íntimo.
De centro en la habitación podía ver todo con absoluta claridad, la puerta que conducía al baño, la otra frente a él que daba a un pequeño jardín personal, lleno de hermosas plantas y tres árboles frondosos, la luz llegaba a esa parte con perfecta claridad y por estar en los niveles más altos de Gondor nadie podía verle desde arriba a menos que se subiera a la torre mas alta, la cual estaba en malas condiciones y se prohibía el paso hasta ese lugar, por lo tanto no había manera de que alguien pudiera ahondar en sus secretos.
Todo esto lo había pensado Aragorn antes de su boda, tenía la intención de pasar sus últimas noches de soltero con él, de tener el valor de confesarle su amor pero no pudo, no pudo serle infiel a Arwen en su mismo palacio. Todo había quedado en puros sueños y a pesar de que varias veces en la media noche salía a caminar por los pasillos del palacio, sus pasos siempre le guiaban hasta allí. Siempre esa puerta que nunca tocó, toda esa semana, antes de su boda, estuvo tentado a hacerlo, quiso hacerlo pero no pudo, y se regresaba triste y meditabundo a su alcoba sin dar a conocer sus sentimientos.
Y ahora que estaba allí adentro, no había nadie para recibirlo. Tirado en una cama fría y vacía, sin calor ni amor alguno.
- ¡Papá! – exclamó un pequeño en el umbral de la puerta semi abierta.
Aragorn no le escuchó
- ¡Papaaaa! – gritó el pequeño Eldarion con toda la fuerza posible de sus pequeños pulmones
- No grites Eldarion... Ya te escuché. ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar estudiando? – preguntó Aragorn apoyándose sobre los codos al ver a su hijo entrar
- Mary se sintió mal y me dijo donde podía encontrarte
- ¿Qué es lo que le sucede? –preguntó el rey frunciendo el ceño.
- Dolor de cabeza... creo... ¡Ah!
Eldarion se hecho a correr al ver la puerta que daba al jardín privado abierta. La poca luz solar era un buen regalo para Eldarion, que casi no gozaba mucho de ella, pues siempre terminaba mareado, y sofocado.
- ¡Que lindo papá! ¿Por qué no me habías traído a esta habitación? – preguntó Eldarion tratando de subir a un árbol muchísimo mas grueso que el, imposible para sus pequeños pies de escalar.
- No, Eldarion, baja de allí. – dijo Aragorn tomándole de la cintura y ayudándole a bajar.
- ¡Quiero ver como se ve el palacio desde allá arriba! – exclamó Eldarion señalando el alto árbol.
- Es peligroso, no se puede... ven...
Seguramente la vista sería preciosa una vez que se lograba pasar la barda que ocultaba la mitad del árbol, pero Eldarion era demasiado pequeño y frágil para tal aventura. Si fuera un poco más elfo, tendría la fuerza y agilidad, pero no siendo más que medianamente mortal, no tenía mucha habilidad.
- Ven, vamos por alguna fruta, el sol ya se esta ocultando...
- ¡No! Yo quiero estar un poco mas aquí – dijo el niño zafándose de las manos de su padre para entrar a la habitación a inspeccionar todo lo nuevo que podía encontrar.
El estar encerrado hacían de Eldarion un niño muy curioso, metiéndose siempre en problemas cuando a Mary se le perdía, su enfermedad le obligaba a permanecer en palacio, y hubiera jurado que conocía cada habitación, si no cada rincón, ya que su padre nunca le permitió bajar a los calabozos o entrar a la cocina.
Abrió los cajones del ropero, el baño y sus estantes, el escritorio, vio debajo de la cama, detrás de las cortinas empolvadas, rodó por el lecho, y vino a dar de cabeza con el buró a un lado de la cama, abriendo un poco el primer cajón con el golpe.
- ¡Ah! – exclamó Eldarion al ver un tesoro escondido dentro.
- ¿Qué pasa, Eldarion? ¿Te lastimaste?
