En el principio
Por Edeiël Snape-Black de Malfoy y Lupin
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Holaaaaaa!!!!!! Ede vuelve (por un par de horas a la semana...) y con mucha maarchaaaaaaaa!!!! (Argh... **náuseas** Me parezco a la Leticia Sabater...) Bueno, y también un poquito oscura... este capítulo es un poquito duro, he de reconocer que me he pasado cuatro pueblos (y un pantano de los de Franco). Aviso, no es un capítulo agradable (al menos esa es mi opinión...) y tampoco tiene demasiada relevancia en la historia, así que no me importa si os lo saltáis, casi mejor porque así no me llamáis nada raro...
Quizás me haya pasado un poquito, pero es algo que quería escribir para mostrar el sufrimiento del personaje principal.
Espero que a aquellas que leáis esto os guste. Un beso muy fuerte para todas. Os quiero.
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Capítulo 6: Confesión
Levanté la mirada y ahí estaba de nuevo. El insufrible. El inaguantable. El pagado de sí mismo. James Potter. ¿Es que no puedo hablar con Dumbledore sin que éste convoque a toda la Orden del Fénix? Pues en aquel momento parecía absolutamente esencial que estuvieran presentes Potter y sus amiguitos...
¿Cómo puede odiarse tanto a una persona? A fuerza de recibir insultos, hechizos de toda clase y humillaciones inimaginables. Y para colmo le debo la vida... Pero todo por culpa de Black. Él y sus estúpidas ideas. Él y sus endemoniadas ocurrencias.
Y qué decir de Lupin, siempre detrás de esos dos... Desaprovecha su inteligencia con ellos. Y su tiempo. Son un caso perdido. Y por su culpa, por esos dos malditos estúpidos, estuvo a punto de matarme. O lo que es peor, convertirme en un hombre lobo. Sí prefiero la muerte a pasar por lo que pasa Lupin cada mes. ¿Cobardía? Quizás. Pero suficientes problemas tengo. Y uno bastante peor que la licantropía.
Mi gran problema es Voldemort... No. El Señor Tenebroso. Sólo los estúpidos son capaces de decir Su nombre sin miedo. Potter y sus amigos, por poner un ejemplo. Algún día tendrán problemas. Y muy gordos.
Pero yo también tendré problemas. Dumbledore cree que mi lugar está en su Orden del Féniz, no al lado del Señor Tenebroso. Y me hace dudar. Ese maldito viejo senil (¿a quién se le ocurre permitir la entrada de un licántropo a un colegio? Sólo a ese viejo loco...) siempre sabe hacerte dudar de todo, incluso de si es de dia o no, aunque el sol brille en su cénit. Tiene un dominio de la retórica envidiable.
Apenas hacía tres meses que era mortífago y ya estaba dudando... Me auguro un buen futuro...
Y caí en las garras de la Orden. Traicioné al Señor Tenebroso y a los únicos amigos que había tenido en la vida. ¿Y por qué esa traición? Porque había visto demasiada muerte. Demasiado sufrimiento. Demasiado horror. Y el miedo no conseguirá nada bueno.
En sólo tres meses vi morir a hombres, mujeres y niños inocentes por puro placer. Maté y torturé más de lo que puedo recordar. Tengo las manos llenas de sangre inocente. Los gritos aún resuenan en mis oídos. La sola visión de la sangre me hace revivir las peores torturas que he infligido.
El cruciatus puede enloquecer a la gente.
Sobre todo a aquel que echa la maldición una y otra, y otra vez, a aquel que ve brotar la sangre por todos los poros del cuerpo de un crío de ocho años.
Cuando oyes cómo se rompen las cuerdas vocales de una mujer que grita desesperada para que perdones la vida del pequeño que lleva en sus entrañas.
Cuando escuchas el crujido de las mandíbulas que se parten porque tu víctima aprieta los dientes para no darte el placer de oírle gritar.
Cuando los propios padres de familia matan a sus hijos y esposas con sus propias manos, rompiéndoles el cuello en el caso de los muggles y con un Avada Kedavra en el de los magos, para que tú no puedas torturarlos...
Cuando has visto todo eso y cosas tan horribles que sólo oírlas te produciría pesadillas, no te reconoces a ti mismo cuando te miras en el espejo. Golpeas el reflejo que ves en el vidrio porque no eres tú. Eres un monstruo. Un monstruo tal que ni la mitología muggle ha conseguido retratar.
