"Loneliness"

Capítulo 6. "El gato subió al tejado.."

Por: Kyûketsuki Akari.

Un joven caminaba por una de las calles principales que debido a la hora estaba repleta de gente encaminándose de regreso a su hogar. Al parecer todos estaban muy ocupados apresurándose para llegar a su destino porque hasta el momento ninguna admiradora o fan había aparecido para perturbar al pequeño cantante, tal vez esto se debía al clima, resultaba bastante molesto caminar con el viento frío golpeándole la cara, la baja temperatura del ambiente le calaba hasta los huesos a pesar de traer puesto encima una gruesa gabardina negra que Kyo le había obligado a ponerse, las nubes grises impedían la llegada de los últimos rayos del sol y algunas gotas de agua caían poco a poco como si fueran el anunció para indicar que la tormenta de la cual habían estado hablando en el canal de clima ya estaba más que próxima.

Estaba empezando a pensar que el haber convencido a Kusanagi de que lo dejará ir no había sido muy buena idea, lo había hecho en un arranque de valentía de la cual, en ese momento, solo quedaba la suficiente como para dirigirse al departamento de Yuki mientras sus piernas temblaban. Si así estaba con el tan solo hecho de aproximarse al sitio donde estaba el rubio, ¿Cómo se pondría al momento de tener que hablar con él?

Porque tenía que hacerlo. Se lo había prometido a Kyo-kun, esa había sido la condición para que lo dejará ir, eso y que después de dicha conversación lo buscara para saber como había resultado todo.

Kyo Kusanagi, un chico del cual no sabía mucho realmente, pero que en un par de días se había convertido en un gran amigo, quizás porque ambos tenían cierto parecido y desde un principio había existido un gran lazo entre ellos a pesar de tener prácticamente nada de conocerse.

No era una amistad igual a la que existía con Hiro, Kyo era algo parecido a un hermano mayor.

Buscaba la manera de protegerlo pero le daba espacio para que actuara como el creía pertinente dándole oportunidad de aprender con sus errores y haciendo una promesa implícita de que él lo ayudaría fuera cual fuera el resultado de sus actos.

En cambio Hiro, era algo así como un amigo sobre protector que siempre buscaba la manera de que el estuviera bien y conservara su sonrisa, no es que se quejara, en absoluto, le estaba inmensamente agradecido a su mejor amigo porque siempre había estado ahí para él, siempre se había sentido protegido gracias a él y era muy feliz por el enorme cariño que le profesaba Hiroshi, cariño que por supuesto era correspondido, sin embargo, en la vida del joven guitarrista ya existía alguien más que aunque este se negara a aceptarlo Shuuichi era muy conciente de que esa persona ahora era la más importante para su amigo y ahora el pasaba a segundo plano.

Y no es que fuera envidioso, ni que no le simpatizara Ayaka, el estaba muy contento al ver a su amigo enamorado y que ese sentimiento le fuera correspondido era de las mejores cosas que habían sucedido a lo largo de su vida, solo que no podía evitar sentirse algo celoso.

Celoso de que para que la única persona para la cual era algo de suma importancia desde hace algunos meses ya no era así, simple y sencillamente las cosas cambiaron, aunque haya sido el mismo él único que lo notó.

¡Y claro que lo comprendía!, al contrario de lo que pensaban muchas personas de él, Shindou era una persona con una forma bastante madura de ver las cosas, después de todo su vida no había sido del color de su cabello pero eso era algo que nadie trató de averiguar, tal vez no les interesaba o tal vez se creían todo el cuento de el chico genki de diez y ocho años que le gustaba llamar la atención haciendo tontería y media.

Solo se limitaban a ver su sonrisa y los sentimientos que el mostraba de forma conciente con el fin de no parecer extraño.

Nadie, nunca, descartando a Hiro claro esta, se preguntó ¿Qué hay detrás de la sonrisa de Shindou Shuuichi?

Y eso era doloroso, que nadie se interesara en él lo suficiente como para tratar de mirarlo con mayor profundidad.

De pronto comenzó a sentir ese vacío en el estómago y esos deseos de soltarse llorando como un niño pequeño desprotegido lo embargó de nuevo pero no tuvo mucho tiempo para continuar con su deprimente meditación ya que se había dado cuenta que ya se encontraba frente al departamento del escritor.

