Misteriosas Palabras
Era un día de invierno. Las húmedas gotas de lluvia comenzaron a caer por la mañana y no habían cesado en todo el día. En la sala común de la casa del león, el ambiente era muy cálido y nadie tenía intenciones de abandonar tan acogedor lugar. En un rincón, una chica se encontraba sumida en un gran trabajo. Muchos pergaminos se encontraban extendidos por toda la mesa, junto con un número significativo de libros de los más variados tipos y tamaños. Pasadas unas horas, todos comenzaron a irse a sus respectivos dormitorios, quedando sólo algunos alumnos de séptimo año y la chica. Ella lucía un poco cansada, sus ojeras demostraban largas jornadas de estudio, pese a eso seguía trabajando. Un estudiante se le acercó y algo le dijo, pero la chica lo miró ceñuda y prosiguió su tarea.
- ¡Por dios! Ella terminará muy mal – le dijo él a su amigo.
- Déjala, no la molestes.
Pasadas unas horas la chica miró su reloj de pulsera mágico en el que se leía "Hora de ir a la cama", meditó unos segundos y cerró de una forma muy brusca su gran libro de Runas. Pero algo llamó la atención de la muchacha. Al cerrarse el libro, un pedazo de pergamino se escapó de entre las hojas "Se me ha roto mi trabajo" pensó ella y comenzó a revisar donde estaba el pedazo de menos en su largo pergamino. De inmediato notó que este estaba intacto. Tomó el pedacito de pergamino y lo miró detenidamente, y de forma instantánea, comenzaron a aparecer unas palabras muy borrosas que decían algo como "Eres muy linda". La chica se sonrojó un poco y comenzó a mirar para todos lados. Sólo quedaba una persona en el allí, una chica de séptimo, que estaba media dormida sobre un libro. «¿Quién lo habrá escrito?» Pensó ella, miró nuevamente el pergamino y las palabras ya no estaban. Después de observar un rato el lugar donde habían estado escritas aquellas palabras, se guardó el trocito en el bolsillo de su túnica, tomó todos los libros y pergaminos como pudo y se fue a los dormitorios de las chicas.
- Tal vez sea algo hechizado con magia oscura - se dijo para sí misma - le preguntaré a la profesora Mcgonagall mañana.
En el dormitorio todas las chicas estaban profundamente dormidas. Ella se acostó silenciosamente y comenzó a pensar en qué hechizo pudieron haber usado, y lo más importante... quién... «bueno, ya es hora de descansar, Hermione» se dijo y acto seguido se durmió profundamente.
°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo° Al otro día °oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°
El día amaneció muy triste. Ya no llovía, pero el frío era intenso, tanto que los alumnos no se atrevieron a salir del castillo. De a poco los chicos comenzaron a bajar al gran salón para tomar un confortante desayuno y de vez en cuando se oía voces de algunos estudiantes gritando debido a que Peeves, el poltergeist, lanzaba a diestra y siniestra agua muy helada a los pobres chicos.
- Buenas - saludó un chico de cara redonda a Hermione.
- Buenas - contestó ella.
- ¡Hermione, por dios!, ¡Luces fatal! - gritó una chica.
- No es para tanto, Parvati. Lo que pasa es que me amanecí ayer terminando una tarea de Runas.
- Pues deberías descansar algo - dijo un pelirrojo.
- Ya dejen de molestarme. ¡Yo sabré hasta donde pueda estudiar y decidiré cuando descansar! - gritó muy fuerte.
Todos la quedaron mirando. "Está muy mal" dijo Parvati, con una mirada muy reprobadora. Hermione tomó tres tostadas, llenó dos con mermelada y una con mantequilla, tomó su tazón de leche, todo con la mano izquierda y con la otra agarró su mochila rota con un millar de libros asomándose por el agujero y salió del gran salón. Sus ojos iban un tanto humedecidos, "no les hagas caso, Hermione" se decía, "ellos no te comprenden" y de pronto siente que choca con alguien. Las tostadas salen volando, el tazón se rompe en mil pedazos y la leche se desparrama en el suelo, su mochila se rompe aún más y algunos libros caen estrepitosamente en el suelo. La muchacha por poco cae.
