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Parte 12
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"No puedo permitir que te quedes creyendo una farsa. No cuando he luchado
tanto junto a ti por defender la verdad.
Quiero pedirte perdón por no poder acercarme a ti y decírtelo. Ahora
comprendo a aquellos hombres que son capaces de morir por una simple verdad;
no comparto sus ideales pero entiendo por qué prefieren esconderse detrás de
una mentira. Muchas veces la decisión no está en sus manos... como me ha
pasado.
Fui asignada a tu lado con un objetivo, eso lo sabes bien. Y conocerte me
hizo cambiar de parecer, me convertí en tu aliada y a la vez en una
adversaria peligrosa para ellos. A lo largo del camino nos dimos cuenta de
lo que eran capaces, no tengo que contarte toda la historia.
Pero cuando llegó la calma que viene tras la tormenta, me dormí pensando que
ya no podían hacer más. Y un buen día desperté... ellos me recordaron la
verdadera razón por la cual estaba a tu lado, así como me recordaron el
camino que decidí tomar. Eso tenía un precio y mi deuda no sería exonerada.
La suerte estaba de su lado, así como esas pequeñas pruebas que
prácticamente les regalé. Me sentí como una criminal a la hora de leerle sus
derechos: cada palabra, cada paso, cada decisión... todo sería usado en mi
contra.
Tu mayor temor se convirtió en el catalizador de sus planes. Miedo a una
traición. Miedo a que nuestra confianza se destrozara. Y caímos en la tela
de araña que tan cuidadosamente tejieron: yo conociendo todas las reglas y
tú ignorándolas por completo.
No quiero entrar en detalles, no tengo tiempo. He decidido arriesgarme con
tal de buscar la manera de salvarte... y de salvarme a mí también. Espero
que funcione y, de no ser así, espero que puedas borrar este amargo episodio
y seguir adelante sabiendo que nunca, jamás mientras viva, podría engañarte
en ningún sentido.
Espero que recuerdes las palabras que te dije aquella noche: Nada ni nadie
podrá evitar que yo te ame. Prométeme que las llevarás contigo pase lo que
pase".
Las últimas palabras delataban su prisa. Y así concluyó... sin una firma,
sin un adiós convincente. Antes de terminar, Mulder tuvo que detenerse par
de veces y limpiar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos para poder
seguir leyendo. Era ella otra vez, la Scully que él conocía le hablaba por
fin, aunque no pudiera escuchar su voz.
Él dejó aquella hoja de papel y volvió a fijar su atención en la cruz de oro
y en la primera línea que Scully había dejado para él.
"Deja que las mentiras entierren mi cuerpo, pero nunca mi alma". Escrito en
una pequeña tarjeta... más que escritas, sus letras parecían dibujadas con
toda la paciencia que merece una obra de arte. La aferró fuertemente en su
puño, tratando de drenar todas las emociones que le envolvían y amenazaban
con hacerle estallar.
Al abrir la mano, el reverso de la nota quedó ante sus ojos, revelando el
último eslabón de la cadena.
***
Fueron muchos aeropuertos, muchos vuelos, muchos viajes que parecían no
tener fin... muchas buenas conversaciones que hacían la travesía
increíblemente más corta. Tal vez por eso las horas se multiplicaban; esta
vez no tenía a su lado aquella que era capaz de acelerar el tiempo o de
hacerlo más ameno.
Observaba el cielo a través de la ventanilla del avión y, por primera vez en
su vida, no se preguntaba por la vida fuera de este mundo. Le interesaba una
sola vida, y era en este planeta.
Todas sus inquietudes giraban en torno a su destino: San Diego. Una simple
dirección en el reverso de una tarjeta y su mente empezaba a crear todas las
alternativas posibles a un millón de preguntas disparadas simultáneamente.
Se volvió a sentir atrapado... ese cóctel de sensaciones le remontaba a los
tiempos en que la búsqueda de su hermana era la más básica de sus
necesidades. Más que comer, más que dormir.
