CAPÍTULO 2: Entrenando un poco. ¿Con quien se queda Cometa?
-Bien, bien, bien....- dijo Cometa, paseandose por delante de los chicos, como si de un general se tratase. De hecho, había buscado una gorra, para dar más interes al asunto, pero al verle, los muchachos se habian reido tanto que había optado por prescindir de ella. Además, ellos tampoco colaboraban demasiado, ya que en lugar de permanecer firmes y escucharle con suma atención, lo miraban sin demasiado interes, medio repantigandos por el suelo.- Hoy será vuestro primer entrenamiento. Lo primero que debeis hacer es transformaros.
Dani sonrió ampliamente mientras sacaba su cristal mágico, mientras Luis enrojecia y Alex gruñía.
- ¿Puedo añadirle más pasos?.- preguntó,
conteniendo la emoción.
- Por supuesto, todos los que quieras.- asintió
Cometa, con una gran sonrisa.- Pero debeis hacerlo todos.
Carlos, Luis y Alex fulminaron a Dani, que les
devolvió la mirada con temor.
- Bueno... tal vez esté suficientemente bien como
está...
Carlos se levantó del suelo y empezó a alejarse.
- ¿A dónde vas?.- le preguntó Luis, todavía
ruborizado.- Tenemos que entrenar.
- Voy a transformarme en ese rincón de allí.- le
respondió Carlos, señalando unos setos.- Todavía tengo una reputación que mantener
¿sabes?
- No seas ridículo.- gruñó Cometa, mientras por
detrás, Dani empezaba a dar saltitos, disfrutando enormemente en el proceso.- Cuando
tengais que luchar no te quedará más remedio que hacerlo delante de tus compañeros,
porque no vas a tener tiempo de irte a unos matorrales a esconderte. Todos lo haceis
igual.
- Mira a Dani y mirame a mi.- indicó Carlos.- NO es
igual.
- Aun asi.- insistió Cometa.
- Si, hagamos todos el imbécil juntos.- refunfuñó
Alex.- Si yo tengo que pringar, los demas tambien.
- ¿Y a ti que mas te da? .- refunfuñó Carlos,
volviendo de mala gana junto a sus compañeros.- Tu ya has hecho el idiota, una vez más
no se va a notar.
- Pero me gusta saber que no soy el unico que hace el ridiculo.- replicó Alex.
Una vez estuvieron todos transformados, se agruparon
alrededor de Cometa.
- Cada uno de vosotros tiene un poder distinto y
teneis que descubrir cuál es.- les explicó el gato.
- ¿Y no sería más fácil que nos lo dijeses tú?.-
señaló Carlos, todavía molesto.- Ahorraríamos tiempo.
El gato negó energicamente con la cabeza.
- Teneis que descubrirlos vosotros solos, deben salir
de vuestro interior.- les explicó.- Vereis, las sailors, cuando aparecieron, no tuvieron
ni siquiera tiempo para pensarse a pensar. En mitad de una batalla, les dieron los
cristales y se transformaron y se dejaron llevar por su intinto.
- Pero dijiste que eramos su contraparte masculina,
¿no?.- meditó Luis.- En ese caso, si yo soy Guerrero Urano, mi poder esde la Tierra, el
del Venus, el amor y Neptuno el agua. Y por lógica, el de Guerrero Sol es el astro rey.
- Si... bueno...- refunfuñó Cometa, algo molestó
porque se le hubiese estropeado la diversion.- Es otra manera de verlo.
Carlos le lanzó una patada al animal, pero este la
esquivó rapidamente.
- Me parece a mi que este gato nos está tomando el
pelo.- gruñó Carlos.- Yo propongo patearlo, despellejarlo, matarlo y venderlo en un
mercado diciendo que es conejo. En ese orden.
- A mi me gusta lo que ha dicho Luis.- dijo Dani, con
ojos brillantes.- ¡El magnifico Guerrero Venus, el protector del Amor! ¡Todas las chicas
se volverán locas!