Y buscas el modo de redimirte, de pagar por tus pecados (toda tu existencia desde el momento en que te imponen la Marca Tenebrosa es un pecado). Buscas refugio en el seno de Dios pero te expulsa de su misericordioso proyecto, incluso si buscas a Satanás, éste huye de ti porque eres más monstruoso que él...
Pero aunque el infierno te cierre sus puertas y el cielo te niegue su perdón, siempre puedes recurrir a Dumbledore, loco o no, por muchos crímenes que hayas cometido, por muy salvajes e inhumanos que éstos hayan sido, él siempre te acogerá bajo sus alas protectoras y reconfortará tu alma.
Y volví a él como la oveja extraviada vuelve a su pastor.
Me aceptó e hizo que yo mismo me aceptara. Volví a mirarme al espejo y a reconocerme tras la figura del asesino. Acepté todos mis defectos y errores.
Trabajo para ambos bandos de esta guerra. A la vez que cometo mis crímenes para que el Lord Oscuro se haga con el poder, ayudo a su némesis, Dumbledore, para evitar la llegada de ese horrible momento.
Y el Señor Tenebroso lo sabe. Los malos no son tontos, ¿sabéis? Y mucho menos Él. Aunque no demuestre conocer mis actividades, SABE que me muevo en el centro del río sin detenerme en ninguna orilla demasiado tiempo. Está esperando el momento para acabar conmigo, con la Orden del Fénix y con el mundo mágico que conocemos.
Y esto es algo que ni Potter, ni Black, ni Evans ni ninguno de los que los rodean llegarán a experimentar. Jamás sabrán lo que se siente al detener los latidos de un corazón con tus propias manos. Al mantener con vida a una persona sin sus pulmones y tan sólo una mínima parte de su corazón para que te diga lo que deseas oír o, simplemente, porque quieres escuchar sus súplicas. Es posible hacerlo. Yo lo he hecho.
Por eso Potter no tiene derecho a mirarme como me miraba el día que fui a pedirle ayuda a Dumbledore, por encima del hombro como si estar siempre en el bando adecuado lo hiciera más humano que aquellos que hemos vivido de la muerte ajena, que hemos arrebatado tantas vidas como días tiene un año y que hemos sabido reconocer nuestro errores y poner los crímenes cometidos en el lugar adecuado, ahí donde puedas tenerlos en cuenta cada vez que te miras al espejo y por los que suplicar perdón, no a Dios ni a Dumbledore, ni siquiera a las víctimas de tus atrocidades, sino el tuyo propio, ese que sabes que es más difícil de conseguir. Que sabes que jamás conseguirás por muchos méritos que hagas.
- Soy un mortífago - dije, mirando a Potter y Black alternativamente - Me equivoqué al elegir y me arrepiento de ello. Quiero compensaros.
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Acabo de ver el telediario de Antena3 (el de la noche) y han estado hablando de la muerte de Ricardo Ortega, uno de los mejores corresponsales españoles de guerra que ha habido en los últimos tiempos. No tengo el ánimo suficiente para frivolizar sobre ningún tema, sólo para decir unas cosas bastante serias...
Quisiera, ya que el tema está ligeramente relacionado o por lo menos hace una pequeña mención, dedicarlo a toda aquella gente que sufre en guerras, que muere por la causa de unos pocos, y en especial de los más inocentes, aquellos que no tienen nada que ver en esas historias políticas, niños, mujeres, trabajadores que tan sólo quieren ganarse la vida.
Va por esos periodistas que han perdido la vida en conflictos bélicos, José Couso, Julio Anguita, Ricardo Ortega, y tantos otros, éste último hace pocas horas que ha fallecido (estamos a día 9 de marzo del 2004) por informarnos de lo que sucedía en Haití.
No más guerras. No más sufrimientos. Por favor, encontremos el modo de convivir, que la vida es muy corta y se acorta mucho más cuando perdemos el tiempo enfrentándonos unos con otros.
Que ningún niño tenga que morir para que pensemos en ellos. Que no haya periodistas jugándose la vida en contiendas inútiles. Aprovechemos la vida de la mejor manera que podamos. No nos matemos entre nosotros.
Puede sonar a topicazo, pero en las guerras no hay vencedores ni vencidos, sólo sufrimiento, dolor, pérdida. Soportémonos un poquito más, no busquemos la vía rápida (la guerra) para acabar con los problemas. No hagamos como el señor Bush, que para llevar la paz a un país ha tenido que destruirlo y llevarlo al caos más absoluto y dudo que algún día llegue la paz.
No a la guerra. Sí a la vida.