- ¿Estás bien? - preguntó una voz ronca.
- No se preocupe, no me ha pasado nada - dijo con los ojos muy cerrados y llorosos.
- Creo que te ha dolido mucho, pues estás llorando...
- no, si no es nada - dijo ella y salió corriendo.
Sus pasos pronto la condujeron fuera del castillo. Sintió mucho frío y sus dientes tiritaban sin cesar. Caminó unos pasos más y llegó a las orillas del lago. Pensó un rato acerca del comentario hecho por su apariencia y miró su reflejo en las frías aguas del lago. "En realidad no me veo tan mal... es decir, nunca he sido muy linda... y las ojeras son pequeñas" pensó ella. Sus manos comenzaron a congelarse y las metió en los bolsillos de su túnica, dándose cuenta que el pedazo de pergamino aún seguía allí. «Se me ha olvidado hablar con la profesora Mcgonagall» dijo ella. Sacó el pergamino y lo volvió a examinar y sucedió lo mismo que el día anterior... unas palabras borrosas aparecieron, pero esta vez eran más confusas y lo único legible era "no te preocupes". A leer esto la chica salió corriendo hacia el castillo y momentos después se hallaba hablando con la profesora Mcgonagall.
- Esto es - dijo la muchacha y le extendió el pedazo de pergamino, después de explicarle todo lo sucedido.
- Mmm... no creo que sea... en realidad no sé lo que es, Señorita Granger. Le aconsejo que vaya con el profesor Lupin para que lo examine mejor, ya que esta no es mi área, sino la suya.
- Está bien, profesora Mcgonagall, iré de inmediato - y dicho esto la chica salió corriendo.
Cuando se acercaba al despacho del profesor Lupin, recordó que en el momento del choque, sus libros se habían caído de su mochila y los había olvidado, por lo que decidió devolverse hacia el lugar donde supuestamente estaban.
- Que extraño... ya no están, de seguro se los llevaron con Filch. Más tarde iré a buscarlos.
La chica se dirigió nuevamente hacia el despacho de Lupin, con el trozo de pergamino en la mano y recordando que si no se daba prisa llegaría tarde a la primera clase del día.
- Profesor Lupin - llamó Hermione - ¿Está usted ahí?
- De inmediato voy - se oyó una voz dentro del despacho y momentos después se abre la puerta y aparece Lupin, con un aspecto muy cansado - Buenos días, Hermione. Adelante.
- Buenos días, profesor - dijo Hermione y una vez adentro comenzó a explicarle todo acerca del pergamino.
- ¿Puedes pasármelo?
- Tome, este es.
- Bien... no parece nada peligroso... por lo que tu me has contado, creo que es un hechizo que permite a través de un papel manifestar los pensamientos de quien lo hechiza, es magia intermedia y nada peligrosa. Hermione, creo que tienes un admirador secreto, no tienes de qué preocuparte.
- ¡Vaya! ¡Qué extraño!... bueno, ahora me tengo que ir, gracias profesor
- De nada - dijo él con una linda sonrisa (N/A H_____H) - ¡ah! Por cierto...... ¿te encuentras bien? - preguntó Lupin, pero no recibió respuesta alguna, ya que la chica se había marchado.
Ya era muy tarde para su clase, que por cierto era de pociones. Hermione, después de pensarlo un tiempo, decidió ir al baño de Myrtle la llorona y usar su giratiempo, para llegar a la hora a clases.
- ¡Por... fin... he llegado! - dijo entre jadeos la chica y entró justo a tiempo.
La clase de pociones siguió como siempre. Snape reprendiendo por cualquier motivo a los Gryffindors y favoreciendo notoriamente a los de su casa. Hermione, como de costumbre, realizó su poción de forma perfecta, pero Snape le descontó 10 puntos a su casa por terminar muy pronto.
