N/A: Holas por allá....
Me he retrasado un montón, ya sé Mione, no me linches... ¬¬ ... bueno, en
fin.... gracias por su paciente espera... y como dicen hierba mala nunca
muere, y esto tiene que ver mucho con la realidad, porque estuve bajo
supervisión de mis tíos durante unos días... la novedad?... pues mis tíos
son médicos...O.o ... y a ustedes qué.... les interesa mi salud??? ¡_¡
mmm... pues en ese caso... disfruten la historia.... Nos veremos!
Al día siguiente, ambos actuaban como si nada hubiera ocurrido. Harry charlaba con Ron y Hermione, quienes notaban con sorpresa y desconcierto el buen humor de su amigo. Ginny estaba en la biblioteca con sus amigos, entre ellos Kevin quien ahora se sentaba un par de metros lejos de ella.
-Prácticamente la copa ya es nuestra - decía Harry - tenemos una ventaja de ciento cincuenta puntos sobre Slytherin. Tendremos cinco sesiones de tres horas cada una, a partir de hoy. Cumpliendo con este esquema, aseguramos nuestra victoria.
-Por supuesto, viejo, ya tenemos ese juego en nuestras manos. Por cierto estás de muy buen humor hoy...
Harry no contestó, miró a sus dos amigos y vio en ambos la misma mirada de curiosidad.
-Y, cuando se lo preguntarás? - Hermione le preguntó en tono casual, como si estuviera sosteniendo una conversación ya iniciada
-Q-qué cosa... a quién... - le contestó éste sorprendido por la pregunta.
-A ella, bobo - le respondió Ron con desgano - digo... alguien debió hacerte ese milagro
Harry miró a Ron aún más sorprendido, ¿ya lo sabía? ¿Sabía quién era?, bajaba la mirada mientras pensaba... 'alguien'... entonces, aún no lo sabía. Soltó el aire que tenía con alivio. De alguna manera, el que Ron se enterara le daba algo de temor, en especial porque eran como hermanos, así lo consideraba. Pero Ginny, ella era algo especial totalmente diferente.
-No lo sé... no sé si ella... no la he visto en todo el día.
-Pues hazlo en cuanto antes, antes que puedas arrepentirte - le dijo Hermione mirándolo fijamente.
-Si, no te vayan a ganar el coche. A veces los chicos suelen ser un poco despistados.
-Tiene gracia que tú me lo digas, Ron - le dijo Harry con tono sarcástico, mientras daba una mirada furtiva a Hermione.
-Cómo debo tomar eso? - Ron estaba enrojecido
-Olvídalo, iré a buscar a Gi... a ella - se puso de pié y salió de la sala común antes de ser interrogado nuevamente.
Por su parte, Ron, muy interiormente, maldecía a Harry por haberle dado esa indirecta delante de Hermione. Ella veía divertida el rostro del pelirrojo, sabía exactamente lo que pasaba por su cabeza.
-Despistado, Ronnie? - le preguntó con voz fingida de niña
Él sólo la miró y sonrió, su rostro volvió a enrojecer mientras bajaba la mirada y cerraba los ojos.
-Demonios... Harry voy a matarte... - susurraba apretando los puños, sin atreverse a levantar su rostro.
Hermione suprimía una sonrisa, a medida que se acercaba a él. Cuando su boca se encontraba a escasos centímetros de su oído, le susurró.
-No te vayan a ganar el coche - dicho esto se puso de pié y se dirigió al dormitorio de las chicas.
Ron con el rostro más rojo que nunca, la veía subir las escaleras, la veía alejarse... iba a permitirlo? Ya todo estaba prácticamente dicho. Claro que no iba a permitirlo. Corrió detrás de ella, y la llamó depués de haber subido algunos escalones.
-Hermione... oops- dijo al sentir que sus pies ya no estaban estables.