Edeiël Snape-Black de Malfoy y Lupin
lunes, 09 de marzo de 2004
Por Edeiël Snape-Black de Malfoy y Lupin
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Holaaaaaa!!!!!! Ede vuelve (por un par de horas a la semana...) y con mucha maarchaaaaaaaa!!!! (Argh... **náuseas** Me parezco a la Leticia Sabater...) Bueno, y también un poquito oscura... este capítulo es un poquito duro, he de reconocer que me he pasado cuatro pueblos (y un pantano de los de Franco). Aviso, no es un capítulo agradable (al menos esa es mi opinión...) y tampoco tiene demasiada relevancia en la historia, así que no me importa si os lo saltáis, casi mejor porque así no me llamáis nada raro...
Quizás me haya pasado un poquito, pero es algo que quería escribir para mostrar el sufrimiento del personaje principal.
Espero que a aquellas que leáis esto os guste. Un beso muy fuerte para todas. Os quiero.
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Capítulo 6: Confesión
Levanté la mirada y ahí estaba de nuevo. El insufrible. El inaguantable. El pagado de sí mismo. James Potter. ¿Es que no puedo hablar con Dumbledore sin que éste convoque a toda la Orden del Fénix? Pues en aquel momento parecía absolutamente esencial que estuvieran presentes Potter y sus amiguitos...
¿Cómo puede odiarse tanto a una persona? A fuerza de recibir insultos, hechizos de toda clase y humillaciones inimaginables. Y para colmo le debo la vida... Pero todo por culpa de Black. Él y sus estúpidas ideas. Él y sus endemoniadas ocurrencias.
Y qué decir de Lupin, siempre detrás de esos dos... Desaprovecha su inteligencia con ellos. Y su tiempo. Son un caso perdido. Y por su culpa, por esos dos malditos estúpidos, estuvo a punto de matarme. O lo que es peor, convertirme en un hombre lobo. Sí prefiero la muerte a pasar por lo que pasa Lupin cada mes. ¿Cobardía? Quizás. Pero suficientes problemas tengo. Y uno bastante peor que la licantropía.
Mi gran problema es Voldemort... No. El Señor Tenebroso. Sólo los estúpidos son capaces de decir Su nombre sin miedo. Potter y sus amigos, por poner un ejemplo. Algún día tendrán problemas. Y muy gordos.
Pero yo también tendré problemas. Dumbledore cree que mi lugar está en su Orden del Féniz, no al lado del Señor Tenebroso. Y me hace dudar. Ese maldito viejo senil (¿a quién se le ocurre permitir la entrada de un licántropo a un colegio? Sólo a ese viejo loco...) siempre sabe hacerte dudar de todo, incluso de si es de dia o no, aunque el sol brille en su cénit. Tiene un dominio de la retórica envidiable.
Apenas hacía tres meses que era mortífago y ya estaba dudando... Me auguro un buen futuro...
Y caí en las garras de la Orden. Traicioné al Señor Tenebroso y a los únicos amigos que había tenido en la vida. ¿Y por qué esa traición? Porque había visto demasiada muerte. Demasiado sufrimiento. Demasiado horror. Y el miedo no conseguirá nada bueno.
En sólo tres meses vi morir a hombres, mujeres y niños inocentes por puro placer. Maté y torturé más de lo que puedo recordar. Tengo las manos llenas de sangre inocente. Los gritos aún resuenan en mis oídos. La sola visión de la sangre me hace revivir las peores torturas que he infligido.
El cruciatus puede enloquecer a la gente.
Sobre todo a aquel que echa la maldición una y otra, y otra vez, a aquel que ve brotar la sangre por todos los poros del cuerpo de un crío de ocho años.
Cuando oyes cómo se rompen las cuerdas vocales de una mujer que grita desesperada para que perdones la vida del pequeño que lleva en sus entrañas.
Cuando escuchas el crujido de las mandíbulas que se parten porque tu víctima aprieta los dientes para no darte el placer de oírle gritar.
Cuando los propios padres de familia matan a sus hijos y esposas con sus propias manos, rompiéndoles el cuello en el caso de los muggles y con un Avada Kedavra en el de los magos, para que tú no puedas torturarlos...
Cuando has visto todo eso y cosas tan horribles que sólo oírlas te produciría pesadillas, no te reconoces a ti mismo cuando te miras en el espejo. Golpeas el reflejo que ves en el vidrio porque no eres tú. Eres un monstruo. Un monstruo tal que ni la mitología muggle ha conseguido retratar.
