Título: Reencuentro    CAPITULO 26/?

Autor: Vania Hepskins/Jun vaniah2000@yahoo.com

Pareja(s): Legolas/Aragorn, Aragorn/Arwen (implícito)

Clasificación: PG-13 a NC17 – Slash, posible y seguro MPREG en un futuro no muy lejano. Y

Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre/hombre, mas bien hombre/elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro Los personajes desconocidos son míos hasta donde sé.

Gimli había viajado mucho y la marcha se hacía difícil, el viaje solo y hasta Minas Tirith sería fatigante para cualquiera, se lamentaba el no haber traído a su hermano pero sabía que no había tiempo para preguntas, para explicarle todo lo que había averiguado en su plática con su amigo elfo. Sí, le había hecho saber algunos hechos y vicisitudes que ocurrieron durante su tiempo en la comunidad, pero sólo hasta allí, nunca le hizo saber de los rumores que entre los medianos corrían, de lo que una vez le menciono Boromir, de lo que averiguo sin querer en una noche en Lorien.

Haldir no había hablado mucho con el enano, incluso su bienvenida fue algo hostil recordaba, pero por lo que había sorprendido en la plática de Legolas, Haldir aun se preocupaba por su amigo y aun sentía "aprecio" por él. El enano no alcanzaba a comprender como es que el amor entre dos personas del mismo sexo podía existir. ¿Cómo es que siendo varones podían encontrarse atractivos? Tales cosas le parecían absurdas, una total locura, pero eran elfos, tenían definiciones extrañas acerca del amor, tal vez no lo verían mal, dos elfos descubriendo podía ser posible en su sociedad…

Pero ¿Aragorn? ¿Un mortal? ¿Un ser humano? ¿Un hombre? No, no lo creía posible, él estaba casado con la dama más hermosa de toda Tierra Media, con excepción claro está, de la Dama Galadriel, con ella nadie rivalizaba en belleza. El enano no creía en el amor del mortal por el elfo, no sabía ni por que se estaba tomando la molestia de ir a hablar con él, ¿sería prudente en meterse en asuntos que no eran de su incumbencia? ¿Hablar por otra persona haciéndole conocer los sentimientos de Legolas? En otros tiempos no le hubiera importado, pero ahora, el elfo parecía preocupado, no comía igual y se distraía ocupado con los asuntos del reino, pronto sería su boda y Nariel no parecía ser la indicada para hacerle feliz.

Una vez, durante su travesía por el Río Grande, Gimli se atrevió a preguntar a Legolas sobre los asuntos de su corazón, él sólo se contento en responder que sí, había alguien que durante las noches inspiraba a su corazón a seguir adelante, tal vez al final de su búsqueda, de toda esa guerra, sería capaz de compartir la vida con esa persona. Pero nunca mencionó con quien y el enano no se molestó en preguntar más. El daba por hecho que se trataba de una elfa extraordinaria, digna en todo de su amigo elfo. Nunca se le ocurrió pensar en Aragorn, los Hobbits una vez le revelaron sus conclusiones sobre ambos miembros del grupo,  pero él se negó a escuchar, nunca le volvieron a mencionar el hecho.

Gimli estaba ya cerca de Lorien y deseaba tomar si quiera una noche para descansar, una mirada mas a esa estrella que brillaba en el Bosque Dorado, la Señora de los Galadrim y seguir adelante, tratando de pensar en como dirigirse apropiadamente al Rey de Gondor.

Con gran sorpresa Rumil y Haldir le recibieron, le guiaron hasta Galadriel quien le saludo con una dulce sonrisa, Gimli contestó con una reverencia profunda y la Dama habló en su mente con las siguientes palabras:

"Que tu corazón no se apague con el pesar, por que hay otros mas que sin la luz del enano, podrían caer en oscuras tinieblas por siempre. Sigue adelante, hijo de Glóin, que tus palabras y corazón son puros y sinceros, mañana mismo encontraras la piedra que falta para el cimiento de un futuro dichoso"                                                

El enano saludó una vez mas antes de retirarse, Haldir le esperaba en orden de su señora para mostrarle el lugar donde tomaría reposo esa noche.

- Sígame por favor, Señor Enano.

- Siempre. Desde la última vez que tuve fortuna de ver de nuevo a la dama Galadriel, nunca me pareció más hermosa.

Haldir sonrió con sencillez.

- Hemos tenido la oportunidad de recibir la invitación de una honorable ceremonia, espero que el viaje que trae de paso por aquí, no evite que nuestros caminos vuelvan a encontrarse.

- Si he de ser sincero contigo, Haldir de Lorien, espero que esa ceremonia no se lleve a cabo. – dijo temerariamente el enano, quería externar sus dudas con Haldir y saber si él también les compartía.