Luego de la odiosa clase, Hermione se dirigió a las afueras de las mazmorras, para descansar un poco y ordenar sus pensamientos. Sin querer, había estado toda la clase pensando en las palabras dichas por su profesor de defensa contra las artes oscuras. ¿Quién sería su admirador secreto? era ilógico pensar en eso, puesto que nadie se fijaba en ella... o al menos eso ella creía. En todos sus años en Hogwarts (tres años) los únicos chicos que se le habían acercado eran sus amigos Harry y Ron, además de los hermanos del último. Los demás sólo la veían como una sabelotodo que sólo servía en casos de emergencia. Después de pensar en eso un rato miró por una ventana cerca de ella y vio que el día estaba muy gris, como si fuera a romper la lluvia en cualquier instante. Volvió a sacar de su bolsillo el pergamino y vio que había nuevas palabras escritas, pero ahora más claras que las otras veces.
"Gryffindor - L - M"
- ¿Qué diablos...? - comenzó a decir y de pronto se le ocurrió una idea
Hermione tomó su mochila y sacó su pluma y tinta. Luego tomó el pergamino y escribió «¿Quién eres? ». Las letras pronto se borraron y no hubo respuesta alguna.
- Creo que no sirvió.. en fin, mejor me voy de aquí.
Pero instantes después que guardara sus útiles aparecieron unas letras en el trocito. "Son pistas" se leía borrosamente y acto seguido desaparecieron.
- ¡Pistas! es obvio - dijo un poco enfadada
Hermione se paró en seco, tomó su pesada mochila y salió corriendo a toda prisa. Había olvidado su clase de Herbología y nuevamente tuvo que usar su giratiempo.
Una vez en clases, comenzó a observar a todos los Gryffindors. «Creo que debe ser de mi casa.. no, ¡estoy segura! » Pensó «pero las iniciales L y M podrían ser de... tendré que investigar muy bien! »
Después de la clase de Herbología, la muchacha se dirigió al gran salón para almorzar. En el camino, se encontró con Lupin, quien la llamaba efusivamente y entre sus brazos llevaba un par de libros que Hermione reconoció rápidamente.
Era un día de invierno. Las húmedas gotas de lluvia comenzaron a caer por la mañana y no habían cesado en todo el día. En la sala común de la casa del león, el ambiente era muy cálido y nadie tenía intenciones de abandonar tan acogedor lugar. En un rincón, una chica se encontraba sumida en un gran trabajo. Muchos pergaminos se encontraban extendidos por toda la mesa, junto con un número significativo de libros de los más variados tipos y tamaños. Pasadas unas horas, todos comenzaron a irse a sus respectivos dormitorios, quedando sólo algunos alumnos de séptimo año y la chica. Ella lucía un poco cansada, sus ojeras demostraban largas jornadas de estudio, pese a eso seguía trabajando. Un estudiante se le acercó y algo le dijo, pero la chica lo miró ceñuda y prosiguió su tarea.
- ¡Por dios! Ella terminará muy mal – le dijo él a su amigo.
- Déjala, no la molestes.
Pasadas unas horas la chica miró su reloj de pulsera mágico en el que se leía "Hora de ir a la cama", meditó unos segundos y cerró de una forma muy brusca su gran libro de Runas. Pero algo llamó la atención de la muchacha. Al cerrarse el libro, un pedazo de pergamino se escapó de entre las hojas "Se me ha roto mi trabajo" pensó ella y comenzó a revisar donde estaba el pedazo de menos en su largo pergamino. De inmediato notó que este estaba intacto. Tomó el pedacito de pergamino y lo miró detenidamente, y de forma instantánea, comenzaron a aparecer unas palabras muy borrosas que decían algo como "Eres muy linda". La chica se sonrojó un poco y comenzó a mirar para todos lados. Sólo quedaba una persona en el allí, una chica de séptimo, que estaba media dormida sobre un libro. «¿Quién lo habrá escrito?» Pensó ella, miró nuevamente el pergamino y las palabras ya no estaban. Después de observar un rato el lugar donde habían estado escritas aquellas palabras, se guardó el trocito en el bolsillo de su túnica, tomó todos los libros y pergaminos como pudo y se fue a los dormitorios de las chicas.