Ron cayó, pues las escaleras adoptaron la forma de una rampa. Se había olvidado que ningún chico puede subir por ahí. Hermione también cayó, pero, por suerte, el cuerpo de Ron amortiguó el golpe.
-Lo siento... pero tú tienes la culpa! Sabes que ningún chico puede...
-Lo sé... lo sé... lo - Ron dejó de hablar, por un momento sus ojos se distrajeron con...
-Ron, ¿qué estás mirando? - le preguntó ella algo sonrojada, molesta y tapando lo que su falda, con la caída, dejaba al descubierto.
-Eh... pues... ni que tus piernas fueran bonitas - le contestó en defensa, pronto se dio cuenta que fue una estupidez.
Ella se puso de pié, y le dirigió una mirada asesina, luego dio un bufido e iba a subir las escaleras nuevamente. Pero la voz de Ron la detuvo.
-No, espera... tus piernas son bonitas - ella lo miró aún más molesta.
-Qué demonios te pasa? Si te digo que son feas te molestas, y si te digo lo contrario te molestas más. ¿Qué debo decir entonces?
-Nada, Ron. Mejor. No. Digas. Nada!... Cada vez que abres la boca es para decir tonterías!
-y si dijera que... me gustas y... que t-te quiero mucho...
Hermione se quedó helada, y lo miraba fijamente mientras él se ponía de pié y tomaba sus manos.
-No siempre digo tonterías... y realmente tienes buenas piernas - él sonrió y le dirigió una mirada algo pícara antes de besarla.
---
Harry caminaba casi sin rumbo. No sabía dónde ir, ¿dónde se había metido esa pelirroja? Cuando estaba cerca de la biblioteca, vio salir a un grupo de estudiantes, entre ellos vio una conocida melena de fuego. Se ocultó entre unas armaduras y esperó a que ellos pasen por ahí, para luego seguirlos.
Cuando se encontraban cerca al salón de Defensa contra Artes Oscuras, Harry ya no podía esperar más, así que hizo, con un movimiento de varita, que algunos libros de Ginny cayeran al piso.
-Oh, no se preocupen, en seguida los alcanzo! - ella se inclinó a recogerlos.
-Me permite ayudarla? - una voz detrás de ella se dejó escuchar
-Sé que fuiste TÚ Harry... ya estamos solos, para qué me querías...
-Cómo supiste que era yo?
-Me vienes siguiendo desde la biblioteca, no me preguntes cómo lo sé... porque la verdad no sabría cómo responderte... bueno, y qué se te ofrece?
-Te siento... distante... hoy...
Unas sombras estaban a punto de doblar la esquina, así que entraron al salón. Y cerraron la puerta con un hechizo.
-Te extrañé...- le susurró Harry, pegando su frente a la de ella.
-En serio? - ella sonrió - yo también... algo...
-¿Sólo... 'algo'? – ella asintió seriamente – pues haré que me extrañes mucho – dicho esto empezó a hacerle cosquillas.
-Basta! .... basta! – le decía entre risas – Ya detente! Ahora! – pero él no la dejaba en paz – está bien! está bien!... te extrañé mucho – Harry se detuvo
-Bueno, de algún modo tenías que decirlo... no puedes vivir sin mí
-Ja! Ni creas...
Ambos sonrieron antes de entregarse a sus labios, Harry se separó de ella, cogió su mano y la llevó hacia el centro del salón.
-Ginny, quería preguntarte algo... si... puedo... preguntar...
-Lo que quieras... dime...
-Emm... - las palabras no le salían - yo... no sé cómo... pero... yo...
Unos ruidos se escuchaban del viejo armario de la esquina, ambos prepararon sus varitas y se acercaban cautelosamente. La puerta se abrió y no había nada adentro. Ellos se miraron extrañados.
Pero de repente, al pestañear, se encontraron frente a Sirius. Ambos se quedaron sin articulación al verlo. Imposible, él estaba muerto.
-Harry, es... es un boggart, no te dejes engañar...
-Un boggart? Yo no le temo a Sirius! ¿Por qué iba a ser un boggart-Sirius?