- ¿Podría preguntar el motivo? – pregunto el Galadrim preocupado - ¿Legolas se encuentra bien? La última vez que le vi, su salud no era del todo favorable.

- Y por lo que supe, la suya tampoco. – agregó con osadía el enano.

- ¡Señor Enano! Me sorprende – respondió un Haldir un tanto abrumado.

- No tema orgulloso guerrero Haldir, Legolas me ha contado su desventura con el miserable de Dommo, aun espero que su declaración en el caso, no sea solicitada.

- ¿Tuvo problemas en su reino? – preguntó frunciendo el ceño - Hice mal en no acompañarle. Creí que con la palabra de Farrasil… - agregó Haldir pensativo mientras descendía por los elegantes pasillos de Lorien

- ¡Ah! El señor Farrasil le envía emotivos y afectuosos saludos.

Haldir se sonrojó hasta la punta de sus hermosas orejas élficas.

- ¿El señor Farrasil conserva recuerdos de mí? – preguntó Haldir un poco perturbado

- Al parecer muchos, por que lo que he podido observar, su persona le agrado lo bastante como para desear verlo de nuevo.

O el enano había pasado mucho tiempo conversando con Legolas y Farrasil, o nada se le podía ocultar ni pasar desapercibido a sus sentidos enanos.

- ¿Sabía el señor Farrasil de su llegada aquí? Creí que el asunto de su viaje, Señor Enano, permanecía en silencio para los residentes del reino del Bosque Negro.

- En realidad así es, pero no he podido evitar hablar ciertos asuntos con el joven Farrasil, como para evitar que mis labios dijeran algo más que lo que estaba dispuesto a comentar.

- Muy bien, creo que soy indiscreto al preguntar más allá de mi deber, simplemente que el cariño y aprecio que le tengo a Legolas, va más allá de mi trabajo y dedicación. Siempre he deseado lo mejor para él.

- Eso lo sé

Habían llegado después de bajar algunos niveles, al Talan que se le había preparado al enano. El elfo dio las buenas noches a Gimli, pero antes de que pudiera retirarse, el enano algo vacilante le detuvo.

- Haldir, antes de mi partida mañana, quisiera comentar algunas palabras contigo.

Debía de ser importante, puesto que el enano le tuteaba,  y eso nunca había pasado. Haldir entró para salir dos horas después con la cabeza llena de preguntas, llena de dudas y queriendo ser el la causa por la que Legolas sufría, si estuviera con él, grande y dichoso sería su corazón al animarle, al abrazarle, al tratar de que su amor fuera suyo y no del mortal lejano.

Gimli había aprendido que Haldir y Legolas habían sido muy buenos compañeros, y aun pudo notar en las palabras del elfo que trataba de ocultar un sentimiento mas profundo por Legolas, el príncipe tenía mucha suerte de contar con tales amigos, que darían la vida por él, el mismo enano la daría, pero sus motivos eran simplemente amistosos.

La mañana llegó con frescura y resolución para el enano, ya había presentado sus respetos a la Dama Galadriel y a Lord Celeborn, que al parecer por temprano de la hora, esperaban la llegada de alguien importante, aun Galadriel le sonreía cada vez que el enano le expresaba su deseo de partir temprano. Una vez más habló en su cabeza:

"No dejes la prisa trastorne tu camino, Gimli, hijo de Glóin, la respuesta llega ya y es mejor perder unos minutos del futuro cercano a una vida eterna"

De nuevo no entendía muy bien las palabras de la Dama pero compartió el desayuno con ellos. Nuevas llegaban con una trompeta élfica, alguien llegaba al reino.

Gimli a pedir de la Dama Galadriel, les acompañó a recibir a tan digna persona, Galadriel no dejaba resplandecer en serenidad y paz.

- Bienvenido seas hijo mío, la verdad ha llegado y esperábamos ansiosos tu luz. – dijo Galadriel saludando  a Aragorn que se acercaba respetuoso a saludarle.

- ¡Aragorn! – exclamó Gimli saliendo detrás de los señores del lugar.

Lord Celeborn hizo una imperceptible mueca a la falta de respeto del enano, pero su amada Galadriel le contuvo, ya habían compartido sus pensamientos y Lord Celeborn entendió.

Aragorn no quiso ser tan descortés como el enano y saludo con toda serenidad al señor del país. Después, dio un caluroso saludo a Gimli feliz de poder ver una vez mas ese rostro barbudo que le salvo la vida tantas veces.