- De eso nada.- se apresuró a decir Cometa, todavia
algo tembloroso por la amenaza de Carlos (más que anda porque algo le decía que era
capaz de cumplirla).- No podeis decirle a nadie quienes sois en realidad. Ni siquiera a
las sailors cuando aparezcan. Debe de ser un secreto que ya se desvelara llegado el
momento.
- ¿Por qué no?.- se extrañó Luis.- ¿No sería
mejor que cada uno supiese quien es quien?
- Bueno... tiene su razon de ser.- murmuró Cometa.-
En realidad hay dos, una con la que estoy de acuerdo y otra con la que no.
- ¿Y cual es con la que estas de acuerdo?.-
preguntó Dani, con curiosidad.
Cometa sonrió ampliamente.
- Fastidiar a cierta colega de trabajo.- al ver que
Dani iba a seguir preguntando, se apresuró a continuar.- Y no me preguntes la otra porque
no te la voy a decir. De todos modos, aunque sepais de donde proceden vuestros poderes,
eso no cambia nada: debeis entrenar para descubrir cuales son vuestros ataques, que salgan
de vuestro interior.
- Sí, claro, ¿y eso cómo se hace?.- gruñó
Carlos. Estaba de muy mal humor, pues tenía pensado llevar su moto al taller y había
tenido que posponerlo por culpa de todo eso del entrenamiento. Y encima, habia tenido que
hacer el ridiculo delante de sus amigos.- Es difícil que surgan poderes cuando estamos
relajado.
Cometa sonrió aun más ampliamente que antes,
especialmente al recordar el amago de patada.
- Lo sé, por eso, yo os atacaré hasta que
espabileis.
- No digas tonterías.- replicó Alex.- ¿Cómo vas
a... LA MADRE QUE TE...!
Cometa se le había tirado a la cara y había estado
a punto de sacarle un ojo. Al retroceder para evitar la embestida del gato, tropezó con
un alambre que estaba a pocos centímetros del suelo y de la nada había salido una piedra
del tamaño de un televisor que le habría reventado la cabeza si no llega a agacharse en
el último momento. Alex se quedó tirado en el suelo, respirando con dificultad y mirando
horrorizado al gato. Los otros tres muchachos se quedaron petrificados en el suelo, sin
atrever a moverse
- ¿¡Pero qué pretendes?!.- gritó Alex.-
¿¡Matarnos?!
Cometa no borró la sonrisa de su cara.
- Ni mucho menos.- le explicó.- Pero de algun modo
teneis que entrenar. He llenado este lugar de trampas y os aseguro que ni una sola es
inofensiva. Algunas pueden descubrirse fácilmente, y otras no. Yo impediré que os
quedeis quietos y cuanto más avanceis hacia el centro, más trampas encontrareis. Si
quereis salir de un pieza, os aseguro que saldrán vuestros poderes. ¿Alguna duda?
- Sí.- murmuró Dani.- ¿Y si no salen?
- Me aseguraré de que haya muchas flores en vuestro
funeral.
- Yo propongo que hagamos salir los poderes tratando
de matar al...- empezó a amenazar Carlos, pero no pudo continuar, porque al dar un paso
amenazador hacia el animal, el suelo se hundió bajo sus pies y estuvo a punto de caer a
un agujero lleno de estacas afiladas.- ¡Seras (insertar palabrota a gusto del
consumidor)!
- ¡Carlos!.- se horrorizó Luis.- ¡No seas
malhablado!
Pero en ese momento, saltaron un montón de flechas
afiladas en dirección al joven, que a duras penas si tuvo tiempo de esquivar
- ¡Maldito gato (insertar palabrota aun más fuerte
que la anterior)!.- gritó.
Cometa saltaba sobre unos y otros mientras les
mordía y arañaba, obligandolos a moverse de un lado a otro, y consiguiendo que activasen
las trampas. Piebras gigantes, estacas afiladas, agujeros profundos, alambres ocultos...
cualquier cosa peligrosa que pueda aparecer por la cabeza de alguien, estaba allí. Los
muchachos saltaron, corrieron, nadaron, gritaron, aullaron, pero los poderes seguían sin
aparecer.