Bueno, lo que tuviera que suceder que sucediera, él trataría de hablar solo por la promesa que le había hecho a Kusanagi, la verdad no tenía muchos deseos de conversar.

Así como primero se le empezó a ir el apetito, después el deseo de tratar a cuanta persona se le cruzara en frente y su gusto por dormir era casi nulo pero lo necesitaba para evitarse el dolor de estar despierto, ahora su capacidad de hablar durante más de quince minutos sin respirar, a pesar de no tener muchos argumentos y en ocasiones decir cosas carentes de sentido, también se estaba esfumando.

Tocó levemente en espera de que Yuki escuchara, ¿Por qué no reconocerlo? tenía miedo, miedo de lo que pudiera pasar.

Tocó nuevamente.

Tocó una tercera vez esperando a que el escritor se dignara a abrirle.

Nada.

El chico de caballera rosada recordó vagamente que él normalmente vivía en aquel sitio y que por lo consiguiente el tenía un juego de llaves para poder entrar sin molestar a su koibito, al cual le molestaba de sobre manera el hecho de que lo interrumpieran en un ataque de inspiración y por lo general era Shuuichi quien solía hacerlo, no a propósito pero no por eso dejaba de ser igual de grave para Yuki.

Revolvió su inseparable mochila en busca del objeto hasta que distinguió algo brillante y plateado al fondo de la misma, lo tomó, se acomodó de nuevo la mochila e introdujo la llave para abrirse paso al departamento donde todo se encontraba a oscuras, cerró la puerta y se recargó en ella tratando de acostumbrarse a la oscuridad que lo rodeaba.

Una puerta se abrió al fondo dejando escapar unos rayos de luz provenientes de aquella habitación que Shindou conocía como el estudio del escritor, quien parecía estar parado en la entrada de dicho estudio con unas hojas en las manos.

Ojos dorados observaron fijamente la menuda figura del pequeño cantante.

- Yuki... - Murmuró Shuuichi como intentando no ser escuchado pero su voz era el único sonido que existía en aquella habitación.

- Vaya, ¿Decidiste volver a tu hotel gratuito? - Dijo el rubio con su siempre característico tono sarcástico quitándose sus anteojos para poder ver mejor al pelirrosa.

- ¿Nani?.. - Ojos violetas miraron la figura lejana de Yuki Eiri de manera confusa.

- ¿Dónde te habías metido? -

- Yo.. - Por un momento Shuu-chan sintió en Eiri algo de preocupación lo que hizo que su corazón se acelerara un poco, se había emocionado, y era una sensación que no sentía desde hace mucho tiempo.

- Si no vas a estar aquí cuando se debe mejor deja las llaves, este es un departamento donde se supone que habita gente que vive aquí, no personas que acostumbran dormir en otros lugares - Yuki definitivamente no estaba bromeando.

Ante estas palabras el cantante de cabellos rosas se quedó pasmado, tenía argumentos para justificar su falta de presencia la noche anterior, también tenía muchas cosas que debía expresar, sentimientos que traía dentro de él y que lo estaban carcomiendo poco a poco.

Pero ninguna palabra acudió a su boca, sabía como se sentía pero no tenía idea de como expresar todo aquello que había callado durante tanto tiempo.

- ¿No tienes nada que decir?, ¿sabes?, soy una persona ocupada y tengo cosas que hacer - Eiri comenzó a presionarlo para que hablara, la verdad es que sentía algo extraño en el ambiente, algo que le indicaba que las cosas no estaban bien, normalmente Shuuichi ya hubiera saltado de un lado a otro hablando atropelladamente dando alguna explicación que probablemente él no entendería mucho pero en lugar de eso había recibido solo silencio por parte del vocalista.

Y eso era motivo suficiente como para mantenerse alerta para cualquier cosa que fuera a pasar porque algo estaba sucediendo, algo que el no entendía o de lo cual no tenía conocimiento alguno.

Shuuichi pudo sentir de nuevo aquel sentimiento de vacío y las ganas de llorar le volvieron, sus ojos se nublaron, sintió un gran dolor estomacal que terminó con su estómago hecho un caos total, salió corriendo en dirección al baño dejando caer su mochila, la cual no había cerrado al momento de sacar las llaves del departamento, y algunas cosas que traía dentro de ella salieron volando por el impacto con el piso, el pequeño cantante no le dio la menor importancia a esto estaba muy ocupado en llegar al baño e inmediatamente después encerrarse en él.

