"Culpable de este amor"
I: "Lo que la vida nos dejó"
- ¡Chicosssss!! – gritaba con emoción una adolescente de quince años de edad - ¡dentro de poco es mi cumpleaños!
Una joven, alta, de larga cabellera castaña clara sacó rosadas tarjetas de un bolsillo de su mochila, abalanzándose a cualquier persona que se cruzara en su camino para entregar una.
- Te voy a entregar una a ti... - comenzaba su canto empalagoso paseándose de punta a punta del salón – otra a ti, una a ti, otra a ti, ¡y claro!... sin olvidarme de ti – miro dulcemente a Yoh, ignorando todas las miradas de terror, repugnancia y frialdad que les dirigían sus simpáticos compañeros... y este se sintió agradecido en su interior.
Gustosamente aceptó la tarjeta, rozando su mano con la de ella, y de ese modo, sonrojándose suavemente. Podía sentir su corazón haciendo presión en su garganta por salir. Una sensación extraña, pero a la vez agradable. Hua Chang era la única que lo aceptaba tal como era. Era linda, simpática, inteligente, excelente en los deportes y de calificaciones excepcionales, no le importaban los comentarios ajenos y tenía el don de hacer reír hasta la persona más fría del planeta. Pero lo que más le gustaba de ella era, tal vez, su forma de ser. Mostraba su esencia hasta al más extraño de los desconocidos, creía en lo que quería, tenía "principios", cosa que las personas habían perdido al paso del tiempo. Su pelo tenía un agradable aroma a frambuesas además del brillo que desprendía de el. Definitivamente, la chica perfecta.
- ¡Chang! – gritaron desde un banco cinco chicos enfadados.
Hua se volteó al sentir su apellido, pero al ver las personas que la llamaban solo se encogió de hombros antes de partir, sin olvidarse de sonreír a su amigo en forma de despedida. Y él no hizo más que suspirar. Así eran todos los días, una rutina innecesaria en la que siempre trataban de separarla de él. Todos creían que era una mala influencia, incluso los profesores que de vez en cuando tenían la oportunidad de echarlo del salón.
Hua había sido la única amiga que había tenido desde la infancia. Ya que sus compañeros solo creían en los rumores que se escuchaban como cuentos de terror por el barrio de Izumo, relatando cada brujería que acostumbraba "hacer" su familia. Pero a ella no le importaba eso, y cada vez que lo miraba con sus ojos color cielo sentía que podía tocarlo verdaderamente.
- No te preocupes – resonaban sus palabras en su mente – Yo no soy como ellos. Y creo que tu familia no puede ser de brujos malos, son puras invenciones de los envidiosos – sonrió profundamente, antes de volver a hablar - ¿Sabes?, yo no creo nada de lo que dicen de ti – susurró – y no creo que ustedes sean malos. Porque sino, en este momento, estaríamos fritos.
Su forma de expresarse era tan simple, que prácticamente le era imposible no poder aguantar las ganas de reír junto a ella.
- Soy Hua Chang – se presentó ante él la imagen de una niña de ocho años con dos largas coletas y sonrisa tímida - ... espero que seamos buenos amigos.
Y así había sido, aunque todo el mundo creyera que ella era demasiado inocente y él un aprovechador de su "pureza" al estar junto a ella.
- ¿Y a quién le importa eso? – susurró enojado – a mi no – sonrió amargamente – si después de todo, ella nunca se fijaría en mi... - un largo suspiro deshizo todo el dolor que escondía su corazón.
*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*
Estaba sentada frente al televisor. Miraba entretenida la novela de la tarde en su gran habitación. Inundada de juguetes, cuadros con dibujos y fotografías familiares, se podía distinguir el aire infantil.... Su gran cama la tentaba acostarse, pero tal era su decisión que había decidido el suelo a ella. Total, la disfrutaría a la hora de dormir, ¿no?
Como era la costumbre, al sonar la alarma del reloj la puerta principal se abrió, dejando mostrar un joven de veinte años, corto cabello rubio y profundos ojos verdes. La niña sonrió para si al sentir la presencia de su padre en casa, puntual e intachable como siempre.