De pensarlo, el hueco en su estómago se hizo más grande. ¿Y si volvía a casa
con la decepción de no encontrar nada? Scully no estaría allí para
regresarle la fe perdida y decirle que ella nunca le abandonaría. Scully,
Scully, Scully. Todo seguía siendo Scully.
Por Scully estaba en un avión rumbo a San Diego. Por Scully iba hacia quién
sabe dónde para quien sabe qué. Mejor dejaba de pensar y hacer preguntas.
Sin preguntas no hay respuestas. Sin respuestas no hay verdades.
***
El olor del mar le daba una extraña sensación de libertad. Era como un
narcótico que viajaba hasta sus pulmones y le recordaba que estaba vivo. La
sal, el agua, la arena... esa combinación que sólo la naturaleza podía
brindar. Con esas imágenes estaba a punto de creer que Dios en verdad
existe, pero sus experiencias a lo largo del camino cambiaban su opinión al
polo opuesto.
Ya estaba en el lugar preciso sin terminar de comprender de qué se trataba
todo esto, por qué estaba allí y qué haría. Dejándose llevar por la magia de
la brisa marina, él avanzó un poco más hasta tener un asiento en primera
fila para presenciar uno de los mejores espectáculos: la puesta del sol.
Él podía formar parte de la función, pero prefirió sentarse fuera del
alcance de las olas juguetonas. El agua estaba fría y con el frío permanente
que sentía en su interior tenía más que suficiente.
Sus ojos empezaban a arder. Quería tomar por excusa la brisa que golpeaba su
rostro, sabiendo perfectamente que se trataba de esas lágrimas que había
logrado retener por tanto tiempo. Y poco a poco la perfecta visión del sol
ocultándose en el horizonte se fue distorsionando, empañándose hasta
confundir el atardecer anaranjado con el grisáceo de su llanto luchando por
salir.
Y lo dejó escapar... lo dejó bañar sus mejillas hasta que se llevara todo
rastro de dolor, lo dejó sacar cada toxina acumulada en su interior y que su
sabor salado llegara hasta su boca. Rogó en silencio para que su propia
amargura se convirtiera en veneno y le enviase directo al cielo o al
infierno.
De su bolsillo sacó la cruz, dejando que sus dedos delinearan su contorno
para así recordar las pocas veces que la había tocado antes. Y en ese pasado
siempre regresaba a su dueña... ¿Sería lo mismo ahora? Preguntarlo era
inútil.
Mulder levantó la mano y dejó la cadena colgando entre sus dedos. Como si
fuera a ponerla en otras manos, como si hubiera encontrado una solución a lo
irremediable. Y cerrando los ojos, encontró una verdadera razón para estar
allí.
Meditar. Decidir. Soltar la cadena o llevarla consigo. Olvidar a Scully o
vivir con su recuerdo.
La decisión fue tomada por alguien o algo más y la cadena se resbaló de sus
dedos. Pero ésta nunca tocó la arena porque las mismas manos que siempre le
llevaban de vuelta a casa estaban allí para sostenerla, cubiertas por un
vendaje que opacaban parcialmente su belleza pero nunca el calor que
emanaban.
Él no quería abrir los ojos por completo. Temía mirar más arriba y encontrar
que el espejismo se esfumaba entre las olas. Tenía que tocarla, sentirla. Si
era una ilusión quería que fuera completa, así su locura tendría sentido.
La primera caricia fue electrizante... el
dorso de su mano recorría
la suavidad de su rostro y sus ojos azules desaparecían cada
segundo tras los párpados que se cerraban involuntariamente, presos
de la narcosis que producía el roce de otra piel.
Ninguno de los dos podía creerlo. Ninguno terminaba de asimilar la
presencia del otro.
-Estás aquí...- susurró Scully atrapando las manos de Mulder entre
las suyas. -Pensé que no vendrías.
Él trató de decir algo, pero ella lo detuvo. Era el momento indicado en el
lugar indicado y no correría el riesgo de perder esta oportunidad.