Pero en esos momentos, Sirius, o el boggart-Sirius, empezó a avanzar hacia él.
-¿Por qué no me ayudaste? ¿Porqué me dejaste caer? ¿Hubiera sido diferente si me hubieras ayudado? Pero no hiciste nada. NADA
No le temía a Sirius, pero el recuerdo de su muerte aún persistía en él, y ahora lo enfrentaba. Las rodillas le empezaron a flaquear, su peso parecía exceder cualquier fuerza de equilibrio.
-Ridi... Ridik... - Era la primera vez que no podía contra un boggart, o mejor dicho, no quería.
Era exactamente igual a Sirius, y lo estaba viendo frente a él, avanzando lentamente, no quería que esa imagen se esfumara. Pronto, su padrino empezó a caer de espaldas. Caía lentamente y su cuerpo desaparecía en una cortina negra, colgante de un arco.
-Nooo.... - Harry extendió un brazo para tratar de ayudarlo.
Ya no pudo resistirlo más, cayó de rodillas pesadamente. Ginny, que estaba detrás de él, avanzó unos cuantos pasos.
-Harry! Te estás dejando llevar por el boggart! - ella estaba con el rostro sorprendido, pero su voz era firme - Ridíkulus!
Pum! EL boggart se transformó en un Harry que avanzaba hacia ella.
-Imbécil, realmente crees que podrías gustarme? ¿Realmente creíste que yo, Harry Potter, llegaría algún día a quererte?
-Ridíkulus! - el Harry de mirada fría se vaporizó.
Ella se aproximó al chico de cabello azabache que yacía en el suelo, caído de rodillas. Ahora ella tenía una mirada triste.
-Fue así como... murió?... ¿Cayó en ese velo negro? - él asintió lentamente.
-No pude... no pude ayudarle...
-Harry, no debería afectarte tanto, sólo fue un boggart - le dijo ella tratando de reconfortarlo
-Lo sé, maldición! Sé que fue un Boggart! - Harry había alzado su tono de voz sin querer - Pero tiene razón! No hice nada, sólo lo vi caer... Y NO HICE NADA!
Sus gritos dejaron de escucharse cuando el sonido de una bofetada interrumpió. Harry estaba con el rostro hacia la derecha, con la mejilla rosada.
-Sinceramente, no sé cómo Hermione y Ron te soportan! Pero te digo que YO no estoy dispuesta a tolerar tus gritos!... Ya deja de culparte, deja de cargar todo tú solo!... No puedes, no podrás... - su voz empezaba a flaquear - nunca tú solo... déjame ayudarte... déjame compartir tus alegrías y tristezas, tus triunfos y derrotas... sólo déjame estar a tu lado, déjame ser parte de ti, tanto como tú de mí...
Harry veía sus ojos castaños, los veía brillantes, como si estuvieran a punto de dejar libre una lágrima. Las palabras anteriores habían sido muy profundas y sinceras.
Lo que pasó a continuación, no pudo evitarlo, nunca antes lo había hecho delante de cualquiera de sus amigos... pero Ginny no solamente era su amiga. Ocultó su rostro en el regazo de la pelirroja mientras unas lágrimas peleaban dolorosamente por salir. Quien lo diría, Harry Potter llorando. Él no lo hubiera creído nunca, de no ser por las suaves manos que acariciaban su cabello.
-Siento mucho haberte dado esa bofetada... pero no se me ocurrió otra manera de hacerte reaccionar... - ella hablaba en tono suave.
-No te preocupes... por el contrario, me lo merecía...
-No, Harry, claro que no lo merecías...
-Gracias por estar conmigo... Ginny, de verdad te quiero, no importa lo que haya dicho ese boggart tuyo. Yo te quiero...
-Yo también, Harry... yo también...