- Tal vez sea algo hechizado con magia oscura - se dijo para sí misma - le preguntaré a la profesora Mcgonagall mañana.
En el dormitorio todas las chicas estaban profundamente dormidas. Ella se acostó silenciosamente y comenzó a pensar en qué hechizo pudieron haber usado, y lo más importante... quién... «bueno, ya es hora de descansar, Hermione» se dijo y acto seguido se durmió profundamente.
°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo° Al otro día °oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°°oOoOo°
El día amaneció muy triste. Ya no llovía, pero el frío era intenso, tanto que los alumnos no se atrevieron a salir del castillo. De a poco los chicos comenzaron a bajar al gran salón para tomar un confortante desayuno y de vez en cuando se oía voces de algunos estudiantes gritando debido a que Peeves, el poltergeist, lanzaba a diestra y siniestra agua muy helada a los pobres chicos.
- Buenas - saludó un chico de cara redonda a Hermione.
- Buenas - contestó ella.
- ¡Hermione, por dios!, ¡Luces fatal! - gritó una chica.
- No es para tanto, Parvati. Lo que pasa es que me amanecí ayer terminando una tarea de Runas.
- Pues deberías descansar algo - dijo un pelirrojo.
- Ya dejen de molestarme. ¡Yo sabré hasta donde pueda estudiar y decidiré cuando descansar! - gritó muy fuerte.
Todos la quedaron mirando. "Está muy mal" dijo Parvati, con una mirada muy reprobadora. Hermione tomó tres tostadas, llenó dos con mermelada y una con mantequilla, tomó su tazón de leche, todo con la mano izquierda y con la otra agarró su mochila rota con un millar de libros asomándose por el agujero y salió del gran salón. Sus ojos iban un tanto humedecidos, "no les hagas caso, Hermione" se decía, "ellos no te comprenden" y de pronto siente que choca con alguien. Las tostadas salen volando, el tazón se rompe en mil pedazos y la leche se desparrama en el suelo, su mochila se rompe aún más y algunos libros caen estrepitosamente en el suelo. La muchacha por poco cae.
- ¿Estás bien? - preguntó una voz ronca.
- No se preocupe, no me ha pasado nada - dijo con los ojos muy cerrados y llorosos.
- Creo que te ha dolido mucho, pues estás llorando...
- no, si no es nada - dijo ella y salió corriendo.
Sus pasos pronto la condujeron fuera del castillo. Sintió mucho frío y sus dientes tiritaban sin cesar. Caminó unos pasos más y llegó a las orillas del lago. Pensó un rato acerca del comentario hecho por su apariencia y miró su reflejo en las frías aguas del lago. "En realidad no me veo tan mal... es decir, nunca he sido muy linda... y las ojeras son pequeñas" pensó ella. Sus manos comenzaron a congelarse y las metió en los bolsillos de su túnica, dándose cuenta que el pedazo de pergamino aún seguía allí. «Se me ha olvidado hablar con la profesora Mcgonagall» dijo ella. Sacó el pergamino y lo volvió a examinar y sucedió lo mismo que el día anterior... unas palabras borrosas aparecieron, pero esta vez eran más confusas y lo único legible era "no te preocupes". A leer esto la chica salió corriendo hacia el castillo y momentos después se hallaba hablando con la profesora Mcgonagall.
- Esto es - dijo la muchacha y le extendió el pedazo de pergamino, después de explicarle todo lo sucedido.
- Mmm... no creo que sea... en realidad no sé lo que es, Señorita Granger. Le aconsejo que vaya con el profesor Lupin para que lo examine mejor, ya que esta no es mi área, sino la suya.
- Está bien, profesora Mcgonagall, iré de inmediato - y dicho esto la chica salió corriendo.
Cuando se acercaba al despacho del profesor Lupin, recordó que en el momento del choque, sus libros se habían caído de su mochila y los había olvidado, por lo que decidió devolverse hacia el lugar donde supuestamente estaban.
