CAPÌTULO 3: REFLEJOS.
Una risa infantil fue lo primero que escuchó al abrir la puerta cuando llegó a su casa. Kiminobu sonrió sin poderlo evitar. Sus invitados habían llegado. Y supo en ese instante que su vida ya no iba a ser igual. Otra persona lo estaba esperando. Otra persona que había roto su corazón. Otra persona que había sido tan importante para él cómo ahora lo eran las vidas de sus pacientes.
Entró y cerró la puerta a sus espaldas, dejando su maletín en la mesa del recibidor al mismo tiempo que un niñito vino corriendo hacia él. Su risa era contagiosa y parecía que venía huyendo de alguien. Al ver a Kiminobu se escondió detrás de sus largas piernas y se aferró a su pantalón, carcajeándose con fuerza. Una figura salió del salón riéndose y gateando por el piso de madera, pero se detuvo al llegar frente a él. Y vio en esa mirada azul que alguna vez había amado, el reflejo de una sorpresa inesperada.
Lentamente lo observó como se ponía de pie, mostrando su atlético cuerpo vestido con ropas normales. Pero la normalidad no se aplicaba a Hisashi Mitsui. Su vida había cambiado y eso estaba presente en cada rasgo de su rostro. Su mirada azulina tenia un brillo un poco distinto al de antes, quizás más madura...pero no perdía esa chispa que la iluminaba como sol de noche. Y su cuerpo...su figura había madurado y se había convertido en la de un hombre...anchos hombros, cintura estrecha y unas caderas angostas que ni siquiera el jean podía disimular. Durante unos segundos, que a ambos les parecieron eternos, dejaron que sus ojos bebieran lo que el tiempo había hecho con ellos, pues no era momento para palabras de cortesía o de bienvenida....no aún.
Por su parte, Hisashi seguía anonadado. Miles de emociones bullían dentro de él como en una caldera a punto de explotar. Aquel doctor que tanto había alabado su amiga, aquel ser que había llegado a conocer por medio de las palabras de la señora Tanaka, era la misma persona con la que había soñado tanto tiempo....Kiminobu Kogure....su pérdida...su resignación. Sus rasgos no habían cambiado, tal vez se habían masculinizado un poco más pero no habían perdido esa suavidad lozana que a él tanto le gustaba. Su cabello estaba distinto...sus anteojos eran distintos....como también su mirada serena, y fue en ese instante en que se dio cuenta de que su amigo ya no era el mismo de antes. Su reflejo marrón había perdido esa calidez que lo caracterizaba, convirtiéndolos en piedra y presintió que el color de sus mejillas, aquel sonrojo que en más de una ocasión lo delataba, era ya un recuerdo del pasado, y entonces tuvo miedo.....miedo de que aquella inocencia, de que aquel sentir puro haya sido destruido por su propia inseguridad....y haya terminado siendo alimento para buitres de la noche.
Sus pensamientos fueron cortados de cuajo por Ryan que, al ver que los adultos estaban inmersos en sus cosas y no le prestaban atención.
-Shashi....Shashi.....-le llamó protegido por las largas piernas de Kiminobu.
-Buenas Noches Mitsui....y buenas noches también para ti...Ryan-dijo Kimy mientras alzaba al niño, que estaba contento de que por fin le prestaran atención.
-Buenas Noches, Kogure...vaya sorpresa -replicó en tanto sonreía un poco- no esperaba que fueras tu nuestro anfitrión...ha pasado mucho tiempo, no crees?-
-Si...se podría decir que sí...-contestó mientras comenzó a caminar hacia la cocina para saludar a su ama de llaves, aún llevando a Ryan consigo, haciendo que Hisashi lo siga por toda la casa-...siete años es mucho tiempo....así que eres escritor.....Hola, señora Tanaka-la saludó con un sonoro beso en la mejilla para luego mirarla con un poco de reproche-no le dijo a nuestro invitado quien era yo...me pregunto porque.-
-Quizás se me ha pasado...te pido disculpas Hisashi o debo llamarte Alex?.- preguntó para distender un poco la situación, pues era notable la tensión entre los dos adultos, sólo visible para personas que los conocían a ambos como la señora Tanaka.