Harry permaneció en su regazo hasta que sin darse cuenta, sus ojos se cerraron. Ginny sonreía, mientras sometía con sus dedos aquellos cabellos rebeldes. Aunque por el exterior se le veía fuerte, y realmente lo era; en su interior, muy interior, yacía un niño muy vulnerable. Ella estaba gustosa de tenerlo cerca, e iba a cuidar de él.
Al día siguiente, ambos actuaban como si nada hubiera ocurrido. Harry charlaba con Ron y Hermione, quienes notaban con sorpresa y desconcierto el buen humor de su amigo. Ginny estaba en la biblioteca con sus amigos, entre ellos Kevin quien ahora se sentaba un par de metros lejos de ella.
-Prácticamente la copa ya es nuestra - decía Harry - tenemos una ventaja de ciento cincuenta puntos sobre Slytherin. Tendremos cinco sesiones de tres horas cada una, a partir de hoy. Cumpliendo con este esquema, aseguramos nuestra victoria.
-Por supuesto, viejo, ya tenemos ese juego en nuestras manos. Por cierto estás de muy buen humor hoy...
Harry no contestó, miró a sus dos amigos y vio en ambos la misma mirada de curiosidad.
-Y, cuando se lo preguntarás? - Hermione le preguntó en tono casual, como si estuviera sosteniendo una conversación ya iniciada
-Q-qué cosa... a quién... - le contestó éste sorprendido por la pregunta.
-A ella, bobo - le respondió Ron con desgano - digo... alguien debió hacerte ese milagro
Harry miró a Ron aún más sorprendido, ¿ya lo sabía? ¿Sabía quién era?, bajaba la mirada mientras pensaba... 'alguien'... entonces, aún no lo sabía. Soltó el aire que tenía con alivio. De alguna manera, el que Ron se enterara le daba algo de temor, en especial porque eran como hermanos, así lo consideraba. Pero Ginny, ella era algo especial totalmente diferente.
-No lo sé... no sé si ella... no la he visto en todo el día.
-Pues hazlo en cuanto antes, antes que puedas arrepentirte - le dijo Hermione mirándolo fijamente.
-Si, no te vayan a ganar el coche. A veces los chicos suelen ser un poco despistados.
-Tiene gracia que tú me lo digas, Ron - le dijo Harry con tono sarcástico, mientras daba una mirada furtiva a Hermione.
-Cómo debo tomar eso? - Ron estaba enrojecido
-Olvídalo, iré a buscar a Gi... a ella - se puso de pié y salió de la sala común antes de ser interrogado nuevamente.
Por su parte, Ron, muy interiormente, maldecía a Harry por haberle dado esa indirecta delante de Hermione. Ella veía divertida el rostro del pelirrojo, sabía exactamente lo que pasaba por su cabeza.
-Despistado, Ronnie? - le preguntó con voz fingida de niña
Él sólo la miró y sonrió, su rostro volvió a enrojecer mientras bajaba la mirada y cerraba los ojos.
-Demonios... Harry voy a matarte... - susurraba apretando los puños, sin atreverse a levantar su rostro.
Hermione suprimía una sonrisa, a medida que se acercaba a él. Cuando su boca se encontraba a escasos centímetros de su oído, le susurró.
-No te vayan a ganar el coche - dicho esto se puso de pié y se dirigió al dormitorio de las chicas.
Ron con el rostro más rojo que nunca, la veía subir las escaleras, la veía alejarse... iba a permitirlo? Ya todo estaba prácticamente dicho. Claro que no iba a permitirlo. Corrió detrás de ella, y la llamó depués de haber subido algunos escalones.
-Hermione... oops- dijo al sentir que sus pies ya no estaban estables.
Ron cayó, pues las escaleras adoptaron la forma de una rampa. Se había olvidado que ningún chico puede subir por ahí. Hermione también cayó, pero, por suerte, el cuerpo de Ron amortiguó el golpe.
-Lo siento... pero tú tienes la culpa! Sabes que ningún chico puede...
-Lo sé... lo sé... lo - Ron dejó de hablar, por un momento sus ojos se distrajeron con...
