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4º Parte
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Oficinas del FBI.-

Con cada paso que daba por los pasillos que la llevaban a su apartado rincón de trabajo, Scully sentía que más miradas se clavaban en su persona. Estaba acostumbrada a este tipo de atención, tenía que vivir con los secreteos y chismes sobre la Sra. Spooky, pero hoy la situación se excedía un poco.

Mentalmente hizo un chequeo de su vestimenta...todo estaba bien. En cuanto a su físico, las ojeras no llaman tanto la atención. Cuando miró su reloj: 10:00 a.m. ¡Ok! ¡Era tarde! Pero tenía derecho a ser impuntual una vez en su vida. Ellos no eran los reyes de la responsabilidad y la disciplina, no tenían ningún derecho a juzgarla.

Mientras más se acercaba al ascensor, más abiertamente se atrevían a mirarla. Si querían decir algo, simplemente podrían abrir sus bocas, pero no pretender que ella interpretara sus miradas. Si fuera psíquica... no estaría en el FBI.

Cuando estaba a punto de presionar el botón para abrir, vio a Holly caminar hacia ella.

-Agente Scully- dijo ésta algo nerviosa.

-¿Sí?

-El director Skinner la quiere en su oficina de inmediato. La ha estado localizando desde hace horas.

Ella movió la cabeza y comenzó a caminar sin decir nada. Ya no le importaban los comentarios en torno ella ni las miradas curiosas. Su mente estaba fija en una sola idea: el huracán Mulder había pasado por allí.

De una forma u otra veía venir esa situación, pero en verdad no se sentía preparada. La noche anterior ella había sido directa por primera vez, sin tener oportunidad de ver la respuesta de su compañero. No tenía más opcion, ya no sabía como mentir.

-Holly, ¿sucede algo?- preguntó antes de reunirse con su jefe. Necesitaba tener una idea de lo que tenía que enfrentar.

-El.. el señor Skinner le explicará- respondió ella titubeando.

Scully abrió la puerta y encontró a Skinner caminando de un lado a otro algo inquieto. En cuanto la vio, trató de adoptar una postura firme, pero debajo de su máscara de fortaleza, la agente pudo discernir su preocupación.

-Al fin la encuentro, agente Scully.

-Disculpe la tardanza, señor. No es un buen día.

-Supongo que no- él le indicó que se sentara y ante la mirada interrogante de Scully prosiguió. -Esta mañana llamé al agente Mulder para hablar sobre un nuevo caso y me sorprendí de su ausencia.

El hizo una pausa esperando que la agente intercediera aclarando sus dudas, pero no obtuvo ninguna respuesta, por lo que tuvo que seguir.

-Luego empecé a explicar en que consistía todo y... no quisiera repetir lo que me dijo.

Escuchar aquello no le inmutó en lo absoluto y esto le sorprendió a Skinner. No hubo preocupación en su rostro; al contrario, reflejaba una frialdad que no conocía.

-Agente Scully...

-Yo no sé lo que le ocurre al agente Mulder, señor- interrumpió ésta sabiendo lo que vendría.

-No quiero mentiras- replicó éste en tono muy severo. -Quiero saber lo que está pasando entre ustedes. Ahora.

Ella miró hacia la puerta y se mordió los labios pensando las palabras exactas que debían salir de su boca. De todas las dificultades que tenía enlistadas en su mente, Skinner no había sido tomado en cuenta.

-Lo que pasa es tan simple como que el agente Mulder y yo hemos llegado a un punto en que no podemos seguir trabajando juntos- las palabras surgieron tan rápido como su cerebro las fue formulando. Tenía que dar una explicación clara y concisa, tenía que evitar entrar en detalles delante de su superior, porque él no era parte de la agenda. -¿Entiende?

Sus ojos estaban llenos de confusión e incluso denotaban cierta tristeza. Ya habían pasado muchos años, muchos acontecimientos y nada había logrado separarlos. ¿Por qué ahora, de la noche a la mañana, todo cambiaba tan drásticamente?

-Lo que me dice es tan absurdo como el hecho de que presente una renuncia.

-Entonces hágase la idea de que verá un absurdo tras otro- concluyó Scully escapando de la oficina antes de que el director adjunto pudiera decir algo más.

Cuando cruzó frente al escritorio de Holly, la agente disminuyó la velocidad de sus pasos y se detuvo tras dudarlo un poco. Se acercó a ella y se quedó mirándola sin saber que decir.

-¿Se encuentra bien, agente Scully?

-No lo sé...- respondió permitiéndose ser sincera. -No lo sé.

Sus pasos la guiaron a través del mismo corredor, para volver a sentirse presa de los ojos y comentarios de sus colegas. A lo mejor a esta hora ya conocían el lado desconocido de la intachable Dra. Scully, y estaban sorprendidos porque resultaba más siniestra que el mismísimo Fox Mulder.

Conociendo a Mulder, no quería ni imaginarse lo que había sucedido par de horas atrás; tampoco esas palabras que Skinner se había negado a repetir. Observando todo a su alrededor, ella se daba cuenta de que era mejor escuchar su nombre en boca de todos los agentes con quienes se cruzaba, que escuchar las voces que resonaban en su interior.

Era necesario distraerse en cosas triviales para no prestarle atención a los problemas mayores. Pellizcarse para no sentir el dolor del puñal retorciéndose en su pecho.

El ascensor ya estaba cerca, solo unos pocos pasos más... sin contar los pasos hasta la oficina, en contra de la marea de deseos de devolverse y esconderse entre las sábanas.

Sin lugar a dudas, no era un buen día. Pero era mejor que los que estaban por venir.

Continuará...