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6º Parte
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Park Hyatt Washington Hotel.-

Desde un principio el protocolo de este encuentro era totalmente diferente a los anteriores. La nota anónima, el trato en el lobby... tal vez El Fumador tenía un cambio de planes y tenía que allanar el terreno antes de echar las semillas.

Al tomar la tarjeta, Scully se percató de algo más: la reunión era en una suite que, realmente, afectaba el bolsillo de cualquier persona. Pero dejó de preocuparse; si Spender quería gastar su dinero consintiéndose en cuantos hoteles quisiera, ese era su problema. Sin sacar alguna otra conclusión precipitada, caminó hacia el ascensor rogando que todo este asunto terminara rápido.

La habitación estaba a pocos pasos del ascensor, así que en cuestión de segundos estaba frente a la puerta. Tomando todo el aire que pudiera entrar en sus pulmones, pasó la tarjeta y entró antes de que pudiera retroceder.

-Una llamada telefónica hubiera sido mejor- replicó Scully quitándose el abrigo. -¿Por qué tanto mist...- ella se quedó helada al ver la figura que estaba sentada al borde de la cama. Fue como si hubiera visto un fantasma...

-Llegas a tiempo, Scully- fue el saludo de Mulder con una gran sonrisa en la cara. -La champaña acaba de llegar.

Ella quiso llegar hasta él y afobetearle tan fuerte como fuera posible; en cambio, estaba todavía en el mismo lugar, intentando analizar cuándo, cómo y por qué.

-Mulder no...

-Shhh- le interrumpió éste. -El único que tiene derecho a reprochar soy yo, y no lo estoy haciendo.

Mulder se puso de pie y avanzó hacia ella, la tomó del brazo aprovechando que no tenía muchos reflejos y la llevó consigo hasta dos sillones que se encontraban junto a la ventana.

-La vista es hermosa desde aquí- le dijo haciendo un gesto para que tomara asiento. -Relájate, Scully. Estás muy tensa.

Su mirada era tan falsa como sus propósitos, pero después de todo lo ocurrido la palabra verdad no era la más indicada. Si el juego era sentarse a intercambiar miradas asesinas y palabras hirientes, de acuerdo, participaría. Sí él quería profundizar un poco más las heridas, entonces le ayudaría. Tal vez esa era la ruta para llegar al fin del camino.

-Tienes razón, Mulder- dijo cambiando su máscara de preocupación y miedo por una sonrisa acorde con la hipocresía que flotaba en el aire. -Se va a calentar la champaña, ¿por qué no vas sirviendo?

-¡Claro! Cómo olvidarlo.

Él llenó las copas, le pasó una a Scully y luego se sentó frente a ella colocando el sillón a pocos centímetros, de modo que sus piernas casi se rozaban. Se inclinó y acercó su copa a la de su compañera.

-¿Por qué brindamos?- preguntó ella.

-Por todos estos años de... ¿de qué serían, Scully? ¿Amistad sincera?

-Sí, Mulder. Amistad, compañerismo, confianza, entrega, sacrificio... todo sea por la verdad.

-Todo sea por la verdad- repitió él sellando el brindis y tomando un enorme trago.

Después colocó la copa en el piso y fijó toda su atención en Scully. Quería estar en sus cinco sentidos en ese momento, y así poder grabar cada segundo en su memoria.

-Ya que hablamos de verdad... ¿por qué?

Scully soltó la copa antes de que se le resbalara de las manos y por primera vez se fijó en el paisaje que tenía a su lado.

-Era mi trabajo- le respondió sin poder mirarlo.

-Debe ser muy buena paga por siete largos años.

-Nop, no creas- dijo ella poniéndose de pie, queriendo recuperar su espacio personal. -Vaya Mulder... sabes como gastar el dinero. ¿Tienes una buena cuenta de ahorros o me están engañando con el sueldo?

-No cambies el tema.

-No quiero hablar de eso.

Rápidamente fue hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrir sintió la mano de Mulder sujetándola fuertemente por la muñeca.

-¡No te vas sin escucharme!- él la arrastró con fuerza hacia la cama y le obligó a sentarse. Ella lo miró asustada; ya conocía al Mulder furioso, fuera de control y no quería enfrentarse a él. -¿Sabes todo lo que has hecho? ¿Tienes idea... una mínima idea de lo que estoy sintiendo en este momento? Quisiera odiarte, Scully. Nunca he querido sentir odio por nadie, pero quisiera poder odiarte. Así sería más fácil todo... pero no puedo, no puedo hacerlo.

Los ojos de Scully empezaron a humedecerse y ella cerró los ojos para que no la viera llorar.

-¡No! ¡Mírame!- le gritó sujetando su rostro. -Te está doliendo también, ¿no? Me alegra saber que te queda un poco de corazón... que sientes todavía...

-¡Ya cállate!- exclamó intentando zafarse, pero Mulder la sujetó más fuerte aun.

