"Loneliness"
Capítulo 8. "Frustración"
Por: Kyûketsuki Akari.
- ¡Shuuichi! - Las palabras salieron de sus labios sin aviso previo así como el hecho de haber sostenido al pelirrosa entre sus brazos y envuelto las muñecas de éste en una toalla que se encontraba colgando de una barra cerca de la bañera.
Todo lo había hecho de forma inconsciente.
Fue tanto el susto que se llevó que no tuvo tiempo de reaccionar de manera racional como acostumbraba hacerlo, el terror lo inundo, terror que sólo había recordado sentirlo una vez y que no consideraba algo realmente agradable de revivir.
Quién iba decirlo, ¿Yuki Eiri asustado?
Aquellos que pretendían conocerlo no lo creerían, el serio escritor que sólo parecía encenderse por la flama del enfado o para jugar y provocar a los demás, cuya única pasión era el escribir y que las relaciones afectuosas de cualquier tipo nunca se le daban, porque el siempre veía todo desde un punto frío.
Pero todo tiene una razón de ser.
Y Eiri no era la excepción. Los que realmente lo conocían lo sabían, eran pocas estas personas "cercanas" las cuales lo eran hasta el punto donde el escritor se los permitía.
No era extraño que Yuki tuviera miedo, el miedo era parte de su vida, se había instalado en él desde que era un adolescente y su forma de ser era su único escudo para evitar ser lastimado de nuevo. Congelar sus sentimientos fue la forma en que él encontró para aminorar el dolor que cargaba su alma desde muy temprana edad.
No hay forma de culparlo, cada quien busca sus propias soluciones.
Pero esto le provocó confusiones y a pesar de ser tan realista y racional nunca cayó en cuenta de un pequeño detalle. En su afán de aliviar sus penas creyó que los sentimientos habían desaparecido de su corazón, dejó de tomar los asuntos sentimentales con seriedad, creyendo que todos jugaban él también quiso integrarse al juego.
Pero todos somos humanos, los sentimientos son algo que forma parte de todos y nadie puede desaparecer sus sentimientos por más que se esfuerce.
Sólo los puede encerrar, ocultar.
Lo cuál a la larga resulta contraproducente. Era lo que le pasaba a Eiri, se estaba amargando por su situación, existió un punto donde se dio cuenta de esto y sin embargo se resigno.
¡Aah! pero la vida no es así de fácil y por lo general da vueltas inesperadas.
Alguien llegó, alguien que quiso demostrar que sus racionales pensamientos no eran del todo correctos poniendo su "perfecto y frío" mundo de cabeza, provocándole más de un dolor de cabeza, quiso apartarlo, no podía creer en nadie, en su naturaleza no se encontraba el confiar en los demás, porque todos buscan beneficios de todo y porque el cariño incondicional no existía según él.
Pero...
Eiri Yuki parecía no ser bueno para juzgar a las personas.
Y sin quererlo, o más bien pensando no quererlo, esa persona se había metido en su vida, había conocido su más profundo secreto, de manera insistente permanecía a su lado, sin importarle nada, sólo lo buscaba a él.
Y era una sensación tan extraña para Yuki que no acababa de acostumbrarse ni a creerlo por completo.
Y es que Shindou Shuuichi era el ser más raro que había conocido en toda su no tan larga existencia.
Podía escuchar, entre su aturdimiento, como las ventanas eran golpeadas de manera insistente por las gruesas gotas de lluvia que caían de forma constante, mientras colocaba lentamente a Shuuichi sobre el sillón pudo distinguir otro sonido, no quiso hacerle caso.
Pero el sonido no cesaba. Tardó unos cuantos segundos más en darse cuenta de que se trataba del timbre.
Y de nueva cuenta se movió de manera inconsciente y abrió la puerta cruzando sus dorados ojos con una mirada verde mientras el dueño de esos ojos verdes lo saludaba.
Thoma Seguchi lucía tan sonriente como siempre hasta que vio el estado del joven escritor, su rostro se tornó preocupado y trató de exclamar alguna frase que probablemente sería una pregunta acerca de su estado de salud.