- ¡Papá! – exclamó una vocecita chillona detrás de él

- ¿Quién es el jovencito que tiene la amabilidad de saludarnos? – preguntó Galadriel, que aunque bien sabía la respuesta esperaba la introducción del mismo niño

Eldarion detuvo su carrera hasta donde su padre, quedo con los ojos abiertos al ver a Galadriel y como petrificado su pequeña boca se abría poco a poco.

- Mi nombre es Eldarion, hijo de Aragorn, Rey de Gondor. – declaró mientras hacia una graciosa reverencia.

- Es un gusto conocerle, joven príncipe. – respondió Lord Celeborn tomándole la pequeña mano

El niño no supo que contestar, Aragorn vino en su auxilio y les presentó como debían, tuvo que añadir algunas líneas más, para que el pequeño comprendiera que ellos eran algo más que sus abuelos, Eldarion sonrió. En brazos de su padre se sentía más seguro y podía volver a saludarles con más altivez, como correspondía a un príncipe. Galadriel y Celeborn sonrieron. El pequeño no recordaba que días posteriores a su nacimiento ellos estaban allí, para verla abrir sus hermosos ojos azules a la luz de Anar.

Una vez que se hubo instalado los carruajes, los caballos en los establos, y la poca servidumbre y comitiva que le acompañaba en los talanes reservados, el enano impaciente se acercó a Aragorn cuando salía del salón de Galadriel en compañía de su pequeño y Mary.

- Aragorn, no he podido esperar y quisiera, si me lo permites, tener unas palabras contigo.

Aragorn vio la premura en las palabras de Gimli, y sabía que si no podía esperar debería ser urgente.

- ¿Quién es este señor, papá? – preguntó Eldarion al ver como el enano se atrevía a hablar a su padre de esa manera sin usar el nombre de Elessar que le correspondía...

- Hijo, he aquí el valiente señor enano Gimli, hijo de Glóin, de quien tu me has escuchado hablar varias veces, Eldarion

Gimli extendió su gruesa y velluda mano para saludar al niño, y mostró la sonrisa más amigable que pudo expresar su serio rostro, no estaba acostumbrado a tratar con niños, sean niños enanos, elfos o mortales.

Después de que el pequeño miro al enano con desconfianza, un recuerdo asaltó su cabecita, alguna vez escuchó un cuento donde un enano compraba niños mal portados, Eldarion tendió su tierna mano vacilante a Gimli.

- Papá.

- ¿Sí?

- Me voy a portar bien, te lo prometo. – dijo el niño sin despegar la vista de los pequeños ojos del enano.

Aragorn sonrió sin responder, y encargó el niño a Mary, quien tomó la mano del pequeño guiándole hasta su flet.

Ambos, enano y mortal bajaron hasta la sala de la habitación de Aragorn, donde pudieran hablar sin ser molestados. Gimli tomó asiento cerca de una mampara que le ocultara la vista de altura donde se encontraban. Aragorn saco su pipa dispuesto a escuchar a su amigo.

Hacia tanto tiempo que no le veía, y el enano apenas si había envejecido, quince años desde la boda de Aragorn y Arwen y tal parecía que fue ayer. El enano lucía fuerte como un roble, lleno de vida pero algo parecía preocuparle.

Gimli por su parte trataba de figurarse como es que Legolas había puesto sus ojos en tal persona, primeramente por que él estaba destinado a unirse a Arwen y segundo por que ambos eran varones, el enano agito la cabeza para despejarla un poco y le rogó a Aragorn que escuchara limpiándose la garganta ruidosamente.

Después de unos breves minutos en que los dos se cuestionaron amigablemente por sus reinos, familias, viajes y nuevos acontecimientos, el tema de Legolas salió por fin a la luz como deseaba el enano y como evitaba el mortal.

- Pero Gimli...

- Si tú no vas a Aragorn, aun y cuando tu corazón no le reciba, debes hablarle con sinceridad.

- ¿Por qué de ir yo? ¿Por qué no viene el a mí? – preguntó el rey frunciendo el ceño levemente.

- Por que tú fuiste quien le felicitaste por su boda, dándole a entender que no te importaba si realizaba su enlace o no.

- Nunca escuché de su boca que estuviera comprometido, ¡él fue quien me traicionó primero! – exclamó Aragorn inclinándose ligeramente hacia delante.

- Debiste comprender su situación ¡tu mismo supiste que le perseguían por la muerte de su hermano! – exclamó a la vez Gimli levantándose amenazadoramente

- ¡Gimli! – reconvenía Elessar.

- Debiste ver su rostro, debiste ver las lágrimas que trataba de ocultar el día de tu enlace, y yo que pensé por un momento, que la alegría por ti era tanta que no podía contenerse, a mis ojos escaparon las miradas, pero ahora que sé la verdad, no sé como siendo un elfo pudo soportarle.