- Que extraño... ya no están, de seguro se los llevaron con Filch. Más tarde iré a buscarlos.
La chica se dirigió nuevamente hacia el despacho de Lupin, con el trozo de pergamino en la mano y recordando que si no se daba prisa llegaría tarde a la primera clase del día.
- Profesor Lupin - llamó Hermione - ¿Está usted ahí?
- De inmediato voy - se oyó una voz dentro del despacho y momentos después se abre la puerta y aparece Lupin, con un aspecto muy cansado - Buenos días, Hermione. Adelante.
- Buenos días, profesor - dijo Hermione y una vez adentro comenzó a explicarle todo acerca del pergamino.
- ¿Puedes pasármelo?
- Tome, este es.
- Bien... no parece nada peligroso... por lo que tu me has contado, creo que es un hechizo que permite a través de un papel manifestar los pensamientos de quien lo hechiza, es magia intermedia y nada peligrosa. Hermione, creo que tienes un admirador secreto, no tienes de qué preocuparte.
- ¡Vaya! ¡Qué extraño!... bueno, ahora me tengo que ir, gracias profesor
- De nada - dijo él con una linda sonrisa (N/A H_____H) - ¡ah! Por cierto...... ¿te encuentras bien? - preguntó Lupin, pero no recibió respuesta alguna, ya que la chica se había marchado.
Ya era muy tarde para su clase, que por cierto era de pociones. Hermione, después de pensarlo un tiempo, decidió ir al baño de Myrtle la llorona y usar su giratiempo, para llegar a la hora a clases.
- ¡Por... fin... he llegado! - dijo entre jadeos la chica y entró justo a tiempo.
La clase de pociones siguió como siempre. Snape reprendiendo por cualquier motivo a los Gryffindors y favoreciendo notoriamente a los de su casa. Hermione, como de costumbre, realizó su poción de forma perfecta, pero Snape le descontó 10 puntos a su casa por terminar muy pronto.
Luego de la odiosa clase, Hermione se dirigió a las afueras de las mazmorras, para descansar un poco y ordenar sus pensamientos. Sin querer, había estado toda la clase pensando en las palabras dichas por su profesor de defensa contra las artes oscuras. ¿Quién sería su admirador secreto? era ilógico pensar en eso, puesto que nadie se fijaba en ella... o al menos eso ella creía. En todos sus años en Hogwarts (tres años) los únicos chicos que se le habían acercado eran sus amigos Harry y Ron, además de los hermanos del último. Los demás sólo la veían como una sabelotodo que sólo servía en casos de emergencia. Después de pensar en eso un rato miró por una ventana cerca de ella y vio que el día estaba muy gris, como si fuera a romper la lluvia en cualquier instante. Volvió a sacar de su bolsillo el pergamino y vio que había nuevas palabras escritas, pero ahora más claras que las otras veces.
"Gryffindor - L - M"
- ¿Qué diablos...? - comenzó a decir y de pronto se le ocurrió una idea
Hermione tomó su mochila y sacó su pluma y tinta. Luego tomó el pergamino y escribió «¿Quién eres? ». Las letras pronto se borraron y no hubo respuesta alguna.
- Creo que no sirvió.. en fin, mejor me voy de aquí.
Pero instantes después que guardara sus útiles aparecieron unas letras en el trocito. "Son pistas" se leía borrosamente y acto seguido desaparecieron.
- ¡Pistas! es obvio - dijo un poco enfadada
Hermione se paró en seco, tomó su pesada mochila y salió corriendo a toda prisa. Había olvidado su clase de Herbología y nuevamente tuvo que usar su giratiempo.
Una vez en clases, comenzó a observar a todos los Gryffindors. «Creo que debe ser de mi casa.. no, ¡estoy segura! » Pensó «pero las iniciales L y M podrían ser de... tendré que investigar muy bien! »
Después de la clase de Herbología, la muchacha se dirigió al gran salón para almorzar. En el camino, se encontró con Lupin, quien la llamaba efusivamente y entre sus brazos llevaba un par de libros que Hermione reconoció rápidamente.