Pero Yuki ya no escuchó nada más.
Estaba muy ocupado tosiendo al sentir ahogarse con su propia sangre que comenzaba a acumularse en su garganta, su vista se nubló cayendo de rodillas sostenido por un preocupado Tohma.
- Shuuichi.. ayúdalo.. - Fue lo último que pronunció antes de caer en la inconsciencia total.
*~*~*~*~*~*
Después de todo si había logrado actuar con racionalidad pensó sarcásticamente mientras se acomodaba en una de las sillas que se encontraban frente la habitación del cantante.
Necesitaba un cigarro, Dios... ¡Una cajetilla completa! pero para que lo dejaran en paz y no lo tuvieran encerrado en aquella habitación por su decaída le habían hecho prometer que no lo haría por lo menos en las próximas dos semanas.
Aún se preguntaba como iba a soportar todo eso.
Se comenzaba a sentir frustrado, primero Shuuichi desaparece, cuando aparece parece estar enfermo, cuando decide hablar con él Shuuichi intenta suicidarse y luego le quitan a su mejor amiga: la nicotina.
¡¿Pero que le pasaba al mundo?!
No, no, no entendía, su cerebro no alcanzaba a asimilar porque tanta crueldad contra él.
Estuvo a punto de soltar una sonora carcajada al notar su pequeño y cómico monólogo mental, de cierta manera parecía ser que la personalidad de Shindou le estaba influenciando.
La puerta de la habitación se abrió y se cerró de manera violenta, tanto que hizo que Eiri se sobresaltara sorprendido. Y antes de que pudiera analizar que fue lo sucedido ya tenía a una persona sobre él regañándolo por quien sabe que tantas cosas, la verdad era que lo que menos necesitaba en ese momento era reprimendas.
Así que decidió hacer lo que siempre hacia cuando algo le fastidiaba.
Ignorarlo.
Se puso de pie dispuesto a entrar a la habitación para ver como se encontraba el pelirrosa, tal vez, el ver que por lo menos aún respiraba haría que ese intento de dolor de cabeza desapareciera para hacerlo sentir un poco más aliviado.
- ¡¿Eiri me estás escuchando?! -
- Ni si quiera había caído en cuenta que eras tú - Respondió con sinceridad.
- ¡¿Entonces no me escuchaste?! - Gruño la castaña.
- No -
- Entonces si te hubieras dado cuenta de quien se trataba ¿Hubieras puesto atención? - Preguntó Mika esperanzada a que el comportamiento de su hermano fuera producto de los medicamentos que le fueron diagnosticados desde el ingreso al hospital.
- No, de hecho hubieras sido doblemente ignorada -
Mika estuvo a punto de replicar pero se dio cuenta de que el rubio comenzaba a caminar con el firme objetivo de dejarla hablando sola y al parecer de entrar en la habitación del cantante, fue cuando recordó que Shuuichi no estaba solo.
- Thoma esta con él, tendrás que esperar.. -
Yuki se detuvo antes de tocar la perilla de la puerta, sintiendo que el sentimiento de frustración incrementaba de tamaño se dejó caer pesadamente de nuevo en la silla que estaba anteriormente sentado. Su hermana lo imitó sentándose a su lado derecho.
- ¿Qué fue lo que sucedió? - Preguntó la mujer quedamente, no esperaba que Eiri contestara, después de todo él no era una persona que gustara de las conversaciones, sólo lo dijo porque sintió la necesidad de sacarlo, aun cuando sólo el aire fuera el único que la escuchara. Pero sucedió lo impensable por parte de Mika.
- No lo sé - Escucho la voz ronca y giró su sorprendida mirada oscura hacia el rostro de su hermano pequeño, lucía pálido, más pálido que de costumbre, extrañamente tranquilo, su cabellera rubia se encontraba despeinada, la ropa que portaba estaba arrugada y la camisa estaba a medio desfajar.
Era un completo desastre.