- Gimli...

- No puedo decir por él lo que siente en realidad, pero ahora está tan decidido a casarse, que me hizo prometer que no te buscaría.

- Pero tú...  tú has venido hasta aquí...

- Yo no te busque, solito llegaste a mi, Aragorn

El mortal sonrió débilmente, Gimli correspondió.

- ¿Se casara dices?

- Si. Con la dama Nariel, es muy bella y efusiva, pero dudo que pueda llenar de alegría su corazón. Simplemente, le usa como medio para tener herederos.

- ¿Herederos? – frunció Aragorn

- Si, es el fin ultimo de su unión. Pero si va a hacer tan triste y desgraciada como pienso, un hijo no les traerá felicidad entre ellos.

- Pero ¿por que no se rehusó?, no veo la necesidad de que ahora mismo se case, no había esa necesidad con Gladel, no veo por que ahora aparece ese problema.

- No fue por voluntad de él casarse con tanta anticipación. He hablado con uno de los mayores, y así esta decretado, antes no había tal premura por que se contaba con dos príncipes capaces de tomar el trono y procrear la siguiente línea, y ahora que Legolas es el único adecuado, el consejo dictamino la fecha.

Los pensamientos del mortal volaban tan ágiles como el viento, Legolas no deseaba casarse aunque así lo tuviera previsto, le recordó su misma situación y el corazón se le encogió en un segundo.

- ¿Legolas no envió la invitación? –preguntó Aragorn después de unos minutos de reflexión.

- No, él no estaba enterado si quiera de ello.

- ¡Ah! Pero...

Aragorn se alejó un poco, perdiendo sus manos entre su túnica buscaba su bolsa vieja con hierba para su pipa tratando de encontrar un alivio a su tensión.

- Aragorn, dime con sinceridad lo que tu corazón dice del elfo.

El Rey no lo miró, evitaba su mirada pero Gimli pudo constatar un ligero temblor en las usualmente manos firmes del antiguo montaraz.

- Gimli, yo... no sé, en verdad lo amo, pero creo que no podría ser útil, no podría ayudarlo...  yo...

- ¿Y no lo intentaras siquiera? – interrumpió el enano

- Gimli, dime ¿en mi caso que harías?

Gimli se sintió sorprendido por la pregunta, nunca en su vida se enamoraría de un varón, pero haciendo los cambios necesarios de género estaba seguro que pelearía por lo que su corazón le dictaba.

- Haría lo que siente mi corazón.

- Mi corazón me dice que debo estar con él, que debo amarlo si él aun me recibe.

- Entonces, ¿que esperas aquí? – cuestionó frunciendo el ceño.

- Gimli, seguro entiendes mi situación.

- ¿Tu eres un rey y él un príncipe heredero? ¿Te detendrá el estatus social? ¿El pensar de la gente?

- Pero Gimli, yo gobierno a miles de gentes, no puedo actuar a la ligera.

- Es cierto. Te comprendo.

Aragorn frunció el ceño y mordisqueo su labio inferior.

- ¿Me comprendes?

- Si, igual comprendo a Legolas, el es un príncipe, que pronto se convertirá en Rey para su gente, y es lo que importa, la gente, no que su Rey se sienta feliz y a gusto de gobernarles. Es lo que importa, la gente, creo que debiste pensar lo mismo el día de tu enlace, cierto. Muy bien, ese es un buen consejo que daré a Legolas el día de su unión.

- ¡Gimli! – exclamó Aragorn dolido por el tono de reconvención que estaba usando el enano.

- Si, tienes razón, y yo soy un tonto al pensar que siempre el corazón debe guiar nuestras acciones y no nuestra cabeza.

- Gimli... Yo sólo quiero lo mejor para los demás, y haces mal al desaprobar mi enlace con Arwen.

- ¿Yo? ¿Desaprobar tan maravillosa y destinada unión?  ¡Nunca! No gano nada aquí, tratando de convencerte, por que es imposible, él elfo deberá seguir tu ejemplo, si eso debe de hacer. Aprenderé de ahora en adelante a no meterme en asuntos que no me competan.

- Gimli...  por favor, si yo no me hubiera casado con Arwen, no tendría a Eldarion, no habría herederos en Gondor. Los hijos de Faramir serían los que tendrían ese derecho. Yo no tengo hermanos, ¡soy el único! ¿Cómo podía rehusarme? El tiene a sus hermanos, bien puede abdicar al trono si no desea unirse.

Gimli no le respondió, pero su mirada era muy elocuente.

- ¿Sabes lo que le pasaría si abdica?