- ¡Me encontré un tesoro papá! – exclamó Eldarion levantando su puño cerrado en el cielo, orgulloso del hallazgo.
- ¿Un tesoro?
Aragorn se aproximo hasta su hijo, nunca se dio cuenta de lo que guardaba aquel cajón, recordaba haber revisado pero tal vez, la tristeza, la pena no le dejo ver lo que había hasta el fondo del mismo.
- Déjame verlo – pidió Aragorn
- ¡NO! ¡Es mío!
- Sí, lo sé Eldarion, sólo quiero verlo...
- ¡Pero es mío! – grito de nuevo el pequeño apretando su puño contra su pecho.
- Sí, es tuyo, ¿tú le encontraste, no? Pero déjame verlo.
Eldarion extendió la palma de su pequeña mano a su padre, y él pudo observar una cadena de oro con un pequeño camafeo atado a él. El camafeo estaba matizado en color mate, oscuros castaña, y una delgada línea de oro a su alrededor. Aragorn le iba a abrir pero su hijo se lo arrebato en ese momento.
- ¡No, le abras! ¡Es mío! – exclamó el niño enojado de que alguien le abriera y viera dentro antes que él.
- ¡Eldarion!
- ¡Es mío! ¡no quiero que lo veas! – exclamó Eldarion y se hecho a correr tanto como sus pequeñas y débiles piernas le permitían.
Salió de la habitación y Aragorn trato de alcanzarlo, el niño le llevaba ventaja, pero sabía que si se lo quitaba iba a hacer una de sus rabietas y sería imposible tranquilizarlo hasta pasada la media noche... si era posible.
Pero él quería ver dentro, quería saber si era de Legolas, quería ver la imagen allí, ¡tanto que lo quería! Un recuerdo de su amor, ¿sería posible? ¿Qué podría contener? Tendría que esperarse hasta que el pequeño se durmiera, pero no podría soportar tanto la espera, regreso a la habitación y empezó a buscar en los demás compartimientos concienzudamente. Nada. La larga espera de tres horas le angustiaba.
*~*~*~*~*~*~*~*~*
Mary se encontraba vistiendo al niño cuando Aragorn entró en la habitación, se veía que Eldarion estaba aun muy contento con su hallazgo, no dejaba de mirarle, y cuando entró su padre, le cerró repentinamente y le guardo debajo de su camisa, aun con la pijama puesta se proponía a dormir con la cadena de oro.
Mary saludo al rey antes de salir, como todas las noches que venía a darle las buenas noches a su pequeño, Eldarion de pie sobre la cama esperaba el beso en su frente de su padre, para luego tirarse de golpe en la cama y abrir la cama con desesperación. Aragorn le arropó pero no dejaba de observar el pendiente en el pecho de su hijo.
- Eldarion, no esta bien que duermas con eso, te podrías lastimar en la noche, dámelo.
- ¡No! ¡Es mío!
- Sí, es tuyo, todo tuyo, pero déjalo aquí, no te duermas con el. A ver, te ayudo
Aragorn ayudo al niño a quitarse la cadena, pero Eldarion no le soltaba ni un momento.
- Dámelo, yo te lo guardaré.
- No. Lo pondré debajo de mi almohada.
Y así lo hizo Eldarion poniéndolo en medio de su almohada, asegurándose que fuera lo suficientemente mullida para no estropearle. Aragorn se empezó a desesperar.
- Allí se puede romper Eldarion – observó el rey
- No, ya he puesto otras cosas allí, no le pasara nada.
- ¿Y si se rompe? ¿te gustaría?
- No. No se va a romper.
Eldarion había heredado la obstinación de su padre y el puchero en los labios de su madre al empezarse a molestarse.
- Bien, bien, déjale allí. ¿Ya viste dentro? –preguntó el rey con una sonrisa
- Si – respondió el pequeño orgulloso
- ¿Qué tiene?
- No te digo.