-Llámeme Hisashi....-respondió mientras extendía sus brazos para tomar a Ryan.-Ven Ryan, vamos a seguir jugando....- pero el niño tenia otros planes pues se sentía cómodo en los brazos de Kiminobu.
-No...quiero a Kimy...Kimy es mi amigo.-respondió negando con su cabecita, sacudiendo su lacio cabello, mientras Kiminobu trataba de contener una sonrisa que comenzaba a escaparse de sus labios, pero logró controlarse a tiempo.
-Vamos Ryan, Kimy llegó de trabajar....está cansado....-dijo Hisashi dándose cuenta segundos después del control que Kiminobu tenía sobre sus emociones, algo que realmente lo asombró ya que su amigo no era así.-vamos Ryan...
Ryan miró por un momento a Kiminobu y luego se deslizó a los brazos de Hisashi, en tanto este se disculpaba por la actitud del niño, a lo que el doctor solamente asintió y dijo que no había ningún problema. Sin duda alguna, Kiminobu no era igual que antes.
~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~
La cena constituyó un momento tenso, no por los berrinches de Ryan o porque tiraba la comida para todos lados. Fue más que todo por el silencio entre los dos adultos. Era demasiado tenso. Solamente palabras de cortesía y palabras de reto para Ryan se escuchaban en el comedor. Cuando todos terminaron de cenar, Kiminobu se retiró a su estudio excusándose y alegando que tenía mucho trabajo pendiente, dejando a sus invitados solos. La señora Tanaka entró para llevarse la vajilla en tanto Hisashi llevaba al niño a acostarse a sus dormitorios. Gracias a que el día había sido agotador para el niño, este cayó dormido a los pocos minutos y fue entonces cuando Hisashi le encargó a la señora Tanaka que le vigilara al niño mientras él iba a hablar con su jefe.
Hisashi no podía controlar todas las emociones que sentía dentro de su pecho, emociones que lo atosigaban y que amenazaban con explotar. Su detonación emocional no era producto de cómo había tratado a Ryan o por cómo los había recibido al principio, se debía a cómo lo trataba a él, cómo si la amistad que ellos se habían tenido no hubiera existido nunca, cómo si el sentir amor o cariño fuera algo anormal. Aún sabiendo que le faltaba el respeto en su propia casa, Hisashi no estaba dispuesto a tolerar esa frialdad. Había vivido demasiado tiempo en un mundo en donde aquel sentimiento era demasiado fuerte como para no negarse a seguirlo, sabía por experiencia propia que uno podía perder su alma, su calidez interior y eso no tenía manera de recuperarse más tarde. Sabía también que lo que estaba por hacer era una locura pero haría que Kiminobu recuperara su verdadera manera de ser....porque?....porque lo amaba...porque luego de haberlo visto después de siete años, sabía que él era el único en su vida....que todo aquello que buscaba en otros era a Kiminobu....que lo que siempre había anhelado era su amor...y ahora tenía una oportunidad más.
Al llegar al estudio golpeó un poco y al escuchar su voz entró cerrando la puerta a sus espaldas. Lo observó durante un instante mientras Kiminobu escribía en su laptop. La luz del escritorio lanzaba reflejos dorados sobre su cabello castaño corto y sus manos, de dedos ágiles y largos, volaban sobre el teclado, y en ese momento Hisashi no pudo reprimir un estremecimiento al pensar en que sentiría si esas manos lo acariciaran con ternura y amor.
- Puedo servirte en algo?- preguntó Kiminobu sin apartar la vista de su laptop.
- Tal vez...- contestó Hisashi ladeando su cabeza, aún apoyado sobre la puerta. Se enderezó y se acercó al escritorio, escuchando el tipeo del doctor sobre el teclado.- Empieza por decirme cuando te convertiste en el trozo de hielo que eres ahora.- con cierta satisfacción observó cómo su respuesta poco convencional afectaba al doctor.
