Muertes.
Él fue informado de todo...
Él regresó de su viaje...
Él estaba furioso...
Ella estaba asustada...
Ella estaba perdiendo la noción de sus sentidos...
Su hijo iba a nacer...
Este sirviente no iba a dejar que nada les pasara a ambos, por lo que tomó a su ama en brazos y salió lo más rapiso posible de ahí.
Inició la cacería...
Inutaisho: Jakken, quedate aquí. No tardaré.
Jakken: Como ordene, amo.
El taiyoukai rápidamente trató de darles alcance; el sirviente se percató de ello, por lo que dejó a su ama en el piso y le dio un par de instrucciones.
-Sé que será difícil para tí, pero necesitas irte, no debes quedarte aquí o de otra manera morirán ambos.
-No...por favor...no...no te...vayas...no...no puedo...
-No dejaré que los lastime, pero necesito que te apartes de aquí.
Con gran dificultad, ella empezó a caminar, tratando de hacer a un lado el agudo dolor de las contracciones con un solo fin: el bienestar de su pequeño.
Inutaisho: Debí suponer algo así de ti. Lo más conveniente en tu caso es que te apartes de mi camino y te perdonaré la vida.
-No permitiré que los lastime, los defenderé aún a costa de mi vida.
Iutaisho: Si es lo que deseas, entonces te daré el placer de experimentar la muerte de una forma dolorosa.
Inmediatamente, inició la batalla.
El taiyoukai, aún cuando tenía la ventaja, jamás imaginó la fortaleza de su sirviente, quien solo peleaba por ella, sin imaginar que esa despedida sería la última vez que la vería con vida...
Pero eso no significó un obstáculo para el taiyoukai, por lo que rápidamente determinó darle muerte.
Inutaisho: Hubiera sido más fácil que no te entrometieras, pero como soy bondadoso con mis sirvientes, te daré una muerte menos dolorosa. ¿Algunas palabras antes de morir?
-Sí. Eres un perfecto desgraciado, ojalá ardas en el infierno, sea TU hijo el próximo heredero de Occidente y tus próximos hijos mueran en sus manos.
Inutaisho rápidamente le dió muerte, no era su intención escuchar esas palabras que retumbaron en su mente y se le grabaron con letras de fuego en su mente.
Solo podía hacer algo para evitarlo, lo cual era matar a "su hijo", y de paso a su hermana.
Ya no podía más...
-'¿Por qué ahora?' ¡Aaaaaaaaaaaaaaarght!
Apoyándose en un árbol, ella respiró agitadamente, se llevó la mano a su vientre.
No era mucho lo que se había alejado, pero se sentía cansada por el próximo acontecimiento: el nacimiento de su hijo, debía ponerlo a salvo, debía alejarlo de su padre, de su hermano.
El taiyoukai divisó de lejos a su hermana, descubrió prontamente sus intenciones, por lo que, sin siquiera molestarse, lanzó un ataque a distancia, el cual acertó con una puntería increíble.
Un desgarrador grito de dolor resonó en todo el territorio del clan de occidente. El taiyoukai Inutaisho no se molestó en asegurarse de la muerte de su hermana ni la de su "hijo", sino que regresó a su palacio.
Inutaisho: Jakken, ve al bosque y elimina todo lo que quedó de mi hermana.
Jakken: Como usted diga, amo.
Él fue informado de todo...
Él regresó de su viaje...
Él estaba furioso...
Ella estaba asustada...
Ella estaba perdiendo la noción de sus sentidos...
Su hijo iba a nacer...
Este sirviente no iba a dejar que nada les pasara a ambos, por lo que tomó a su ama en brazos y salió lo más rapiso posible de ahí.
Inició la cacería...
Inutaisho: Jakken, quedate aquí. No tardaré.
Jakken: Como ordene, amo.
El taiyoukai rápidamente trató de darles alcance; el sirviente se percató de ello, por lo que dejó a su ama en el piso y le dio un par de instrucciones.
-Sé que será difícil para tí, pero necesitas irte, no debes quedarte aquí o de otra manera morirán ambos.
-No...por favor...no...no te...vayas...no...no puedo...
-No dejaré que los lastime, pero necesito que te apartes de aquí.
Con gran dificultad, ella empezó a caminar, tratando de hacer a un lado el agudo dolor de las contracciones con un solo fin: el bienestar de su pequeño.
Inutaisho: Debí suponer algo así de ti. Lo más conveniente en tu caso es que te apartes de mi camino y te perdonaré la vida.
-No permitiré que los lastime, los defenderé aún a costa de mi vida.
Iutaisho: Si es lo que deseas, entonces te daré el placer de experimentar la muerte de una forma dolorosa.
Inmediatamente, inició la batalla.
El taiyoukai, aún cuando tenía la ventaja, jamás imaginó la fortaleza de su sirviente, quien solo peleaba por ella, sin imaginar que esa despedida sería la última vez que la vería con vida...
Pero eso no significó un obstáculo para el taiyoukai, por lo que rápidamente determinó darle muerte.
Inutaisho: Hubiera sido más fácil que no te entrometieras, pero como soy bondadoso con mis sirvientes, te daré una muerte menos dolorosa. ¿Algunas palabras antes de morir?
-Sí. Eres un perfecto desgraciado, ojalá ardas en el infierno, sea TU hijo el próximo heredero de Occidente y tus próximos hijos mueran en sus manos.
Inutaisho rápidamente le dió muerte, no era su intención escuchar esas palabras que retumbaron en su mente y se le grabaron con letras de fuego en su mente.
Solo podía hacer algo para evitarlo, lo cual era matar a "su hijo", y de paso a su hermana.
Ya no podía más...
-'¿Por qué ahora?' ¡Aaaaaaaaaaaaaaarght!
Apoyándose en un árbol, ella respiró agitadamente, se llevó la mano a su vientre.
No era mucho lo que se había alejado, pero se sentía cansada por el próximo acontecimiento: el nacimiento de su hijo, debía ponerlo a salvo, debía alejarlo de su padre, de su hermano.
El taiyoukai divisó de lejos a su hermana, descubrió prontamente sus intenciones, por lo que, sin siquiera molestarse, lanzó un ataque a distancia, el cual acertó con una puntería increíble.
Un desgarrador grito de dolor resonó en todo el territorio del clan de occidente. El taiyoukai Inutaisho no se molestó en asegurarse de la muerte de su hermana ni la de su "hijo", sino que regresó a su palacio.
Inutaisho: Jakken, ve al bosque y elimina todo lo que quedó de mi hermana.
Jakken: Como usted diga, amo.