-Sé que esto es muy egoísta de mi parte,
pero tenía que hacerlo. Ahora que he sido "borrada del mapa" no tengo nada
que perder y creo que tienes todo el derecho de saber y de tomar una
decisión.
Scully fijó la vista en sus manos entrelazadas, distrayéndose por un
instante con aquella imagen.
-Por más que luchemos, ellos ganarán- sentenció ella volviendo a mirar a
Mulder a los ojos. -Es su juego, son sus reglas y no hay lugar para más
vencedores. Al principio fui una pieza útil, con el paso del tiempo me
convertí en un obstáculo y hoy me han obligado a desertar.
Decir la verdad y narrar los hechos no era nada fácil cuando la historia se
había vivido en carne propia. Nadie mejor que la protagonista para contar
con lujo de detalles, pero en esta relación, muchas palabras eran sinónimo
de desastre.
-Hoy tú eliges el camino- ella no dijo más. Era misión de Mulder atar los
cabos sueltos, encontrar el punto del laberinto donde estaba situado y
decidir la ruta a seguir.
Él no podía pensar, pero los dos caminos a tomar estaban más que claros:
seguir adelante con los Expedientes X olvidándose por completo de Scully y
siguiendo el juego. O, quedarse con Scully dejando atrás toda su cruzada y
embarcándose en un nuevo reto.
Cerrando los ojos, trató de visualizar su futuro desde ambas perspectivas.
No era justo colocar dos de los aspectos más importantes en su vida en
planos totalmente separados. No era justo tomar una decisión como ésta. Como
tampoco había sido justo que Scully tuviera que pasar por todo esto.
Ella había tocado el infierno y aun así regresaba para salvarle. Un ángel le
estaba dando una segunda oportunidad y el tenía el descaro de tomarse unos
segundos para estudiar las opciones.
Mulder sabía lo que debía y tenía que hacer. Y lo hizo. Súbitamente asaltó
aquellos labios carnosos, dejando que en un beso se expresara sentimientos
que no podían resumirse en simples palabras. La necesitaba... más que
cualquier otra cosa en su vida.
Teniendo cuidado de no lastimarla, la acercó a él a medida que profundizaba
el beso. No estaba conforme con el chispazo que producían sus labios al
rozarse, su lengua luchaba por romper las barreras y volver a recorrer
aquella boca que disfrutó por tan poco tiempo, pero que recordó una
eternidad.
Sus manos temblorosas recorrieron aquel
cuerpo que conoció de manera
tan fugaz. Ella había sido suya... entre el caos y la confusión...
entre las penumbras de una noche que no brindaba el escenario
perfecto con el que soñaba.
Él rompió el beso acariciando suavemente su rostro, entonces bajó su
cabeza hasta el nivel del pecho de Scully y allí se recostó...
escuchando la suave melodía de sus latidos, dejó que las manos de su
compañera se enredaran en su pelo. Quería quedarse dormido entre sus
brazos, pero tenía tanto miedo de despertar y encontrar el vacío de
otra ilusión.
-Te necesito tanto- no era una nueva confesión, pero él necesitaba
decirlo. No para que ella lo supiera, sino para repetírselo a sí
mismo y tenerlo presente a cada segundo. -No tienes la menor idea,
Scully.
Y un sonido poco usual cautivó sus oído. Ella estaba riendo... podía
sentir como la risa vibraba en su pecho al tiempo que la escuchaba.
Poco a poco, la risa se fue perdiendo entre sollozos. Él levantó la
cabeza para ver que sucedía y al verla llorar volvió a sentir que el
día se nublaba.
-Oh Mulder, lo siento- dijo apoyando su frente en la de él. -Debí...
debí...
-No...- la detuvo éste limpiando sus lágrimas. -Te disculpas cuando
estás haciendo mucho más de lo que merezco... no entiendo qué hice
para tenerte aquí ahora.