- ¡¡¡Papi!!! – gritaba alegre la pequeña corriendo por las escaleras.
Al llegar lo abraza felizmente, el hombre sonríe al sentir la felicidad que irradiaba la niña. Lentamente se fueron separando, todo siendo visto por una sonriente mujer, de ojos negros y cabello castaño.
- Cariño... – comenzó el hombre – Arriba te espera una sorpresa.
- Pero... ¿cómo...? – preguntó confundida, pero toda duda desapareció de su mente al ver la mirada cómplice que le daba su madre. Nuevamente sus ojos brillaron de felicidad al salir corriendo escaleras arriba, todo siendo cuidadosamente vigilado por sus padres.
- ¿Crees que le guste su regalo? – preguntó tímidamente su madre.
- ¿Por qué no? – dijo su esposo sin entenderla.
- Es solo que... aún es muy chica para entender lo que sucede – su mirada se entristeció.
- Pero es lista, seguramente sabrá que hacer con él.
Mientras tanto, en una de las habitaciones del segundo piso, una pequeña abría una pequeña caja dorada, encontrándose con algo que la dejó sumamente extrañada.
- ¿Un collar? – se preguntó sin entender al ver un largo collar de esferas azules acompañado por una pequeña pulsera.
Se para frente al espejo viendo en su reflejo las nuevas reliquias que le habían sido dadas. Sonríe para si al ver como le quedaban, tan concentrada estaba que no había escuchado pasos acercarse peligrosamente hacia donde estaba. Al volverse a ver en el espejo divisa una sombra detrás suyo, volver para ver quién era...
Lo único que recordaba era que la oscuridad invadía lentamente su pequeño cuerpo.
Sus ojos estaban rojos de la fuerza que había hecho para abrirlos, su respiración era rápida sin mencionar el sudor que empapaba su cara. Definitivamente, esta era una noche para no recordar.
- Y yo que pensaba haber olvidado eso... – susurraba afligida una voz en medio de la oscuridad, buscando desesperadamente una ventana para volver a respirar.
Porque definitivamente, estar encerrada ahí era peor que sentir la propia muerte.
Una lágrima solitaria logró escapar de su cárcel y recorrer parte de su mejilla, ya que la dueña de esta al darse cuenta de su existencia la borró con un simple movimiento de su mano. Luego la vuelve a ver desinteresadamente. Acerca su muñeca, viendo en ella perlas azules brillar con intensidad.
Por costumbre se sienta en el marco de la ventana, sus piernas en el aire no llegaban a tocar el suelo. Saca de su mano la pequeña pulsera, la mece al compás del viento para luego moverla bruscamente, haciendo que de ella se escuchara un sonido a cascabeles. La pulsera brillo por cuestión de segundos, pero suficientes para ver como unas pequeñas esferas blancas aparecían y desaparecían al dejar de escuchar su llamado. Esa noche no había luna, pero las luciérnagas se encargaban de que hubiera luz a toda hora. Aunque era de madrugada y no se veía nada, ella siempre tenía el presentimiento de que volvería a ver el sol. Pero esa noche...
Una sensación extraña le oprimía el pecho, algo le estaba pasando, o algo sucedería... no sabía, pero un gran dolor sentía en su cuerpo, soledad, tristeza, tantas sensaciones experimentaba que no podría decir con exactitud cuantas. Pero la pregunta era...
- ¿Por qué....? – fueron las únicas palabras que salieron de su boca.
*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*
- ¡Oye! ¡si, tu! ¡te estoy llamando chico tonto! – gritaba un joven de quince años con una sonrisa siniestra en su cara. Era seguido por tres chicos más: uno alto y musculoso, otro mediano y regordete seguido por un moreno que a cada rato escupía en el cemento de la calle.
El chico al que seguían debía ser fácilmente diez centímetros más bajo que Hai, el más alto del cuarteto.