- Simplemente no tendría derecho de gobernar

- Bueno, eso queda sobre entendido, sin embargo, si no llega a contraer matrimonio será desterrado... en su caso, la pena de muerte se podría aplicar...

- ¿Desterrado? ¿Pena de muerte?

- Si, a menos que un heredero surja, pero es imposible si Nariel no esta con él...  Legolas no deseaba abandonar a su familia, de hecho había pensado en dejarles e ir a Gondor para ver si tu...

- ¿Yo?

- Si...  Pero ahora, al ver que tú le das tu consentimiento para su enlace, ya no le queda más remedio que casarse...

- Gimli, es cuestión de política...

- Si, eso mismo pienso después de hablar contigo...  ni hablar, todo esta dicho, Legolas se casará y yo tendré que atestiguarlo. Todo sea por que el día que él escuche el llamado del mar alguien pueda tomar su lugar...

- Gimli, me pones en una decisión difícil, comprende que no puedo tomar todo a la ligera, Legolas me debe de entender...

- Si, tal vez él te entienda pero no me pasa lo mismo, mi pregunta ahora es ¿qué te detiene a ti? No veo ningún otro lazo más que el de tu hijo, tu reinado marcha a mí entender perfectamente, y tu gente, seguramente te estima y aprecia tanto que entenderá lo que dicta tu corazón...

Gimli tenía razón y Aragorn mordía su labio inferior pensativo. Se puso en pie, y daba uno que otro toque a su pipa meditando seriamente.

- Bien, ya que todo ha sido aclarado al menos para mi, me retiro...  Ha sido bueno que no haya tenido que ir hasta Gondor a buscarte al menos...  Hubiera sido una perdida de tiempo y una fatiga innecesaria... Aun estoy a tiempo de tomar buen camino...

Gimli se levantó saludo con respeto a Aragorn y sin decir algo mas bajo del Talan. El Rey sabía que el enano se retiraba algo molesto, y tal vez tenía razón. Su corazón se estaba encogiendo de dolor, no quería que Legolas se uniera a otra persona que no fuera él, pero ¿cómo detenerlo? ¿Qué le podría ofrecer? Sin su familia, tal vez pudiera morir de tristeza y era lo que menos deseaba, atestiguar la muerte de otra persona querida, con la de Arwen tenía suficiente.

*~*~*~*~*~*~*~*~*

Ya faltaban tres semanas para la boda, Gimli había regresado algo cansado y meditabundo, nada dijo a Legolas de su viaje más que su asunto no se había concretado como esperaba. Legolas no quiso saber, no quiso ahondar en lo que trataba el "asunto" de Gimli. Se había resignado por completo a su matrimonio con Nariel, si una vez le amo, tal vez no sería difícil hacerlo de nuevo. Tan sólo con encender la llama, un beso, una sonrisa, una caricia que encendiera su fuego.

Pero muy dentro de sí, sabía que sería una empresa difícil, un suspiro. Dirigiéndose a su habitación encontró a Nariel en el primer descanso de las escaleras. Ella sonreía y se iluminaba su rostro cada vez que él aparecía. "Tal vez si me ame… tal vez hago mal en despreciar su amor…"

Ella le tendió la mano y él la apretó ligeramente con delicadeza. Ella acostumbraba a acompañarlo a su habitación desde que hacía casi una semana después de la partida de Gimli, habían hecho las paces. Por que él no deseaba herirla, ya era suficiente con su propio dolor para tener que soportar la mirada triste y a la vez furiosa en los expresivos ojos de Nariel.

No decían más palabras, él la dejaba descansar en su hombro mientras ella se aferraba a su brazo como dulce e ilusionada novia próxima al altar. Nariel se había comportado mejor, ya no le reñía ni deseaba saber el nombre de ella, ¿para que recordar? Pero eso no quisiera decir que su corazón de mujer estuviera libre de celos e incertidumbre. ¿Y si ella aparecía? Pero Legolas ya no la había mencionado, no sabía que alguna misiva escrita por Legolas le fuera enviada a ella, ninguna carta a excepción de felicitaciones de diferentes reinos y confirmaciones ajenas a su boda había llegado. ¿Quién sería ella? Y si tanto le amaba, ¿por qué no estaba aquí con él?

No, no quería discutir y mejor sería olvidarle. Por el momento, pero pasada el enlace muchas respuestas tendrían que salir de esa boca tan sensual. Nariel disfrutaba mucho estos pequeños momentos cuando ambos subían las escaleras y al llegar a la habitación de ella, él hacia una pequeña reverencia con una dulce sonrisa en su rostro, ella le correspondía y un dulce beso en los labios cerraba la esplendida noche.