Scully acortó la distancia entre sus
labios, entregándole en aquel pequeño roce la oración que se repetía en su
mente sin cesar. Él pudo sentir la magnitud de su temor, él pudo ver a
través de sus ojos y percibir las tinieblas que no la dejaban saber cual
sería el final de su camino.
Él la necesitaba, pero también se dio cuenta de que ella lo necesitaba aun
más.
-¿Estás seguro?- le susurró Scully, sabiendo perfectamente que no era fácil.
Lo que ella ofrecía era todo lo contrario a aquello por lo que él había
luchado. Pero las alternativas no existían.
Entonces Mulder comprendió lo que Scully había vivido durante siete años. Lo
que era seguirle sin ninguna explicación... arriesgando su reputación, su
carrera, su vida en general. Ella lo siguió a todas partes sin preguntar ni
importarle lo que pudiera pasar después. Y él nunca le había ofrecido el
cielo.
Ahora era su turno. Era él quien debía seguir a Scully sin peros ni
condiciones... con los ojos cerrados para que fuera ella su guía y su única
verdad.
-Nunca he estado tan seguro- le dijo y la besó en la frente para bendecirla
y sentirse bendecido, para buscar el perdón por cada vez que le causó dolor
y prometerle por primera vez algo que fuera de los dos. No la misma cruzada
ni la lucha contra sus demonios personales... el pasado quedaría en el
pasado.
-Sabes lo que significa.
-Lo sé. Y gano mucho más de lo que he tenido en toda mi vida.
Scully no pudo evitar la sonrisa que se pintó en su rostro, pero
detrás de esa sonrisa se ocultaba la inquietud y la incertidumbre.
-Ni siquiera sabes lo que realmente pasó- le dijo tornando su
semblante serio.
-No es necesario que volvamos a vivir esa pesadilla.
-Pero está ahí, y estás oficialmente entre los vivos. Esto no
termina aun, Mulder.
Su miedo estaba de vuelta, o quizá nunca la había abandonado. Merecía un
momento de paz en su vida y quería compartirlo con él, pero conociendo a sus
adversarios la palabra seguridad no terminaba de agregarse a su diccionario.
-Es tarde- dijo viendo como empezaba a
oscurecer y poniéndose de pie con cautela. -Tengo que irme.
-¿Scully?- él frunció el entrecejo y la miró extrañado.
-Te dejo el espacio y el tiempo que requieres para pensar.
-¡Qué!- su tono de voz fue más alto de lo que pensó. -¿De qué hablas?
-Ha sido demasiado... en muy poco tiempo. Tú necesitas...
-Sólo necesito estar a tu lado.
Scully se llevó la mano a la boca, tratando de mantener su firmeza y no
quebrarse. Quería lo mejor para él, para los dos. No una decisión rápida que
tuvieran que lamentar... pero Mulder no estaba contribuyendo.
Él se levantó y avanzó hacia ella hasta quedar a pocos centímetros.
-Dame una sola razón para dejarte ir esta noche.
Ella respiró profundo... una, dos, tres veces. Era una de esas ocasiones en
que odiaba la perseverancia de Fox Mulder.
-Esta relación... esta confianza... es un arma de doble filo.
No era algo nuevo. Ambos lo habían pensando en muchas ocasiones, sin
embargo, decirlo era totalmente distinto. Era darle más peso a tal
afirmación.
Pero no era razón suficiente para él.
-Espero que puedas borrar este amargo episodio y seguir adelante sabiendo que nunca, jamás mientras viva, podría engañarte en ningún sentido- recitó éste como si se tratase de algún poema consentido. -Estoy haciendo lo que me pediste, Scully. Es una página nueva.
Las últimas murallas que la mantenían
aislada estaban punto de desmoronarse. Un escalofrío la recorrió por
completo y esa sensación de ser libre al cien por ciento ya no le resultaba
tan aterradora como antes. Sólo hacía falta un último empujón para saltar.
