Angustia compartida.

Él salió de viaje llevandose a uno de sus sirvientes más fieles...

Él ordenó al otro que vigilase a su hermana...

Él le dijo que si intentaba algo raro, cualquier cosa, no dudada en matarla...

Lo que él no sabía es que su sirviente amaba a su hermana...

Esa tarde, ella lo interceptó, y con un gesto silencioso, le indicó que la acompañara al estudio, necesitaba hablar con él y notificarle algunos detalles.

Pero él supo que algo estaba mal.

~¿Qué te hizo tu hermano?

-¿Qué? No-no se de que me hablas.

~Anoche estuviste llorando hasta el cansancio, y tenías pegado su olor.

-¿Cómo puedes suponer tales cosas? Él nunca se atrevería...él...nunca lo...haría...

La traicionó el llanto; él comprendió que se trataba de algo grave, por lo que, asegurandose de que el area se despejara de "oidos atentos" se quedó a su lado hasta que ella le contó todo.

De la forma en que fue abusada...

De como esperaba un hijo de su hermano...

-...Si se entera, lo más probable es que me mate, o mate a mi pequeño, y yo...yo no quiero...

Él la abrazó tiernamente.

~No dejaré que nada malo te pase, te protegeré aún a costa de mi vida.

A partir de ese día, el palacio de Occidente se vació de una forma casi increíble. Eran pocos lo que transitaban por aquellos amplios pasillos en los que se podía oler el ambiente a angustia y llanto.

Ella había cambiado.

Desde ese día, no volvió a ser la misma: De su rostro rara vez escapaban miradas cálidas, sus ojos perdieron la emoción propia de un ser vivo.

Tenía un único anhelo: Que en sus viajes su hermano muera o sea asesinado por un youkai, o qu en caso de que el volviera, su pequeño estuviese a salvo.

Su pequeño. La única razón por la que seguía con vida. No quería que lo mataran, pero tampoco quería que se enterada de esa cruel realidad que lo ataba.

Este sirviente la observaba desde hace siete meses.

La amaba y a admiraba, puesto que de todas las hembras que llegó a conocer, ninguna hubiera soportado eso.

Todo el tiempo estuvo a su lado, cuidandola, protegiendola, a pesar de saber que ella era inalcanzable, hacía todo lo posible por permanecer a su lado.

Aún más ahora, puesto que la situación así lo requería.

También temía por lo que fuera a pasarle, no deseaba que su amo la eliminara, pero tampoco quería que eliminara al pequeño, puesto que no solo era su hijo, sino además el motivo de vida de ella, debía, a toda costa, protegerla.

Pero la calma no dura para siempre.

Todo inició en una noche de eclipse lunar, ella había decidido caminar un poco, pese a las molestias que le provocase, y se halló con su sirviente, quien miraba hacia la entrada con una mirada de absoluto terror, y que al descubrirla a ella no dudó en guiarla hacia la salida posterior.

Ella supo que su hermano había vuelto, pero lo peor, fue que sus primeras contracciones empezaron.