-Falta mucho por decir, Scully. Lo lamento, pero no me voy a callar- él se detuvo para tomar un poco de aire y de valor para poder seguir adelante. -Yo he intentado buscarle una explicación a todo esto, sabes que siempre tengo una respuesta, y ahora no la encuentro. Es que... no asimilo la idea de que Dana Scully no sea esa mujer que logró darle otro sentido a mi vida. Yo aprendí a trabajar a tu lado, a compartir mis ideas contigo, me enseñaste a confiar en ti y te entregué todo lo que soy. Yo... yo me enamoré de ti... y ahora no sé qué creer.

Scully intentó decir algo entre sollozos, pero Mulder selló sus labios con sus dedos antes.

-Si es otra mentira... por favor, no.

Ella pudo sentir todo el dolor que significaba para él tener que decir aquellas palabras. La desconfianza no era una opción, sino la única salida. Y así debía ser, ese voto de sinceridad que existía entre los dos tenía que romperse. Pero esa última confesión era más fuerte que todas las reglas creadas para el juego... y ya que todo parecía estar perdido, estaba dispuesta a dejarle saber que su corazón no era tan oscuro como él lo visualizaba.

-Sólo una cosa te pido que me creas- dijo ella luchando contra el nudo en su garganta. Él vaciló por un instante y luego asintió levemente, invitándola a que siguiera. -Nada ni nadie podrá evitar que yo te ame.

Ahora Mulder estaba en shock... sentía sus manos temblorosas que aun sujetaban sus muñecas y sus pupilas empezaban a dilatarse. Le había creído. Eso era lo más importante y ahora respiraba más calmada, aunque los latidos de su corazón siguieran un tanto acelerados.

-¿Qué se hace cuando amas al "enemigo", Mulder?

En cuestión de segundos, los labios de Mulder estaban posados sobre los de ella, dándole respuesta a una pregunta que ya no recordaba... porque su parte racional había sido bloqueada por sus sentidos.

Cuando Scully recobró un poco la conciencia, sus manos estaban enredadas en el cuello de Mulder y sus dedos jugueteaban con sus cabellos sin poder controlar el impulso. Su boca seguía entregada a una batalla que parecía no tener fin y el calor iba subiendo cada vez más. Una de sus neuronas logró despertar y, en un movimiento brusco, se separó de él.

-No...- dijo ella sin aliento. -No puedo.

-Sí puedes- le respondió Mulder besando su cuello. -Tú me amas... ¿o mentiste otra vez?- él seguía repartiendo pequeños besos, más insistentes cada vez. Y no podía evitar que se le pintara una sonrisa en los labios cada vez que le robaba un suspiro a Scully. Lentamente fue descendiendo sus manos hasta las piernas de su compañera... haciendo una parada oportuna en el ruedo de su falda. -Yo sé que lo deseas- le susurró mientras acariciaba sus muslos con un roce ligero.. -querrás que lo compruebe, ¿o no?- siguió subiendo con toda la calma del mundo, haciéndola desesperar con cada segundo que pasaba.

Ella se dio por vencida y dejó de lado la idea de mantener el control hasta el final. Y sintiendo como Mulder iba invadiendo todo su ser dejó escapar todos los gemidos que tenía guardados y lo atrajo hacia sí, besándolo como nunca antes pensó, entregándole toda la rabia y la pasión que podía sentir en aquel instante.

Buscando un poco de aire, él se separó de ella lentamente. -Despacio... - le susurró jadeante, -quiero grabar cada segundo...- "Como si fuera la última vez", completó la frase para sí mismo no pudiendo pronunciarla. Ya que estaba aquí, no quería pensar en las consecuencias ni en el dolor que traía consigo.

-Será la primera y última vez, ¿no?- preguntó ella escuchando la batalla que se libraba en el interior de Mulder. Él casi olvidaba que las palabras no eran necesarias entre los dos, que una simple mirada era suficiente para comunicarse. Todavía estaba allí la magia, aun sobrevivía, pero... ¿por cuanto tiempo?

Mulder ignoró el comentario y prestó toda su atención a la piel de porcelana que tenía delante. Esta noche sólo quería una cosa: sentir sin pensar. Perderse en el cuerpo del enemigo y probar un pedacito de cielo antes de quemarse en las llamas de su propio infierno... aunque la única que merecía ser devorada por el fuego era ella, pero ya era muy tarde para romper el lazo que los ataba.

Él retiro sus manos de entre las piernas de Scully arrastrando consigo la humedad que evidenciaba que su enigmática compañera lo deseaba tanto como él al ella. Entonces, como si se tratara de una frágil pieza de cerámica, empezó a desabrochar uno por uno los botones de su blusa, tomándose el tiempo necesario para fijar en su memoria cada milímetro de piel que dejaba al descubierto. La cruz de oro llamó su atención. Aquella cruz que le hacía mantener viva una fe que ahora no tenía sentido.

-Quiero creer...- susurró Mulder mientras la tomaba entre sus manos. -Quiero creer en ti.

Continuará...