Yuki lo único que pudo escuchar desde afuera de la habitación donde Shindou se encontraba era al cantante toser una y otra vez, notando el esfuerzo que este estaba haciendo por expeler, estaba estático, todavía no alcanzaba a entender por completo aquella reacción.

Fuera lo que fuera, pensó el escritor, no podía dejar las cosas así, esta bien que fuera un hombre cínico y algo cruel, pero si Shuuichi estaba enfermo y no se lo había dicho entonces era momento de obligarlo.

Dio unos cuantos pasos dispuesto a tomar asiento en uno de los sillones de la pequeña sala pero antes se detuvo a recoger la mochila del pelirrosa, al momento de meter lo que se había salido de su lugar vio entre la oscuridad dos frascos, los tomó en sus manos y por segunda vez en su vida sintió un enorme escalofrío recorrerle la espalda.

Uno de aquellos frascos, el más pequeño, le resultaba tremendamente familiar.

Lo recordaba a la perfección, primero fueron esos frasquitos y después le siguieron los antidepresivos los cuales fueron aumentando en dosis, hasta la llegada de Shuuichi.

Debía admitirlo, Shuuichi había ayudado de gran manera a mejorarse de aquellos arranques depresivos de los cuales era preso de manera constante, aunque a cambio de eso el cantante lo volviera prácticamente loco con su hiperactividad, el prefería eso.

Digamos que lo veía como una locura más sana.

Y como un golpe recordó las palabras de aquel pelirrojo que le había provocado el primer escalofrío...

"¿Sabes?, me gustan mucho los gatos y por lo mismo no me gusta ver como mueren lenta y dolorosamente cuando existe una posible salvación para ellos... en especial cuando se trata de algún chibi neko"

Aquellas palabras le habían recordado de manera inmediata a Shuuichi y en aquel momento no había comprendido la razón.

Tal vez algo dentro de él le estaba indicando que el neko estaba sobre el tejado para que evitara que saltara de él y se hiciera daño.

El escritor de mirada dorada pudo sentir como el corazón se le encogió con el tan solo hecho de pensar que su pelirrosa pasara por el mismo estado catastrófico por el cual había pasado ya hace tiempo él mismo.

Dejó la mochila a un lado y se acercó a la habitación donde se encontraba Shindou, los ruidos ya habían cesado.

- ¿Shuuichi? -

Silencio.

- Baka responde, deja de jugar - Esta vez lo dijo más fuerte y se acercó lo más que pudo a la puerta, trató de abrirla pero estaba con seguro.

- ¡Shuuichi ábreme! - Estaba empezando a perder la paciencia, toda aquella actitud no era normal y el escritor estaba por salirse de sus casillas.

Y dentro de su ira y desesperación pudo escuchar algo a través de la gruesa puerta, era un sollozo.

Suficiente.

Yuki Se fue contra la puerta, uno, dos, a la tercera vez el seguro de aquella barrera cedió.

Se internó de manera rápida a aquella habitación y buscó desesperadamente al cantante, el baño no era muy grande así que no fue necesario explorar mucho, lo encontró sentado en una esquina abrazado a sus piernas, su rostro recargó en las mismas y su mirada violeta mirando a la nada.

El escritor se apresuró a acercarse pero si eso lo había asustado lo que vio después lo aterrorizó.

Sangre.

Sangre que había manchado la ropa que traía encima el pelirrosa.

Sangre que salía de las pequeñas muñecas de Shuuichi.

- ¡Shuuichi! - Gritó Eiri, tomó entre sus brazo al vocalista y envolvió sus muñecas en una toalla que ni si quiera se había dado cuenta que tenía en sus manos.

El gato ya había saltado del tejado.

El chibi neko ya se había lastimado.

Ahora la cuestión no era evitar que se lastimara.

Ahora se trataba de mantener al neko vivo, de ver de nuevo los ojos del neko brillar.

Un gran relámpago cruzó por el oscuro cielo y enormes gotas comenzaron a golpear las ventanas de aquel departamento.

Notas de la autora:

... ¿Qué he hecho? Oo...