-Ron, ¿qué estás mirando? - le preguntó ella algo sonrojada, molesta y tapando lo que su falda, con la caída, dejaba al descubierto.
-Eh... pues... ni que tus piernas fueran bonitas - le contestó en defensa, pronto se dio cuenta que fue una estupidez.
Ella se puso de pié, y le dirigió una mirada asesina, luego dio un bufido e iba a subir las escaleras nuevamente. Pero la voz de Ron la detuvo.
-No, espera... tus piernas son bonitas - ella lo miró aún más molesta.
-Qué demonios te pasa? Si te digo que son feas te molestas, y si te digo lo contrario te molestas más. ¿Qué debo decir entonces?
-Nada, Ron. Mejor. No. Digas. Nada!... Cada vez que abres la boca es para decir tonterías!
-y si dijera que... me gustas y... que t-te quiero mucho...
Hermione se quedó helada, y lo miraba fijamente mientras él se ponía de pié y tomaba sus manos.
-No siempre digo tonterías... y realmente tienes buenas piernas - él sonrió y le dirigió una mirada algo pícara antes de besarla.
---
Harry caminaba casi sin rumbo. No sabía dónde ir, ¿dónde se había metido esa pelirroja? Cuando estaba cerca de la biblioteca, vio salir a un grupo de estudiantes, entre ellos vio una conocida melena de fuego. Se ocultó entre unas armaduras y esperó a que ellos pasen por ahí, para luego seguirlos.
Cuando se encontraban cerca al salón de Defensa contra Artes Oscuras, Harry ya no podía esperar más, así que hizo, con un movimiento de varita, que algunos libros de Ginny cayeran al piso.
-Oh, no se preocupen, en seguida los alcanzo! - ella se inclinó a recogerlos.
-Me permite ayudarla? - una voz detrás de ella se dejó escuchar
-Sé que fuiste TÚ Harry... ya estamos solos, para qué me querías...
-Cómo supiste que era yo?
-Me vienes siguiendo desde la biblioteca, no me preguntes cómo lo sé... porque la verdad no sabría cómo responderte... bueno, y qué se te ofrece?
-Te siento... distante... hoy...
Unas sombras estaban a punto de doblar la esquina, así que entraron al salón. Y cerraron la puerta con un hechizo.
-Te extrañé...- le susurró Harry, pegando su frente a la de ella.
-En serio? - ella sonrió - yo también... algo...
-¿Sólo... 'algo'? – ella asintió seriamente – pues haré que me extrañes mucho – dicho esto empezó a hacerle cosquillas.
-Basta! .... basta! – le decía entre risas – Ya detente! Ahora! – pero él no la dejaba en paz – está bien! está bien!... te extrañé mucho – Harry se detuvo
-Bueno, de algún modo tenías que decirlo... no puedes vivir sin mí
-Ja! Ni creas...
Ambos sonrieron antes de entregarse a sus labios, Harry se separó de ella, cogió su mano y la llevó hacia el centro del salón.
-Ginny, quería preguntarte algo... si... puedo... preguntar...
-Lo que quieras... dime...
-Emm... - las palabras no le salían - yo... no sé cómo... pero... yo...
Unos ruidos se escuchaban del viejo armario de la esquina, ambos prepararon sus varitas y se acercaban cautelosamente. La puerta se abrió y no había nada adentro. Ellos se miraron extrañados.
Pero de repente, al pestañear, se encontraron frente a Sirius. Ambos se quedaron sin articulación al verlo. Imposible, él estaba muerto.
-Harry, es... es un boggart, no te dejes engañar...
-Un boggart? Yo no le temo a Sirius! ¿Por qué iba a ser un boggart-Sirius?
Pero en esos momentos, Sirius, o el boggart-Sirius, empezó a avanzar hacia él.