Ella soñaba con despertar ya a su lado, como otras veces, cuando la luz de Anar les llenaba de esperanza en el futuro y él la rodeaba entre sus brazos. Ahora como futura reina del antiguo Reino del Bosque Verde esperaba ver junto a su amor restaurada la gloria y belleza en el ahora Bosque Negro.

Las mañanas siempre estaban ocupados para los dos, ella tenía tantos pendientes y el atuendo para su enlace aun no quedaba como ella deseaba, con tanto ilusión que le veía y acariciaba las suaves telas de seda color marfil que le envolvían al probárselo. Él se ocupaba en sus bosques, supervisando las patrullas en los límites del reino, escuchando al consejo en sus interminables juntas de medio día, visitando su reino para observar las carencias y hacer prevalecer sus leyes. Y así haciéndolas prevalecer, él las tenía que obedecer por absurdas que fueran.

En las tardes, ella se dedicaba al estudio, siendo la futura reina deseaba tener un tema de conversación con otras reinas y princesas y demostrar a todos que su cabeza no estaba llena de humo y leyendas infantiles. En verdad Nariel era un dama educada, pero aun en sus dos mil trescientos cincuenta tres años, mucho le faltaba aprender acerca del reino de los hombres y de los enanos. Una vez pensó en aprender un poco mas del lenguaje de estos últimos, tal vez así obtener  respuestas de Gimli, el mejor amigo de Legolas, tal vez él podría ayudarle. Pero los ojos del enano le hablaron francamente, y supo entonces que ninguna palabra saldría de él.

En cambio Legolas las tardes las dedicaba a perfeccionar aun mas, y si esto era posible, su arquería, y en sus luchas cuerpo a cuerpo Farrasil advirtió de en cuando en cuando un suspiro revelador y anhelante. La fuerza del príncipe nunca decaía, pero su ánimo, su voluntad, se veían aminoradas después del cuarto suspiro. Si hubiera forma de saber que es lo que tanto preocupaba al príncipe, se podría decir que sufría de un corazón roto, pero teniendo a Nariel de su lado, ¿cómo sería eso posible?

Farrasil era un buen compañero de ejercicios cuando Gladel reinaba, pero ahora que había fallecido, deseaba ser un soporte, un amigo leal para el príncipe si él así lo permitía, y así había sido, siempre amable, alguna vez feroz e irreflexible en los encuentros, para terminar con un apretón de manos y una franca sonrisa en los labios de Legolas. Pero esos suspiros eran demasiados, pensaba Farrasil, y muchos compartían su opinión en el grupo de guardias de las fronteras. Si hubiera manera de saber…

La idea de Gimli llegó a su mente también, pero al contrario de Nariel, Farrasil si llevó a cabo su pensar, pues ya gastando algunas sencillas bromas, ya compartiendo una botella, cruzando movimientos y golpes, intercambiando opiniones en las batallas, en algún recorrido en que los acompañara, Farrasil podría llevar la conversación a la incógnita de los suspiros. Y así lo hizo.

Lamentablemente, Gimli fue muy parco en palabras, y lo poco que pudo sacar en claro Farrasil de su conversación, fue que la última salida de Legolas había efectuado un cambió en él, Farrasil subrayó que el hecho de perder a un hermano a cualquiera afectaría, pero la tristeza de Legolas no parecía tener sus raíces en Gladel, si no en su propio corazón. Gimli asintió, y se concretó a decir, que Legolas sufría por un amor no correspondido más no era el de Nariel.

Si Legolas sufrió un cambio por su última salida del reino, no sabía a que se refería, pero pensar en su escape le traía dolorosos recuerdos, la muerte del príncipe heredero, el juicio de Legolas, su huída, el Rey de Gondor, el rescate de Legolas y… Haldir. Farrasil agitó la cabeza. No sabía si algún día volvería a ver al orgulloso elfo Galadrim. Tal vez si la Dama Galadriel le trajera en su escolta, podría enseñarles los aun hermosos rincones del reino, algunos lugares del bosque, su lugar de descanso y…Un suspiro de Farrasil y una sonrisa para continuar el camino.

Ahora bien, si Haldir no fuera una solución al asunto, el Rey de Gondor podría ser otra alternativa, recordaba verles a menudo entre sus viajes intercambiando miradas, sonrisas y alguna que otra discusión. Elessar no era tan arrogante, estricto y temperamental como le habían descrito, era sabio para ser un humano, noble como su título y amable en extremo en especial cuando de su príncipe se trataba. ¿Sabría algo él al respecto? Si el Rey asistía a la fiesta no dudaría en intercambiar una o dos palabras con su majestad. El aprecio que ambos tenían a Legolas le dispensaría de tal atrevimiento.