Crujiendo los dedos de su mano comenzaron a acercarse los primeros dos del equipo. El chico, al verlos frente a él esquiva su mirada caminando en dirección opuesta a la de ellos, solo encontrándose con las horribles caras de los restantes detrás suyo.
Una voz le helo la espalda.
- No pensabas que te librarías tan fácil de nosotros, ¿no? – preguntó el líder de los cuatro cruzándose de brazos.
Ninguna respuesta llegó a sus oídos.
- ¡Contesta enano! – gritó Hai tirándolo de un empujón contra el primer árbol que se encontraba cerca, haciéndo que el chico se tambaleara para luego caer al suelo.
Un tirón abrupto le hizo pararse al instante, siendo sostenido ahora por el cuello de la camisa esperaba el primer golpe que daría inicio a su paliza matutina.
- Ahora aprenderás un poco de modales, ¿no lo crees, Asakura idiota?
Solo una palabra llegaba a su mente en ese momento.
- ¿Por qué....?
Notas de Kaoru: Si, ya sé, no hace falta que me lo digan: "Kaoru: este fic esta más para dormir que otra cosa". ¡Pero bueno!, ¿qué se le podía hacer?, este capítulo debía mostrar a los personajes, sus situaciones ante la vida, el desprecio, las metas que no puedan alcanzar, "tristeza"... etc, etc, etc. Lista larga, sin comentarios. De todos modos, no se preocupen que siempre no será así :P No puedo asegurar cuando, pero esto tiene que terminar -_- tal vez para el próximo le meta más acción. Maka: lo prometido esta hecho. Te prometí que esta vez sería de cinco hojas este cap., y aquí lo tienes ^^ espero no te haya decepcionado ^^UUUUU y respecto a "lo que tu sabes", no te preocupes, que (espero) eso no pasará en el futuro. ¡¡Gracias por tu ayuda amiga!! Esta vez no contesto reviews, pero no es porque no quiera, sino por falta de tiempo. Ya en el próximo las cosas se normalizarán ^^U Bye bye!!!!!
Kaoru Kinomoto
- ¡Chicosssss!! – gritaba con emoción una adolescente de quince años de edad - ¡dentro de poco es mi cumpleaños!
Una joven, alta, de larga cabellera castaña clara sacó rosadas tarjetas de un bolsillo de su mochila, abalanzándose a cualquier persona que se cruzara en su camino para entregar una.
- Te voy a entregar una a ti... - comenzaba su canto empalagoso paseándose de punta a punta del salón – otra a ti, una a ti, otra a ti, ¡y claro!... sin olvidarme de ti – miro dulcemente a Yoh, ignorando todas las miradas de terror, repugnancia y frialdad que les dirigían sus simpáticos compañeros... y este se sintió agradecido en su interior.
Gustosamente aceptó la tarjeta, rozando su mano con la de ella, y de ese modo, sonrojándose suavemente. Podía sentir su corazón haciendo presión en su garganta por salir. Una sensación extraña, pero a la vez agradable. Hua Chang era la única que lo aceptaba tal como era. Era linda, simpática, inteligente, excelente en los deportes y de calificaciones excepcionales, no le importaban los comentarios ajenos y tenía el don de hacer reír hasta la persona más fría del planeta. Pero lo que más le gustaba de ella era, tal vez, su forma de ser. Mostraba su esencia hasta al más extraño de los desconocidos, creía en lo que quería, tenía "principios", cosa que las personas habían perdido al paso del tiempo. Su pelo tenía un agradable aroma a frambuesas además del brillo que desprendía de el. Definitivamente, la chica perfecta.
- ¡Chang! – gritaron desde un banco cinco chicos enfadados.
Hua se volteó al sentir su apellido, pero al ver las personas que la llamaban solo se encogió de hombros antes de partir, sin olvidarse de sonreír a su amigo en forma de despedida. Y él no hizo más que suspirar. Así eran todos los días, una rutina innecesaria en la que siempre trataban de separarla de él. Todos creían que era una mala influencia, incluso los profesores que de vez en cuando tenían la oportunidad de echarlo del salón.