- ¡Ah, Eldarion! ¿No me vas a decir? – dijo Aragorn fingiéndose herido en sus sentimientos
- No
Esto estaba impacientando a Aragorn así que tenía que chantajearle
- Si me dejas verlo te doy...
- ¿Qué? – preguntó el niño que tenía todo lo que cualquier otro niño en su época pudiera desear.
- ¿Qué es lo que mas quieres?
- ¡Ver a mamá! – exclamó Eldarion entusiasmado - ¿Me llevaras a verla?
- ¡Ah! – exclamó Aragorn ensombrecido - No... no se puede hijo...
- ¡Oh! Entonces nada... – respondió el niño cobijándose hasta las orejas
- Te podría llevar de paseo – declaró el rey abriendo una puerta de esperanza
- ¿Sí? ¿A dónde?
- A Lothlorien o a Rivendel… Con tus abuelos…
- No, no me gusta Lorien… allí nadie juega. No hay niños… Pero en Rivendel está mi abuelo…
Eldarion había apenas una vez visitado Lothlorien después de la muerte de su madre, pero lo encontró muy triste, muy serio, muy hermoso eso si lo recordaba, pero no había niños de su edad que desearan jugar con el y se la pasaba muy triste. Los elfos jóvenes escaseaban siempre, muy raro era ver a un elfo bebé en centurias.
- Bueno ¿entonces que puedo ofrecerte para que me dejes mirarlo?
- ¡10 monedas!
- ¿Dinero? – preguntó Aragorn emocionado de que su hijo al menos le pidiera algo mas real - ¿sólo quieres 10 monedas?
- ¡Si!
- Bueno... – dijo Aragorn apenas sacando las monedas del bolso que siempre llevaba consigo – Toma, ¿con esto me lo puedo llevar?
Eldarion tomó el dinero, y como buen negociante, contó las monedas y saco el pendiente de debajo de la cama. Se lo puso en el cuello ante los ojos sorprendidos de su padre.
- ¡Ah! Eldarion... Creo que es mío...
- No papá, tu pagaste por verlo, no por quedártelo...
Bueno, Aragorn no creyó hacer tan buen trato como al principio creía, pero al menos era un avance, pasaría poco tiempo antes de que su hijo se aburriera de él y le dejara por allí regado.
- Bien, entonces déjame abrirlo.
Eldarion le paso el camafeo sin quitarse la cadena, un poco desconfiado era el niño para su edad pero el pendiente en realidad le gustaba mucho, y no quería dárselo a su padre. Aragorn le abrió casi con desesperación, dentro, sus ojos se fijaron en el retrato pintado a mano y vio con desilusión el rostro de una mujer hermosa, de cabellos rubios y ojos grises, sonriendo con benevolencia y mirando hasta el fondo de su alma.
Aragorn le cerró sin querer mirarlo mas, la sola idea le corría el alma, ¿quién mas podría ser si no se trataba de Nariel? ¿Por qué le habría dejado Legolas allí? ¿Por venganza? ¿Para que viera con quien quedaría él? No, no era probable, pero no quería verlo más... Pero quería a la vez retenerle por que había estado seguramente en el pecho de su amado.
- ¿Iremos a ver a mi abuelo? – preguntó Eldarion repentinamente.
- ¿Qué dices?
- Papá… dijiste que iríamos a ver a mi abuelo, a Rivendel…
- Pero ya te pagué el dinero… Creí que con eso…
- ¡vamos por favor papá! - exclamó el niño interrumpiendo - Hace mucho que no salgo del castillo…
- ¿Resistirás? – se preguntó el rey en voz alta
- ¡Sí! ¡Papá! Yo resistiré … ya me siento, bien, mas fuerte… - dijo Eldarion levantando sus puños cerrados mostrándole a su padre lo vigoroso que se encontraba
Con eso Aragorn sonreía, pensándolo bien, tal vez el aire fresco haría bien al niño, consultaría con el curador antes de partir, el niño tendría que tener una segunda opinión y pensaba que como padre, no estaba capacitado para emitir un juicio sobre la salud de su hijo. Muy sobre protector era el rey con las personas que amaba.