- Vaya...que descortesía de tu parte...acaso tu mundo de escritores no te enseñó a no insultar a quien te da de comer?- retrucó sin dejar de tipear, sabía que Hisashi lo estaba provocando....no le daría el lujo de hacerle saber que aún podía ejercer cierto poder en él.
- Ups....eso es nuevo en ti....sarcasmo...te enseñaron eso en la facultad de medicina o tomaste doble ración de sarcasmol?-dijo apoyándose sobre un pie y luego sobre el otro.
- Lo aprendí de un amigo...quién alguna vez me dijo que me serviría...- respondió alzando su mirada, carente de calidez, protegida por sus anteojos.-...pero nunca imaginé que tanto me sería útil.-
- Dime...te ayudó acaso a convertirte en lo que eres hoy?-preguntó aún sabiendo la respuesta de antemano.- o fue el endiosamiento que viviste durante tu vida universitaria?-
Supo que lo había empujado muy lejos, demasiado tal vez....y sabía que ahora escucharía cosas que le podrían herir muy profundo, pero no le importaba ya...así se le fuera la vida, rompería ese muro de hielo que había construido a su alrededor. Con movimientos casi calculados, Kiminobu cerró su laptop y se levantó de su silla para acercarse con un andar casi felino a su huésped, hasta estar tan sólo a un paso de distancia. Hisashi se enderezó e inmediatamente se notó la diferencia de altura, sin embargo, en aquel momento, parecía que Kiminobu era más alto que el escritor.
-Realmente quieres escuchar lo que me pasó?....o es que quieres regodearte en tu propia habilidad de controlar destinos ajenos?...te diré...me enseñaste una lección muy importante, Hisashi...una lección que quitó de mí toda emoción y sentir...que quemó todo sentimiento alguno...y que convirtió...y cito palabras textuales de tu libro Pasión Imposible..."..él y sólo él..era ahora eso.. una cortina impenetrable de frialdad absoluta"...- con languidez se apoyó en el escritorio acorralándolo con su cuerpo y acercó su rostro hacia el de él, su aliento tibio lo acariciaba haciendo que la sangre le hirviera a mil.-...te convertiste en Dios...haciéndome a tu imagen y semejanza....me convertiste en la personificación perfecta de ti, puro hielo, angustia y dolor...me convertí en ti.-
- Nadie puede ser igual que yo...- susurró perdido ante la mirada fría del doctor.- ni siquiera tu.....tarde o temprano comenzarás a sentir otra vez...-
- ¿Estas seguro?- preguntó mientras se acercaba peligrosamente hacia sus labios.- Te demostraré que tanto has destruido dentro mío.- y en un movimiento rápido apresó el cuerpo de Hisashi y tomó su boca en un beso despiadado y calculador que desconcertó al escritor, que solamente pudo cerrar sus ojos y responder con una pasión contenida que aumentó ante la destreza calculadora de Kiminobu. Sus labios y su lengua sabían de que manera tenía que acariciarlo para hacerlo perder en un mar de placer, que solamente sentía él, pues al abrir sus ojos un instante nota con cierto dolor, que el doctor tenía razón. Ninguna emoción surcaba su rostro cuando lo besaba con experiencia, solo había control. Parecía más un robot que un ser humano. Un instante después Kiminobu rompe el beso y se aleja de Hisashi. Se dirige hacia la puerta y la abre.
- ¿Satisfecho?...sabes me gustaría seguir demostrándote que tan parecido soy a ti...pero tuve un día algo agotador...espero que sepas disculpar mi descuido al dejarte solo...pero mañana me espera otra jornada igual de agotadora...que tengas buenas noches, Mitsui.- dijo con helada cortesía y, haciendo una ligera reverencia se retiró del despacho, dejando a Hisashi perplejo y herido en lo más profundo, consciente de cuanto daño había hecho y preguntándose si podría luchar contra tanta ira y dolor.