Hua había sido la única amiga que había tenido desde la infancia. Ya que sus compañeros solo creían en los rumores que se escuchaban como cuentos de terror por el barrio de Izumo, relatando cada brujería que acostumbraba "hacer" su familia. Pero a ella no le importaba eso, y cada vez que lo miraba con sus ojos color cielo sentía que podía tocarlo verdaderamente.
- No te preocupes – resonaban sus palabras en su mente – Yo no soy como ellos. Y creo que tu familia no puede ser de brujos malos, son puras invenciones de los envidiosos – sonrió profundamente, antes de volver a hablar - ¿Sabes?, yo no creo nada de lo que dicen de ti – susurró – y no creo que ustedes sean malos. Porque sino, en este momento, estaríamos fritos.
Su forma de expresarse era tan simple, que prácticamente le era imposible no poder aguantar las ganas de reír junto a ella.
- Soy Hua Chang – se presentó ante él la imagen de una niña de ocho años con dos largas coletas y sonrisa tímida - ... espero que seamos buenos amigos.
Y así había sido, aunque todo el mundo creyera que ella era demasiado inocente y él un aprovechador de su "pureza" al estar junto a ella.
- ¿Y a quién le importa eso? – susurró enojado – a mi no – sonrió amargamente – si después de todo, ella nunca se fijaría en mi... - un largo suspiro deshizo todo el dolor que escondía su corazón.
*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*
Estaba sentada frente al televisor. Miraba entretenida la novela de la tarde en su gran habitación. Inundada de juguetes, cuadros con dibujos y fotografías familiares, se podía distinguir el aire infantil.... Su gran cama la tentaba acostarse, pero tal era su decisión que había decidido el suelo a ella. Total, la disfrutaría a la hora de dormir, ¿no?
Como era la costumbre, al sonar la alarma del reloj la puerta principal se abrió, dejando mostrar un joven de veinte años, corto cabello rubio y profundos ojos verdes. La niña sonrió para si al sentir la presencia de su padre en casa, puntual e intachable como siempre.
- ¡¡¡Papi!!! – gritaba alegre la pequeña corriendo por las escaleras.
Al llegar lo abraza felizmente, el hombre sonríe al sentir la felicidad que irradiaba la niña. Lentamente se fueron separando, todo siendo visto por una sonriente mujer, de ojos negros y cabello castaño.
- Cariño... – comenzó el hombre – Arriba te espera una sorpresa.
- Pero... ¿cómo...? – preguntó confundida, pero toda duda desapareció de su mente al ver la mirada cómplice que le daba su madre. Nuevamente sus ojos brillaron de felicidad al salir corriendo escaleras arriba, todo siendo cuidadosamente vigilado por sus padres.
- ¿Crees que le guste su regalo? – preguntó tímidamente su madre.
- ¿Por qué no? – dijo su esposo sin entenderla.
- Es solo que... aún es muy chica para entender lo que sucede – su mirada se entristeció.
- Pero es lista, seguramente sabrá que hacer con él.
Mientras tanto, en una de las habitaciones del segundo piso, una pequeña abría una pequeña caja dorada, encontrándose con algo que la dejó sumamente extrañada.
- ¿Un collar? – se preguntó sin entender al ver un largo collar de esferas azules acompañado por una pequeña pulsera.
Se para frente al espejo viendo en su reflejo las nuevas reliquias que le habían sido dadas. Sonríe para si al ver como le quedaban, tan concentrada estaba que no había escuchado pasos acercarse peligrosamente hacia donde estaba. Al volverse a ver en el espejo divisa una sombra detrás suyo, volver para ver quién era...
Lo único que recordaba era que la oscuridad invadía lentamente su pequeño cuerpo.
Sus ojos estaban rojos de la fuerza que había hecho para abrirlos, su respiración era rápida sin mencionar el sudor que empapaba su cara. Definitivamente, esta era una noche para no recordar.