- ¡Por favor, Cometa, para de una vez!.- suplicó
Luis, mientras evitaba a duras penas un tronco salido de la anda.- ¡Llevamos horas
practicando y no hay manera! ¡Dejemoslo para mañana!
Los cuatro, exhaustos, se agruparon espalda con
espalda, en lo que suponían era el centro de la zona de entrenamientos. Cometa se
acercó, disfrutando del momento.
- Bueno, lo dejaremos por hoy.- les dijo.- Pero ahora
teneis que salir del centro.
- Desactiva las trampas.- jadeo Dani.
- De eso nada.- replicó Cometa, mientras sacaba la
cesta de comida que tan amablemente habia traido Luis.- Teneis que salir... ¡oh,
bocadillo de atun!
- ¡Eso es mio!.- gritó Carlos, dando un paso al
frente... y deteniendose justo a tiempo para evitar que una lanza lo atravesara.
Cometa tenía la cabeza completamente metida en la cesta (y a decir verdad, medio cuerpo
también)
- ¡Oh, y aquí hay tortilla!
- ¡Mi tortilla!.- lloriqueó Dani.
Cometa continuabva enumerando cuidadosamente todo lo
que se comía, mientras ellos avanzaban, esquivando una vez más las trampas.
Alex por fun puso un pie y nada ocurrió. Puso otro y
siguio sin pasar nada.
- ¡Hemos salido!- gritó.- ¡A comeeeeer!
Los cuatro se lanzaron sobre la cesta y el gato, que
salió volando por los aires.
- ¡Mira a ver si al menos ha dejado tarta!.-
imploró Carlos.- ¡Me muero de hambre!
Alex agarró la cesta y miró dentro... y asi se
quedó durante unos instantes.
- ¿Qué... qué pasa?.- murmuró Luis, sin atreverse
a pensar lo peor.
- Dime que no...- añadió Dani, horrorizado.
Alex, con grandes lagrimones corriendole por las
mejillas, dio la vuelta a la cesta, de la que no cayó nada, salvo algunos platos de
plástico rotos y una botella de coca cola vacía.
- Se... se lo ha comido... todo.- murmuró Luis.
Cometa salió de entre los arbustos, con los bigotes
llenos de migas de pan.
- Desde luego, hay qye admitir que os cuidais muy
bien.- les dijo, mientras se sentaba para relamerse las patas.- No ha estado nada mal.
Algo escaso, pero siempre es bueno quedarse con un poco de hambre. Ahora lo mejor sera
que...
- ¡Espada de Luz!
- ¡Viento salvaje!
- ¡Escudo cortante!
- ¡Espada Fugaz!
Si alguien hubiese pasado por ahí en ese momento, habria visto un gato terriblemente magullado salir volando por los aires mientras gritaba algo que parecía decir jo, pues tampoco es para tanto
- Otra de fideos, por favor.- dijo Dani, con la boca
llena, a la camarera, que miraba alucinada como los cuatro engullían su tercera ración
de comida y parecía que aun tenian hambre. El unico que parecía mostrar un poco de
eduacion comiendo era Luis, mientras los demás parecían competir entre ellos a ver quien
acababa antes con el mayor numero de raciones.
- Podriais darme un poquito.- lloriqueó Cometa en
voz baja, lleno de tiritas y magulladuras.- Despues de todo, han salido vuestros poderes
gracias a mi...
- Cállate.- replicó Carlos, con la boca llena.- Si
no te hubieses comido nuestros bocadillos, no te habriamos atizado.
- No sigamos culpándonos unos a otros.- señaló
Cometa, restandole importancia.- Lo hice por vosotros, para que...
- No te aconsejo que sigas por ahí.- intervino Luis,
limpiandose la boca cuidadosamente con la servilleta.- Carlos no es muy paciente.
- Bueno, y ahora que ya hemos sacado nuestros
poderes, ¿qué hacemos? ¿luchamos contra los malos?.- preguntó Dani, con ojitos
brillantes.
- Si tenemos que luchar conta los malos, deberiamos
ponernos de acuerdo para tener un horario.- señaló Alex entre trago y trago de agua.- Le
dije a Armando que si quería participar en el grupito de musica que hemos montado y no es
plan de estar ensayando todos y que de repente nos tengamos que marchar y le dejemos a él
solo para que cante, toque la batería, el bajo, el teclado y la guitarra.