Una risa infantil fue lo primero que escuchó al abrir la puerta cuando llegó a su casa. Kiminobu sonrió sin poderlo evitar. Sus invitados habían llegado. Y supo en ese instante que su vida ya no iba a ser igual. Otra persona lo estaba esperando. Otra persona que había roto su corazón. Otra persona que había sido tan importante para él cómo ahora lo eran las vidas de sus pacientes.
Entró y cerró la puerta a sus espaldas, dejando su maletín en la mesa del recibidor al mismo tiempo que un niñito vino corriendo hacia él. Su risa era contagiosa y parecía que venía huyendo de alguien. Al ver a Kiminobu se escondió detrás de sus largas piernas y se aferró a su pantalón, carcajeándose con fuerza. Una figura salió del salón riéndose y gateando por el piso de madera, pero se detuvo al llegar frente a él. Y vio en esa mirada azul que alguna vez había amado, el reflejo de una sorpresa inesperada.
Lentamente lo observó como se ponía de pie, mostrando su atlético cuerpo vestido con ropas normales. Pero la normalidad no se aplicaba a Hisashi Mitsui. Su vida había cambiado y eso estaba presente en cada rasgo de su rostro. Su mirada azulina tenia un brillo un poco distinto al de antes, quizás más madura...pero no perdía esa chispa que la iluminaba como sol de noche. Y su cuerpo...su figura había madurado y se había convertido en la de un hombre...anchos hombros, cintura estrecha y unas caderas angostas que ni siquiera el jean podía disimular. Durante unos segundos, que a ambos les parecieron eternos, dejaron que sus ojos bebieran lo que el tiempo había hecho con ellos, pues no era momento para palabras de cortesía o de bienvenida....no aún.
Por su parte, Hisashi seguía anonadado. Miles de emociones bullían dentro de él como en una caldera a punto de explotar. Aquel doctor que tanto había alabado su amiga, aquel ser que había llegado a conocer por medio de las palabras de la señora Tanaka, era la misma persona con la que había soñado tanto tiempo....Kiminobu Kogure....su pérdida...su resignación. Sus rasgos no habían cambiado, tal vez se habían masculinizado un poco más pero no habían perdido esa suavidad lozana que a él tanto le gustaba. Su cabello estaba distinto...sus anteojos eran distintos....como también su mirada serena, y fue en ese instante en que se dio cuenta de que su amigo ya no era el mismo de antes. Su reflejo marrón había perdido esa calidez que lo caracterizaba, convirtiéndolos en piedra y presintió que el color de sus mejillas, aquel sonrojo que en más de una ocasión lo delataba, era ya un recuerdo del pasado, y entonces tuvo miedo.....miedo de que aquella inocencia, de que aquel sentir puro haya sido destruido por su propia inseguridad....y haya terminado siendo alimento para buitres de la noche.
Sus pensamientos fueron cortados de cuajo por Ryan que, al ver que los adultos estaban inmersos en sus cosas y no le prestaban atención.
-Shashi....Shashi.....-le llamó protegido por las largas piernas de Kiminobu.
-Buenas Noches Mitsui....y buenas noches también para ti...Ryan-dijo Kimy mientras alzaba al niño, que estaba contento de que por fin le prestaran atención.
-Buenas Noches, Kogure...vaya sorpresa -replicó en tanto sonreía un poco- no esperaba que fueras tu nuestro anfitrión...ha pasado mucho tiempo, no crees?-
-Si...se podría decir que sí...-contestó mientras comenzó a caminar hacia la cocina para saludar a su ama de llaves, aún llevando a Ryan consigo, haciendo que Hisashi lo siga por toda la casa-...siete años es mucho tiempo....así que eres escritor.....Hola, señora Tanaka-la saludó con un sonoro beso en la mejilla para luego mirarla con un poco de reproche-no le dijo a nuestro invitado quien era yo...me pregunto porque.-
-Quizás se me ha pasado...te pido disculpas Hisashi o debo llamarte Alex?.- preguntó para distender un poco la situación, pues era notable la tensión entre los dos adultos, sólo visible para personas que los conocían a ambos como la señora Tanaka.