- Y yo que pensaba haber olvidado eso... – susurraba afligida una voz en medio de la oscuridad, buscando desesperadamente una ventana para volver a respirar.
Porque definitivamente, estar encerrada ahí era peor que sentir la propia muerte.
Una lágrima solitaria logró escapar de su cárcel y recorrer parte de su mejilla, ya que la dueña de esta al darse cuenta de su existencia la borró con un simple movimiento de su mano. Luego la vuelve a ver desinteresadamente. Acerca su muñeca, viendo en ella perlas azules brillar con intensidad.
Por costumbre se sienta en el marco de la ventana, sus piernas en el aire no llegaban a tocar el suelo. Saca de su mano la pequeña pulsera, la mece al compás del viento para luego moverla bruscamente, haciendo que de ella se escuchara un sonido a cascabeles. La pulsera brillo por cuestión de segundos, pero suficientes para ver como unas pequeñas esferas blancas aparecían y desaparecían al dejar de escuchar su llamado. Esa noche no había luna, pero las luciérnagas se encargaban de que hubiera luz a toda hora. Aunque era de madrugada y no se veía nada, ella siempre tenía el presentimiento de que volvería a ver el sol. Pero esa noche...
Una sensación extraña le oprimía el pecho, algo le estaba pasando, o algo sucedería... no sabía, pero un gran dolor sentía en su cuerpo, soledad, tristeza, tantas sensaciones experimentaba que no podría decir con exactitud cuantas. Pero la pregunta era...
- ¿Por qué....? – fueron las únicas palabras que salieron de su boca.
*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*
- ¡Oye! ¡si, tu! ¡te estoy llamando chico tonto! – gritaba un joven de quince años con una sonrisa siniestra en su cara. Era seguido por tres chicos más: uno alto y musculoso, otro mediano y regordete seguido por un moreno que a cada rato escupía en el cemento de la calle.
El chico al que seguían debía ser fácilmente diez centímetros más bajo que Hai, el más alto del cuarteto.
Crujiendo los dedos de su mano comenzaron a acercarse los primeros dos del equipo. El chico, al verlos frente a él esquiva su mirada caminando en dirección opuesta a la de ellos, solo encontrándose con las horribles caras de los restantes detrás suyo.
Una voz le helo la espalda.
- No pensabas que te librarías tan fácil de nosotros, ¿no? – preguntó el líder de los cuatro cruzándose de brazos.
Ninguna respuesta llegó a sus oídos.
- ¡Contesta enano! – gritó Hai tirándolo de un empujón contra el primer árbol que se encontraba cerca, haciéndo que el chico se tambaleara para luego caer al suelo.
Un tirón abrupto le hizo pararse al instante, siendo sostenido ahora por el cuello de la camisa esperaba el primer golpe que daría inicio a su paliza matutina.
- Ahora aprenderás un poco de modales, ¿no lo crees, Asakura idiota?
Solo una palabra llegaba a su mente en ese momento.
- ¿Por qué....?
Notas de Kaoru: Si, ya sé, no hace falta que me lo digan: "Kaoru: este fic esta más para dormir que otra cosa". ¡Pero bueno!, ¿qué se le podía hacer?, este capítulo debía mostrar a los personajes, sus situaciones ante la vida, el desprecio, las metas que no puedan alcanzar, "tristeza"... etc, etc, etc. Lista larga, sin comentarios. De todos modos, no se preocupen que siempre no será así :P No puedo asegurar cuando, pero esto tiene que terminar -_- tal vez para el próximo le meta más acción. Maka: lo prometido esta hecho. Te prometí que esta vez sería de cinco hojas este cap., y aquí lo tienes ^^ espero no te haya decepcionado ^^UUUUU y respecto a "lo que tu sabes", no te preocupes, que (espero) eso no pasará en el futuro. ¡¡Gracias por tu ayuda amiga!! Esta vez no contesto reviews, pero no es porque no quiera, sino por falta de tiempo. Ya en el próximo las cosas se normalizarán ^^U Bye bye!!!!!
Kaoru Kinomoto