Quiso comentar algo sobre su aspecto, quiso sugerirle que se fuera a descansar, pedirle que regresara a su departamento para que se diera un baño y se cambiara de ropa, que fuera a comer algo para que trajera algo en el estómago. Realmente deseo decir tantas cosas pero no lo hizo.
También quiso culpar de todo aquello a su marido, porque desde que llegó al hospital tras la llamada de éste ella había entrado prácticamente totalmente histérica, quería reprender tanto a aquel muchacho que vivía con su hermano por haber cometido aquella estupidez, como a su propio hermano por haber permitido que algo así sucediera.
Por que muy a su pesar tenía que reconocer que ahí el único que podía lastimar a alguien era Eiri, conocía a la perfección el carácter de su hermano pero tenía que actuar como la hermana que era, tenía que estar totalmente del lado de Eiri sin importar lo sucedido.
Fue cuando Tohma habló.
Fue Tohma el que le dijo que al no saber lo sucedido no podían juzgar a nadie, que todo aquello ya se encontraba completamente fuera de las manos de terceros, que aquello era cosa de dos. Porque les gustara o no les gustara Shuuichi y Eiri ya eran una pareja. Habían superado muchas cosas juntos, de hecho, extrañamente su esposo, sacó a relucir que el que ponía mayor empeño en aquella relación era el pequeño cantante.
Se había puesto de parte de Shuuichi...
Por más increíble que pareciera lo había hecho.
Eso es lo que ella había pensado.
Más tarde, después de internados y estabilizados tanto Shindou como su hermano y ella más tranquila se dio cuenta de que realmente no era eso lo que había sucedido. En aquel momento estaba demasiado aturdida como para pensar con claridad pero después de un tiempo entendió todo.
Entendió a Thoma y a sus palabras.
Thoma apreciaba mucho a Eiri y siempre buscó el beneficio del escritor, en un principio, al igual que ella, quería mantenerlo dentro de una jaula para evitar que fuera lastimado pero después cayó en cuenta de que esa no era la manera correcta en la que Yuki tenía que vivir, el rubio ya era un adulto capaz de decidir que hacer con su vida y al parecer era muy bueno para tomar sus propias decisiones.
Lo único que le hacía falta a Eiri era encontrar a una buena persona, capaz de aguantar su manera de ser, que lo quisiera de verdad, que sintiera por el joven escritor un amor incondicional siendo capaz de demostrarle que en el mundo aun existían personas que valían la pena.
Bueno, eso se veía algo complicado, no porque no existieran esas personas sino porque son difíciles de encontrar. Sin embargo, pese a esto, el escritor tuvo suerte, mucha suerte.
Encontró a esa persona, esta bien, ella hubiera preferido que fuera una relación más normal, de preferencia que esa persona hubiera sido una chica pero no todo es perfecto, aun estaba en proceso de acostumbrarse, tendría que llevarse mejor con su cuñado pensó.
Mika sonrió para sí.
Tanto Thoma como ella habían aceptado esa relación, que en un principio pensaron sin futuro, de manera oficial. Y al final de cuentas quisieran o no la apoyarían.
La puerta del cuarto de hospital volvió a abrirse dando paso al joven presidente de NG.
- Eiri-san ¿Cómo te encuentras? - Preguntó inmediatamente en cuanto lo divisó.
- ¿Cómo debería de estar? - Contestó mientras plantaba sus dorados ojos sobre la figura de Thoma.
- Vaya, despertaste de muy mal humor - Seguchi le sonrió - y creo que te pondrás un poco más cuando te diga que no puedes pasar a esta habitación -
- ¿Qué? -
- Shindou-san debe descasar, perdió mucha sangre, espero que comprendas que es por su bien, ya tendrán tiempo de hablar con mayor tranquilidad -
La frustración aumentaba un nivel más.
- Ah! por cierto, ya averigüe de quien es este número telefónico, Shindou-san mencionó a dos personas: Iori-san y Kyo-san -
- ¿Iori-san, Kyo-san? - Repitió el rubio menor sin entender.