- También habra que buscar un lugar donde ensayar.-
añadió Dani con entusiasmo.- Es que mis vecinos ya se han quejado un par de veces y no
tengo ganas de empezar a buscar una casa nueva. Ademas, tendria que ser casi en las
afueras y no tengo vehiculo propio.
- No os preocupeis por el local.- intervino Luis.- Mi
padre tiene uno en el poligono industrial de las afueras. Podemos ensayar allí sin
molestar a nadie, aunque no está libre hasta que empiece el curso. Mientras tanto podemos
ir decidiendo las canciones, pulir las muy poco probables imperfecciones del trabajo
maestro de Dani y buscar los instrumentos. Y no te preocupes por el transporte, Dani, que
como vamos todos, alguno te puede recoger para llevarte.
- En ese caso, deberiamos ir pensando cuando...
- ¿Os importaría centraros en lo que estábamos,
por favor?.- señaló Cometa, con tono sarcastico.- Estoy seguro de que vuestro grupo de
musica es chupi-mega-guay, y que esto es menos importante (total, enemigos malvados que
quieres destruir el planeta con todos sus habitantes dentro), pero solo serán unos
minutos.
Los cuatro se miraron, algo avergonzados.
- Lo siento.- se disculpó Luis.- ¿Qué decias del
enemigo? ¿Tan terrible es?
- ¿Cuántos son?.- inquirió Carlos.
- ¿Qué poderes tienen?.- preguntó Alex
Cometa las miró con gesto serio durante unos
instantes y luego, agachó la cabeza, para mirarse con sumo interes las patas, mientras
hablaba en voz tan baja que apenas le oían los demás.
- Bueno... en realidad, los malos aun no han
atacado.- murmuró.- De hecho... ni siquiera han llegado... o aparecido... o resucitado...
o lo que sea...
- ¿Como que lo que sea?.- se extrañó
Alex.- ¿No sabes quien es el enemigo?
- ¿Y para eso nos has echado la bronca por no
centrarnos?.- replico Dani.
- Es algo... complejo.- murmuró el gato, deslizando
discretamente la pata hacia el tazón de fideos de Carlos... y retirandola rapidamente
cuando este estuvo a punto de clavarle los palillos.- Vereis: los guerreros (Es decir,
vosotros) solo despertaran como tales cuando el peligro que amenaza la Tierra sea tal que
las sailors solas no puedan afrontarlo. Cuando vaya a ocurrir esto, yo, vuestro guia,
guardian y protector...
- Más vale que nos cuidemos solos...- musitó Alex.
- ... despertare de mi letargo y os reunire y
entrenare para que llegado el momento le deis una buena patada en el culo al enemigo... y
ese momento ha llegado. He despertado y os tengo que entrenar.
- Vale, todo eso está muy bien.- gruñó Alex.- Pero
las sailors se enfrentaron directamente al enemigo.
- No era tan poderoso como el que viene.- insistió
Cometa.
- No hay que despreciar la oportunidad de preparse
adecuadamente para el futuro.- señaló Luis.- Pero no creo que sea igual entrenar contra
trampas preparadas por ti (a las que tarde o temprano nos acostumbraremos) que contra un
enemigo.
- Eso es cierto.- afirmó Cometa.- Por eso,
lucharemos contra fantasmas.
Un silencio sepulcral reinó en ese momento.
- ¿Fan... fantasmas?.- murmuró Dani, terriblemente
pálido.
- Claro, por supuesto.- gruñó Carlos.- Despues de
un gato que habla, los fantasmas pasan a estar a la orden del día.
- ¿Y donde vamos a encontrar un fantasma?.-
preguntó Alex.- No creo que salgan en los anuncios por palabras del periodico.
Cometa sonrió.
- Vereis, conozco cierto templo aquí cerca... a
veces reciben peticiones para realizar exorcismos y cosas de esas... es cuestion de
interceptar esas peticiones y hacerlas nosotros.