-Llámeme Hisashi....-respondió mientras extendía sus brazos para tomar a Ryan.-Ven Ryan, vamos a seguir jugando....- pero el niño tenia otros planes pues se sentía cómodo en los brazos de Kiminobu.
-No...quiero a Kimy...Kimy es mi amigo.-respondió negando con su cabecita, sacudiendo su lacio cabello, mientras Kiminobu trataba de contener una sonrisa que comenzaba a escaparse de sus labios, pero logró controlarse a tiempo.
-Vamos Ryan, Kimy llegó de trabajar....está cansado....-dijo Hisashi dándose cuenta segundos después del control que Kiminobu tenía sobre sus emociones, algo que realmente lo asombró ya que su amigo no era así.-vamos Ryan...
Ryan miró por un momento a Kiminobu y luego se deslizó a los brazos de Hisashi, en tanto este se disculpaba por la actitud del niño, a lo que el doctor solamente asintió y dijo que no había ningún problema. Sin duda alguna, Kiminobu no era igual que antes.
~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~º~
La cena constituyó un momento tenso, no por los berrinches de Ryan o porque tiraba la comida para todos lados. Fue más que todo por el silencio entre los dos adultos. Era demasiado tenso. Solamente palabras de cortesía y palabras de reto para Ryan se escuchaban en el comedor. Cuando todos terminaron de cenar, Kiminobu se retiró a su estudio excusándose y alegando que tenía mucho trabajo pendiente, dejando a sus invitados solos. La señora Tanaka entró para llevarse la vajilla en tanto Hisashi llevaba al niño a acostarse a sus dormitorios. Gracias a que el día había sido agotador para el niño, este cayó dormido a los pocos minutos y fue entonces cuando Hisashi le encargó a la señora Tanaka que le vigilara al niño mientras él iba a hablar con su jefe.
Hisashi no podía controlar todas las emociones que sentía dentro de su pecho, emociones que lo atosigaban y que amenazaban con explotar. Su detonación emocional no era producto de cómo había tratado a Ryan o por cómo los había recibido al principio, se debía a cómo lo trataba a él, cómo si la amistad que ellos se habían tenido no hubiera existido nunca, cómo si el sentir amor o cariño fuera algo anormal. Aún sabiendo que le faltaba el respeto en su propia casa, Hisashi no estaba dispuesto a tolerar esa frialdad. Había vivido demasiado tiempo en un mundo en donde aquel sentimiento era demasiado fuerte como para no negarse a seguirlo, sabía por experiencia propia que uno podía perder su alma, su calidez interior y eso no tenía manera de recuperarse más tarde. Sabía también que lo que estaba por hacer era una locura pero haría que Kiminobu recuperara su verdadera manera de ser....porque?....porque lo amaba...porque luego de haberlo visto después de siete años, sabía que él era el único en su vida....que todo aquello que buscaba en otros era a Kiminobu....que lo que siempre había anhelado era su amor...y ahora tenía una oportunidad más.
Al llegar al estudio golpeó un poco y al escuchar su voz entró cerrando la puerta a sus espaldas. Lo observó durante un instante mientras Kiminobu escribía en su laptop. La luz del escritorio lanzaba reflejos dorados sobre su cabello castaño corto y sus manos, de dedos ágiles y largos, volaban sobre el teclado, y en ese momento Hisashi no pudo reprimir un estremecimiento al pensar en que sentiría si esas manos lo acariciaran con ternura y amor.
- Puedo servirte en algo?- preguntó Kiminobu sin apartar la vista de su laptop.
- Tal vez...- contestó Hisashi ladeando su cabeza, aún apoyado sobre la puerta. Se enderezó y se acercó al escritorio, escuchando el tipeo del doctor sobre el teclado.- Empieza por decirme cuando te convertiste en el trozo de hielo que eres ahora.- con cierta satisfacción observó cómo su respuesta poco convencional afectaba al doctor.