- Bueno... parece ser que son amigos de Shindou-san, en este momento voy a hablarles para que vengan a visitarlo por petición del propio Shindou-san -
Genial. ¡No! si no le llovía encima era porque estaba dentro de un edificio y era imposible que una nube entrara por la ventana para cubrirlo. Se sintió aun más frustrado al no ser conocedor de las amistades del joven cantante, amistades que parecían ser cercanas de lo contrario Shuuichi no hubiera pedido sus presencias.
Frunció el ceño molesto, algo estaba mal pero muy mal.
- ¿Cuando puedo verlo? -
- En una hora más Eiri-san ¿De acuerdo? -
- De acuerdo - Y sin más dirigió sus dorados ojos a observar las blancas paredes del centro médico mientras Thoma tomaba su celular y empezaba a marcar el número telefónico y Mika sólo se dedicaba a mirarlos de manera furtiva a ambos.
*~*~*~*~*~*
Cinco y cuarto de la madrugada, aun era temprano, algunas personas apenas se estaban preparando para empezar ese nuevo día, otras tantas se encontraban aún en los brazos de Morfeo y unas pocas se encontraba haciendo sus ejercicios matutinos con sus pantalones y camisas de tela suave y cálida y un par de tenis que les facilitaba el movimiento.
- ¡Kyo Kusanagi espera un segundo! -
Un chico de cabellos castaños vestido con un pantalón de mezclilla azul y una delgada camisa blanca de manga corta pasó como un rayo por entre la escasa gente que se encontraba ejercitando tumbando a algunos en el proceso.
- ¡Gomen nasai! - Hizo una rápida reverencia disculpándose y volviendo a salir corriendo.
- ¡Kyo! - Dijo un pelirrojo vestido totalmente de negro alcanzándolo, disminuyendo la velocidad y corriendo a un par de pasos tras él.
- ¡¿Qué más te dijeron?! -
- Baka neko, el tipo ese... Seguchi creo... dijo que Shindou-kun había tenido algunos problemas... -
- ¡Eso ya lo sé! Si no fuera así no tendría motivos para estar internado en un hospital - Lo interrumpió completamente exasperado.
- Y que estaba fuera de peligro y que quería vernos - Iori normalmente al ser interrumpido y hasta cierto punto ignorado no habría reaccionado de una manera muy satisfactoria, de hecho quien le hiciera eso al pelirrojo se acordaría toda su vida de él y si es que vivía, pero esta vez no se molestó, entendía que Kyo estaba muy preocupado... además era Kyo y eso era suficiente motivo para controlar un poco su carácter, por lo menos hasta que todo se tranquilizara.
Ya se las cobraría más tarde de otra manera.
Kyo aumentó la velocidad mientras balbuceaba cosas que Iori no alcanzó a entender, por su parte Yagami dejó de correr y comenzó a caminar, se sentía tonto corriendo por la calle sin razón aparente, después de todo Shuuichi ya estaba fuera de peligro.
*~*~*~*~*~*
Las cinco veinte y cinco, la hora ya había pasado.
El rubio se levanto de la silla para entrar a la habitación, Mika sólo lo observó sin decir nada.
- Eiri-san - Tohma que acaba de llegar con un par de vasos con un líquido que parecía ser café se había parado a un lado de su esposa.
- Ya paso la hora - Sentenció el escritor.
- Lo sé, sólo quería avisarte que hace rato hablé a la casa de los amigos de Shindou-san, deben de estar por llegar -
Yuki no dijo nada, se limitó a caminar hacia la puerta y girar la perilla, abrió la puerta y se quedó viendo desde ese sitio, analizando el lugar a donde se encontraba a punto de entrar.
Y ahí lo vio.
Con su piel lo más blanca que jamás la había visto al punto de poderse confundir con las sábanas blancas de la cama, su cabellera rosa, comúnmente alborotada, caía pesadamente haciendo que algunos mechones rosados cubrieran ligeramente su rostro.
Y él se dio cuenta que lo vio.