Así Legolas se despidió de Nariel al dejarle en su habitación como cada noche desde hacía un mes. Subió cada uno de los veinticinco escalones que le llevaban al tercer piso de palacio, a las cámaras reales. Vuelta a la derecha y hasta el fondo. No notó que las velas estaban perfumadas, que las cortinas estaban descorridas y la luz de Isilme decoraba sus almohadas. Dejó su carcaj, sus cuchillos y arco en el gancho para tal uso. Frente al gran espejo encima de la mesa de caoba oscura se quito su capa, y la dejo caer, su túnica color castaña, su camisa blanca y sus mallas de color oscuro. El mismo se dio cuenta de la tristeza reflejada  en su mirada, pero nunca observó que un suspiro mas, salía de su boca al dirigirse a la tina en el baño.

El vapor salía suavemente de la tina invitándole a entrar, no contemplo los pétalos que perfumaban el cristalino líquido, su pie se zambullo para después seguirle el resto de su perfecto cuerpo. Cerró los ojos, se apoyo contra un costado de la bañera y se hundió todo. Como si esperara a morir de asfixia salió del agua a los tres minutos después, siempre había sido excelente nadador, y sus pulmones estaban en perfectas condiciones, por momentos deseaba que no fuera así, pero la rapidez de tan negro pensamiento paso como la luz de un rayo.

Sus trenzas fueron desechas con el jabón de aromas, su cuerpo fue libre de toda pesadez y suciedad y deseaba sentirse siempre así, libre de toda preocupación y carga alguna, libre para dejar escapar sus pensamientos hacia él. Un profundo suspiro.

Después de unos minutos de enjuague, tomó la toalla, se envolvió con ella y entró a su habitación, el día había sido muy largo pero en las noches la carga se volvía mas pesada al tener que compartir la cena con ella. Sufría más en una hora con Nariel que toda la mañana con sus guardias y escoltas explorando los más escabrosos caminos del Bosque Negro. Eso era realmente triste, totalmente incapaz de saborear los momentos de paz y tranquilidad con la dama que sería su esposa.

Peino su cabello con el cepillo de plata que acostumbraba a dejar en su mesa de noche, tres velas estaban encendidas mas una sola dejo para acompañarle por las noches. Tal como hacía su madre desde que era un pequeño elfo.

Y desnudo como acostumbraba desde su vuelta al reino, entró entre las suaves sábanas y se cubrió hasta la cintura. La almohada era fresca y mullida, de un color marfil que enmarcaba su fino rostro élfico, las sabanas lisas de color azul y con pequeños bordados color dorado semejando pequeñas hojas bordadas se incrustaban en las orillas.

Isilme le saludó con un beso en su mejilla derecha, y él le correspondió con la mirada más dulce y triste que su corazón desbordo. Que hermosa y pálida era, que tranquila y serena debía estar tan hermoso lucero. Pero al igual que él, ella estaba sola, a lo lejos, bella y distante pero sin compañía, y su amor nunca sería correspondido. ¿No podría él a pasar su eternidad a su lado? ¿No podría acompañar a Isilme toda su juventud, todos sus milenios a llorar y suspirar con ella?

"¡Oh, hermosa Isilme!, solamente tu sabes lo que siento, y si me pudieras llevar contigo un favor harías a mi corazón. Aléjame de aquí y no me dejes regresar jamás."

No lloró por que ya lo hacía su corazón cada noche que le contemplaba, y sus ojos sólo brillaban mas de lo normal, como dos luceros en el desierto sombrío. Poco a poco se fue abandonando a sus pensamientos felices, a sus recuerdos junto a él, hasta embarcarse en un sueño embriagador.

*~*~*~*~*~*~*

Unos pasos se acercaron por el pasillo, lentamente y con andar seguro llegaron hasta la puerta de Legolas, y si las direcciones estaban acertadas lo encontraría allí. Tocó con miedo la puerta, y no escuchó respuesta alguna, le abrió y dio gracias a Eru que no rechinara como siempre sucedía.

El príncipe tenía perdida su vista en la luna, y su pecho estaba desnudo mientras ella le bañaba, Isilme osaba tocar su pecho y el celo le embargo estúpidamente al pensar que alguien mas podía entrar tan fácil como ya le había logrado.

La respiración de Legolas era tranquila, y podía apostar que ya soñaba, sus finos pulmones hacían subir y bajar sus pectorales como la última vez que le había visto así desnudo. Quiso acariciarle, pasar sus manos por todo su pecho y pellizcar los capullos sonrosados centrados en sus areolas. Ver sus tetillas erectas le fascinaba. Y sus labios estaban entreabiertos invitándole a ser besados, sus ojos azules enfocados en la eternidad de sus fantasías reflejaban la tristeza que habitaba en su corazón. Y él quería alejarle.