-Mi confianza en ti nunca murió- dijo Mulder leyendo la mente de su
compañera. -Aun cuando tuve las pruebas ante mis ojos o cuando lo escuché de
tus labios... una parte de mí se negó a aceptar que esa eras tú. Scully...-
su voz empezó a temblar, -cada vez que tenía que decirte alguna palabra
hiriente, sentía morir una parte de mí. La verdad no sé dónde estaría en
este momento de no haber leído tu carta.
De sólo pensarlo, ella se estremeció. E instintivamente, movió su cabeza de
un lado a otro, como si tratase de sacudir todo pensamiento negativo.
-Ven aquí- dijo él ofreciéndole el mejor resguardo que tenía en aquel
momento. Y ella tomó su pecho como almohada y sus brazos como la cobija más
cálida y segura, dejando escapar un suspiro al sentirse de vuelta a casa.
-Estoy cansada- confesó sin temor de sentirse vulnerable.
-Deberías estar en reposo. Y no me digas que estoy exagerando- una pequeña
carcajada salió de ella. Sabía que era verdad así que no tenía ningún
derecho a rebatir ni a decir "estoy bien, Mulder".
Él la tomó en sus brazos y curvó sus
labios en una sonrisa al ver la cara de sorpresa que puso Scully.
-¿Qué haces? Estoy bien- exclamó sin salir de su asombro.
-Ya extrañaba escuchar eso, pero esta vez... no te creo- ella lo miró
arqueando las cejas. -Adoro cuando haces eso, Scully.
Su risa volvió a escucharse y Mulder grabó cada nota hasta que se desvaneció
y el murmullo del mar era el único sonido que los acompañaba.
-Mulder...- susurró Scully temiendo romper
la magia del momento, -¿qué va a pasar ahora?
-Tan sólo cierra los ojos... y olvídate del mañana.
***
La escena que presenciaba a unos cuantos metros, no le sorprendió en
absoluto. Quizá en ocasiones llegó a subestimar el poder que tenían
ellos dos juntos, pero la experiencia le demostró que separarlos
rayaba el borde de lo imposible.
A pesar de no haber alcanzado todos sus objetivos, él se sentía
vencedor. Consiguió lo que más quería: alejarlos de la búsqueda de
la verdad... dejar los Expedientes donde siempre debieron estar, en
un sótano abandonado y cubierto de polvo.
Pero hacer que Fox Mulder fuera el mismo ser solitario y amargado
que él había sido durante toda su vida, parecía ser una tarea cada
vez más complicada.
Una vez tuvo el poder de destruirlo, pero un simple error le
arrebató todo el control de sus manos y tal vez por eso nunca
llegaría a alcanzar esa meta tan egoísta.
Lo que para él fue un error, se convirtió en el mejor regalo que su
hijo pudo recibir. Lo que él nunca tuvo... un alma gemela.
Fin.-
Notas finales:
Bueno.. ha llegado el final. Y no ha sido fácil porque, primero, a pesar de
las canas y de todo el trabajo que me dio este fic lo voy a extrañar. Me
hará falta causarle infartos a cada rato a mi porrista y ver la respuesta de
los lectores a medida que se publicaba un nuevo capítulo.
Segundo, ver la aceptación que ha tenido el fic aumenta mi responsabilidad
como autora. Al menos así me siento. Temo que el final no llene las
expectativas de todos, pero es que no soy muy experta en finales y doy lo
mejor que puedo, jeje. Se salvarán muchos porque me amenazaron para no
seguir con la idea original de la historia, pero créanme que sería un
verdadero angst :p
Vania.. ya eres oficialmente mi beta. Jen y Ana.. espero que me perdonen (si
no es que ya estoy perdonada) cuando hayan leído esto. A cada uno de ustedes
que dejó su comentario, un millón de gracias. No hay nada mejor que el
feedback, uds lo saben pk muchos son escritores.
No voy a seguir porque me harán derramar par de lagrimitas de cocodrilo jeje.
Tal vez algún día me interese en reanudar esta historia y ver qué ha sido de
Mulder y Scully.
Dominican Powa Forever!! Beshos para todos y thx a lot :)