Ojos dorados chocaron contra unos violeta profundo.
Y Eiri hizo algo que parecía comenzar a convertirse en una costumbre en él: se estremeció.
Pero hubo algo más, algo que lo hizo sentirse incómodo, algo que lo obligó a sentirse mal, el brillo en los ojos de Shuu no estaba.
El color de la mirada de Shuuichi era de un violeta opaco.
Un color que jamás imaginó ver alguna vez en su vida en la mirada llena de vitalidad y alegría del pequeño cantante.
- Yuki... - Pronunció débilmente el pelirrosa, incluso su voz no se escuchaba como siempre.
Y fue cuando realmente se dio cuenta de que algo estaba muy pero MUY mal.
- ¡Joven espere no corra por los pasillos! -
Eiri sintió un ráfaga de aire pasar a su lado izquierdo.
- ¡Shuuichi-kun!, si me dejan quedarme aquí ya no armare más alboroto - Dijo rápidamente al tiempo que se aferraba de Shuuichi.
- Oh por el amor de Dios... esta bien pero al primer ruido te saco del hospital - Una enfermera le amenazó, estaba ya bastante molesta y no era para menos, Kyo entró gritando y corriendo al hospital, algo que no era ni correcto ni bien visto por nadie.
- Pero yo... - Quiso replicar Yuki, fue cuando la enfadada enfermera se dio cuenta de su presencia.
- ¡Oh! lo siento cariño, tendrás que esperar, no es nada personal sólo que tengo que tomar en cuenta que también hay otros pacientes que necesitan descansar y con ese chico haciendo escándalo no lo podrán hacer -
La enfermera se retiró dejando a unos extrañados Mika y Tohma ante la escena tan peculiar que acababan de presenciar y un Eiri total, completamente...
- ¿Frustrado? -
Sí, esa era la palabra.
El escritor se viró para ver a la persona que acababa de describir de forma tan precisa su situación encontrándose con alguien que había visto solamente una vez en su vida y que pese a eso lo recordaba muy bien.
- Pero que rayos - Expresó el rubio.
El pelirrojo sonrió, era como un kitsune, inteligente, astuto y capaz de jugar con las mentes de otras personas para diversión propia. Sana diversión claro, nunca dañaría a nadie divirtiéndose, bueno, casi nunca.
A Iori Yagami le encantaba estar a un paso delante de los demás, le fascinaba tener la razón.
"¿Con que muy frío no?", pensó acerca del de mirada dorada.
Estuvo a punto de soltar su conocida sonora carcajada al ver la cara repleta de frustración y sorpresa del rubio escritor.
Notas de Autora:
Y dejamos un poquito en paz a Shuuichi y su depresión enfocándonos en los demás, ne... quiero agradecer a Ayaka-chan por brindarme tantos ánimos para continuar, tus mails fueron un gran motivador, también a Woki-san que también dijo cosas muy bonitas respecto al fic y a todas las personas que han seguido la historia hasta ahora con la que me he encariñado mucho T__T, el día que la termine me voy a traumar xD.
Ne.. Para los que no recuerdan o no saben de donde son Iori y Kyo, ellos dos son los personajes principales de un video juego titulado "The King of Fighters" o "KOF" como es conocido de manera común, Kyo tiene el poder de manejar las llamas escarlatas por herencia de los Kusanagi así como Iori puede manejar las llamas púrpura como un Yagami que es él.
Como sabrán ninguno de los dos crecieron en un ambiente muy agradable, sin embargo, Kyo es un chico muy amable y con una gran capacidad de hacer amigos es por ello que siempre tiene compañeros y amistades en las cuales apoyarse y eso a querer y no aliviana bastante cualquier carga que una persona tenga, en cambio, Iori es una persona más solitaria y que en lo único que confia realmente es en sus propias habilidades.
Al final del capítulo cuatro Iori dice una frase:" Tsuki wo miru tabi omoi dase" está frase significa "Recuérdame cada vez que veas la luna" y es algo muy normal escucharlo de sus labios dentro del video juego.