Después de que estuvo todo preparado, de que hubiera una carroza equipada con lo necesario para transportar al pequeño, de que consultara con varios y no con uno de los curadores del reino, de que recolectara las hierbas y pociones necesarias para el camino, Aragorn y Eldarion se pusieron en camino para Rivendel. Soberath como siempre orgulloso se encargaba de la seguridad de la familia real, celoso de su deber cabalgaba junto al rey frente a la carroza.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
- Pero amigo enano, creí que me acompañarías hasta el día de mi boda. – dijo Legolas caminando a un lado de la carreta que llevaba a Gimli a la salida de su reino.
- Lo siento Legolas, debo retirarme, pero ten por seguro que volveré, no he de tardar, y aquí estaré para el día señalado en que tomes esa decisión tan importante
Gimli no podía referirse a otro evento más que el día de su boda, Legolas estaba mas pensativo, necesitaba el apoyo del enano ahora que le había confesado la verdad, necesitaba tenerlo allí a su lado para conversar con él, para que le animara a llegar hasta ese día, y ahora le abandonaba.
- Tal vez podría acompañarte y me servirá acaso de distracción hasta ese día – sugirió Legolas
- No, no puedes… es un asunto privado el que debo de tratar…amigo
- Pero no entiendo por que tan repentinamente, por que de un día para otro tú…Y Korin, ¿Qué pasará con tu hermano?
- ¿Tienes algún inconveniente que el permanezca? Si es así…
- No, ya te he dicho que no hay ningún problema con eso, su presencia me alegra el día, puesto que cada día viene a mi con preguntas que Farrasil no puede contestar…Pero no entiendo, por que tu hermano y tu se separan…
- Es mi muestra hacia ti, de que he de regresar muy pronto…
- Pero Gimli…
Legolas se detuvo por un instante, Gimli había tomado esa decisión después de lo que le había confesado acerca de sus sentimientos hacia el Rey de Gondor. No, Gimli no podía hacerlo, no podía ser capaz de…
- Gimli – dijo Legolas sujetando al enano por el hombro, quien ya había tomado las riendas de su carreta para iniciar su largo viaje – Gimli, prométeme que no irás a Gondor. Prométeme que no buscaras a Aragorn…
- ¡Legolas! – exclamó el enano perturbado, ¿tan claras eran sus acciones? – ¿Por qué…? ¿Por qué dice eso, señor elfo?
- No me llamas señor elfo a menos de que tengas algo que enaltecer o encubrir… Prométemelo Gimli, dime que tu viaje no es para encontrar a Aragorn. No quiero verle, no… no deseo verle más…
- Yo…Legolas… mi viaje no es para eso…
- ¿Entonces no irás a Gondor?
- No, Legolas no iré, no iré a Gondor.
La respuesta del enano fue seca y firme aunque apenas audible para el elfo, pero le entendió.
- Gimli ten presente que me estás dando tu palabra
- Si, Legolas lo sé, no te preocupes, regresaré antes de tu boda.
Legolas sonrió, el enano animo a las bestias, agitó la mano y se despidió del elfo.
- ¡Decid a mi hermano que no se termine el vino, guarda algo para mí!
El príncipe sonrió y se despidió. Trataba de convencerse a si mismo de que su amigo no le engañaría, que tal vez en verdad algo mas importante se le presentaba al enano. Pero ahora estaba solo, y Nariel cada vez mas entusiasmada, Ilgaenor mas convencido de la boda, y él, abandonado por su amigo y olvidado por su amor.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Bien, este capitulo estuvo muy tranquilo, a excepción de cierto niño travieso, que la verdad me cae muy bien, seré buena con los niños… Así que por favor dejad reviews, ¿si? Que tuvo que llegar "Erika" la tormenta por aquí para animarme a seguir escribiendo… muejejeje…