Los cuatro se miraron unos a otros, sin saber que
decir.
- Dado que no hay objeciones, doy por supuesto que
estais de acuerdo.- dijo Cometa, mientras conseguía relamer uno de los boles de arroz
vacios.- Solucionado el tema del entrenamiento, creo que lo mejor será pasar al siguiente
apartado: donde voy a vivir.
- Yo puedo sugerirte un lugar que te iria que ni
pintado.- dijo Carlos con tono sarcastico.
- Tan listo como eres, ¿por qué no alquilas un
apartamento?.- señaló Alex.
- No llego a la cerradura.- replicó Cometa.- Tendre
que irme a vivir con uno de vosotros.
Si antes se habian quedado mudos cuando les habló de
fantasmas, ahora directamente se murieron.
- ¡Pe... pero no puedes hacernos esto!
- ¡¿¡No nos has torturado ya bastante?!
- ¿Acaso no hay piedad en tu...?
Los cuatro se quedaron callados, en al postura que
estaban, mientras la camarera se les quedó mirando, con la bandeja en una mano, mientras
una fria gota de sudor recorria su frente, al ver a cuatro chicos ya creciditos, guapos,
grandotes, suplicar a un gato, que maullaba lastimeramente mientras trataba de lamer los
cuencos vacios.
- Err... la racion de fideos.- murmuró la joven,
mientras dejaba los fideos en la mesa, con buen cuidado de no dejar de vigilar a los
cuatro.- Esto... ¿vais a querer algo mas?
Se miraron los unos a los otros, rojos como tomates,
mientras Cometa seguía maullando, casi parecía que con burla.
- Esto... no, casi mejor que no.- dijo Luis
finalmente, mientras metía la mano en el bolsillo y sacaba la tarjeta de
crédito.-Cobrenos y en cuanto terminemos, mejor nos vamos.
- Si... mejor...- asintió la camarera, mientras se
alejaba sin atreverse a darles la espalda.
Cuando se quedaron solos, los cuatro se pusieron aun
más rojos y suspiraron.
- Qué vergüenza...- murmuró Alex.- Va a pensar que
estamos locos.
- Cualquiera lo pensaría.- gruñó Carlos, mientras
agarraba a Cometa del rabo para bajarlo de la mesa- ¡Y todo por tu culpa, gato asqueroso!
- Eh, no insultes.- refunfuñó Cometa.
- No creo que me atreva a volver nunca más.-
suspiró Luis.- Qué pena, era mi rstaurante favorito.
- Ya se me ha quitado el hambre.- lloriqueó Dani.-
¡Pero no me atrevo a pedirle que me los ponga para llevar!
-...
En cuanto la camarera les trajo la tarjeta de vuelta,
se apresuraron a marcharse y a huir al parque más cercano.
- ¡Gato asqueroso!.- gritó Carlos, mientras trataba
de alcanzar a Cometa para estrangularlo.
- ¡No malgastes fuerzas, que mañana toca más
entrenamiento!.- señaló Cometa.- Mejor es que discutais sobre con quien de vosotros voy
a vivir.
- ¿Qué te parece en la perrera?.- señaló Alex.
- No es buena idea.- respondió Cometa, en lo alto de
los palos de los columpios, mientras esquivaba las piedras que Carlos le lanzaba.- Me
adoptaria una familia y tendria que escaparme.
- No contaria mucho con la adopción.- señaló Luis.
- Más a mi favor, tendrias que evitar que me
sacrificasen.- insistió Cometa.
- ¿Y eso por qué? Saldriamos ganando.- indicó
Alex.
- Total, ya tenemos los cristales y sabemos usarlos.-
coincidio Carlos, armandose de pedruscos cada vez más grandes.
- Pero teneis que encontrar a los otros que faltan.-
insistió Cometa.
Se miraron unos a otros, con gestos preocupados. Eso
era cierto, necesitaban a Cometa para localizar a los demás guerreros.
Tras unos segundos de silencio, Luis carraspeo.
