El poder de la mentira (3).-

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A medida que sus pupilas se acostumbraban a la oscuridad, la figura de Mulder se hacía más visible y los latidos de su corazón más fuertes.

-¿Qué haces aquí?- preguntó ella con muy poca voluntad de hablar.

-Complaciendo tu petición- su cambio de actitud fue bastante radical. De no haberlo escuchado antes, no habría creido que ese mismo Mulder le estuviese susurrando al oído que todo lo que estaba ocurriendo no fuese una realidad.

Scully tomó una bocanada de aire y se puso de pie para seguir a su compañero que avanzaba hacia la mesa. Allí depositó unos cuantos sobres y luego encendió la luz.

-¡No!- exclamó ella. Él la miró con preocupación al verla cubriendo su rostro con las manos. -¡Apágala!

-De acuerdo- respondió tratando de ocultar que todo esto lo mortificaba y luchando contra el Mulder que correría al lado de Scully para cuidarla aunque ella dijera que estaba bien.

-Gracias.

Esparcidos en la mesa estaban unos cinco sobres iluminados únicamente por la luz que se filtraba a través de la ventana. Al parecer ésto constituía la famosa prueba, la razón del comportamiento irracional de Mulder estos últimos días. Sus dedos curiosos cobraron vida y se deslizaron hasta uno de ellos, rozándolo apenas, sintiendo una especie de electricidad de tan solo imaginar el contenido.

Inconcientemente empujó su silla un poco hacia atrás y los mismos dedos que quisieron abrir la evidencia se aferraron a la cruz de oro que descansaba sobre su pecho.

-No quiero verlo- dijo con firmeza. -No voy a verlo.

-¿La agente Scully no quiere un respaldo tangible de mi teoría?

-Ni siquiera sé cual es tu teoría.

-Ahora tengo algo más a mi favor- dijo levantándose y apoyando las manos en la mesa -... tu miedo.

-Vete.

-¿Qué dices?

-¡Que te vayas! Ya he soportado demasiado y no tengo por qué ver toda esta basura. No tolero tal falta de respeto.

-¿¡Respeto?!- exclamó él haciendo sobresaltar a Scully. -¿A esto llamas respeto?- dijo barriendo la mesa con sus manos frenéticamete. -¡Define respeto, Scully!- señalando todos los papeles que habían caido al piso.

-¡Qué haces!- ella intentó detenerlo pero sabía que era luchar en vano; lo mejor que podía hacer era alejarse de él. Scully no temía que Mulder fuera hacerle algún daño, aunque bajo estas circunstancias ya no sabía que creer. Estaba completamente fuera de control.

Nerviosamente se agachó a recoger los papeles, rogando en silencio para que él decidiera marcharse por su propia cuenta. Sin dejar de mirar a su compañero fue tomando uno a uno los documentos. En uno de ellos pudo distinguir su letra, pero no se permitió prestarle atención a eso, ya sabía muy bien de que se trataba y hacerse el ignorante no funcionaba aquí.

De repente notó que Mulder ya no la estaba mirando, sino que su vista estaba fija en el suelo... en una fotografía que estaba a escasos centímetros. Ella la tomó deprisa, sin siquiera darse cuenta de lo que estaba haciendo.

-¿No vas a encender la luz?- preguntó Mulder aun en son de conflicto.

-¿Para qué?- respondió Scully mirándolo frente a frente. -¿Acaso quieres ver como actúo sorprendida al ver que en esa foto estoy conversando con tu peor enemigo? Pensé que estabas cansado del teatro.

Mulder sintió una punzada en el pecho y cerró los ojos para asimilar lo que había escuchado. A pesar de su comportamiento agresivo y de la forma acusadora en que la estaba tratando, en el fondo mantenía viva la esperanza. Quería seguir escuchando a Scully negarlo todo, seguir torturándose en la incertidumbre, en la pelea que se libraba entre unas pruebas y las palabras de su compañera.

Pero para lo que no estaba preparado, lo que nunca deseó, fue escucharla de aquella manera.

Ella contempló la foto con naturalidad y tras dejarla caer volvió a mirar a Mulder. Por un momento, su expresión denotaba cierto arrepentimiento, él llegó a creer que pediría perdón por sus actos y que empezarían las explicaciones y las palabras que tornarían más dolorosa la situación.

En cambio, ella no lo sentía. No iba a pedir perdón, no iba a suplicarle a Mulder que entendiese lo que estaba ocurriendo, porque tarde o temprano la caja de las sorpresas se abriría y los secretos saldrían a la luz. Ella no lo sentía porque no sabía que sentir. Todo era una especie de laberinto sin salida; tenía siete años caminando, pensando que avanzaba y que encontraría un día la luz, y ahora volvía al lugar de partida. No hay escapatoria, todo es un ciclo. Y cuando te cansas, caes. Ella estaba empezando a cansarse.

Cuando volvió a sentir la tierra bajo sus pies, Scully vio que Mulder se marchaba. Si en algún momento dijo algo, ella no se dio cuenta. Era mejor así, porque cualquier palabra que saliera de sus labios se convertiría en ponzoña para su alma.

Tras escuchar el sonido de la puerta cerrándose, todo empezó a dar vueltas. Cientos de imágenes atravesaron su cabeza y en todas ellas estaba él.

-Si renuncio ahora, ellos ganan- se dijo a si misma recordando aquel momento de su vida. Pero lo falso de esas palabras ya lo tenía comprobado...

"Si renuncio o si me quedo, ellos ganan... *ellos* siempre ganan".