-¿Por qué no me ayudaste? ¿Porqué me dejaste caer? ¿Hubiera sido diferente si me hubieras ayudado? Pero no hiciste nada. NADA
No le temía a Sirius, pero el recuerdo de su muerte aún persistía en él, y ahora lo enfrentaba. Las rodillas le empezaron a flaquear, su peso parecía exceder cualquier fuerza de equilibrio.
-Ridi... Ridik... - Era la primera vez que no podía contra un boggart, o mejor dicho, no quería.
Era exactamente igual a Sirius, y lo estaba viendo frente a él, avanzando lentamente, no quería que esa imagen se esfumara. Pronto, su padrino empezó a caer de espaldas. Caía lentamente y su cuerpo desaparecía en una cortina negra, colgante de un arco.
-Nooo.... - Harry extendió un brazo para tratar de ayudarlo.
Ya no pudo resistirlo más, cayó de rodillas pesadamente. Ginny, que estaba detrás de él, avanzó unos cuantos pasos.
-Harry! Te estás dejando llevar por el boggart! - ella estaba con el rostro sorprendido, pero su voz era firme - Ridíkulus!
Pum! EL boggart se transformó en un Harry que avanzaba hacia ella.
-Imbécil, realmente crees que podrías gustarme? ¿Realmente creíste que yo, Harry Potter, llegaría algún día a quererte?
-Ridíkulus! - el Harry de mirada fría se vaporizó.
Ella se aproximó al chico de cabello azabache que yacía en el suelo, caído de rodillas. Ahora ella tenía una mirada triste.
-Fue así como... murió?... ¿Cayó en ese velo negro? - él asintió lentamente.
-No pude... no pude ayudarle...
-Harry, no debería afectarte tanto, sólo fue un boggart - le dijo ella tratando de reconfortarlo
-Lo sé, maldición! Sé que fue un Boggart! - Harry había alzado su tono de voz sin querer - Pero tiene razón! No hice nada, sólo lo vi caer... Y NO HICE NADA!
Sus gritos dejaron de escucharse cuando el sonido de una bofetada interrumpió. Harry estaba con el rostro hacia la derecha, con la mejilla rosada.
-Sinceramente, no sé cómo Hermione y Ron te soportan! Pero te digo que YO no estoy dispuesta a tolerar tus gritos!... Ya deja de culparte, deja de cargar todo tú solo!... No puedes, no podrás... - su voz empezaba a flaquear - nunca tú solo... déjame ayudarte... déjame compartir tus alegrías y tristezas, tus triunfos y derrotas... sólo déjame estar a tu lado, déjame ser parte de ti, tanto como tú de mí...
Harry veía sus ojos castaños, los veía brillantes, como si estuvieran a punto de dejar libre una lágrima. Las palabras anteriores habían sido muy profundas y sinceras.
Lo que pasó a continuación, no pudo evitarlo, nunca antes lo había hecho delante de cualquiera de sus amigos... pero Ginny no solamente era su amiga. Ocultó su rostro en el regazo de la pelirroja mientras unas lágrimas peleaban dolorosamente por salir. Quien lo diría, Harry Potter llorando. Él no lo hubiera creído nunca, de no ser por las suaves manos que acariciaban su cabello.
-Siento mucho haberte dado esa bofetada... pero no se me ocurrió otra manera de hacerte reaccionar... - ella hablaba en tono suave.
-No te preocupes... por el contrario, me lo merecía...
-No, Harry, claro que no lo merecías...
-Gracias por estar conmigo... Ginny, de verdad te quiero, no importa lo que haya dicho ese boggart tuyo. Yo te quiero...
-Yo también, Harry... yo también...
Harry permaneció en su regazo hasta que sin darse cuenta, sus ojos se cerraron. Ginny sonreía, mientras sometía con sus dedos aquellos cabellos rebeldes. Aunque por el exterior se le veía fuerte, y realmente lo era; en su interior, muy interior, yacía un niño muy vulnerable. Ella estaba gustosa de tenerlo cerca, e iba a cuidar de él.