- Vaya...que descortesía de tu parte...acaso tu mundo de escritores no te enseñó a no insultar a quien te da de comer?- retrucó sin dejar de tipear, sabía que Hisashi lo estaba provocando....no le daría el lujo de hacerle saber que aún podía ejercer cierto poder en él.
- Ups....eso es nuevo en ti....sarcasmo...te enseñaron eso en la facultad de medicina o tomaste doble ración de sarcasmol?-dijo apoyándose sobre un pie y luego sobre el otro.
- Lo aprendí de un amigo...quién alguna vez me dijo que me serviría...- respondió alzando su mirada, carente de calidez, protegida por sus anteojos.-...pero nunca imaginé que tanto me sería útil.-
- Dime...te ayudó acaso a convertirte en lo que eres hoy?-preguntó aún sabiendo la respuesta de antemano.- o fue el endiosamiento que viviste durante tu vida universitaria?-
Supo que lo había empujado muy lejos, demasiado tal vez....y sabía que ahora escucharía cosas que le podrían herir muy profundo, pero no le importaba ya...así se le fuera la vida, rompería ese muro de hielo que había construido a su alrededor. Con movimientos casi calculados, Kiminobu cerró su laptop y se levantó de su silla para acercarse con un andar casi felino a su huésped, hasta estar tan sólo a un paso de distancia. Hisashi se enderezó e inmediatamente se notó la diferencia de altura, sin embargo, en aquel momento, parecía que Kiminobu era más alto que el escritor.
-Realmente quieres escuchar lo que me pasó?....o es que quieres regodearte en tu propia habilidad de controlar destinos ajenos?...te diré...me enseñaste una lección muy importante, Hisashi...una lección que quitó de mí toda emoción y sentir...que quemó todo sentimiento alguno...y que convirtió...y cito palabras textuales de tu libro Pasión Imposible..."..él y sólo él..era ahora eso.. una cortina impenetrable de frialdad absoluta"...- con languidez se apoyó en el escritorio acorralándolo con su cuerpo y acercó su rostro hacia el de él, su aliento tibio lo acariciaba haciendo que la sangre le hirviera a mil.-...te convertiste en Dios...haciéndome a tu imagen y semejanza....me convertiste en la personificación perfecta de ti, puro hielo, angustia y dolor...me convertí en ti.-
- Nadie puede ser igual que yo...- susurró perdido ante la mirada fría del doctor.- ni siquiera tu.....tarde o temprano comenzarás a sentir otra vez...-
- ¿Estas seguro?- preguntó mientras se acercaba peligrosamente hacia sus labios.- Te demostraré que tanto has destruido dentro mío.- y en un movimiento rápido apresó el cuerpo de Hisashi y tomó su boca en un beso despiadado y calculador que desconcertó al escritor, que solamente pudo cerrar sus ojos y responder con una pasión contenida que aumentó ante la destreza calculadora de Kiminobu. Sus labios y su lengua sabían de que manera tenía que acariciarlo para hacerlo perder en un mar de placer, que solamente sentía él, pues al abrir sus ojos un instante nota con cierto dolor, que el doctor tenía razón. Ninguna emoción surcaba su rostro cuando lo besaba con experiencia, solo había control. Parecía más un robot que un ser humano. Un instante después Kiminobu rompe el beso y se aleja de Hisashi. Se dirige hacia la puerta y la abre.
- ¿Satisfecho?...sabes me gustaría seguir demostrándote que tan parecido soy a ti...pero tuve un día algo agotador...espero que sepas disculpar mi descuido al dejarte solo...pero mañana me espera otra jornada igual de agotadora...que tengas buenas noches, Mitsui.- dijo con helada cortesía y, haciendo una ligera reverencia se retiró del despacho, dejando a Hisashi perplejo y herido en lo más profundo, consciente de cuanto daño había hecho y preguntándose si podría luchar contra tanta ira y dolor.