Y buscas el modo de redimirte, de pagar por tus pecados (toda tu existencia desde el momento en que te imponen la Marca Tenebrosa es un pecado). Buscas refugio en el seno de Dios pero te expulsa de su misericordioso proyecto, incluso si buscas a Satanás, éste huye de ti porque eres más monstruoso que él...
Pero aunque el infierno te cierre sus puertas y el cielo te niegue su perdón, siempre puedes recurrir a Dumbledore, loco o no, por muchos crímenes que hayas cometido, por muy salvajes e inhumanos que éstos hayan sido, él siempre te acogerá bajo sus alas protectoras y reconfortará tu alma.
Y volví a él como la oveja extraviada vuelve a su pastor.
Me aceptó e hizo que yo mismo me aceptara. Volví a mirarme al espejo y a reconocerme tras la figura del asesino. Acepté todos mis defectos y errores.
Trabajo para ambos bandos de esta guerra. A la vez que cometo mis crímenes para que el Lord Oscuro se haga con el poder, ayudo a su némesis, Dumbledore, para evitar la llegada de ese horrible momento.
Y el Señor Tenebroso lo sabe. Los malos no son tontos, ¿sabéis? Y mucho menos Él. Aunque no demuestre conocer mis actividades, SABE que me muevo en el centro del río sin detenerme en ninguna orilla demasiado tiempo. Está esperando el momento para acabar conmigo, con la Orden del Fénix y con el mundo mágico que conocemos.
Y esto es algo que ni Potter, ni Black, ni Evans ni ninguno de los que los rodean llegarán a experimentar. Jamás sabrán lo que se siente al detener los latidos de un corazón con tus propias manos. Al mantener con vida a una persona sin sus pulmones y tan sólo una mínima parte de su corazón para que te diga lo que deseas oír o, simplemente, porque quieres escuchar sus súplicas. Es posible hacerlo. Yo lo he hecho.
Por eso Potter no tiene derecho a mirarme como me miraba el día que fui a pedirle ayuda a Dumbledore, por encima del hombro como si estar siempre en el bando adecuado lo hiciera más humano que aquellos que hemos vivido de la muerte ajena, que hemos arrebatado tantas vidas como días tiene un año y que hemos sabido reconocer nuestro errores y poner los crímenes cometidos en el lugar adecuado, ahí donde puedas tenerlos en cuenta cada vez que te miras al espejo y por los que suplicar perdón, no a Dios ni a Dumbledore, ni siquiera a las víctimas de tus atrocidades, sino el tuyo propio, ese que sabes que es más difícil de conseguir. Que sabes que jamás conseguirás por muchos méritos que hagas.
- Soy un mortífago - dije, mirando a Potter y Black alternativamente - Me equivoqué al elegir y me arrepiento de ello. Quiero compensaros.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Acabo de ver el telediario de Antena3 (el de la noche) y han estado hablando de la muerte de Ricardo Ortega, uno de los mejores corresponsales españoles de guerra que ha habido en los últimos tiempos. No tengo el ánimo suficiente para frivolizar sobre ningún tema, sólo para decir unas cosas bastante serias...
Quisiera, ya que el tema está ligeramente relacionado o por lo menos hace una pequeña mención, dedicarlo a toda aquella gente que sufre en guerras, que muere por la causa de unos pocos, y en especial de los más inocentes, aquellos que no tienen nada que ver en esas historias políticas, niños, mujeres, trabajadores que tan sólo quieren ganarse la vida.
Va por esos periodistas que han perdido la vida en conflictos bélicos, José Couso, Julio Anguita, Ricardo Ortega, y tantos otros, éste último hace pocas horas que ha fallecido (estamos a día 9 de marzo del 2004) por informarnos de lo que sucedía en Haití.
No más guerras. No más sufrimientos. Por favor, encontremos el modo de convivir, que la vida es muy corta y se acorta mucho más cuando perdemos el tiempo enfrentándonos unos con otros.
Que ningún niño tenga que morir para que pensemos en ellos. Que no haya periodistas jugándose la vida en contiendas inútiles. Aprovechemos la vida de la mejor manera que podamos. No nos matemos entre nosotros.
Puede sonar a topicazo, pero en las guerras no hay vencedores ni vencidos, sólo sufrimiento, dolor, pérdida. Soportémonos un poquito más, no busquemos la vía rápida (la guerra) para acabar con los problemas. No hagamos como el señor Bush, que para llevar la paz a un país ha tenido que destruirlo y llevarlo al caos más absoluto y dudo que algún día llegue la paz.
No a la guerra. Sí a la vida.
Edeiël Snape-Black de Malfoy y Lupin
lunes, 09 de marzo de 2004