- Pues en mi casa no puedes.- dijo, tratando de
mostrarse, sin demasiado éxito, triste y apesadumbrado.- Mi padre tiene terminantemente
prohibida la entrada de gatos en mi casa, por los jarrones chinos, los cuadros de
coleccionista, las alfombras persas, los sillones del siglo XVII, los myrales de las
paredes, las barandillas de madera de la escalera... y todo eso. Bueno, y también por su
alergia.
- Podias haber empezado por la alergia y haberte
ahorrado la enumeracion de tu patrimonio.- indicó Dani, algo incómodo.
- Lo siento.- se disculpó Luis.- Lo he dicho en el
mismo orden que lo dice mi padre.
- ... tu padre tiene unas prioridades muy curiosas.
- A mi me parecen muy razonables.- discrepó Carlos,
lanzando otra piedra a Cometa.
- Yo tampoco puedo.- se apresuró a intervenir Alex,
este sin molestarse en ocultar su alegría.- En mi bloque esta prohibido tener perros,
gatos o cualquier animal domestico que no sea un periquito.
Dani y Carlos se miraron el uno al otro. Solo
quedaban ellos.
- Bueno... puede quedarse en mi casa-. dijo Dani,
finalmente.- Me vendrá bien tener a alguien que opine sobre mis composiciones musicales,
o cuando practico el trombon, a ver cual es la razon por la que desafino tanto o que me
haga volver a la cama cuando me levanto por el sonambulismo o ...
- Esto...- le interrumpió Cometa.- Gracias por la
oferta, pero creo que prefiero la oferta de Carlos.
- ¿¡Qué oferta?!.- se horrorizó este, dejando
caer al suelo la piedra que estaba a punto de lanzar.- ¡No te he ofrecido mi casa!
¡Quedate con Dani! ¡A mi me llenaras todo de pelos y me destrozaras los muebles!
¡Ademas, Dani, tu no eres sonambulo!
- Y hay que añadir que, en mi opinion, la casa de
Carlos es la mejor.- insistió Cometa, ignorando soberanamente las objeciones del
aludido.- Es algo más centrica que la de Dani, pilla cerca de todos lados, por si hay
alguna emergencia y esas cosas. Ademas, esos cojines eran comodisimos...
- ¡Que casa centrica ni que niño muerto! ¡Ni
siquiera sabes dónde está la casa de Dani! ¡Y alejate de mis cojines!
- A ver, votemos, ¿quién quiere que me quede en
casa de Carlos?.- le ignoró Cometa.
Tres manos y una pata se alzaron automaticamente,
ante la estupefacta mirada de Carlos.
- ¡No puedo creer que me esteis haciendo esto!.- se
lamentó.- ¡Se supone que erais mis amigos, panda de traidores!
- Lo siento Carlos.- se disculpó Alex.- Pero es una
mera cuestión de supervivencia. En casos como este, la amistad pasa a un segundo plano.
- Por favor, tienes que entenderlo.- imploró Dani.
- Sois unos asquerosos.- gruñó Carlos, lanzando la
ultima de sus piedras a Cometa, al que alcanzó en plena cabeza, derrumbandolo.- Bueno, al
menos me he desahoga...
- ¡Gamberro! ¡Sinvergüenza!
Antes de que Carlos pudiese girarse, un paraguas
aterrizó sobre su cabeza, mientras una ancianita de aspecto venerable, le atizaba una y
otra vez, alternando el ya conocido paraguas y el bolso.
- ¡Pero... señora!.- suplicó Carlos, incapaz de
detener los golpes de la ancianita.- ¡No es lo que...!
- ¡Gamberro! ¡Lo he visto perfectamente!.- gritó
la anciana con voz chillona, mientras los demas no sabian si reir o llorar y Cometa
maullaba lastimosamente, cada vez más fuerte, para que, pese a los gritos de la anciana,
se pudiesen oir sus quejumbrosos maullidos.- ¡Le has dado una pedrada a ese pobre
animalito! ¡Esta juventud de hoy no tiene vergüenza! ¡Gamberro, delincuente!
- Pobre Carlos.- murmuró Alex, viendo que Carlos finalmente optaba por la estrategia más inteligente: la huida.- Creo que lo va a pasar muy mal durante una buena temporada.