El cabello le caía por su oreja izquierda y bañaba su pecho con gentileza, la cabeza ladeada graciosamente a la derecha moviéndose suavemente cuando un suspiro salió de la comisura de sus labios. Cuan bello y triste era esa acción.

Sus brazos descansaban a sus costados, y los músculos se definían sin la necesidad de hacer esfuerzo alguno. Cuan perfecto era. Sus abdominales causaban asombro a los pocos que fueron testigos de tan maravilloso cuerpo en la cruzada. Sus manos delgadas y largas, tenían la certeza que sólo contrastaban con la puntería de aquellos ojos majestuosos.

No quiso obstruir la comunión con Isilme, pero hacía tanto que no le había visto así, quiso tomarlo entre sus brazos y hacerlo suyo como nunca lo había hecho, toda la fatiga del camino valía la pena por el sólo hecho de presenciar tal espectáculo. El camino había sido largo y penoso por que su pequeño hijo estaba renuente a visitar un reinado que anteriormente era habitado por espantosas criaturas y crueles arañas.

Pero ya estaba allí, llegó muy dentro de la noche, y para su suerte Farrasil había sido llamado para reconocerle, inmediatamente se iba a dar aviso al príncipe, pero no quiso que le molestaran, simplemente deseaba saludarle antes de descansar y presentarle sus felicitaciones y respetos.

Y es que no eran horas acostumbradas de arribos en los viajeros, pero él quería seguir y llegar lo antes posible, tan buenas noticias traía al hablar con Galadriel al abrirle su corazón, que deseaba compartir esta felicidad con su amado. Eldarion estaba quejumbroso como siempre, no le gustaba viajar de noche a un lugar desconocido y feo como era el Reino del Bosque Oscuro. ¿Más elfos? Ya había tenido suficiente con abuelos que no recordaba, con guardias arrogantes, con enanos que le asustaban y con los aburridos paseos a lo largo del Nimrodel, escuchando canciones tristes de las cuales no entendía ni una palabra. Viendo figuras antiguas en libros viejos con inscripciones que no entendía. El élfico le daba dolor de cabeza, y por mas que su amada madre le quería hace entender todo lo que conseguía decir era "Namarië" cuando su cabeza daba vueltas y deseaba salir a devolver el estómago. La dulce Arwen le tenía paciencia pero al parecer la sangre élfica sólo habitaba en su corazón por su nobleza y no en su cabeza por su sabiduría.

Dio dos pasos junto a su cama por el lado izquierdo, unas mechas transfiguraban su cuello, y las fuerzas le faltaron para no exhalar un gemido de placer al ver como su amado volvía la cabeza hacia su lado. Sus labios cerrados en un segundo se volvieron a entre abrir. Un suspiro volvió a salir de ellos.

Siguió los trazos de sus bíceps y llegó hasta la orilla de la sábana esperando averiguar si algo mas que esas mantas protegían su piel. Pero si no se equivocaba, y tal a la usanza élfica, Legolas dormía desnudo cuando estaba en sus aposentos.

Que delicioso sería una noche juntos en su habitación.

TBC…

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Contestación a los amables Reviews.

Kat Basted – Creo que te equivocaste de fic y de libro, snif… snif… casi me partes mi corazoncito élfico…;-)

Reina Ayesha (antes LG) – Gracias por el review, por apoyarme y por presionarme a seguir escribiendo, mil felicidades por tu nuevo grupo, y Larga vida a la Reina!

Akhasa – Mil gracias por seguir dejando reviewcitos, como verás Gimli ha hablado. Espero y este capítulo ya no esté tan aburrido si no más interesanteoso. ;-)

Fabi-Chan – OH, eres mi oasis en el desierto, casi lloró al saber de tu existencia, snif, espero y te siga gustando mi fic, algo largo pero espero pronto y mejore.

Velia – Ya ves, el enano cumplió, pero veremos como le va al mortal. De repente te desapareces pero me gusta saber de ti, espero y el trabajo vaya de lo mejor, y que te quede algún tiempo para actualizar tu fic, please…

Carmenchu – Ya no te he visto, por favor actualiza, que me encanta cuando lo haces por que tus historias son de lo mejor.

Lanthir – Mi llorar con tu fic, fue de lo mas espléndido, espero y el mío pueda llegarle a los taloncitos al tuyo, snif. Mil besos y felicidades

Minadriel - ¿Cómo seguiste? Espero que bien, y también que disfrutes el fic y del elfo acostadito y desnudo en su cama.

Milena - ¿Onde andas? ¡Os extraño! ¡Pásatela super! :-D